Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

19. Sacarías Vs Dalianna

ALEXANDER:

Las palabras de Rafael se repiten en mi mente una y otra vez paralizándome por varios segundos. ¿No hay nada que pueda hacer?

Sin proponérmelo, imágenes de nosotros dos pasan por mi mente, desde ese día en el Dream Park donde nos conocimos, nuestra cita, incluso nuestra discusión. Todas aquellas veces en las que, a pesar de que no podía confiar en ella, tampoco podía mantenerme alejado; en cómo mis sentimientos, esos que me juré no volver a sentir por nadie, fueron despertando por ella, por ese aire misterioso que la envolvía y que me impulsaba a querer saber más y más de ella. Su entusiasmo desmedido por todo lo que tiene que ver con lo sobrenatural; esa maldita manía que tenía de llevarme siempre la contraria, de no mostrarme ni una pizca de respeto a pesar de que era el príncipe. Nuestro primer beso en las mazmorras del castillo; cuando aceptó ser mi novia en la mansión del brujo. Las batallas a su lado y ese maldito momento en el que lo vi todo negro y pensé que moriría sin siquiera poder disfrutar de esa historia tan bonita que se estaba creando entre nosotros. También recuerdo nuestras aventuras en el pasado; nuestra primera vez y cómo hicimos de todo para protegernos el uno al otro.

Y todo eso sucede en cuestión de segundos mientras, simultáneamente, la rabia va abriéndose paso en mi interior, porque después de todo lo que hemos pasado, después de esta maldita batalla que nada tiene que ver con nosotros, las cosas no pueden terminar así. Tampoco es justo que pierda a mi hija y a mi futura esposa el mismo día, porque sí, tenía planeado, si salíamos vivos de esta, pedirle matrimonio para tenerla a mi lado por el resto de nuestras vidas.

—¿Cómo que no hay nada que puedas hacer? —pregunto en un grito que sobresalta a los dos. Con una de mis manos totalmente cubierta de la sangre de mi chica, lo cojo por el cuello de su camisa, acercándolo a mí—. Eres el Sanador mayor, ¡eres un puto Arcángel, Rafael! Si no puedes salvarla tú, ¿quién coño puede?

Rafael rueda los ojos con fastidio, envuelve su mano en mi muñeca y hace presión. Intento resistir el dolor, pero llega un punto en que es insoportable, por lo que lo suelto y a pesar de que me gustaría sobarme la zona lastimada, me obligo a no hacerlo.

—Si me dejaras terminar de hablar, nos ahorraríamos tiempo. No puedo hacer nada, porque no es malditamente necesario. Se curará sola.

—¿Qué? —Es lo único que consigo pronunciar. Concentro mi mirada en Jazlyn que yace entre nosotros con los ojos cerrados—. Es un Legna, ese es un veneno mortal para nosotros —digo porque he visto lo que hace y el estado de Jaz no tiene buena pinta.

—Es un Legna, pero también una Nefilim, una humana, un descendiente de un Arcángel. Es completamente diferente a ustedes, estará bien.

Sus palabras me quitan un peso invisible de los hombros y por fin siento que puedo respirar otra vez.

—¿Seguro?

—Dale unos minutos. —Se pone de pie—. Regresaré a la batalla. —Y sin decir nada más, chasquea sus dedos y desaparece en el aire.

Sam suspira profundo a mi lado.

—Yo me iré también, cualquier cosa, me avisas. —Asiento con la cabeza, pero no lo miro, pues toda mi atención está puesta en la chica frente a mí. Como solo me queda esperar, me dedico a acariciar su rostro y eliminar la sangre que lo mancilla.

SACARÍAS:

Esto es una mierda.

Una reverenda mierda.

Y lo peor es que solo tiene pinta de ir a peor, valga la redundancia.

Asustado como pocas veces lo he estado en mi vida, observo desde lejos cómo Miguel se lanza contra Lucifer luego de que el Diablo casi mate a Sam. Quise ir con él y ayudarle tal y como se lo prometí, pero es difícil hacerlo cuando estás rodeado de criaturas que te quieren matar. Se me hizo imposible acercarme a él y dejé de intentarlo cuando vi a Nick apoyándolo, así que volví a concentrar toda mi atención en aquellos que me rodeaban.

Tengo miedo.

Creo que nunca había estado tan asustado en mis más de quinientos años, aunque no es para menos. Esta, literalmente, es la batalla final. O morimos o sobrevivimos, no hay punto medio y eso es aterrador porque si observamos el panorama, estamos en desventaja.

No podemos ser ciegos, estamos perdiendo, aunque guardo la esperanza de que todo mejore cuando Alexa intervenga, pero al mismo tiempo, saber que ella morirá si se enfrenta a Lucifer, no me gusta. Le he cogido mucho cariño a sus padres y sé lo jodidamente doloroso que será para ellos su pérdida. Lamentablemente, no puedo hacer mucho más para ayudarlos, solo esos hechizos de protección que, aunque me gustaría ser positivo, no creo que puedan ayudarla.

Estamos hablando de Lucifer, el Diablo, el mayor de los males que ha conocido la humanidad; es jodidamente poderoso y no creo que unos hechizos, unas runas y unos símbolos angelicales sean suficientes para salvarla de esa explosión de poder que auguran tanto la Vida como la Muerte. Esto, por donde quiera que lo miremos, pinta mal.

Otra cosa que me preocupa es Dalianna.

Sé que está aquí, aun cuando no la he visto.

Esta es mi oportunidad de matarla, de desligarme para siempre de ese maldito hechizo que me ha mantenido atado durante tantos siglos; sin embargo, sé que no será fácil. Ella es una pura, yo soy un bastardo; es mucho más poderosa que yo y ella lo sabe.

No conozco del todo a esta nueva Dalianna, realmente pensaba que era una buena chica, un poco mimada, pero buena chica al fin; sin embargo, algo me dice que ya no queda nada de esa mujer que yo conocí y que hará de todo para acabar conmigo, solo por el placer de hacerlo. Por simple diversión.

—¡Puta mierda, Sairus, esto es una locura! —grita Ezra llegando a mi lado, con la respiración entrecortada—. Estoy agotado.

Ya somos dos.

Estoy cansado de correr de un lado para el otro, de luchar cuerpo a cuerpo, pues aunque haya aprendido, no soy un guerrero; pero sobre todo, usar tanto poder comienza a pasarme factura.

Miro a mi alrededor.

Caos…

Sangre…

Muerte…

Destrucción…

Gritos…

Miedo…

Son seis palabras que definirían con precisión todo lo que nos rodea.

No muy lejos de nosotros, veo a Sharon arrodillada en el suelo atendiendo a un Legna que yace frente a ella, espero que herido y no muerto, mientras Adams y Lucio, convertidos en lobo, la protegen. Están totalmente rodeados, así que no pierdo tiempo en ir hacia ellos.

Ezra me sigue y a penas llegamos, comenzamos a lanzar hechizos por todos lados intentando deshacernos del enemigo. Uno de los encantamientos que más me gusta usar es el de fuego, es malditamente satisfactorio ver a esas criaturas de mierda arder hasta convertirse en cenizas, salvo los vampiros. Esos son unos hijos de puta inteligentes, que se tiran al suelo y se revuelcan hasta apagar las llamas y como su piel se cura con rapidez, no tardan en incorporarse a la batalla. Al menos, esos minutos son suficientes para acercarte a ellos y encajarles una estaca en el centro del corazón matándolos de una vez y por todas.

Un lobo por mordedura, esos seres horrorosos pues no son ni humanos ni animales, se acerca a mí gruñendo, mostrando sus incisivos mientras la baba cae de ellos. Es asqueroso.

Con los brazos a cada lado de mi cuerpo, cierro mis manos en puños y siento cómo mi poder fluye hasta ellos con una especie de aura lilosa. Da un paso hacia mí y no dudo en extender mis brazos, mandándolo a volar por los aires.

Murmuro varias palabras en latín y esa espada de Legna que reposa a varios metros de mi posición, llega a mí, quedando suspendida en el aire y acto seguido, la mando a volar directo al pecho del hombre lobo, que cae desplomado al suelo. Muerto.

Continúo así por varios minutos, luchando junto a Adams y Lucio mientras Sharon va de un lugar a otro ayudando a todos aquel que lo necesita. Algunos mueren, otros sanan lo suficiente como para alejarse y otros simplemente se levantan y continúan luchando.

—¡Sacarías! —Escucho gritar a la princesa.

Inmediatamente, corro hacia ella que intenta contener la hemorragia de una herida en el vientre de un Legna. La sangre sale a borbotones manchando sus manos que ejercen presión. Me arrodillo a su lado y tomo su lugar mientras murmuro varias palabras en latín para controlar la sangre.

Puedo curar heridas mientras no sean muy graves, pero este hombre está al borde de la muerte. No tengo poder para eso, así que me limito a intentar contener el desastre mientras Sharon mete la mano en su bash, saca una runa y la golpea contra el adaptador. De la aureola azul, saca varias hojas y un líquido viscoso transparente con el que las remoja. Las exprime y se transforma en un líquido violáceo que no tarda en derramar sobre la herida.

El Legna, que estaba inconsciente, abre los ojos de repente y grita de dolor. Su aullido es desgarrador y mientras la sangre burbujea bajo mis manos, me pregunto qué mierda ha usado la reina. Para mi sorpresa, la sangre deja de salir a borbotones y ella, luego de esterilizar sus manos con alcohol que saca de su bash, procede a cocer la herida.

Un cuerpo cae justo al lado de nosotros, sobresaltándonos y se me cae el alma los pies al ver a Ezra con una herida bastante fea en la frente intentando levantarse, pero sin conseguirlos realmente.

Con el corazón latiendo a toda marcha en mi pecho, me volteo para ver quién mierda se ha atrevido a tocarle un pelo y me quedo petrificado al ver a Dalianna, completamente vestida de cuero, con su negra cabellera atada en una coleta alta y una sonrisa tétrica que me eriza la piel. Miro a Ezra y ya Sharon está ayudándolo, así que, lentamente, me incorporo.

—Me quedé esperándote —comenta sin dejar de sonreír y yo me encojo de hombros—. Nunca habías faltado a ninguna de nuestras citas.

—Digamos que ya no me siento a gusto con nuestro trato.

—Te diría que has tomado una decisión estúpida, pero da igual. De todas formas, vas a morir hoy, así que no te verás en la humillación de quedarte sin poderes.

—Podrías morir tú también.

Una carcajada estruendos sale desde lo más profundo de su pecho y la muy sínica, limpia una lágrima imaginaria del rabillo de su ojo derecho.

—Eso no te lo crees ni tú, Sairus Sacarías. No tienes el poder para matarme y tú lo sabes.

—Tal vez no tenga el poder, pero soy un viejo mañoso, Dalianna. Tengo cómo arreglármelas. —Improviso.

He aprendido algo de Sam en las últimas semanas observándolo; puede estar cagado de miedo, pero no deja que su adversario lo note. Seguridad ante todo.

—¿De verdad crees que puedes matarme? —Me encojo de hombros.

—Nunca te has enfrentado a mí, no me conoces y, puede que mis poderes sean gracias a ti, pero mi reputación me precede. Decir Sacarías dentro de los de nuestra especie, es sinónmio de respeto, admiración, incluso temor. Tengo más de quinientos años y ninguno ha pasado por gusto.

Entrecierra los ojos, analizándome.

—Una pregunta, Dalianna. ¿Por qué me ayudabas? —Frunce el ceño—. ¿Por qué venir a mí, puntual, cada diez años, cuando era yo el interesado? Nunca pediste nada a cambio y realmente nunca me importó, pero viendo en lo que te has convertido, tengo curiosidad.

Se encoge de hombros.

—¿Por qué no hacerlo? Tú lo has dicho, eres un Sacarías; sin embargo, a diferencia de lo que tú crees, me importa una mierda tu reputación. A mí lo que me interesa es tu ascendencia, tu familia y la de puertas que me puede abrir ser tu esposa. Estamos separados, Sairus, pero ante la ley, somos marido y mujer.

»Además, uno nunca sabe lo que puede suceder y en los problemas que puedes terminar; ayudándote, tendría un aliado incondicional, porque estoy convencida de que, de haberlo necesitado, si yo te hubiese llamado, habrías movido mar y tierra para ayudarme porque me lo debes.

»Así que sí, Sairus, yo también me beneficiaba en todo esto. Por otro lado, un buen polvo una vez cada diez años, no hace daño.

Decir que mis mejillas no hierven ante sus palabras, sería una gran mentira. ¿Era necesario sacar a colación esos encuentros?

Miro a Ezra que se encuentra a los pies de Sharon siendo sanado por ella, pero es más que obvio que ha escuchado el comentario totalmente fuera de lugar de mi maldita esposa.

—Entonces, Sairus, ¿listo para morir?

Pero no me da tiempo a contestar. Sus ojos se ponen lilas y murmurando unas palabras inteligibles desde mi lugar, lanza sus manos hacia el frente y salgo volando, llevándome a dos vampiros junto conmigo. Por suerte, son de los nuestros que, al darse cuenta de que soy yo, me ayudan a incorporarme. Sacudo la cabeza y sin perder demasiado tiempo, arremeto contra ella lanzando una onda expansiva que no tiene problemas en esquivar.

Hechizos tras hechizos nos lanzamos el uno al otro intentando salir victoriosos, pero ambos somos bastante buenos y logramos salir impunes de cada uno. Ella parece cabreada por ese hecho, yo solo intento encontrar una solución porque estoy convencido que, en un enfrentamiento directo, no podré con ella.

A mi derecha, a varios metros de mi posición, veo a Ezra de pie, luchando contra otro brujo, así que me concentro en la mujer frente a mí. Una bola de poder verde viene directa hacia mí y consigo evitarla levantando una muralla protectora. Alzo mis manos y con ellas, todas las armas de plata que están desperdigadas a nuestro alrededor, se elevan apuntando hacia ella. Sin más, las lanzo con la intención de atravesarla y acabar con mi maldito tormento de una vez y por todas, pero la jodida consigue evitar cada una.

Frustrado como la mierda, abro un portal y me aparezco justo frente a ella. Tomándola por sorpresa golpeo su impecable rostro y ella, con los ojos refulgiendo en lila por el enojo, me lo devuelve.

Nos enzarzamos en un combate cuerpo a cuerpo donde se ven involucrados varios hechizos. Abro y cierro portales a nuestro alrededor uno detrás del otro con la esperanza de confundirla, pero es casi imposible.

Uno mis manos y siento mi poder bullir hacia ellas. Poco a poco las voy separando y una bola de energía se va creando, aumentando de tamaño mientras más abro los brazos. Espero par de segundos mientras toda mi energía se concentra en el siguiente ataque y, a pesar de la sonrisa petulante de Dalianna que me dice que mi siguiente movimiento no le da miedo, lo hago. Lanzo mis manos hacia el frente y toda esa energía que se había creado, sale dirigida hacia ella como la bala de un cañón. Sin embargo, el hecho de ser una bruja tan poderosa, le permite sostener mi embestida y, peor aún, contrarrestar con fuerza mi ataque, devolviéndomelo.

Aprieto los dientes ante el esfuerzo y extiendo mis brazos con más ímpetu, impidiendo que esa esfera de energía poderosa y abrazadora, regrese a mí. Se mantiene suspendida en el aire entre ella y yo, moviéndose únicamente al compás de nuestras voluntades.

Mi frente suda, mis dientes duelen por apretarlos con tanta fuerza y para mi consternación, ella parece como si nada. La esfera de energía avanza hacia ella cuando me obligo a dar un paso hacia adelante, haciendo uso de toda mis fuerzas. Es como si estuviese luchando en contra de una tormenta, que entre más quiero avanzar, más retrocedo. Hinco mis pies en el suelo, impidiendo mi regresión

Un sonido gutural sale de mi interior ante tanto esfuerzo. Mis brazos comienzan a doler y, por ende, a ceder. El poder está cada vez más cerca de mí y si hace colisión conmigo, puedo darme por muerto.

Puedo enfrentarme a ella cuerpo a cuerpo, usar mis poderes para atacarla indirectamente o evadir sus embistes, pero el enfrentamiento de nuestros poderes de manera directa inclina la balanza inmediatamente hacia ella.

En estos momentos, ambos han hecho colisión y el suyo le va ganando al mío, pues por más que quiera negarlo, soy un bastardo.

