3. La verdadera historia
Sam:
Antes de ir al Salón del Trono donde Vitae y el resto nos están esperando, me llevan a mi habitación para enjuagarme el rostro y gracias a Dios, con un poco de agua y el paso de los minutos, recobro la lucides. Me alivia saber que mis habilidades de curación no están totalmente arruinadas, aunque la herida en mi brazo provocada por el granizo sigue ahí, cubierta por mi enguatada y un poco mejor, pero sigue ahí.
—Hombre, me gustaría poder quitarme la borrachera tan rápido —comenta Alexander—. Las hierbas de Sharon saben a rayo encendido.
Sacarías, quien no ha dicho ni pío, abre un portal directo al Salón del Trono donde todos nos esperan. Inconscientemente, busco a Vitae con la mirada, pero ella la desvía.
—Genial —murmuro. Voy a mi silla de siempre y me siento, con los brazos cruzados sobre mi pecho, en espera de lo que sea que vaya a decir.
—Ya estamos todos, ¿no? —pregunta Rafael mirando a su alrededor. Hago lo mismo y sí, estamos todos—. Bueno, Vitae quiere explicarnos aslgunas cosas.
Observo a Vitae sentada una butaca blanca, con los Arcángeles a cada lado. Luce alicaída, más pálida de lo normal y eso me preocupa, aunque me obligo a permanecer en silencio.
—Bueno...
—¿Lo recuerdas todo? —La interrumpe Sharon desde el trono. Tiene los brazos cruzados sobre su pecho mientras la fulmina con la mirada. Vitae asiente con la cabeza—. ¿Dónde está el alma de Adams?
Directa, me gusta.
—No es momento de...
—Me importa una mierda, Gabriel —dice, inclinándose al frente—. Adams es imprescindible en esta lucha y está en algún lugar solo, no hay nada más importante en estos momentos que él y la forma de recuperarlo.
—No la hay —dice Vitae con voz seria y demasiado fría para mi gusto.
—¿Cómo que no la hay? —pregunto, asustado.
—No la hay —repite—. No sé a dónde fue a parar su alma.
—Pues búscala.
—No es tan sencillo, Sam. —Estoy a punto de seguir presionándola, pero me quedo mudo al escuchar nuevamente cómo se refiere a mí.
Sam.
¿Cómo es que una palabra tan simple y común, como mi nombre, puede lastimarme tanto?
—No tengo poder para eso, estoy débil y...
No me lo pienso. Me levanto de la silla a toda velocidad y corro hacia ella apoyando mis manos en ambos reposabrazos. Ella ni se inmuta, al contrario de Gabriel que en seguida sale en su ayuda, pero se detiene cuando ella levanta su mano.
No sé si es el agotamiento, el enojo o si el alcohol sigue en mi sistema, pero no me detengo cuando mis ojos se ponen rojos.
—Eres el puto Dios, tiene que haber una forma de que lo puedas resolver.
—No la hay. —Aprieto los reposabrazos resquebrajando la madera.
Sé que no debería hablarle así, de hecho, me siento mal por hacerlo, pero es que me enoja la indiferencia con la que lo dice, con la que me habla, con la que me mira.
Una mano se posa en mi hombro.
—Sam, por favor —dice Jazlyn—. Debes tranquilizarte.
Vitae observa a mi amiga, luego a mí.
—Sam —repite, pero no le hago caso.
—Hace menos de dos días dijiste que nos ayudarías; estabas dispuesta a sacrificar a los humanos por nosotros. Según tú, éramos familia. ¿Dónde quedó eso?
—Hace dos días no recordaba quien era, ni mi misión ni nada. Hace dos días no estaba tan débil y si no recuerdas, estoy así por ayudarlos a ustedes.
—O sea, recuerdas todo y te vuelves una insensible, ¿no? Te olvidas de todo lo que hemos vivido juntos, de que nos hemos puesto en peligro para ayudarte; que te abrimos las puertas a nuestras vidas sin siquiera conocerte. ¿Dónde coño está la Criaturita que conocemos? ¿Dónde mierda está nuestra amiga?
Evito preguntar dónde carajos está mi novia, aunque es lo que más necesito saber.
—¿Podrías regresar a tu asiento? Hay cosas importantes de las que hablar.
Sonrío, pero sin una pizca de humor.
—Sam, por favor. —Continúa Jazlyn—. Por favor.
—¿Qué sucedió exactamente? —Nuestros rostros están a escasos centímetros y esos ojos hermosos que siempre me han mirado con tanta dulzura, hoy son fríos, algo que me aterra como no se pueden imaginar.
