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Capítulo 32

Cuando llegamos a casa de la madre de Alex, Laura nos recibe afuera con un ceño fruncido. No hemos tardado tanto.

—No podías llegar puntual, ¿cierto? —dice regañando a su hermano.

—Recuerda que estaba dando clases, nos apuramos lo más que pudimos. —Alex entrelaza su mano con la mía y me sonríe pícaramente mientras caminamos hacia la puerta.

—Hola, Lia. —me saluda con una sonrisa mientras todos entramos a la casa.

Al parecer el enfado es solo con su hermano. O quizás es que siempre son así.

Es la primera vez que entro a esta parte de la mansión. Y me quedo impresionada por lo hermosa que es. Mientras seguimos a Laura hasta la sala de estar no puedo evitar el que mi mirada se pierda en la escalera que sube hacia el piso superior.

—Más tarde te daré un tour. —susurra en mi oído haciéndome estremecer.

Llegamos a la sala de estar. La madre de Alex se encuentra sentada en un sofá de tres plazas. Está vestida elegantemente y lleva un coctel en la mano. Laura se sienta a su lado y nos mira fijamente.

No creo que deba estar bebiendo cuando hace unos días estaba en el hospital, pero no voy a opinar aquí, no me corresponde.

Amelie se me queda mirando y no pasa desapercibida su mirada en nuestras manos entrelazadas.

—Lia, ¿cierto?

—Buenas noches Señora—no sé de que otra forma referirme a ella, así que lo hago formalmente.

—Querida, llámame Amelie. Veo que Alex te ha traído nuevamente.

—Sí, pero esta vez ha venido como mi novia—responde él mientras me arrastra hasta el sofá de tres plazas que está frente al de su madre.

Amelie sonríe ante las palabras de su hijo.

—Era cuestión de tiempo.—responde cariñosamente. Nos sentamos uno junto al otro, nuestras manos siguen entrelazadas ahora sobre su regazo—. ¿Quieren algo de beber en lo que está lista la cena? —nos pregunta mientras nos mira alternadamente.

—No vendría mal.—contesto rápidamente.

Alex presiona mi mano cariñosamente.

—Le pediré a Elizabeth que les prepare algo—Amelie intenta ponerse en pie, pero Alex la detiene.

—No te preocupes, ya me encargo yo.

Alex se pone de pie, me brinda una sonrisa y me besa la mano antes de marcharse rumbo a la cocina supongo. Lo observo mientras se marcha y después vuelvo mi vista hacia las dos mujeres sentadas frente a mi que me miran con mucha curiosidad.

—Hace mucho tiempo que no lo veía así de feliz—dice Amelie mientras mira a Laura y después a mí.

—Está enamorado.—le responde Laura mientras bebe del vaso con agua que está en la mesita del centro—. Se le nota en la forma en que la mira, jamás miró de esa forma a su ex.

Alex regresa en ese instante y agradezco que interrumpa esta examinación que tienen su madre y Laura hacia mí. Alex me ofrece la copa y se sienta nuevamente junto a mí. El coctel huele exquisito, a canela y coco. Le doy un sorbo y sonrío. Su delicioso sabor a coco inunda mis sentidos.

—¿Te ha gustado? —me susurra en el oído.

—Está delicioso—le respondo mientras le sonrío y doy otro sorbo.

—Espero que no hayan atosigado a mi novia con preguntas incómodas, Laura. —dice mientras la mira fijamente. Su madre y Laura ríen.

—Solo comentábamos que has cambiado mucho, que te vemos más feliz. —le responde Amelie sonriente.

—Lia me hace feliz y eso es todo lo que necesito en mi vida. —me sonríe mientras yo me derrito en el asiento.

—También necesitas un agente publicitario. —contrataca Laura.

Abro los ojos de par en par y miro a Laura fijamente. Aún no he tenido esta conversación con Alex, y no creo que sea el momento adecuado para hacerlo.

—Sí, me pasaré mañana por tu oficina a ver si se te ocurre alguien que pueda representarme ya que asumo que no serás tú nuevamente.

—No, lo siento, pero tengo otros asuntos importantes que atender y no podré hacerlo esta vez. Pero he pensado en un candidato, espero su respuesta mañana a primera hora.

—Perfecto entonces, sé que escogerás a la persona indicada.

—La cena está lista. —anuncia Elizabeth entrando en la sala.

Y agradezco que haya interrumpido la conversación. Todos nos ponemos de pie y nos dirigimos hacia el comedor. Por suerte la cena transcurre con tranquilidad. Una vez terminado el postre regresamos hacia la sala nuevamente. Tomamos asiento en el sofá. Alex pasa el brazo por encima de mis hombros y me aprieta contra su cuerpo. Su madre se sienta en el mismo lugar que antes y Laura se queda de pie en un extremo de la habitación.

—Madre, ¿nos dirás porque nos reuniste aquí? —pregunta mientras su madre mira fijamente a Laura.

—Tu hermana ha sido la organizadora de la cena. Aún me tiene intrigada lo que quiere anunciarnos.

Todos miramos a Laura. Ahora entiendo a que viene esta cena. Ella va a soltar el bombazo. Cojo mi nuevo trago y le doy un sorbo.

—Tengo un anuncio que hacer, uno muy importante que indirectamente los involucra a todos. A ti también Lia—esto no lo esperaba—. Estoy embarazada.

Siento a Alex tensarse a mi lado ante el repentino anuncio de su hermana. Amelie por su parte está sonriendo de felicidad.

—¡Voy a ser abuela! ¡Ya era hora! —Amelie se levanta y va a abrazar a su hija.

—¿Sucedió algo? —Elizabeth entra en la sala preocupada por los gritos.

—¡Voy a ser abuela! —exclama feliz.

—Eso merece una celebración, iré por unas copas y una cubetera con hielo. —dice mientras desaparece en la cocina.

—¿Quién es el padre? —pregunta Alex intrigado y yo solo puedo reírme.

El Alex sobreprotector a salido a la luz. Nunca me lo había imaginado así con su hermana.

—Aún no se lo digo, pero en cuanto lo sepa lo conocerán.

—No sabía que tenías novio. —le dice Alex mientras frunce el ceño.

—Es, complicado. —responde ella mientras ambos se desafían con la mirada.

—Alex, porque no vas por una botella de champagne para celebrar. —le pide su madre para que nos sigan discutiendo.

Alex, se levanta del sofá y se marcha rumbo a algún lugar de la casa.

—¡Felicidades, Laura! —me acerco a ella para felicitarla y abrazarla.

Elizabeth se une a la celebración con unas copas y una cubitera en el momento justo en que Alex llega con la botella de champagne.

Alex descorcha la botella con un sonoro plof y sirve las copas que después chocamos para celebrar. Media hora más tarde, observo como Amelie y Laura sonríen alegremente. Alex está pensativo.

—Iré por otra botella de champagne—dice Alex, mientras toma mi mano—.Vamos así te doy un recorrido por la casa, no dejes tu copa.

Puedo ver la mirada que Laura y su madre intercambian hacia nosotros, pero decido ignorarla mientras soy arrastrada por el pasillo hacia el interior de la casa.

Alex da varios giros y llegamos a una puerta de madera. La abre y me conduce escaleras abajo. A medida que vamos avanzando las luces se van encendiendo a nuestro paso. Cuando terminamos de bajar los escalones la enorme estancia se ilumina completamente.

Alex suelta mi mano y se dirige hacia el enorme estante que abarca el centro de la habitación donde están las botellas de Champagne. Deja la copa a un lado mientras observa detenidamente las botellas.

Lo dejo seleccionando una botella mientras admiro la estancia. El resto de la cava forma una herradura alrededor de este estante. Miles de botellas de diferentes años componen la exquisita colección que hay aquí.

—¿Porque discutías con tu hermana? —le pregunto mientras dejo mi copa en la encimera de madera y lo observo seleccionar una botella.

—No discutíamos. —responde sin mirarme.

