Capítulo 36
Alex no aparta la mirada de la jaula. Lo sostengo por el brazo y lo reconforto.
—Estás nervioso por regresar a una jaula.
—Un poco, aunque tengo más ansiedad por que termine la pelea—lo miro sin entender nada—. Solo así podré reclamar tu boca.
—"Y en la esquina roja, después de 4 años fuera de las peleas. Tenemos al ex campeón del peso completo. Su regreso a la jaula ha causado gran furor en las últimas semanas y sé que todos aquí están deseando verlo en acción nuevamente. Aúllen alto damas y caballeros por Alex "El lobo Gris" O'Neal"
—Esa es mi entrada, cuenta hasta cinco y sígueme.
Lo observo caminar dando saltos rumbo a la jaula. Los gritos del público son estrepitosos. Creo que han gritado más por Alex que por su contrincante. Por un segundo mientras lo observo danzar por el pasillo, lanzando golpes, olvido contar. Cuento mentalmente hasta cinco y salgo hacia allí. Alex está sentado en una esquina donde tiene junto a él a un asistente.
Se pone de pie, se quita la sudadera y me mira fijamente.
—Falta mi beso de buena suerte—me pide sonriéndome. Me acerco a él, me paro en punta de pies y uno mis labios con los suyos. Alex me estrecha entre sus brazos por unos segundos y después se separa de mi—. El protector. —me pide mientras yo se lo coloco en la boca.
—Por aquí. — me dice uno de los asistentes de su esquina mientras me guían hasta mi asiento, cerca de la jaula.
Desde donde estoy sentada, tengo una vista perfecta de la jaula y de Alex. Estoy en primera fila.
—Hola Lia. —escucho por encima de la algarabía.
Me giro hacia donde proviene la voz a mi lado. Para mi sorpresa el Dr. William está ahí sentado.
—Hola. —lo saludo.
—Alex nos ha dejado entradas, esta es mi madre, Adeline. —me dice presentándome a la señora que se encuentra a su lado.
Su madre no es para nada como yo la imaginaba. Pensé encontrarme con una señora bastante mayor. En cambio, me encuentro con una mujer mucho más joven que la madre de Alex. Al menos luce así. Creo que no debe llegar a los cincuenta años. Tiene el pelo de un color negro intenso. Su rostro muestra el pasar de los años con unas leves arrugas alrededor de los ojos, los cuales, al igual que los de su hijo, son de un azul muy intenso.
—Un gusto en conocerla, soy Lia. —grito por encima de la multitud mientras le tiendo la mano.
—Igualmente.
Justo en ese instante suena la campana que anuncia el primer asalto. Ver a Alex en su elemento, es tan diferente a verlo cuando nos entrena. Sus movimientos son elegantes y bien calculados. Sus golpes son certeros. Su contrincante es igual de musculoso que Alex y al igual que él, se mueve por toda la jaula buscando su oportunidad.
El primer asalto termina rápidamente. Alex ha recibido un golpe en el rostro, justo en el pómulo. Su asistente le aplica una pomada analgésica y le da a beber agua. Su mirada está fija en mi dirección. Me brinda una breve sonrisa antes de que le coloquen el protector nuevamente.
—No entiendo nada de nada. —digo mientras lo observo ponerse de pie.
—Ha estado bien en el primer asalto, para llevar cuatro años lejos de las peleas, lo está haciendo estupendo. —me comenta la madre del Dr. William emocionada.
—Esta es la primera pelea que veo.
—¿De él?
—En general. Nunca antes había visto una.
La campana suena nuevamente y comienza el segundo asalto. Este asalto es mucho más brutal que el anterior. En un momento Alex recibe un gancho y cae sobre su espalda en la lona. Cuando se pone de pie mira brevemente en mi dirección y me sonríe. Vuelve a prestar atención a su oponente. Pero lo toma por sorpresa con una combinación de gancho y patada y Alex cae arrodillado al recibir una patada en la pierna derecha.
Instantáneamente me pongo de pie, rezando para que esté bien. Su oponente va sobre él, y lo toma por detrás, aplicando una llave.
