Capitulo 4
Espero les guste la historia y me dejen sus votos y comentarios en los capítulos, pues me gusta interactuar con mis lectores. Espero disfruten este capítulo.
Alguien me acaricia el rostro dulcemente. Sonrío mientras abro los ojos lentamente y me pierdo en su mirada.
—La cena está lista. —me dice mientras me tiende una mano para ayudarme a levantarme.
Estoy literalmente sin energías. Este último asalto ha sido extremadamente extenuante. Definitivamente había demostrado lo salvaje y posesivo que podía llegar a ser. Hasta el momento solo había visto unos atisbos de esa ferocidad en nuestros encuentros anteriores. Me siento en la cama con su ayuda. Mi cuerpo duele en algunas partes, pero no me quejo. No lo hice mientras me arrancaba literalmente la ropa que llevaba puesta y mucho menos mientras sus manos fuertes apretaban mi cuerpo contra el suyo y lo poseía de la única forma en que no había sido tomado nunca. A lo bestia. Rudo, salvaje y violento.
Debo admitir que Alex a cambiado mi visión del sexo en muchos sentidos. Desde las formas en que una puede excitarse, los juguetes y más recientemente su posesión sobre mí. Había cumplido totalmente mis expectativas de como sería el sexo de esa forma con él. No creo que desee el sexo lento y sensual alguna vez.
Mientras camino de su mano hacia la cocina siento que me duele todo, principalmente los muslos, donde se aferró fuertemente. Pero no pienso decírselo. En estos momentos estoy adolorida, pero feliz como no lo he estado nunca.
Más tarde esa noche, estamos acostados en su cama, acurrucados desnudos, yo sobre su pecho mientras el acaricia mi espalda desnuda.
—¿Qué te sucedió en la ceja? —le pregunto mientras deslizo el dedo por su ceja partida.
—Una pelea en un bar hace una semana.
—¿Qué hacías en un bar peleándote?
—No fue así. Estaba caminando, pensando y entre a por un trago y de repente me vi en medio de una pelea.
—Te hace lucir como un chico malo.
—Seguro que atraeré ahora a muchas mujeres. —lo golpeo en el pecho mientras el se echa a reír.
Estoy exhausta. Hoy ha sido un día extremadamente agotador. Me recuesto sobre su pecho cálido mientras escucho el latir calmado de su corazón. Y poco a poco siento como mis ojos comienzan a perder la batalla contra el sueño.
—Alex. —lo llamo con voz somnolienta.
—Humm. —murmura contra mi pelo.
—¿Cuándo despierte en la mañana estarás a mi lado? —le pregunto con voz pastosa mientras me acomodo aún más contra su cuerpo cálido y duro.
Siento como se acelera su corazón debajo de mi mano. Pero no obtengo una respuesta a mi pregunta. O al menos no escucho la respuesta pues me quedo rendida instantáneamente.
Despierto a la mañana siguiente sintiendo frío a mi lado. Me aferro a la almohada y huele deliciosamente a él. Pero no sé si durmió conmigo anoche. Estoy en su cama, lo más lógico es que todo huela a él. Me siento y miro a mi alrededor. No hay señales de Alex por ninguna parte. Me levanto dispuesta a ir hacia el baño. Me duele todo el cuerpo. Inconscientemente deslizo mis manos por los muslos y me quejo levemente. Y entonces detengo el movimiento y apartando mis manos miro fijamente mis muslos.
—¡Oh Dios!
Casi que corro hacia el guardarropa de Alex donde hay un espejo de cuerpo entero y me miro de pies a cabeza. Esto no me lo esperaba. Sobre mis muslos tengo unos ligeros cardenales que comienza a aparecer con la forma distorsionada de sus manos. Pero no solo los tengo en los muslos, también tengo uno en el hombro y otro en mi cintura.
¿En que momento me hizo esto que no me percaté?
—¡Lia! —lo siento llamándome afuera de la habitación.
¡Mierda!
Si me ve así, sé que voy a estar en un gran problema. Solo espero que él no se haya fijado en mi esta mañana.
Pienso y rápidamente busco una camiseta de manga y me la coloco rápidamente. Afortunadamente cubre todas las marcas. Salgo del guardarropa con mi mejor sonrisa pretendiendo que todo mi cuerpo no duele y que no estoy llena de moratones por todo el cuerpo como si alguien me hubiese apaleado.
—Estaba buscando una ropa que ponerme. —le contesto con una sonrisa.
Se acerca a mi, me mira de arriba abajo, me sonríe antes de colocar sus manos en mi cintura y pegar su frente a la mía. Contengo un gemido, de dolor, al sentir sus manos justo sobre el morado que tengo en la cintura.
—¿Cómo amaneciste?
—Adolorida. —le contesto sinceramente.
Es la verdad. Su pregunta me ha cogido por sorpresa. Pero me había dado la respuesta que buscaba cuando me desperté. Alex no durmió conmigo anoche. Si lo hubiese hecho, se hubiese percatado de los hematomas que comienzan a aparecer por diferentes zonas de mi cuerpo.
—¿Dónde dormiste anoche? —y sin poderlo evitar la pregunta sale de mis labios.
Lo veo fruncir el ceño ante mi pregunta. No se la esperaba. Pero tampoco me contesta.
—No creas que no me he percatado que nunca has dormido conmigo. Solo quiero saber porque no lo haces.
Alex deja escapar un suspiro pesado. Puedo ver como la sonrisa desaparece de su rostro antes de separar sus manos de mi cintura. Lo veo caminar hasta la cama y sentarse en el borde de la cama. Lo observo pasarse las manos por el pelo antes de levantar la mirada nuevamente.
—No duermo con nadie por algo que sucedió en mis comienzos en el BDSM.
—¿Quieres hablar del tema?
—No es un tema muy agradable que digamos Lia, y no quiero sacar a relucir esos recuerdos en estos momentos. Tengo miedo de que pueda empeorar la situación.
—¿Empeorar?
Me mira fijamente, pero después de un rato suspira y comienza a hablar.
—Después de un tiempo, pensé que todo había desaparecido. Tenía una vida, se podía decir que normal. —hace una pausa. —Pero todo regresó después del accidente, aunque de forma diferente. —me dice mientras yo me acerco cautelosamente a él y me siento a su lado. —Al principio solo eran pesadillas muy vividas. Rememoraba el accidente una y otra vez. —lo veo apretar las mandíbulas mientras tiene la mirada perdida. —Con el transcurrir del tiempo, comenzaron a empeorar. No sabes lo que es soñar que puedes andar y despertar dándote cuenta que no lo puedes hacer. La frustración que sientes. Aparté a todos mis amigos de mi lado, y terminé una relación de varios años. No quería a nadie junto a mi.
—¿Todavía tienes estas pesadillas?
—Justo antes de comenzar la fisioterapia, habían desaparecido, solo las tenía esporádicamente. —hace una pausa y me mira fijamente. —Hasta que te mudaste a mí apartamento y volvieron a aparecer sin darme cuenta siquiera.
—¿Y qué tengo que ver yo con tus pesadillas?
—No lo sé. No entiendo como funciona mi cerebro Lia. Pero no son las mismas pesadillas del accidente. Son los viejos fantasmas del pasado que regresan a atormentarme.
—¿Le hiciste daño a alguien? —le pregunto mientras el levanta la mirada y me mira muy serio.
—No quiero entrar en detalles, pero le hice daño, mucho daño. El suficiente para que tuviese tratamiento psiquiátrico.
—¿Qué sucedió? —insisto.
Alex se levanta y comienza a pasearse por la habitación.
—Sucedieron varias cosas que estuvieron fuera de mi control en ese instante. Pero lo peor sucedió mientras estaba dormido y tuve una de mis pesadillas con ella a mi lado. —no creo que quiera saber nada más. —Aún no sé como logró sacarme de encima de ella cuando la estaba asfixiando.
—¡Por Dios! —exclamo espantada.
—Y lo peor de todo, es que no sucedió solo una vez. Fueron varias veces. La ultima vez, ella terminó en el hospital inconsciente y con hematomas en todo el cuerpo.
Inconscientemente me abrazo a mí misma.
—¿Con hematomas? —pregunto en voz baja.
—Esa última vez, no fue durante una pesadilla. Al menos no del todo.
—No te entiendo.
—Me dejé llevar por el deseo y la pasión del momento Lia. Perdí el control de la situación por un breve segundo, no controlé mi fuerza y ella termino dañada. —entonces se me queda mirando fijamente. —Si alguna vez te hago daño, prométeme que me lo dirás. —me pide con mirada suplicante mientras sus manos se acercan y toman las mías.
Me pierdo en su mirada. Sé que el lo va a descubrir tarde o temprano. Si no es en la ducha, es cuando me desnude para reclamar mi cuerpo como suyo nuevamente.
—Alex...—comienzo a decirle mientras me suelto de sus manos y me levanto de la cama con paso lento.
Alex se me queda mirando fijamente. Puedo ver la preocupación en su rostro.
—Dime que no lo hice. Dime que no te hice daño Lia. —me pide suplicante.
—En realidad luce peor de lo que es en realidad, además que no recuerdo que usaras demasiada fuerza.
De repente se levanta de la cama. Su calma ha desaparecido. Ahora luce como si fuese un animal enjaulado. Sin perder tiempo alguno, tira de la camiseta que llevo y me la saca rápidamente. Sus ojos van rápidamente hacia mi hombro. Puedo ver como su rostro se transforma en dolor mientras acerca una mano y roza mi hombro adolorido. Intento no encogerme ante su contacto, pero es imposible. Observo como su mirada se desplaza ahora hacia mi cintura y después hacia mis muslos.
Y lo veo cerrar los ojos de dolor mientras se deja caer de rodillas frente a mi en el suelo. Me abraza por la cintura mientras entierra el rostro en mi vientre.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento!
Escucharlo y verlo destrozado de esta forma me está partiendo el corazón. ¿Cómo es posible que una persona como él esté tan dañada?
—¡Alex! Estoy bien.
—¡No! No lo estás Lia. No tienes ni idea de lo que pude haberte hecho.
—Pero no lo hiciste.
—No me lo vuelvas a pedir. —me dice levantándose repentinamente del suelo. —No voy a perder el control nuevamente. Si quieres sexo duro, lo tendrás, pero hasta cierto límite.
Y se aleja de mi saliendo de la habitación.
Y allí me quedo, desnuda en medio de la habitación con cientos de inquietudes e interrogantes en mi cabeza. ¿Cómo pude enamorarme de un hombre tan complicado? ¿Cómo es posible tener una relación con una persona que apenas puede dormir con alguien a su lado por miedo a hacerle daño?
Salgo de la habitación en su búsqueda. No me importa estar desnuda, pero debemos hablar. Él puede haber dado por terminada la conversación, pero yo no. Lo encuentro frente a los cristales panorámicos con la vista perdida en Central Park.
—¿Qué tipo de relación vamos a tener Alex? —le pregunto mientras el me devuelve la mirada por el reflejo del cristal. —Porque imagino que quieres una relación normal conmigo.
—Si, eso es lo que deseo.
—¿Y como pretendes hacer eso cuando ni siquiera puedes dormir en la misma cama que yo? —le pregunto cruzándome de brazos.
—No es necesario dormir en la misma cama para tener una relación normal.
—Desde luego, lo nuestro nunca será una relación normal Alex.
—¡Qué es lo que quieres Lia! —se gira rápidamente hacia mí.
Nos retamos con la mirada. Y entonces la solución me golpea rápidamente. Se que es lo que necesitamos para solucionar esta dificultad.
—Que asistas a terapia conmigo para tratar de solucionar tus problemas.
—No me ayudó mucho antes. ¿Por qué crees que lo hará ahora?
—Esa es una de las condiciones para que acepte una relación contigo.
—¿Una de las condiciones? ¿Alguna otra que deba conocer?
—Es la que se me ocurre de momento. —camino en su dirección y me detengo frente a él. —Quiero poder despertar a tu lado. —le digo mientras acaricio su rostro suavemente.
Alex cierra los ojos ante el contacto de mi mano, pero después los abre y se me queda mirando fijamente.
—Asistiré a terapia contigo, pero solo lo haré porque lo que más deseo es tener una relación contigo. Una relación normal. Pero te voy advirtiendo, no me ayudó mucho la última vez, así que no esperes ningún cambio.
—Gracias. Me encargaré de concertar la cita mañana a primera hora. —le digo con mi mejor sonrisa.
Por suerte, conozco a un psicólogo. Solo espero que el pueda ayudarlo a superar su trauma. Porque en estos momentos lo que más deseo es dormir y despertar con él a mi lado. Deseo más eso que el sexo rudo y posesivo que experimenté anoche.
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