7. La profecía
Sam:
Fui un niño feliz.
Tenía una familia pequeña, un hermano al que idolatraba, una madre que amaba con el alma y un padre que… bueno, en aquel entonces no sabía que era un hijo de puta; pero, aunque solo éramos nosotros cuatro, me sentía completo, dichoso.
Luego todo se fue a la mierda.
Mataron a mi madre.
Perdí a mi hermano.
Y mi padre envenenó mi mente.
El odio, la ira y la sed de venganza fueron sentimientos devastadores que me consumieron, llevándome a un estado donde la soledad era mi mejor amiga. La disfruté por mucho tiempo hasta que llegó Mía y me abrió los ojos a un nuevo mundo; uno en el que estar solo no era una opción. Buscaba su compañía como una polilla busca la luz del sol. Luego murió y la soledad y yo, no volvimos a ser amigos.
Estaba derrotado, con el corazón hecho trizas y tuve que aferrarme nuevamente a mis deseos de venganza para poder sobrevivir, a esos a los que había renunciado por la vida que ella me ofrecía. Volví a ese bucle de odio, rabia y dolor que empeoraba con el paso del tiempo. Hice de todo para volver a ser el que era antes de ella, pero me sentía vacío, insatisfecho. La melancolía, la angustia y la ansiedad hicieron campamento en mi interior; la desesperación me embargó y no lo voy a negar, el miedo también.
El miedo a la soledad, a no tener un maldito propósito en la vida más allá de existir y ser un asesino de mierda; aunque debo decir que luego de convertirme en el Justiciero, esa sensación disminuyó un poco, aun así, no era suficiente. Miraba a mi alrededor y odiaba ver a los humanos felices, rodeados de sus familiares y amigos, mientras yo vagaba al cobijo de la luna como un alma en pena, miserable.
Cuando conocí a Jazlyn, sentí que pude respirar por primera vez en mucho tiempo, algo estúpido si tenemos en cuenta que los vampiros no respiramos. Ella se convirtió en mi luz, protegerla era mi propósito y con el paso de tiempo, a mi misión se fueron sumando otros más, incluido mi hermano, alguien a quien nunca creí que volvería a tener en mi vida.
Debido a todo el caos que me ha rodeado desde entonces, no había notado que ese vacío en mi interior, ya no está, que, incluso sin proponérmelo, me hice de un amigo. Hasta cierto punto, puedo entender que las circunstancias hayan creado un lazo entre el brujo y yo erradicando nuestras ansias de matarnos, pero lo que nunca imaginé es que la manada me considerara uno de ellos, uno más de la familia tal y como lo han expresado, mucho menos que estarían dispuestos a luchar contra un Arcángel para defenderme.
Estamos hablando de personas que intentaron matarme en innumerables ocasiones. Es un hecho inaudito, pero no voy a negar que me emociona saberlo. De hecho, aunque no creo que lo admita en voz alta alguna vez, a pesar de toda la mierda en la que estamos metidos, soy más feliz que hace unos meses. Tengo un hogar… una familia.
Sonrío mientras paso las manos por mi rostro.
Salí del Salón del Trono con intenciones de buscar a Vitae, pero el cúmulo de emociones ante la muestra de afecto y lealtad de la manada, me impidió moverme luego de haber cerrado la puerta a mis espaldas, por lo que llevo unos cuantos minutos, apoyado en la madera intentando digerir los últimos acontecimientos.
Una vez más calmado, decido reanudar mi tarea y a cada paso que doy, mis nervios van en aumento. A veces me siento como un maldito humano y eso me da rabia porque soy un manojo de sentimientos contradictorios que no consigo controlar y si algo me gustaba de ser un vampiro, era la facilidad con la que podía disimular mis emociones.
Cuando llego a su habitación, observo la puerta detenidamente mientras reúno el valor para entrar porque, si soy honesto, me da miedo averiguar quién está dentro de esas cuatro paredes: la Criaturita o Dios.
Sé que me ha proclamado como su protegido, sé que tuvimos una pequeña conversación en la torre que evidencia que seguía siendo mi chica, pero el recuerdo de su frialdad continúa latente y no me gusta.
Toco la puerta y espero paciente una respuesta que no llega.
