ESPECIAL
Entrevista II
ANTES DE COMENZAR... Eran demasiadas preguntas por lo que tuve que dividir la entrevista en tres capítulos. Espero que no se aburran jaja.
No sé si está tan divertida como la primera, pero intensa sí y hay muchas pistas sobre el tercer libro...
DISFRÚTENLA
—¿Hay…? ¿Hay alguna forma de no entrar ahí? —pregunto a los tres hombres detrás de mí.
Nerviosa, observo a todos mis personajes, esperando en el plató a que empiece la maldita entrevista que nunca debí aceptar.
¡En la última casi me matan! ¿Qué se supone que debo esperar de esta?
—Tú me arrastraste aquí, así que ahora reúne coraje y entra. —Miguel podrá estar muy bueno y todo lo que quiera, pero no me cae tan bien que digamos; al menos no tanto como Rafael, ese es un poco más relajado.
Gabriel, por su parte… no lo sé, es demasiado serio para mi gusto.
—Tú puedes, Ambar. —Rafael pone su mano sobre mi hombro y me impulsa hacia adelante.
—Yo puedo. Yo puedo. Yo puedo…
Respiro profundo y, con mis manos temblando, sujeto bien las hojas con las preguntas. Camino hacia el plató bajo la atenta mirada de todos y tomo lugar en mi asiento, los Arcángeles se ubican a mi lado.
Paseo mi mirada por todos los presentes hasta concentrarla en Sam que me observa con las cejas por todo lo alto.
—¿En serio, Ambar? —pregunta—. ¿Por qué tengo la sensación de que son tus guardaespaldas?
—Porque lo son.
—¿Se puede saber por qué? —Cruza sus brazos sobre su muy tonificado pecho y yo trago duro—. Porque, o me matas tú o lo harán todos luego de la entrevista.
—Sabes que tendría todos los motivos del mundo para matarte, ¿no? —Observo a Sam con los ojos entrecerrados. No sé para qué tanto drama si sé que no me puede matar…
—Sabes que si me matas, Adams no tendrá posibilidades de regresar, ¿verdad?
—¿Y las tiene?
—Buenos días, chicos, es un placer volver a verlos —digo mirando al resto e ignorando la pregunta del vampiro—. ¿Listos para comenzar?
Sam resopla.
—No mucho. Me preocupa lo que tienen esas hojas si necesitas protegerte de nosotros. —Observo a Nick y sonrío tensamente.
A mí también me preocupa.
—¿Quién quiere comenzar? —Al ver que nadie quiere dar el primer paso, sé que me toca decidir—. Empecemos con algo sencillo. Max, Cicel quiere saber, cuánto tiempo llevas con Aliz.
El Guerrero se acomoda en su silla y una sonrisa enamorada aparece en su rosto. Este chico me gusta.
—Un mes más o menos. —Sonrío.
—Sacarías…
—Aquí vamos. Mándale, pregunta.
—Bueno, tú has suscitado mucha curiosidad entre las lectoras por los últimos acontecimientos. Emmy quiere saber qué le ocultaste a Sam el día que él supo sobre tu esposa, cuando le dijiste que Alex y Jaz habían muerto. —Sam lo mira con una ceja arqueada, el brujo solo se encoge de hombros.
—La existencia de Alexa. —El vampiro se sobresalta y lo observa, incrédulo.
—¿Estás hablando en serio? ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Qué resolvía diciéndote que habían tenido una hija? No sabía qué había sucedido con ella; las cosas se nos fueron de control aquella noche. Decirte, solo era agregar una preocupación más y ya teníamos bastante.
—Merecíamos saber.
—Merecíamos muchas cosas , Sam, y nunca tuvimos nada. —Los dos me miran y antes de que se pongan a reclamarme, decido volver a preguntar.
—Dices que no sabías qué había sucedido con ella, por lo que queda desestimada la pregunta de Florencia. Ella quería saber si tu esposa había sido su nana. —Los hombros del brujo y del otro a su lado, se tensan. Este es un tema sensible para ellos.
—¿Por qué si quiera Dalianna sería la nana de Alexa? No, no lo es. Supimos que Jazlyn dio a luz, pero nunca vimos a la niña. Supongo que porque tú la tenías. —Observa a Miguel y este solo se encoge de hombros.
—Ok. Como sé que este es un tema sensible para ti, salgamos de él rápido. Florencia Franchioni y Valeria Guadalupe quieren saber qué sucedió con tu esposa. Esta última alega que siempre te ha defendido de Ezra y que se siente un poco decepcionada porque eres casado.
