Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

FINAL

(Por si wattpad no les avisa, hay una capítulo antes de este)

Sam:

—Nos volvemos a ver —dice mi padre.

Un portal se abre a nuestro lado y Dahiana, Sharon y varios Sanadores y Guerreros, lo atraviesan. La reina busca a su novio con el miedo mancillando su delicado rostro y respira aliviada al verlo con vida.

—Oh, pero mira quién ha llegado. La mismísima reina. —Lirba, sonriendo, hace una reverencia exagerada y Sharon lo fulmina con la mirada.

—¿Listo para irte al pasado del que nunca debiste haber salido? —pregunta la Sanadora y un nudo se asienta en mi estómago.

Por lo que veo, no soy el único que piensa que el momento del sacrificio ha llegado y no lo voy a negar, estoy aterrado porque cualquier cosa que pase, tiene pinta de terminar en desastre.

Si el plan de Vitae y los Arcángeles no funciona, Adams o yo morimos. Si funciona, Vitae se debilita en el mejor de los casos, en el peor, termina muriendo una vez Lucifer ascienda.

Lirba se encoge de hombros ante las palabras de la reina.

—Pero te aseguro de que volverás a saber de mí. Una vez Lucifer ascienda, él nos regresará.

—Aún me sorprende la fe ciega que le tienen al Diablo —comenta Lucio.

—Lucifer es un Arcángel y ellos cumplen sus promesas. ¿No es así Gabriel? —Esta vez es Maira; el mencionado se mantiene en silencio y eso a mí me suena a afirmación.

Lo que nos faltaba. Deshacernos de estos idiotas y tenerlos de regreso más tarde.

Cristopher da un paso al frente.

—Se han arreglado —dice con el ceño fruncido intercalando su mirada entre Adams y yo—. La tensión en tus hombros que había cada vez que lo tenías cerca, —me dice—, ya no está. Nunca pensé que llegaría este día.

—Yo solo espero que sepas que tus horas están contadas —le digo dando un paso hacia él. Adams se me une—. Vas a morir hoy Cristopher. Hoy vas a pagar por todas tus acciones, fundamentalmente, por haber matado a mi madre, por haber permitido que odiara a mi hermano por tres largos siglos.

—Yo no maté a Adelise. Lo hizo él. —Adams da un paso al frente dispuesto a golpearlo, pero lo detengo sujetándolo por una mano.

—Él es mío. —Adams asiente con la cabeza—. Mataste a mi madre en el momento en que la convertiste.

Chasquea los dientes y se ríe.

—Tienes razón, ¿y sabes qué? Disfruté cada segundo en el que ella me pedía que no lo hiciera; cuando me suplicaba que me detuviera mientras yo bebía su sangre.

Saco la daga de mi bota y arremeto contra él con toda mi fuerza; con la rabia bullendo en mi interior y cegado por el odio porque por culpa de este mal nacido, mi vida fue un maldito infierno. Él evita mi acometida, pero mi movimiento es suficiente para que el caos se desate.

Su ejército ataca con todo lo que tiene y no puedo evitar pensar que no saldremos de esta porque somos mucho menos que ellos y estamos agotados luego de la batalla contra las langostas y los demonios. Por suerte, el poder de Nick y Gabriel compensa un poco nuestra escasez de hombres.

—Me divertí muchísimo mientras veía a Adams desmembrando a tu madre ante los ojos de ese niño indefenso que observaba todo aterrado. —Grito rabioso atacando de nuevo, ignorando el dolor que me invade al usar mi brazo herido mientras blando mi daga a diestra y siniestra contra ese hombre con el que comparto sangre.

Cristopher evita todos mis golpes con facilidad y me enoja ver cómo mantiene su porte pasivo, sin atacar, disfrutando mientras me hace rabiar y a pesar de que sé que es ese su objetivo, hacer que pierda el control, crisparme los nervios, jugar con mi cabeza, no consigo resistirme. Quiero matarlo y ese es el único pensamiento que tengo en mi cabeza.

—Disfruté ante la idea de que Adelise pudiera matarte, de que Adams no llegara a tiempo y tú murieras por las propias manos de tu madre. Eso habría sido increíble.

—¡Hijo de puta!

—¿Pero sabes qué ha sido la más divertido? —Consigo asestar un golpe contra su mandíbula sintiendo cómo se disloca. Él la vuelve a acomodar en su lugar, sonriendo, dándome a entender que mi acción solo le ha provocado cosquillas—. Lo mejor ha sido ser testigo de tu odio hacia la única persona que te ha querido con toda su alma; a ese que sacrificó su felicidad siendo mortal por tu vida. He disfrutado como nada en este mundo, alimentar tu odio, tu ira, tu sed de venganza.

Los deseos de llorar me invaden al recordar todo el tiempo que he perdido odiando a la única persona que me ha querido… a ese que he querido más que a nada en este mundo, incluso más que a mi propia madre. Reprimo esos sentimientos humanos que tanto tiempo me obligué a ocultar y me exijo concentrarme en la batalla a mi alrededor.

Mis ojos se ponen rojos, mis garras salen y mis colmillos piden encajarse en su cuello y desangrarlo, hacerlo sufrir tanto como nos hizo sufrir a nosotros.

Arremeto nuevamente contra él, ignorando el dolor en mi mano y por fin consigo que se defienda. Su puño se estrella contra mí estómago y, aunque adolorido, consigo golpear su maldito rostro con mi bota, haciéndolo recular hasta caer al suelo.

A toda velocidad corro hacia él, me siento a horcajadas sobre su cuerpo y lo golpeo una y otra vez descargando en cada puñetazo todo mi odio, toda mi rabia.

No sé cuántos golpes después, mueve su cabeza de modo que mi puño aporrea el suelo, enviando una punzada de dolor directo a mi hombro, justo donde tengo la mordida. Pierdo la concentración por unos segundos, tiempo suficiente para que él consiga remontarme y esta vez son sus puños los que me apalean sin contemplaciones.

Mi cuerpo se ve liberado de su peso cuando Adams lo golpea por su costado derecho y me ayuda a levantarme. Sus ojos amarillos demuestran las ganas que le tiene, pero sé que está de acuerdo en que sea yo quien se encargue de acabar con él.

Dos vampiros arremeten contra él y, blandiendo una estaca, se defiende con la maestría que siempre lo ha caracterizado.

Me concentro nuevamente en mi padre quien tiene una estaca en la mano. Maximiliano llega a nosotros corriendo a gran velocidad y, con su estaca, consigue hacerle una herida en el rostro al vampiro, algo que sé de sobra que le ha dolido en el alma porque esa mierda es como veneno para nosotros.

—Siempre he querido hacer eso —me dice el Guerrero sonriendo y me tiende su arma para luego salir corriendo.

—Veo que has conseguido amigos.

—No… He conseguido una familia —respondo y lo digo con total seguridad. Ellos se preocupan por mí y no voy a negar que yo por ellos. Eso es lo que hace una familia, ¿no? Preocuparse unos por otros y salvarse el culo cuando es necesario.

Cristopher me analiza con los ojos entornados y yo miro a mi alrededor ubicando a cada miembro de la manada.

Mi corazón salta a mi garganta cuando veo a Vitae aparecer de repente junto a Rafael y sé que algo va mal… realmente mal… cuando me percato de que el Arcángel prácticamente la sostiene para que no se desplome.

Oh, mierda.

Sin importarme nada más, trabo la estaca en mi cinturón y corro hacia ella a toda velocidad.

—¿Qué le sucede? —pregunto, histérico, cuando me doy cuenta de que el color liloso de sus ojos está demasiado opaco y la piedra en su frente, brilla con más intensidad que nunca.

—La tercera capa cayó. Está recordando, Hostring, tenemos menos tiempo del que pensábamos.

—¿La Piedra por qué brilla?

—Está usando su poder para aliviar el dolor y de alguna forma ralentizar los recuerdos. Está muy débil, no creo que lo consiga.

—Ey… —Acuno su rostro mientras intento llamar su atención. Sus ojos me reconocen y por un segundo luce aliviada, pero desaparece tan pronto como llegó y una mueca de dolor atraviesa su bonito rostro—. Ey, Criaturita, mírame…

El corazón se me oprime al verla así. No puede hacer esto, no si eso significa estar peor.

—Escucha, no tienes que hacerlo. Si uno de los dos tiene que morir, va a ser difícil para el que se quede, pero no podemos permitirnos que te pase nada. Sharon tiene razón…

—Lo voy… a hacer… Así me esté muriendo… lo voy a hacer y puede que ni… a Gabriel ni a Rafael les guste, pero… —Su respiración es errática y apenas consigue hablar—. Estoy convencida de que te… frenarán si intentas… detenerme. —Miro al Sanador y luego de resoplar manifestando que no le gusta la idea, asiente secundando las palabras de su Dios.

Es curioso ver cómo la obedecen aun cuando piensan que está tomando decisiones estúpidas.

—No sé… si funcionará, pero lo haré. —Miro a Rafael.

—Ya la has escuchado. Lo hará y ninguno de nosotros se lo va a impedir.

—¿Por qué? ¡Se está muriendo! —grito fuera de mí—. Tiene que haber una forma de impedírselo.

—Ha sido una orden, Hostring y la acataremos hasta la última de las consecuencias. —Resoplo. Me cago en todos, ¿para qué cojones nos advirtieron todos los peligros que corríamos, si lo iban a hacer igual?—. Regresa a la batalla, yo la cuido.

Miro a mi chica por última vez y ella asiente con la cabeza. Resignado, busco a Cristopher con la mirada para encontrarlo luchando contra Adams. Corro hacia ellos a toda velocidad mientras otro vampiro se les acerca. Adams lo golpea, descuidándose de nuestro padre y mi corazón sube a mi garganta cuando lo veo con intenciones de encajar sus garras en su pecho para arrancarle el corazón.

Si se lo arranca, morirá instantáneamente y eso impedirá que Mors y Vitae nos ayuden, su alma desaparecerá para siempre.

Sin pensármelo dos veces, me interpongo entre ellos, pero justo antes de que la mano de mi padre su hunda en mi cuerpo, mi hermano me jala por el brazo derecho dándome la vuelta de modo que él queda entre Cristopher y yo. El dolor que se arrastra por mi cuerpo debido a la maldita mordida, me impide moverme para revertir su acción.

Todo sucede en cuestión de segundos. Los ojos de Adams se abren desorbitados y un buche de sangre sale de su boca, salpicando mi rostro.

—¡No! —Con el corazón acelerado y el terror apoderándose de cada terminación nerviosa de mi cuerpo, le arrebato la espada a un Legna que luchaba contra un demonio cerca de nosotros y corto el brazo de mi padre.

Él grita por el dolor que le produce y antes de que pueda hacer nada más, saco la estaca y la incrusto, no en su corazón porque eso lo mataría de inmediato, pero sí en su estómago. Una muerte segura, pero lenta pues una herida de esa magnitud con una estaca de los Legnas, va paralizando tu cuerpo, impidiéndote moverte para arrancártela.

La sangre se escurre por la herida y boquea varias veces. Sé que el dolor lo está consumiendo, pero no me interesa.

—Púdrete.

Todo se vuelve un puto caos.

Regreso con mi hermano que yace en el suelo de medio lado con la mano de mi padre incrustada aún en su espalda y yo, con manos temblorosas, me arrodillo junto a él, golpeando su rostro lo suficiente como para espabilarlo.

—Tranquilo, ¿vale? —Me obligo a hablar a pesar del nudo en mi garganta—. Resiste un poco, Vitae y Mors te sacarán de esta.

Intenta sonreír, pero un buche de sangre sale de su boca y sin poderlo evitar, una lágrima desciende por mi rostro. Tengo miedo, mucho miedo, como nunca antes lo he sentido. Él no puede morir, es mi hermano; lo necesito conmigo.

Lo rodeo para revisar la herida. Hay sangre brotando de ella, pero no demasiada, supongo que la extremidad de mi padre la bloquea. Aun así, me quito lo que queda de mi pulóver, que no es mucho, y lo presiono alrededor.

Rafael llega a nosotros con Vitae, quien grita con todas sus fuerzas a penas se arrodilla. Hostia puta. El Arcángel sujeta su mano y me da la sensación de que le está transmitiendo fuerza. Luego se concentra en Adams y cierra los ojos por unos segundos.

—La mano rodea su corazón, si la sacamos, este saldrá también —dice mirándome.

—¡Adams! —grita la reina, llegando a nosotros. Yo sigo cubriendo con mis manos la herida mientras ella acaricia su rostro. Él lucha por mantener sus ojos abiertos, pero no sé por cuánto tiempo será así.

Aterrado y aturdido, sin saber exactamente qué más puedo hacer, veo cómo nuestro ejército se ubica alrededor de nosotros para impedir que alguien se nos acerque mientras hacemos esto. Todos luchan de manera incansable y no sé si lograrán resistir por mucho tiempo.

Vitae vuelve a gritar mientras se sujeta el estómago. Rafael la sostiene y yo quiero hacer lo mismo, pero no consigo sacar mis manos de la espalda de Adams; estoy paralizado.

Sharon murmura palabras de aliento cerca de su novio mientras llora sin consuelo y por un segundo me siento mal por ella, no hace mucho estaba en esta misma situación con su hermano y ahora esto. La vida no ha sido justa con ella, ¿qué digo? La vida no ha sido justa con ninguno de nosotros.

Una ventisca revuelve todo nuestro alrededor levantando la tierra y las hojas secas de los árboles marchitos que rodeaban el río. Miro hacia el cielo y veo lo que deben ser alrededor de diez ángeles, descender.

¿Y ahora qué?

Pero para mi sorpresa, se unen a Gabriel y al resto de nuestro ejército contra el de Cristopher que, por cierto, aún se retuerce de dolor no muy lejos de mí.

—Debemos hacerlo ahora —dice Rafael y Mors toma el control del cuerpo de Vitae.

—Acomoden… a Cristopher… cerca. —Muerde su labio mientras un sonido gutural se escapa de ella. Están sufriendo, mucho y aun así, quieren ayudarnos—. Dios… —dice de repente y su mirada se encuentra con la de Rafael.

—Está recordando demasiado rápido. Hay que hacer esto ahora, una vez que todos sus recuerdos lleguen, perderá la conciencia y el lobo habrá muerto. Mors, concéntrate.

La Muerte sacude su cabeza y coloca una mano sobre el pecho de mi hermano.

—Suéltenlo —nos ordena el Arcángel. Yo lo miro sin entender—. Tenemos que apartarnos de ellos, ahora.

Sharon y yo, en contra de nuestra voluntad, nos alejamos. La reina muerde la cutícula de sus dedos, impaciente, mientras observa el cuerpo casi sin vida de su novio. Las lágrimas bañan su rostro.
Otro grito desgarrador sale de la Criaturita y me siento impotente por no poder hacer nada por ella. Cojo a Cristopher por debajo de los brazos y lo arrastro hasta ubicarlo al otro lado de Mors.

Los ojos de la chica se ponen totalmente negros, más de lo normal y grita una y otra vez mientras su cuerpo tiembla.

Paso mis manos manchadas de la sangre de mi hermano por mi rostro, desesperado, rezando para que esto funcione y ella esté bien. El viento comienza a soplar con fuerza a su alrededor; una luz blanca cubre su mano sobre el pecho de Adams y este cierra sus ojos. Respiro hondo intentando contener los deseos de llorar que me embargan, pero no puedo evitar las lágrimas porque, no entiendo mucho de lo que está sucediendo, pero sé que mi hermano acaba de morir.

Solo espero que Mors haya conseguido sostener su alma.

Otro grito de dolor y yo quiero morirme. ¡Mierda de vida, joder! Revuelvo mi cabello deseando poder hacer algo más.

Mors coloca su mano libre sobre el pecho de Cristopher y la misma luz blanquecina la cubre. Mi padre, chilla adolorido, y yo espero sinceramente que esté sufriendo en gran medida y que antes de que su alma desaparezca, arda en el infierno al menos unos segundos o sea torturada en la Nada o lo que sea que hagan ahí con ellas.

Ese hijo de puta se merece todo lo malo que le pueda pasar.

El hombre con el que compartimos sangre, cierra sus ojos y me siento aliviado por dos motivos, uno: está muerto; dos: todo parece indicar que está funcionando.

Creo que es turno de Vitae, pero al ver que sus ojos siguen siendo negros, sé que es Mors quien está con nosotros. La Muerte grita nuevamente y veo su cuerpo desfallecer por unos segundos. Corro hacia ella para sostenerla, pero Rafael se me interpone.

—No puedes tocarla; si lo haces, podrías ser arrastrado a la Nada también y puedes apostar que, si tiene que elegir entre salvarte a ti o a tu hermano, te escogerá a ti. No tiene fuerza suficiente para los dos, ni siquiera creo que pueda salvarlo a él.

Los gritos de Mors son cada vez más fuertes, más desgarradores y jodida mierda, Vitae no da señales de vida.

Rafael se acerca y con cuidado de no tocarla, rompe su blusa desde atrás dejando su tatuaje al descubierto. El árbol ya está completo, con todo su follaje y para mi sorpresa, las ramas se mueven con el vaivén de un viento invisible.

—Cuando esté completo, —dice el Arcángel—, habrá recordado todo y cuando eso ocurra, perderá la conciencia. Si tu hermano no está de vuelta para entonces, lo habremos perdido.

Desesperado, aprieto mis sienes intentando aclarar mi mente.

—¿Cuándo estará completo?

—Cuando el sol y la luna salgan. —Observo nuevamente el tatuaje y en su omóplato izquierdo, un círculo que emite luz propia, se va formando.

—¿Cuánto tiempo?

—Un minuto, tal vez menos. Prepárate para lo peor, no creo que Vitae tenga la fuerza suficiente como para tomar el control de su cuerpo.

—¡Joder!

Rodeo a Mors y a los dos cuerpos que yacen a su lado y me arrodillo frente a ella.

Otro grito irrumpe en mis oídos y comprime mi corazón. Esto es demasiado.

—Vamos, Criaturita, tú puedes, por favor —pido, desesperado, pues en estos momentos, es lo único que puedo hacer—. Eres fuerte, sé que puedes hacerlo, por favor.

—¡No puede! —grita Mors—. ¡No puedo más, Sam!

—¡Jodida mierda, Mors! —Golpeo el suelo entre nosotros, frustrado como nunca.

La posibilidad de perder a mi hermano y esta vez para siempre, puede conmigo y sin resistirlo más, rompo a llorar hasta el punto que resulta vergonzoso, pero no lo puedo evitar. Justo ahora mi siento como ese niño que lo que más admiraba, lo que más quería era a su hermano y me maldigo una y otra vez por no haberle permitido explicarse. Por haber perdido trescientos años porque ahora ya es demasiado tarde.

—Por favor —suplico en voz baja mientras los sollozos sacuden mi cuerpo—. Por favor, Criaturita, tú puedes. Sálvalo, por favor.

Otro grito desgarrador sale de ella y bajo mi cabeza sintiendo que estoy siendo egoísta por desear que lo salven a costa de su sufrimiento. Cuando la vuelvo a levantar, esos ojos lilas que tanto me gustan, me observan decaídos, revelando todo el dolor que la invade. Su rostro normalmente pálido, está preocupantemente rojo por el esfuerzo que hace.

—No puedo, Saaam.

—Pues detente —le pido, aunque por dentro me esté muriendo. Es la decisión más difícil que he tomado en mi vida.

Ella niega con la cabeza.

—Criaturita, detente. —Vuelve a negar y otro grito de esos que te rajan el alma, sale de ella. Jalo mi cabello con fuerza, desesperado porque ni siquiera la puedo tocar para obligarla. Eso sería peor aún—. Por favor —le pido.

Un sonido débil, pero que reconozco como el de un corazón, hace eco en mi cabeza. No es el único que escucho, pero llama mi atención poque mientras que los de todos los que me rodean están latiendo a toda marcha por la acción y la adrenalina, este es casi imperceptible.

Miro a Adams y me concentro con la esperanza que sea de él. Sonrío al darme cuenta de que es así, pero no me da tiempo a alegrarme demasiado porque Vitae cae desplomada al suelo.

Sin importarme una mierda nada más, la atraigo a mis brazos y la acuno con fuerza mientras acaricio su larga cabellera. Miro a mi hermano que no da señales de vida.

—¿Funcionó? —pregunto, con el corazón latiendo a todo dar.

—No estoy seguro —responde Rafael.

—¿Qué coño significa eso?

—Su cuerpo está vivo, pero su alma no está.

¿Qué?

Sharon se lanza contra Adams y lo llama descontrolada con la esperanza de que despierte. La imagen es desgarradora porque con cada palabra, se siente el dolor que alberga el alma de esa chica.

Miro a mi alrededor obligándome a tragar el nudo de emociones atorado en mi garganta y veo los cuerpos de Alexander y Jazlyn desplomados en el suelo, con Nick y Sacarías revisándolos mientras el ejército enemigo se aleja, supongo que al saber a su líder muerto y a los gemelos malvados fuera de juego.

Hago un recuento mental de los daños… Nordella destruida; gran parte de los nuestros muertos; los humanos que siguen vivos, seguro estoy de que estarán traumados para siempre; Vitae y Mors inconscientes y ni siquiera sé en qué condiciones despertarán; mi hermano no sé si sigue con nosotros. El enemigo se ha retirado, pero eso no me alivia; puede que Cristopher esté muerto, pero no se me escapa que Katrina, el recipiente de Lucifer, no estaba en esta batalla, lo que significa que siguen teniendo un líder y este es mucho más poderoso.

Otra capa de la profecía se ha cumplido y con ella, la llegada de Lucifer está más cerca que nunca.

La guerra no ha terminado; tengo la sensación de que apenas está comenzando.

~~☆~~

¿Qué les pareció el final?

¿Les gustó?

¿Qué pasará con Adams ahora?

¿Morirá o encontrarán la forma de salvarlo?

Vitae y Mors están demasiado débiles y eso no es bueno.

Mañana publico el epílogo.

Besos

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro