32. Tú y yo.
Discúlpenme, prometo traerles hoy dos capítulos seguidos, para compensar que ayer no subí nada :S
EStuve escribiendo ainsss me encantó el final de "El Balneario" Si aún no leyeron la sinopsis y personajes pasense a votar, les aseguro que no se van a arrepentir :) <3
Y sin más dilación el capítulo primero de hoy.
Llevaba un vestido en tono salmón, los tacones, y un maquillaje sencillo. Me hacía algo en el pelo, cuando él salió de la ducha, y caminó hacia mí, divertido.
- Estás muy guapo – me atreví a decirle, sonrió, mientras se colocaba la chaqueta por encima de la camisa blanca, y terminaba de anudarse la corbata. Se hizo el interesante y ni siquiera me miró.
Terminé de arreglar mi cabello y entonces me sorprendió por detrás, tiró de mi mano, echándome hacia atrás, sujetándome de la cintura para que no me despeñase.
- Quizás deberíamos quedarnos en la habitación – sugirió, con voz seductora, dejando caer todo mi peso sobre su brazo – quiero que te desnudes y me hagas uno de esos bailes – rompí a reír, no pude evitarlo.
- Quizás luego – contesté – ahora quiero ir a esa discoteca, y presumir del tipo que tengo al lado – sus carcajadas inundaron la habitación.
- Te aseguro, Leo. Que, si se nos quedan mirando, no es precisamente por mí – insistió – este vestido que llevas... sólo me entran ganas de quitártelo y ver qué tienes debajo – volví a reír.
- Ya sabes lo que hay debajo de mi vestido – me quejé – Lo has visto unas cuantas de veces.
- Quiero verlo otra vez – aseguró, dejándome caer sobre el sofá, metiendo las manos debajo de mi vestido, agarrando mi trasero, aferrándose a mis bragas. Le agarré de la corbata, atrayéndome hasta mí, besándole apasionadamente.
- Charlie – le llamé, justo cuando me quitaba las bragas, abriéndome las piernas para meter su cabeza en ellas. Me mordí el labio, divertida, observando cómo me miraba en busca de instrucciones.
- Vamos a jugar esta noche – me dijo, al darse cuenta de que no sabía qué decir. Tiró de mi mano, ayudando a levantarme – nada de bragas –sonreí, mordiéndome en labio, con malicia – y quiero que me provoques, durante toda la noche – rompí a reír – quiero que me hagas desear cada parte de ti.
- Tú tienes que hacer lo mismo – pedí. Sonrió, deseoso de empezar aquel juego – quítate los calzoncillos – levantó una ceja, en tono seductor – y la corbata – comenzó a desanudarse la corbata, se abrió el cinturón, sin dejar de mirarme, bajó sus pantalones, y me dejó ver sus bóxer negros – bóxer fuera – sonrió, con malicia. Se quitó los pantalones, dejándolos sobre la cama, y luego bajó sus calzoncillos, se me hizo la boca agua con sólo verlo, él sólo mordió sus labios, colocándose después los pantalones y el cinturón.
- ¿Algo más, princesa? – preguntó – Espero que no lleves sujetador.
- No llevo – declaré – con este vestido es imposible, se me vería por detrás y ...
- El primero en ceder pierde – declaró. Sonreí, mordiéndome el labio, mientras él me ponía una de esas miradas seductoras.
- ¿Cuál será el premio para el vencedor? – entre abrió la boca, con deseo.
- Me encanta que seas tan traviesa como yo – admitió, sin soltar prenda – Te dejaré elegir el premio que quieras, princesa. Siempre que ganes – rompí a reír - ¿vamos?
Me encantaba que fuese tan sexy, tan seductor, tan ... Me encantaba la sensación que creaba dentro de mí, el deseo, las ganas de que me tomase, incluso mucho más. Ni siquiera quería pensar en eso, porque no quería pensar en Rita, o en las otras mujeres que habría, o en lo que aquello era.
La discoteca era mejor de lo que esperaba, junto al mar, y tenía tres plantas, en cada una ponían una música distinta. En la de abajo ponían música tecno, y ahí fue dónde nos quedamos, porque él odiaba el reguetón tanto como yo, y el rap no era nuestro estilo, en lo absoluto.
Me pedí una copa, mientras él se quedaba en la puerta, saludando a un tipo alto, esbelto y con músculos, parecían conocerse bien.
El vestido que llevaba pronto despertó el interés de varios chicos, que por supuesto se acercaron a intentar algo. Yo sólo sonreí, aquella situación me hacía gracia.
Me pedí una copa, me la bebí de una vez, y luego me marché a la pista, mientras un par de babosos me seguían.
- Hola – dijo un chico detrás de mí. Me giré, era guapo, y parecía ser de la isla, estaba buenísimo, tengo que admitir – soy Jimmy.
- Yo soy Leo – admití, más alto de lo normal, pues con la música era imposible. Me moví al ritmo de aquel tecno tan marcado.
- ¿Leo? ¿Ese no es nombre de chico? – preguntó, haciéndose el graciosillo. Odiaba esas comparaciones sobre mi nombre.
- Princesa – dijo una voz a mis espaldas, mientras me acariciaba el brazo con las yemas de los dedos, me quedé muy quieta, mientras el resto de la gente bailaba – no es esto lo que tenía en mente cuando dije que quería que me provocarás – añadió. Me di la vuelta, para observarle, justo cuando él me agarraba de la mano, entrelazando nuestros dedos, mientras levantaba la otra, sujetando mi barbilla – no te conviene provocarme de esta forma.
- Pensé que eras esto lo que querías – insistí. Acarició mi nariz con la suya, y abrió la boca, con la respiración acelerada - ¿no querías...?
- Soy como un animal cuando me enfado – declaró. Levanté la mano libre, apoyándola en su barba, acariciándola, despacio – no te conviene ponerme celoso.
- Si quieres que sea sólo tuya... - nos daba igual la gente de nuestro alrededor, en aquel momento no importaba nada más - ... tendrás que darme lo mismo
- Sólo tú y yo – se percató.
- Sí – admití. Bajó sus manos, aferrándose a su trasero, apretándome contra él.
- Sólo pensar que estás sin bragas... - comenzó, cambiando de tema.
- Volvamos al hotel – sugerí, me miró sin comprender – acabo de darme cuenta de que en este viaje sólo quiero que estemos tú y yo – insistí – toda esta gente... sobra.
- Ni siquiera me importa toda esta gente – aseguró, guiándome, al ritmo de la canción
Nos besábamos apasionadamente, en el baño de hombres, él con su camisa abierta, y mis manos aferrándose a su pecho. Me agarró de la nuca, apretándome contra él un poco más, mientras mis manos bajaban a su cinturón, desabrochándolo, quitándole tres botones del pantalón.
Me cogió en brazos, apretándome contra la pared, subiéndome el vestido hasta la cintura. Recorrí su escultural cuerpo con mis manos, sabiendo que todo aquello era mío.
Me lo hacía despacio, sus embestidas, sin dejar de mirarme, acariciando mi rostro, atrayéndolo luego hasta él, besándome apasionadamente.
Me dejó en el suelo después de eso, atrayéndome a su boca, besándome apasionadamente después, mientras su semen caía a mis piernas, manchándolas.
- Con Rita... - comencé, justo cuando se colocaba bien los pantalones, abotonándoselos - ... ¿usabas condón?
- Sí – contestó, abrochándose el cinturón, levantando la vista para observarme – con todas, uso condón.
- ¿Por qué conmigo no? – insistí, se encogió de hombros.
- Contigo quiero sentirlo todo – contestó, abotonándose la camisa - ¿quieres que usemos...?
- No – le corté.
Cuando salimos a la pista, el estilo de música había rotado. En aquella ocasión sonaba una canción comercial, pop sensual.
Bailamos aquella canción, con las frentes pegadas, las respiraciones agitadas, volviendo a desearnos.
- Charlie – pronuncié, abrí la boca para respirar, se me hacía la boca agua con tan sólo mirarle. Estaba loca por él.
- Te quiero en mi cama – susurró – quiero ese baile privado. Pero esta vez... puedo ver, tocar y ... - sonreí, divertida. Me mordí el labio, con ganas de eso.
- Aceptaré con una condición – le dije, rompió a reír, acercando luego sus labios a mi oído.
- Me encantas – besó mi mejilla, agarrando entonces mi mano, tirando de mí hacia el exterior. Nos montamos en el coche, nos miramos y rompimos a reír, como dos idiotas
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