Cap 18 Sam
¿Sacrificio? ¿En serio?
¿Uno de los dos debe morir?
¿Pero qué mierda es esa?
¿Se supone que debemos aceptar esa porquería simplemente porque lo dice una profecía?
Paso mis manos por mi rostro, ofuscado. Es que esto solo empeora cada vez más. ¿No podemos tener un maldito respiro? ¿Algo bueno para variar?
La imagen de la Criaturita rozando sus labios con los míos se cuela en mi mente y, mi ya no tan muerto corazón, vuelve a acelerarse.
¡Oh, demonios, me ha arruinado! Me cago en la madre que la parió, si es que la Madre tiene madre.
Aprieto mis manos con fuerza pues la poca paciencia de la que gozo, se me está acabando demasiado rápido y obligo al maldito recuerdo a desaparecer de mi mente y dejarme en paz. Me concentro en la conversación que la partida de viejas chismosas que me acompañan en este viaje sostienen fuera del auto, luego de mover el árbol del centro de la carretera.
—¿Qué hacemos ahora? —pregunta Sacarías—. ¿Seguimos nuestro recorrido inicial o le hacemos caso a los gemelos malvados?
Buena pregunta.
—No confío en ellos. —Aporta Nick.
—Yo tampoco. —Concuerda Lucio—. O sea, ¿por qué querían ayudarnos?
El silencio se extiende entre ellos mientras cada uno lo piensa. Si fuera por mí, seguiríamos con el plan original, pero me siento demasiado perezoso y enojado como para dar mi opinión.
—¿Y si nos dividimos? —pregunta Adams—. Es decir, tienen un punto cuando dicen que no les afecta en nada si nos comunicamos con Alex y Jaz; además, no podemos ignorar que Cristopher fue el último, al menos que sepamos, que estuvo en contacto con el brujo. Tal vez sí decidió mantenerlo en un lugar seguro por si lo necesitaba de nuevo.
Otro silencio se extiende entre ellos y a lo mejor Adams tiene razón.
—Ustedes pueden seguir el plan original, yo y Sam podemos ir a la dirección que nos dieron y comprobarlo.
—No sé si sea buena idea, Adams —dice Lucio.
El chirriante sonido de un móvil dentro del auto, hace que pierda mi atención del debate que se desarrolla frente a mí. Busco por todos lados de donde proviene el maldito sonido hasta que doy con el celular del brujo. No tiene el número registrado.
Observo al brujo, luego al móvil, de nuevo al de los pelos locos y una sonrisa se extiende en mi rostro. Antes de que caiga la llamada, descuelgo, pero me quedo en silencio.
—¡Maldita sea, Sairus, qué difícil es contactar contigo! —Frunzo el ceño. ¿Sairus? —. ¡¿Sabes a cuántos brujos he tenido que sobornar y amenazar, no lo voy a negar, para tener tu jodido número?!
El tipo hace silencio y yo no sé si hablar o colgar. ¿Para qué mierda contesté? Ni siquiera sé si ha marcado el número correcto. ¿Quién coño es Sairus?
—¿Estás ahí, maldito brujo resentido?
—Eh, hola, el…
—Tú no eres Sairus. —Me interrumpe.
—No.
—¿Quién coño eres tú y qué haces con el teléfono de mi Sairus? —Arqueo una ceja al notar su posesividad—. ¿O acaso me taimaron y me dieron el número equivocado?
—Eh, no conozco a nadie con ese nombre.
—Cierto, ellos dijeron que usaba su apellido. ¿Es el celular de Sacarías?
¡Oh, Dios mío! Así que sí se refiere a don pelos de loco. ¿Y ese es el misterioso nombre que nadie conoce? No es la gran cosa.
Reprimo una carcajada ante la idea de haber descubierto algo sobre el brujo que me pueda servir para cuando considere hacerse nuevamente el listillo y le respondo:
—Sí, ¿quién eres tú?
—Eso debería preguntarte yo a ti ya que estás atendiendo una llamada que no te corresponde. ¿Qué relación tienes con él? ¿Eres su actual pareja? Desde ya te digo que no te ilusiones, ese brujo cascarrabias no se enamorará de ti; su corazón le pertenece a otro.
Aprieto los labios para no reír, pero se me hace bastante difícil. No sé quién carajos es este tío, pero ya me cae bien.
—¿A ti?
—Sí, aunque él no quiera reconocerlo, su corazón en mío.
—Hagamos algo —le digo—. Yo te digo quién soy y qué relación tengo con él, si tú me dices exactamente quién eres.
—Mejor hagamos otra cosa, tú me dices quién eres y luego te digo yo.
Me lo pienso por varios segundos y me encojo de hombros. ¿Qué más da?
—Soy Sam no te interesa mi apellido y digamos que soy un amigo del brujo. —Murmuro la palabra “amigo” intentando darle un poco de doble sentido solo para molestarlo.
—Espera, ¿Sam Hostring? —Frunzo el ceño—. ¿El vampiro?
—¿Cómo coño lo sabes?
—Porque hace como doscientos años conocí a tus amigos Jazlyn y Alexander.
Me acomodo en el asiento y toda la diversión se evapora de mi sistema.
—¿Cómo que los conociste?
—Sí, yo los llevé con Sacarías. ¿Podrías ponérmelo, por favor? Dile que soy el idiota al que juró matar si se volvía a cruzar en su camino.
Frunzo el ceño ante sus palabras, pero sin perder tiempo, me bajo del auto. Esto es más importante.
—Ey, brujo. —Sacarías me mira—. El idiota al que juraste matar si se volvía a cruzar en tu camino, quiere hablar contigo—. Levanto el móvil para que sepa a qué me refiero y me resulta curiosa la rapidez con que su cuerpo se tensa y su rictus siempre burlón, se torna serio, enojado.
El resto de los presentes fruncen el ceño sin entender y Sacarías camina hacia mí y me arrebata el móvil de la mano con más fuerza de la necesaria.
—Tienes que ser más idiota de lo que yo creía para que te tomes el atrevimiento de llamarme.
—Yo también te extrañé. —Escucho decir al otro lado de la línea—. Estoy bien, gracias por preguntar, ¿y tú?
—Ezra. —El brujo arrastra la “z” de modo amenazante.
—¿Dónde estás? Tengo que verte.
—Escucha bien lo que te voy a decir…
—No, escucha bien tú. Me he despertado esta mañana con muchos recuerdos sobre Jazlyn, Alexander y la maldita profecía. A mí me importan una mierda tus amenazas y tu odio, yo quiero ayudar en esa lucha porque valoro mi vida demasiado como para permitir que el mismísimo Lucifer destruya todo por lo que he luchado.
—No necesitamos tu ayuda.
—Jazlyn no pensaba eso. —El tal Ezra suspira profundo. Sacarías aprieta el celular con tanta fuerza que temo que lo rompa—. Ahora dime cómo demonios pretendes ponerte en contacto con ellos y si puedo ayudar.
—¿Se puede saber cómo mierda todos conocen nuestros planes hoy?
—El tú de hace años dijo que estaba convencido de que te pondrías en contacto con ellos. —El brujo resopla. Supongo que es cierto lo que el otro dice—. Estoy en Cruzon, dime dónde estás para saber cuántos portales tengo que abrir para llegar allá.
—¿Cruzon? —Sacarías frunce el ceño. Es el mismo pueblo de la dirección de los gemelos malvados—. ¿Has escuchado hablar de Hezare?
—¿Quién no lo ha hecho? Ese brujo me ha dado dolores de cabeza como no te imaginas.
—Me refiero a que si has escuchado algo de que esté en Cruzon.
—Dame dos minutos y averiguaré. —Ezra cuelga la llamada y el brujo se queda como tonto mirando el móvil.
—Entonces…
—Mejor te metes la lengua en el trasero, Hostring —me advierte. Luce realmente cabreado.
—Yo solo iba a decir que el tipo me cayó bien. Te doy mi bendición. —Le guiño un ojo y da un paso hacia mí, pero Maximiliano se interpone.
—Déjalo, no vale la pena.
Sacarías resopla y se despeina… más aún.
—¿Cómo es que él sabe de Jazlyn y Alexander? —pregunta Adams.
—Él ayudó a Jazlyn a rescatar a Alexander del palacio luego de haberse casado con la princesa. Después los llevó a mi casa. Estuvo presente cuando ellos me contaron sobre, bueno, todo.
Adams asiente conforme con su explicación y antes de poder decir algo más, el móvil empieza a sonar.
—Dime —contesta de mala manera.
—Hombre, qué humor.
—No me jodas, Ezra. ¿Qué sabes?
—Efectivamente, el brujo está aquí, pero solo te daré la dirección si me permites ir con ustedes.
—No hace falta, ya tenemos la dirección. —Sin decir nada más, cuelga y cuando el móvil empieza a sonar, lo apaga.
No tengo idea qué hizo ese tipo para enojar al brujo, pero debió ser algo bastante malo.
—Bueno, creo que ya sabemos que hacer.
—¿Confías en él? —pregunta Lucio y el brujo se lo piensa.
—Ezra es un idiota, pero confío en que no tanto como para mentirme porque sabe que lo haría trizas. —La seriedad de sus palabras es increíble—. Ahora vamos, tenemos un largo camino que recorrer.
—¿Por qué no abres un portal y ya? —pregunto mientras caminamos de regreso al auto.
—Ya te lo expliqué, Sam. Hezare es un brujo demasiado poderoso, no podemos arriesgarnos a que nos sienta llegar por usar un portal.
—Él no es adivino como para saber que vas a por él. —Refunfuño.
—Ese es el punto, no me sentirá solo a mí. Y no sé qué piensas tú, pero a mí, que un brujo, dos lobos, un Legna, un vampiro y un Nefilim se presenten repentinamente en mi pueblo, no me daría buena espina.
»Mucho menos si sé que están del lado de los buenos.
Tiene un punto.
Nos acomodamos en el auto y durante diez largos minutos permanecemos en silencio, algo que aborrezco porque mi cabeza es un hervidero de pensamientos a los que me niego a darle sentido ahora.
—¿Vamos a hablar del espía que tenemos o lo vamos a dejar pasar? —pregunta Maximiliano.
Yo no quería tocar el tema; ese es otro problema por el que preocuparnos y justo ahora mi cabeza quiere estallar.
—No creo que seamos ninguno de nosotros, eso incluye a las mujeres —dice Adams.
En cualquier otro momento yo habría dudado de todos, pero luego de conocerlos, no los veo capaces de traicionarnos. Creo que me estoy volviendo un blandito.
—Estoy de acuerdo contigo. —Concuerda Nick—. ¿Pero cómo coño lo saben todo? A parte de nosotros, nadie más tiene acceso a la profecía.
—Eso no es del todo cierto —digo—. Si bien Sharon movió la piedra a una zona más segura, los Profetas siguen entrando y saliendo de la sala a diario. Cualquiera pudo haber burlado la seguridad.
Todos asienten con la cabeza de acuerdo con mis palabras, aunque en el fondo sabemos que no es tan sencillo. Esa piedra está bien protegida.
Las próximas tres horas transcurren en absoluto silencio, salvo por la música de la radio que Lucio puso hace un rato.
Todos estamos sumidos en nuestros propios pensamientos, algo que no considero muy buena idea pues los míos, por más que lo intento, no dejan de variar entre la maldita Criaturita que no sé qué coño ha hecho conmigo y el dichoso sacrificio que nos une a Adams y a mí. Honestamente, esto último me aterra porque como es lógico, no quiero morir y aunque me cueste admitirlo, tampoco quiero que lo haga él.
La noche está cayendo y Adams cree que lo mejor es detenernos a comer lo que Isabel y Alysson nos prepararon, así que mientras ellos llenan sus estómagos, yo salgo del coche para beber un poco de sangre con mayor intimidad.
Una vez estamos listos, reanudamos la marcha y dos horas más tarde, llegamos a Cruson. Le preguntamos a una amable señora cómo podemos llegar a la dirección que los gemelos malvados nos propiciaron y luego seguimos sus indicaciones hasta encontrar un camino estrecho al lado de la carretera.
—Bueno, a partir de aquí nos toca ir a pie —comenta Sacarías resaltando lo obvio.
Descendemos del coche y nos adentramos en el camino rodeados de un espeso bosque que dada la hora, si no fuéramos criaturas sobrenaturales, daría un miedo del carajo.
Alrededor de quince minutos caminando, nos detenemos ante la figura de un hombre de pie justo frente a nosotros. Está vestido completamente de negro con una chaqueta con capucha que nos impide ver su rostro. El tipo levanta la cabeza y gracias a la enorme luna llena, puedo ver la sonrisa en su rostro, algo que me confunde porque no luce macabra ni peligrosa, más bien todo lo contrario, parece feliz. Su mirada azul está concentrada en el brujo a mi lado y me voy haciendo una idea de quién es.
—Se han demorado bastante.
—Te voy a matar, hijo de puta —amenaza Sacarías de repente, caminando hacia él, pero yo lo detengo.
—Ey, tranquilo.
—Hostring —advierte y en cualquier otro momento me hubiese importado una mierda, pero el tono de su voz me dice que no está jugando y la ira en sus ojos me deja claro que está dispuesto a patearme el trasero si me interpongo.
Lo que sea que ese chico le haya hecho al brujo, lo afecta bastante, así que lo suelto.
Sacarías, amenazante, camina hacia él, lo coge por las solapas de la chaqueta y acerca su rostro al suyo. El nuevo ni se inmuta.
—Te daré una oportunidad. —Su voz es ira en su estado más puro, nunca lo había visto así—. Lárgate por donde mismo viniste y prometo no matarte.
—Yo también me alegro de verte, Sairus.
—No me toques los cojones, Ezra. Piérdete.
—He dicho que quiero ayudar.
—Y yo que no necesitamos la ayuda de una rata miedosa, escurridiza y traidora.
Ufff, eso tuvo que doler y lo compruebo en la mirada triste de Ezra, aun así, el chico se remoja los labios y lo enfrenta con aplomo.
—Tú decides, Sacarías, sigues perdiendo el tiempo peleando conmigo o entramos a lo que sea que hayas venido a hacer aquí, aunque ya me hago una idea. Además, me necesitarás para romper la barrera de protección de Hezare o como mínimo, abrir una brecha para entrar.
No veo ninguna barrera, aunque supongo que eso son cosas de brujos.
Sacarías ríe de medio lado.
—Métete una cosa en la cabeza, Ezra, yo no te necesito; nunca lo he hecho. —El dolor en la mirada del chico, me da un poco de lástima; sin embargo, Sacarías lo ignora dándole la espalda.
Hombre, tengo curiosidad, mucha curiosidad. ¿Qué mierda pasó entre esos dos?
—Nick, justo ahí hay una barrera. —El brujo señala detrás de sí y el Nefilim asiente con la cabeza.
—La veo.
—Pues haz lo mismo que hiciste con la mía el día que tú y Alysson aparecieron.
Nick da unos pasos hacia adelante y nosotros retrocedemos para darle espacio. Sus ojos se vuelven totalmente azules y lanza las manos hacia el frente enviando una onda de poder que al colisionar con la barrera, la hace visible. Repite el movimiento varias veces y supongo que lo está haciendo bien pues mientras Sacarías sonríe con orgullo, Ezra abre los ojos alucinado.
—Entonces él es su padre —murmura y luego se voltea hacia nosotros—. Me presento, soy Ezra Milcoft y soy amigo de Jazlyn y Alexander.
Su mirada nos recorre a cada uno y dirigiéndose a Adams, pregunta:
—Tú debes ser Adams, ¿verdad? —El aludido asiente con la cabeza y luego se dirige a mí—. Sam Hostring y Lucio Corad—. Observa a Maximiliano y frunce el ceño supongo que intentando descifrar de quien se trata. Sus ojos lo recorren completo y cuando se centran en la bash, sonríe—. ¿Maximiliano?
—Ya me iba a ofender pensando que no te habían hablado de mí.
Sonrío, pero no me da tiempo a joderlo porque en la barrera se abre una grita.
Sacarías es el primero en atravesarla, le sigue Lucio y...
—¡A cubierto! —grita Sacarías de repente y una bola de poder cae justo frente a mis pies haciéndome retroceder. Doy un paso atrás por el susto—. ¡Maldito brujo, solo queremos hablar!
—¡Si solo quisieran hablar no habrían forzado mi barrera! —grita otro hombre.
—Tenemos que entrar, la grieta se cerrará en cualquier momento —dice Nick.
—Síganme. —Ezra murmura unas palabras raras y una especie de barrera aparece delante de él—. No durará mucho, pero algo es algo.
Nos adentramos en la barrera y me sorprendo al ver la lluvia de, ¿bolas de poder?, ¿hechizos?, bueno, como sea que se llame, atacarnos sin piedad.
—Ezra, tú y Sacarías, cúbranme —ordeno.
—Ten esto. —Me lanza una especie de esposas—. Sacarías cree que no me necesita, pero me sé algunos trucos. Pónselas y contendrá su poder.
Asiento con la cabeza y mientras el resto del grupo se pone a cubierto del ataque incesante de uno de los brujos más poderosos en la actualidad, Ezra se acerca a Sacarías y juntos empiezan a contrarrestar su poder.
Saco la daga de mi boca y a toda velocidad corro hacia Hezare mientras él concentra toda su atención en sus dos adversarios. Rodeo unos árboles y me acerco por su espalda hasta sujetarlo con bastante fuerza por un brazo, le coloco las esposas y por si las moscas, presiono mi arma en su cuello.
—Un movimiento en falso y te desangrarás en el suelo —amenazo con mi boca cerca de su oído. El brujo se queda quieto—. Solo queremos hablar contigo; necesitamos un favor.
—¿Y si me niego?
—No lo harás si sabes lo que te conviene.
—Ha pasado un tiempo, Hezare —dice Sacarías al llegar a nosotros.
—Sacarías.
—¿Crees que podamos hablar ahora?
—¿Era necesario el ejército? ¿Y esto? —Levanta sus manos esposadas y Sacarías observa a Ezra que sonríe orgulloso.
—Digamos que últimamente me gusta rodearme de personas poderosas.
—He escuchado que se hicieron con el reino de los Legnas. ¿Están aquí porque he ayudado a Cristopher y a Lohan con el hechizo a esa chica? Jazlyn, creo que era su nombre.
—Aunque deberíamos matarte simplemente por ponerle una mano encima a mi hija, estamos aquí por otro motivo. Entremos.
Sin soltar la sujeción del brujo, entramos a la bonita cabaña y lo obligo a sentarse en el sofá.
—¿Cómo me encontraron?
—Maira y Lirba —responde el de los pelos locos y Hezare resopla.
—Sabía que no debía confiar en ellos. ¿Qué quieren?
—Necesito que envíes mi alma a mi yo del pasado, tengo que comunicarme con alguien.
—¿Confías en mí como para hacer un hechizo tan peligroso como ese? —Sonríe de medio lado y Sacarías traga duro—. Si sabes que podrías perder tu alma en el proceso, ¿no? ¿Qué te hace pensar que te traeré de vuelta?
El brujo de un paso al frente y se inclina hasta estar a la altura del mayor.
—Confío en que te dejo con dos lobos, un Legna, un brujo y un Nefilim, criaturas que te harán pedazos si intentas hacerte el listo. Ahora... —Se endereza—. ¿Qué necesitas para hacer el hechizo?
Hezare lo analiza como si quisiera eliminarlo de la faz de la tierra y luego se pone de pie.
—En primer lugar, quitarme esto. —Levanta sus manos. Sacarías sospesa sus opciones y, con un movimiento de cabeza, le ordena a Ezra que lo libere. Este obedece—. Ahora sígueme.
Los dos brujos salen de la estancia, intento seguirlos pero Sacarías niega con la cabeza. Nos quedamos en silencio esperando y alrededor de diez minutos después, regresan con varios recipientes y me llama la atención la mano vendada del de los pelos locos.
—Acuéstate. —Señala el sofá y Sacarías obedece—. Supongo que sabes en qué consiste. —Asiente con la cabeza—. Tienes una hora para hacer lo que necesitas; si te pasas, me será más difícil regresarte. Cuando quieras volver, solo debes decir "Redire" y el cristal se iluminará.
Hezare abre la camisa de Sacarías, dibuja un símbolo raro en su pecho con tinta negra y sobre este, coloca una especie de piedra de cristal. En su frente hace el mismo dibujo, pero esta vez el líquido es rojo, respiro y el olor de la sangre llega a mí. Observo la mano vendada del brujo, estas cosas me dan repelús.
—Necesito absoluto silencio. —El brujo coloca un dedo sobre el símbolo de la frente y su mano derecha sobre el cristal, pero sin llegar a tocarlo. Murmura unas palabras en latín que no entiendo y el cuerpo de Sacarías se sacude en el lugar.
Puede que mi relación con el brujo no sea precisamente la mejor, pero no voy a negar que me preocupa este hecho y que puede que lo admire un poco porque a pesar de que sabe lo peligroso que es esto, no se lo pensó dos veces.
El cuerpo del brujo se sacude una última vez y luego queda en calma. Hezare se separa.
—Listo.
—¿Ya está en el pasado? —pregunta Adams.
—En teoría.
Joder, odio esa frase.
♋️♋️♋️
Hola, hola.
¿Qué les pareció?
Tengo una buena noticia, hay más capítulos, pero tengo que editarlos primero.
Comenten mucho y los publico...
Nah, mentira, desde que los tenga listo, los subo ;)
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