5. Alexa
Sam:
Recorremos el palacio en silencio, uno del lado del otro, pero sin tocarnos; sin embargo, por ahora, eso es suficiente para mí.
Cuando llegamos al segundo piso, ambos Arcángeles nos esperan en la puerta del salón del trono. Gabriel con los brazos cruzados y Rafael con las manos en los bolsillos.
—Tardaron —gruñe el primero.
—Supéralo. —Sin decir nada más, paso entre los dos, golpeándolos por los hombros y entro al salón.
El silencio se hace ante mi llegada, sin embargo, eso no me preocupa; lo que realmente me llega al alma, es ver cómo Jazlyn esconde su rostro entre sus manos para que yo no la vea.
Me maldigo una y otra vez por haber sido tan imbécil hace un rato.
Revuelvo mi cabello y voy directo a ella. Me arrodillo al frente y Alexander tiene la buena idea de apartarse para darnos espacio.
—Ey —susurro—. ¿Jaz? —Tomo sus muñecas y con cuidado de no hacerle daño, la obligo a descubrir su rostro. Desvía la cabeza—. Mírame. —Ella niega por lo que la tomo de la barbilla hasta que nuestras miradas se conectan.
No voy a mentir diciendo que verla no me causa nada. Todos saben que lo que me hizo acercarme a ella y darle mi protección sin dudar fue su parecido con Mía, pero tampoco es un secreto que, precisamente esa similitud, es lo más difícil en nuestra amistad.
—Lo siento —murmura.
—¿Por qué? —Se encoge de hombros y hace un puchero que me llega al alma porque, maldita sea, Mía lo hacía cada vez que estaba triste. Me obligo a calmarme.
—¿Porque nos parecemos?
—Estoy bastante seguro de que tú no tienes la culpa de eso. —Sonrío para hacerla sentir mejor, pero en su lugar, sus mejillas se llenan de lágrimas. Se lanza a mi cuello y por un segundo no sé cómo reaccionar hasta que le devuelvo el abrazo.
—Lo siento, lo siento. Juro que me voy a teñir el cabello de nuevo. Lo siento mucho, Sam. —Tomo una amplia respiración intentando calmar las miles de emociones contradictorias en mi interior y cuando estoy seguro de que no me voy a romper, pues siendo honesto, todo lo que ha pasado me tiene al borde del colapso mental, me separo un poco de ella. Acunando su rostro, la obligo a mirarme.
—Tú no tienes que disculparte de nada, ¿entendido?
—Gabriel dice que Maira es nuestra Doppelganger, pero somos como una especie de primas en diferentes épocas.
Lo digo, nuestras vidas son una jodida mierda loca.
—Eso es culpa de él por dejar su semilla regada en diferentes épocas. —Me gano una risa baja de su parte. Sonrío—. Escucha, Jaz, no tienes que teñirte el cabello, no tienes que hacer nada. Es raro, no te voy a mentir y, vale, duele un poco, pero solo debo acostumbrarme, ¿ok? Ya lo hice una vez, lo haré de nuevo. No te preocupes por eso.
—Pero…
—Pero nada, todo está bien. En serio. —No parece muy convencida—. No es tan malo, ¿vale? Sí, eres un recordatorio constante, pero puedo vivir con eso; lo que me sacó de control ahora… fueron otras cosas… Lamento lo que te dije.
Se sorbe la nariz.
—No importa. De igual forma me gusta el pelo rosa. —Me río.
—No te voy a hacer cambiar de opinión, ¿verdad?
—No.
Con toda la delicadeza de la que soy capaz, seco sus mejillas y me sorprendo cuando Alexander golpea mis manos.
—Una cosa es que acepte la amistad entre ustedes que, en serio, sigo sin entender cómo te ganaste su cariño; pero otra muy distinta es permitir que la manosees. Apártate.
Para mi propia sorpresa, solo me río. Estoy convencido de que lo ha dicho de verdad, pero al mismo tiempo no. Él sabe que entre ella y yo solo hay amistad, que no tiene nada de qué preocuparse o al menos espero que lo sepa; sin embargo, estoy casi seguro de que ha intervenido solo para aligerar el ambiente.
—El que no entiende cómo carajos se enamoró de ti, soy yo. Eres insoportable, O´Sullivan. —Se encoge de hombros.
—Soy un hombre afortunado.
—Menos mal que lo sabes.
Aprovechando que Jazlyn sonríe medio divertida con nuestro intercambio, les doy la espalda. Mi mirada se encuentra con la de Vitae que luce preocupada. Baja la cabeza y yo me dirijo a mi lugar, pero me detengo al ver los trozos de mi silla cerca de la pared.
Me rasco la cabeza, incómodo y miro a mi derecha cuando un brazo se cruza sobre mis hombros. Observo a Sacarías que analiza la silla o lo que queda de ella.
—Te he dicho un montón de veces que no pagues tus frustraciones con los objetos. ¿No ves que luego somos nosotros los que tenemos que arreglar tus desastres? Ya he perdido la cuenta de cuántas cosas he arreglado luego de que las hayas destruido y eso que no llevamos mucho de amigos.
Abro los ojos, sorprendido, ante su última palabra. ¿Amigos?
¿Me considera su amigo?
Lo observo detenidamente mientras, con una sonrisa, mueve sus dedos, murmura algo y la maldita silla se recompone sola. Me mira y yo sigo sin poder reaccionar.
—¿Qué? —pregunta, pero sabe claramente qué me ha dejado fuera de juego.
Sacudo la cabeza sin poder creer que el maldito pelos locos me considere su amigo. O sea, ha admitido varias veces que le caigo bien, incluso dijo que se enfrentaría a Miguel de ser necesario, pero de ahí a considerarme su amigo… Sin duda no me lo esperaba.
Abro la boca varias veces, pero las palabras no parecen querer salir. Una parte de mí, esa taciturna que ha vivido sola toda la vida y a la que todo le importa una mierda, me dice que me quede callado y me siente. Sin embargo, esa otra parte que se ha ido haciendo más visible en los últimos tiempos, esa que ya no se siente cómoda en la soledad, que le gusta pasar el tiempo con la manada, esa que se ha vuelto más sociable, me dice que debo hacerle saber que también lo considero mi amigo.
Me rasco una ceja.
—Gracias… A… amigo. —Me golpea por la espalda y repercute directamente en mi hombro—. Joder, Sacarías, ¡eso ha dolido!
—Hombre, sí que te costó decirlo —bromea—. Casi tengo que sacarte la palabra con los dedos.
—Imbécil.
—¿Podemos ponernos serios de nuevo? —pregunta Gabriel tras de mí y yo ruedo los ojos.
Podrá ser todo lo bueno que Vitae quiera, pero no lo soporto, es un aguafiestas.
Me siento.
—Venga, sigamos con la clase de historia —me burlo—. Por si no lo recuerdas, te quedaste justo cuando permitiste que mataran a Mía. —Me mira con mala cara y yo sonrío de medio lado.
—Gabriel —lo llama Vitae—. Antes de seguir, me gustaría agradecer todo lo que has hecho. Sé que no ha sido nada sencillo para ti. De todos los Arcángeles, eras el que prefería permanecer en el Cielo y te encomendé una misión que conllevaba vagar entre ellos. Lo has hecho bien y me siento mal por todo lo que has tenido que pasar para conseguirlo, sé que odias la guerra, la muerte y tuviste que enfrentarte a eso y más. Gracias a ti, este mundo tiene una oportunidad.
¡Oh, Dios mío! ¡Se ha avergonzado!
Gabriel desvía la mirada y parece querer meterse en cualquier lado con tal de desaparecer de aquí. Esa no me la esperaba, sin embargo, no me da tiempo a burlarme porque Ezra pregunta:
—¿Lucifer nunca sospechó nada? —Vitae lo observa sin entender—. Gabriel, un Arcángel del bando de Dios, vaga por la Tierra engendrando Nefilims y hay una profecía que involucra a las hijas de ellos… No lo sé, pero a mí me gustaría saber qué carajos pasa y ya nos ha quedado claro que el hecho de que esté en el Infierno no es impedimento para que sepa lo que aquí sucede.
Vitae sonríe como si estuviese orgullosa de algo.