—¿Es en serio? —pregunta, enojado—. ¿Por qué tienen que sacarla a colación? Ella no pinta ni da color en todo esto. ¿Se siente decepcionada? Ella no conoce los hechos.
—Relájate un poco, por favor. Tienes que comprender que a muchas les gustas y es lógico que tengan curiosidad.
—Pues que esperen a que saques el tercer libro.
—Dales al menos un pequeño spoiler, te lo pido.
—Hace diecinueve años que no sé nada de ella. ¿Feliz? —Me aclaro la garganta.
—O sea, que la seguiste viendo después de que yo me fui —murmura Ezra y Sacarías lo mira con mala cara—. Siempre tuve la esperanza de que estuviesen peleados y que lo de esa noche hubiera sido una recaída. Supongo que el hecho de que no me hayas buscado en los últimos dos siglos, debió ser señal suficiente para mí de que no te interesaba. Es duro darse cuenta de eso.
—Tú, en vez de pedir explicaciones, te fuiste a los brazos de otro. Siempre fue lo mismo contigo, Ezra; te asustabas y corrías como un cobarde.
—Ok, dejen el tema ahí —ordeno. Es demasiado pronto para empezar con peleas. Lo próximo que diré, sé que sacará al brujo de sus casillas—: Sabes que se acercan los veinte años, ¿verdad? También sabes lo que sucederá cuando llegue ese momento. ¿Cómo te sientes al respecto?
—Vete a la mierda, Ambar. O cambias el tema o me largo de aquí.
Levanto las manos en son de paz. Ya sabía yo que esto no era buena idea.
—¿Qué sucede a los veinte años? —pregunta Ezra.
—Yo también quiero saber —dice Sam alzando su mano derecha y con una sonrisa gigante en el rostro. Este chico se ha vuelto una vieja chismosa.
Sacarías se pone de pie y yo hago lo mismo.
—Ok, no hablaremos más del tema. Quédate, por favor. —Pongo ojitos de cordero degollado, o eso creo yo y me alivio al ver cómo, después de varios segundos, toma asiento nuevamente.
—Pero…
—Sam, cállate —le ordeno.
Pone mala cara, pero obedece.
Respiro profundo mientras vuelvo a sentarme. Estamos empezando y esto ya está tenso.
Reviso las hojas en mis manos y paso de largo por todos los personajes de los Legnas. Hagamos algo divertido a ver si el ambiente se calma.
—Elián y Ximena. —Ambos sonríen y él, mi stripper favorito, toma la mano de su chica y la besa en el dorso.
Yo, y el resto de las mujeres en el público, suspiramos enamoradas de él.
—Stefanny Mora, pregunta lo siguiente: ¿Creen que pronto habrá un Eliancito o una Ximenita?
—Por supuesto —dice Elián—. Siempre y cuando tú te pongas las pilas y escribas los malditos extras.
Auch.
—Y no somos los únicos. —Aporta Ximena—. Hay alguien más que, desgraciadamente hoy no pudo estar aquí, que también tendrá una nena.
—Noticias buenas, me alegro mucho. Y en respuesta a tu reclamo, Elián, espero pronto ponerme las pilas. Tengo otra pregunta de la misma chica para ti, princesa: ¿Prestarías a Elián para que nos haga un privado junto a todos los muñecos presentes, incluyendo los alados? Karla Gayosso también quiere saberlo.
—Si se refieren a un striptease como ese que me hizo y todos los otros que he tenido la suerte de presenciar, no. O sea, nunca permitiría que él pudiera tocarlas y besarlas, pero dado que son ustedes, podría dejar que les baile.
Elián se ríe a su lado.
—Si ella da su consentimiento, yo puedo darles el gusto.
—Me parece genial, fundamentalmente porque yo también estaré ahí, en primera fila. Para seguir con el tema del striptease, Stefanny quiere saber si todos los presentes están dispuestos a unirse a Elián.
—No. —Ruedo los ojos ante las palabras de Miguel.
—¿Por qué?
—Porque esas son cosas demasiado mundanas y yo no me involucro con humanos. —Resoplo.
—¿Desde cuándo? —pregunta Vitae y yo levanto las cejas. Eso ha sonado a reclamo.
—Desde que tú lo prohibiste. —Me remuevo incómoda y no soy la única, pues Sam también, al ser testigo de la profunda mirada que esos se dedican. Parece que se están diciendo miles de cosas sin emitir palabra alguna.
