Capítulo 34
Alex me acerca al trabajo a la mañana siguiente, me despido de él con un beso y me bajo con el bolso en el hombro y mi café en la mano. Lo veo bajarse también del auto con una sonrisa y entonces recuerdo a que ha venido.
Con todo el sexo de anoche, olvidé por completo que debía comentarle algo muy importante. Y esta mañana cuando se lo iba a comentar, sencillamente me distrajo tomando posesión de mi cuerpo.
Creo que ya no hay vuelta atrás, se enterará en cuanto entre a la oficina de su hermana.
—Podías haberme recordado que venías a ver a tu hermana.
—Y quedarme sin el beso, no gracias.
Entrelaza su mano con la mía y me conduce rumbo al edificio.
—Hay algo que quería comentarte anoche, pero lo olvidé por completo. —le digo mientras entramos al edificio y caminamos hacia la oficina de su hermana.
—Pasaré por tu oficina después. —me da un beso en la frente.
—Pero...—suelta mi mano y sigue por el pasillo rumbo a la oficina de Laura.
Y me quedo allí congelada.
—Buenos días. —me dice una muy animada Beth a mi lado.
—Buenos días. —le respondo mirando fijamente la espalda de Alex que desaparece dentro de la oficina de Laura.
Beth sigue mi mirada y después se gira hacia mí.
—¿Ese era Alex?
—Sí. —le respondo entrando en mi oficina.
Coloco el café en mi escritorio, me dejo caer en la silla y cubro mi rostro con las manos.
—Lia, ¿qué sucede?
—Nada—aparto las manos de mi rostro—. No me hagas caso, es solo que he tomado una decisión muy importante y Alex aún no lo sabe.
Ella se me queda mirando fijamente.
—¡No puedo creerlo! —grita eufórica en un momento—¡Te has comprometido! —dice corriendo a ver el anillo que adorna mi dedo anular.
—Ah, sí. —creo que también lo olvidé esta mañana.
La lista de cosas que he olvidado debido a Alex está aumentando. Es el efecto que provoca en mí, me hace olvidarme hasta de que existo.
—¡Es hermoso! ¡Felicidades!
Beth da la vuelta a mi escritorio y me estrecha entre sus brazos
—Gracias.
Y justo en ese instante el sonido del teléfono de mi escritorio hace que nos separemos. Miro la pantalla, aún sabiendo quien es. Levanto el auricular y respondo.
—Sí, Laura.
—Puedes venir a mi oficina un momento.
—Enseguida. —le respondo mientras cuelgo.
Beth se me queda mirando fijamente. La sostengo por los hombros y la miro a los ojos. Es mi mejor amiga y aunque hay muchas cosas que no puedo contarle, creo que al menos debería comentarle algo.
—Sé que no hemos conversado mucho últimamente y que he estado algo distraída—por Alex—, pero quiero que sepas que no va a cambiar nada entre nosotras. Siempre serás mi mejor amiga.
—¿A que viene todo esto? —pregunta intrigada.
—Ya lo entenderás, ¿almorzamos juntas?
—Dalo por echo.
Salgo de mi oficina hacia la de Laura. Estoy nerviosa, no tengo idea de cual será la reacción de Alex cuando sepa quien será su agente. Toco a la puerta y entro en la oficina. Ambos me miran cuando hago mi entrada.
—Toma asiento—me dice señalando el que está junto a Alex. Me siento y Alex me sonríe—. Sobre lo que hablamos ayer, ¿tomaste una decisión?
Alex mira a su hermana frunciendo el ceño sin entender nada y después me mira a mí.
—Sí. He decidido aceptar.
—Eso es grandioso, Lia. —me responde ella emocionada.
—Me he perdido de algo importante. —dice Alex sin entender nada.
—Le he ofrecido un ascenso a Lia, y ella a aceptado. —explica Laura.
—Eso merece una celebración esta noche. —me dice sonriéndome pícaramente.
Otra celebración más, esta noche promete, nuevamente.
—Bien Alex, como te estaba diciendo tu nuevo agente, es bastante capaz, lo he comprobado por mí misma. Y sabes como soy de exigente con mis empleados. Así que creo que ella hará un buen trabajo contigo.
—¿Ella? —pregunta mirando en mi dirección y después nuevamente a su hermana.
