Desde ese día, ya no disimulamos ante los demás, exhibíamos abiertamente el amor y la pasión que sentíamos el uno por el otro, solo había un inconveniente, el tiempo, el tiempo que no se detenía y el barco que seguía su curso.

Cuando el barco entro a territorio americano, los pasajeros comenzaron a llegar a su destino, en cada país que paraba, unos pasajeros bajaban y otros subían, fueron varios países por los que pasamos, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia, Costa Rica, Nicaragua, el Salvador, Guatemala y después mi destino México.

Diego iba a seguir su viaje hasta los Estados Unidos, poco antes de llegar a mi destino Diego habló conmigo.

-Leonor yo estoy perdidamente enamorado de ti, y creo que soy correspondido, pero te lo tengo que preguntar-. ¿Me quieres?

-Con toda mi alma.

Diego saco un anillo y mirándome fijamente a los ojos me preguntó.

- ¿Te casaría conmigo?

Yo me quedé muda, de mi boca no salía palabra alguna, por un momento pensé en contestar que ¡Sí, sí acepto! Pero en su lugar contesté.

- ¡No, no acepto!

Diego abrió sus lindos ojos color violeta desmesuradamente, y lleno de asombro me dijo.

- ¡Que dices, que no aceptas! Pero si me acabas de decir que me quieres con toda tu alma ¿A qué se debe tu negativa?

-Por qué te quiero, no me puedo casar contigo, tú le diste tu palabra de matrimonio a otra mujer, a la señorita Juliana Espinoza de los Monteros.

-Pero yo no la amo.

-Pero ella no lo sabe, tú tienes que cumplir con tu palabra de matrimonio, tu honor y el honor de tu familia esta en juego, sería una afrenta muy grande para la familia Espinoza de los Monteros, recuerda que en España es legal batirse en duelo, y no quiero ser la causante de que mueras atravesado por una bala, o te conviertas en asesino.

Gruesas lagrimas corrían por sus hermosas mejillas sonrosadas, yo también lloraba copiosamente, pero, aunque me dolía en el alma, no di mi brazo a torcer. Diego me hizo otra proposición.

-Perdóname por lo que te voy a pedir, pero no tengo alternativa, no me dejes, quédate conmigo te juro que, aunque contraiga matrimonio con Juliana, va ser por puro compromiso, tu eres la mujer de mi vida, eres mi todo, desde el primer día que te vi.

-Me estas proponiendo que seamos amantes.

-No, lo que te estoy proponiendo, no me dejes, quiero que vengas conmigo...

-Calla no sigas, aunque es una propuesta indecorosa, te perdono, pero no puedo, no te pido que olvides lo que pasó entre nosotros nunca lo vamos a olvidar, porque fue muy lindo, pero yo sabía muy bien en que me metía, cuando deje que lo que sentía por ti siguiera su curso.

-No, no me voy dar por vencido, lucharé por tu amor.

-No hay nada porque luchar, mi amor te pertenece a ti, a nadie más, pero lo nuestro no puede ser.

Afortunadamente logré que entrará en razón, él sabía muy bien que si no cumplía con la palabra dada a Juliana, las consecuencias iban a ser desastrosas, no solo para él, si no también para su familia, esa noche bajamos al salon de baile, ahí muy juntos bailamos nuestro último baile; cuando llegamos al Puerto de Veracruz nos despedimos con un abrazo y un largo beso, me hizo prometerle que le escribiría a un apartado postal, yo le dije que lo haría, pero nunca lo hice, en el muelle me esperaba mi padre, ya que Diego le había mandado un telegrama con anterioridad, a la dirección del familiar que los había acogido a su llegada de España.