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15. Asher


Canción: Dream On - Aerosmith


Noah (09:02)

Contrataste un detective, @Pax ¿??


Pax (09:03)

De qué hablas?

Te llevamos a rehab otra vez?


Noah (09:03)

Chiste de mierda ¬¬ .I.


Pax (09:03)

HAHAHAHAHA

Crees que me vas a joder, cabrón


Pax (09:04)

Y NO, NO CONTRATÉ UN DETECTIVE PORQUE NO TODO LO QUE HACE ESA PÁGINA ES SOBRE MÍ, JODEEER


Noah (09:04)

Delicado


Pax (09:05)

JODETE


Ash (10:32)

Contexto

Acabo de salir de una reunión.


Noah (10:32)

@Pax se ofendió porque SU MAYOR FAN dijo una mierda en Twitter y yo lo consideré una opción.


Ash (10:32)

LOL

Qué dijo?


Noah (10:33)

Algo sobre un famoso contratando un detective.


—¡Mierda! —exclamé, derramando por accidente un poco de café en mi mano izquierda. Por fortuna, había estado lo suficiente conmigo para no seguir caliente.

—¿Todo bien? —cuestionó Lex, haciendo un lado el teléfono por el que había estado hablando.

Abandoné la taza, mientras escribía a los chicos y formulé la mejor respuesta que pude para ella:

—No creo que sea el único actor que contrate detective, pero Noah dice que Queenie o su blog hablaron al respecto.


Ash (10:34)

Les conté que contraté un detective?


Pax (10:34)

CÓMO CONSIGUE SABER TODO?


Noah (10:34)

Todo bien, Ash?


—No te preocupes —señaló Lex, entendiendo mi preocupación, y me pasó una caja de pañuelos de papel para que limpiara—. Puede saber que busqué a un detective, pero no hay forma de que conozca el motivo. Nuestros abogados se aseguraron de eso.

—Nada respecto a los medios me tranquiliza.


Ash (10:35)

No lo sé, Pax

Y de la reunión que tenga hoy con el hombre depende mi respuesta, Noah

Les hablo más tarde, okay?


Asumí réplicas positivas de ambos y abandoné el teléfono para atender a Lexie, señalando la pantalla frente a nosotros.

Limpié con premura y asentí, confirmando que podía responder a la llamada del detective. Ya habíamos conectado el reproductor de manera previa e incluso almorzado y se suponía que estaba preparado para escuchar al hombre rechazar o confirmar mis conclusiones. Sin embargo, no importó cuánta tranquilidad hubiera fingido hasta entonces, porque la realidad me cayó de golpe, tan pronto me encontré frente a un entorno familiar.

El detective, un mulato con anteojos, arreglaba la cámara, sentado en un salón de techos altos con arcos republicanos. Mientras daba la espalda a un balcón con estructuras de madera robusta, desde donde se escuchaban los sonidos de la plaza y se podía ver la iglesia, con su vibrante amarillo característico.

No pude esquivar la sensación de estar allí, atravesando un mar de personas en la mañana de un domingo, con los rayos del sol quemando mi piel y la respiración agitada, después de una carrera desde casa.

—Lo siento, la señal ha estado inestable hoy —explicó el hombre, llamando mi atención, y no pude convocar una respuesta.

La temperatura de la oficina estaba baja, pero yo empezaba a sentir calor, cuando la risa de Lexie, para disimular mi desconcierto, se mezcló en mi memoria con la de viejos conocidos.

«Respira.», me dije y observé a Leomar, como se llamaba el detective, configurar la visualización del informe preparado. Por supuesto, conociendo la razón tras su contrato, lo primero que nos comunicó fue que Elizabeth Lynn estaba viva.

Escondí mis manos juntas bajo la mesa y agradecí no tener más café que derramar, porque la tranquilidad, por saber viva a mi madre, no compensó lo que sentí al comprobar que yo era el único que la necesitaba; que ella no había intentado encontrarme y que, de acuerdo a las fotos, ya ni siquiera se parecía a la mujer que recordaba.

Rascaba la piel exterior de mi índice derecho, mientras observaba que Elizabeth se veía muchísimo más delgada y su cabello no era largo. Los años habían tomado su fiereza y todo lo que quedó fue una mujer de apariencia frágil y ojos fríos.

Ella ya no daba miedo y perder el aliento, al observarla en su día a día, hirvió mi sangre. Era injusto que deseara abrazar a la mujer que me había abandonado; que durante los últimos días hubiera perdido horas de sueño imaginando escenarios terribles y que el aire estuviera escaseando en la oficina, mientras ella paseaba a sus anchas, para nada afectada por mi ausencia.

—La señora Elizabeth tiene una rutina muy específica, la mayor parte de su día lo pasa en un restaurante, cuya propietaria es Doris Niebles, conocida en el municipio como Doni —informó el detective, sin notar lo mucho que me estaba costando permanecer sentado.

Mostró algunas fotos tomadas desde el exterior del local de Doni, que, a pesar del tiempo y algunos cambios, recordaba con claridad. Allí desayunábamos cuando volvía a casa, después de pasar tiempo en Estados Unidos. También era donde íbamos algunas tardes con los de los grupos de artes o mi novia de entonces.

»La carnicería es proveedora del local, que además es reconocido referente turístico por colocar música anglo, lo que asumo es un atractivo para su madre por ser estadounidense. Sin embargo, no existe un vínculo destacable entre ambas mujeres.

—Sí lo hay —señalé, rasgando con un poco más de fuerza entre mis dedos. La sensación de calor en la piel me ayudaba a mantener la cordura.

El hombre me observó esperando una aclaración. Sin embargo, no se la di. Encontré difícil explicar que el restaurante de Doni era el único lugar que papá no pisaba y, aunque no lo decía, mamá y yo sabíamos que era porque lo administraba una mujer.

Forcé una sonrisa para Lex, cuando me preguntó si estaba bien, y Leomar continuó con el informe.

—Desde la muerte de su esposo...

Mi mano ardió, cuando la uña rasgó un poco de piel, pero no dolió lo suficiente para apagar el fuego en mi pecho, al escuchar que papá había muerto hacía siete años, uno después de habérsele diagnosticado un tumor en el páncreas y, más tarde, una cirrosis hepática, por abuso de alcohol. Al parecer, sus últimos días los había pasado en una clínica en Cartagena y después de un prolongado y doloroso proceso médico.

El hombre intentó explicar la situación financiera de mamá en consecuencia y no pude más.

Ignorando todas mis reservas previas, me puse de pie necesitando tomar aire. Escuché el estruendo que hizo la silla por mi exabrupto y tiré de los botones superiores de mi camisa. Hacía demasiado calor y la oficina se sentía asfixiante.

Observé mi alrededor, con todos los paneles de las ventanas cerrados. Sentí que quitarlos se convertía en una necesidad. Así que obedecí a mis instintos. Sin embargo, mi intento fue infructuoso cuando, al jalar la correa de la primera división, lo hice con tanta fuerza que rompí el mecanismo.

—¡Joder! —exclamé furioso y me giré para ver a Lexie, que permanecía en silencio en el mismo lugar que al principio.

No estaba asustada y eso me alivió. Sin embargo, su preocupación fue tan obvia que me sentí culpable. Sus ojos brillaban y estaba claro que la única razón por la que no se había levantado a detenerme, era la comprensión de que no le habría permitido acercarse.

Me pregunté cuántas cosas le había impedido hacer en el pasado.

—¿Quieres que llame a alguien, Ash? —cuestionó con suavidad y yo negué.

¿A quién carajos iba a llamar? ¿A mi exnovia, que estaba siendo acosada por todos lados, después de defenderme públicamente? ¿O a mis amigos, cuyas vidas eran un desastre y solo lo había notado hasta entonces?

Llevé mis puños hasta mi boca, para contener las ganas de gritar que carcomían mis entrañas y me dejé caer dándole la espalda a la ventana. Estaba asimilando la única verdad que pude concluir de la información entregada por el detective: Yo era un idiota. Uno que no podía ni entenderse a sí mismo.


—Espero que estés bromeando —respondió indignada y yo apreté el teléfono contra mi oreja, porque saber que su reacción sería negativa no lo hacía menos doloroso.

En el fondo, esperaba que al menos ella entendiera cómo me sentía.

—No lo hago —afirmé, ya no tan impetuoso—. Asisto a una escuela de teatro y en el musical de la temporada me dieron un papel menor.

—¿Papel menor, dices? —cuestionó, sin apenas ocultar lo ridículo que le parecía, y arrancando de tajo la ilusión que había sostenido hasta entonces.

—Tengo un plan...

—¡No tienes una mierda! —gritó fuera de sí—. Por una vez en tu vida, deja de hacer tonterías y regresa a la universidad.

Fue evidente que esperaba una respuesta de mi parte, pero, al no obtenerla, continuó:

—Voy a fingir que esto no pasó y esperaré que en unas horas me llames para rectificar tu decisión. Por favor, hazla antes de que descubras que has fracasado.


Mi nombre fue repetido en los labios de Lexie, pero no pude levantar mi rostro para ver el suyo. No fui capaz de hacerlo porque acababa de actuar como un desquiciado frente a ella, la persona que más había confiado en mí desde que la conocí.

—¿Qué puedo hacer para ayudarte, Ash?

Sacudí mi cabeza y apreté mi mano herida, ocultando la ya ausente sangre, porque la había dejado en mi camisa y el mecanismo roto de la ventana que no fui capaz de abrir.

Seguía haciendo calor, pero ya no me creía capaz de abandonar el suelo. Mi cuerpo pesaba y mis extremidades inferiores habían dejado de obedecer. Siendo inoperantes en el momento que necesitaba usarlas para escapar.

—No puedo decir que sé lo que sientes, Ash —enunció Lex, no permitiéndome olvidar su presencia—, pero veo tu sufrimiento y te acompaño.

No sé lo que lo hizo, si la ausencia de preguntas o el cariño que no pude ignorar en su declaración. Sin embargo, nada más escucharla, se sintió necesario hablar; tratar de poner en palabras los sentimientos que por años había sostenido tras una máscara impenetrable. Una que había empezado a fragmentarse desde que una madre arrepentida me interceptara en la alfombra roja.

—Tengo todo lo que soñé —empecé con dificultad—. Logré hacerme un nombre en esta ciudad. Fui el actor mejor pagado en una serie de televisión el año pasado, incluso superé a varios actores de cine...

»También tengo fans y me acaban de dar el papel que quería —agregué y tuve que tomar una pausa antes de continuar—: Trabajé muy duro por ello.

—Lo hiciste —confirmó.

—Entonces, ¿por qué siento que este hueco tan grande en el pecho? ¿Por qué necesito tanto recordarme que soy privilegiado, que tengo más de lo que alguna vez soñé tener?

Escuché el sollozo de Lex y todo cuanto pude haber insistido en preguntar se atoró en mi garganta, cuando levanté la mirada y hallé lágrimas en el rostro de la persona más feliz que conocía. Fue como estar frente a los reflectores y sobre las tablas del teatro con un guion desconocido y un público hostil.

—No, Ash, no te detengas —pidió mi manager, abandonando su lugar en la silla y dejándose caer en el suelo para estar a mi par.

»O hazlo. También está bien si no quieres hablar más, podemos estar en silencio, pero quiero que sepas que mis lágrimas son porque te quiero, porque me duele no haber visto todo el dolor que estabas cargando.

Sonreí, liberando el aire que no sabía estaba reteniendo.

—Soy actor, no es tu culpa.

—Tampoco es tu culpa sentirte como lo haces —replicó—. No se tiene más o menos derecho a sentir dolor, en función de lo que poseemos. No funciona así, cariño.

Observé el rastro de lágrimas en sus mejillas y tragué un nudo al recordar lo mal que la había tratado hacía una semana.

—Lo siento, Lexie. Fui un completo idiota contigo el día de la cita con JJ.

—Dolió, pero ahora entiendo que había mucho que no pude ver —expresó con suavidad y extendió sus piernas haciendo una mueca—. También pasa que a veces olvido que tú y Jayden no son niños.

Arqueé una ceja.

—Okay, tal vez son muchas veces —concedió, sacándome una sonrisa.

»Y puede que sea demasiado pronto para compartirlo, pero lo más seguro es que en unos meses esté tan ocupada que no podré molestarlos.

—¿Manejarás a alguien más? —pregunté con sorpresa, pues era sabido que había rechazado varios intentos de la agencia de asignarle más artistas.

—Supongo que sí, pero no es trabajo remunerado y es más como ser responsable a tiempo completo.

Mi boca se abrió y observé sin disimulo su abdomen plano. Lexie empujó las trenzas en su cabello fuera de su rostro y demoró su explicación lo suficiente para ponerme ansioso.

—No estoy embarazada —dijo riendo—. Estoy adelantando la adopción de un niño.

Asentí en comprensión y recordé el día que le pedí ayuda para encontrar a Elizabeth. Las voces infantiles cobraron sentido e incluso el intervalo en que me pidió tiempo para encontrar un espacio menos ruidoso.

Mierda.

—¿En la llamada que te conté lo de la alfombra roja, estabas en eso?

Asintió.

—¿Por qué no me dijiste que estabas ocupada? —pregunté avergonzado.

—Porque necesitabas mi ayuda y porque ya había terminado con mi trabajadora social.

—No parecía haber terminado, Lex.

—Cuando me llamaste estaba con una encargada de la agencia de adopción explicándome otras maneras de ayudar a los niños en el sistema de crianza temporal. Tomará un tiempo la búsqueda de un niño y quería saber si puedo hacer más, mientras espero.

—Estás ilusionada.

—Siempre he querido ser madre y creo que es el momento.

—Vas a ser una mamá genial —aseguré y recogí mis piernas para rodearlas con los brazos.

El entumecimiento había pasado. Sin embargo, aún no tenía ganas de levantarme. Me sentía capaz de dormir un día entero, ignorando las voces del mundo.

—Gracias —murmuró Lex y gateó un poco para cambiarse de lugar.

Sus trenzas largas se agitaron en el proceso y el costoso traje blanco fue arrugado, pero ella no tomó importancia de ello. Se concentró en cerrar la distancia entre nosotros y no se detuvo hasta que estuvo a mi derecha, con nuestros hombros juntos y dando la espalda a las ventanas.

—¿Duele? —preguntó en voz baja y se estiró para tomar mi mano herida.

Negué.

—¿Crees necesitar otra sesión con Leomar o bastará con leer el informe?

—El informe está bien —respondí y apreté su mano para mostrarle que estaba bien.

—¿Necesitas que te acompañe cuando lo leas?

—Puck y Mike estarán en casa. Te llamaré si necesito algo.

Lexie no volvió a hablar, pero una ruidosa exhalación fue todo el aviso que recibí antes de ser rodeado por sus brazos cálidos.

—No importa la hora, Ash. Siempre estaré para ti —aseguró y yo correspondí a su gesto, girandome y llevando mis brazos a su cintura.

—¿Estás confirmando que soy tu favorito? ¿Puedo decirle a JJ? —susurré en su oído.

—Hazlo y te pondré en cada entrevista de variedades que ofrezca la agencia hasta navidad.

—Eres cruel —dije y fingí un escalofrío que nos hizo reír a ambos.


Nota: ¡Aquí estooooy! Diooos, ha sido una paridera sacar tiempo para escribir este capítulo. En el trabajo estamos implementando el sistema de gestión ambiental y yo soy la líder del proceso, así que ando modo loca todo el día. 

Incluso hacer esto fue un logro, porque la semana próxima tengo auditoría interna, pero es que era hoy o ya tocaba en otros siete días. Así que, ¡vamos a darle!

Espero que disfrutaran el capítulo (y deséenme suerte en la auditoría). ¡LOS QUIERO!

Capítulo dedicado a DairaVictoria porque ama a Ash casi tanto como yo y siempre lo demuestra en sus comentarios. (Haré oficial la dedicación cuando esté en un compu, Dai, pero te mando un abrazo). 💜

Por cierto, hay un grupo de WhatsApp de mis historias. Ahora mismo somos ocho personas, incluyéndome. Si quieren unirse, pueden pedirme el link y se los paso.


💜 ¡Preguntas!

1. Del uno al 100, cuánto creen que Pace odia a Queenie? 🤣🤣🤣🤣 Por favor, denle una aspirina a ese hombre, le va a dar un ataqur al corazón. 

2. ¿Qué tal estos amigos? ¿Ustedes serían Pace o Noah, después de lo que dijo Asher? (Creo que soy 50-50)

3. ¿Toda la reacción de Asher? ¿Qué tal vieron al niño?

4. ¿Cómo habrían reaccionado ustedes en el lugar de Lexie? ¿Creen que manejó bien la situación?

5. ¿Qué piensan de Elizabeth hasta ahora y con toda la nueva información?

6. En la escala de Asher a Sofía, ¿dónde están o han estado ustedes? 

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