—Su alma bajó a la Nada, Mors la retuvo mientras bajaba la de Cristopher, pero perdimos demasiada fuerza al yo intentar tomar el control del cuerpo. Intenté sacarlo, pero perdí la conciencia y se me perdió.
—¿Se...? —Me muerdo el labio intentando controlar el nudo de emociones en mi garganta y temeroso de formular la pregunta—. ¿Se evaporó?
—No lo sé, el sacrificio se cumplió, pero no por su alma. Ella estuvo el tiempo suficiente en la Nada como para darse por cumplido y el Destino aceptó el cambio por la de Cristopher. En el retorno la perdí y no sé dónde está, Sam. —Presiono con más fuerza la madera del reposabrazos haciéndola chirriar. Ese maldito "Sam" está crispándome los nervios—. Estoy débil, no puedo sentir su alma. No sé si está en el Cielo, en el Infierno o en la Nada.
Un escalofrío recorre mi cuerpo al imaginar a mi hermano en el Infierno o la Nada. Tenemos que encontrarlo, si no se puede traer de regreso, algo en lo que no quiero pensar, al menos me aseguraré de que esté en el Cielo.
—Búscala, entonces. No sé cómo funciona tu mundo, pero tienes ángeles en el Cielo, Banshee en el Infierno y algo debe haber en la Nada. Ponlos a trabajar, pero quiero el alma de mi hermano.
—No me gusta que me den órdenes, Sam —advierte y yo solo sonrío antes de sentir la mano de Jaz nuevamente sobre mi hombro.
—No es mi puto problema.
Jazlyn presiona mi hombro y decido hacerle caso. Me separo de Vitae y sin mirar a nadie en específico, regreso a mi asiento.
¿No hay forma de recuperar a mi hermano?
Eso habrá que verlo.
Vitae respira profundo sin apartar la mirada de la mía. No lo voy a negar, me sienta bastante mal hablarle así, intentar demostrar que no me afecta cuando lo cierto es que me duele más de lo que estoy dispuesto a admitir, el hecho de que me ignore de esa manera; de que no parezca la chica que conocí.
—¿Por dónde empiezo? —murmura para sí misma.
—Podrías comenzar diciéndonos dónde está Miguel. —Propone Rafael y no se me escapa cómo el cuerpo de Vitae se tensa con la sola mención de su nombre—. ¿Qué misión le diste? ¿La cumplió?
Vitae recorre la habitación con su mirada hasta centrar su atención en Jazlyn y Alexander.
—Bienvenidos al presente.
—Gracias —responde mi amiga—. Es un placer conocer… —Frunce el ceño y no puedo evitar notar que se ve curiosamente cómica—. Disculpa la pregunta, es que soy nueva en todo esto y me siento rara… ¿Cómo debemos llamarte? —Es el turno de la Criaturita de mirarla confundida—. Me refiero al género, ¿hombre, mujer?
Presto toda mi atención, pues esto realmente me interesa.
—No soy hombre, no soy mujer, soy un ente.
—Ya, pero tienes cuerpo de mujer.
—Nosotros podemos decidir qué forma adoptar, hombre o mujer. Una vez hecho, no se puede cambiar y aunque ninguno nos identificamos con un género por completo, al final el cuerpo que adoptamos sí lo es.
Jazlyn la observa confundida, pues no respondió exactamente lo que ella quería saber.
—¿Cómo terminaste en el cuerpo de una mujer? —pregunto, ganándome la atención de todos. Me maldigo en mil idiomas en mi interior por mostrar interés en esto cuando debería haberlo ignorado.
—Oh, esa es la historia más absurda que van a escuchar de ella —comenta Rafael, divertido y ella lo mira con mala cara.
—Estaba impaciente por bajar a la Tierra y no sabía qué forma adoptar, así que decidí hacer una prueba. Elegí a un hombre y a una mujer de condiciones similares tomando en cuenta su fe, bondad, humildad, honestidad, justeza, es decir, personas de bien y los enfrenté a una misma situación: la muerte de sus hermanos menores.
»Mi objetivo era comprobar sus capacidades de reacción cuando dos arpones fueron disparados al mismo tiempo. El hombre tardó unos segundos en reaccionar lo que le costó la vida a su hermano; la mujer fue lo suficientemente rápida como para interponer su vida ante la de su hermano y ahí tomé mi decisión.
La habitación queda en total silencio mientras la observamos detenidamente intentando adivinar si está hablando en serio. No sé exactamente qué esperaba que dijera, pero definitivamente no era eso.
