54. Familia.
Segunda parte del maratón, espero que les guste :D
Comíamos una enorme paella en casa del tío Satur, junto a su mujer, que se mostró un poco menos reacia a relacionarse con nosotros. Aunque no os hablaré mucho de ella, no me terminaba de caer bien del todo.
La tele estaba puesta con las noticias, pero ni siquiera le prestábamos atención, no cuando Charlie contaba anécdotas sobre la última vez que estuvimos allí.
- Claro... hacía un día tan espléndido después de dos días de viento – aseguró, hablando sobre el último día que estuvimos allí. Su forma de contarlo con desparpajo y bromas, nos tenía a todos enganchados – que tuvimos que quedarnos un rato. Bajamos a la playa. Miraba al mar, absorto en mis pensamientos cuando escuché a mi princesa gritando – miró hacia mí, sonreí hacia él, divertida – me asusté – puso cara de susto, haciéndonos reír a todos - ¿qué le había pasado a esta bella chica para que gritase de esa forma? – todos seguían su historia, sin perder detalle de sus palabras – levantó en alto los zapatos que había perdido la noche anterior – mamá se sorprendió – ahí es cuando llegué a la conclusión. Esta chica es como un talismán – explicaba a papá – "Tengo que tenerla cerca" me dije. "La suerte me sonreirá si me aferro a ella"
- Exagerado – me quejé – sólo tuve suerte.
- ¿Suerte? – se quejó él - ¿qué posibilidades había de encontrar los zapatos que habías perdido la noche anterior, Leonor?
- Muy pocas – contestó mamá por mí, mientras papá dejaba de prestarnos atención, agarrando el mando a distancia dándole volumen a la televisión.
"Hoy han detenido al secretario tesorero del banco de España en Madrid, una fuente anónima informaba a la policía de un entramado de la clase alta española, un caso de corrupción de las más altas escalas. Se está investigando, pero cada vez hay más gente involucrada. David de Silba no ha querido hacer declaraciones cuando le hemos preguntado esta mañana por la incursión de su familia en el entramado..."
- Ya ha comenzado – aseguraba papá, con una sonrisa maliciosa en el rostro, besando después a su mujer, mientras esta se quejaba.
- ¿Qué vas a hacer con la universidad? – preguntó mi tío Satur, haciendo que todos volviésemos a la realidad, mientras su mujer bajaba la tele, de nuevo.
- Eso lo tengo cubierto – añadió Charlie, le miré, sin comprender – Va a seguir estudiándola en Barcelona – aseguró – he visto que hay una muy buena universidad allí y ...
- Charlie... - me quejé.
- Ahora sólo debemos pensar en cómo pagarla - se tocó el labio, pensativo, mientras los demás mirábamos hacia él – voy a tener que matarme a trabajar para que mi chica pueda estudiar – añadió. Sonreí - ¿eres buena en los estudios? – quiso saber – porque podríamos pedir alguna beca y ...
- ¿No lo sabe? – preguntó mi padre. Él miró hacia mí, sin comprender, mientras mi familia sonreía, de forma divertida.
- No, no lo sabe – añadía mamá, mientras él comenzaba a preocuparse. Odiaba que se pusiesen así.
- Leonor es súper dotada – contestó mi tío, haciendo que él me mirase con incredulidad – tiene la habilidad de quedarse con las cosas tan sólo escuchándolas una vez.
- Puede memorizar las cosas viéndolos sólo una vez – añadía mamá.
- Se sabe los números de teléfono de memoria – insistía papá.
- Ahora entiendo muchas cosas – bromeó él, poniendo una de sus famosas caras, haciéndonos reír a todos – así que ... - comenzó, dejándose caer en la silla, observándome con cautela, mientras papá empezaba otro tema de conversación, dejándonos un poco de espacio – ese es tu gran secreto – sonreí, sin decir nada, con la mirada fija en sus labios, me moría por besarle – podrías llegar a ser alguien importante – se percató – podrías estudiar medicina, ciencias políticas, arquitecta, abogada o incluso ... presidenta del gobierno – insistió, sonreí – podrías casarte con un tipo importante, rico, millonario, inteligente y ...
- Pero yo no quiero hacer nada de eso – contesté – yo quiero ser normal. Fingir que estudio en la biblioteca, ir a clase y pasar las horas aburridas mientras hago garabatos, haciendo pensar a los demás que cojo apuntes, ser una chica responsable y obediente en casa, no interesarme por los chicos simples, ...
- Suena aburrido – declaró. Sonreí. Me levanté, dejando a mis padres atrás, y me marché al patio, observando lo hermoso que lo tenía mi tío con todas aquellas flores, Charlie me abrazó por detrás, con dificultad - ¿cómo una chica como tú ha terminado interesándose por un chico simple como yo?
- Tú no eres simple – contesté, dándome la vuelta, observando como él se echaba hacia atrás - Despertaste mi lado salvaje la primera vez que te vi, Charlie – Me miró, sin comprender – nunca antes me había interesado alguien de esa forma, tenía diecisiete años y ni siquiera me interesaba perder la virginidad – se sorprendió al escucharme hablar sobre ello – pero me temblaron las piernas en cuanto te vi.
- Me gusta eso, haber sido el primero hombre en el que pensaste de esa manera. Seguro que... tuviste sueños húmedos conmigo ehh, traviesilla – sonreí. ¿Cómo podía estar bromeando en un momento cómo aquel?
- Volví a sentir lo mismo aquella vez en la sala West, ese calor, ese ...
- ... deseo – terminó por mí.
- No eres simple – contesté – eres la chispa que necesito para no sentirme perdida – sonrió – me encanta esto entre tú y yo – alargué la mano, entrelazándola con la suya. Miró hacia ese punto – me ayudaste a encontrarme a mí misma, a recuperar a mis padres y a encontrar mi camino.
- Yo no he hecho nada – se quejó. Sonreí.
- Me gusta que seamos diferentes al resto – se fijó en mis labios, de nuevo – ya no quiero fingir que soy una chica normal nunca más, porque no lo soy, Charlie – me besó entonces, apasionadamente.
- Nena – me llamó, acariciando mis labios con su pulgar, mientras hablaba – escucharte hablar de cómo me deseabas a los 17 me ha puesto cachondo – me eché a reír, no pude evitarlo, él siempre tenía el poder de hacerme feliz. Me empujó contra la pared, detrás de la puerta del patio, aferrándose a mis labios, con desesperación, apretándome contra él - ¿cómo de malo sería si nos escapásemos ahora?
Le agarré de la mano, volviendo a entrar en la casa, mientras los demás nos observaban, sin comprender.
- Nos vamos ya – aseguró él.
- ¿No os tomáis el postre? – se quejó mi tío.
- Tenemos prisa – me disculpé, mientras él cogía nuestras cosas, cogiendo de mi mano, sin dejarme decir nada más. Caminamos por la calle entre risas, besos desesperados, y bromas, sin detenernos hasta llegar hasta el coche.
- Conduce rápido – me pidió, entrando en él – no puedo esperar para estar dentro de ti – sonreí. Me encantaba cuando se ponía tan intenso.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro