10. La llegada
Maratón 3 de 3
Sam:
—Iré a decirle a Alexander las nuevas circunstancias. Supongo que no nos quedaremos de brazos cruzados esperando a que los demonios vengan.
El emplumado está de acuerdo conmigo y juntos salimos de la habitación. La verdad es que se siente un poco extraño sostener una conversación cordial con él sin que me esté recriminándome por ser la pareja de Dios.
—Están en la cocina esperando —dice Gabriel.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto solo para hacer conversación.
—Rafael me lo ha dicho. —Lo miro, no creo que tenga celular, así que supongo que se refiere a conexión angelical o como sea que ellos lo llamen.
Llegamos a nuestro destino, encontrándonos con la manada completa aguardando por nosotros, incluyendo a Nick y a Alysson a los que debieron avisarle de los últimos acontecimientos. Todos nos observan con preocupación.
—¿Cómo está? —pregunta Sharon y yo me percato de que su mano ya está sana. Benditas sean sus hierbas.
—Durmiendo —respondo—. Pero tenemos un problema. Según Gabriel, la jaula de Lucifer se ha abierto, no en su totalidad, pero sí lo suficiente como para que sus demonios salgan. Estima que mañana en la tarde…
—O antes. —Me interrumpe.
—O antes, podría estar llagando el primero…
—O los primeros. —Lo miro con mala cara. Odio que me interrumpan cuando hablo—. Continúa.
Resoplo.
—Según él, la cúpula no verá la luz del sol. Creo que tendremos una noche movidita. —Me encojo de hombros—. Tú dirás cuál será nuestro próximo movimiento, O´Sullivan.
Los ojos ligeramente abiertos del rey, me dicen que no se esperaba que yo estuviese dispuesto a acatar sus órdenes así sin más, o que fuera el que lo propusiera en primero lugar. Sin embargo, soy consciente de que él es el monarca, el Guerrero principal, digno descendiente del idiota emplumado de Miguel, es más que obvio que, si yo formo parte de esta lucha, haré lo que él diga.
—Ok —Se recompone rápido—. Durante el día, varios grupos al mando de Lucio y otros integrantes de la Logia, han viajado a Nordella para hacer un conteo de daños. Lamentablemente la Ciudad ha sufrió fuertemente las consecuencias de la profecía. Hemos intentado poner a los humanos a salvo en zonas apartadas al centro, fundamentalmente en las colinas. Están siendo atendidos por criaturas de la Sociedad Sobrenatural que, al no ser guerreros, nos apoyan en otros aspectos.
»Los brujos que no quedaron muy mal heridos, se han encargado de darles lo que necesitan. Han construido albergues para mantenerlos seguros mientras las cosas en la ciudad se normalizan, algo que como sabemos, no sucederá pronto. A estas alturas, el mundo Sobrenatural es de conocimiento público. Algunos se lo han tomado bien, otros no tanto.
»Se han movilizado todas las fuerzas del orden público, seres sobrenaturales en su mayoría, para que nos ayuden a mantener la calma, pero tenemos un problema. Cuando la cúpula caiga, todos van a salir despavoridos de Nordella, de eso no tengo dudas; será prácticamente imposible mantenerlos a raya. Esto va a ser un sálvense quien pueda.
—¿No hay nada que podamos hacer? —pregunta Jazlyn y todos se quedan pensando, algo que me frustra sobremanera.
Tal vez me haya reivindicado un poco, pero sigo siendo el mismo vampiro al que no le importan mucho los humanos. Si se pueden salvar, genial, si no, mala suerte para ellos.
—Tienen dos opciones —digo de repente y miro a Sacarías—. Esas barreras que ustedes los brujos hacen para proteger sus propiedades, pueden usarlas para mantenerlos encerrados hasta que todo se calme… si se calma. La otra opción es dejarlos hacer lo que les de la puta gana. No va a haber barrera que impida que esos demonios ejerzan su poder sobre ellos y nosotros tenemos cosas más importantes, como, por ejemplo, encargarnos de Lucifer, como para andar preocupados por los humanos.
»Estamos en guerra, unos saldrán victoriosos, otros no tantos. No somos suficientes como para preocuparnos por todos. —Me encojo de hombros—. Si quieren huir, que lo hagan, los siete pecados los van a alcanzar igual.