—¿Por qué me miran así? ¿Pensaban que había un significado más profundo? —Nadie contesta y ella parece consternada, Rafael divertido y Gabriel tiene una cara de culo que mejor ni mirarlo—. ¡Estaba desesperada! —Se defiende y yo me alivio al ver que sigue refiriéndose a ella en femenino; de no hacerlo, creo que me sentiría realmente raro.
—¿Estás diciendo que sacrificaste dos vidas inocentes para tomar tu decisión? —Rueda los ojos ante el reproche de Isabel.
—Si es eso lo que te preocupa, al final todos terminaron vivos; sus destinos trazados al nacer, fueron cumplidos. Solo fue una prueba. —Se encoge de hombros—. No me inmiscuyo en la vida de los humanos a no ser algo realmente importante. Involucrarme suele tener consecuencias desastrosas.
»Y para responder a tu pregunta, —Mira a Jazlyn—, Pueden seguir llamándome Vitae, llevo tanto tiempo y he vivido tantas cosas con esta imagen, que no tengo problema con eso.
—Y Miguel da fe de ello —murmura Gabriel haciéndome retorcerme en la silla, porque con cada intercambio de ellos, la idea de que entre el Arcángel y Vitae hubo algo, se refuerza.
—Y…
—Ten cuidado con lo que dices, Rafael —advierte Vitae con los ojos lilas brillantes de forma amenazante. El Arcángel levanta las manos en son de paz.
Vitae suspira profundo y por su ceño fruncido, sé que está preocupada. Tenemos muchas razones para estarlo, pero viniendo de ella, no estoy muy seguro de por qué será.
¿Por la profecía?
¿Por su inminente enfrentamiento a Lucifer?
¿Por los humanos?
¿Por qué está débil?
¿Por Miguel?
¿Por si logró cumplir su misión?
¿Por lo que él pueda pensar por haber estado saliendo con un vampiro?
¿Por haber estado saliendo conmigo?
No lo sé, son muchas opciones y estoy convencido de que, si pienso un poco, encontraré muchas más.
—En respuesta a tu pregunta, Rafael. No tengo idea de si Miguel logró la misión que le encomendé. —Frunzo el ceño.
—¿No se supone que Dios es omnipresente? —pregunta Nick—. ¿No deberías saberlo todo?
—Sí, lo sé todo; absolutamente todo sobre cada criatura que habita en mi Tierra y de aquellos que están por nacer.
—¿De nosotros también? —pregunta Alysson. Vitae se concentra en ella durante varios segundos y por su ceño fruncido, creo que está pensando en cómo responder.
—Hasta cierto punto.
—¿Qué significa eso? —Continúa la Guerrera.
—Conozco vuestras vidas desde que nacieron, hasta un punto en específico. —Me mira—. Por ejemplo, dejé de ver el destino de Adams cuando mató a Adelise, tu madre. —Frunzo el ceño y me alivia ver que cuando mencionan ese hecho, siento odio, pero no hacia mi hermano, si no, hacia ese hombre que se hacía llamar papá, pero que nunca lo fue—. Dejé de verte a ti, cuando conociste a Mía.
»A Isabel, cuando Gabriel apareció en su vida; a Nick, cuando Jazlyn nació. A ustedes dos… —Señala a la pareja recién llegada del pasado—, cuando se conocieron. Al resto, cuando sus caminos se cruzaron con el del híbrido.
Hostia… eso es… ¿interesante?
—¿Me estás diciendo que conoces todo, todo de mí? —pregunta Sacarías con una mueca de espanto y Vitae sonríe por primera vez.
—Si te refieres a tu tóxica relación con Ezra y lo de tu esposa, pues sí, lo sé todo.
—¡Nuestra relación no es tóxica! —se defiende Ezra al mismo tiempo que Nick grita por todo lo alto:
—¡¿Esposa?! ¡¿Estás casado?! ¡¿Desde cuándo?!
Sacarías le dice algo, pero yo dejo de escuchar su conversación cuando la sonrisa de Vitae se hace más grande. Me pierdo totalmente en el gesto porque por primera vez desde que despertó, se parece a la Criaturita, a la chica que me gusta. Tal vez y solo tal vez, las cosas no estén del todo perdidas.
—¡Escucha, Nefilim de mierda! —Me sobresalto con el sonido de una silla deslizándose con fuerza en el suelo. Miro a mi derecha y me encuentro a Sacarías de pie y muy enojado, mirando a Nick quien no deja de sonreír burlón.
¿Qué carajos le habrá dicho para ponerlo así?
Estoy a punto de preguntar para poder unirme a la jodedera, pero me detengo al recordar lo mucho que este tema parece afectarle a Sacarías, así que decido hacer mi obra buena del día y ayudarlo.
—Déjalo en paz, Holt. —Cojo al brujo por su chaqueta y lo obligo a regresar a su lugar—. A ti nadie te pregunta por la mujer que te gusta
A diferencia de lo que pensaba, no pierde la sonrisa, pero sí se calla.
—¿Algún día me dirás quién es? —le pregunta Alysson.
—Al paso que va —le digo—, me parece que nunca lo hará.
—¿Podrían concentrarse de nuevo? —pregunta Gabriel, pero parece más una orden y, a falta de nada mejor que hacer, todos obedecemos—. Perfecto.
—¿Por qué esa diferencia entre nosotros? —pregunto antes de que Vitae diga cualquier cosa—. Es decir, ¿por qué los puedes ver a todos, pero a nosotros ya no?
—Porque esos fueron los momentos en que comenzaron a formar parte o a involucrarse de alguna forma con la profecía.
—Por cierto, muy bonita tu profecía, nada difícil de enfrentar. —Observo a Sharon que realmente parece querer desaparecer a Vitae con su mirada—. Podías habernos tratado un poco mejor, ¿no crees?
—La profecía no se las mandé porque quise, mucho menos porque me divertía. Lo hice para advertirles.
—¿Advertirnos? —preguntamos Alexander y yo. Él me dedica una mirada rara como si no le gustara mucho la idea de compartir pensamientos conmigo, yo intento no reírme ante su fastidio.
Vitae suspira.
—Déjenme hacerles una historia… La verdadera historia.
»Deben tener en cuenta que, al principio de los tiempos, solo existía yo en un mundo totalmente negro que ustedes conocen hoy como La Nada. Por millones de años estuve sola hasta que decidí que no quería seguir así y dividí mi hogar en tres: El Cielo, La Tierra y la porción restante que continuó siendo La Nada.
»Decidí trasladarme al Cielo donde le di vida a los nueve Coros Celestiales y les concedí la inmortalidad a mis cuatro Arcángeles porque no quería volver a quedarme sola. Estaba feliz, realmente feliz, pero con el tiempo, esa emoción se fue desvaneciendo; había algo que no me convencía. Me sentía incompleta, aunque no entendía por qué y no lo supe hasta muchos años después, cuando ya era demasiado tarde.
»Un buen día, creé a Adán y a Lilith, supongo que conocen su historia. —Todos asentimos con la cabeza.
Adán la quería gobernar, Lilith era un alma libre y cuando se hartó, se marchó del Edén y tiempo después terminó convirtiéndose en la madre de los vampiros. Linda historia familiar.
—Adán y Eva, luego de la partida de Lilith, vivieron en el Edén por mucho tiempo. Me divertían sus ocurrencias y solía pasar horas conversando con ellos hasta que cometieron lo que los humanos conocen como el “pecado original”. Me desobedecieron y comieron el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal e impregnando desde ese momento la existencia del pecado al resto de la humanidad.
»Me enojé, maldita sea, me enojé muchísimo porque les di mi confianza, les di libertad. Lo único que les pedí fue que no se acercaran al árbol, pero Eva no lo resistió. Los expulsé del Edén y los castigué; les quité la inmortalidad, los hice vulnerables a las enfermedades y tripliqué el dolor de las mujeres durante el parto.
—¿No crees que te pasaste un poquito? —pregunta Ezra como quien no quiere la cosa.
—No —responde sin más.
—¿No se supone que fue Lucifer quien tentó a Eva?
—¡Pero ella sucumbió, no debió haberlo hecho! Le di todo y me falló.
—Pero no fue la única culpable.
Oh, joder, Ezra, cállate si quieres seguir vivo.
Vitae aprieta los dientes.
—Si te refieres a Lucifer, él también recibió un escarmiento. —Gabriel resopla, Rafael se ríe y ella los mira con mala cara—. ¡Sí lo hizo!
—Sí, tienes razón —dice Rafael que parece divertido. En realidad, a ese tipo parece que todo le divierte—. El Cielo tembló, te pusiste histérica y Lucifer agachó la cabeza, aun así, siguió haciendo de las suyas y aquí estamos. Debiste haber sido más dura con él.
Si los ojos de Vitae pudieran lanzar rayos láser, Rafael sería solo huesitos calcinados.
—Seguimos con la historia. —Su mirada recorre a todos los presentes y luego respira profundo, parece agotada—. Quise olvidarme de los humanos, los dejé a su libre albedrío, pero no conté con su fuerza, su tenacidad. A pesar de mi abandono, de todos lo que les hice sufrir, ellos resistieron, salieron adelante y me encontré una vez más, admirándolos.
»Les di más tierras, más mares, más ríos. Creé nuevas plantas, nuevos animales; les di todo lo que pude para que crecieran, se desarrollaran, para que vivieran. Incluso les di protección enviando a cien de mis ángeles para que velaran por su seguridad. Estaba orgullosa de ellos y quería formar parte de ese mundo que habían creado, porque sí, yo les di todo, pero ellos lo transformaron.
»Los humanos son seres maravillosos y me importa una mierda lo que ustedes piensen al respecto. —Mira a los Arcángeles—. Hay que reconocer que son inteligentes, innovadores, con una imaginación exquisita y sí, se están destruyendo a ellos mismos con las guerras y las políticas absurdas, pero lo que han creado, es maravilloso.
»Seguimos… Quería ir a la Tierra, pero no sabía cómo, hasta que me vi con las puertas del Cielo repletas de almas esperando su camino al más allá. No las quería a todas en mi reino porque muchas eran malas y no merecían el Paraíso. Por ese entonces había muchos pecadores, al principio no sabía por qué, se lo atribuía a que eran descendientes de Adán y Eva y al ellos probar el fruto del bien y el mal, el veneno se había pasado a sus generaciones. Tarde me di cuenta de que, unido a eso, Lucifer tenía algo que ver, pero ya llegaremos a eso.
»En ese momento se me ocurrió que necesitaba un balance. Una forma de mantener el mundo de los vivos y el de los muertos, pues yo no daba abasto con todo. Así nacieron Mors y Vitae, con la primera, creé el Infierno. Ella se encargaría de todas las almas, tanto las que iban al Cielo, al Infierno o las que se perdían en la Nada.
»Y por fin pude bajar a la Tierra.
»Vagué entre ellos, les di todo de mí, todo cuanto necesitaran y ahí comenzaron los problemas con Lucifer o mejor dicho, se recrudecieron. Se quejaba día sí y día también de que ya casi no iba al Cielo y sí, era cierto, pero seguía al pendiente de todo lo que ocurría y los había dejado a él y a Miguel a cargo. Rafael estaba en la Tierra enseñando a los humanos el arte de la sanación y me mantenía en comunicación constante con Gabriel para que el Destino de cada criatura en la Tierra fuera trazado y cumplido.
Se gira hacia los emplumados que la observan con seriedad.
—Pueden decir lo que quieran, pero no me pueden negar que les gustaba esa vida. —Ambos desvían la mirada—. Tenían un propósito más allá de existir, un trabajo que les gustaba. Rafael, viviste enamorado de los humanos en general desde siempre, eras feliz rodeado de ellos y a pesar de tus aventuras, siempre fuiste el más responsable de todos.
»Tú, Gabriel, siempre fuiste más huyuyo, no te gustaba mezclarte, pero te fascinaba tener que ver con sus destinos y si no fuera así, ninguno de los dos habría cumplido a ciegas la misión que les encomendé cuando todo se fue a la mierda.
—Te seguimos porque eres nuestro Dios —susurra Gabriel—, porque nos creaste, pero no puedes negar que tu obsesión con los humanos era desmedida. Sí, me gustaba formar parte de tu nuevo mundo, ayudarte a que fuera mejor, pero eso se acabó en el momento en que me di cuenta de que estabas dispuesta a ponerlos por encima de nosotros.
—Aun así, me obedeciste.
—Digamos que creí algunas de tus promesas y que, para no variar, las rompiste de nuevo. Todas. —Me mira y yo enarco una ceja—. Yo no quería el fin de los humanos, Vitae, yo di mucho de mí para que este mundo fuera lo que es hoy, por eso te ayudé.
Observo a Vitae que, aunque intenta permanecer imperturbable, algo en la forma en que los mira, me dice que está triste; que esta conversación, estos reproches, la lastiman.
Malditos Arcángeles de mierda.
—Lucifer se cegó… —Continúa, rascándose la cabeza y no sé por qué, mi primera reacción es mirar a los emplumados detrás de ella. Para variar, ambos sonríen con malicia. No sé por qué exactamente—. Lucifer se cegó por los celos. Me exigió regresar y que las cosas volvieran a ser como al inicio, yo me negué. Ahí fue cuando Gabriel, Rafael y Miguel intentaron abogar por él, hacerme entender que Lucifer tenía razón.
»Discutimos, monumentalmente, a un punto que la Tierra sintió mi rabia por tres días… eso no es algo de lo que esté muy orgullosa.