—Espero no logre terminar esa llave. —susurro mientras tomo asiento nuevamente.
Nunca imaginé que el MMA fuera así de violento. El kick boxing, no lo es. Pero ya esto es otro nivel. La campana suena y ambos se separan. La frase de "Salvado por la campana" nunca antes fue mejor dicha.
Alex se sienta en su esquina y no puedo evitar el levantarme nuevamente y dirigirme hacia allí. Un guardia de seguridad me detiene en la entrada de la jaula.
—Déjala entrar. —pide Alex y entro rápidamente hasta donde él está.
Le quito la toalla que tiene el asistente de la mano y la paso por su ceja partida, la cual se ha abierto nuevamente.
—Creo que vas a necesitar puntos nuevamente—deslizo la toalla por su pómulo y le limpio la sangre de su rostro—. ¿Como está tu pierna?
—No me dolió tanto, fue más por la sorpresa.
—¿De verdad estás bien?
—Sí.
—Señorita, debe salir ya.
Devuelvo la toalla y salgo de la jaula rumbo a mi asiento nuevamente. Terminan de aplicarle una crema y un punto en la ceja antes de retirarse de allí.
Alex se pone de pie y suena la campana del último asalto nuevamente. Ambos se mueven por el octágono mientras se golpean con combinaciones diferentes. Una doble patada hace que vuelva a desequilibrarse y cae esta vez de espalda sobre la lona. Su oponente viene sobre él. Alex abre las piernas y lo toma por el brazo.
—Le va aplicar una llave triangular. —susurra la madre de Dr. William a mi lado.
La observo por un momento ponerse de pie y mirar con adoración podría decir la pelea. Cuando el Dr. William dijo que ella era super fanática de Alex, no mentía.
Vuelvo a prestar atención a la pela. Alex enreda sus piernas alrededor del torso y después las sube aún más para enredarlas alrededor de sus hombros y cabeza. Enreda su rodilla en el otro tobillo y aplica fuerza hasta que su contrincante golpea dos veces en el suelo con la mano libre y el réferi manda a detener la pelea. Alex lo libera y se pone de pie.
—¡Ha ganado! —grita emocionada y yo me uno a su alegría contagiosa.
El público enloquece y los gritos aumentan. Miro hacia los asientos cerca de mí, no sé porque su madre y su hermana no han llegado, es extraño.
—Disculpe. ¿Usted es la novia de Alex?
—Sí. —le respondo al joven guardia de seguridad que se me ha acercado.
—La buscan en los casilleros.
—¿Quién me busca?
—Me dijo que es la hermana de Alex, Laura.
—¿Y porque no ha entrado?
—Dijo algo de nauseas por la sangre.
—Ah, gracias.
—Sígame. —me dice mientras me pongo de pie.
—Ahora regreso, la hermana de Alex me busca en el casillero. —le digo a la madre de Dr. William a mi lado.
Camino detrás del guardia hasta la puerta de los camerinos.
—Está allí.
—Muchas gracias.
Entro en el casillero que me ha indicado el guardia, todo está tenuemente iluminado.
—¡Laura! —grito llamando su atención pues no la veo por ningún sitio.
Quizás está en el baño vomitando. Vuelvo a llamarla.
—¡Laura!
Siento unos pasos detrás de mí y me giro en esa dirección.
—Te dije que te alejaras de Alex.
Mi respiración se acelera mientras contemplo la persona que acaba de hablar. Definitivamente no es Laura. Camina lejos de la oscuridad hacia la luz y solo entonces veo con claridad que está armada y apuntando en mi dirección.
—¡Lindsey! ¿Qué estás haciendo?
Levanto mis manos a modo de rendición mientras me muevo de donde estoy, lentamente visualizando una salida.
—Ni se te ocurra moverte.
Sujeta la pistola con ambas manos. ¿Cómo consiguió un arma? Dejo de moverme automáticamente.
—Te advertí que te alejaras de él. —me recuerda mientras veo su mano temblar ligeramente.
No creo que haya disparado un arma en su vida.
—No cometas una estupidez.