—Antes de morirme, me aseguré de dejar una pista: el híbrido descendiente de un humano, un ángel, un Nefilim y un Legna, podría matar a un Arcángel.
—¿Estás diciendo que mi hija puede matar a un Arcángel? —pregunta Nick. Jaz luce asustada.
—No. —Ok, ahora estoy confundido—. Eso les hice creer a todos y funcionó. Lucifer envió a Cristopher a capturar a los híbridos con la esperanza, supongo, de tenerlos bajo su control y poderlos usar en un futuro conflicto contra sus hermanos.
»Pero no, mi plan no tiene que ver con ellas exactamente. Maira, Mía y Jazlyn debían nacer porque cada una tenía un papel que cumplir en la profecía, pero en realidad, quien me importaba eras tú, Jazlyn, tú y tu estadía en el pasado.
Los hombros de Jazlyn se tensan inmediatamente y Alexander busca su mano con desespero. No sé qué carajos sucedió en el pasado, pero estoy seguro de que muy bueno no es.
—La misión que le encomendé a Miguel fue proteger al descendiente del híbrido y el príncipe de los Legnas.
Silencio…
Absoluto y espeluznante silencio…
¿Descendiente?
¿Tuvieron un hijo?
Jodida mierda…
Lo juro, a partir de hoy, nada de lo que vuelvan a decir, podrá sorprenderme. Ahora sí sobrepasamos el límite de la locura.
¿Un hijo?
La unión de mi amiga y su novio es tan fuerte, que sus puños se ponen blancos. Miro a mi alrededor y todos parecen tan sorprendidos como yo, incluso los emplumados.
—¿Hijo? —pregunta Isabel—. ¡Oh, Dios mío!
—¡Espera un momento! —grita Sacarías, sobresaltándome—. ¿Estás diciendo que el hijo de puta vestido de negro y cara de culo que apareció ese día es el Arcángel Miguel?
Ok, me retracto… Sí puedo seguir sorprendiéndome… ¿Lo sabía?
—¿Vestido de negro y cara de cuelo? —pregunta Rafael con una ceja arqueada—. Sí, tiene pinta de ser él.
—Lo siento, Sam, pero tienes mucha competencia.
—¡¿Lo sabías?! —le pregunto y luego reparo en sus palabras. Frunzo el ceño—. Espera, ¿qué? ¿Competencia?
Miro a Vitae que tiene los ojos abiertos de par en par, luego a Sacarías que no sé qué es lo que quiere, si echarse a reír o morir de vergüenza por su arrebato.
¿Sa refiere a que el tipo es guapo o algo así?
Sacudo la cabeza, eso ahora no es importante.
—¿Sabías que habían tenido una hija?
—Sí. —Me pongo de pie, incrédulo.
—¿Y lo dices así tan pancho?
—Sí.
—¿Desde cuándo?
—¿Desde que supimos que estaba embarazada?
—¿Supimos? —Miro a Ezra que se rasca la cabeza, incómodo. Abro la boca sin podérmelo creer—. ¿Por qué no dijeron nada?
—Relájate, ¿ok? No creí necesario contarles nada porque ya bastantes preocupaciones teníamos como para andarles agregando que los muchachos habían tenido una hija que desapareció justo cuando nació y ellos murieron. Necesitábamos estar concentrados en el maldito apocalipsis que teníamos en las manos, no pensando en cosas que no podíamos resolver.
—Pero…
—¡Sam! —grita poniéndose de pie y yo me callo, sorprendido. Nunca me había gritado. Hace una seña con su barbilla señalando algo a su derecha.
—¡Puta mierda! —grito cuando veo a Jazlyn llorando en los brazos de Alexander. Es que soy imbécil. Corro hacia ellos—. Joder, lo siento. No era mi intención reaccionar así.
Los minutos que le siguen son los más incómodos de la vida. Maldita sea yo y mis reacciones desmedidas.
Alexander susurra palabras dulces a su chica, pero en su mirada, veo que le duele de igual forma, así que me aparto para darles espacio. Este momento les pertenece.
—Lo siento —dice Jaz cuando consigue recomponerse un poco—. Esto es más difícil de lo que pensé que sería.
Se sorbe la nariz.