»Me enteré de lo que Lucifer hacía a escondidas. Había creado a lo que se conoce hoy como los siete pecados capitales. En otras palabras, demonios. Lujuria, Gula, Avaricia, Pereza, Ira y Soberbia.
»Los estaba dirigiendo mientras envenenaba el alma de los humanos y lo que hasta ese momento había sido de forma discreta, pasó a ser desmedido, declarándome así, la guerra. Juró vengarse por mi abandono, indiferencia y deslealtad, alegando que solo desistiría si yo abandonaba a los humanos y regresaba con ellos para siempre.
—Y te negaste —adivina Isabela y ella asiente con la cabeza.
—No solo se negó, ella…
—Gabriel —advierte Vitae con los ojos más lilas de lo normal—. Ten mucho cuidado con lo que dices.
Arqueo las cejas.
—Déjalo ya, Gab —pide Rafael, sujetándolo por un brazo.
—¿No se supone que íbamos a ser sinceros, Vitae? ¿Qué ibas a contarles la historia real? Porque no sé, Rafael, pero yo recuerdo muchas cosas que estás omitiendo.
Vitae, nerviosa, intenta no mirarnos. ¿No nos está contando todo? Fabuloso.
—Me esperaba esto de Miguel, no de ti, Gabriel. —Lo mira, ahora parece decepcionada. El Arcángel le sostiene la mirada.
—Bueno, Miguel no está aquí. —Se cruza de brazos—. ¿De verdad no les dirás toda la historia?
—Hay cosas que no necesitan saber. Son cosas que solo nos incumbe a nosotros cinco.
Gabriel asiente con la cabeza, aunque no parece estar de acuerdo y yo solo quiero cogerlos por el cuello y obligarlos a decir toda la maldita verdad.
—Puede que, a pesar de todo, yo te siga obedeciendo, Vitae; puede que te siga considerando mi Dios y sí, lucharé contigo, te protegeré a ti y a los humanos con mi vida, tal y como lo he hecho desde siempre. Sin embargo, déjame advertirte algo, que yo me quede callado ahora, no significa que estés a salvo. Cuando Miguel regrese y sabes que lo hará, todo eso que intentas proteger ahora, —Vuelve a mirarme y estoy empezando a sentirme realmente incómodo—, se irá a la mierda.
»Él no se quedará callado, te dirá todo lo que quiera decirte en la cara tal y como lo ha hecho siempre, te recriminará todas tus mentiras, se enojará, lo matará o al menos querrá intentarlo porque has vuelto a traicionarnos.
—No lo he hecho. —Ambos Arcángeles sonríen, pero sin una pizca de humor. Parece que Rafael, aunque en silencio, piensa igual que su hermano.
—Aún. Pero mírame a los ojos y dime si, llegado el momento, serías capaz de ponernos en primer lugar, de escogernos a nosotros por encima de él.
Mi corazón se detiene por unos segundos cuando sus ojos se encuentran con los míos. Siguen siendo fríos, pero algo en el modo en que duda, me dice que no todo está perdido. Sonrío débilmente buscando ese mismo gesto en ella, pero no lo consigo, regresa su mirada al Arcángel.
—Sí. —Se muerde el labio—. Ustedes son mi familia, no cometeré el mismo error dos veces.
Y sería un enorme mentiroso si dijera que eso no me ha dolido.
—Ojalá pudiera creerte porque con él, hiciste algo que a nosotros nos negaste. Pusiste su felicidad intentando salvar la vida de su hermano por encima de esos humanos que con tanto ahínco has querido proteger. A esos por los que nos abandonaste a nosotros.
—En ese momento no sabía quién era.
—Espero realmente que haya sido por eso.
La habitación queda en total silencio durante varios segundos y aunque tengo la cabeza gacha, concentrada en un hilo suelto de la cremallera de mi pantalón, siento las del resto encima de mí, esperando una reacción que no va a llegar, porque no tengo ni idea de que se supone que debo hacer.
¿Quién soy yo para que Dios me proteja por encima de los suyos?
—Eh… —Escucho murmurar a Sacarías—. ¿Podemos seguir?
—No —dice Sharon—. No quiero seguir en una conversación en la que no estoy segura de si me están hablando con la verdad; tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo en tonterías.
—No estoy mintiendo —Vitae le sostiene la mirada con aplomo—. Todo lo que he dicho es cierto, pero Gabriel también tiene razón, hay cosas que no he les he contado ni lo haré porque no creo que sea necesario. Como dicen ustedes, son cosas personales y no me hace gracia andar revelándolas.
