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Capítulo 26

Se limpia las lágrimas de su rostro y después vuelve a alzar la vista.

—Lindsey nunca logró superar la pérdida de nuestro hijo. A medida que pasaban los días comenzó a actuar extraño. A veces la encontraba acariciándose el vientre y hablando sola. Nunca más dejó que la tocara nuevamente. Le pedí que acudiera a un especialista y se tratara. La diagnosticaron con trastorno psicológico y altamente peligrosa. Según los doctores el tiempo que estuvo sin inconsciente, durante el shibari, además del trauma sufrido, quedaría permanentemente en ella. Habría días que estaría mejor que otros, pero que con el tiempo solo iba a empeorar y necesitaría eventualmente medicación. Conversé con ella en uno de esos momentos de lucidez y ella aceptó internarse para estar controlada y tratarse. Iba a visitarla una vez por semana, excepto cuando los médicos me decían que no podía recibir visitas por su estado agresivo. Y entonces un día recibí una llamada, se había escapado. De eso han pasado más de diez años y nunca más he vuelto a saber de ella. Lo más probable es que haya muerto, sola y sin nadie que se ocupara de ella.

—¿Y tú? ¿Has logrado superarlo? —le pregunto en voz baja y temo que no me va a gustar mucho la respuesta que voy a recibir.

—No, no lo he hecho. No creo que nunca pueda superar el haber perdido a mi hijo. Fue mi culpa por haber sido tan brusco con Lindsey y por no haberme percatado que la humedad entre sus piernas no era normal. Eso me perseguirá toda la vida.

Me bajo del sofá y me siento frente a él en el suelo.

—No puedes cargar con la culpa de la muerte de tu hijo, ella en parte también la tuvo al no darse cuenta que algo iba mal.

—Puede ser. Pero yo fui el que terminó con todo, el que la llenó de moratones y con mi brusquedad terminé por matar a mi hijo.

—Eso en realidad lo provocó ella. Ella es la que debió de haberte detenido y no lo hizo. Ella es la que tiene toda la culpa, no tu. Si ella te hubiese dicho que algo iba mal, se que tu te hubieses detenido, ¿no es así?

—Pensaba que sus gritos eran de placer, no de dolor y por eso continuamos, ella en ningún momento detuvo lo que estábamos haciendo.

—Entonces tu no eres el culpable. Así que deja de culparte por algo que ya no puedes cambiar. Sí, es muy difícil perder a un hijo, mucho más uno que aún no había nacido. Pero no puedes seguir viviendo ahogándote en la culpa de algo que no fue tu responsabilidad completamente. Debes sobreponerte de una vez por todas y tratar de recomenzar tu vida. Lo mejor es no volver a cometer los mismos errores y aprender de ellos.

Alex se me queda mirando fijamente.

—Después de eso nunca más tuve ninguna relación seria. Me dije a mi mismo que nunca más me volvería a enamorar. No podía cometer ese error nuevamente y hacerle daño a la persona que le entregase mi corazón. Y ya conoces el resto, mi matrimonio con Francis no fue por amor, fue por mutuo acuerdo. Follábamos desde luego, pero eso era lo único que teníamos en común entre ambos. El deseo primitivo que nos consumía. Nada más.

—¿Le has contado esto a alguien más?

—Eres la primera y única persona que conoce la historia de Adam. Si, ese era el nombre que iba a tener mi hijo.

—Debes hablar esto con alguien más Alex, necesitas contarlo para que puedan ayudarte.

—No sabes lo difícil que ha sido para mi contarte todo esto. El solo hecho de recordarlo hace que mi corazón se retuerza de dolor y sufrimiento. —me confiesa mientras apoya las manos en mis muslos.

—No puedes guardar tanto dolor dentro de ti, eso no es bueno. Las personas necesitan compartir el dolor con alguien más así este es más llevadero. —le digo mientras acaricio sus mejillas y alzo su rostro. —Debes contarle todo al psicólogo, así el podrá ayudarte.

—Sé que debo hacerlo para poder tener una relación normal contigo, necesito hacerlo, no quiero perderte, no otra vez. No puedo perder a la persona que me ha hecho experimentar el mejor orgasmo de mi vida.

¿Yo escuché bien? ¿Acaso ahora estamos hablando de sexo?

—¡El mejor orgasmo de tu vida! —inquiero con asombro.

Nunca imaginé que su mejor orgasmo lo hubiese experimentado conmigo. Apenas y tengo conocimientos en cuanto a sexo, y el es todo un experto en la materia.

—No sé porque te asombras, lo del yacuzzi estuvo intenso, muy intenso. Nunca imaginé que cederte el control de esa forma me haría sentir extasiado.

—¿Porque no dijiste nada en ese momento?

—Estaba abrumado por el momento, nunca en mi vida había sentido algo tan intenso como lo que me hiciste sentir y eso me asusto un poco. En parte porque no estaba seguro de cuales eran mis sentimientos por ti.

—¿Algún día lo estarás? —le pregunto en voz baja, pero sé cual va a ser su respuesta después de todo lo que me ha contado.

—Después de la conversación que tuve hoy con Daniel, creo que tengo la idea mucho más clara. —me responde con una leve sonrisa.

Se inclina hacia un costado, coge una caja que hay en la mesa del centro y me la entrega.

—Espero que me perdones por ser un imbécil. —me dice mientras yo me quedo mirando la caja envuelta con una cinta.

Me coloco la caja sobre las piernas y desato la cinta. Dentro hay una elegante y hermosa rosa negra. Abro la caja y saco la rosa de su interior. La acaricio y sus pétalos se sienten como terciopelo.

—Vas a necesitar algo más que una rosa para que te perdone por todo lo que me has hecho.

Me quedo expectante esperando una respuesta. Mi corazón late rápidamente en mi pecho mientras lo miro fijamente y me pierdo en su mirada azul intensa.

—Te amo Lia y darme cuenta de ello ha hecho que tenga miedo. Miedo de volver a cometer los mismos errores y hacer algo que no debo. Pero sé que no confesarte lo que siento por ti, ha sido el error más grande que he cometido. No quería confesaste lo que sentía hasta saber la profundidad de mis sentimientos. Si era solo conexión sexual, química, atracción, amistad, cariño. Ya sé que mis sentimientos por ti van mucho más allá. Son tan intensos que darme cuenta de ellos hace que mi corazón palpite desesperado en mi pecho. Darme cuenta de lo que siento por ti, hace que mi vida se ilumine y adquiera tonos de color que antes no veía. Tú le das brillo y alegría a mi vida. Y no quiero que estés alejada de mí. La distancia hace que mis sentimientos se intensifiquen. Me prometí no enamorarme nuevamente y darme cuenta de que lo estoy ha sido algo inesperado para mí. Discúlpame si me he demorado en confesártelo, pero es que no quería crearte falsas ilusiones con sentimientos desconocidos y a los cuales no podía ponerles nombre aún.

Las lágrimas corren de mis ojos ante su confesión de amor. Esto es lo más romántico y hermoso que me han dicho en mi vida.

—¿Por qué lloras? ¿He dicho algo que no te ha gustado? ¡Mierda! Sabía que no debía hacerlo...—lo interrumpo abrazándome de su cuerpo antes de que se exaspere aún más.

—No has dicho nada malo, has dicho todo lo que he deseaba escuchar durante mucho tiempo y más. Yo también te amo Alex, y tus palabras han sido muy hermosas. Gracias por corresponder mis sentimientos. —me aferro aún más a él.

Soy feliz en estos momentos. Soy la mujer más feliz de la tierra y nada ni nadie me lo va a arrebatar.

—¿Deberíamos reconciliarnos? —pregunta mientras yo río contra su pecho.

—No sabía que necesitabas un motivo para tener sexo. —le respondo separándome de su pecho y mirándolo a los ojos fijamente.

—Y no lo necesito, pero he escuchado que el sexo de reconciliación, en particular, es el más intenso. —me dice mientras acerca su rostro peligrosamente al mío.

—No creo que eso se aplique a ti. —le respondo con una sonrisa. —Contigo el sexo es intenso en cualquier lugar que se desarrolle.

—Entonces no te molesta si te tomo sobre la alfombra justo ahora, ¿cierto?

—Soy toda tuya.

Alex une sus labios a los míos. Después de varios días sin sexo, debo decir que la ropa nos duró bastante tiempo. Apenas cinco minutos después de que nuestras bocas se tocaran, ya Alex ha desabrochado mi vestido, lo saca por encima de mi cabeza y arroja sobre el sofá. Su camisa ha sufrido el mismo destino y se encuentra sobre la mesa del centro. Se deshace rápidamente de sus zapatos lanzándolos por la habitación y se saca los pantalones a una velocidad increíblemente rápida.

—No sabía que eras tan rápido desnudándote. —comento mientras no puedo evitar reír.

—Soy aún más rápido haciéndote llegar al orgasmo. —me responde mientras comienza a dejar besos en mi vientre. —Y te lo pienso demostrar, para que no queden dudas. —me dice mientras llega a mi sexo.

—Nunca he dudado de tus habilidades sexuales. —le digo con la respiración acelerada.

—Y no creo que comiences a hacerlo ahora. —me responde antes de tirar rápidamente de mi ropa interior de encaje negro y destrozarla.

Se deshace de los trozos de tela y su boca viene rápidamente sobre mi sexo. Pero se detiene justo ahí. Puedo sentir su respiración sobre mi clítoris y esto solo hace que me ponga más ansiosa.

—¿Sucede algo? —le pregunto al ver que el no se mueve ni siquiera me toca.

—¿Ya te conoces a ti misma? —me pregunta de repente.

Me incorporo sobre los codos para mirarlo mientras le respondo.

—No creo que necesite conocerme más, me conozco lo suficiente como para saber que solo te necesito a ti.

Alex me sonríe perversamente.

—Qué te parece una última lección. —en realidad no creo que esta sea la última, Alex siempre tiene algo que enseñarme en cuanto a sexo se refiere.

—De acuerdo. —acepto.

—Pero esta lección, deberás dármela tu a mí. —me dice haciendo que yo me incorpore de repente.

—¿Yo a ti?

—Si. Necesito que me enseñes como amarte. Necesito aprender a hacer el amor. Eso es algo que nunca he sabido hacer y creo que tu debes ser toda una experta en la materia de hacer el amor lento y sensual.

—Creo haberte dicho que no te iba lo de lento y sensual. —le recuerdo mientras él me sonríe de medio lado.

—Siento que es algo que necesito aprender, para poder controlar mi cuerpo y lo que hago con él.

—Hum. Entonces, quieres que te muestre como es el sexo sin ser rudo, sin atar, sin vendar, sin poseerme.

—Exactamente. Creo que cambiaría el significado de la palabra completamente. Ya no estaríamos solo follando. Y eso es exactamente lo que deseo.

Esto si es intenso. ¿Acaso el tiene idea de lo que está diciendo?

—No estás borracho, ¿cierto?

—Estoy bien cuerdo.

—Sabes que para eso tienes que tener plena confianza en mí, ceder el control o compartirlo, escuchar el cuerpo de la otra persona y solo hacer lo que esa persona te pida.

—Lo sé. Te dejaré llevar el ritmo del sexo. Si deseas lento, lo haremos lento, si deseas más fuerte, así lo tendrás. Haremos todo lo que tu digas, como lo digas, donde lo digas.

Esto suena interesante, pero no precisamente para ponerlo en práctica en la alfombra. Así que me pongo de pie y comienzo a caminar, con mis tacones aun puestos, rumbo a la habitación.

—Que estás esperando. —le grito sin mirar atrás.

Puedo sentir como se levanta y corre hasta alcanzarme. Me detengo en el centro de la habitación y me giro hacia él. Esta completamente desnudo. Su impresionante erección palpita y clama por atención. Me siento en el borde de la cama y levanto una pierna hacia él.

—Comienza por deshacerte de mis tacones. —le pido con una sonrisa.

Alex se acerca, toma mi pierna y deshace las correas mientras me acaricia el tobillo a su paso. Mientras retira el zapato, dirige sus labios hacia el empeine de mi pie y comienza a besarlo. El contacto manda una descarga eléctrica por todo mi cuerpo hasta mi sexo palpitante. Sus labios ascienden por mi pierna hasta llegar a la rodilla. Baja mi pierna hasta el suelo y repite el mismo procedimiento con la otra. Veo que aprende rápidamente.

Me arrastro hasta el centro de la cama y le hago señas para que me acompañe. Sube sobre la cama y lo empujo hasta que queda acostado. Me acurruco contra su cuerpo y dirijo mi mano hacia su miembro.

—¿Alguna vez hiciste arrumacos? —inquiero con curiosidad.

Esto es algo que todos hicimos en nuestra adolescencia, en nuestros inicios de exploración sexual.

—Nunca fui de hacer arrumacos, me gustaba ir directo al asunto en cuestión.

—Hoy vas a aprender a hacer arrumacos. —le respondo con una sonrisa mientras sostengo su miembro en mi mano y comienzo a acariciarlo lentamente.

Pero el no mueve sus manos de donde están, así que con mi mano libre tomo una de las suyas y la dirijo hacia mi sexo.

—Ahí es donde debe estar. Sé que me dijiste que no te gustaba que te hiciera esto porque perdías el control cuando te tocaba, pero adivina que, yo también me vuelvo loca cuando lo haces y he aprendido a controlarme. Así que comienza a practicar. —le digo mientras muevo mi mano arriba y abajo por toda su extensión.

—¿Sabes lo que significa regalar una rosa negra? —me pregunta mientras acaricia mi cuerpo desnudo y sudoroso después de ponernos al día durante varias horas.

—No lo sé, pero imagino que me lo vas a contar.

—Significa que amas a la persona de la forma mas pura y entregada posible. Significa amor eterno y verdadero. Representa seguridad, confianza y equilibro emocional. Significa que eres mía por siempre.

—Tiene un significado muy profundo. ¿Dónde aprendiste eso?

—Alguien me lo contó mientras me traía hasta aquí.

—¿La misma persona que te aconsejó que confesaras tus sentimientos? —inquiero curiosa.

—Creo que debo agradecerle mucho por su ayuda, no solo por ayudarme a entender mis sentimientos, también por ayudarme con la mano.

—Me imagino que sí. —le respondo con una sonrisa.

—Por cierto, como regresaste hasta aquí. Perdóname, ni siquiera me percaté que no tenías como regresar. —me dice en tono suplicante.

—Olvidemos lo sucedido, además que con lo que acabas de hacerme con tu boca, creo que olvidé porque habíamos discutido. —le respondo mientras reímos a carcajadas.

—¿Cómo regresaste?

—Esto te va a parecer gracioso, pero Kate, la esposa de quien te ayudó fue la que me trajo.

—¡De veras! —responde asombrado.

—Sí, estuvimos conversando bastante y me ayudó a entenderte mejor.

—¿Acaso ella me conoce?

—No, pero a su esposo si, y por lo que hablamos su esposo y tu se parecen mucho. —sobre todo en lo de negar los sentimientos.

—Sí, creo que de eso me percaté mientras conversábamos en el bar.

—¿Bar? —inquiero mientras lo miro alzando una ceja.

—Necesitaba esos dos tragos y también desahogarme con alguien.

—Hablar te ayudó. —le confirmo.

—Sí. —susurra mientras acaricia mi cabello lentamente.

—Creo que debemos agradecerles a ambos.

—Sí. Y sé exactamente como agradecerles por todo lo que hicieron por nosotros.

—¿Me contarás lo que estas planeando?

—Ya lo sabrás en su momento, primero debo hacer unas llamadas para preparar todo.
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Espero les guste este capítulo.

¿Que les pareció la historia de Alex?
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Este capitulo está dedicado AnaReyes507 isaestetic

Espero disfruten de la historia y de este capítulo.🥰

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