La energía avanza hacia mí, centímetro a centímetro, encontrando resistencia a su paso, pero segura de que llegará a mí y que acabará con mi existencia en unos minutos.

Ezra se ubica a mi lado. Su rostro denota terror al verme en esta situación porque es brujo y sabe lo que pasará si pierdo esta lucha de voluntades. Para mi sorpresa, levanta sus manos e intenta unirlas a las mías. Con el ceño ligeramente fruncido, veo cómo debe hacer fuerza para atravesar la pequeña barrera que se ha formado alrededor de mis extremidades producto del propio poder que estoy empleando ahora mismo. Veo su piel ponerse roja y sé que eso le ha de estar doliendo como el demonio.

Una vez consigue cruzar la barrera, toma una respiración profunda y apoya la palma de sus manos sobre el dorso de las mías, para luego entrecruzar nuestros dedos, uniendo así no solo nuestras manos, sino también nuestros poderes.

Una ráfaga vigorizante, recorre mi cuerpo y esa bola de energía suspendida entre nosotros, se acerca a Dalianna. Ezra me transfiere sus poderes con nuestra unión y por un segundo creo que lo conseguiremos. Mi esposa, frunce el ceño y pone mayor énfasis en su ataque, por lo que retrocede a nosotros.

Presiono mi agarre a los dedos de Ezra, afianzando nuestra unión, pero sé que esto no va a llegar a ningún lado. Ella es demasiado poderosa y entre los dos, no conseguiremos derrotarla, al menos no así.

Un destello brillante llama mi atención desde el suelo y veo una de las espadas Legnas. Una idea cruza por mi mente y no dudo en ejecutarla, tal vez no funcione, pero es mejor que nada.

—Cuando te dé la señal —murmuro con los dientes apretados—. Te apartas.

Siento su mirada en mi rostro, pero no la correspondo.

—¿Entendido?

—¿Qué tramas?

—¿Entendido?

—Sí —responde al cabo de unos segundos.

—Porta —murmuro en latín y detrás de Dalianna, a tres metros de ella, se abre un portal, a mi lado, la otra parte.

Respiro profundo mientras mi esposa frunce el ceño.

—Ahora.

Ezra se separa a gran velocidad y yo hago lo mismo, agachándome para tomar la espada.

Siento la bola de poder colisionar con algo tras nosotros al haber perdido lo que la retenía y, sin perder tiempo, lanzo un hechizo rápido que lanza a Dalianna hacia atrás debido a la sorpresa. Atravieso el portal y aparezco justo detrás de ella.

Con decisión, extiendo la espada al frente y el impulso que expulsó a la bruja hacia atrás, la atrae directo a la punta de la espada, enterrándose en ella.

Un buche de sangre se escapa por su boca cuando me acerco a su oído.

—Eres más poderosa que yo, Dalianna, pero yo soy más inteligente —susurro.

Coloco una mano en su rostro.

—Vires ad me —susurro y mientras la bruja en mis brazos respira su último aliento, sus poderes fluctúan a través de mi brazo, apoderándose de todo mi cuerpo, llegando a mí, para nunca más desaparecer.

Cuando su cuerpo su vuelve totalmente flácido, la acomodo sobre el suelo con cuidado. Mi mirada se concentra en su rostro pálido, sin vida y honestamente, no sé cómo sentirme, pues jamás pensé que viviría el momento en que Dalianna y yo no estuviésemos unidos por ese maldito hechizo.

—¿Está muerta? —pregunta Ezra a mi lado, pero no me da tiempo a contestar, pues un grito me sobresalta.

—¡Alexander! —grita Maximiliano a unos escasos metros de nosotros.

El Rey, que no sé en qué momento se acercó tanto, lo mira.

—¡El Reino está despejado, llegó el momento!

Mierda.

~~~☆☆~~~
¿Realmente creían que iba a matar a Jaz? Ni loca, ya bastante hay con Alexa.

Sacarías mató a su esposa, estoy tan feliz por él...

Por cierto, se supone que esto es un maratón, pero no tengo corriente y la laptop se me quedó sin carga. Cuando llegue, edito los capítulos que faltan y los subo.

Besitos

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro