Cap 15 Jazlyn
—¿Qué es este lugar? —pregunta Alex una vez enciendo los dos faroles de la pequeña habitación.
—Mi refugio. —Levanta una ceja sin entender a qué me refiero—. Ir a casa de Maira era arriesgarse a complicaciones innecesarias, así que cuando conocí a Ezra, me habló de este lugar y no me lo pensé.
Se trata del sótano de una posada que según le entendí, es de la hija, del amigo, del tío, de un vecino de… ni idea. Es de alguien. Al parecer casi no se usa, es como un trastero, pero tiene lo imprescindible: una cama y un cuartico de baño.
—¿Cómo conociste a Ezra?
—¿Por qué mejor no nos aseamos un poco y luego conversamos? —ofrezco al ver el desastre que estamos hecho. Odio el hedor sangre.
—Tienes razón. Ve tú primero. —Asiento con la cabeza y entro al pequeño cuarto.
Me quito la ropa, la tiro a una esquina y con calma lavo mi cuerpo a consciencia hasta eliminar todo rastro de sangre. El agua está fría, pero me obligo a no pensar en ello y aunque el jabón que me propició Ezra no huele a flores, tampoco está tan mal.
Me seco y me pongo una camisa gigante para luego salir del baño. Alex está sentado en una esquina, sin camisa, con la cabeza apoyada en la pared y los ojos cerrados.
—¿Estás bien? —pregunto.
—Un poco cansado. —Asiento con la cabeza.
Su mirada recorre mi cuerpo con parsimonia y yo me revuelvo nerviosa.
—¿Y esa camisa?
—Me la dio Ezra para que pudiera dormir más cómoda, además de dos mudas de ropa, una para ti y otra para mí. —Asiente con la cabeza y se levanta.
—Te ves hermosa. —Sonrío tontamente mientras me dejo analizar—. Pero si algún día regresamos al futuro, solo tienes permitido usar mi ropa, ¿de acuerdo?
—Lo tendré en cuenta. —Le guiño un ojo y él se ríe.
—Dame unos minutos, me daré un baño.
Me siento en la cama a desenredar mi cabello con mis dedos y gracias a Dios no tarda en salir, pero para mi sorpresa, su cuerpo está feamente golpeado. No lo noté antes por la cantidad de sangre que tenía encima.
—Dios, Alex, ¿eso fue ahora? —Me acerco a él a revisar los golpes en su costado.
—Bueno, alguno debe ser de la batalla, pero en realidad ayer intenté escapar del palacio y me dieron una buena paliza.
—Yo te lancé por los aires —le digo al recordar cómo la ola de poder lo alcanzó junto a dos brujos.
—Ezra me ayudó con eso. —Sí, también lo vi.
—¿Te duele? —Toco la zona más dañada y él hace una mueca.
Busco mi bash e introduzco la mano con la esperanza de sacar algo que, como mínimo, le quite el dolor. Una vez que siento la runa, la saco, la golpeo contra el Adaptador y saco una pequeña hoja morada del Saco.
La observo detenidamente. ¿Funcionará?
—¿Por qué la miras con tanta desconfianza?
—¿Por qué no soy Sanadora? —pregunto en respuesta—. Creo que en una ocasión me dijiste que nosotros no podíamos usar las runas de ellos.
—Solo en circunstancias excepcionales, Jaz. Si realmente lo necesitas, podrás usarla, por supuesto, no todas; hay runas que solo ellos pueden usar.
Coge la hoja de mi mano y se la traga. Yo me quedo con la boca abierta, ¿y si está mal?
—Confío en las runas, Jazlyn, si salió es porque es justo lo que necesitábamos. Ahora, vamos a lo importante.
Ambos nos sentamos en la cama uno frente a otro.
—Ezra es la razón por la que no armé la tercera guerra mundial para sacarte del palacio ayer luego de enterarme de que te habías casado con la princesa.
Una sonrisa divertida se asoma en sus labios.
—¿En serio, Alex? ¿Te casaste con la princesa? Y yo que pensaba que estabas buscando una manera de salir de allí.
—¿Celosa?
Cruzo los brazos sobre mi pecho. Debo decir que ayer cuando me enteré, la rabia casi puede conmigo y sí, me puse celosa; pero luego de pensarlo con mayor detenimiento, supe que si las cosas habían terminado de esa forma fue porque no tuvo más remedio. Sin embargo, eso no quita el hecho de que se haya casado y no conmigo.
Acuna mi rostro con sus manos y me da un casto beso en los labios.