—Supongo que tienen curiosidad. —Nadie dice nada, si no quiere hablar, estoy seguro de que todos estaríamos de acuerdo. Termina de limpiarse las lágrimas—. No hay tanto que contar, nosotros tampoco entendemos mucho. Solo sabemos que un día estaba bien, al otro casi saco mi estómago por la boca y al tercero parecía tener unos cuatro meses o algo así.
»Casi enloquecemos al darnos cuenta de lo que pasaba, es decir, los Legnas no pueden tener hijos, ¿no? Y sé que Alex en ese cuerpo era humano, pero yo no.
—Alexander no era humano —dice Vitae y el mencionado la observa con el ceño fruncido—. El cuerpo humano es el recipiente del alma y tú alma es la de un Guerrero. Nunca has dejado de ser un Legna, simplemente estabas en un cuerpo que no había pasado por el Rito de Iniciación.
—¿Me estás diciendo que estuve en el pasado pasando trabajo como un maldito humano y que sí era Legna? —Vitae asiente con la cabeza—. ¿Y mis habilidades como miembro de la Raza Pura?
—El cuerpo de Lirba nunca estuvo en contacto o cerca de la Fuente Sagrada, por tanto, tus habilidades no estaban. Es lo mismo que sucedió con Jazlyn… Sacarías le puso la marca, pero hasta que tú y Sharon no la llevaron al Núcleo de los Legnas, sus habilidades no se activaron.
—¿Cómo sabes eso? —pregunta Jaz.
—Ya no puedo ver sus futuros, pero sí sus pasados.
Interesante.
—Si hubieses tenido una bash, Alexander, la habrías podido usar.
—Genial, de nada me sirve saberlo ahora.
—Y respecto a lo de que los Legnas no pueden tener hijos… Cuando cayó la segunda capa, todos los seres que habían sido privados del don de la concepción, ya sea del pasado, presente o futuro, lo recuperaron.
—¿Sabías que iba a suceder? —Es el turno de Alexander.
—Sabía que las consecuencias de la segunda capa era el regreso del don de la concepción; puse toda mi fe en el amor que había ido creciendo en ustedes y que fueran lo suficiente… —Se muerde el labio pensando—. ¿Hormonales? ¿Calenturientos? —Evito no reírme ante la cara de mala leche de Jaz y su novio—. Como para tener sexo sin parar.
—Eh… —murmura Nick—. ¿Podemos volarnos esta parte? No es que me haga mucha gracia saber que mi hija estuvo follando el pasado.
Jazlyn jadea y su rostro se sonroja. Me muerdo el labio e intento respirar con calma porque este no es momento para reír. No puedo hacerlo… es mi amiga, joder y lo está pasando mal.
—La verdad es que fue una apuesta arriesgada, pero funcionó y el hecho de que fuera en el pasado, me daba la ventaja de que no descubrieran mis planes hasta que no estuviesen cumplidos.
»¿Dicen que fue niña? —Ambos asienten con la cabeza—. Miguel debía ocultar y proteger a vuestra bebé. ¿Lo vieron?
Alexander resopla. Parece que el Guerrero emplumado no le cae muy bien a nadie.
—Se apareció un día dentro de la barrera de Sacarías. Está de más decir que el brujo lo atacó con todo lo que tenía, incluso Ezra ayudó, pero no le hicieron un puto rasguño. Nunca mencionó quien era, simplemente dijo que su misión era proteger a nuestra descendencia.
»Jazlyn montó en cólera, usó la serta contra él. No lo mató, pero me divertí viendo cómo le pateaba el culo; él no hizo nada para defenderse, simplemente se largó y no supimos nada de él por los siguientes dos días.
»Justo cuando Jazlyn estaba a punto de dar a luz en medio del bosque, él apareció, asistió el parto y no nos quedó de otra que permitir que se la llevara. O sea, era eso o que muriera junto a nosotros. Estábamos siendo perseguidos por los soldados del ejército de Morf acusados de traición y nos estaban pisando los talones. Maira y Lirba morían en el pasado, así que estábamos seguros de que era nuestro turno.
»El… Miguel, tuvo la decencia de quitarle los dolores del parto a Jaz e intentamos escapar. No lo logramos, nos mataron y despertamos aquí.
Mierda… yo pensaba que nosotros lo habíamos tenido difícil, ellos no estuvieron mucho mejor.
—¿Volvieron a ver a Miguel? —pregunta Isabel con los ojos abnegados en lágrimas y Sacarías niega con la cabeza. Ezra lo imita.
—Ni siquiera sabíamos que había sobrevivido.
—¿Por qué proteger a nuestra hija era tan importante? —pregunta Alexander al mismo tiempo que Jazlyn:
—¿Crees que pudo salvarla? —pregunta Jazlyn.
—Es Miguel —responde Rafael, encogiéndose de hombros—. Si alguno de nosotros podía hacerlo, ese era él. Es nuestro mejor guerrero. Solo debemos esperar.
—Pero… ¿estará viva? —Vuelve a preguntar mi amiga—. Es decir, fue hace doscientos tres años.
Vitae sonríe.
—Si Miguel cumplió, ella está viva. Tiene mi marca.
—¿Tu marca? —preguntamos casi todos a la vez. Ella asiente con la cabeza.
—El árbol —dice señalando su espalda—. Eso le concede la inmortalidad. Le pedí a Miguel que se la pusiera una vez sus poderes despertaran porque llevaba incluida una contención. Quise asegurarme de que sus poderes no fueran notados y que, por supuesto, no se saliera de control, pues no creo que Miguel pudiera pararla.
»Estamos hablando de la criatura más poderosa, después de mí.
Hostia.
—No sé a qué edad habrá tenido que ponerle la marca, solo espero que no haya sido un bebé porque si tuvo que pasarse doscientos años en ese estado, me mata.
—Oh, no, yo espero que haya sido desde bien joven —dice Rafael—. Miguel merece que le jodan la existencia un poco.
Pues si eso le jode la vida, yo también estoy de acuerdo.
—A todas estas —dice Sharon sonriendo—, ¿cómo se llama mi sobrina?
—Alexa —responde Jaz—. O sea, espero que Miguel le haya mantenido el nombre, solo se lo dijimos una vez.
Alexa O´Sullivan Holt.
No me gusta mucho…
Su nombre se parece demasiado al del padre…
Y el padre es un idiota…
Pudieron escoger uno mejor.
—Por cierto, disculpen que cambie el tema así —dice Ezra—. ¿Ya salió la otra parte de la profecía?
Hostia, tiene razón. Había olvidado ese detalle.
—Solo se ha revelado un verso —responde Gabriel. No sé cómo lo sabe, pero sus métodos, tendrá—. De igual forma, no es necesario esperar, tanto Vitae como yo, la conocemos.
—Bueno, ya que estamos en estas, ¿cuántas partes son? —pregunta Nick—. Y otra cosa, ¿podemos albergar al menos un mínimo de esperanza de que sea menos intensa que la anterior?
—Esta es la última, cuando caiga la sexta capa, Lucifer ascenderá y, por tanto, las cosas se pondrán peores.
Nick suspira profundo, estoy convencido de ya conocía la respuesta, pero como dicen los humanos, la esperanza es lo último que se pierde, ¿no?
—¿Saben? —pregunto llamando la atención de todos—. Yo pensé que tenía un padre de mierda, resulta que ustedes tienen como hermano al mismísimo diablo, la encarnación suprema del mal. Siempre hay alguien más jodido que uno, pero a ustedes nadie les gana.
—Los humanos lo catalogaron como el diablo, Sam, pero Lucifer no es del todo malo; sigue siendo un Arcángel.
—Vitae, con todo el respeto que mereces, estamos hablando de alguien que quiere reducir el mundo a cenizas simplemente porque su Dios se encaprichó con su creación. —Gabriel, para mi gran sorpresa, se ríe de mis palabras.
—Puede que ustedes no lo vean, pero no todo lo que hizo fue malo. Es decir, tal vez sus motivaciones no fueron las mejores, pero gran parte de lo que son los humanos hoy, se lo deben a él.
—¿Qué parte? —pregunta Alexander con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho—. ¿El que sean seres despreciables, corruptos, egoístas, avariciosos, capaces de matar sin remordimientos, de provocar guerras afectando a miles y miles de sus semejantes, personas en gran medida inocentes? No lo sé, pero no le veo lo bueno a eso.