—Sí, ¿algún problema con que sea mujer?
—No, ninguno. ¿Cuándo la conoceré?
Entonces Laura me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.
—La tienes justo a tu lado—Alex se gira hacia mí y me mira asombrado—. Lia, será tu nueva agente publicitaria.
No dice nada, apenas y reacciona, creo que está en shock.
—Esto ha sido toda una sorpresa Laura. —es lo único que dice.
—Lo sé, pero no te preocupes, sé que ella hará un excelente trabajo.
—Sé que lo hará—responde mientras me sonríe, con esa sonrisa de tramar algo—. Es una mujer increíble. Por eso me casaré con ella.
Y se lo ha soltado.
—¡Que!
—Le he pedido matrimonio a Lia, y ella ha aceptado.
—¡Felicidades! Lia, espero que hagas entrar en razón al testarudo de mi hermano.
—No te preocupes, yo me encargo de controlarlo.
Nos reímos a carcajadas los tres. El teléfono de Laura comienza a sonar y ella se pone de pie cuando ve quien es.
—Ahora si me disculpan, tengo una cita con mi doctora.
Se despide de nosotros y se marcha.
—¿Porque no me lo habías contado?
—No había tomado una decisión aun cuando nos fuimos a dormir y los eventos del día hicieron que se me olvidara por completo.
—Sabes lo que implica ser mi agente, ¿cierto?
—Perfectamente. Sé que en cuanto se corra la voz de que tienes un agente, lloverán las citas en la agenda para ti.
—Espero que estés preparada para lidiar con la fama, ahora que serás parte de mi vida tanto profesional como privada.
—Espero estarlo.
Alex se marcha con la promesa de recogerme en la tarde. Y por la sonrisa y el acalorado beso de despedida que me da, se que esta noche planea algo para celebrar mi ascenso.
Y como mismo lo predije, las llamadas no paran de entrar con citas para entrevistas, sesiones de fotos e incluso torneos. Quieren que el lobo gris regrese a la jaula.
Esa noche, mientras cenamos, hablamos largas horas sobre todas las llamadas que recibí y como he organizado todo para él. Y Alex ha aceptado participar en una pelea. Va a volver a competir y la primera pelea es dentro de dos semanas. Así que se dedica por completo a su entrenamiento y forma física. Los días comienzan a transcurrir y todos bastante ajetreados. Alex entrena 8 horas diario, a veces más. Todo sin exigirle demasiado a su pierna.
Pero hay días en que lo encuentro sentado en el banco, pensativo mientras desliza la mano por su muslo. Sé que le duele, aunque no quiere aceptarlo, es así de testarudo. No quiero que se esfuerce tanto al punto de lastimarse la pierna. Así que me he puesto en función de ayudarlo también. Su entrenamiento en el tren superior es perfecto, el problema es con las patadas. A pesar de que hace ejercicios y a fortalecido las piernas, sé que cuando golpea con el pie el saco, le duele.
—Creo que deberás solo patear con el pie izquierdo.
—Aunque lo haga, sé que lo primero que harán será ir por mi pierna derecha, es mi punto débil.
—Necesitas prepararte física y mental para que te golpeen en la pierna derecha.
Y entonces se me queda mirando pensativo. Se posiciona frente a mi con ambas piernas separadas.
—Déjame ver tus patadas. Golpea en mi pierna.
—¡Estás loco! No pienso hacerlo.
—Te lo he pedido a ti, porque confío en ti, sé que no me golpearás con fuerza y que te medirás al hacerlo, porque me amas. Si se lo pido a alguien más, no creo que se contenga mucho.
—No quiero hacerte daño.
—No lo harás comencemos con patadas suaves y a medida que me fortalezca aumentaremos la intensidad.
—¿Me dirás si te hago daño?
—Lo haré. Ahora golpea.
Me pongo en posición de combate y hago unos cuantos movimientos con mis piernas antes de levantarla y golpearlo suavemente en el muslo, casi llegando a la cadera.
—Un poco más fuerte y un poco más abajo, justo por aquí. —me pide mientras señalan su muslo.
Hago lo que me pide y le lanzo una patada algo más fuerte. Puedo ver un leve gesto en su rostro.
—Creo que puedo con un poco más.
—Ya vi tu rostro, sé que te ha dolido.
—Solo un poco.
—No pienso aumentar la intensidad.
—Entonces repite varias veces la patada. Debo acostumbrarme poco a poco.
Repito la patada con la misma intensidad varias veces más hasta que Alex me dice que es suficiente. Con el transcurso de los días, aumento un poco más la intensidad de la patada. Sé que para el día del combate, aun no podrá soportar fuertes patadas en la pierna, así que tendrá que cambiar su estrategia y pelear hacia el otro lado, evitando que puedan patearlo de ese lado.
Con el transcurso de los días, nuestro día comienza a volverse más intenso. Entrenamiento, entrevistas, fotos. Los paparazzi han aumentado y nos persiguen por todas partes. He tenido que tomar medidas extras de seguridad, así que he contratado dos guardaespaldas y un chofer. Pero hay otro motivo por el cual he contratado la seguridad. Lindsey aún anda suelta y a pesar de que no le he dicho nada a Alex, pues no quiero que se desconcentre, estoy preocupada.
Me he sentido observada en más de una ocasión, y sé que no tiene nada que ver con los paparazzi y si con la psicópata homicida que aún anda suelta. Y no tenemos ni remota idea de su paradero o cuáles son sus intenciones.
Las dos semanas han pasado más rápido de lo que deseaba. Nuestros días rodeados de fotógrafos, periodistas y vendas de kick boxing. Nuestras noches, sudorosos contra la primera superficie que encontrábamos.
Hoy, es sábado. Falta un día para la pelea. Pero hoy es un día muy importante. Es el día del pesaje. Alex necesita toda la preparación tanto física como mental para mañana. Así que a diferencia del resto de días en que nuestra rutina comienza a las 6:00 am, hoy hemos dormido la mañana.
Alex aún sigue durmiendo. Sonrío mientras lo observo dormir a mi lado. Nunca me cansaré de despertarme así, el junto a mí. No sé si ha sido producto del cansancio de tantas horas de trabajo, entrenamiento y sexo nocturno, pero llevamos durmiendo juntos estas dos semanas. Y no ha habido nada de pesadillas. Las citas con el psicólogo se han cambiado a semanalmente. Tuve que asistir a la ultima consulta por petición del psicólogo. Y después de pedirle a Alex que saliera, me agradeció por todos los avances que Alex ha tenido, según él, yo soy la causa de su mejoría.
Mejor lo despierto para comenzar nuestro ajetreado día. Comienzo a besar su cuello, muy lentamente. Una que otra mordida, mientras me dirijo a su pecho. Aparto de un tirón la sábana lanzándola fuera de la cama y continuo con mi camino de besos hacia su abdomen.
—Sigue así, que vas por buen camino. —me incorporo de repente.
—¿Pensé que dormías?
—Puedo pretender que lo hago, si vas a continuar en esa dirección. —responde con una sonrisa pícara.
—Ya que estás despierto, voy a preparar el desayuno. —le digo mientras me levanto de la cama.
—Y me vas a dejar así.
Lo observo con una sonrisa mientras me marcho de la habitación rumbo a la cocina. Por el camino encuentro la camisa que le saque anoche y me la pongo abrochando solo unos botones. Abro la nevera y para mi sorpresa está prácticamente vacía. ¿Desde cuando no hacemos compras? Últimamente hemos estado tan ocupados que lo hemos olvidado. Y al estar yo viviendo aquí, Alex le ha pedido a Elizabeth que no venga más.
—Pensé que ibas a preparar el desayuno.
Me abraza por detrás mientras pega su cuerpo al mío y yo frunzo el ceño.
—¿Te has vestido? —me giro entre sus brazos.
Alex une sus labios a los míos, su leve barba raspa mi piel, pero me entrego a su beso febril. Sus brazos me aprisionan por la cintura mientras pega su cuerpo al mío y me empuja contra la encimera. Enredo las manos en su cuello mientras gimo contra sus labios. Estoy por olvidar que debemos ir de compras para abastecer la despensa.
—¡Alex!
—Mmmm. —gime contra mis labios.
—Debemos abastecer la nevera y la despensa. —susurro contra sus labios.
—¿Me estas pidiendo que me detenga?
