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Capítulo 7

Estuve pensando mucho todo lo que me pasó ayer y llegué a la conclusión de que me estoy volviendo paranoica.

Cada vez que mi mamá sale de la casa o habla de algún chico no puedo evitar pensar que está hablando de algunos de sus amantes o se va a verlos.

Y ni hablar de cómo me pongo cuando veo a mi primo cerca de mi hermano o cerca de mí. Siento que cada vez que se me acerca será para hacerme algo malo.

Que Tom se acueste con mi madre ahora suena como una idea absurda.

Es Tom, la persona más simpática y amable que conozco, él no le haría eso a mi padre son muy buenos amigos y nos tiene cariño a mi hermano y a mí.

No sé qué me pasó en ese momento, venía bastante enojada por lo que le dijo Charlotte a Dante y luego escuchar esa conversación me hizo explotar de ira.

Para mi buena suerte hoy es sábado, no tengo que ir a la escuela, pero estoy segura que cuando ponga un pie todos estarán mirándome y riéndose de mí por lo que me pasó.

Porque sí, Charlotte se encargó que media escuela lo viera y ahora son un chiste, pero tal vez para el lunes se olviden ¿no?

Espero que sí.

Ahora mismo estoy parada delante de Gibby's. Le debo una disculpa a Tom por el papelón que le hice pasar, es lo correcto, pero mi plan es preguntarle con respecto a esa conversación.

Puede ser que haya estado enojada y mal interpreté todo, pero eso de que por su culpa mi madre llega tarde a casa se me hace extraño. Quiero saber el porqué, además, el saberlo hará que de cierta manera me sienta mejor, tal vez.

Abro la puerta y se escucha la típica campanita que suena cada vez que alguien entra al lugar. Me recibe el olor a café y a pan recién horneado.

Estiro las mangas de mi campera hasta mis manos nerviosamente cuando veo a Tom dando vueltas las sillas.

Aún falta una hora para que habrán, quise venir temprano así podemos hablar tranquilos.

Él me ve y me regala una sonrisa, yo, por otro lado, agacho la cabeza avergonzada.

—Hola—digo cuando estoy lo suficientemente cerca.

—Hola, Lei, ¿cómo estás?

—Mm, como se puede—me muto a decir, luego tomo un suspiro—. Vine a disculparme por lo de ayer, no sé qué me pasó, estaba...

—¿Qué tal si nos sentamos a tomar y comer algo? —me interrumpe—. Ayer te fuiste sin comer nada.

—Eeh, no quiero que trabajes de más.

—No es problema. Vamos, elige algo del menú y yo te lo preparo, además, conozco tu manía de no desayunar por las mañanas, así que deduzco que saliste de tu casa con el estómago vacío.

Lo miro no muy convencida, pero él insiste y me dirige hacia una mesa para poder sentarme y poder ver el menú.

Termino eligiendo un cappuccino con sabor a vainilla y unos muffins, Tom también se prepara algo, se hace un café junto con unas medialunas dulces.

Lo espero un rato y luego se sienta delante de mí con todas las cosas y una dulce sonrisa.

—No era necesario—le digo.

—Me gusta sentarme a hablar con las personas comiendo algo, no lo sé, se me hace más divertido—me dice y yo sonrío mirando para abajo.

No lo he visto a la cara directamente desde que llegué. Me siento muy avergonzada aún.

—Como seguía diciendo—empiezo a decir—. Lamento mucho la situación que tuviste que pasar por mi culpa, yo...estaba nerviosa, no lo sé, malinterpreté algo y soy una estúpida. Lo siento tanto.

Sam toma un trago de su café y luego me mira comprensivamente.

—Está bien, Lei, no estoy ofendido la realidad es que estaba muy preocupado por ti. ¿Ahora te sientes mejor?

—Mm, sí, eso creo.

—Bueno, eso me alegra. Ahora ¿por qué pensaste que me veo por las noches con tu madre?

Antes de contestar tomo una larga respiración y muerdo un pedazo de muffin. Cuando lo trago tomo un trago de mi cappuccino y digo:

—Seré directa, ¿te acuestas con mi madre?

El semblante de Tom cambia completamente, pasa de una comprensivo y alegre a uno completamente confundido y con la boca abierta.

—¿Qué? No, Lei, para nada hago eso. ¿Qué te hizo pensar tal cosa?

—Es que...los oí hablando en la cocina y escuché que es por tu culpa que ella llega tarde a casa y que irían a cenar y... —tomo una pausa porque me dan ganas de llorar—. No lo sé, simplemente creo que estoy loca.

—Lei, tu madre ha llegado tarde a tu casa porque hablamos de mi ascenso ¿sí? Ella quiere empezar a estudiar el profesorado de psicología y como eso le robará tiempo quiere hacerme el jefe de aquí, claro, bajo su mando, pero no es porque me acueste con ella o algo por el estilo.

—Lo sé, luego lo pensé bien y entendí lo absurdo que sonaba, es que ya venía enojada con algo y luego escuché eso y creo que exploté.

Muerdo un gran pedazo de muffin y Sam me ve con un poco de preocupación.

—Lei, ¿cómo has estado estos últimos días? Algo me dice que no la estás pasando nada bien.

Es el segundo en preguntarme, el primero fue mi papá cuando notó que estaba llorando el día que descubrí lo que hace mi madre.

No sé si contarle, una parte de mí quiere hacerlo porque quiero soltarlo, pero la otra parte dice que mejor cierre la boca.

—Mm, digamos que he estado un poco... ¿preocupada? ¿paranoica? Creo que un poco de todo—tomo un sorbo de mi bebida y digo—. Si descubrieras un secreto muy fuerte que te está haciendo mal a ti y a las personas que amas ¿se los contarías? ¿serías capaz de arruinar algo que toda tu vida creíste que era perfecto, pero resultó ser una fachada?

Tom piensa su respuesta junto con un sorbo de café y sus ojos celeste direccionados a la ventana.

—Creo que estaría en un gran dilema, como tú ahora, pero, si solo fue una fachada eso significa que jamás fue perfecto y es entendible tenerle miedo a eso porque no lo conocemos. Intentaría ya no tener miedo a lo perfecto y le sacaría esa fachada.

—¿Y si eso me deja cicatrices?

—Sería un orgullo. ¿Sabes por qué a las personas les aterra las cicatrices? Porque muestran quienes somos en verdad, eso le aterra a cualquiera, pero la realidad es que las cicatrices son marcas de todo lo que vivimos y créeme, Lei, lo mejor que puedes hacer es sentirte orgullosa de eso. Siente orgullosa de tus cicatrices, son quien eres y no debes temerle a quien eres en realidad.

Una lágrima recorre mi mejilla y noto como Tom me toma de la mano. Dirijo mi mirada al chico y él dice:

—Sea lo que sea que estés pasando, Lei, eres la persona con las cicatrices más bellas que conozco y si caes te levantarás por las personas que amas y porque sabes que mereces una revancha. No bajes los brazos, levántalos en alto y demuéstrales al mundo quien eres.

—Te amo, Tom—le digo y él se acerca a abrazarme—. Lamento haber creído eso de ti.

—Está bien. Sabes que si quieres de mi ayuda aquí estaré para ti.

Me voy de Gibby's cuando termino mi desayuno y la gente empieza a llegar.

Tom me regala una última sonrisa y un saludo con la mano antes de cruzar la puerta.

🦋🦋

Descubrí que la única persona capaz de tranquilizarme es Lana del Rey con sus hermosas canciones.

Amo a esa mujer.

Hablar con Tom me ayudó, necesita aquellas palabras.

Él dijo que debo dejar de temerle a lo perfecto, una parte de mí se pregunta:

¿Cómo tenerle miedo a algo que no conozco?

Suena absurdo, pero en parte es lo que siento ahora.

No sé qué haré con el secreto de mi madre, no quiero destruir a mi familia, pero mi padre merece saberlo y lo que implica que él sepa la verdad me asusta demasiado.

No quiero que mi hermano tenga que pasar por lo que implica una separación de nuestros padres, y si no lo confieso eso me convierte cómplice de lo que hace mi madre y no quiero eso.

No quiero ser cómplice del daño que le está haciendo a mi papá y a mi hermano, pero no me atrevo a decírselos.

¿Qué tal si...?

—¡Lei! —escucho la voz de Dante y me sobre salto un poco.

No había notado su presencia, estaba muy sumergida en mis pensamientos y con la música alta no escuchaba nada.

—Lo siento, no quise asustarte.

—Está bien, me pasa por andar con la música muy alta—le digo y luego veo la situación con mejor claridad—. ¿Me esperabas afuera de mi casa?

—Acabo de llegar y vi que venías caminando—me explica y luego toma uno de mis auriculares y se lo lleva a la oreja.

Una sonrisa se le forma en el rostro cuando escucha la melodía y me mira con los ojos achinados.

—Lana Del Rey—articula asintiendo con la cabeza—mi favorita.

—¿Te gusta?

—La amo, es mi cantante favorita junto con Taylor Swift—me dice.

—Bueno, compartimos gustos musicales—le digo e intento volver al tema de antes—. ¿Vienes por algo en especial?

—Quiero saber cómo estás, ayer te fuiste muy rápido y con todo lo que pasó me sentí muy preocupado. Iba a escribirte, pero no contestabas los mensajes.

—Sí, solo he agarrado el celular para escuchar música. No he querido ver los mensajes o abrir las redes sociales por lo que pasó—le explico.

—Tranquila, yo me encargué de que Charlotte no publique ningún video o foto—me sorprendo ante sus palabras y también me alivian.

—¿En serio? —le pregunto sorprendida mientras camino hasta el porche de mi casa—. ¿Ella aceptó eso?

—Sí, le dije que saldría con ella si no lo publicaba.

Esas palabras hacen que sienta una sensación extraña en el pecho. No me gusta la idea de que Dante salga con Charlotte, ella es muy mala para él, simplemente no combinan.

—Ah, pues, te felicito—me muto a decir mientras me siento en un banco que hay aquí—. De seguro la pasan muy bien.

—Lo dudo, Charlotte no es el tipo de chica que busco.

—¿Qué tipo de chica buscas?

—Una a la que le guste Lana Del Rey no sería un problema—dice Dante y yo me rio ante sus palabras—. Además, solo lo hago para que no te sientas incómoda, no pienso llegar a más con ella ni siquiera a un beso.

Dante saldrá con la persona más fastidiosa del colegio solo para que no publique una foto mía, lo admito eso me hace sentir mariposas en el estómago.

—Bueno, gracias por eso gesto tan bonito y por preocuparte por mí.

—No lo agradezca, lo hago inconscientemente.

Un silencio se forma entre nosotros dos, no necesariamente incómodo, solo es uno dónde ambos pensamos en el otro.

No sé lo que siento por Dante, él me agrada y demasiado, siempre me saca una sonrisa, pero, la idea de nosotros dos juntos es algo que me cuesta pensar.

No soy lo suficiente buena para él. Jamás estuve en pareja ¿Qué tal si soy igual a mi madre? Romperle el corazón a Dante es algo que ni siquiera quiero que cruce por mi cabeza.

Tengo problemas, muchos en realidad, él merece a alguien sano y no a alguien que tenga que estar pendiente y preocupado por su salud.

Pero, si tengo que ser egoísta, estar en sus brazos y juntarnos a cenar todos los domingos con su familia es una idea que me encanta.

La idea de nosotros dos me gusta y me aterra a la vez.

Escucho como la puerta de mi casa se escucha de golpe y veo a mi padre con anteojos de sol y a Alex con a su lado sujetándole la mano.

—Ah, hola, chicos, no sabía que estaban aquí, ¿por qué no entran? —dice mi padre cuando nos ve.

—El viento está muy lindo aquí—le digo.

Mi padre asiente con la cabeza y ve a Dante.

—Hace mucho no te veía, Dante ¿cómo estás tú y tus mamás?

—Muy bien, señor Hoffman, gracias por preguntar—le responde Dante con simpatía.

—Eso me alegra. ¿Cómo te preparas para tu presentación en Gibby's? No es para alardear, pero yo fui el de la idea.

—En serio, muchas gracias por la oportunidad, siempre quise tocar ahí desde pequeño.

—Lo sé, Lei me contó que has estado escribiendo canciones y dije ¿por qué no llevarlo a Gibby's? Nancy estaba buscando a un músico y no se me ocurrió a nadie mejor—cuenta mi padre.

—¿Por qué no me contaron a mí? —pregunto interrumpiendo su conversación.

—La verdad, Lei, has pasado los días encerrada en tu cuarto o escapándote de casa con Dante, así que no he tenido el tiempo de contarte.

—Dice mamá que si no sales de tu cuarto te vas a marchitar—agrega Alex con una risita que contagia a Dante y a mi papá.

Tampoco he estado tan encerrada en mi cuarto, o bueno, puede que sí, pero salgo seguido con Esther.

—En fin, ¿te quedas a almorzar, Dante? Con Alex iremos a comprar los ingredientes para hacer albóndigas—pregunta mi padre.

—Oh, no quiero molestar.

—Tú jamás molestas, Dante, eres el ser humano más pacífico del mundo al igual que Lei—dice mi padre.

Dante parece pensarlo un momento y yo digo:

—Quédate, podrías mostrarme que tocarás en Gibby's y escucharemos Lana Del Rey.

—¿Quién es Lana Del Rey? —pregunta mi padre confundido, pero nadie le responde.

—Okey, está bien, me quedo.

—Genial, acompáñenme a comprar los ingredientes así si compro alguna tontería los culpo a ustedes y tu madre no se enoja, Lei.

Niego con la cabeza y vamosal auto para ir al supermercado

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