Todos los niños en el orfanato se preparaban para ir a la iglesia, era domingo y ya se hallaban  listos para partir.

Todos excepto Alice, la pequeña buscaba algo desesperadamente.—¿Pasa algo, Alice?—Preguntó el joven acercándose a la niña.—No los encuentro...no sé dónde están Abel y Alex.—Afirmó ella con las lágrimas a punto de brotar de sus grandes ojos verdosos.

Para ayudarla el chico buscó entre la multitud a ambos. Alice, Abel, y Alex eran inseparables. Encontrando a los dos niños y sintiendo un poco de nostalgia acerca de la situación llamó a Alice y en el tono más dulce posible le susurró al oído.—Corre directo a tú felicidad, niña mía.

Y así lo hizo, Alice corrió y corrió hasta que llegó a ellos y ya con sus dos "príncipes" a su lado les tomo de la mano y los tres siguieron caminando con la alegría y la euforia de la niñez acompañándoles.

"Siempre, siempre seguiré avanzando, Lena"—Pensó el chico y sus labios formaron una radiante y viva sonrisa.