Parte/24 México
El viaje había durado tres meses y medio, salí el doce de abril y pise tierra mexicana el tres de agosto de 1914, cuando baje del barco busque a mi padre entre las personas que se aglomeraban en el muelle en busca de sus familiares, yo lo descubrí, inmediatamente me dirigí hacía él, cuando estuve frente a él, él seguía sin reconocerme.
-Padre ya estoy aquí.
- ¡Hija! Pero eres tú, no te reconocí con esa ropa tan elegante, estas radiante, en el tiempo que te dejé de ver te has convertido en toda una mujer.
Y así era, si él hubiera sabido, que me había convertido en mujer no solo por fuera si no por dentro también-, pensé mientras esbozaba una leve sonrisa, volteé hacia el barco, ahí dejaba al amor de mi vida a mi único amor, mi padre me volvió a la realidad.
- ¿Y tu abuela? ¿Por qué no viene contigo?
- ¿Padre no recibieron la carta que les escribí?
-No hija, no hemos recibido ninguna carta ¿Pero que pasó con tu abuela?
-Padre mi abuela murió, es por eso que no viene conmigo.
- ¡Pero no me digas eso hija! ¿Cómo le vamos a decir a tu mamá, que su madre está muerta? Cuando nos vinimos no estaba tan mala.
En esos precisos momentos unos hombres trajeron mi baúl, les di las gracias y se retiraron diligentemente, mi padre me preguntó.
- ¿Hija este baúl es tuyo?
-Si padre, es mío.
- ¿Pero de donde lo sacaste? Yo no recuerdo que tuviéramos uno, pero vámonos de aquí que estamos tapando el paso.
Mi padre empujó el baúl hacia un lado para dejar libre el paso a las personas que presurosas caminaban al encuentro de sus familiares, después me dio una noticia muy alarmante.
-Hija te tienes que cambiar de ropa, vamos a comprar algo más sencillo.
-Pero ¿Por qué padre?
-Lo que pasa es que en este país hay una guerra civil, la llaman revolución mexicana, los ricos oprimían a los pobres, empezando por su principal verdugo el expresidente Porfirio Díaz, hasta que los oprimidos se cansaron de las injusticias y, este es el resultado, si tú vas vestida así, vas a pasar por una mujer adinerada, y sabe Dios como nos ande yendo.
Sentí mucho miedo, le dije a mi padre.
-Usted se vino huyendo de una guerra y aquí se encontró con otra.
-Pues si hija, pero que le vamos hacer, lo hecho, hecho está y no se puede deshacer.
Mi padre contrató a unos hombres para que cargaran el baúl hasta un hostal cerca del muelle, en la entrada había un gran letrero, "Mesón el Muelle" era una entrada grande con piso de tierra, donde los hombres entraban montados en sus caballos, también las carretas cargadas de mercancías y personas, entramos a un gran salón, en el piso había una especie de tapetes hechos de palma, llamados petates, con personas acostadas, mi padre fue a un rincón donde esperaban los dos hombres que cargaron el baúl, mi padre les dio algo de dinero y estos se retiraron, enseguida mi padre se dirigió a un hombre alto, fornido sin llegar a la obesidad, muy feo, al verlo me dio miedo.
-Toño aquí te encargo el baúl, ahorita volvemos no nos tardamos nada.
-Esta bueno, don Cosme, usted váyase sin cuidado yo me hago cargo.
Mi padre y yo salimos hasta una tienda donde vendían de todo, mi padre le dijo a la señora que atendía la tienda.
-Señora me hace el favor de enseñarle a mi hija un vestido y unos guaraches a su medida y unos listones para que trence su cabello.
-Como usted ordene señor Gachupin.
- ¿Por qué te dijo Gachupin?
-Así nos dicen a los españoles, no te extrañe que cuando se dirijan a ti, te digan la hija del Gachupin, o la Gachupina, no nos dicen así con el afán de ofender simplemente es una expresión que usa la gente para dirigirse a nosotros.
Poco después volvió la señora con dos vestidos de muy baja calidad y unas sandalias, ellos les llamaban guaraches.
-A ver señorita, cual le gusta de los dos, si quiere se los puede probar allá adentrito, hay una puerta y es un cuarto, con confianza señorita, en estos momentos no hay gente.
-Mija, si te queda bien ya te lo dejas puesto y el otro que te lo envuelvan para llevar.
-Si padre, como usted ordene.
Me probé los vestidos, comprobé que la mujer tenía buen ojo, ya que me quedaron muy bien, me probé las sandalias, también me quedaron, no pude ver mi imagen ya que no había ningún espejo en el lugar, cuando volví a la tienda mi padre me dijo.
-Te vez muy bien, señora también vamos a querer un rebozo.
La señora desapareció de la tienda, regresando poco después con un rebozo negro con rayas de colores, yo hubiera preferido un mantón, peiné mi cabello en dos trenzas, cubrí mi cabeza con el rebozo, mi padre pagó los vestidos, la mujer envolvió mi ropa y mis botas en un periódico y me lo entregó, le dimos las gracias y salimos de la tienda, volvimos al mesón, mi padre me dijo.
-Guarda tus cosas en el baúl, porque nos tenemos que ir a la estación del tren, tenemos que irnos a México.
-Si padre.
Cuando terminé de guardar la ropa y mis botas, el hombre que cuidó el baúl lo cubrió con unos costales de ixtle, cuando terminó, con una facilidad asombrosa lo cargó hasta una carreta que esperaba afuera del mesón, cuando subimos, mi padre se despidió y salimos a la estación del tren.
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