Eso, en mi idioma, significa que se ha revolcado con Miguel y no quiere que lo sepamos.
¿Qué si estoy celoso?
Jodidamente sí.
—Puedo dar fe de lo que dice. —Esta vez es Rafael—. Todo lo que ha dicho es cierto.
La reina, ignorándolo, observa a Gabriel quien se limita a rodar los ojos.
—Sí, está diciendo la verdad.
—Genial. —Alexander observa a su hermana, sonriendo, como si quisiera infundirle calma—. Vitae tiene razón, Sharon, hay aspectos de su existencia que no es problema de nosotros, pero necesitamos saber qué sucedió. —La chica se limita a asentir con la cabeza y todos regresamos nuestras miradas a Vitae.
—Me di cuenta que había humanos que no se dejaban pervertir por los demonios de Lucifer, que seguían el camino del bien y eso me dio un poco de esperanza. Intenté erradicar a aquellos que dejaban envenenar su alma y comencé lo que ustedes conocen como el Juicio de Dios. Esa ha sido una de las cosas que más me han debilitado de todas las que he hecho.
»A Lucifer no le bastó con los demonios, lideró a los Grigori, esos ángeles que había enviado a la Tierra para que protegieran a los humanos y, juntos, copularon con las mujeres, sembrando el caos con la llegada de los Nefilims. Esa fue la gota que colmó el vaso, los expulsé del Cielo por su desobediencia. Cayeron.
»Aquí quiero destacar algo importante. Para crear todo, incluyendo a los seres celestiales y si vamos más allá, al dividir mi reino, tuve que usar mi Gracia. Es decir, todo en este mundo, está ligado a mí, a mi existencia. Destruirlo, me debilita a niveles que no tienen idea.
»Para que me entiendan mejor. La muerte de cada ser humano y de cada ser vivo si bien me afecta, no es nada que valga la pena resaltar porque forma parte del ciclo de Vida que yo establecí, es lo que debe suceder. Sin embargo, los sucesos que han tenido lugar en Nordella los últimos días, donde no solo murieron seres humanos, sino también, criaturas de todas las especies, me ha debilitado como no tienen idea.
»Por lo general, me recupero rápido, aunque puedo tardar días, semanas, incluso meses, en dependencia de la magnitud. Ahora imagínense todo el desastre que provocaron los Nefilims; los del diluvio al intentar deshacerme de ellos; las consecuencias de mi Juicio en la antigüedad, cuando se abrieron los sellos por primera vez ocasionando muchos males; súmenle que ya estaba débil luego de separarme en dos, división que, a estas alturas, aún me afecta. Agreguen, además, el hecho de que Mors habita dentro de mi cuerpo drenando mis energías; la constante persecución de Lucifer que, por tal de conseguir su venganza, estaba dispuesto a destruirme…
—¿Eso se puede hacer? —pregunto—. Destruirte, me refiero. Los Arcángeles han mencionado varias veces que podrías morir. ¿Es cierto?
—Eso no es algo que les vaya a revelar, Sam. —Resoplo. Maldita sea ella y mi jodido nombre—. Le arrebaté a los seres celestiales la posibilidad de procrear y le encomendé a Miguel, Gabriel y Rafael, la creación de los Legnas. Ellos bendijeron la Fuente Sagrada con su Gracia y así nació la Raza Pura quienes combatieron a los Nefilims con valentía y entereza. La batalla fue intensa y teníamos una oportunidad contra los Nefilims, pero no contra Lucifer.
»En este punto, sabía que estábamos perdidos. Miraba al futuro y solo veía caos, destrucción, muertes y… nada. Todo volvía a su estado original, sin Cielo, ni Tierra, ni Infierno, solo Nada y un nuevo Dios, Lucifer. Intenté unirme con Mors para recuperar la mayor parte de mis poderes, pero era demasiado tarde, no tenía fuerzas para hacer la fusión.
»No podía matar a Lucifer, así que solo me quedaba una opción, encerrarlo en lo más profundo del Infierno y fue entonces que pude vislumbrar un rayo de esperanza, una oportunidad para la supervivencia de la raza humana y justo en ese momento profeticé lo que sucedería.
»Yo no puse las reglas de la profecía; yo simplemente vi lo que sucedería y me encargué de hacérselos llegar.
»Deposité en los Legnas toda mi fe, mi esperanza. La profecía era para advertirles del mal que se avecinaba, para que estuviesen preparados para enfrentarlo, no para que lo detuvieran. Las profecías se cumplen.