—Si lo hacían. —replico mientras el deja la botella en la encimera de madera y me mira fijamente.

—Es que no entiendo a Laura. Ella no es una adolescente. Es una mujer adulta, debería comportarse como tal.

Mira quien habla de comportarse como un adulto. Los dos son tal para cual, a pesar de que no son hermanos de sangre, se parecen mucho en cuanto a personalidad.

—Tu hermana es una mujer adulta, Alex. Déjala tomar sus decisiones y cometer sus errores.

—Creo que tienes razón, debo dejarla decidir que hacer con su vida. Así como yo debo poner en orden la mía. —saca otra botella de champagne y camina en mi dirección.

—¿Algún vino que te llame la atención?

Me pregunta mientras deja las botellas de champagne en la encimera y yo me giro nuevamente hacia la cava para examinar los cientos de botellas frente a mí. Siento su cuerpo detrás de mi mientras me acorrala con su cuerpo.

—No tengo una cultura vinícola, para mí todos son iguales.

—Creo que voy a llevarme uno de estos también.—estira la mano por encima de mi hombro y saca una botella del estante superior. Su aliento roza mi oído y me estremezco.

Inclino mi cuerpo contra el suyo y giro mi rostro buscando sus labios. Alex roza ligeramente sus labios con los míos y yo dejo escapar un gemido.

—¡Lia! No me tientes. Sabes que lo haría sin dudarlo un segundo. —gime contra mis labios.

—No te atreverías, no en casa de tu madre y mucho menos cuando en cualquier momento pueden venir en nuestra búsqueda.

Separa sus labios de los míos y me brinda una sonrisa pícara. Esa que me vuelve loca y que me dice que no lo rete. Porque el sin dudarlo lo hará.

—¿Quieres probar si lo hago o no? —se separa un de mi y se saca la chaqueta, que dobla y acomoda en un mueble.

—¡Alex, ¡no! —retrocedo sin tener mucho lugar a donde escapar.

Lo observo doblarse las mangas de la camisa a la altura de los codos. Coge su copa, le da un sorbo y la deja cera al suelo donde se hace añicos.

—¡Que haces!

—¡Ups! Será mejor que vaya por un recogedor para limpiar este desastre, no te muevas. —me dice sonriendo mientras desaparece escaleras arriba.

Unos minutos después siento sus pasos en las escaleras y el aparece con un recogedor y una escobilla. Se agacha en el suelo y barre cuidadosamente los cristales. Cuando termina, deja el recogedor en una esquina y se pone de pie.

—Vamos a dejar algo claro—me dice aflojándose la corbata de color azul que resalta sus ojos—. Nunca me desafíes, no hay nada que me guste más que un buen desafío. —termina sacándose la corbata y retorciéndola en sus manos.

Da varios pasos en mi dirección y yo retrocedo sin tener donde ir. Choco con la encimera de madera y lo miro fijamente. No puedo apartar la mirada de la corbata en sus manos. Y solo puedo pensar en una cosa. ¿A dónde piensa atarme?

—¡Alex! ¡Que nos van a descubrir!

—He cerrado la puerta en cuanto he bajado, nadie nos va a interrumpir.

Se detiene frente a mí. Levanto la mirada y me pierdo en sus ojos que me miran con picardía. Su mirada se desplaza desde mis labios hacia el escote de mi vestido y después mas abajo. Mi cuerpo cobra vida, los músculos de mi vientre se tensan en anticipación, bajo su escrutadora mirada. No tener idea de lo que va a hacerme hace que la expectación y la ansiedad aumente.

El aire del local se ha vuelto denso, repentinamente estoy sintiendo mucho calor. Y sé que, dentro de unos minutos, esto se convertirá en un infierno. Es el efecto que tiene Alex. Me hace descender al infierno con sus caricias y después me transporta al mismo cielo.

—Manos al frente. — me pide en un susurro ronco que hace que todo mi cuerpo tiemble.

Estiro mis manos al frente, pegando mis muñecas. Alex pasa la corbata varias veces por las muñecas y hace un nudo para fijarlas. Mientras hace todo el proceso no dejo de observar su rostro. Y asombrosamente, todo lo hace sin apartar su mirada de la mía. Es increíble el arte que tiene para hacer estas ataduras sin tener que mirar lo que está realizando.

—Ahora veamos que traes debajo.

Se agacha frente a mí y desliza las manos por mis piernas en un recorrido ascendente subiendo el vestido hasta mi cintura.

Me carga y me sienta en la encimera haciendo que mi ropa interior quede completamente a la vista de su escrutadora mirada. Lo veo morderse el labio inferior e inclinar la cabeza hacia un lado, pensativo.

—Hace tiempo que no te ponías estás. —susurra mientras desliza un dedo por la parte frontal de las bragas delicadas de encaje de color azul, y mi respiración se acelera.

—Me las he puesto para ti, son todas tuyas. —espero que entienda la indirecta.

El me sonríe satisfecho con mi respuesta.

—¿Quieres decir que puedo quedármelas?

—Sí. —respondo jadeante mientras desliza el dedo sobre mi sexo por encima de las bragas.

Y entonces rápidamente sus manos trabajan en la tela y solo siento el crujir del encaje cediendo. Pasa las manos debajo de mis nalgas y saca los trozos de tela de debajo de mi cuerpo. Sonríe satisfecho y los guarda en el bolsillo de su pantalón mientras se inclina hacia mi.

—Ahora dejemos tus manos quietas. —susurra en mi oído.

Estira mis manos por encima de mi cabeza y pasa la corbata por entre los barrotes en forma rombo donde hay varias botellas de vino descansando.

Alex me mira fijamente mientras me sonríe.

—¿Porque te gusta atarme?

—¿Acaso no conoces la respuesta? —pregunta mientras hace un nudo asegurando mis manos para que no se muevan.

—Tengo una ligera noción.

—Atar a alguien y sentir que esa persona está a tu merced hace que te sientas poderoso. ¿Acaso no lo has experimentado? —me dice alejándose un poco de mi para admirar lo que ha hecho.

Y recuerdo cuando lo he tenido atado y a mi merced, ha sido increíble. Me he sentido muy, muy poderosa. He sentido que puedo ser capaz de hacer cualquier cosa con él. Que todo es posible.

—¿Exactamente que vas a hacer conmigo? —le pregunto mientras me remuevo y acomodo mis manos inmóviles sobre mí.

Puedo ver en el rostro de Alex una sonrisa. Mi sonrisa preferida, esa que esconde una travesura.

—Venganza.

—¡Disculpa!

Regresa en mi dirección, sus manos se dirigen hacia mis rodillas, abre mis piernas y se coloca entre ellas. Mueve las manos por mis muslos subiendo el vestido y las aferra a mis nalgas antes de tirar de ellas haciendo que quede sentada en el borde con mis manos tensas.

Y cuando lo veo agacharse frente a mí, sé exactamente cuál es su intensión. Arruga el vestido sobre mi cuerpo y lo aferra con una mano. Sube una de mis piernas sobre su hombro antes de bajar su boca sobre mi sexo.

Jadeo y me estremezco en cuanto su boca comienza a devorarme. Intento controlar los gemidos que escapan de mis labios, pero cuando desliza su lengua por mi clítoris grito audiblemente.

—Has silencio, o todos en la casa van a saber lo que estamos haciendo. —dice haciendo una pausa.

—¡Que se enteren! ¡Pero no te detengas! —le respondo con la respiración acelerada por su asalto.

El solamente me sonríe y vuelve a bajar su adictiva boca sobre mi sexo. Y yo me veo jadeando sin control una vez más.

No creo que me canse nunca de su boca sobre mi cuerpo, pero en especial justo ahí, en mi sexo, dándome tregua, devorándome y exigiéndole a mi cuerpo cada vez más.

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Espero les guste este capítulo.

¿Alguien quiere una venganza de este tipo?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
🐦⭐

Este capitulo está dedicado a YailaAlvarez alli3003

Gracias por su apoyo y por sus comentarios🥰

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