—Lirba se casó, Alexander O´Sullivan sigue siendo felizmente soltero hasta que tenga la oportunidad de casarse con la mujer que ama. —El calor se me acumula en las mejillas por lo que aparto la mirada avergonzada y con una manada de rinocerontes haciendo estragos en mi estómago.
Me aclaro la garganta.
—Bueno. Empecemos por el principio. Cuando las cosas se calmaron en la ciudad, regresé al granero, ya había muchísimas criaturas bebiendo y conversando como si unas horas antes no hubiesen matado al rey.
»Volví a mezclarme entre ellos preguntando por Adams y no sé dónde mierda estaba en esta época, pero nadie lo conoce. Frustrada, pedí una copa de no me preguntes qué porque no tengo ni idea, pero estaba fuerte cantidad. La idea era calmarme y pensar en qué hacer para sacarte del palacio porque ya me quedaba claro que contar con Adams no era una opción.
»Quitando a Sam, a Lucio y a Adams de la ecuación, solo nos quedaba una persona, Sacarías. Sé que dije que no era muy confiable, pero en ese momento él era mejor que nada, así que decidí preguntar por él. Fue una búsqueda infructuosa, hasta que Ezra se acercó a mí.
»Estaba sentada bebiéndome mi segunda copa, cuando tomó asiento a mi lado. Me dijo que me había escuchado preguntar por un brujo llamado Sacarías y aunque él no conocía a nadie con ese nombre, había alguien que coincidía con sus características. Treintañero, ojos negros, alto, delgado, poderoso, excéntrico, de pelo blanco, aunque según él, no lo tiene alborotado, sino que se lo recoge en un moño. Se hace llamar Sairus y vive a las afueras de Morf en una cabaña.
»Mi idea era ir a buscarlo y no desistir hasta que me ayudara a rescatarte, pero escuché lo de tu matrimonio y casi me vuelvo loca. Salí del restaurante dispuesta a entrar en ese lugar a cualquier coste; no estaba pensando. Por suerte, Ezra me detuvo.
»Me obligó a calmarme y bueno, terminé contándole que eras mi novio y que si te habías casado con ella era porque te habían obligado. Lo dije sin pensar, pero instantáneamente supe que era cierto y otra idea vino a mi cabeza.
»Alex, —Me acomodo frente a él y coloco mi cabello por detrás de mis orejas. Esto es importante—, intentamos negarnos a los planes de Rasiver y aun así terminamos aceptando; queríamos salvar a Hazir y tú terminaste matándolo; la historia decía que Lirba se casaba con Hanizar y tú te casaste con ella, obligado o no, lo hiciste. Ahí me di cuenta de que daba igual lo que hiciéramos, todo se estaba cumpliendo tal y como decía la historia. Ahora que la princesa ha muerto, mi teoría se reafirma.
—Sí, yo también me había dado cuenta de eso. —Suspira profundo.
—A raíz de ese descubrimiento, decidí que con mayor razón debía sacarte de ahí para encontrar una forma de volver al futuro y ya no tenía tiempo de buscar a Sacarías. Cuando le dije a Ezra que iba a rescatarte y luego a buscar al brujo, él se ofreció a ayudar.
—¿Por qué?
—Porque quiere que lo llevemos cuando vayamos a ver a Sacarías. Al parecer hay algo raro entre ellos.
—¿Sacarías y ese chico? —Ni idea. Me encojo de hombros—. Eso no me lo esperaba.
—Ni yo. El resto de mi historia ya la conoces.
—Yo llegué a la misma conclusión que tú cuando la princesa me propuso casarme con ella o morir. ¿Qué se supone que haremos ahora?
—Sacarías —digo—. Es nuestra única opción. Da igual en lo que esté metido, debemos buscarlo para contarle todo y rezar para que nos crea. Además, es un brujo poderoso, debe conocer alguna forma de hacerle llegar a nuestros amigos que estamos encerrados en el pasado y que quienes están allá son Mira y Lirba.
»Ellos encontrarán la forma de regresarnos a casa.
—Bueno, no es que tengamos muchas opciones.
Un golpe al otro lado de la puerta nos sobresalta y antes de que logremos coger nuestras armas, se abre. Contengo la respiración en espera de quién será y casi me desmayo del alivio al ver a Ezra.
—¡Dios, Ezra, me has asustado! —chillo.
—Lo siento. —El chico me observa detenidamente durante varios segundos—. No eres un Legna.
—Digamos que una cuarta parte de mí lo es. ¿Tú y tus amigos están bien?
—Porque nos fuimos.
—Lo siento por eso —digo realmente apenada. Ellos nos ayudaron y yo casi los mato en agradecimiento.
—Da igual. Me alegro de que hayan logrado llegar. Estamos en la lista de los más buscados, han puesto una recompensa a nuestras cabezas por traición y asesinato.
»Las calles están llenas de guardias buscándonos. Vine con la esperanza de encontrarlos aquí, les he traído esto. —Nos tiende una cesta que hasta este momento no me había dado cuenta de que sostenía y Alex la recibe—. Mis amigos salieron de Morf, vendré por ustedes a media noche para salir de aquí.
—Espera, ¿nos vas a ayudar a salir de aquí? —pregunta Alex.
—Este pueblo está liderado prácticamente por brujos, de hecho, la familia real siempre ha sido como una imagen, quien en realidad lleva las riendas aquí es Sarffen, un brujo tan antiguo que con solo mencionar su nombre, infunde temor.
»Yo podría pasar desapercibido si de humanos se tratara, pero habiendo tantos de los de mi especie por ahí, corro el riesgo de ser descubierto. Así que si voy a hacer esto, me aseguraré de hacerlo al lado de alguien que es capaz de deshacerse de un ejército de brujos ella sola. —Me apunta con la barbilla. Chico inteligente—. ¿Sigues con la idea de buscar a Sairus?
—Sí.
—Pues ahí nos dirigiremos y estense preparados para su mal genio. Odia que lo visiten sin ser invitados y a mí me declaró la guerra fría hace como cincuenta años. No será agradable verlo.
—Nunca ha sido un hombre fácil de tratar. —Alexander se encoge de hombros.
—Nos vemos en la noche, no salgan de aquí.
—Gracias, Ezra. —El chico asiente con la cabeza en mi dirección y luego se marcha.
Volvemos a la cama y degustamos la cena que Ezra nos ha traído y debo decir que me sabe a gloria y me ayuda a recuperar energías.
—¿Cómo te sientes? —le pregunto a Alex, lo que me parece a mí, una hora después. Estamos acostados en la cama cada uno sumido en sus propios pensamientos.
—Bien, ya no duele tanto.
—Es un alivio. —Hago una pausa sin saber qué decir. La verdad es que estar encerrados con la incertidumbre de lo que va a pasar, no es muy agradable—. ¿En qué piensas?
—En qué estarán haciendo Maira y Lirba en nuestros cuerpos. En si mi hermana y el resto saben que no somos nosotros; si ya descubrieron el resto de la profecía; qué habrá pasado con el Reino; si ella se habrá convertido en reina; o si Sam sigue ayudándolos ahora que tú no estás. En cómo estará ella… —Suspira profundo—. La extraño.
Me siento en la cama con los pies cruzados en su dirección.
—Pensamientos bastante intensos. —Él se ríe, pero no aparta el brazo que cubre sus ojos—. ¿Creerías que me he vuelto loca si te digo que hasta yo extraño a tu hermana?
—Sharon es una buena chica. —Descubre su mirada para cruzarla con la mía.
—Sí, una a la que no le caí nada bien cuando nos conocimos.
—No la puedes culpar, todo respecto a ti era un misterio. —Suspiro profundo.
—Supongo que sí. —Sonrío—. Sobre el resto… Mmmm… Estoy convencida de que ya deben haber descubierto la profecía y no creo que sea nada bueno. Tu último deseo fue que ella se convirtiera en reina, estoy segura de que ella lo habrá cumplido y para eso ni tu padre ni Lohan deben estar en el panorama.
»Sam está ayudándolos, no tengo duda.
—¿Qué te hace estar tan convencida? —pregunta con una ceja enarcada.
—Sam no es el malo que ustedes creen. —Arquea ambas cejas—. Ok, es un asesino y todo lo que quieran, pero no es malo del todo. Es un chico incomprendido que ha vivido toda la vida lleno de rabia, rencor y manipulado por su padre; pero ahora que sabe la verdad sobre lo que sucedió con Adams, estoy convencida de que se quedará con ellos. Odia a Cristopher, no dejará que se salga con la suya.
—Eso espero.
—Y sobre Maira y Lirba… No tengo ni idea qué puedan estar haciendo, solo espero que si se aburren no les dé por follar como conejos… ¡Oh Dios mío!
Llevo las manos a mi boca, escandalizada ante la idea que se me acaba de ocurrir.
—¿Qué sucede? —pregunta asustado cuando me pongo de pie.
—Soy virgen.
—¿Qué? —Hace una mueca rara como quién dice: “¿a qué coño viene eso ahora?”
—Alex, soy virgen y esos dos idiotas son pareja, dudo mucho que en el tiempo que llevan allá no se hayan acostado. ¡Deben haber desvirgado mi cuerpo sin mi consentimiento! —grito, indignada, poniendo las manos en mis caderas.
—Habla bajo, por favor —pide sentándose en la cama. Levanta las manos pidiéndome que me acerque y yo, enojada y triste, me siento a su lado.
—Tanto tiempo esperando a la persona correcta y resulta que ahora dos desconocidos van a mancillar mi cuerpo. —Suspiro resignada. A estas alturas de virgen solo queda mi conciencia. Bueno, ni eso porque los libros eróticos ya me han pervertido la mente.
—Si te sirve de consuelo, a mí también me habrán desvirgado.
Levanto la cabeza y mis ojos abiertos de par en par se encuentran con los de él que parecen resignados.
—Estás jodiendo, ¿verdad?
—No.
—Tú no eres virgen.
—Bueno, dado que estoy bastante seguro de que este cuerpo no lo es y que Lirba ya debe haber estrenado el mío, supongo que no, pero nunca he estado con nadie.
—¿Estás hablando en serio? —Asiente con la cabeza—. ¿Alexander O´Sullivan virgen?
—¿Qué hay de asombroso en eso?
—¿Tú te has visto en un espejo? —Alza una de sus perfectas cejas mientras me dedica una sonrisa sexy—. Eres hermoso, sexy, tienes un cuerpo de puta madre, tu mirada es seductora a niveles estratosféricos, eres un poco creído, pero lo compensas siendo buena gente, leal, protector y un poco divertido. ¿De verdad crees que te voy a creer que nunca has estado con ninguna mujer? Debes tener miles detrás de ti.
Sonriendo, me jala por una mano y de alguna forma se las ingenia para que mi espalda caiga en la cama para luego acomodarse entre mis piernas. La camisa se me sube un poco, pero justo ahora eso no me preocupa porque esa mirada tan seductora que tiene, me ha hechizado completamente.
—Cuando tenía quince años estaba de novio con una chica humana perteneciente a la Logia. Había sido criada por brujos. Llevaba tiempo insinuándome que quería acostarse conmigo, avanzar en nuestra relación y yo decidí que era el momento así que lo preparé todo para que fuera especial. Si no hubiese sido por Max que nos interrumpió, todo se habría ido a la mierda. La chica solo quería hacerme un hechizo de amarre para poder controlarme y acabar con el rey. Desde entonces nunca más me he interesado en acercarme a nadie.
—Lo siento. —Acaricio su rostro con delicadeza y él cierra los ojos ante el contacto. No me imagino lo que tuvo que ser para él darse cuenta de que la chica que le gustaba solo lo estaba usando.
—Eso ahora no importa porque desde que conocí a cierta chica de cabello rosa y ojos increíbles, no he podido pensar en otra cosa que convertirla en mi novia a pesar de que miles de alarmas en mi cabeza me decían que me estaba mintiendo. —Sonrío.
—Menos mal que a pesar de las mentiras, resultó ser una buena chica.
—La mejor —me dice mirándome directamente a los ojos y por unos instantes me dejo embargar ante la intensidad de su mirada—. Me alegro de haberte conocido, Jaz.
—¿Aunque tu vida se haya vuelto una locura desde que me conociste?
—Sí, porque lo que siento aquí cada vez que estamos juntos, —Coge mi mano y la coloca sobre su pecho justo donde su corazón late a una velocidad vertiginosa—, hace que todo valga la pena.
Las mariposas en mi estómago alzan el vuelo emocionadas ante sus palabras y sin poder resistirlo más, levanto mi cabeza y uno nuestros labios en un beso tierno que él me devuelve con el mismo cariño y ahora que estamos así, solos y envueltos en esta aura tan cómplice, tan romántica a pesar de las circunstancias, recuerdo su declaración cuando lo capturaron por matar al rey.
—Yo también te amo, Alex. —Una hermosa sonrisa se extiende en su rostro antes de volver a besarme.
Su lengua se abre paso en busca de la mía y apenas se encuentran se enzarzan en un baile sensual que me llena de mil sensaciones. Sus manos acarician mi cuerpo por encima de la camisa y yo envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas.
