16. Sofía
Canción: It's a Heartache - Bonnie Tyler
Martes 28 de Marzo, 2017
No recordaba cuándo había conocido a Ricky. Mis memorias estaban tan saturadas de su presencia que no podía pensar en un primer encuentro. Sin embargo, tenía sentido: Nuestras madres eran mejores amigas, mi mamá era madrina de él y habíamos compartido casi toda la vida en los mismos lugares; incluido el colegio.
Me dejé caer en la cama y desbloqueé mi teléfono. Observé una vez más la conversación de ambos en Whatsapp, con varios y repetidos saludos que no llegaban a nada, y por un segundo consideré llamarlo. Sin embargo, abandoné mis intenciones, al comprender que no sabría qué decir. Hacía meses que no sabía.
Suspiré y, al final, sí llamé, pero no a Ricky.
—Háblate, mama —saludó Marcos, tan efusivo como de costumbre.
No obstante, me fue imposible corresponder su emoción y me concentré en la pregunta que empezaba a tomar forma en mi cabeza.
—¿Todos sabían? —cuestioné, a la vez que me encogía en el colchón.
El sonido de calderos al otro lado se detuvo y Marcos sonó preocupado.
—¿Sigues enferma, Sofi?
—No sé, me siento como la mierda —respondí con honestidad y utilicé mi mano libre para palpar mi rostro—, pero ya no tengo fiebre.
Había sonado desgarrada en la última parte y todo en cuanto pude pensar fue en que llamar a Marcos había sido la mejor decisión. Estaba demasiado agotada para sostener una conversación con Ricky que no ganaría.
—Dame un momento —pidió y lo escuché informar que saldría un rato a resolver algo.
Esperé unos segundos, recordando que Louis aún estaba en la sala y que en algún momento tendría que salir del cuarto, hacer de comer y limpiar el desastre en la cocina. Todo, mientras evitaba pensar en que al día siguiente me tocaría trabajar con Doni.
—Ahora sí, ¿qué fue?
—Louis me dijo que Ricky tiene otra novia.
No sé qué fue más esclarecedor, si el suspiro cansado que recibí como respuesta o el tiempo que le tomó a Marcos formular su siguiente oración.
—¿Y te lo tuvo que deci' Louis?
En efecto, otra vez, yo había sido la única ciega. Aun así, usé una excusa patética:
—No lo veo casi to' el año, Marcos.
—Ambos sabemos que no te enteras de lo que no quieres, Sofi.
Recordé la ocasión en que le había escrito a Ricky para preguntarle por unas fotos en su Facebook y como había sido bloqueada por ser una loca paranoica, y me sentí estúpida. Tampoco es que me estuviera esforzando por ver más allá de mis narices.
Limpié mi mejilla izquierda con la mano herida.
—¿Tienes que hacerlo siempre?
—Me perdí, ¿qué se supone que hice?
—Regañarme, hacerme sentir una hueva.
—No me llamas pa' que te consuele, Sofi, dejemos de hacernos los maricas —pronunció frustrado—. Quieres que te diga lo que piensas y te asusta deci' en voz alta.
Tragué un nudo y apreté el teléfono. No importaba cómo respondiera a esa declaración, era una trampa. Ya sea que aceptara o rechazara sus palabras, él se enojaría y yo terminaría abatida.
—Mira, estoy mama'o —admitió—. Ya me sé este cuento y siempre termina conmigo emputa'o y sintiéndome como la mierda por ser un malparido contigo.
—Lo siento.
—Para. Vamo' a salta' el drama por la paz, que me voy el domingo.
Intenté contener un quejido, pero fue inútil.
—Lo siento, Marcos, lo siento enserio.
Lo escuché frotarse el pelo y resoplar, como hacía cuando estaba frustrado. Sin embargo, se mantuvo en silencio, aumentando la sensación de opresión en mi pecho.
—Porfi, no cuelgues —dije, casi rogué.
Marcos maldijo y yo cerré los ojos.
Estaba siendo ridícula; como siempre. Una cosa era llamar por la necesidad de ser escuchada y otra muy distinta era suplicar por sostener una conversación. Por eso, estuve a punto de despedirme, cuando Marcos volvió a hablar:
—¿No te sientes cansada, Sofi?
Miré la toalla anudada a mi pecho y consideré su pregunta por unos segundos. Sin embargo, no me tomó mucho tiempo confirmar lo que ya sabía. No solo me sentía cansada, sino también enojada y frustrada.
—¿Y si los dejas? —cuestionó otra vez, sin permitirme responder—. Empieza por dejar el restaurante.
Sostuve esa posibilidad tanto como pude, pero la realidad se hizo presente, cuando recordé que no podía escapar de mis responsabilidades; no cuando había tomado tanto y devuelto tan poco.
—Le debo plata a Doni —admití.
—¿Y qué? Varios le deben, pero no manda' motos pa' que le paguen.
Marcos incluso rio y yo me levanté de la cama frustrada.
—No son dos pesos.
—¿Puedo sabe' cuánto?
Suspiré.
—Más de veinte palos.
—Nojoda, Sofi —exclamó en un aliento.
Tuve la imperiosa necesidad de aclararle el motivo.
—Doni se hizo cargo cuando quedamos solos.
—¡¿Qué mondá con Doni?! —gritó y tuve un momento para asustarme por ambos, porque él estaba en el restaurante y cualquiera podría escucharlo.
—¡Te van a oír!
—¡Me importa un culo! ¡¿Te das cuenta que no te ha dado una puta cosa en la vida?!
—Asumió unos paga diarios y otras deudas que me hice por los tratamientos de mi mamá. Hizo demasiado.
Y era honesta. Si alguien me había dado algo, por lo que valía la pena dejar la piel cada día, esa era Doni. Ella me había conseguido tiempo; tiempo de calidad con mi mamá durante mis años más vulnerables.
—Louis era un bebé cuando tu mamá enfermó, Sofi, ¡prácticamente los adoptó!
—No fue así —refuté—. Louis es mi responsabilidad, de nadie más. Doni no es su madre y nadie tenía que hacer algo por él o por ambos, pero ella lo hizo más fácil para mí.
—¡Porque se supone que eres como su hija! ¿Te iba anotando una lista o qué mierda?
—La hice yo. Soy yo quien ha insistido en pagarle estos años.
—¿Es que ya has pagado algo?
—¿Qué parte de le debo la vida no entendiste? —insistí enojada.
—¡No le debes una mierda! —gritó y tuve que alejar el celular de la mi oreja para no quedar sorda—. ¡Pagaste esa plata desde que le diste cara a esta verga!
—Cálmate, las paredes tienen oídos —pedí, no por mí, sino por lo cerca que estaba él de la posibilidad de ser escuchado.
—Qué calma, ni qué calma —refutó con rabia, pero en voz baja, comprendiendo mi aviso—. Aterriza, marica. Los turistas no vienen por mi comida, vienen por el ambiente que tú empezaste.
—Solo puse música, ella hizo lo demás.
Y era cierto. No podía atribuirme los cambios que hizo Doni para garantizar un buen sonido; tampoco la publicidad en la que solía invertir cada tanto.
—Incluso si fue suerte, Sofi, que ambos sabemos que no. Deberías ser dueña de la mitad de to' esto y no porque se supone que es como tu mamá, sino porque te lo ganaste desde que vives por y para esta gente.
—No es tan así.
—¿Cuántas vacaciones has tenido desde que trabajas aquí?
No respondí; él sabía que ninguna.
—¿Sabes qué? Tengo tres 'llones ahorrados pa' compra' una moto, pero no es tan importante. Te los puedo da'.
—No tengo ni pa' paga' el arriendo del otro mes y me vas a sali' con eso.
—¿Te dije que los pagaras, mamerta?
—Bueno, ya está bien, voy a colga'.
—Espérate que estoy hablando en serio. Ni siquiera tienes que hacer algo, solo prometerme que vas a pensar lo que te dije. Debe haber una forma, Sofi.
Mordí mi labio. Sí había una, pero no podía hablarle a Marcos de eso, porque no dejaría de dar vueltas alrededor de ello hasta que aceptara, y ya tenía suficiente con Louis y Soledad.
Tenía suficiente incluso conmigo.
—Gracias —dije por fin y esperé que mi voz denotara que no solo me refería a la plata, sino también a su apoyo y compañía.
—Ni gracias ni una mierda, que tampoco hice mucho. Hijueputa felicida' que me vas a da' si te vas de esta vaina. En la noche te llevo la plata y nos tomamos unas frías.
Los vellos de mis brazos se erizaron y no tuve que decir nada, antes de que Marcos repensara sus palabras.
—Mierda, Sofi.
—No pasa nada.
—Marica, en serio no tienes...
—Sí tengo, Marcos, será tu despedida.
—Me voy por tres semanas.
—Que después serán años, ambos lo sabemos, así que no te atrevas a deci' algo más —concluí y cerré la llamada antes de que el cambio en mi respiración delatara mi estado.
Solo será una cerveza, me dije.
~~~
Terminaba de vestirme, cuando escuché los golpes en la puerta y mi nombre pronunciado en voz de grito por mi hermano.
—¡¿Quién es, Lou?! —grité de vuelta.
—¡La mamá de Luci!
Por la sorpresa, me chucé con la nodriza que colocaba en el espacio entre mis tetas de la blusa y lancé una maldición que esperaba no hubieran escuchado.
—¡¿Somos dignos?! ―cuestioné y terminé de acomodarme el brasier.
—¡Dice que lo siente y que quiere hablar; trajo arepas de huevo!
—Las hizo mi mamá —agregó ella y tuve que reír porque nadie rechazaría los fritos de la señora Marisol, que hasta hacía un par de años ponía una mesa en el parque todas las mañanas.
—Bien, ya voy ―concedí.
Sin embargo, me tomé mi tiempo con los tenis y los cordones, antes de ir a la sala y encontrarme con Tatiana en el comedor, riendo con Louis que comía como si no hubiera un mañana.
Tal vez así fuera, porque al ver la hora en el reloj me di cuenta de que faltaba poco para el mediodía y yo lo había abandonado herido, preocupado y sin comer durante toda la mañana. Sentí retornar la tristeza, aunada a la culpa por ser una irresponsable, pero mi atención fue atraída cuando Tatiana se puso de pie al verme.
―Sofi, ¿estás bien? En tu trabajo me dijeron que estabas enferma.
Sonreí agradecida por su preocupación y me acerqué hasta Louis para sacudir sus rizos y observar su brazo izquierdo. Estaba un poco brillante, pero no se veía peor que en la mañana.
―Estoy bien, solo estuve congestionada ayer. ¿Tú cómo vas? Pensé que estabas en Cartagena durante la semana.
―Sí, bueno, pasaron cosas ―murmuró y observó a mi hermano con disimulo―. ¿Crees que podemos hablar en otro lado?
Louis dejó de masticar y yo reí, indicándole a Tatiana el camino hasta mi patio, que ella conocía muy bien, desde que habíamos practicado en él muchas tardes en nuestra época escolar.
―¿No que la chismosa soy yo, metiche? ―cuestioné a mi hermano y le robé un mordisco del frito antes de seguir a mi visita.
Ya en el patio detallé mejor a Tati, cuya apariencia más relajada, con un short de tiro alto y una blusa roja ajustada, la hacía parecer más a la persona que recordaba.
―Ya estamos solas, soy toda oídos.
―Quiero disculparme primero por mi reacción de la semana pasada.
―No fue gran cosa, fui imprudente ―admití.
―Lo hago porque dijiste la verdad, Luciana no diría esas cosas si yo no lo hubiera dicho primero. También me disculpo por haberle pedido a mi hija que no se acercara a tu hermano.
―Sí, bueno, tampoco es que hicieran caso.
Mi deuda en la tienda de la semana anterior era prueba de que su amistad no se había derrumbado.
―Y me alegra. Estuve en el colegio y hablé con su profesora y también con Soledad. Mencionaron que Louis la cuida y sugirieron que Luci reciba acompañamiento de la psicóloga escolar.
―¿Y no quieres? ―inquirí al ver su expresión vacilante.
―No es que no lo considere, es que no puedo quitarme de la cabeza que esto es por mi culpa.
Tatiana masticó el interior de su mejilla y tragó en seco. Fue evidente que la paternidad de su hija no era un tema del que hablara mucho, pero sí uno que le pesaba.
―¿Cómo le explicas su ausencia?
―No le digo mucho. Solo le muestro lo que hace y le digo que está muy ocupado.
―En algún momento va a querer más.
―Estoy consciente de eso, pero no es como que pueda llamar a Ash, que seguro ni se acuerda de mí, para decirle que su hija lo está esperando.
―No sé por qué lo hiciste, pero asumo que debe haber una buena razón. Tal vez él no era la persona que yo creía.
Nadie lo era.
―¿Y si cambiamos de tema? Te juro que tengo suficiente con mi mamá y se supone que, además de disculparme, estoy aquí porque quiero pedirte un favor.
―¿Favor de qué?
―Mi mamá está teniendo dificultades con la recuperación, después de su caída...
―¿Es grave?
―No grave, solo complicado. Sé que le está costando llevar y traer a Luci del colegio y si no fuera por mi hija, que me contó que toman muchísimo tiempo entre ir y venir, ni supiera. Mami no me está contando todo, pero sé que, si no hago algo, no va a detenerse.
―¿Me estás pidiendo que cuide a Luci? ―cuestioné confundida y ella asintió.
―También que la lleves al colegio.
―No es que no quiera, Tati, pero es que vives al otro lado del pueblo y yo paso todo el día en el trabajo.
―Te daría para el transporte para ir a buscarla y dejarla en el colegio, también para tu ida al trabajo. Sé que, a la salida, Louis puede llevarla hasta ti en el restaurante. Siempre que le des el almuerzo y la dejes en una mesa con sus libros, ella va a estar bien. Será temporal y te pagaría. También cubriría lo de sus comidas.
―Salgo tarde. No podría regresarla hasta la noche y ni siquiera tendría mi atención todo el tiempo.
―Luci ni siquiera molesta, puedo dejarte su Tablet para que se la des cuando venga del colegio. Le pones los capítulos de Hope y ni vas a saber de ella.
―¿Hope? No me digas que ve la serie animada de Asher.
―¡Esa misma! Dios, me tiene harta. Se sabe hasta los diálogos.
Reí fuerte e incluso Tatiana me acompañó un poco.
―¿Ella sabe que él es la voz del personaje principal?
―Pues yo no le dije, pero vio un vídeo de él una vez hablando de la película y la serie y no hubo poder humano que le impidiera verlo, ahora tiene hasta los juguetes.
Tatiana arrugó la cara y yo pude imaginar su dilema. También tenía un fan en casa, solo que el mío estaba obsesionado con Spiderman y todavía usaba el mismo disfraz en día de brujas.
―Me encanta tu hija, en serio, pero sigo pensando que debería haber alguien más a quién pedirle esto.
―La verdad es que no hablo con casi nadie del pueblo ya y no me siento capaz de pedirle a cualquiera que se quede con ella por tanto tiempo.
―¿Por qué a mí sí?
―Porque estoy desesperada y también porque sé que va a estar bien contigo. Mira, me gustaría decir que puedo llevarla conmigo, pero ni mi mamá está dispuesta a irse de aquí, ni yo puedo alejarla de Luci, si en Cartagena igual le tendré que poner a alguien que la cuide mientras yo trabajo. Todo esto es temporal; solo mientras mami se recupera.
―¿Cuánto crees que será eso?
―Cuatro semanas, tal vez un poco más... ―Tatiana debió ver mi preocupación, porque corrigió―: Incluso podría ser menos, todo depende de lo que diga el médico y ya tengo controlado lo de sus chequeos con Don Mario; él la va a llevar y traer cada tres días. Solo me falta alguien que me ayude con Luci. Por favor, di que sí, Sofi.
Había desesperación en su voz y me vi a mí misma en su lugar, haciendo malabares con mis horarios para poder cuidar de Louis cuando era un bebé.
Supe que no podría rechazar su pedido. No le daría un no a una madre en apuros y menos aún a Luci, la única amiga que le había conocido a Louis en años.
―Está bien, Ta...
No había terminado ni hablar, cuando ella me atrajo a un abrazo y, a pesar de que su efusividad había lastimado mi mano, no pude más corresponderle entre risas.
―¡Gracias, Sofi, gracias en verdad! ¡Eres la mejor!
Nota:
Capítulo dedicado a ContuChan porque no se trata de llegar tarde o temprano, sino de marcar tu llegada. Y tú me llegaste. Gracias por leerme y también por tus apreciaciones. Me hace feliz que consideres tan bonito mi historia (aunque me ataques en el grupo de Whatsapp).
Gracias también a los que siguen aquí, a pesar de la espera. Recién empecé clases de la especialización y la Uni me tuvo consumida, pero espero retomar el ritmo de actualización pronto (tengo incluso el comienzo del próximo capítulo de Asher y les prometo que estamos cada vez más cerca de que nuestros protas se vean por primera vez).
¡Preguntas!
1. ¿Marcos y Sofi? ¿Qué piensan de esa amistad?
2. Lo que leyeron hoy sobre Doni, ¿cómo creen que debería actuar Sofi? ¿Qué harían ustedes en su lugar?
3. ¿Les gustan las arepas de huevo? Mk, son lo más top (Son de harina de maíz y tienen carne molida y huevo dentro). Si no las han probado, tienen que hacerlo.
4. ¿Qué piensan de Tatiana y sus decisiones? ¿Por qué creen que no le dijo a Asher?
5. Diganme que no se les pasó por alto lo de Sofi y el alcohol. ;)
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