Vitae suspira profundo.
—Yo hice perfecto al hombre, Lucifer los convirtió en humanos. —Frunzo el ceño—. Cuando creé a Adán y a Eva, los hice de bien, perfectos, demasiado al punto de convertirse en aburridos, predecibles. Lucifer los pervirtió, sí, y hay muchos seres humanos que se merecen el peor de los castigos, pero también están aquellos luchan por no sucumbir a la tentación o aquellos que se equivocan, pero se arrepienten, aprenden de sus errores y se esfuerzan por seguir adelante.
»No tengo vergüenza en admitir que los admiro como a nada en este mundo y eso es así, desde que él los hizo pecar. Tal vez ustedes no lo vean, pero… —Una carcajada estruendosa interrumpe sus palabras.
Todos concentramos nuestra atención en Rafael, confundidos y una vez que se recompone, observa a Vitae mortalmente serio.
—No puedo crees que a pesar de todo lo que ha hecho, lo estés defendiendo.
—No lo estoy defendiendo, solo digo que no todo ha sido malo.
—Ya… —Sonríe sin una pizca de humor—. Cuando me torturó tampoco, ¿no? Ni cuando asesinó a Nova, ¿verdad? Ah, no, espera, de eso sí te alegraste…
Oh, joder, eso son palabras mayores.
Vitae se pone de pie y se acerca a él hasta quedar a escasos centímetros de distancia.
—Nunca, jamás de los jamases, vuelvas a insinuar que lo que pasó con Nova me hizo feliz. —Mi piel se eriza ante el tono amenazante de su voz—. Y siento en el alma no haber podido hacer nada para protegerte, sabes de sobra que ese es uno de mis mayores arrepentimientos.
Rafael, un poco menos enojado, coloca sus manos sobre los hombros de Vitae.
—Lucifer siempre fue tu favorito y sé que te dolió más que a ninguno de nosotros su traición, pero eso no es excusa para que, aún ahora, lo sigas defendiendo. Estás ciega, él ha sabido manipularte demasiado bien.
»Él corrompió a los humanos y esos que admiras, son como son por ti, porque no permitiste que su veneno se extendiera como la peste, porque, aunque tomando decisiones drásticas, intentaste cortar de raíz todos sus males; porque nosotros te ayudamos, porque esos humanos depositaron su fe en ti.
»Recuerdo al Lucifer de antaño, era mi hermano. Recuerdo lo felices que éramos los cinco, pero desde que te declaró la guerra, cayó. Por su culpa… —Hace una pausa. Vitae tiene los labios apretados y Rafael, aunque luce un poco enojado, habla con calma, como si estuviese explicándole algo importante a un niño que no acaba de entender—. Por su culpa, Miguel casi cae y, Vitae, a pesar de todas tus malas decisiones, a pesar de que le arruinaste la vida, a pesar de que siempre estaban discutiendo, Miguel es el único que siempre ha tenido claro en qué bando está. Dejó todo, absolutamente todo, por ti y tú sigues defendiendo a Lucifer.
»Él es un Arcángel, pero los humanos han hecho bien en catalogarlo como el Diablo. Él no tiene piedad y va a por ti. Va a matarte, a destruir tu mundo de una vez por todas y se va a convertir en el nuevo Dios y, aunque lo sabes, sigues creyendo que él no está completamente perdido.
Rafael se separa de su Dios y mi corazón se estruja al ver los ojos brillantes de la Criaturita. Sea cierto o no lo que dice el Arcángel, sus palabras le han dolido.
—Eso no es totalmente cierto, yo no defiendo a Lucifer, solo…
—Déjenlo ya. —La interrumpe Gabriel—. No vale la pena, Rafael, hay cosas que simplemente a Dios no se le puede hacer entender. Aunque pensándolo bien, tal vez tiene razón, tal vez Lucifer sea un buen chico. A lo mejor, la única culpable de toda esta mierda, de que el mundo esté a punto de irse al infierno… Es más, tal vez, la única culpable de que nuestro hermano se haya convertido en el mismísimo Diablo, seas tú y solo tú.
—Eso no es justo, Gabriel, no me puedes culpar por todo. Sí, tomé decisiones erróneas, metí la pata más de lo que puedo contar; pero si vamos a buscar culpables, todos tenemos nuestra cuota. Ustedes eran libres de tomar sus propias decisiones y lo hicieron tan mal como yo.
—Sí, pero nosotros intentábamos adaptarnos a tus caprichos mientras tú nos abandonabas.
—Te estás pasando, Gabriel. —Se encoge de hombros y a mí me asaltan unos deseos irrefrenables de llevarme a Vitae lejos de aquí para que su mirada deje ese matiz triste que no me gusta nada; aún así, me reprimo. Esto es una disputa familiar y yo no debería intervenir.
—Tú te pasaste cuando decidiste poner a los humanos por encima de nosotros.
—Gabriel, calma —dice Rafael tomándolo por la muñeca. Estos tipos son demasiado volubles, lo mismo le tiran que la defienden. No hay quien los entienda.
—Estoy cansado de callar, Rafael. Estoy cansado de esta lucha, de depositar mi confianza, mi fe, mis esperanzas en ella y que nos siga defraudando, que siga cometiendo los mismos malditos errores. —Me mira y yo arqueo las cejas. Tengo la sensación de que cambian de un tema a otro, de que hablan de más de un problema a la vez, pero como no dicen nada concreto, estoy totalmente perdido. Mira a Vitae—. ¿Qué crees que pasará cuando Miguel regrese? ¿Cuándo se dé cuenta de que has roto tu promesa?
—¡No es humano, joder! —grita para sorpresa de todos.
—¡Peor, Vitae, es un vampiro! —Me remuevo incómodo en la silla. Esta situación no me gusta ni un poquito—. Espero que estés preparada para su ira, yo no pienso intervenir esta vez.
Vitae aprieta sus puños a sus costados con tanta fuerza que sus nidillos se ponen más blancos de lo normal. Aprieta sus dientes y sus ojos refulgen con intensidad hasta que se ponen totalmente negros. Bienvenida seas, Mors.
—Escucha, emplumado de mierda… —Ok, no puedo evitar que eso me haga gracia.
—¿Ahora nos ofendes? —Lo ignora.
—Ni tú, ni Miguel, ni el mismísimo Lucifer, tienen autorizado hablarme así ni cuestionar mis órdenes o decisiones. Soy el puto Dios y puedo acabar con ustedes con un chasquido. —Gabriel sonríe de medio lado.
—Tú y yo sabemos que eso no es cierto, estás demasiado débil y aunque pudieras, no lo harías.
Vitae toma el control de su cuerpo nuevamente.
—Al diablo con ustedes. Solo les advertiré una última cosa… La muerte, no es lo peor que les puede suceder y si cualquiera de los dos, incluso Miguel, se atreve a tocarle un pelo. —Me señala—. Se las van a ver conmigo y créanme, no les va a gustar. Para que quede claro, Sam Hostring, el vampiro, es mi protegido hasta la última de las consecuencias.
Un espeso silencio le sigue a sus palabras y yo no sé cómo sentirme, si aliviado y feliz porque acaba de admitir delante de los emplumados que le importo o incómodo y preocupado porque, una vez más, los ha puesto a ellos en segundo lugar.
Vitae se voltea hacia Alexander.
—En respuesta a tu pregunta sin respuesta, Alexander y para salir de una vez de los malos tragos… —Hace una pausa y el enojo que había en su mirada, desaparece dejando paso al nerviosismo.
Si Dios está nervioso, estoy convencido de que lo que va a decir, no nos va a gustar.
—Créanme que lo que diré a continuación no me hace ninguna gracia y me gustaría que no fuera así. —Contengo la respiración al ver cómo ella retuerce sus dedos—. Si Miguel cumplió su misión y si lo conozco lo suficiente, sé que lo hizo, Alexa regresará, pero agradecería que no se encariñaran demasiado con ella.
»Alexa es la única a parte de mí que puede matar a un Arcángel y para hacerlo, ella también morirá y no hay nada que yo pueda hacer para evitarlo.
~~~☆☆~~~
¿Qué les pareció?
¿Alguna nueva teoría sobre Dios y los emplumados?
El próximo capítulo lo narra Alex 😏
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro