Capítulo 1
Está es la continuación de Lenta Seducción si aún no la has leído lee esa primero antes de comenzar con esta historia.
Espero les guste la historia y me dejen sus votos y comentarios en los capítulos, pues me gusta interactuar con mis lectores. Espero disfruten este capítulo.
No entiendo nada de lo que sucede. Es como si todo transcurriese en cámara lenta. Miro estupefacta el armario completamente vacío mientras el tiempo comienza a transcurrir. Los segundos pasan y se convierten en minutos. No sé porque tiempo me quedo allí tratando de asimilarlo todo. Parpadeo varias veces tratando de mágicamente despertar del sueño en el que me encuentro sumida. Porque esto debe ser un sueño. No puede ser la realidad.
Pero mientras más tiempo estoy allí sentada, la realidad comienza a sentirse más pesada sobre mí.
¿Cuándo sucedió todo esto?
¿Se marchó mientras yo dormía?
¿O lo hizo antes de yo regresar anoche?
Vuelvo a fijar la vista en el armario. No hay ni una sola pieza de ropa colgando en él. Me levanto y comienzo a abrir las gavetas. Todas están vacías.
Me levanto de su cama y salgo casi corriendo a mi habitación. Busco desesperadamente mi teléfono y marco su número.
"El número que usted llama está fuera de servicio"
Aún sin poderlo creer, vuelvo a marcar su número, una y otra y otra vez. Pero me sale el mismo mensaje de voz.
¿Qué sucedió?
¿Por qué se marchó de repente?
Salgo hacia la cocina a preparar el desayuno. No hay ni rastros de él en la cocina. Extraño sus breves mensajes y que el desayuno estuviese listo, aun cuando yo me había comprometido en prepararlo, él siempre lo dejaba listo.
Sin muchas ganas me preparo él desayuno. Y después picoteo lo que he preparado. He perdido el apetito.
Paso el resto del día en el sofá, haciendo zapping en los canales, buscando algo que me haga olvidar que Alex se marchó. Tengo al menos la esperanza de verlo en la clase de Kick boxing de esta tarde. Así que pacientemente y ansiosamente espero ese momento.
Salgo hacia el gimnasio con tiempo suficiente. No ha llegado nadie aún, así que me siento en un banco mientras espero. La ansiedad me está matando. Cuando mis compañeros comienzan a llegar, empiezo a ponerme las vendas. Y entonces el entra. No me mira, pero no puedo apartar mi mirada de él.
Lleva la camiseta negra ajustada y una bolsa colgando del hombro que deja caer al suelo con un estruendo. Saca sus vendas y comienza a alistarse para la clase. Decido levantarme y enfrentarlo. Camino con paso decidido en su dirección y me detengo de repente cuando veo a una de mis compañeras de clase junto a él.
No escucho lo que le dice, pero el le sonríe y asiente con la cabeza mientras le toca el antebrazo. ¿Qué sucede aquí?
Continúo caminando y me detengo junto a él. Aparta la mirada de mi compañera y me mira fijamente, ahora frunciendo el ceño.
—¿Necesitas algo Lia?
—Disculpe profesor, necesito hablar con usted un momento. —le digo mientras miro con mala cara a mi compañera de clase de la cual no recuerdo el nombre Gia, Mia, no sé.
—¿Algún problema para participar en la clase? —inquiere ahora levantando una ceja.
—No, es un asunto personal que...
—No me interesan los asuntos personales de mis alumnos, por favor tome sitio para comenzar. —me dice fríamente mientras se aparta de mí.
Me he quedado con la boca abierta. No me esperaba esta respuesta. Este no es el Alex que yo conozco. ¿Por qué me está tratando así? ¿Porque es tan frío y distante conmigo?
—¡Listos para comenzar! —grita mientras todos comienzan a tomar posiciones.
Retrocedo hasta el final de la clase. No creo que pueda estar al frente después de su trato tan frío conmigo. Hago el calentamiento mecánicamente. Mi mente está en otra parte, no estoy prestando atención a nada de lo que hago.
—¡Lia! —siento su grito haciendo que detenga lo que hago.
Miro hacia el frente. El calentamiento ha terminado.
—Coge tus guantes. —me dice mientras lo veo buscando en su bolsa.
Voy por los míos y comienzo a ponérmelos mientras camino en su dirección. Hoy no ha cogido las almohadillas, tiene sus guantes puestos también. Y comienzo a asustarme.
—Como eres la que más tiempo lleva practicando el deporte, vamos a hacer una demostración. —me dice terminando de ajustarse sus guantes.
—¿Una demostración? —esto no me lo esperaba.
—¿Alguna vez has peleado con alguien? —me pregunta mientras me quedo de piedra.
—¡No! —exclamo asustada.
Una cosa es practicar con las almohadillas y otra muy diferente es pelear contra otra persona.
—Pues hoy lo harás. Quiero que me demuestres tus conocimientos.
Camina hacia el centro de la clase. Veo como todos hacen un círculo alrededor de nosotros a la espera. Mientras lo observo no dejo de pensar en la noche anterior. Tengo tantas cosas que preguntarle y él no quiere hablar conmigo.
¿Qué hice para que me trate así?
Y entonces la realidad me golpea. Se marchó por lo sucedido anoche. Lo que me hace preguntarme. ¿Él me estaba observando? Y mucho peor aún. ¿Cuánto tiempo lo estuvo haciendo?
—¿Lista? —pregunta mientras alzo la guardia.
Asiento con la cabeza. Alex comienza a hacer movimientos y yo hago lo mismo. No bajo la guardia. Estoy a la espera de su ataque. Pero el no lo hace. Está esperando que yo haga el primer movimiento.
Doy un paso al frente y le lanzo el primer golpe, el cual esquiva diestramente. Retrocedo y vuelvo a la carga ahora con un doble combo. Ambos golpes terminan en los antebrazos que cubren su rostro.
—Buena combinación. —me dice bajando los puños.
Tengo que hablar con él de alguna forma. Pero como lo hago.
No me pierdo ni un movimiento de los que hace. Observo sus piernas moviéndose, sus brazos, su mirada. y rápidamente me cubro cuando me ataca con un doble golpe.
—Debes mover más tus piernas Lia. —me señala las piernas mientras baja la guardia por un momento.
Decido tratar de tomarlo por sorpresa y le lanzo una serie de golpes seguidos de una patada.
—Muy bien. Hazlo de nuevo. —me pide mientras yo vuelvo a atacarlo.
Esta vez con más fuerza. Estoy enojada con él por haber desaparecido anoche. Por no haberme detenido de cometer una estupidez. Y también estoy enojada con él por haberse marchado del apartamento sin decirme nada. Ni siquiera sé en que terminó nuestro extraño acuerdo, o si terminó.
Alex me devuelve los golpes a los cuales esquivo o bloqueo evitando que sus golpes lleguen a mi rostro.
—Muy bien, pero necesitas más velocidad con esos reflejos.
—¿Ya terminó con las lecciones profesor? —le pregunto después de otra serie de golpes que me dejan respirando agitadamente.
Alex me mira fijamente. Sabe exactamente a que lecciones me refiero. Y no son precisamente a las de Kick Boxing.
—No creo que necesites muchas lecciones más Lia, solo practicar lo aprendido hasta el momento. —me dice mientras viene en mi dirección lanzando combinaciones.
—No me gusta practicar con otras personas. —le contesto devolviéndole los golpes fuertemente y casi lo golpeo en el rostro.
—Pues veo que lo haces muy bien, para ser la primera vez.
Viene nuevamente al ataque. Esquivo sus golpes y le devuelvo otros mientras danzamos por todo el salón. No le presto atención a nada que no sean su golpes o patadas.
—Si no hubieses insistido en esa lección en particular, no estaríamos en esta situación. —le grito furiosa.
Ni siquiera soy consciente si mis compañeros están pendientes de nuestra conversación. O si entienden de que estamos hablando.
—Si no hubieses querido tomar lecciones, nada de esto hubiese sucedido. —me responde furioso mientras viene nuevamente al ataque.
—No puedo estar indefensa toda mi vida. —le contesto cubriendo sus golpes.
—Había otras formas de aprender a defenderte. —se me queda mirando.
—Dame otra oportunidad. —le pido jadeante.
—No repito las lecciones que doy. —me le quedo mirando estupefacta y enfadada.
—Pensé que eras diferente, pero al final eres igual que el resto. ¡Eres un imbécil también! —le grito mientras lo ataco con verdadera furia. Le lanzo combinaciones y una patada a su pierna derecha que hace que se queje por un momento y sin siquiera intentarlo o percatarme le doy un gancho en el mentón que hace que se tambalee hacia atrás varios pasos cojeando.
¡Mierda! ¿Qué acabo de hacer?
Acabo de darle un puñetazo en la cara frente a toda la clase. Alex me mira furioso. Y yo lo estoy aún más que él. Cuando pensé que había encontrado a alguien perfecto, resulta que me he vuelto a equivocar. Doy varios pasos hacia atrás y decido que es suficiente de Kick boxing por una temporada. Doy media vuelta, me quito los guantes y los echo en mi bolsa mientras sin mirar atrás me marcho de allí.
Las lágrimas comienzan a caer de mis ojos mientras salgo del gimnasio. No sé que esperaba que sucediese. Su reacción y trato frío hacia mí, me lo confirmaba. El me había visto anoche mientras me besaba con el extraño. Y seguro que vio cuando me marché con él y se está imaginando en que terminó la noche. Pero el no sabe que no sucedió nada más porque yo no podía dejar de pensar en él. Sí, lo besé. Puede que el alcohol haya nublado algo mis sentidos, pero entré en razón en el momento justo antes de cometer la mayor idiotez de mi vida.
Entro al apartamento y me dejo caer en la cama mientras lanzo la bolsa furiosa a un lado de la habitación.
¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota!
Porque pensé que esto podía salir bien. Porque se me ocurrió pensar que nuestro extraño acuerdo iba a terminar bien. Que esta ultima lección iba a salir bien. Pero me equivoqué. Debí haberme rehusado. No debí ir al club anoche. Debí terminar el estúpido acuerdo y confesarle lo que me hacía sentir.
Mi teléfono comienza a sonar. Es un número desconocido. Me limpio las lágrimas de los ojos con la esperanza que sea él quien llama.
—Si.
—Señorita Adams, la llamamos para informarle que ya puede regresar a su apartamento. Hemos terminado con la investigación
—¿Ya atraparon a Lindsey?
—Aún no.
—¿Y si regresa al apartamento?
—Hemos cambiado la cerradura. Puede pasar por la estación a recoger las llaves.
—Gracias. —le digo mientras cuelgo.
Eso me recuerda que debo recoger mi auto en el club. Mientras me siento en la cama, las escenas de nuestros encuentros vienen a mi mente. Creo que debo marcharme. Si quiero olvidarme de él, necesito estar en un sitio donde no tenga recuerdos suyos. Marco el número de Beth. Pero ella no me responde, así que le dejo un mensaje.
Cojo una bolsa y echo las cosas que compré y las que recuperé de mi apartamento. Las pongo sobre la cama y me marcho del apartamento con una idea fija en mi mente.
Son las 9:30 pm. No he tardado tanto después de todo. Entro al apartamento y paso por la habitación de mi antigua compañera. Está completamente vacía, no hay absolutamente nada ahí. Es como si ella nunca hubiese existido.
Dejé las llaves del apartamento de Alex en la recepción junto a un mensaje para Beth. Por si desea recuperar sus antiguas cosas. Sé que ella me las regaló, pero no creo que las necesite más.
Me dirijo a mi habitación y abro el armario. Toda mi ropa está ahí. Perfectamente acomodada. Miro el pequeño cuarto. Al menos aquí los recuerdos no me atormentarán. Me dejo caer en la cama y me abrazo a la almohada cuando alguien toca a la puerta. No tengo idea de quien es. Y por un momento tengo miedo de que sea Lindsey. Camino temerosa hacia la puerta y echo un vistazo por la mirilla a ver quién es.
Es Beth.
Abro rápidamente la puerta y me encuentro con su cara surcada por lágrimas. A sus pies varias maletas.
—¿Qué haces aquí a esta hora? ¿Qué sucedió? —le pregunto preocupada.
—Necesito donde quedarme. —me dice entre lágrimas mientras yo le abro la puerta rápidamente.
Beth pasa y la ayudo con sus maletas cerrando la puerta detrás de nosotras. Se deja caer en el sofá y yo me siento a su lado.
—¿Qué sucedió?
—Liam y yo nos hemos peleado. —me dice entre sollozos.
—No es la primera vez que se pelan Beth, y siempre regresan.
—Esta vez no.
—¿Porque se pelearon?
—Porque Liam es incapaz de comprometerse. —me dice mientras se recuesta en mi hombro y comienza a sollozar nuevamente. —Y lo peor de todo es que no dejo de pensar en él.
—Todo se va a resolver Beth, ya lo verás.
—No quiero saber nada de hombres durante un buen tiempo. —me dice mientras yo no puedo evitar reír.
—Te entiendo. —le contesto mientras ella alza la cabeza limpiándose las lágrimas.
—¿Qué sucedió con Alex? —me pregunta entre hipidos. —No me contaste mucho en la nota que me dejaste.
—Que cometí un pequeño error y él resultó ser un imbécil igual que el resto. —es lo único que le respondo.
—Al menos nos tenemos las una a la otra para consolarnos. —me dice abrazándome fuertemente.
—Después de tanto tiempo, por fin viviremos juntas. —le digo con una sonrisa.
Y esto es justo lo que necesito en este momento. Nada más.
Los días comienzan a pasar lentamente. Uno tras otro. Me concentro en el trabajo y me olvido de todo. Laura está nuevamente de mal humor. Ha recuperado a su antiguo chofer. No hay rastros de Alex por ninguna parte.
Cuando llega el viernes los de Man Fitness se ponen en contacto conmigo. Realizaran la entrevista y la sesión de fotos la próxima semana. El miércoles, para ser mas exactos. Tomo nota con la hora y el lugar donde será la entrevista y les digo con una sonrisa que estaremos puntualmente ahí.
Estoy en un gran problema.
¿Cómo localizo a Alex antes de la sesión de fotos y la entrevista?
No le cuento nada a Laura. Solo espero poder solucionarlo el fin de semana. Si tengo que ir al club y localizarlo, pues es exactamente lo que haré.
Estoy exhausta. Ha sido una semana agotadora. La cena de hoy, comida china. No hemos cocinado en toda la semana. A ninguna de las dos nos apetecía meternos a la cocina.
—Necesitamos emborracharnos hasta perder el conocimiento. —miro a Beth enarcando una ceja.
—No creo que eso sea exactamente lo que necesitamos. —le contesto mientras dejo a un lado los restos de mi comida.
—¿Acaso no quieres olvidar la semana de mierda que hemos pasado?
Ella tiene razón.
Llevamos una semana miserable. Ella ha sufrido la ausencia de Liam a su forma y yo la de Alex a la mía. Pero a las dos nos ha afectado. Dejé de ir a las clases de Kick boxing. Me levantaba bien temprano y salía a correr con la esperanza de que al final del día estuviese tan exhausta que no pudiese pensar en nada más que descansar. Y los primeros días surtió efecto.
Llevo dos días sin poder dormir.
Cada vez que cierro los ojos, lo veo a él mirándome fijamente. Y cada vez que esto sucede comienzo a excitarme sin poderlo evitar.
Ya no sé que hacer para no pensar en él, en sus caricias, en su mirada. Sin siquiera intentarlo su imagen viene a mi mente. Y lo único que consigo es terminar atormentada y excitada. Debo sacarlo de mi sistema rápidamente.
Miro fijamente a Beth apartando los recuerdos de la semana que acaba de terminar.
—Tienes razón.
—¿La tengo? —me dice incorporándose de repente en el sofá.
—Sí, necesitamos olvidarnos de todo lo que ha sucedido. —le digo mientras me levanto del sofá. —Comencemos a alistarnos, esta noche nos olvidaremos de todos nuestros problemas.
Dos horas más tarde, estamos entrando en un club nocturno y nos dirigimos directo a la barra.
—Empezaremos con Tequila, no deje que se vacíen los vasos. —le dice al bartender mientras le tiende un billete.
El coge el billete y pone los tragos frente a nosotras. Cojo el mío y lo alzo mientras miro a Beth.
—¡Por una noche inolvidable! —le grito por encima de la música.
—¡Por olvidar! —me grita mientras chocamos los tragos y los bebemos de un golpe
El líquido baja quemando por mi garganta. En cuanto apoyo el vaso en la barra ya el camarero lo está rellenando. Y así continúa haciéndolo. Uno tras otro los tragos desaparecen. Ya no siento la quemazón bajar por mi garganta y he olvidado el motivo por el cual fuimos al club.
—¡Vamos bailar! —me grita Beth por encima de la música.
Termino el chupito que tengo en la mano y me dirijo hacia la pista tras ella. Estoy más allá de desinhibida. Y siento una euforia creciente. Comenzamos a bailar al ritmo intoxicante y movedizo de una canción cuyo nombre no puedo recordar en este instante. Mi mente está envuelta en una completa nebulosa. Ya no recuerdo porque estaba tomando en primer lugar. Me divierto como nunca antes lo he hecho y muevo mi cuerpo mientras las canciones cambian una tras otra.
Y los tragos continúan viniendo mientras disfrutamos la noche como nunca antes lo he hecho. Solo nosotras dos sin hombres de por medio.
—Necesito coger aire. —le grito mientras me alejo de la pista de baile y salgo hacia afuera del club.
El aire frío de la noche golpea mi rostro. Y creo que es justo lo que necesito. Hace mucho tiempo que no me emborrachaba. Mañana mi cabeza se lo va a sentir y mi estómago también.
Comienzo a sentirme realmente mareada. No debí ligar los chupitos con la cerveza. Llevo la mano hacia mi boca conteniendo las ganas de vomitar. Pero es imposible. Termino inclinándome hacia adelante y vaciando todo el contenido de mi estómago en el borde de la carretera.
Cuando me incorporo aún me siento mareada. Mi visión está borrosa y tengo una seria falta de coordinación de movimientos. Intento concentrarme en regresar dentro del club, pero vuelvo a marearme y caigo al suelo sentada. Me río a carcajadas mientras intento levantarme, pero no puedo. El mundo está girando a mí alrededor, ahora más rápido que antes y esta vez no puedo ni hacer el intento por levantarme. Debo lucir patética en estos momentos, lo sé. Me rio yo sola.
Entre el mundo que gira a mi alrededor y la risa descontrolada, veo unos zapatos elegantes que se detienen frente a mí. Alzo la vista, pero veo borroso. No identifico quien es la persona frente a mí.
—¿Necesitas ayuda preciosa? —no reconozco la voz que me habla. Mi mente esta entumida por el alcohol.
Veo que me tiende una mano y la tomo. Me ayuda a ponerme en pie. Pero lo hace demasiado rápido. El mundo gira ahora mucho más rápido que antes, ya no puedo enfocar nada a mi alrededor y siento como lentamente todo mi mundo comienza a desvanecerse quedándose completamente en negro.
Intento abrir los ojos. El dolor de cabeza es insoportable. Llevo las manos a mi frente, pero duele demasiado. Me incorporo en la cama mientras intento abrir los ojos nuevamente. No recuerdo como llegué al apartamento, mucho menos a mi cama. El resto de lo sucedido la noche anterior es una laguna en blanco en mi mente. Intento concentrarme en lo más importante en estos momentos. Necesito un remedio para esta horrible resaca. Necesito llegar a la cocina y prepararme algo para este martilleo en mi cabeza.
Intento abrir los ojos una vez más. Y solo entonces me percato que estoy desnuda, sentada en medio de una cama grande, en una habitación demasiado amplia, lujosa y extraña para mi.
Definitivamente no estoy en mi apartamento. Me levanto de la cama y examino la habitación. Cada paso que doy es como una tortura que me obliga a cerrar los ojos. Veo mi ropa doblada perfectamente sobre una butaca y también mi ropa interior. Me acerco hacia la ropa, huele a limpia. Me la pongo rápidamente. La pared del frente de la cama tiene enormes cortinas hasta el suelo que imagino cubren los ventanales. Salgo de la habitación, aun sin zapatos. Afuera, me encuentro en medio de un corredor. Miro hacia ambos lados y decido ir hacia la izquierda atraída por la claridad al final del pasillo.
Llego a un enorme salón de colores pálidos y enormes ventanales del techo al suelo, los cuales tienen descorridas las cortinas. A mi izquierda hay una enorme barra y detrás de ella una enorme mesa para 12 personas. Hacia la derecha, la enorme sala de estar. Con una enorme alfombra sobre la que descansa un sofá de cuatro plazas, varias butacas y una mesita en el centro. Me acerco hasta los ventanales atraída por la impresionante vista. Y me quedo impactada con la hermosa vista de Central Park en toda su extensión. Solo hay un edificio en Midtown con estas impresionantes vistas. El One57.
Pero ahora tengo un misterio mayor que solucionar.
Como llegué aquí y a quien pertenece este apartamento.
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