»En respuesta a tu pregunta hace un rato, Sam, sí puedo morir. No es sencillo y obvio que no les diré exactamente cómo, con saber que para eso deben debilitarme al punto de prácticamente quitarme todos mis poderes, es suficiente.
»Lucifer se enteró de mis planes de encerrarlo y quiso impedirlo. Todo se recrudeció e hirieron a Mors de gravedad. Estábamos demasiado débiles, ella no podía curarse y en el estado que estábamos, iba a morir y con ella, yo. A Gabriel, Rafael y a las Hadas se les ocurrió la idea de encerrar a la Muerte dentro de mi cuerpo y usar la Piedra Sagrada para mantenernos con vida con la esperanza de que, al pasar los años, ella se recuperara.
»Pero antes de hacerlo, debíamos deshacernos de Lucifer. Utilizamos prácticamente toda la fuerza que me quedaba para crear la jaula donde lo encerraríamos para luego cerrar las puertas del Infierno y, con ellas, las del Cielo y la Nada. Las almas podrían entrar, pero nada podría salir. Miguel debía encargarse de hacerlo y una vez hecho, caí en un sueño profundo para sanar.
—Una pregunta —dice Isabel—. Es una duda que tengo desde que supimos que eras Dios. ¿Cómo llegaban las profecías a nosotros si tú estabas durmiendo?
—El tema de mi inconciencia es algo complicado de explicar. Aun desde mi sueño profundo, yo era capaz de vislumbrar el futuro; le enviaba la profecía a Gabriel y él a ustedes. Es un vínculo que solo Dios comparte con el Profeta Mayor.
—¿Cuándo perdiste la memoria? —pregunta Sharon.
—Cuando cayó la primera capa y desperté. Podemos catalogarlo como un efecto secundario de los años que pasé inconsciente. —Se voltea hacia mí—. Hace un rato me preguntabas que por qué no podía ver el destino de ustedes, pero el del resto sí.
»Dios no puede intervenir en el destino de los humanos, es una de las reglas supremas en la creación de la humanidad. Hacerlo puede acarear consecuencias horribles.
»Decidir encerrar a Lucifer cambió el destino del mundo. Los humanos sobrevivieron. Para que me entiendan, desde el momento en punto que yo intervengo y el destino cambia, soy incapaz de ver qué sucederá después con las personas afectadas. Cuando encerramos a Lucifer, dejé de ver el hilo de vida de cada criatura sobre la Tierra. Sin embargo, a medida que iban dejando descendencia y se trazaba un nuevo destino, yo podía verlo nuevamente y, como ley de la vida al fin, una vez fallecieron todos los que se vieron afectados con mi decisión, las cosas volvieron a su ritmo normal.
—Eso sigue sin explicar lo que sucede con nosotros. —Hago notar.
—Encerrar a Lucifer no fue la única intervención que hice ese día. —Frunzo el ceño y miro a mi alrededor. Todos parecen tan confundidos como me siento yo—. Le di una misión a cada uno de mis arcángeles.
»Ya sabía que Lucifer regresaría… Es decir, sabía qué y cómo pasaría, pero no sabía quiénes iban a intervenir. Imaginen una película donde el rostro de los actores está difuminado. A medida que cada uno de ustedes fue naciendo, pude darle un rostro a los involucrados y al mismo tiempo, dejé de ver vuestros destinos.
—Ok. —Arrastro la palabra mientras pienso en lo que realmente quiero decir—. Siguiendo esa línea, interviniste al intentar salvar a Adams. ¿Qué consecuencias habrá?
Vitae mira a Sharon con nerviosismo, luego se concentra en mí.
—Ese es el punto, Sam, no lo sé. Al intervenir, dejo de ver qué sucederá con esa persona y aquellos que le rodean. El caso de ustedes es un poco diferente; el destino de ustedes no lo veo desde el momento que les mencioné a cada uno anteriormente, por lo que al intervenir intentando salvar a Adams, no cambió nada… bueno… solo una cosa. —Vuelve a mirar a Sharon mientras se muerde el labio con nerviosismo—. Desde que desperté y te vi, he intentado decidir si debo decirte esto o simplemente esperar a que te des cuenta por ti misma, pero supongo que este es un buen momento para hacerlo.
—Me estás asustando. —Vitae respira profundo.
—Al intervenir por Adams, dejé de ver el destino de tu bebé.
—¿Qué?
—Estás embarazada, Sharon.
~~~☆☆~~~
Ups... ¿qué les pareció? ¿Se lo esperaban?
Tendremos un Adamsito jaja.
Espero que les haya gustado
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