—Ok, yo me apunto. —Interviene Rafael—. Yo hago lo que sea que implique mostrar mi cuerpo y verlas babeando por mí.
Me río ante el movimiento descarado de sus cejas y cuando centro nuevamente mi atención en Vitae y Miguel, se están ignorando.
—¿Y tú Gabriel?
—No sé bailar. —Hace una pausa y yo un puchero.
Sería genial verlos a los tres y que una vez en calzoncillos, saquen sus alas… no sé por qué me da la sensación de que sería hermoso de ver.
—Pero podría hacer un esfuerzo si se tratara de uno privado. —Arqueo una ceja—. Muy privado.
Su mirada se concentra en Isabel y ella desvía la suya, con el rostro sonrojado.
—Incómodo —dice Nick luego de aclararse la garganta.
—¿El resto se suma?
—Obvio —dice Sam con esa sonrisa sexy que me hace desear ser parte del maldito libro.
Observo a mis tres amores Kyle, Maikol y Zion que, junto a todos sus hijos y las chicas, vinieron del futuro a honrarnos con su presencia. Están maduritos, pero siguen siendo sexys como el demonio.
—Me ofende que preguntes, Ambar —dice Zion—. Sabes que yo sé bailar y que lo hago a la perfección.
—Yo también me sumo —dice Kyle.
Maikol observa a Abigail y sonríe con malicia.
—Cuando quieran estoy disponible. —Aby pone mala cara, pero no dice nada.
—Yo también —dice Aaron—. Y Dylan ya tiene experiencia.
Emma y Luciana se ríen de lo lindo
—Gracioso.
—Eh, Dy, cariño. —El aludido mira a su madre—. Luego quiero que me hagas esa historia.
Dylan resopla.
Poco a poco, todos van dando su consentimiento, incluso Nick y Maximiliano. Lucio no.
—No sé bailar. —Es su única respuesta.
—Estoy segura de que las lectoras estarán de acuerdo, aunque solamente te quites la ropa.
—He dicho que no.
—Vale. Sigamos…
—Ey, Ambar —me llama Ariadna.
—Yo también quiero hacer un striptease. ¿No hay lectores hombres? También me apunto si alguna mujer quiere.
Sin poderlo evitar, me río. Es que esta mujer está loca y me encanta.
—Estoy segura de que muchas chicas querrían verte, cielo. No sé si hay hombres leyéndome.
Se encoge de hombres.
—Bueno, la propuesta ya está hecha.
—Yo me apunto, cariño —dice Zion y luego deposita un dulce beso sobre sus labios; ella sonríe.
¡LOS AMO!
—Tengo una pregunta para Miguel y Gabriel de parte de Alexa Cuevas.
—Te dije que yo no iba a participar. —Está de más decir quién habló, ¿verdad?
—Y yo te dije que sí lo harías. Recuerda que Vitae puedes ser Dios, pero yo tengo más poder que ella. —Resopla.
—De igual forma yo no quería estar en la historia.
—Ni yo quería que estuvieses —dice Sam—. Pero eso a Ambar no le importa y terminamos jodiéndonos.
—Mira, vampiro, no me toques las narices porque…
—Ok, relájense. Solo responde, Miguel, que tampoco es tan difícil y tú, Sam, bájale un poquito a tus comentarios. —Respiro profundo—. Alexa dice que sabe que una de las primeras reglas de Dios es no enamorarse…
—Eso no es cierto. —Me interrumpe Vitae—. Mi regla es no enamorarse ni involucrarse de cualquier modo con los humanos.
—Ok… Bueno, Gabriel se enamoró de Isabel, ¿Miguel y Rafael se han enamorado alguna vez?
—No.
—¿En serio? —pregunta Vitae y esa guerra de miradas regresa.
Tengo el presentimiento de que esto va a terminar bien mal.
Miguel respira hondo y se ríe, pero no luce divertido, sino más bien, hastiado.
—Una vez y fue una reverenda mierda. —El hecho de que se lo diga directamente a ella, hace que Sam apriete sus puños fuertemente. Es algo casi imperceptible dado que, al estar cruzado de brazos, estos los cubre. No lo habría notado si no estuviese al pendiente de sus reacciones.
Me pregunto cuanto aguantará sin explotar.
—Creo que yo no —dice Rafael salvando nuevamente el momento—. Digo, estuve una vez como por cien años con una angelita muy mona, pero no creo que haya estado enamorado. —Se encoge de hombros.
Decido continuar con las preguntas.
—Rafael, Alejandra Martínez te pregunta que quiénes eran los ángeles que los ayudaron en la última batalla.
—Algunos idiotas del ejército de Miguel.
—¿Idiotas?
—Sí... desde que nos unimos a todos ellos, tanto Gabriel como yo hemos intentado que los ángeles nos ayuden, pero son cabezotas. Solo obedecen órdenes del ogro a mi lado. Ni siquiera nos creían que Dios estaba con ellos. Por eso son idiotas.
—No son idiotas. Son soldados leales que saben seguir órdenes. —Rafael rueda los ojos con fastidio y yo prefiero ni hacerle caso.
—Sigo contigo, Rafael. Ella misma me pregunta si ya conoces la misión de Miguel.
—Depende... —Se cruza de brazos acomodándose en la silla—. Aquí en la entrevista, por supuesto que lo sé. En el momento en que terminó el segundo libro, aún no lo desconozco.
—Gracias por ser tan amable. Otros deberían aprender. —Concentro mi mirada en Sam.
—Genial, aquí vamos —murmura.
—Karla Gayosso y Alexa Cuevas, preguntan: Sam, ¿qué crees que pasará contigo y con Vitae ahora que ella recordó todo?
—No entiendo muy bien la pregunta —dice con el ceño fruncido—. O sea, ¿tendría que pasar algo? Yo acepté hace mucho que es Dios, es raro cantidad, pero ya es más sencillo lidiar con ese hecho. O es que cambia algo para ti, Criaturita.
—¿Eh?
—¿Cambia algo entre nosotros que recuerdes quién eres?
—Esa también era una pregunta de parte de Sarietsalome —digo para darle tiempo a la Criaturita a pensar una respuesta, pues parece realmente confundida.
Vitae mira a Miguel quien solo resopla. Sam arquea las cejas ante su silencio. Uff... esto no es bueno.
—¿Cambia algo o no? —Insiste.
—Eh... no, supongo que no. —Pero no lo mira, a él ni a nadie. Sam ríe sin una pisca de humor.
—Supones... —susurra. A mí eso tampoco me sonó muy creíble—. Siguiente pregunta, Ambar.
—Sí, claro. —Nerviosa, rebusco entre mis papeles—. Oh, aquí hay una para mí de parte de Alejandra Martínez. ¿Ambar, cuándo publicarás el tercer libro? ¿Acaso me quieres matar? ¿Me odias? ¿Por qué me haces sufrir?
Arqueo mis cejas... las dos porque son tan amiguitas que a donde va una va la otra.
—Bueno, Ale, ni te quiero matar ni te odio, todo lo contrario. Te adoro y lo sabes porque te lo he dicho en más de una ocasión. Sobre la fecha del libro, no hay nada seguro, pero haré lo posible para que sea entre el 15 y el 20 de junio, tal vez menos. Lamento hacerte sufrir, a ti y a las demás que sé que esperan paciente por más.
»De hecho, les tengo una buena noticia. Ya tengo la última parte de la profecía actualizada, solo debo empezar a armar el muñeco, pero lo más difícil ya está o eso creo.
»Ahora es turno de Alex. Te he extrañado, cielo.
—No parece... Fundamentalmente porque me ha llegado el chisme de que tú también me has cambiado por Sam. —El aludido se ríe.
—Eso te pasa por irte de vacaciones al pasado, macho.
—Pero ya regresé, Hostring y pienso arrebatarte toda la gloria.
—Eh... —murmuro—. Solo para que conste, eso lo dije en un lapsus mental transitorio. Yo te amo, cielo.
—Hombre, Ambar, acaba de decidirte. ¿Cuál de los dos es tu favorito? —pregunta Sam, mosqueado.
—Kyle Andersson, eternamente él. —Termino zafándome de tan incómoda pregunta.
Kyle y Zion ríen a carcajadas. Alex y Sam se limitan a resoplar.
—No lo sabíamos ni nada —comenta Zion—. Nunca nos habías hablado del amor-obsesión que tienes con mi amigo.
—Aún no entiendo qué hice para robarme tu corazón.
—Ser perfecto, cariño, solo eso —respondo acunando mi rostro y pestañeando varias veces.
—Te salvas que eres tú, si no, ya te estaría arrastrando por las greñas por todo el plató —dice Addyson haciéndonos reír.
—Ok, dejémonos de tonterías y sigamos. Alex... Alexa Cuevas pregunta que cuál fue tu reacción al enterarte de que Sam, el vampiro que tanto odias te ganó en la encuesta que hizo Am... Ah, que hice yo. Aclara también que ella votó por ti porque eres su Príncipe, el primero de todos los personajes.
»Solo para que conste, Alex, yo también voté por ti.
—Bueno, Alexa, en primer lugar, muchas gracias, es un honor saber que soy tu favorito. En relación a tu pregunta, todo es culpa de Ambar. —Jadeo ofendida.
—¡Eso no es cierto!
—Si no me hubieses enviado al pasado, Sam ahora no sería el favorito.
Me muerdo el labio inferior. ¿Qué puedo decir si tiene razón?
—Cuatro capítulos, Ambar. Solo aparecí en cuatro capítulos de treinta y dos que tuvo el libro.
—Golpeaste su ego, Ambar... Se te fue la mano —comenta Jazlyn sonriendo.
—Ok, otra pregunta...
—Cobarde —me acusa el desgraciado.
—Totalmente de acuerdo, O‘Sullivan. —Apoya Sam.
Los ignoro a los dos.
—Jaz, esta vez es para ti. Stefanny Mora pregunta: ¿que sientes al regresar al futuro y ver nuevamente a tu familia y a los hermanos Hostring?
—Bueno, no tengo palabras, para describirlo. Estar en el pasado es un asco y solo nosotros sabemos lo que pasamos allá. —Su mirada se centra en Alexa quién está muy entretenida en su celular, muestra de que no le interesa nada de nada de lo que sucede a su alrededor—. Estoy feliz de regresar. Ver a los Lautner, que me he enterado de que están en el Reino, es absolutamente extraordinario... Los extrañé mucho.
»Además, ahora tendré la oportunidad de conocer a mi padre... —Nick sonríe—. A mi abuela e increíblemente a mi abuelo el arcángel.
»Sobre los Hostring... —Sam levanta la cabeza—. Yo...
Jazlyn muerde su labio inferior intentando contener las lágrimas que le produce no ver a su amigo aquí. Alex, a su lado, toma su mano.
—Ok, incluso yo me siento mal por hacer la siguiente pregunta, pero si no la hago, me van a matar. Ella misma quiere saber a cuál de los dos hermanos extrañaste más.
—A los dos —dice tajante.
—Me vale tu respuesta. Vitae... —La chica levanta la cabeza. Hoy parece estar en otro mundo—. Stefanny te pregunta cómo te sientes respecto al regreso de Jaz y su amistad con Sam.
Intercala la mirada entre Sam y Jazlyn, mientras esta última le sonríe dulcemente, el vampiro ni la mira. Creo que está enojado porque no supo responder hace un rato.
—Supongo que en algún momento estuve celosa porque Jazlyn se parece a Mía y bueno, todos aquí sabemos su relación con Sam.
El vampiro levanta la cabeza a la velocidad de la luz y la observa entre incrédulo y enojado y yo creo saber por qué.
—Pero ya entendí que solo son amigos —dice sonriendo a Jazlyn—. Así que supongo que estoy feliz de que regrese; sin dudas eso será un soplo de aire fresco para Sam en medio de este desastre.
—¿Sam? —pregunta él mismo y yo cierro los ojos. ¿Dónde coño tienes la cabeza, Vitae?
Ella ni siquiera parece entender a qué se refiere.
—Me has llamado dos veces Sam, Vitae. —Hace énfasis en su nombre y ella entiende, por fin, lo que quiere decir.
—Lo siento, Saaam, no me estoy sintiendo bien. —La mirada del vampiro se ablanda un poco, pero solo un segundo, pues cuando Miguel se acerca y se arrodilla frente a ella, él se revuelve el cabello.
Sacarías le pide calma con su mirada.
—¿Qué te sientes?
—Solo estoy agotada y adolorida por lo que pasó en la última batalla. Nada más, tranquilo.
—Esto es tu culpa, Ambar. —El Arcángel se voltea hacia mí con sus ojos totalmente blancos. Mi corazón sube a mi garganta mientras Gabriel y Rafael se levantan ubicándose frente a mí.
—¡Miguel! —lo reprende Vitae con voz fuerte. Él la mira y con los labios fruncidos, vuelve a su asiento. Los otros dos arcángeles le siguen.
Dejo salir todo el aire de mis pulmones. Eso fue intenso, pero no podemos seguir así.
Reúno todo mi valor y me pongo de pie.
—Escuchen todos, estamos aquí para divertirnos y hacer que las lectoras pasen un rato agradable después de tantos problemas. Las preguntas que he hecho, en su mayoría, son bastante simples. Si revisan estas hojas... —Las levanto—. Verán cosas mucho peores.
»Estoy que pregunto y ustedes saltan a la defensiva. Entiendo el estrés al que los tengo sometidos y que siempre esperan lo peor de todo, pero, por favor, relájense un poco. Tómenselo con calma como la última vez, pues las lectoras no tienen la culpa.
»No digo que no se provoquen unos a otros, solo no quiero que terminen en peleas, ¿ok?
»Ahora continuemos.
El silencio se hace en el plató y vuelvo a tomar asiento. Reviso las hojas y decido ir a mi lugar seguro hasta que las aguas puedan calmarse.
—A los chicos de “Lo que siento cuando estoy contigo”. Karla Gayosso quiere saber cuál ha sido la mayor travesura que le han hecho a sus padres.
Todos lo piensan durante unos segundos hasta que Zack levanta la mano con impaciencia, como si estuviese en la escuela esperando a que el profesor lo elija para responder la pregunta. Sonrío, es una ternura ese niño.
—Las escaleras de la abuela Amelia. —Frunzo el ceño mientras el resto se ríe.
—Esa no es una travesura, Zack —lo reprende su padre—. Ese día nos dieron un susto de muerte.
—¿Quieres contarme, Zack?
—Claro que yes. —Sonríe—. Estábamos en casa de la abuela Amelie en una de las tantas fiestas de domingo que hacemos…. Aaron, fue el año pasado, ¿no? —El aludido asiente con la cabeza—. Estábamos aburridos como nunca, no había nada que hacer y decidimos joder un poco. Así que cogí el pomo de kétchup, me senté en el suelo el final de las escaleras, Aaron lo vació en la pierna y Lu... Sí, señores, la santa Luciana, ha tenido sus momentos de diablillo.
»Bueno, ella salió corriendo de la casa gritando que me había caído de las escaleras y yo formé la pataleta del siglo. Todos los mayores entraron a la casa como una manada de rinoceronte.
»Mamá se puso histérica y cuando mi padre se dio cuenta de que era una broma... digamos que estuvimos castigados por dos semanas.
Abro mi boca, pero no sale nada.
—Saben que eso que hicieron está muy mal, ¿verdad?
—Sí, pero parecía divertido. —Continúa el menor de los Bolt—. Aunque cuando mamá me abrazó llorando, ya no fue tan divertido. Se asustó.
—Claro que me asusté, tonto —dice Ariadna.
—Aaron, tenías diecisiete años, no eras un niño, ¿por qué te prestaste para eso?
Se encoge de hombros.
—Nunca he dicho que soy una persona madura. Pero no te enojes, Ambar, aprendí la lección.
Suspiro profundo mientras niego con la cabeza.
—Seguimos. La misma chica les pregunta si alguna vez han presenciado un momento íntimo entre vuestros padres.
Todos niegan con la cabeza salvo Lu, que la baja como si estuviese avergonzada.
—Lu, cariño, ¿tienes algo que decirnos? —Zion y Ariadna abren los ojos de par en par y yo reprimo las ganas de reír.
—Cuando tenía quince, llegué temprano a casa de la escuela y ellos estaban en... ya saben. No los vi como tal, pero sí los escuché. Mamá es ruidosa.
—Oh, santo Dios —murmura Ariadna y Zion no sabe dónde meterse.
—Salí de la casa para darles tiempo a que terminaran y luego regresé.
Por suerte, a nadie se le ocurre reír, al menos no a carcajadas porque Kyle y Sam, presionan los labios para no sucumbir, pero a la legua se nota que eso les ha divertido.
Cambio de tema.
—Si fueran hijos de las otras dos parejas, ¿cuál escogerían?
—Lo siento por Aby y Maikol porque los quiero muchísimo, pero me quedo con Zion y Ari —dice Aaron. Lo suponía, ese chico adora a don musculitos.
—Aby y Maikol —dice Emma.
—Igual yo. —Apoya Luciana.
—Kyle y Addy, sin dudas. —Esta vez es Dylan.
—Yo me quedo con los mío —dice Zack y el resto de los pequeños lo imitan.
~~☆~~
¿Qué les pareció el inicio?
Ahora vamos por más...
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