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Capítulo 9

Estoy sentada en el centro de la cama con una camiseta de manga de Alex mientras hago una investigación en internet. Pero la investigación no dura mucho. No hay mucha información de su vida privada. Cuando Alex sale del baño, dejo lo que estoy haciendo. Es la primera vez que lo veo así. Me había acostumbrado tanto a verlo con barba de todos los largos posibles, que verlo así, es algo extraño. Se ha afeitado completamente, de esta forma luce un poco más joven.

-¿Algún problema? -me pregunta mientras se pasa la mano por el mentón sentándose a mi lado.

Me acerco a él y deslizo mis manos por su rostro recién afeitado. Se siente suave.

-Esto se siente muy bien. -acerco mi mejilla a su rostro.

Cierro los ojos mientras froto mi mejilla contra su cara. Acerco mi nariz y aspiro. Esto es algo nuevo. Tiene un delicioso olor mentolado.

-Hueles muy bien. -susurro contra su rostro mientras mi mente se inunda con su olor y absorbe esta nueva sensación contra mi piel.

-Es la loción de afeitar.

-No. Es algo más. -vuelvo a aspirar.

El olor mentolado se a mezclado con el suyo propio creando un delicioso e intoxicante aroma que está alterando mis sentidos.

-¿Por qué te has afeitado? -le pregunto separándome y sentándome nuevamente frente a él.

-Quiero causar una buena impresión mañana. -hace una pausa e inclina un poco la cabeza hacia un costado. -No como cuando nos conocimos.

Le sonrío ante el recuerdo de ese instante en que nos conocimos y su apariencia. Tiene razón. No era su mejor aspecto.

-En mi defensa, debo decir que de haber sabido como lucías en verdad, no te hubiese comparado con un vagabundo.

-Lo recordaré la próxima vez que una hermosa mujer se mude a vivir conmigo.

-Oye. -lo empujo por el hombro mientras ambos reímos a carcajadas.

Pero el me empuja de regreso haciendo que caiga acostada en la cama y el sobre mí. Pero entonces frunce el ceño mientras se incorpora un poco y me mira fijamente.

-¿Por qué traes esa ropa? -me miro la camiseta gris que he cogido del armario.

-Me gustan tus camisetas. ¿Hay algún problema en que las use?

-No ninguno, pero sería un desperdicio con toda la ropa que hay en las gavetas.

-¿Qué ropa?

-¿Acaso no abriste las gavetas?

-No, no lo hice. ¿Qué hay ahí? Sabes, mejor no me lo digas, no quiero saberlo.

-Pues te lo diré de todas formas. Hay conjuntos de lencería para dormir y diferentes modelos de ropa interior sexy, atrevida y de encaje. -me dice en tono seductor.

Me imaginaba que eso era lo que debía haber en las gavetas que no quise curiosear.

-Debemos hablar de eso también. ¿Por qué has comprado todo eso?

-Es para ti.

-¿Para mí? Te recuerdo que tengo ropa.

-Pero no tienes aquí en mi apartamento. Así cuando vengas podrás quedarte sin tener que traer ropa.

-Sabes que no voy a venir todas las noches, ¿cierto?

-Lo sé, es lo que acordamos. Aunque me gustaría tenerte aquí conmigo 24/7. -me dice tirando de mi para sentarme sobre sus piernas.

Me le quedo mirado fijamente. Y mi mirada se pierde en sus ojos azules durante lo que parece una eternidad. Tengo tantas preguntas que hacerle, que no sé por dónde comenzar.

-¿Responderás todas mis preguntas?

-Sí. Lo intentaré. -me dice solemnemente mientras frota las manos en mi espalda sin a apartar su mirada de mí.

-¿Estuviste casado? -de todas las preguntas no entiendo porque esta es la primera que ha salido de mis labios.

Alex me mira arqueando una ceja.

-¿Te molesta que haya estado casado?

-En lo absoluto. Es que Laura lo mencionó.

-Me case unos días antes del accidente y la relación no acabó en muy buenos términos.

-¿Por qué?

-Después del accidente, nuestra relación comenzó a ir cada día peor. Yo siempre estaba de mal humor, y ella siempre me acompañaba a las sesiones de fisioterapia. Pero cuando decidí dejar de ir, peleamos fuertemente. Después de eso, casi ni la veía. Yo me pasaba el día sentado en la silla de ruedas y cuando ella llegaba de su trabajo yo estaba dormido. O simplemente la ignoraba. Pensaba que, si no peleábamos, las cosas cambiarían.

-Pero no fue así.

-No. No lo fue. Estuvimos conviviendo de esta forma casi por 3 años. Yo me concentraba en la cocina y ella en su carrera de modelaje. Y así éramos felices. O eso creía. -hace una pausa mientras deja de mover las manos por mi espalda. -Al no hacer ejercicios, mi cuerpo fue volviéndose sedentario y comencé a ganar peso. Lo único que me interesaba era cocinar, era lo único que me hacía feliz en ese entonces. Así que no me molestaba en lo absoluto mi ganancia de peso.

-¿Qué fue lo que cambió? -Alex me sonríe levemente.

-Todo cambió en la gala de beneficencia donde te conocí Lia.

Ya el me había contado parte de esta historia. Pero no me gusta recordar mucho esa noche. Esa noche también cambió mi vida. Y esa parte de mi vida, aún no se la he contado.

-¿Me cuentas que sucedió esa noche? No recuerdo mucho. -el separa su rostro del mío.

-¿Por qué no recuerdas mucho de esa noche? -inquiere con curiosidad.

Y ahora se gira el interrogatorio hacia mí.

-Porque estaba medio achispada.

-Ah. Eso explicaría lo sucedido esa noche. - ¿lo sucedido esa noche? ¿Acaso sucedió más de lo que él me contó? -Bueno, fue una noche como todas las noches de gala, aburrida...

Flashback

1 año atrás, Gala de beneficencia O'Connor.

Alex

-¿Podías haberte puesto algo diferente al menos? -ya Laura está molestando, como siempre. -¿Dónde está tu esposa esta noche? -inquiere sarcásticamente.

-En un desfile de modas.

-¿Y porque no estás allí apoyándola?

-Porque estoy apoyando a mamá aquí.

Veo a mi madre acercarse y se me queda mirando fijamente.

-¡Viniste! -me dice con una sonrisa en su rostro arrugado por el paso del tiempo.

-Prometí que lo haría. -le contesto mientras miro de reojo a Laura que me pone los ojos en blanco. -A pesar de que están criticando la ropa que llevo puesta.

-Luces muy bien. -me dice mientras me da un beso en la cara.

-Gracias.

Al menos mi madre aprecia el esfuerzo que hice para vestirme. O, mejor dicho, para encontrar alguna ropa que me entrara. Tuve que hacer unas compras de ultima hora para poder venir con algo que no fuera una sudadera.

-¿Fran no vino? -me pregunta de repente.

-Era su gran noche en el desfile.

-¿No deberías estar con ella en su gran noche?

-Sé cuan importante es esta noche para ti. -le contesto tomando sus manos y besándolas. -Además que ya he escuchado eso de su gran noche cientos de veces.

-Hijo, no deberías descuidar tu matrimonio de esa forma.

-La compensaré por la noche. -le respondo con una sonrisa.

Ya he escuchado este discurso cientos de veces. Y siempre le respondo lo mismo a mi madre para no preocuparla. Pero la realidad es muy diferente. Fran y yo desde el accidente nos hemos ido distanciando poco a poco. Cada día que pasa me doy cuenta de que ya solo somos una sombra de lo que éramos como pareja cuando yo competía. Cuando era famoso. Cuando no estaba condenado a esta silla de ruedas. Se que nuestro matrimonio terminó hace mucho tiempo, y que solo queda que uno de los dos de el paso necesario y termine con esta falsa que ha durado más de lo que debería. Pero ninguno de los dos lo hace.

-¿Y tú nueva asistente Laura? ¿No la habías invitado? -le pregunta mi madre.

-Lo hice, pero al parecer la chica se ha perdido.

-Esperemos que esta te duré más de dos semanas. -le digo sarcásticamente pues sé que las asistentes duran poco bajo su mandato.

-Tengo un buen presentimiento con esta chica. -me responde muy sonriente.

-Muy bien, iré por algo de beber.

Dejo a mi madre y a Laura dándole la bienvenida a los invitados y me dirijo hacia la barra. Necesito algo fuerte para pasar la noche. No me gustan mucho estas galas, pero es mejor que un desfile de modas.

Paso gran parte de la noche, mientras llegan los invitados, junto a la barra, a pesar de que hay camareros repartiendo bebidas por todas partes. Desde aquí tengo una buena vista de todos. Veo a lo lejos a mi madre recibiendo invitados, Laura ha desaparecido, imagino que en busca de su asistente. Imagino que debe de estar abochornando a la pobre por llegar tarde, o por venir con el atuendo incorrecto, o por algo. Mi hermana tiene un arte que solo ella conoce para hacer sentir incómoda a las personas.

Me dirijo hacia mi mesa cuando va a comenzar la ceremonia y me acomodo junto a mi madre que toma una de mis manos entre las suyas.

-No sabes cuánto significa para mí que estés aquí.

-Sí, lo sé. -le digo con una leve sonrisa.

Todos los años mi madre hace una gala para recaudar fondos para alguna organización benéfica. Este año en particular, la ha hecho para recaudar fondos para una organización que se encarga de niños que han sido abandonados por sus padres, maltratados o que sencillamente sus padres no tenían los recursos para hacerse cargo de ellos y era acogidos por el sistema. Yo fui uno de esos niños. Y tuve la suerte de haber sido adoptado por una mujer cariñosa, amable y bondadosa que me ha brindado todo lo que un niño pudo haber necesitado para crecer bien.

-A pasado mucho tiempo desde que hice una gala benéfica para esta organización. -dice mi madre trayéndome de regreso al presente.

-¿Diez años?

-¿Aún recuerdas esa gala?

-Nunca la voy a olvidar, créeme. -le contesto mientras reímos.

Mi madre decidió hacer una subasta de bailes y me puso a mi en la lista. Todas sus amigas querían bailar con el sexy y atractivo hijo de Amelie. Recuerdo que recaudó mucho ese año. No creo que actualmente alguna de sus amigas me mire. Apenas y me reconozco en el espejo cuando me veo.

Mi madre abandona la mesa para dar el discurso que siempre da en estas galas. Sonrío y dejo de pensar en el pasado. Le doy un sorbo a mi trago y busco a Laura entre la multitud de personas que comienza a sentarse en su sitio. Encuentro a mi hermana a lo lejos y comienza a acercarse a la mesa con una sexy mujer a su lado. Lo primero en que me fijo es en los tacones negros que resaltan sobre el suelo marmolado. Deslizo mi vista por sus piernas bien formadas hasta llegar a medio muslo donde comienza su vestido, o termina.

Es azul, ajustado a su cintura y cayendo sobre sus piernas elegantemente. Sus hombros están al descubierto mostrando una piel delicada. El escote del vestido se une a las mangas en una perfecta línea recta y oculta debajo sus pechos. No puedo evitar mirarlos, están a la altura de mis ojos. No son tan grandes como los de Fran, que de echo son de silicona. Estos lucen perfectos en ese cuerpo de pocas, pero perfectas curvas.

Cuando Laura llega a la mesa mi madre reclama su presencia y esta se disculpa con la mujer y sale hacia donde está mi madre. ¿Será esta su asistente? No luce nada mal. Pero de seguro es igual a las otras asistentes de mi hermana. Las he conocido a todas. Sin sentido del humor, incultas y con un pésimo sentido de la moda. Debo decir que a ninguna le he causado una buena impresión.

Pero esta mujer que mira nerviosamente en todas direcciones excepto hacia donde yo estoy, es diferente. Veo que se siente fuera de lugar, como si no perteneciera a este mundo.

-¿Quieres algo de beber? -le pregunto iniciando una conversación.

-No, no bebo. -esa es su única respuesta y me la da sin siquiera mirar en mi dirección.

Pero si acaba de llegar. Todo el mundo bebe en las fiestas. Y creo que le vendría bien pues luce nerviosa.

-¿Eres la asistente de Laura? -le pregunto tratando de que ella mire en mi dirección.

-Sí. -pero es la única reacción que consigo.

-Si bebes algo calmara tus nervios.

Solo entonces gira su rostro hacia mi. Desliza su mirada por mi cuerpo y me mira frunciendo el ceño. Sí. Se exactamente lo que le acaba de suceder. Mi voz no coincide con mi apariencia. Eso suele suceder, mucho más frecuente de lo que se imaginan.

En ese instante pasa un camarero con una bandeja de copas de champagne. Le hago una seña y cojo dos copas. Le tiendo una a ella.

-Ten, te ayudará.

Ella se queda mirando ambas copas en mis manos. Da un paso en mi dirección y me quita una de las copas que se bebe de un tirón. La miro impresionado.

-No deberías bebértelas así de golpe, te podrías emborrachar.

Pero ella ignora mi advertencia. Pone la copa vacía en la mesa y me quita la otra de la otra mano y se la bebe igual de rápido que la anterior. Esta mujer tiene un problema. O lo va a tener dentro de unos minutos. Se sienta a la mesa a dos puestos de mí. Las luces bajan y comienza la gala con el discurso de mi madre. En algún momento Laura se sienta al lado de la misteriosa mujer de la cual desconozco el nombre. Pero que me atrae irresistiblemente. Hacía mucho tiempo que no me sucedía esto. La miro en la oscuridad, sabiendo que ella no puede ver mi mirada fija sobre ella, que mira hacia el escenario.

Cuando vuelven a subir las luces y comienzan a servir la cena ella coge otra copa de uno de los camareros. ¿Cuántas se habrá tomado ya? No creo que eso sea muy saludable que digamos. Creo que, si Laura no la corre por llegar tarde, o el vestido, de seguro lo hace por montar algún numerito en la gala de mi madre. Y sé que lo hará si sigue por este camino bebiendo el champagne de la forma que lo bebe. De un golpe.

La gala va transcurriendo. La mujer desconocida se ha vuelto desinhibida. Ríe de algún chiste que han contado pero que no he prestado atención por estar mirándola a ella. Debo dejar de mirarla, esto no es bueno para mí. Me disculpo y abandono la mesa rumbo al jardín trasero, necesito algo de paz.

Hoy no es mi noche, no hay mucha paz que digamos en el jardín trasero. Está menos iluminado que el resto de la casa. Pero hay risas y carcajadas mientras algunas personas hacen cola para entrar al baño y otras simplemente pasean por allí, o se escabullen en algún lugar oscuro para meterse mano. Miro mi reloj, casi es medianoche. Queda poco de esta tortura. Me froto las piernas levemente entumecidas de tantas horas sentado sin moverlas. Cierro los ojos ante el leve dolor en mi pierna derecha. Entonces alguien tropieza con mi sillón en medio de la oscuridad y cae de bruces al suelo.

-¿Te encuentras bien? -le pregunto ofreciéndole mi mano mientras me inclino hacia adelante.

Y me llevo una sorpresa. Es ella.

-¡Idiota! ¡Mira por dónde vas! -me grita mientras se pone de pie sin mi ayuda.

-¿Idiota? Yo no soy quien se ha tropezado conmigo.

-No deberías estar sentado aquí en medio de la oscuridad.

-Y tú no deberías haber bebido tanto. ¿Cuántas copas te has tomado?

-¿Quién te crees que eres? ¿Mi madre?

-No. Te puedo garantizar que no lo soy.

-Porque no mueves tu trasero y te sientas en otra parte.

-Pues porque mi trasero está pegado a esta silla y adonde va ella voy yo.

-Pues deberías salir de la oscuridad e ir hacia la luz donde todos te puedan ver.

-Eso pensaba hacer cuando te has tropezado conmigo.

-Pero si has sido tu quien ha chocado conmigo. -me dice tambaleándose levemente.

-¿De veras? Veo que has perdido la percepción del equilibrio. Creo que lo mejor sería que te vayas a casa.

-No debería haber venido. Esto fue una mala idea.

-Nadie te echará de menos entonces si te vas.

Eso no es del todo cierto. Yo la echaría de menos. Ella ha hecho que la noche se me pase mucho más rápido. Se marcha hablando sola mientras yo me quedo mirando como desaparece de mi vista. Creo que va a seguir mi consejo.

-Alex, aquí estás, te he estado buscando. ¿Has visto a mi asistente?

-¿Tu asistente? -inquiero con curiosidad. -¿Como se supone que sepa quien es si no me la presentaste?

-No te hagas el tonto, que te he estado observando toda la noche y he visto como la devorabas con la mirada.

Y yo que pensaba que todos me ignoraban.

-Que la haya estado observando no quiere decir que sepa quién es.

-Su nombre es Lia. Y ahora dime si la has visto.

-Se acaba de marchar por allí, creo que no se sentía muy bien y se iba a su casa.

-Necesito hablar con ella. -me dice mientras se marcha dejándome nuevamente solo con mis pensamientos.

Lia.

Un nombre hermoso, para una mujer hermosa.

Fin del flashback

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Espero les guste este capítulo. ¿Que les pareció la historia de como se conocieron?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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