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Parte/22 Pasion desbordada

En esos momentos no le encontré sentido a sus palabras, pero las comprendería muy pronto. Al siguiente día antes de partir a Venecia fuimos al banco a cambiar el efectivo por dinero en oro, ya que me dijo Diego que, en México, debido a la revolución el dinero se devaluaba constantemente, pero el oro era la única moneda que no se devaluaba. tomamos un pequeño barco que nos llevó a Venecia, paseamos por la ciudad, pronto se llegó la hora de abordar el gran buque, que nos llevaría a América. Cuando vi el gran barco en el embarcadero, me quedé sin habla, era muy grande, Diego al ver mi cara de asombró me dijo.

-Veo que te impactó ver el barco.

-Si es muy grande.

Yo todavía sentía miedo al igual que muchos de los pasajeros que íbamos a abordar el barco, ya que en ese día se cumplían dos años del hundimiento del barco más grande y lujoso del mundo, según se decía, "El Titánic".

-Según escuché a algunos pasajeros, hoy se cumplen dos años del hundimiento del Titánic.

-Si, pero no temas, los dueños de los barcos han extremado sus precauciones para que no vuelva a pasar una desgracia como la de hace dos años.

Cuando subimos al barco un marino nos condujo a nuestros camarotes, en el lobby había una lujosa escalera por la que subimos para ir a nuestras habitaciones, nuestros camarotes estaban uno al lado del otro, eran muy lujosos, me dije a mi misma, si este barco es lujoso, no puedo imaginarme los camarotes del Titanic, mi baúl descansaba en una esquina de la habitación.

El camarote contaba con cuarto de baño, con su toilette y tina con agua caliente, al igual que en la casa de Margot, había una doncella para ayudarme en lo que yo necesitara, parecía que solo había cambiado de residencia, solo que ésta era una mansión flotante.

A las nueve de la noche, nos reunimos en el lobby todos los pasajeros; el capitán nos dio la bienvenida, unos meseros repartieron copas de champan entre las personas, todos alzamos nuestras copas para brindar, en ese momento el barco emprendía su marcha al nuevo mundo. Yo como buena católica eleve una oración al cielo, para que no fuéramos a correr la misma suerte que los pasajeros del Titanic. Fue un viaje maravilloso y, como era de esperarse el amor surgió entre Diego y yo, todo empezó una noche de tormenta, el barco se movía peligrosamente, llena de miedo fui al camarote de Diego, me abracé a él diciéndole.

-Diego tengo mucho miedo, creo que el barco se va a hundir, vamos a correr la misma suerte que los pasajeros del Titanic, y si eso pasa quiero morir contigo.

-Calma chiquilla no pasa nada.

Pero yo no lograba calmarme, El me abrazo, yo me pegué a su cuerpo, de pronto sentí su erección, yo me asusté como la joven inocente que era, al mismo tiempo que sentí un sofocón que casi me desmayó. rápidamente me separé de él, le dije.

-Gracias creo que ya me siento mejor, voy a volver a mí camarote.

- ¿Segura?

-Sí, si claro, gracias.

-Te acompaño a tu camarote.

Me acompaño hasta la puerta, se cercioro de que me acostará, enseguida cerró la puerta y se fue. Todavía faltaban muchos días para llegar a nuestro destino, los cuales íbamos a estar solos en ese inmenso barco, sin que nadie frenara nuestros sentimientos.

Esa noche, quedo atrás la muchachita inocente, para dar paso a la mujer, los siguientes días fueron un tormento, yo trataba de actuar con naturalidad, como si nada hubiese pasado, pero un simple rose de nuestras rodillas, me hacía temblar, sentía un cosquilleo por todo el cuerpo e inmediatamente mi ropa íntima se humedecía. Poco a poco se fue formando otra tormenta, pero no una tormenta de lluvia, ni truenos ni centellas, si no una "TORMENTA DE PASIONES".

No pasaron muchos días sin que pasara lo inevitable, yo caminaba por el angosto pasillo hacía mi camarote, el venía del suyo, quedamos de frente, sin decir una sola palabra me abrazo sin prudencia alguna, beso mis labios frenéticamente, me condujo al camarote, ya ni recuerdo si fue el suyo o el mío, no se si fue lento o rápido, solo sé que una ráfaga de fuegos artificiales inundo mi cuerpo y, me entregué sin pudor alguno, coincidencia o no, ese día era mi cumpleaños número dieciocho.

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Tags: #amor