—Te estoy pidiendo que te apresures. —gimo contra sus labios rindiéndome a su posesión.
Alex sonríe contra mis labios y rápidamente me encuentro sentada en la encimera y con él entre mis piernas haciéndome gemir de placer.
Salir del apartamento ha sido toda una hazaña. Últimamente lo es. Los paparazzi creo que duermen apostados a la entrada de su apartamento a la espera de que el salga y poder capturar una foto nueva que vender a alguna revista. O quizás atraparlo en alguna situación comprometedora.
Pensé que con el paso de los días todo se iría enfriando y el súbito regreso de Alex a la jaula, pasaría a segundo plano. Pero ha sido todo lo opuesto. Y ni siquiera ha anunciado a la presa su compromiso. Dice que, si lo hace, nuestra vida privada será analizada bajo microscopio. Así que, por el momento, solo soy su Agente con la cual tiene una relación sentimental. Palabras de las revistas, no mías.
Hemos llenado el carrito con provisiones para más de una semana. Estamos en la caja pagando cuando Alex se aleja de mí.
—¿Dónde vas?
—Olvide el postre. —me dice mientras se dirige hacia uno de los pasillos.
Mientras Alex regresa, continúo pasando las cosas que compramos por la caja.
—¡Aléjate!
Me giro hacia donde proviene la voz detrás de mí. Tiene una capucha en la cabeza, que oculta parcialmente su rostro, pero sé perfectamente quien es.
—¡Lindsey!
—Debes alejarte de Alex, por tu propio bien.
—¡Lidsey! Debes entregarte, la policía te está buscando, necesitas ayuda.
—¡No necesito ayuda! ¡Tu la necesitas! Alex solo te hará daño.
—¡No, no lo hará! Alex me ama.
—A mí también me amaba, y mírame. Estás mirando tu futuro.
—Lamento todo lo que sucedió contigo Lindsey, de veras. Los dos cometieron errores.
—¡No! El único culpable aquí es Alex. Aléjate de él, Lia, el tiene que pagar por lo que hizo.
—Llama a la policía. —le pido a la dependiente.
—¡Maldita seas Lia! —sale corriendo a toda velocidad—. ¡Aléjate de él o lo lamentarás! —me grita antes de salir por la puerta.
Intento seguirla para ver hacia donde se dirige, pero la turba de paparazzi que hay afuera me detienen.
—Persigue a esa mujer con capucha. —le pido a uno de los guardaespaldas de Alex que están apostados fuera de la tienda evitando que los paparazzi entren.
Vuelvo a regresar dentro y Alex está junto al carro de compras que dejé abandonado en la caja.
—¿Dónde estabas? —me pregunta frunciendo el ceño.
—Lindsey apareció.
—¿¡Hacia donde se fue!?
—No lo sé, le pedí a uno de los guardaespaldas que la siguiera.
—¡Estás bien! —me pregunta ahora preocupado mientras me estrecha contra su cuerpo protectoramente.
—Estoy bien. Pero ella me dijo que me alejara de ti o lo lamentaría.
—Debemos llamar a la policía.
—Ya lo he hecho. —nos interrumpe la dependiente de la tienda.
—Muchas gracias. —le digo mientras me abrazo a Alex.
La policía llega unos minutos más tarde y le informamos de todo lo sucedido. Mientras ellos llenan el reporte, el guardaespaldas aparece.
—¿Pudiste alcanzarla?
—La perdí de vista cuando se montó en un auto.
—¿Pudiste ver la matrícula? —le pregunta uno de los policías.
—No, lo siento. —le responde él.
—Solo por precaución, y porque ella la ha amenazado, les pondremos vigilancia.
—Muchas gracias. —les dice Alex.
—Es nuestro deber. —y se marchan.
Terminamos de pagar las cosas y regresamos al apartamento. Apenas y presto atención a lo que Alex me dice o durante el trayecto, estoy en modo automático. Las palabras de Lindsey se han quedado en mi mente dando vueltas. "Aléjate de él o lo lamentarás".
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Espero les guste este capítulo.
¿Creen que Lia se aleje de Alex por una amenaza?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
🐦⭐
Este capitulo está dedicado a DianaRodriguezSalas9
Gracias por tu apoyo y por sus comentarios🥰
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