El latir acompasado de sus corazones me dice que ahí está, así que, arriesgándome a que no le guste, la abro. Está acostada en su cama hecha un ovillo y por un momento quiero patearle el culo emplumado a Gabriel por ponerla así tan triste.
—¿Puedo pasar? —pregunto al ver que no se mueve ni un centímetro con mi intromisión. Se sienta en la cama y, para mi alivio, asiente con la cabeza.
Nervioso, tal y como sucede últimamente cada vez que ando cerca de ella, entro, cerrando la puerta tras de mí. Bajo su atento escrutinio, camino hacia la cama y me siento en el borde del colchón.
—¿Cómo estás? —Sus hermosos ojos lilas se concentran en los míos. Están alicaídos, sin ese brillo que tanto me gusta, pero siguen siendo preciosos, raros como ella.
Me analiza por varios segundos y me sorprende totalmente, cuando, sin previo aviso, luego de hacer un puchero de esos que la hacen ver tierna e inocente, se lanza a mis brazos. El impulso de su cuerpo contra el mío casi me hace caer de la cama, pero logro sostenernos a los dos.
—Ellos me odian —murmura hundiendo su rostro en mi cuello—. Les hice mucho daño y ahora me odian; les he fallado.
¿Qué se supone que debo decirle cuando no tengo ni la más mínima idea de lo que realmente ha pasado entre ellos?
Solo tengo pequeñas pistas dispersas y algo me dice que nunca seré capaz de comprender la magnitud de esa relación sin conocer toda la historia.
—No te odian, Criaturita. —Acaricio su espada intentando consolarla—. Solo están enojados, pero ya se les pasará. No conozco totalmente vuestra historia, pero por lo que entendí, han sufrido mucho.
—Todos hemos sufrido mucho. —Se sorbe la nariz para luego separarse de mi cuerpo. Su bonita mirada analiza mi rostro y un suspiro se le escapa—. Estoy agotada, tanto física como emocionalmente... ¿Puedes quedarte lo que queda de noche? —Sonrío de medio lado. Eso no tenía ni que preguntarlo.
Me levanto de la cama como única respuesta, la rodeo y luego de quitarme los zapatos, me acomodo a su lado de forma que quedamos uno frente al otro.
—Sé que ya lo dije, pero haré lo posible para recuperar a tu hermano —promete luego de par de minutos en silencio—. Eso sí, necesito que estés preparado para el peor escenario, no sé si lo conseguiremos.
—Tranquila, sé qué harás todo lo que esté en tus manos. —Aparto un mechón de cabello que reposa en su mejilla.
Si no consigue encontrar el alma de Adams, será devastador para mí, pero creo en ella cuando dice que hará su mejor esfuerzo.
—¿Quieres dormir un poco? —pregunta.
—¿No estás muy débil para andar usando tus poderes en nimiedades?
—Para ti nunca estaré débil. —Sería un gran mentiroso si dijera que esas simples palabras no alborotan el enjambre de mariposas en mi estómago.
—Pues no estaría mal descansar un poco.
Acomodándome boca arriba, estiro mi brazo en una clara invitación que no tarda en aceptar acomodando su cabeza sobre mi pecho. La abrazo a mi cuerpo y ella sube una pierna sobre las mías. Apoya su mano sobre mi corazón y poco a poco mis músculos comienzan a relajarse y mis ojos, a cerrarse, pero me resisto. Antes de dormir, necesito hacerle una pregunta que me carcome por dentro.
—Criaturita...
—¿Mmm?
—Sé que no quieres hablar de esto y hasta cierto punto, creo que puedo entenderlo, pero no soporto la incertidumbre. No me gusta darle vueltas al mismo asunto por mucho tiempo, por lo que entre más rápido sepa la verdad, mejor podré descansar y concentrarme en lo que viene. —Hago una pausa preparándome mentalmente para una respuesta que no estoy seguro de querer escuchar—. ¿Estabas enamorada de Miguel?
El silencio que se adueña de la habitación es denso, de esos que trancan la respiración por la incertidumbre y por un segundo, creo que me va a ignorar, por eso me sorprendo cuando, luego de suspirar, se separa de mi cuerpo. Me volteo hacia ella quedando nuevamente uno frente a otro.
—Las cosas en el Cielo son muy diferentes a lo que crees. Allá arriba no tenemos cuerpos humanos, solo somos algo así como bolas de energía, por lo que no tenemos el mismo tipo de relaciones que los seres de la tierra. No tenemos sexo y no nos besamos, nuestras relaciones son a un nivel espiritual, algo más profundo, no sabría explicarlo con palabras exactamente.
Hace una pausa demasiado larga para mi gusto, provocando que mi pobre corazón acelere su andar consumido por la impaciencia,
—Yo no estaba enamorada de Miguel. —El alivio que inunda mi cuerpo es sobrenatural, sin embargo, no me dura mucho—. Estaba obsesionada con él.
»Es una larga historia, pero tengo la sensación de que, si te cuento, no me vas a mirar con los mismos ojos. —Frunzo el ceño sin entender del todo—. Cálidos, con dulzura, como si realmente te gustara.
—Es que realmente me gustas. —Sonríe y no puedo evitar pensar en la belleza exótica que posee.
—Lo sé y también sé que con el tiempo te enterarás, pero quiero disfrutar de lo que sea que hay entre nosotros un poco más.
—Criaturita, dudo que lo que hayas hecho en el pasado cambie algo entre nosotros en el presente. El pasado en el pasado está, es historia, lo que me importa es lo que está pasando ahora y mucho más lo que pasará cuando Miguel regrese.
—No siento nada por él si es lo que te preocupa. Estaba obsesionada al nivel de hacer cosas un poco cuestionables, pero juro por mí que no soy mala Saaam, solo tomé decisiones erradas.
—Repítelo. —Frunce el ceño sin entender a qué me refiero—. Mi nombre. Quiero que lo repitas.
—¿Saaam? —Asiento con la cabeza mientras emociones de toda índole fluctúan en mi interior haciéndome comprender dos cosas esenciales; una: no he perdido a la Criaturita y dos: creo que me he enamorado de ella.
Un problema enorme.
Sí, lo sé.
—Saaam. —Repite y sin poder resistirme, me incorporo un poco quedando apoyado en un solo brazo mientras acomodo medio cuerpo sobre ella, pero sin ejercer presión.
—Nunca, jamás, vuelvas a llamarme Sam a secas, ¿entendido? —Asiente con la cabeza y a pesar de que no estoy seguro de si aceptará, decido hacer una última pregunta—. ¿Puedo besarte?
Asiente con la cabeza y yo sonrío como un tonto porque realmente no creí que aceptaría, no ahora que recuerda su verdadera naturaleza.
Abducido por la belleza perfecta de su rostro, acaricio su mejilla izquierda y me deleito cuando la veo cerrar sus alucinantes ojos dejándose embargar por la sensación. Paso mi dedo pulgar por su labio inferior, ese que me tienta con su color rosado, su grosor, su suavidad y sin poder resistir un segundo más, uno nuestras bocas en un beso suave, dulce, de esos que he aprendido que le encantan por los deliciosos suspiros que se le escapan.
Sus manos se enredan en mi cuello y su malditamente experta lengua sale al encuentro de la mía para involucrarse en una danza abrazadora que nos vuelve locos a los dos. No sé si debo agradecer la enorme facilidad con la que ha aprendido, pues, por un lado, me enciende de tal manera que me avergüenza decir que podría hacerme llegar al final con solo unas caricias más. No sé si se debe a quién es ella y a que, supongo que, de manera inconsciente, usa sus poderes haciéndolo todo más intenso y esa es precisamente la razón por la que me gusta su habilidad, me hace sentir cosas que jamás he experimentado.
Tengo la sensación de que, con ella, todo será a un nivel mucho mayor, algo que ningún mortal ha experimentado jamás.
Haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad, me detengo. Sonrío al ver sus ojos cerrados y sus deliciosos labios, hinchados, haciéndolos aún más apetecibles. Hundo mi rostro en su cuello intentando normalizar nuestras respiraciones.
—¿Puedo decirte algo sin que te asustes? —pregunta y, curioso por el tono temeroso de su voz, levanto la cabeza. Sus ojos se abren lentamente hasta que esa mirada lilosa, intensa como me gusta, a diferencia de la que ha tenido desde que despertó hace unas horas, se concentra en la mía.
—Por supuesto.
—Creo que me he enamorada de ti. —Suelta sin ningún tipo de tacto y yo quedo en shock.
Las palabras se reproducen en mi mente como un bucle. Mis ojos se abren de par en par mientras mi mente intenta digerir el hecho de que Dios está enamorado de mí, de un vampiro.
—¿Saaam?
—Da… dame un segundo. —Consigo decir.
—Sabía que te asustaría. —Baja la cabeza con una mezcla de vergüenza y tristeza en su mirada que me dan ganas de golpearme por imbécil.
Solo me han dicho esas palabras una vez y fue hace demasiado tiempo, nunca pensé que volvería a escucharlas y sé que hace unos minutos he dicho que podría haberme enamorado de ella, pero no estaba preparado para una confesión como esta, mucho menos para admitir en voz alta mis sentimientos.
—No me has asustado, solo me has sorprendido por...
Esperen… ¿Ha dicho: "creo"?
—¿Crees que estás enamorada de mí o lo estás? —Enarco mis cejas y yo ya ni me entiendo.
Me asusta el hecho de que esté enamorada de mí, no lo puedo negar, pero me asusta aún más que “crea” que lo está y que luego resulte que no es así.
—No quería asustarte del todo. —Se ríe por lo bajo y a diferencia de su timidez habitual, esta vez ejerce presión en su sujeción tras mi cuello, uniendo nuestros labios en un beso tierno que ella guía sin problema ninguno.
Es la primera vez que toma la iniciativa.
—Lo estoy —responde sin una pizca de duda—. Estoy totalmente enamorada de ti y desde mucho antes de conocernos. —Aunque no entiendo a qué se refiere exactamente, las malditas mariposas de mi estómago se lanzan al vuelo. En serio, no sé si podré acostumbrarme a este tipo de sensaciones tan humanas que desde hace tiempo no tenían nada que ver conmigo.
—Una vez me preguntaste que por qué confiaba en ti, que por qué me atraías. —El hombro donde tengo la jodida mordida del zombi y que no ha sanado del todo, comienza a dolerme por la posición, así que me tumbo nuevamente en la cama quedando frente a ella—. Te di varios motivos y todos son ciertos, pero había uno, el principal, que no recordaba. Te conozco desde hace más de trescientos años.
—¿Qué? —pregunto, absolutamente confundido.
—Antes les conté que, a pesar de mi inconsciencia, podía ver pasar la vida de los humanos; que conocía la de ustedes desde que nacieron hasta el momento en que comenzaron a formar parte de la profecía.
»Como es lógico, son demasiados humanos como para que yo les preste atención a todos, pero con ustedes era diferente porque estaban involucrados en mi guerra; porque en ustedes estaban todas mis esperanzas, por eso seguí de cerca cada uno de sus pasos. Sin embargo, desde que nació ese niño rubio de ojos azules, desde que sentí su alma por primera vez, supe que era especial, diferente a los demás.
»No sé a qué se debe, Saaam, eres una incógnita para mí. Te convertiste en algo así como mi pasatiempo favorito. Me gustaba mirarte, me divertía con tus ocurrencias y disfrutaba de tus aventuras con tu hermano. Cuando te vi en persona no te recordaba, pero la sensación de tranquilidad, de paz y seguridad que sentía a tu alrededor, permanecían ahí. No te recordaba, pero mi subconsciente te reconocía.
»Contigo empecé a conocer aún más los sentimientos humanos, a entenderlos y cuando nos encontramos, a sentirlos.
»Cuando Miguel regrese, cuando las cosas se vayan a la mierda y conozcas toda mi historia, quiero que recuerdes algo. Lo que siento por ti, no tiene absolutamente nada que ver con lo que sentí por él y por... —Traga duro y a mí me da la sensación de que, en esa oración inconclusa, hay algo realmente grande—. Me gusta estar contigo, Saaam y temo que mi naturaleza y mis errores terminen siendo demasiado para ti y te alejes.
—¿Por qué piensas tanto, Criaturita? —pregunto.
Tal vez no esté preparado todavía para hablarle de mis sentimientos y todo lo que ha dicho es, como mínimo, abrumador, pero me he prometido no volver a negarme nada que pueda hacerme feliz y esto, lo que sea que hay entre nosotros, alegra mi miserable existencia. No estoy listo para enfrentar lo que siento, pero sí estoy dispuesto a demostrarle lo importante que es para mí
—Limitémonos a disfrutar de lo que tenemos; sin dudas es un soplo de aire fresco entre tantos desastres.
Ella asiente con la cabeza y, esta vez sin aviso, la vuelvo a besar.
No sé cuánto tiempo pasamos entre besos y caricias, solo sé que, después de tanto dolor y tanta perdida, necesitaba este rato de paz. Lo único malo es que el sol sale y pierdo mi oportunidad de descansar, aun así, ha valido la pena.
Uno pensaría que después de los sucesos extraordinarios a los que hemos estado sometidos en los últimos tiempos, no tenemos nada de qué asombrarnos, pero no, siempre hay algo que te deja con la boca abierta, con esa sensación de: "no me lo puedo creer".
Y para ser honesto, las últimas horas me han sorprendido, tanto para bien como para mal.
Sharon está embarazada y yo he descubierto mi vena sobreprotectora de tío que pretende convertirse en el favorito de ese mocoso o mocosa que crece en su interior.
Soy el protegido de Dios.
Jazlyn tiene una hija que se quedó en el pasado.
Mi novia está enamorada de mí y yo he descubierto que le correspondo.
Tengo un amigo, un hogar y una familia un poco rara, pero familia al fin.
Y para rematar, me he arrodillado ante Alexander O'Sullivan aceptándolo como rey.
Sí, ya sé que ha sido obligado, pero mi ego ha quedado pisoteado, vulnerado, chamusqueado ante el maldito rostro de satisfacción de ese idiota, aun así, hay algo que ellos no saben. Puse cara de culo, amenacé a Sacarías, los mandé a la mierda y los insulté en varios idiomas en mi interior, pero lo que nunca sabrán porque no pienso decírselos jamás, es que no me sentí mal haciéndolo.
Cada habitante en este lugar, considera a Alexander como su rey y cuando me obligaron a aceptarlo, seamos honestos, si me hubiese dado la gana, me hubiese levantado y nada habría pasado. A fin de cuentas, soy el protegido de Dios, ¿no? Si no lo hice, no fue por la cara asesina que me dedicaron los guerreros por no brindar el respeto que su rey merecía, en realidad, mantuve mi posición porque en el fondo y que se quede entre nosotros, por favor, admiro a Alexander O'Sullivan.
Hay que tener muchos cojones para enfrentar todo lo que le ha tocado vivir. Yo tengo más de tres siglos de experiencia en estar revolcado en la mierda para luego salir adelante, pero él, con sus escasos veintiún años, ha enfrentado cada obstáculo con la cabeza en alto, como un guerrero, un estratega excelente, en otras palabras, como un rey.
A su edad, yo era un mocoso miedoso que le pidió a su padre que lo convirtiera en vampiro para evitar las pesadillas. Era un cobarde.
La multitud aplaude sacándome de mis pensamientos. Observo a los nuevos reyes que regresan al palacio y, con las manos en mis bolsillos, los sigo.
—Aun no puedo creer que hayas hecho eso —dice Sharon y su hermano se limita a cruzar su brazo por encima de sus hombros para luego besarla en la sien.
—Seremos los mejores reyes que hayan conocido los Legnas, hermanita.
—Estoy de acuerdo contigo, cariño —dice Alysson acercándose a sus hijos para depositar un beso en la frente de cada uno.
—¿Lo ves? Si mamá lo cree, todo estará bien. Relájate. —Sharon rueda los ojos.
—Ok —dice Sacarías—, con todo el respeto que ambos... —Señala a los hermanos O'Sullivan—, se merecen, esto de que las cosas estén tan tranquilas no me da muy buena espina después de los días moviditos que hemos tenido.
»Me parece que es buen momento para ver qué sorpresitas nos trae la última parte de la profecía.
Suspiro profundo.
Sé que tiene razón, pero realmente esperaba un poco más de tranquilidad.
—Bueno, ustedes dicen dónde quieren hablarlo. —Interviene Vitae que barre su mirada por cada uno de los presentes hasta concentrarla en mí. Sonrío de forma casi imperceptible.
—Vayamos al Salón del Trono. —Ofrece la reina. Esa habitación y la Sala de los Profetas parecen nuestros centros de operaciones. Todo lo importante tiene lugar ahí.
Vitae se acerca a mí y antes de que pueda decir nada, une su mano con la mía cruzando nuestros dedos. Mi corazón sube a mi garganta por el gesto tan repentino y, a pesar de que me incomoda la estupefacción, la sorpresa de todos los que nos rodean, no la suelto, al contrario, me aferro a ella como si fuera una chica normal y no el mismísimo Dios, como si no hubiese nada de raro en que salga con un vampiro.
Una sensación extremadamente cálida se extiende en mi interior al recorrer el palacio a su lado y, aunque sé que a los emplumados les incomoda la situación, deciden mantenerse al margen. Menos mal, pues esas discusiones ente nosotros, ya me estaban hartando.
Llegamos a la Sala del Trono y Vitae suelta mi mano. Una vez dentro, ella se acerca a los Arcángeles y la manada toma asiento. Hemos hecho esto tantas veces que ya cada uno tiene su lugar.
—La última parte de la profecía —dice Vitae y esa frase me alivia tanto como me asusta.
Me alivia porque eso es señal de que toda esta mierda está llegando al final, pero me aterra el hecho de que ese final tiene a Lucifer y la posible destrucción del mundo.
—¿Quieres hacer los honores? —le pregunta al Profeta mayor. Gabriel asiente con la cabeza y recita:
La última Guardiana su cometido cumplirá,
con su sangre la Piedra Sagrada limpiará
y la Vida y la Muerte
a ser dos regresarán.
La quinta capa caerá
y el dragón más fuerte se hará.
Los demonios antiguos la Tierra azotarán.
La lujuria, la pereza, la gula,
la ira, la avaricia y por último la soberbia.
La última capa caerá.
Y el hijo preferido, el competidor rebelde;
celoso de los humanos
y dominante en el Infierno Penitencial,
en su altar se alzará.
La Hora Final llegará,
y la oscuridad arrasará.
—Mierda —murmura Alexander haciendo eco de mis pensamientos.
Mierda, mierda y más mierda.
—Esta parte no está tan complicada de descifrar como las anteriores —dice Vitae—. Vayamos por partes: "La última Guardiana su cometido cumplirá, con su sangre la Piedra Sagrada limpiará y la Vida y la Muerte a ser dos regresarán".
Todos observamos a Sharon, que se revuelve incómoda, pues a nadie le queda dudas de que ella es la última Guardiana de la Piedra Sagrada.
—Deberás verter tu sangre pura sobre la piedra en mi frente y yo y Mors tendremos nuestros cuerpos de vuelta. Seremos dos.
—Espera, ¿qué? —pregunto y Sacarías se ríe a mi lado.
—Entonces tendremos dos garrapatas. Esto va a ser divertido —dice el brujo en voz baja, pero con claras intensiones de que lo escuche. Lo miro con mala cara.
—Como escucharon, —Continúa Vitae—. Mors y yo vagaremos entre ustedes por una temporada.
—¿Hasta cuándo? —pregunto, seriamente preocupado.
Tratar a una de ellas a veces es complicado, dos me volverán loco.
—Si todo sale bien, es decir, si logramos derrotar a Lucifer, hasta que vuelva a ser Dios.
Sus palabras me caen como un cubo de agua fría, no por el hecho de que sea un incierto si lograremos vencer al diablo, sino porque por primera vez, me doy cuenta de que ella no pertenece a este mundo.
¿Cómo no lo pensé antes? Volverá a ser Dios y, por tanto, lo más probable es que regrese al Cielo con sus Arcángeles ¿Qué caso tiene estar en esta relación?
Esto es un desastre.
—Una pregunta —dice Sharon—. No sé si sepas la respuesta, pero bueno. Cuando Lirba y Maira aparecieron, intentaron matarme alegando que, si la Guardiana de la Piedra no existía, esta era inútil o algo así. Si se supone que formo parte de la profecía y ellos querían que se cumpliera, ¿por qué matarme?
—En aquel momento ellos no conocían esta parte de la profecía, no sabían que tú formabas parte de ella. Teniendo en cuenta que la Piedra es el Fruto del Árbol de la Vida, puede no solo conceder la inmortalidad, sino también devolverte al mundo de los vivos. No querían arriesgarse a que usaras la Piedra para devolver a Alexander y a Jazlyn a sus cuerpos.
—¿Eso se podía haber hecho? —pregunta el rey.
—No, pero ellos no lo sabían. El problema es que ustedes técnicamente no murieron, sino que sus almas viajaron al pasado. La Piedra no podía traerlos de regreso.
—¿Y a Adams? —pregunto.
—Una vez encontremos su alma y lo logremos rescatarla, se la regresaré a tu hermano con el poder del Fruto del Árbol de la Vida.
Interesante.
—¿Alguna otra pregunta al respecto? —Negamos con la cabeza—. Seguimos entonces... “La quinta capa caerá y el dragón más fuerte se hará. Los demonios antiguos la Tierra azotarán. La lujuria, la pereza, la gula, la ira, la avaricia y por último la soberbia. La última capa caerá”
»Los siete demonios son los siete pecados capitales, los fieles seguidores de Lucifer, aquellos que él creó para pervertir a la humanidad.
—¿Cómo los matamos? —pregunta Alexander.
—No se pueden matar porque ellos viven en los seres humanos. —Eso no suena bien—. Deja ver cómo me explico. Estos demonios son entes, es decir, no tienen cuerpo, al menos no lo tendrán cuando salgan del Infierno. Una vez que se fortalezcan podrán poseer a los humanos y a diferencia del resto de los de su especie que solo pueden tomar un cuerpo, estos tienen suficiente poder para cambiar de recipiente cuantas veces quieran en un corto espacio de tiempo.
»Se alimentan de los pecadores. Mientras exista un ser humano en la tierra que haya sucumbido a uno de los siete pecados, ellos vivirán y ahora que están fuera del Infierno, extenderán el caos por todos lados hasta que ya no queden personas con alma pura.
»Entre más se esparcen, más fuerte se hacen y debemos estar preparados. La cúpula que rodea a Nordella se está debilitando. Le queda unas horas cuando más. Una vez caiga, los ciudadanos de Nordella podrán irse y todo el que desee entrar a la ciudad, lo hará.
—¿Por qué va a caer? —pregunta Jazlyn.
—La cúpula se formó cuando el primer sello fue roto dando inicio al juicio de Dios y ese juicio terminó en el momento en que la última copa fue alzada. Aún estamos encerrados porque es una barrera demasiado poderosa, necesita unas horas para desaparecer.
»Cuando comencé el Juicio hace eones, mi idea era darles un escarmiento a los humanos. No necesitaba que fuera en el mundo entero, simplemente elegí una ciudad. La cúpula fue hecha para que el caos no se extendiera a otras regiones, cayó cuando me pusieron a dormir sin haber terminado mi propósito. Por eso es que solo ha ocurrido aquí, porque Nordella es el epicentro de todo.
—¿Por qué Nordella? —pregunta Sharon—. Siempre he tenido curiosidad.
—Porque la jaula donde está encerrado Lucifer está debajo de la Ciudad.
—¿Debajo? —Es mi turno de cuestionar.
—Sí, cuando dicen que el Cielo está arriba y el Infierno abajo, es literal. El Cielo es obvio y el Infierno está en el mismo centro de la Tierra. Lucifer está debajo de la Ciudad.
Eso es interesante.
—Ok —dice Alexander—. Entiendo esa parte, pero volviendo a los siete demonios. Si no podemos matarlos, ¿qué hacemos con ellos?
—Ellos, nos guste o no, forman parte de la Tierra al igual que la propia naturaleza. No podemos matarlos, nuestra única opción es volver a encerrarlos en el Infierno.
—Están en la misma jaula que Lucifer —explica Rafael—. Cuando Miguel lo encerró en el Infierno, los demonios quedaron atrapados con él. Cuando nuestro hermano salga, debemos devolverlos.
—¿Y no podemos volver a encerrar a Lucifer? —pregunta Ezra. Ahora que lo pienso tiene un punto, así Alexa no tiene que morir.
—Lucifer saldrá del Infierno, lo dice la profecía; si volvemos a encerrarlo, la historia se repetirá en unos siglos. —Vitae suspira profundo—. Sé que todos quieren una vía donde la chica O'Sullivan Holt no tenga que morir, pero Lucifer es un mal que debemos erradicar de raíz. Ya no funcionan las soluciones a medias, él tiene que morir.
Por supuesto… una vez más, las cosas hay que hacerlas por las malas.
Vitae camina hacia Sharon y se detiene a solo unos metros de la silla imperial.
—Eres la Última Guardiana de la Piedra Sagrada, eres la que nos hará independientes nuevamente.
—¿Y si no quiero hacerlo? Es decir, es algo que depende exclusivamente de mí, si yo me rehúso, ¿no cambia nada en la profecía?
—A estas alturas ya deberían saber la respuesta a esa pregunta. No se puede, de alguna forma tu sangre terminará en mi frente. Mira lo que pasó con tu hermano y Jazlyn; ella lo iba a dejar morir para no darle de beber su sangre y, de esa forma, evitar que se cumpliera la profecía, aun así, Cristopher se encargó de hacerlo por ellos.
Sharon suspira profundo.
—Sabemos que las profecías se cumplen, pero a veces nos permitimos tener un rayito de esperanza. —Se revuelve el cabello—. ¿Cómo metemos a esos demonios al Infierno de nuevo?
—Eh... Buena pregunta, tengo que pensarlo.
—¿Por qué? —pregunto, alarmado—. ¿No sabes hacerlo?
—Oh, no, sí sé, pero la vía que usamos la última vez requirió de gran parte de mi poder y por si no se han dado cuenta, no es que me quede mucho de eso. Hay que buscar un plan B, ya veremos cuando lleguemos ahí.
Hostia... ¿Por qué las cosas siempre van a peor? ¿No puede haber algo bueno, para variar?
—Ya estoy lista —dice Vitae dando un paso más cerca de Sharon.
—¿Para qué?
—Para que limpies con tu sangre la Piedra Sagrada.
—¡¿Ahora?! —chilla la reina. Supongo que no lo esperaba, de hecho, ni yo lo esperaba.
—Sí, da igual, ahora o mañana va a suceder, así que hagámoslo.
Sharon se queda en silencio por varios minutos analizándola minuciosamente. No sé qué está pasando por su cabeza, pero luce serio. Se le nota preocupada.
—Tengo una pregunta que no viene mucho al caso, pero tengo curiosidad. —Todos los ojos se posan en mí—. Que Sharon use su sangre para limpiar la piedra no va a afectar a su bebé, ¿verdad? Digo, porque si es así me parece que...
—Hostring, cállate —ordena la reina—. Me hace feliz que te ilusione el hecho de que serás tío, pero no me atosigues. No llevo ni diez horas de que supe del embarazo y ya me has sacado de mis casillas.
Sí, y ella me sacó de su habitación casi a patadas.
Olvidé contarles que luego de dejar a la Criaturita en su cuarto, fui al de Sharon y digamos que me volví un poco loco cuando la vi moviendo unos muebles para estar más cómoda al cuidar a Adams. Es que está embarazada y es la maldita reina, si ella da la orden, habrá muchas personas dispuestas a hacer el trabajo. El punto es que sostuvimos una pequeña discusión que terminó con ella lanzándome un búcaro, no me dio, no se preocupen y ordenándome a gritos que desapareciera de su vista para luego mandarme a despertar a su hermano, alias el frailecillo.
Levanto las manos en son de paz y ella vuelve a concentrarse en Vitae.
—Cuando se separen, ¿estarás mucho más débil o mejor, ya que tu cuerpo no tendrá que sostener a la Vida y a la Muerte?
—Con nuestra separación cae otra capa de la profecía, eso me debilita más.
—Pues no lo haré hoy. —Se pone de pie—. ¿Quieres que limpie la piedra? Busca el alma de Adams y tráela de regreso, si no, esperaremos a que el propio destino decida jugar sus cartas para que, "de forma accidental" haga caer mi sangre en tu frente.
»Si dejo que te sigas debilitando, puedo dar a Adams por muerto.
~~~☆☆~~~
Hola, ¿qué les pareció?
¿Les gustó?
Espero que sí, las quiero
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