»Eso que hicimos en el pasado de concentrarnos en evitar los mayores daños posibles, que hicimos de todo para protegerlos, nos funcionó porque nos enfrentábamos a seres tangibles. Podíamos luchar contra ellos y, aun así, muchos perdieron la vida. ¿Cómo se supone que nos vamos a enfrentar a algo que no vemos mientras los controlamos a ellos? Justo ahora, me parece que la supervivencia de los humanos es lo que menos debería preocuparnos.
—Si no nos preocupamos por los humanos, ¿por quién se supone que luchamos? —pregunta Alexander.
—Estamos hablando de los ciudadanos de Nordella en comparación al resto del mundo. Sé que lo que digo suena mal y créanme, después de lo que he luchado para salvarles el culo, me jode cantidad tener que dejarlos a su suerte, pero no hay mucho que podamos hacer.
»Entiendo tu posición como rey de los Legnas, Alexander. Entiendo que la misión de tu raza es la de protegerlos, pero hay un mal mayor en todo esto que, como no consigamos neutralizarlo, va a acabar con el mundo. No digo que tenemos que dejar desprotegidos a los humanos, mientras esté en nuestras manos, los ayudaremos. Lo que quiero decir es que no podemos malgastar todas nuestras energías en ellos, solo eso.
—El vampiro tiene razón en dos cosas. —Observo a Gabriel, sorprendido—. Tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos; no podemos enfrentarnos directamente a los demonios porque no tienen cuerpo, al menos no inicialmente.
»Aunque quieran salvar a los humanos, no podrán hacer mucho. Este mundo está plagado de pecadores, pero podríamos decir que son la minoría. Esa condición se ha extendido a lo largo de los milenios, aun cuando los demonios están en lo más profundo del Infierno. ¿Cómo creen que atacan ellos? Son como una plaga que se extiende con rapidez en el ser humano. Ahora que estarán libres, su influencia será aún mayor, se encargarán de corromper cada alma pura que exista.
»¿Creen que los humanos se volvieron locos cuando los jinetes? Ahora será peor y ustedes no están exentos de caer en sus garras. Tal vez resistan más por su condición sobrenatural, pero no son inmunes. En algún momento, ellos perderán la cordura y ustedes deberán enfrentarlos hasta que pierdan la suya propia.
—¿Cómo se supone que vamos a hacer cualquier cosa si también nos contagiamos? —pregunta Nick.
—La marca de Dios podría ser suficiente como para evitar que vuestras almas se perviertan, pero caemos en lo mismo, Vitae está muy débil, no podrá hacerlo, así que tendremos que improvisar.
—¿Alguna idea? —pregunta Sharon.
—No. —El emplumado se encoge de hombros y yo me desinflo—. Pero ya se nos ocurrirá algo, de no ser posible, tendremos que encerrarlos antes de que ustedes sucumban y resulta que eso solo será posible luego de que Lucifer salga.
—En otras palabras —dice Lucio para mi sorpresa. A veces olvido que existe, pues no se le siente. Él se limita a escuchar sin emitir sonido alguno, aunque pensándolo bien, esa imagen imponente, no pasa desapercibida—. Estamos jodidos.
Gran conclusión.
—¿Ustedes también están proclives a pecar? —pregunta Isabel—. Son seres celestiales, ¿no? Deberían tener inmunidad o algo así.
Buen punto.
—Teniendo en cuenta que Lucifer es el mayor pecador que existe, no estoy muy seguro de que nosotros estemos a salvo. Solo lo sabremos cuando pase.
La habitación se queda en silencio total, mientras digerimos la información y nos damos cuenta de que ni siquiera podemos poner nuestra última esperanza en ellos al ser hijos del Cielo, pues tienen tantas posibilidades como nosotros de sucumbir a los pecados.
—Ok —dice Jazlyn, llamando la atención de todos mientras se pone de pie—. Regresando al tema de los humanos. —Ruedo los ojos—. Los demonios ascenderán por Nordella que es donde está la jaula de Lucifer, ¿no?
Tanto Gabriel como Rafael, asienten con la cabeza.
