15. Sin explicación. NUEVO
Buenas tardes, disculpen las molestias, pero he Editado toda la historia, a lo largo de los próximos días, iré Editando todos y cada uno de los capítulos. No me maten. Pero era más que necesario para lo que se avecina.
Cuando me tumbé en la cama aquella noche sabía bien cuáles serían las consecuencias de mis actos, de todos ellos, pero ni siquiera me tembló el pulso. No podía, no cuando tenía tantas cosas que perder, tantas personas a las que herir, tantas cosas que quería hacer.
Lucas apagó la luz, y me abrazó por detrás, intentando hacerme sentir mejor, pero nada podría volver a hacerlo nunca, no si no podía volver a escuchar esa risa que me hacía soñar en un mundo donde todo era posible.
Estaba claro que uno no puede elegir con quién estar, no cuando se es rico y tiene dinero, no cuando hay tantas cosas que están en juego. ¿Por qué intenté tapar el sol con un dedo, obviando todas las cosas que me separaban de él? ¿Por qué me aferré a lo que sentía y me olvidé de la razón?
Siempre me caractericé por ser una persona inteligente, demasiado inteligente, pero en aquel momento tan sólo quería darlo todo por correr a sus brazos. Olvidarme de la venganza, de mi hermano y sus chantajes, de las advertencias y ruegos de mi padre, de su propio hermano y nuestro trato. Todo. Absolutamente todo me obligaba a hacer lo único que me desgarraba por dentro.
- ¿Qué es lo que vas a hacer? – preguntó Lucas, peinando mi cabello, mientras yo derramaba lágrimas silenciosas en la almohada.
- Lo que todos quieren – contesté, con un hilo de voz.
- ¿Y por qué no dejas de hacer lo que todos quieren, y haces lo que quieres tú? – insistió.
- Porque no puedo – contesté – hay cosas que tengo que hacer antes de hacer lo que quiero – añadí.
- ¿Qué cosas? – quiso saber. Era más que obvio que nunca se lo diría, cargar a alguien más con mis propios problemas de mierda, es algo que nunca dejé que sucediese.
- Tengo sueño.
- ¿y lo que quieres es estar con Samuel, o con su hermano? – no contesté, sólo fingí estar dormida.
Samuel:
Ella estuvo distante durante toda la mañana, ni siquiera me miraba, y tenía la cara hasta el suelo. ¿Qué es lo que había sucedido para hacerla cambiar de la noche a la mañana? Quizás... su hermano la había obligado a ...
Apreté los puños, molesto, a la hora del almuerzo. Atravesé el césped, dejando mi ensalada de pasta a medio comer, y llegué hasta ella, que acababa de salir al jardín.
- Hablemos – rogué, ella negó con la cabeza, y yo la agarré del brazo, impidiéndole que pudiese dar un paso más – estábamos bien y de repente... te alejas sin ninguna explicación, Leo.
- Samuel, por favor – pidió. Sonaba tan cansada, tan destrozada, que aquello sólo me hizo más daño – no puedo hablar ahora...
- ¿Qué ha pasado? – quise saber, ella negó con la cabeza, horrorizada – él ... ¿te ha ...?
- Necesito tiempo – dijo, levantando la vista, observándome a los ojos – tengo cosas que hacer antes de que tú y yo volvamos a ser amigos.
- ¿Qué cosas? – insistí. Ella negó con la cabeza, volviendo a bajarla, sin saber qué decir. Me estaba matando verla de esa forma – habla conmigo, Leo. Te ayudaré – prometí.
- No – me detuvo, mirándome de nuevo – lo intenté una vez, y por mi culpa... - bajó la vista, de nuevo - ... acabaste en el hospital.
- Ese cabrón... ¿se ha atrevido a hacerte algo? ¿es eso? – negó con la cabeza, mientras yo apoyaba la mía, haciendo que dejase de hacerlo – Leo...
- Necesito que nos tomemos un tiempo – insistió, negué con la cabeza, incapaz de aceptar aquello – Samuel, yo ... - la agarré de la mano, sin previo aviso, y tiré de ella hacia los baños, junto a la sala de profesores – necesito hacer esto por mi cuenta – se quejó – agarré su barbilla, levantando su rostro poco a poco, hasta que conseguí lo que me proponía, que ella me mirase.
- Pensé que estabas confiando en mí – comencé – me estabas contando todo de ti, incluso las cosas más oscuras. Apoyarse en el otro, esa es la clave de una ... - ella se apartó entonces, dándome la espalda – Leo...
- Voy a volver al plan original – contestó – encontrar algo para hundir a mi hermano – insistió.
- Lo haremos juntos, como me pediste – le dije, ella se volteó para mirarme, negando con la cabeza.
- Ya encontré a alguien que me ayude con eso – contestó. La observé, sorprendido – mientras que consigo todo esto, tú y yo... lo pausaremos todo – negué, aterrado, agarrándola del brazo, atrayéndola hasta mí – Es lo mejor, Samuel.
- ¿Lo mejor para quién? – encaré - ¿eh? – se atrevió a mirarme a la cara - ¿para ti? – sus lágrimas cayeron, y yo pude darme cuenta de cuan estaba sufriendo ella con todo aquello. Pero, aun así, no podía parar, no cuando estaba tan enfadado – mi hermano tenía razón, sólo eres una puta egoísta, sólo piensas en ti, y te da igual...
- Sí – me detuvo – ahora mismo tengo que pensar en mí – insistió, derramando algunas lágrimas más – porque no quiero tener que ceder a los putos chantajes de mi hermano, no quiero tener que volver a chupar su asquerosa polla, joder – me detuve entonces, incapaz de reaccionar. Justo como había pensado ese tipo volvía a joderla.
- Perdóname – pedí, apretando los puños, molesto. Ella bajó la cabeza, aterrorizada, negando con la cabeza – te daré tiempo – declaré – para que puedas solucionar todas tus mierdas, y luego... volveremos a estar juntos – ella se sorprendió, sin poder decir nada – te estaré esperando, Leo.
Agarré su rostro entonces, sin necesidad de decir nada más, y acerqué mis labios a los suyos, besándola después.
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