—¡Una estupidez dices! Una estupidez fue lo que sucedió con el chico repartidor de pizza. Todo porque se parecía a Alex—¡oh dios! Esta mujer está loca de remate. Quiere hacerle daño a Alex—. Si crees que ahora es lindo, deberías haberlo conocido cuando apenas tenía veintidós. Era todo un adonis y me amaba.
—¿Qué vas a hacer con esa pistola?
Sonríe malévolamente.
—Piensa que será como la historia de Romeo y Julieta, pero moderna. Primero morirás tú, y después lo hará el.
—¿Por qué? ¿Por qué tienes que hacerle daño a la persona que amas? —si estoy en lo correcto, ella nunca a logrado superar que Alex la dejara.
—Porque si no es mío, no lo será de nadie.
—¿Y yo por qué?
—Eres estúpida o que. Sé que te ha pedido matrimonio, vi todo lo que hicieron anoche y la noche anterior. Y eso solo hace que se me revuelva el estómago.
—¿Como que lo viste?
Lindsey se ríe a carcajadas de una forma que hace que se me hiele la sangre.
—Eso es lo que sucede cuando tienes un apartamento tan grande. Nunca llegas a revisarlo completamente. Ni siquiera se han dado cuenta que llevo ahí varios días—¡mierda! Ella debe de haber escuchado cuando Alex me contó todo. Intento caminar hacia la puerta ahora que está medio distraída —. ¡Te dije que no te movieras! ¿O acaso quieres morir antes de que te llegue la hora?
Apenas y he logrado dar dos pasos hacia la puerta. Aún estoy algo alejada. A unos cuatro metros de ella. Ni siquiera tengo mi celular. Aunque no creo que pudiese hacer mucho mientras ella me apunta con el arma—. ¡Yo soy la madre de su hijo! No tu. Y nadie más lo será.
—¿Por qué yo Lindsey? Porque esperar tanto tiempo para tu venganza. Porque no lo hiciste con su ex mujer.
—Porque cuando escapé del manicomio donde me dejó abandonada no tenía ni idea de como regresar a la ciudad. No tenía familia, o amigos y los poco conocidos a los que llamé, me dieron por loca. Como todos. ¡No estoy loca! Solo necesito amor, y cuidado.
—Claro que no lo estás. Vivíamos juntas, ¿recuerdas? Éramos compañeras de piso.
—Sí, recuerdo lo bien que lo pasábamos. Quien se iba a imaginar que terminarías traicionándome.
—Yo no hice nada.
—¡Lo hiciste! En cuanto yo no estuve, te fuiste con él. ¡Me traicionaste! Lo engatusaste he hiciste que se enamorara de ti.
—Estas equivocada. Todo esto es un malentendido. Fue una coincidencia que yo terminara viviendo en su apartamento.
—¡Mentira! Sé que tu amiguita ayudó. Y ella va a ser la próxima. Todos los que se prestaron para engañarme y quitarme a mi hombre lo pagarán.
Justo en ese instante se abre la puerta y entra el Dr. William y su madre.
—Lia, ¿estás aquí?
Rápidamente Lindsey mueve la pistola hacia ellos.
—¿Quiénes son ustedes?
Ambos levantan las manos.
—Solo hemos venido por Lia.
—¡De aquí no sale nadie! —grita mientras se mueve hacia la puerta y la vuelve a cerrar. —Dos cómplices más, segura estoy. Todo el que está a tu alrededor está involucrado en tu artimaña para seducir a Alex.
—¿Quién eres? —pregunta el Dr. William mientras la mira fijamente frunciendo el ceño.
—Nadie de importancia.
—Es el origen de las pesadillas de Alex. —le digo al Dr. bajo la atenta mirada de Lindsey.
—Eres la madre de su hijo. —confirma con voz calmada mientras le pasa un brazo a su madre protectoramente por la cintura.
—Lo soy. ¿Aún tiene pesadillas? Se lo tiene merecido, por lo que me hizo a mí y a nuestro hijo.
—Nadie se merece nada de lo que le sucede. Tu tampoco te merecías lo que sucedió. Y Alex ha tenido durante demasiado tiempo su castigo. ¿Acaso no crees que a él también le duele haber perdido su hijo?
—Si yo le hubiese importado en lo más mínimo, no me hubiese abandonado allí.
—Si hubieses seguido el tratamiento y no hubieses escapado, lo habrías visto ir en cada visita a verte, incluso cuando no lo dejaban.
—¡Estás mintiendo!
—¿Lo hago? Sabías que después de ti Alex nunca más se volvió a enamorar— a medida que el Dr. William habla, se va moviendo con su madre hasta llegar donde estoy—. Que tu fuiste la primera mujer que el amó y que el perder a su hijo además de lo que sucedió durante el shibari, hizo que el sufriera durante todos estos años—el Dr. coloca sus manos protectoramente alrededor de nosotras y mientras continúa hablando nos mueve rumbo a la puerta—. Que jamás ha vuelto a dormir con una mujer, por miedo a que le suceda lo mismo que a ti.
Por un breve instante puedo ver como Lindsey titubea. Su mano tiembla ligeramente mientras asimila todo lo que le están contando.
—¡Estás mintiendo! —exclama mientras baja algo el arma.
—No lo hago. Puedes preguntarle a el mismo si lo deseas, o a Lia.
—¿Quién eres? —le pregunta ella nuevamente. ¿Cómo sabes tanto de Alex?
—Soy su psicólogo.
—Así que al final a necesitado un loquero para que lo arregle—baja completamente el arma nos da la espalda y se ríe—. Y decían que la loca era yo. Somos tal para cual.
Aprovecho el momento para abrir la puerta. Pero en ese instante ella vuelve a girarse y viene en nuestra dirección.
—¡Te dije que no te movieras! —me grita mientras me golpea con el arma en el rostro y me hace perder el equilibrio.
La madre del Dr. William intenta socorrerme, pero también recibe un golpe cayendo al suelo. El Dr. corre a su lado. Creo que ha sido suficiente. Deslizo la mano por mi mejilla que comienza a sangrar. A pesar de que ella tiene un arma en la mano, espero que mis conocimientos de kick boxing me ayuden. Cierro mis manos. Las levanto avanzo hacia ella y le doy dos puñetazos en el rostro que hacen que ella de unos pasos detrás perdiendo el equilibrio. Aprovecho entonces y lanzo una patada a su mano haciendo que se le caiga la pistola.
—¡Maldita!
—Deberías haber prestado atención a mis salidas al gimnasio. —le doy otra serie de golpes y termino con un gancho que hace que caiga al suelo inconsciente.
Solo entonces corro hacia donde está el Dr. William y su madre. Él la está ayudando a poner en pie.
—¿Se encuentra bien? —le pregunto mientras veo que un hilo de sangre brota de su mejilla.
—Sí no te preocupes.
—Voy a llamar a la policía y que traigan una ambulancia—saca su teléfono, pero no tiene cobertura—. Deberíamos salir de aquí.
—Ve a llamar, yo la vigilo.
—No tardaré.
El Dr. sale mientras nosotras nos quedamos allí. Miro hacia donde se encuentra Lindsey, aún sigue inconsciente.
—Ven, vamos a limpiarte esa herida. —le digo mientras la tomo del brazo y la conduzco hacia el baño.
La siento en un banco. Humedezco una toalla y me siento a su lado. Limpio muy lento su mejilla hinchada, hasta que quito todo rastro de sangre. No ha sido tan grave y ya ha dejado de sangrar.
—Déjame limpiar el tuyo—me dice cariñosamente quitándome la toalla de la mano. Me sonríe mientras me limpia el rostro—. Eso que hiciste fue muy valiente. Gracias.
—No hay de que, se que hubieses hecho lo mismo por mí—le digo guiñándole un ojo—. Alex debe de estar preocupado al no verme.
—No debe de haberse dado cuenta aún. Debe de estar rodeado de periodistas haciéndole preguntas.
Y entonces el rostro de la madre del Dr. William cambia su gesto.
—¡Maldita, lo vas a pagar!
Me giro hacia donde proviene la voz, pero no tengo tiempo de verla. Cierro los ojos ante lo inevitable y solo siento el sonido del disparo que inunda el casillero.
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Espero les guste este capítulo.
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