—Pues si queremos protegerlos, lo mejor es enviarlos lejos. No solo es la cuestión de su protección, sino que entre menos hayan por aquí, a menos nos tendremos que enfrentar cuando pierdan la cordura. Sé que en algún momento los pecados los alcanzarán, pero al menos tendrán una cobertura, una posibilidad de llegar al final de esta historia.
»Los humanos son seres inteligentes, sí, querrán huir, pero ese ese su sentido de supervivencia, nosotros solo debemos asegurarnos de que sea con orden para mantener el caos a raya. La cúpula va a caer, lo primero que debemos hacer, a mi parecer, es cerrar la ciudad. Es decir, impedir que los que están fuera, quieran entrar.
»Hay muchas personas curiosas ahí fuera que no saben exactamente qué ha sucedido aquí y cómo es lógico, querrán saber. Según lo que ustedes nos han contado, las líneas cayeron, no había conexión a internet, por lo que en las redes sociales no deben inundar los videos, así que solo los habitantes de Nordella conocen realmente la pesadilla que han vivido. Para los de ahí fuera solo será un misterio, un juego, por decirlo de alguna manera, por eso propongo cerrar la ciudad.
»Ahora, los que están aquí dentro, deben salir. Han visto y vivido demasiado, para bien o para mal, conocen de la existencia del mundo sobrenatural y esa es nuestra mejor base. Hablemos con ellos, hagámosles entender que la guerra no ha terminado, que las cosas se pondrán peor y que, por consiguiente, los sacaremos de la ciudad, pero que debe ser de manera ordenada.
»Son humanos, son inteligentes. Tendrán miedo y no dudo que algunos quieran irse desesperados sin importarles el resto, pero me atrevería a decir que la gran mayoría, nos apoyará, incluso nos ayudarán a que todo se haga con el mayor orden posible. Sam tiene razón en algo, cuando todo se desate, tendremos cosas más importantes de las que preocuparnos, pero también es cierto que no los podemos dejar a su suerte.
»Saquémoslo de la Ciudad. Tenemos unas horas para prepararlo todo antes de que caiga la cúpula, luego usemos los portales y alejémoslos de aquí. Para cuando el primer demonio ascienda, Nordella debe estar vacía, solo seres sobrenaturales.
Alexander le sonríe a su chica quien, al darse cuenta de la atención que le hemos prestado a sus palabras, comienza a ponerse nerviosa.
—Bueno, pues… era eso lo que quería decir. —El rey se le acerca y le da un beso en la cien.
—Ya la oyeron, hay una ciudad que desalojar.
—Un momento —dice Sharon—. ¿Y luego qué? —Frunzo el ceño—. Los sacamos y ¿qué hacemos después? Tenemos que buscar una solución no podemos lanzarnos a ciegas, ya hemos hecho eso demasiadas veces y no ha resultado precisamente bien.
»Tenemos a los Arcángeles y a Dios con todos sus recuerdos, ahora más que nunca tenemos posibilidades de sobrevivir, por eso debemos hacer las cosas bien.
»¿Hay alguna forma de impedir que los demonios se extiendan por el resto del mundo? No lo sé, ¿una cúpula que podamos crear nosotros mismos? Tenemos brujos, runas, poder celestial, hadas, algo se debe poder hacer, ¿no?
»¿Hay alguna forma de obligarlos a poseer un cuerpo y matarlos luego? ¿O hacer una jaula nueva que no dependa de la de Lucifer? Tenemos que pensar, buscar alternativas, ¿no creen?
»No podemos limitarnos a sacar a los humanos, idea que apoyo totalmente, Jaz. —Mira a la chica y esta asiente en acuerdo—. ¿Qué nos queda luego? ¿Sentarnos a esperar a que aparezcan los pecados y nosotros sucumbamos a ellos? No lo creo.
—Sharon tiene razón —dice Alexander pasando sus manos por su rostro—. Y, aunque no me guste lo que voy a decir, estamos olvidando un detalle importante.
»Si Miguel cumplió su misión, tenemos a la criatura más poderosa luego de Dios de nuestra parte. Alexa. No creo que su existencia se limite únicamente a la destrucción de Lucifer. Tiene que haber algo que pueda hacer. También está Jazlyn; la he visto usar su sangre contra cualquier criatura, debe existir una runa contra los demonios, ¿no?
Mi amiga observa su pulso con el ceño fruncido.
—Tiene sentido —murmura.
—Hagamos algo —dice Isabel—. Ustedes que son los guerreros, salgan ahí fuera a hacer lo que tengan que hacer. Gabriel, Rafael, Vitae y Mors cuando despierten y yo, buscaremos soluciones. Mandaré a buscar a Harriet también. Ustedes tienen razón, debe haber algo que se pueda hacer. No podemos rendirnos, no ahora después de todo lo que hemos pasado.
—Gracias, Isa.
—No hay de qué, Alex, ahora muevan el culo.
—Antes de que nos pongamos a trabajar —dice Gabriel—, creo que es mi deber advertirles algo.
Ufff, eso no suena bien.
—Alexander, Jazlyn, los Hostring y Sharon. Ustedes cinco formaron parte de la profecía, y hasta cierto punto, eso les daba un poco de inmunidad. La profecía hablaba de ustedes, por tanto, da igual lo que pasara, antes de que esa parte que los involucraba, no llegara, ninguno iba a morir.
»Ya todo ha pasado, ya no gozan de esa inmunidad, por tanto, tienen tantas posibilidades como el resto de morir. No se confíen en la batalla, de hecho, ninguno puede hacerlo. Si salvamos el mundo, este va a necesitar de todos ustedes para que vuelva a la normalidad.
Con las palabras del Arcángel pesando sobre nuestros hombros, nos dirigimos al Salón del Trono a terminar de ultimar los detalles de nuestro muy improvisado plan. A pesar de que quiero que Sharon se una a Isabel y al resto, no le da la puta gana y se va junto a nosotros alegan y cito: “Si Alexander O´Sullivan nunca ha podido controlarme, un vampiro con cara bonita tampoco. Déjame en paz, Hostring”.
Me desespera lo temeraria que puede llegar a ser a veces.
La noche es larga y agitada. Entre Sharon y Jazlyn emiten un comunicado avisando a los ciudadanos de Nordella de que la mejor opción es salir de la ciudad, en orden, porque las cosas no han terminado. Debo decir que tenía ciertas reservas sobre ese plan, pero Jaz tenía razón, tienen miedo, pero son inteligentes. Si las personas que te salvaron de morir en las manos de unos zombis te dicen ahora que debes salir de la ciudad si quieres seguir con vida, lo haces sin rechistar. Es cierto que algunos se resisten, otros motivan a que se desate el caos, pero conseguimos mitigarlos, convencerlos de lo que hay que hacer.
La cúpula cae alrededor de la una de la madrugada. Las entradas a Nordella están vigiladas y a través de portales logramos vaciar la ciudad, desperdigando a los humanos entre casas de familiares, campamentos y albergues por todo el mundo. Para las seis de la mañana, ya todo está tranquilo, aunque sé que esa paz es la que le antecede a la tormenta. Nuestro descanso fue corto, ahora viene lo peor.
Cierro los ojos y dejo que el aire puro y fresco de la mañana golpee mi rostro. Es algo que siempre me ha gustado hacer porque me relaja, pero no veo forma de que esta vez ayude a aligerar la tensión de mi cuerpo. Estoy en el reino, más específicamente, en la gran escalinata del palacio, esperando nuevas indicaciones. Por lo que sé, Isabel, Harriet y los emplumados, no tuvieron resultados satisfactorios en su búsqueda y Vitae y Mors siguen dormidas.
—Sam. —Escucho mi nombre y abro los ojos.
Aliz, el hada que custodia la entrada al Reino y la novia de Maximiliano, me observa desde la base de la escalinata. Luce agotada, justo como todos los que nos rodean.
—¿Lucio está? —Bajo los peldaños hasta llegar a ella.
—Creo que no. La última vez que lo vi, estaba patrullando la ciudad, asegurándose de que no quedase nadie.
Se remueve incómoda en su lugar.
—¿Qué sucede, Aliz?
—Hay una humana ahí fuera que quiere hablar con él. No está sujeta al Juramento de Sangre por eso no puedo dejarla pasar, pero no parece muy bien. ¿Crees que puedas ir a recibirla?
—¿Yo? ¿Por qué? —Hago una mueca.
—Porque eres al único que veo por aquí.
Pienso contestarle que no soy portero para andar recibiendo a nadie, pero se me ocurre un pequeño detalle.
¿Una humana buscando al gran Lucio Conrad? Eso es algo inusual y definitivamente quiero saber de quién se trata.
—Ok, llévame con ella.
Sigo al hada fuera de la muralla que rodea al palacio hasta llegar a uno de los tantos robles que custodia en este lugar. Toca el tronco y una grieta totalmente negra se abre. Sin dudarlo, la atravieso y ese característico mareo que me provoca el cambio de un mundo al otro, me invade. Sacudo la cabeza y salgo al otro lado, donde una mujer de no más de treinta y cinco años, de piel morena, rizos exuberantes y cuerpo de modelo, espera paciente.
Al escucharme llegar, se sobresalta. Sus angustiados ojos marrones se encuentran con los míos y sé que no la conozco de nada, pero me da la sensación de que está sobrepasada, que en cualquier momento colapsará. Intento poner mi cara más agradable.
—Buenos días, me han dicho que estabas buscando a Lucio.
—¿Él está? —Su voz suena temerosa.
—No. Él está en Nordella asegurándose de que todos los humanos hayan salido de la ciudad, por lo que me pregunto, ¿qué haces aquí? Para este entonces, deberías estar bien lejos.
—Sí, un grupo de hombres llegaron a media noche al lugar donde nos resguardábamos, pero escapé.
—¿Por qué harías eso?
—Porque necesitaba ver a Lucio. Él… él me dijo que si algún día necesitaba su ayuda que lo buscara en su casa, el SENCO o que viniera a este árbol y dijera que vengo de su parte, que aquí me ayudarían. —Arqueo las cejas, no muy seguro de lo que debo decir—. He ido a su casa varias veces, pero no creo que haya estado por allá en un tiempo.
—Ha estado viviendo aquí. —Asiente con la cabeza.
—El SENCO está cerrado y no he tenido más opción que venir. ¿Usted lo conoce?
Me aclaro la garganta. Vamos, Sam, tú sabes ser dulce y encantador y eso es justo lo que tienes que hacer si quieres que esta mujer te cuente sobre su relación con el lobo.
—Sí, de hecho, es mi mejor amigo. —Sonrío ampliamente, intentando infundirle un poco de seguridad. Suelta un suspiro aliviado.
—¿En serio? —Asiento con la cabeza ante su voz esperanzadora.
—Soy Sam Hostring. —Tiendo mi mano derecha y ella me devuelve el saludo. La pobre está temblando—. Tranquila, estás a salvo. ¿Cuál es tu nombre?
—Arla… Arla Sliner.
—Un placer, Arla. ¿Puedo preguntar qué relación tienes con Lucio? —Ella se lo piensa un poco, no parece estar muy segura de que sea buena idea contarme, así que decido improvisar—. Escucha, estás en peligro aquí afuera, el único lugar donde podrás estar a salvo, es en el Reino y digamos que para entrar hay que reunir ciertos requisitos que tú no cumples. Necesito saber qué relación tienes con él para poder permitirte el paso.
—Eres su mejor amigo, ¿no lo sabes?
—Lucio es el hombre más reservado que he conocido en mi vida y cuando se trata de algo que lo ha lastimado, es más ermitaño aún.
Frunzo el ceño al verla bajar la cabeza y mi teoría se confirma. Entre ellos hubo algo y, ante su reacción a mis palabras, tengo la sensación de que quien lo arruinó fue ella.
—Sí, tiene pinta de ser el Lucio que conozco. —Respira profundo—. Soy su ex prometida… y la madre de su hijo.
Ok, paren el carro. ¿Hijo?
¿Lucio Conrad tiene un hijo?
Joder, esta gente cuando se trata de esconder secretos, tienen el uno. Primero Sacarías me sale con que está casado y ahora Lucio con que tiene un hijo. Menuda locura.
—¿Y… dónde está? —Es lo único que consigo preguntar.
Arla mira hacia su derecha y yo la imito.
—Lion —dice y, para mi sorpresa, de unos arbustos sale un pequeño lobo de pelo tan negro como la noche que no sobrepasa el medio metro.
Su lobo es jodidamente idéntico al de su padre. El pequeño se acerca a los pies de su madre y esta ahoga un sollozo. Me arrodillo y estiro la mano para acariciarlo. Como es natural, me gruñe, digamos que los lobos y los vampiros toda la vida hemos sido enemigos. Lo llevamos en nuestra sangre. Por suerte, no intenta atacarme.
—Hola —le digo, pero retrocede dos pasos. Miro a su madre—. ¿Qué edad tiene?
—Cuatro. ¿Eres un lobo también? —Sonrío.
—No. —Dejo mi respuesta ahí, no creo que le haga mucha gracia saber que soy un vampiro.
Una idea pasa por mi mente… una que no me gusta mucho, pues si es cierta, Lucio va a estar muy enojado.
—¿Él sabe de la existencia del niño? —Niega con la cabeza.
Joder. Conozco poco a Lucio, pero por lo que sé, no es la clase de hombre al que le haga feliz tener un hijo sin saberlo. Él tiene principios, estoy convencido de que querría formar parte de su vida.
—Se va a enojar, ¿verdad? —pregunta, supongo que al ver mi cara de preocupación. Ella cubre su rosto y empieza a llorar.
Hombre, no soy bueno consolando. Me incorporo.
—Oye, no llores, ¿sí? Se va a enojar, pero no tanto.
—Va a poner el grito en el cielo por habérselo ocultado —dice sin mirarme—. Me va a odiar. —Descubre su rostro y empieza a mover las manos de forma nerviosa—. Es decir, él ya me odiaba, pero ahora será peor. Yo… yo…
—Arla, tranquila, por favor. —Tomo sus manos entre las mías, esperando que se calme—. ¿Qué sucedió entre ustedes?
Si les digo que me siento un poco mal por estar preguntando para saciar mi curiosidad, aun cuando ella está así, ¿me creerían?
Pues sí, me siento mal, pero yo no estaba buscando este chisme, si llegó a mí, es lógico que quiera saber, ¿no?
—Nosotros… salíamos… Llevábamos unos años juntos, cuando… cuando me pidió matrimonio. Yo lo amaba, pero un día… lo vi convertirse en lobo y me asusté… Le dije cosas horribles y le pedí que se fuera… Yo… yo tenía miedo.
»Después… —Se sorbe la nariz—. Supe que estaba embarazada, pero no me atrevía a buscarlo. Le había hecho mucho daño, pensé que no querría verme… Además, seguía teniéndole miedo y… y me convencí de que lo mejor era seguir así… Nació Lion y todo bien, pero, de repente, se convirtió en lobo y no ha vuelto a la normalidad desde entonces. Mi niño… tengo miedo…
Joder.
—Necesito ver a Lucio para que me ayude a que vuelva a la normalidad. No puedo perder a mi hijo y sé que él me va a odiar, pero Lion es lo principal. Solo espero que quiera… ayudarme.
Me paso una mano por la cabeza al ver que sigue llorando sin consuelo. Esto va a ser difícil.
—A ver, Arla, sí se va a enojar, pero te va a ayudar, ¿vale? Tu niño va a regresar a la normalidad. Si alguien puede hacerlo, ese es él.
—No entiendo… no entiendo nada de este mundo. ¿Lion está bien? Lucio pudo regresar rápido a ser humano, ¿por qué mi niño no?
—Escucha, Lion es un hombre lobo por nacimiento. No te voy a hacer la historia larga, supongo que Lucio en algún momento te la hará, pero sí te puedo decir que lo que le pasa al niño es totalmente normal. ¿Qué estaba haciendo cuando se convirtió?
—Estábamos huyendo de los… ¿zombis? Dios, eso suena tan mal.
Ay, cariño, no tienes idea.
—De repente se convirtió y no ha vuelto a la normalidad.
—Los hombres lobos por nacimiento, pueden vivir años sin desarrollar su parte animal. Solo cuando presencian un suceso traumático sucede la primera transformación. Supongo que ver a los zombis fue lo que lo desencadenó. Es totalmente normal y le pasará bastante a menudo hasta que consiga controlarlo.
»Mi hermano es un hombre lobo. Estuvo dos largos años sin poder volver a su parte humana hasta que se encontró con Lucio. Él lo ayudó a controlarlo, por eso estoy convencido de que ayudará a Lion. Has hecho bien en venir.
—¿Tú crees?
—Estoy convencido. Ahora, ¿qué te perece si entramos y descansan un poco hasta que Lucio regrese?
Me observa, dubitativa, durante varios segundos, pero al final asiente con la cabeza.
Suspiro aliviado y toco la madera del árbol. Aliz nos abre la puerta y le digo que todo está bien, que ella necesita entrar.
Le pido que me siga y con la cabeza atolondrada, nos adentramos en el reino. Va varios pasos detrás de mí, pero no me detengo, ya he sobrepasado mi cuota de tolerancia hacia los humanos, esta última me ha agotado sobremanera. El pequeño lobo retoza entre nuestros pies y debo prestar atención para no machucarlo al caminar mientras escucho jadeos de asombro por parte de su madre. Sí, el Reino de los Legnas es una maravilla.
—¿Dónde estamos? —pregunta, justo cuando atravesamos la gran muralla adentrándonos al terreno del palacio.
—En el Reino de los Legnas, ya… —Pero no consigo terminar la frase porque encima de la escalinata, observo a Sacarías que me mira con los brazos en jarra.
Frunzo el ceño mientras lo veo sacar su móvil, marcar algo y llevárselo a la oreja. Desde mi posición, escucho los timbres del móvil y ya cuando va a caerse la llamada, una voz que reconocería en cualquier lugar, murmura: “¿Sacarías?”.
—Ya lo he encontrado. Está en la gran escalinata.
Subo los peldaños que nos separan con los ojos entrecerrados.
—Tus novias han despertado y andan como locas buscándote. —Resoplo.
—¿Cómo tienes su número?
—Las dos se han encargado de dárnoslo a cada uno.
—¿Y por qué no me llamó ella?
—En primera, es hora de que empieces a usar el plural. —Ruedo los ojos—. En segunda, dicen que no quieren parecer novias intensas. —Se encoge de hombros.
—¿Ambas? —pregunto, preocupado.
—Sí, macho, ambas.
Estoy a punto de resoplar por el fastidio cuando Jazlyn y Alexander atraviesan la puerta principal del palacio, corriendo. Sus rostros tienen una mezcla entre miedo, preocupación, e incluso confusión mientras ojean algo a nuestras espaldas.
Me volteo, pero no veo nada raro.
—¿Qué sucede? —pregunto en voz baja.
—Ni idea —responde el brujo.
Mi corazón comienza a acelerarse y sigo al brujo en dirección a la pareja recién llegada, pero solo hemos subido tres peldaños, cuando nos detenemos.
—Ha llegado. —Escucho decir a Jazlyn y estoy a punto de volver a voltearme mientras mi cabeza intenta entender qué carajos está pasando, cuando las puertas se vuelven a abrir, dejando ver a Vitae y a Mors.
Ay, madre.
Sus relucientes sonrisas, que me erizan la piel, debo decir, se hacen más amplias cuando me ven. Sin embargo, desaparecen con rapidez mientras fruncen el ceño y pierden sus miradas a mis espadas.
Shock, es lo que veo en sus miradas, más un ligero brillo, que no estaba hace un segundo y no necesito voltearme para saber qué carajos sucede.
El Arcángel Miguel y la hija de Jazlyn y Alexander, están en el reino. Aun así, me volteo.
Lo primero que noto es a la rubia de no más de veinte años, de ojos verde azules, tan hermosos como los de su madre, que observa todo, aterrada. A su lado, vestido totalmente de negro, en conjunto con su engominado cabello revuelto y ojos horriblemente azules, está el maldito emplumado que faltaba. Tiene una cara de culo del carajo y sí, a simple vista es la clase tipo al que no te acercarías por voluntad propia. Parece peligroso y ese cuerpo imponente que tiene, no ayuda.
Vamos, se le nota que es un guerrero a mil leguas de distancia.
Trago duro mientras me obligo a permanecer imperturbable, pero la tarea se me dificulta, cuando la Vida y la Muerte pasan por mi lado a toda velocidad hasta colgarse del cuello del Arcángel. El idiota que sonríe como si acabara de ver lo más hermoso del mundo, algo que es del todo cierto.
Lo odio.
~~~☆☆~~~
Ups, ahora sí se calentó esto.
¡Miguel ha llegado!
Pobre Sam jajaja.
¿Qué les pareció el maratón?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro