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Capítulo 30

Alex, acaricia mi cuerpo lentamente. Estamos acostados en una cama de alguna habitación a la que me arrastró. No recuerdo exactamente en donde queda del club, solo sé que no salimos por la misma puerta que entramos.

—Eso ha sido muy intenso, nunca había perdió el conocimiento de esa forma. Nunca creí que el sexo pusiese lograr ese estado de estupefacción y de éxtasis. Mucho menos el sexo anal. —le digo perdida en los recientes recuerdos.

—Existe un nombre para lo que hemos experimentado.

—Hemos, ¿tú también? —inquiero con curiosidad.

—Sí. De no ser porque estaba sosteniendo tu cuerpo, me hubiese perdido por completo. Y perder el control de esa forma, no hubiese sido bueno para ninguno de los dos.

—¿Y que evitó que no lo perdieras? —acaricio las siluetas de su tatuaje lentamente mientras siento los latidos de su corazón debajo de mí.

—Pensar en hacerte daño, hizo que aflojara el agarre de mis manos en tu cuerpo y regresara al presente.

—Antes tenías miedo de perder el control, pero esta noche no lo has hecho, ¿qué cambió?

—No lo sé. —responde pensativo.

—¿Cómo te fue con el psicólogo?

Han sucedido tantas cosas últimamente, que he olvidado preguntarle por su cita del sábado en la tarde.

—La cita con el psicólogo estuvo interesante. Puede que haya influenciado en parte en todo lo que sucedió esta noche.

—¿A qué te refieres?

—Me aconsejó que, para tener el control, primero debía estar a punto de perderlo.—alzo mi cabeza sin entender ni una palabra de lo que me dice y lo miro a los ojos.

—Eso es absurdo. —vuelvo a recostarme en su pecho

—Sí, yo tampoco lo entendí. Hasta ahora. Quizás el que te haya confesado mis sentimientos y el percatarme que podía perderte también jugó su papel.

—Deberías consultarlo con él entonces.

—Desde luego que lo haré en nuestra cita del miércoles. Seguro que tiene muchas cosas que decir con respecto a lo sucedido.

—¿Dónde estamos? —le pregunto mientras admiro por primera vez la habitación a mi alrededor.

No parece una habitación de las del club. Más bien parece una habitación de un apartamento.

—En un apartamento que tengo sobre el club.

—¿Cuantas propiedades posees?

—Las necesarias—responde con una sonrisa—. Este solía utilizarlo para quedarme cuando trabajaba hasta tarde en el club. O cuando bebía con los amigos. Pero actualmente, no le veo mucho sentido. Así que estoy pensando en venderlo.

—Y el apartamento donde vivíamos juntos, ¿también lo venderás?

—Ese ya tiene un posible comprador. Estoy intentando ordenar mi vida y creo que este es un buen inicio.

Tiene razón.

—¿Continuarás dando clases?

—No lo sé. —me incorporo en la cama y lo miro a los ojos.

—Entonces lo has pensado. —Alex se sienta en la cama y me pierdo en su mirada.

—Desde que salió la revista, la idea a pasado por mi mente, no te lo voy a negar.

—Entonces tu ex tenía razón en todo lo que dijo.

—No—me toma por ambas manos—. No dejes que Francis, se meta en el medio de lo nuestro.

—Ella dijo que con la fama y con tu regreso al deporte activo cambiarías, que me dejarías a un lado y que solo tendrías tiempo para el deporte y nada más. Que el sexo pasaría a segundo plano. —le digo agachando mi mirada.

—Ella se equivoca en mucho. Primeramente, déjame aclararte algo—me levanta la barbilla con una mano para que lo mire a los ojos—. Como ya te expliqué, mi relación con ella era por conveniencia, no por amor. De ahí que el sexo pasó a segundo plano. Y que no me interesara en lo absoluto nada más que el deporte. Ella hizo lo mismo con su carrera, me abandonó a mi a un lado y se enfocó en crecer como modelo—Alex tira de mi hacia su pecho nuevamente—. Todas esas fotos de revistas en donde posamos como la pareja perfecta. Es solo eso, un guion bien practicado. Tu no eres como ella, no creo que pueda dejarte a un lado, o cambiarte por mi carrera. A ti te amo y nunca, repito, nunca va a haber nada que sea más importante que tú. Siempre serás mi prioridad número uno. 

—¿Y como piensas entrenar si no me haces a un lado?

—Hasta el momento me ha funcionado de maravilla. Aunque no lo creas, desde que te mudaste a mi apartamento yo nunca he dejado de entrenar, siempre lo he hecho, solo que tu estabas trabajando y no me veías. Además, entrenar contigo, tiene sus beneficios.

No lo había pensado de esa forma.

Sonrío levemente recostada a su pecho. Alex me ama y su confesión ha cambiado radicalmente todo entre nosotros.

Alguien me observa desde la distancia, al otro lado de la carretera. Miro en todas direcciones, pero solo estamos nosotros. 

—¿Quién eres? —le grito intentando visualizar su rostro.

Veo como articula una palabra pero no alcanzo a escucharla. Un autobús pasa por delante y desaparece. Cierro los ojos brevemente y cuando los abro, ya no estoy en la carretera. Estoy en una habitación llena de artilugios y a media iluminación. Puedo ver a Alex en un extremo. Está sin camisa y lleva uno short de hacer deporte puestos. Me acerco a él para abrazarlo por detrás y en ese instante se gira hacia mí.

—¿Estás lista? —me pregunta mientras me muestra una soga.

—Lo estoy. —no he sido yo la que ha respondido y Alex pasa de largo por mi lado sin siquiera verme.

Me giro nuevamente. Hay una mujer sentada, desnuda y de espalda a mi en el suelo. Tiene el cabello trenzado y Alex le sonríe. Pestañeo varias veces y ahora estoy en otro lugar. Estoy en mi apartamento, sentada en el sofá mientras como un trozo de pizza. Alguien toca a la puerta.

—Debe ser el chico de la pizza. —responde mi compañera de piso mientras se dirige hacia la puerta para abrir.

—Pero si ya hemos ordenado. —respondo mientras me giro hacia allí.

Y entonces todo cambia nuevamente. Solo puedo visualizar el charco de sangre que cubre el suelo. Retrocedo mientras me cubro la boca y grito. Vuelvo a cerrar los ojos intentando escapar de esta pesadilla.

—¡Lindsey que has hecho! 

Cuando abro los ojos estoy frente a mi oficina, pero en el extremo opuesto de la carretera. Puedo verme a mi misma del otro lado. Giro mi rostro hacia el lado y ella está ahí. Mirando fijamente y susurrando algo. Me acerco a ella. Su mirada continúa en la distancia observándonos a mi y a Alex. Observo lo mismo desde otra perspectiva. Cuando me monto en el auto ella continúa mirando y entonces escucho lo que dice.

—¡Alex!

Todo a mi alrededor desaparece una vez más y regreso a la habitación de antes en donde Alex estaba con la mujer. Esta vez ella está atada con una cuerda y amordazada. Alex le sonríe y yo me acerco hacia ella. Cuando la observo bien, retrocedo impactada por esta revelación. No, no puede ser. Mi corazón late desbocado. Me caigo al suelo y entones Lindsey camina hacia mí. Su cuerpo está demacrado, lleno de morados y la sangre cubre partes de su cuerpo y el brazo donde sostiene un cuchillo ensangrentado.

—Tenías que ser tu.

—¡Esto no es real! —me digo a mi misma mientras intento despertarme.

—Me lo has robado, el tenía que regresar a mi, el me pertenece. El me ama.

Ella llega hasta donde estoy y traza un arco con el cuchillo en dirección a mi cuello mientras yo grito desesperada.

—¡Ahhhh! —me siento en la cama de repente.

Observo todo a mi alrededor. Estoy en la cama de Alex, en su apartamento, nada ha sido real.

—¡Te encuentras bien! —Alex se sienta a mi lado y me sostiene por los hombros—. ¡Lia! ¿Qué ha sucedido?

—Pesadilla—respondo con la respiración acelerada—. Solo ha sido una pesadilla.

Y entonces todo lo que acabo de soñar se organiza de forma lógica en mi mente. Y algo que había pasado por alto antes, cobra sentido.

—Tu ex, Lindsey, era mi compañera de piso.

—¡Que!

—Era quien estaba del otro lado de la carretera observándonos.

—Eso no es posible, ella desapareció hace años de mi vida.

—¿Dónde está mi teléfono? —pregunto mientras miro en todas direcciones.

Alex me lo alcanza y rápidamente busco en las imágenes una fiesta que hicimos unas semanas antes del asesinato. Deslizo el dedo por las imágenes de la fiesta hasta que encuentro la foto que busco en que estamos las dos muy borrachas y sonrientes.

—¿Es esta tu ex? —le pregunto mostrándole la foto.

Alex sostiene el teléfono y mira fijamente la foto por unos segundos antes de dejar caer el teléfono en la cama.

—¡No puede ser! ¡Es imposible!

—¿Que vamos a hacer?

—Debemos informarle a la policía de que ella está en la ciudad. Deben saber que te estaba vigilando y...

—Alex, no creo que me estuviese vigilando a mí, creo que te estaba vigilando a ti. —el me mira frunciendo el ceño.

Y se queda meditando por unos segundos.

—Volvamos a dormir, mañana le informaremos al detective sobre nuestras sospechas.

—Tengo miedo Alex. Tengo miedo de volver a dormirme y que me atormente esa pesadilla una vez más.

—Ven—se acuesta en la cama y tira de mi contra su pecho—. Yo cuidare tu sueño. —me dice mientras acaricia mi cabello suavemente.

Me recuesto contra su cuerpo y dejo que me cuide. El latido de su corazón y su suave respiración hacen que acurruque más contra él. Su olor impregna mis sentidos y comienza a relajarme. Poco a poco el sueño puede conmigo y me quedo dormida entre sus brazos.

El sonido de mi alarma hace que me remueva en la cama. Estiro un brazo hacia la mesita de noche y la apago. Me acomodo nuevamente en la cama y solo entonces me percato que estoy rodeada de calor. Calor por todas partes. Está dormido y aún me abraza de forma protectora. Necesito levantarme para alistarme o llegaré tarde. Alex se remueve a mi lado mientras yo sonrío.

—Aún no, quédate otro rato más. —me pide con voz soñolienta mientras se aferra más a mi cuerpo.

Me giro hacia él y su rostro queda a centímetros del mío. Enredo mis manos en su cuerpo y me pego más a él absorbiendo su calor abrazador.

—Si no me levanto ahora, llegaré tarde y Laura me regañará.

—Mi hermana es un estorbo. —entierra su rostro en mi cuello y yo sonrío.

—¿Has dormido conmigo?

—He cuidado tu sueño. —deja un beso en mi cuello.

—Pero te has quedado dormido a mi lado. —solo entonces aparta su rostro de mi cuello y me mira percatándose de lo que sucedió en realidad.

—No me he dado cuenta que lo he hecho. Estaba tan preocupado por ti, por cuidarte, que no pensé en nada más. ¿Cómo has dormido? —pregunta mientras acaricia mi rostro dulcemente.

—Muy bien. La pesadilla no volvió a atormentarme. Gracias por cuidarme.

—Un placer —responde acercando sus labios a los míos—. Esto tiene sus ventajas.—dice pegándose a mí después de robarme un beso.

—Despertar juntos tiene muchas ventajas como podrás descubrir—respondo seductoramente mientras su erección matutina presiona contra mi vientre—. Una de ellas es el acceso inmediato a mi cuerpo. —respondo con una sonrisa.

—Puedo verlo—me responde mientras me sonríe perversamente—. Pero como tenemos el tiempo justo, y no quiero que llegues tarde, aceleraré el proceso. —me dice mientras se mueve rápidamente y entierra su cabeza entre mis piernas.

¡Mierda!

Alex no me da tiempo a nada, mantiene mis piernas abiertas para tener mejor acceso y devorarme como solo él sabe hacerlo. De una forma urgente y salvaje que muy rápido hace que mi cuerpo empiece a convulsionar. Y entonces se separa de mi cuerpo, baja de la cama y tira de mis piernas hasta el borde. Y entonces me gira haciéndome quedar a gatas. Y de una sola ves se introduce en mi interior. Grito de puro placer. Me sostiene por las caderas mientras arremete contra mi cuerpo. Apoyo la cabeza en la cama e impulso mis caderas hacia su encuentro. Sentir su dureza y calor hace que rápidamente mis paredes se aprieten a su alrededor y en apenas unos segundos me veo cayendo al precipicio y el siguiéndome mientras grita mi nombre.

Alex se deja caer sobre mi cuerpo mientras se acompasa su respiración y deja besos en mi espalda desnuda.

—Creo que acabas de imponer un nuevo récord. —susurro mientras el sonríe contra mi espalda.

—¿Orgasmo en menos de un minuto?

—Exactamente.

Alex sale de mi interior, me gira y se acomoda sobre mi cuerpo dejando su rostro pegado al mío.

— Voy preparando el desayuno, ve duchándote y después lo haré yo, así no tenemos que romper otro récord en el día.

—¿Otro récord?

—Uno de velocidad al llevarte hacia el trabajo—me responde con una sonrisa mientras me roba un beso—. Te espero en la cocina. —me roba otro beso y desaparece.

Me quedo unos segundos acostada en la cama viendo solamente el techo. Sonrío como una idiota. Alex me ama y ha dormido anoche conmigo. Soy una mujer feliz. Y con ese pensamiento me dirijo hacia la ducha.

Como tenemos tiempo suficiente, pasamos por la estación y hablamos con el detective que atiende el caso. Le ha recomendado que por el momento no regrese a mi apartamento, que busque otro lugar donde quedarme, uno que ella no conozca. Y también que pondrá una patrulla vigilando el apartamento, por si decide regresar por ahí. 

Alex está sonriente desde que abandonamos la estación. Claro, eso es exactamente lo que el quería. Tenerme en su apartamento 24/7. Y por el momento lo ha conseguido.

Me despido de él con un beso, que me hace tener que retocarme el maquillaje, y entro hacia la oficina con una sonrisa post orgásmica en el rostro y cargando los café de cada mañana.

—Alguien ha tenido una buena noche. —me dice Beth mientras me acompaña por el pasillo hacia mi oficina.

—No lo voy a negar—le respondo feliz. Pero de repente recuerdo lo que me dijo el detective y comienzo a preocuparme—. Beth, debes buscar donde quedarte por unos días, no podemos regresar al apartamento.

—¿Sucedió algo?

—Te lo contaré todo en el almuerzo.

—De acuerdo. Laura preguntó por ti en cuanto llegó.

—Voy enseguida.

Dejo mi bolso en la oficina y reanudo mi camino hacia la oficina de Laura. Toco antes de entrar y ella me recibe con una sonrisa.

—Buenos días, Lia. —me dice en cuanto me ve aparecer por la puerta.

—Buenos días, Laura, ¿todo bien?

—Todo estupendo. Pero debemos hablar— esa frase no trae nada bueno y al instante comienzo a preocuparme—. No debes preocuparte, no es nada malo, por el contrario, son buenas noticias para ti.

Me siento frente a su escritorio, cruzo mis piernas y espero a que ella comience a hablar.

—Desde que salió la entrevista de Alex en la revista Men Fitness, no hemos dejado de recibir llamadas de otras revistas interesadas en hablar con su agente para entrevistarlo. Además, que hemos recibido otras muchas más de organizadores de combates porque quieren que el Lobo Gris regrese a competir por el cinturón.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?

—Pues que en todas estas llamadas que he recibido, han preguntado quien fue la que hizo que el Lobo Gris diera una entrevista y se estuviera planteando su regreso, y tu nombre ha salido a relucir. Hiciste un excelente trabajo con las entrevistas Lia, y sé que eres capaz de mucho más que solo de ser mi asistente. Así que te voy a dar un ascenso.

—¡Ascenso! —¿acaso hay un puesto más arriba de asistente personal?

—Si lo deseas desde luego. Te gustaría ser la Agente Publicitaria de Alex.

—¡Yo! —no me imagino en un puesto tan importante como ese.

Cuando comencé como asistente de Laura, ese era un sueño imposible de alcanzar y que siempre quise poder lograr algún día. Ser la agente de algún artista, modelo o escritor. Ni remotamente jamás imaginé que ese día llegaría a solo un año de comenzar a trabajar aquí. Y ahora Laura me ofrece que lo sea, y nada más y nada menos que de Alex.

—Pensaba que Alex tenía un agente.

—Desde luego que lo tenía, pero me pidió que no lo hiciera más. Que no iba a regresar nunca más al deporte.

—¡¿Eras su agente?! —esto no me lo esperaba.

—Desde luego y no creo que haya nadie mejor que tu para ocupar mi lugar.

—¿Ocupar tu lugar? —pregunto frunciendo el ceño.

Laura se me queda mirando fijamente muy seria. Creo que ahora no está hablando solamente de ser la agente de Alex, ¿o me equivoco?

—Todo este tiempo que llevas conmigo. Te he estado preparando para que ocupes mi lugar.

Abro los ojos de par en par y creo que me he quedado con la boca abierta de la impresión. Esto no me lo esperaba ni en mi mejor sueño.

—¡Sustituirte! —exclamo impactada por este giro en la conversación.

—Sé que puede sonar como algo repentino, pero dentro de un tiempo no podré trabajar y alguien tendrá que ocupar mi lugar.

—¿Te sucede algo? ¿Qué es? —pregunto preocupada.

Laura simplemente me sonríe con cariño.

—Estoy embarazada.

—¡Embarazada! —pensé que Laura no tenía pareja y por eso siempre tenía el carácter que tenía. Pero me equivoqué, creo—¡Felicidades!

—Gracias. Te voy a pedir que no le comentes nada a Alex, quiero hacerlo yo. Pero primero debo contárselo al padre.

—No lo haré—le sonrío con cariño—. ¿Debo responderte ahora sobre el ascenso?

—Puedes pensarlo, pero necesitare tu respuesta dentro de veinticuatro horas. Alex no puede estar mucho más tiempo sin un agente, hay muchas cosas que organizar.

—De acuerdo, lo pensaré y te daré una respuesta mañana.

—Muy bien, puedes regresar a tu oficina, si te necesito te llamaré—me levanto y camino hacia la puerta—. Una última cosa, Lia—me giro hacia ella expectante—. No más café por ahora.

—Muy bien. —le respondo con una sonrisa mientras abandono su oficina.

Me dejo caer en mi silla y al instante mi teléfono comienza a sonar. Sonrío mientras miro el nombre de Alex en la pantalla. Cojo el celular y le respondo.

—Ya te extraño.—me dice en cuanto atiendo la llamada

—Deberíamos trabajar juntos, así no me extrañarías tanto. —le digo con una enorme sonrisa en mi rostro.

—No me tientes a pedirle un puesto a mi hermana ahí, porque lo haría.

—Por el momento, no creo que sea necesario. Yo también te extraño.

—¿Almorzamos juntos?

—He quedado con Beth.

—De acuerdo, te recojo para la clase entonces. No olvides que te amo. —escucharlo decir esas palabras hace que mi corazón palpite de amor.

—Y yo a ti, pero siempre me lo puedes recordar.

—Cada segundo de mi vida a tu lado si es preciso. Nos vemos en la tarde. —y termina la llamada.

Sus ultimas palabras se quedan en mi mente el día entero. No sé si yo las malinterpreté o que. Pero solo hacen que mi estómago esté el día entero echo nudos.

 En el almuerzo pongo a Beth al tanto de todo lo acontecido con la psicópata exnovia de Alex que anda suelta y que nos estaba vigilando. Ella inmediatamente llama a Liam para quedarse con él. Y después le cuento todo lo acontecido con Alex y con el que me confesara sus sentimientos.

Cuando regresamos de almorzar nos despedimos con un fuerte abrazo mientras yo me voy hacia mi oficina y allí me encierro toda la tarde ajustando la agenda de Laura.

Para cuando llega la hora de que Alex me recoja, no estoy mejor. Estoy ansiosa por dos motivos. El primero, es la inesperada propuesta de ascenso. Y el segundo, Alex me va a proponer matrimonio, o eso creo.

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Espero les guste este capítulo.

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Este capitulo está dedicado a  alli3003 JhoaPq5

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