El beso se intensifica y con él mis deseos. Es algo que nunca antes he sentido y me asusta tanto como me gusta. Inclino mi cabeza para darle mayor acceso a mi cuello mientras él intercala besos húmedos y pequeñas mordidas que me hacen vibrar. Acaricio su tonificada espalda, sus duros brazos que me tocan con tanta delicadeza para luego enterrar mis dedos en su cabello.
Jadeo cuando muerde el lóbulo de mi oreja y elevo mi pelvis como un acto reflejo encontrándome con la dureza de su miembro.
—¡Joder! —dice de repente y yo, nerviosa, solo consigo reír.
Su mano baja hacia mi trasero, aun por encima de la camisa y lo levanta de modo que nuestras partes sensibles vuelven a colisionar.
—Creo… creo que deberíamos… detenernos —comenta sofocado.
—¿Por qué?
—Porque si seguimos no creo poder parar y no sé si te guste que tu primera vez sea en un lugar como este.
—Creí que ya ninguno de los dos era virgen —bromeo por los nervios.
El sonríe y yo me derrito. Acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja y noto su mano temblorosa. Él también está nervioso.
—Nuestros cuerpos no, nosotros sí.
Me pierdo en su mirada mientras en mi mente se reproduce una pregunta. ¿Quiero hacer el amor con él?
Claro que sí.
¿Me importa el lugar?
Miro a mi alrededor. La habitación es horrible y para nada romántica, pero no me importa, estoy con él y eso es todo lo que necesito.
—¿Desde cuándo no teníamos unas horas de paz?
—Ni idea. —Deposita un beso en mi mejilla.
—¿Estás seguro de que podremos salir con vida de todo esto? —Me mira confundido, pero niega con la cabeza—. Entonces aprovechemos el momento. No me importa la habitación, Alex, no me importa si es en nuestros cuerpos o en estos, en nuestra época o aquí, lo único que necesito es que sea contigo.
»Si voy a morir mañana, quiero que sea siendo tuya en todos los sentidos de la palabra. Además, estos cuerpos ya no son vírgenes, eso significa que lo vamos a disfrutar sin que nos duela.
Con el corazón latiendo a mil y las mejillas hirviendo ante mis palabras espero su respuesta.
—Te amo.
Es lo único que dice antes de fundir nuevamente nuestras bocas en un beso ardiente, desesperado, de esos que hacen que se te derrita hasta el alma y pierdas la noción del tiempo y el espacio.
Su toque es firme, pero delicado y aunque los dos somos inexpertos, dejamos que nuestros cuerpos hablen su idioma y simplemente disfrutamos de uno de los actos más maravillosos entre los seres humanos, pero que al hacerlo con la persona correcta es simplemente mágico.
Ojalá pudiera parar el tiempo en este instante para poder ser feliz porque sé que lo que se avecina no será nada fácil y nadie nos garantiza que salgamos victoriosos.
Ezra llega por nosotros pasada la media noche, nos tiende una capa a cada uno y una vez bajo su cobijo, salimos de la posada. Las calles están tranquilas, mi amigo dice que han puesto toque de queda por lo que solo se ven soldados peinando la zona. Esto no será sencillo.
Pero gracias a Dios, conseguimos adentrarnos al bosque sin ser vistos y aunque el camino es más largo por aquí, hay menos posibilidades de encontrarnos con el enemigo. Cuando el sol comienza a salir, siento que en cualquier momento me desmayaré. Llevamos horas caminando sin descanso alguno intentando alejarnos de Morf sin ser descubiertos, aunque en dos ocasiones estuvimos a punto de tener un enfrentamiento con grupos de soldados que vigilaban los bosques.
—Hemos llegado —anuncia Ezra y eso me suena a música para mis oídos.
Observo la cabaña frente a mí. Es horrible y da un miedo que te cagas, menos mal que es de día. Parece deshabitada y que en cualquier momento se caerá.
—¿Estás seguro de que es aquí? —pregunto. Sacarías tiene una mansión gigante y le gusta presumir de ello, no me lo imagino viviendo en un lugar como este. Una pizca de desilusión comienza a instalarse en mi pecho. ¿Y si no hablamos del mismo brujo? —. Esto parece una pocilga.
—Espera a verla por dentro… Digo, si logramos entrar.
El brujo nos pide que no nos movamos y camina par de metros. Se agacha, coge una piedra y la lanza. Para mi gran sorpresa, golpea contra algo invisible y se desintegra.
Una barrera mágica y peligrosa, por lo que veo.
—Hombre desconfiado —murmura Ezra—. ¿Tienes forma de romper la barrera?
—No que yo sepa —respondo.
—Solo podemos entrar si él la quita, no soy lo suficiente poderoso como para anular un hechizo hecho por él y dado que no nos abrirá por las buenas, creo que debemos joderle la vida un rato.
Ezra se voltea a la barrera y comienza a lanzar hechizos contra ella. Ondas y más ondas se extienden por el muro invisible y a mí me da la sensación de que no le hace ni cosquillas.
No sé qué tiempo ha pasado desde que llegamos, pero estoy aburrida, agotada, sedienta, hambrienta y acalorada. Alex y yo tomamos asiento hace un rato mientras Ezra continúa su batalla, pero ni modo. O Sacarías no está en casa o no tiene intenciones de abrir.
—¡Me rindo! —grita mi amigo dejándose caer al suelo acostado sobre la hierba.
Alex se ríe, se le ve relajado a pesar de las circunstancias.
—Maldito brujo rencoroso. Él sabe que soy yo, ni que no lo conociera. Me odia y por consiguiente no tiene intenciones de abrir. Estoy seguro de que en estos momentos está sentado tomándose un buen wiski mientras se ríe de lo lindo a mi costa. —Levanta la cabeza mirando con los ojos entrecerrados hacia la cabaña—. ¡Idiota! —grita.
Esta vez yo también me río. Me cae bien este chico.
Me pongo de pie, sacudo las manos y me acerco a la maldita barrera.
—¿Qué haces? —pregunta Alex.
—¿Tú qué crees? —Mi novio se pone de pie preocupado y el brujo luce asustado.
—No te preocupes, Maira. Seguiré intentándolo yo, deja tu varita tranquila.
—Relájate, recientemente me he enterado de que si uso runas sencillas no me pasará nada.
—¿Confías en su palabra? —pregunta Alex.
—¿Tengo algún remedio? Sacarías no nos abrirá porque para él somos unos intrusos. Además, ya la he usado sin volverme loca, solo necesito usar la misma runa con la que te golpeé en el reino. En ese momento aún era yo.
Alex no parece muy convencido, aun así, asiente con su cabeza. Disimuladamente, Ezra se coloca detrás de él.
El chico luce aterrado.
Sonrío intentando tranquilizarlos, pero hasta yo estoy aterrada. Que sea lo que Dios quiera.
Uno el anillo al pulso y este se va poniendo duro. Hago una mueca de dolor al sentir las agujas de mi sortija incrustarse en mi piel y mientras mi sangre va llenando la serta esa corriente ya tan familiar para mí se apodera de mi cuerpo. Aún me marea, pero al menos ya no es tan intenso, es más manejable y por suerte, la sensación de ahogo ya no está.
Siento mi poder fluir por todas mis venas, recorriendo mi cuerpo entero, fluctuando dentro de mí.
Me arrodillo y dibujo con mi sangre la runa que me vino a la mente esta mañana mientras me enfrentaba a todos esos brujos. Un círculo con una estrella de seis puntas dentro y una cruz como anulándola, no estoy segura. Me paro en el centro y con una sonrisa, golpeo mi pie derecho contra el suelo.
Una ola de poder sale del dibujo hasta golpear la barrera. El impacto es fuerte y las ondas mucho más pronunciadas, aun así, permanece cerrada. Repito el gesto varias veces hasta que vemos un pequeño agujero empezar a abrirse. Sonrío aún más.
—Demonios —murmura Ezra asombrado detrás de mí.
Estoy a punto de volver a golpear mi pie contra el suelo cuando la barrera se abre y un hombre alto, delgado y de porte regio hace acto de presencia.
Suspiro aliviada.
Es él.
Doscientos años antes y con el pelo lacio amarrado en una coleta baja, pero él.
Y honestamente no sabía cuántos deseos tenía de ver un rostro conocido, pero antes de poder detenerme y sin dejarlo decir nada, corro hacia él y lo abrazo.
—¿Qué haces? —grita, pero no me importa.
—Nunca pensé que diría esto, pero te he extrañado.
—Niña, suéltame.
Sonriendo, me aparto de él. Lo miro detenidamente y vuelvo a suspirar aliviada. Él me mira raro, como si estuviese loca.
—Aunque debo decir, que me gusta más tu otro estilo de cabello. Es más original.
Alex se ríe pues, como es lógico, es el único que sabe de qué hablo y el brujo me sigue mirando raro.
—¡Tú! —grita señalando a Ezra quien da un paso atrás—. ¿Cómo osas volver a cruzarte frente a mí? Y con intrusos.
—No me digas que no te alegras de verme, Sairus.
—Escoria mal parida. Te dije que si te volvía a ver sufrirías las consecuencias.
Sacarías da un paso hacia él, pero Ezra se pone detrás de mí.
—Inténtalo, antes de que puedas acercarte, esta chica te calcinaría.
Sacarías vuelve a concentrar su atención en mí.
—¿Quién eres tú y qué estabas haciendo con mi barrera?
—Mi nombre es Jazlyn Lautner, soy un híbrido descendiente de cuatro criaturas: ángeles, Nefilims, humanos y Legnas. Él es Alexander O’Sullivan, el futuro rey de los Legnas aunque en este momento sea humano y venimos del año 2020. Necesitamos tu ayuda.
Sacarías me observa con los ojos entrecerrados sin creerme ni una palabra; pero no es para menos, ni yo mismo lo creería.
—¿Alex, Jaz lo que sea? ¿No eran Maira y Lirba? —pregunta Ezra.
—Es complicado —responde Alexander.
—Lárguense de mi propiedad. No tengo deseos de lidiar con locos.
Hace el intento de marcharse.
—Si se marcha sin más, derrumbaré su barrera. No pienso irme de aquí sin que nos escuches.
—Mira, niña…
—Jazlyn.
—No me importa cómo te llames ni cómo demonios has debilitado mi hechizo, pero…
—Eres un hombre curioso, Sacarías. —Sus ojos se abren sorprendidos—. Me lo dijiste cuando nos conocimos y desde el principio quisiste saber todo de mí. ¿No tienes curiosidad ahora? —pregunto esperanzada, pero por algún motivo el hombre está en shock.
—¿Cómo sabes mi apellido?
—Te haces llamar así en el futuro. De hecho, según tengo entendido, nadie sabe tu nombre, solo tu apellido.
—No, no, no. Yo solo uso mi nombre, no mi apellido.
—Pues en algún momento eso cambió. —Intercala su mirada entre Alex y yo varias veces.
—Escucha lo que tenemos que decir al menos —pide Alex—. Si después crees que estamos locos, nos iremos, pero si considera que hay una posibilidad de que estemos hablando en serio… —Suspira ofuscado y se revuelve el cabello—. Necesitamos ayuda para enviar un mensaje al futuro. De eso depende que el mundo siga siendo tal y como lo conocemos.
—¿En serio quieren que crea que han viajado en el tiempo?
—Bueno, técnicamente no lo hemos hecho. Nuestras almas han sido cambiadas por las de Lirba y Maira. En estos momentos ellos están en el futuro —explico, pero ambos brujos continúan mirándonos como si nos hubiesen salido tres cabezas—. Es una larga historia, por favor, Sacarías.
El brujo suspira profundo, se debate internamente sobre si darnos la oportunidad de explicarnos o no y esos segundos se me hacen eternos.
—Cada vez te juntas con personas más raras, Ezra.
—Sí, me voy dando cuenta.
—Los escucharé, pero no porque les crea, sino porque quiero que se larguen y algo me dice que no me dejarán en paz fácilmente. Una vez que terminemos, se van por donde mismo han venido y se lo llevan a él. —Señala a Ezra que lo mira con una mueca de fastidio.
—De acuerdo.
Seguimos al brujo hasta su cabaña y tal y como dijo Ezra, por dentro es una cosa completamente distinta. Parece una de las casas de la alta sociedad, incluso tiene personal de servicio. Este hombre ha sido amante a los lujos desde siempre y tiene la tapadera perfecta.
—Me gusta tu casa —digo una vez llegamos a la sala. Se sienta y nosotros lo imitamos.
Tal y como hizo cuando nos conocimos, hace aparecer varias bebidas en la mesa y usando su magia, vierte el contenido de las botellas en los vasos. Ezra rueda los ojos.
—Presumido —murmura, pero Sacarías no le hace caso.
Voy a coger el wiski pues necesito algo fuerte para desestresarme un poco, sin embargo, el vaso rueda lejos de mí y en su lugar, otro con lo que supongo yo es jugo de naranja, aparece en mi campo de visión.
—Refresco para las damas —explica y no puedo evitar reír—. ¿Le resulto gracioso?
—Sí, eso fue lo mismo que me dijo la primera vez que hablamos.
Frunce los labios y se acomoda en su asiento. Cruza sus brazos.
—Los escucho.
Mi mirada se cruza con la de Alex y le sonrío, tenemos que asegurarnos de que nos crea.
Empezamos explicando la existencia de la Logia y como es uno de los miembros principales, tan importante, que su opinión es tomada en cuenta para la toma de decisiones complicadas. Hay que inflarle un poco el ego.
Le hablamos de cómo surgió luego de la batalla contra unos vampiros que lograron ser inmunes al sol durante unos días. Eso llama ligeramente su atención.
Le contamos también de Adams y Lucio como dos de sus compañeros, que es un brujo muy respetado y de los más poderosos. Que luchó contra los vampiros y que por esa razón es tan importante en nuestra realidad. Proseguimos con la historia de cómo nos conocimos la vez que Adams me llevó a su casa para hacer un hechizo de ocultamiento porque mi poder se hacía cada vez más fuerte y cómo me hizo la marca de San Miguel.
Le hablamos sobre la existencia de la profecía, de los planes con Lucifer, de todo lo que ha hecho para ayudarnos. Cuando Alex le menciona quienes estamos en envueltos en esta locura, se sorprende al escuchar el nombre de Sam. Ahí no nos cree, para él, uno de los vampiros más peligrosos que existen no puede estar trabajando con los buenos. Maldita reputación de Sam.
Explicamos sobre la existencia de Mía y su parecido conmigo. En fin, le contamos absolutamente todo y tanto él como Ezra nos hacen preguntas para entender mejor. También narramos nuestras proezas infructuosas como Maira y Lirba.
Lo que me parece a mí dos o tres horas después, Sacarías bebe todo el wiski de su vaso y nos observa.
—¿Me están diciendo que soy uno de los vampiros más respetados y poderosos que existen en el 2020, que estoy involucrado con el vampiro más sanguinario, su hermano, los príncipes de los Legnas, un Nefilim y no sé quién más en una lucha para evitar que Lucifer vuelva al mundo?
—Bonita forma de resumirlo.
—¿Realmente quieren que crea eso?
—Eres nuestra única opción, Sacarías.
—Sairus, mi nombre es Sairus.
—Ok, Sairus. Ayúdenos.
—Suponiendo que les crea toda esta locura… —Hace una pausa que a mí me parece eterna—. ¿En qué podría ayudarles?
—¿Conoces alguna forma de regresarnos al futuro? —pregunto.
—No y mucho menos si se trata de algo tan poderoso como un cambio de almas sin que medie ningún hechizo. No hay nada que un brujo pueda hacer. —Me desinflo desilusionada.
—¿Hay alguna forma de hacerles llegar un mensaje? —Que me diga que sí, por favor, que me diga que sí.
—¿Qué tipo de mensaje?
—Que estamos en el pasado, que Maira y Lirba están en nuestros cuerpos y que no hay forma de cambiar la historia. Por más que lo intentamos, todo se cumple. De paso podría decirle que hagan algo para sacarnos de este infierno.
El brujo lo medita y luego concentra su mirada en Alex.
—¿Por qué estás tan callado, chico? —Tiene razón, hace rato que Alex no dice absolutamente nada.
—Estaba pensando en algo que mencionaste hace un rato mientras Jazlyn hablaba y que nosotros aprendimos a las malas.
—¿Qué es eso?
—Las profecías se cumplen. Da igual lo que hagamos, la palabra de Dios se cumple al igual que no se puede cambiar el pasado. ¿Y si estamos haciendo todo mal? —Me mira y yo frunzo el ceño, no sé a qué se refiere exactamente—. Y si en vez de gastar nuestras energías en evitar algo que es inevitable, concentramos nuestros esfuerzos en minimizar los daños y encontrar una forma de matar a Lucifer.
—¿Estás hablando de dejar que la profecía se cumpla?
—Sí. —Se acomoda en la silla—. Jaz, cuanto luchamos para evitar que yo bebiera tu sangre y que todo se fuera a la mierda, a pesar de que no queríamos, a pesar de que tomamos la decisión de dejarme morir, al final Cristopher nos obligó a cumplir la última parte de la primera capa. Daba igual todo lo que hacíamos, siempre se cumplía y algo me dice que lo que sea que diga la otra parte, terminará cumpliéndose igual. Por más vueltas que le demos al asunto, siempre llegamos a lo mismo: las profecías se cumplen y contra eso no podemos hacer nada.
»Así que sí, creo que nuestra única opción es esperar a que se cumpla en su totalidad, asegurándonos de que el mundo sufra los menores daños posibles y una vez que Lucifer ascienda, matarlo.
Dicho así, puede que tenga razón, pero la sola idea de permitir la llegada de Lucifer me aterra.
—¿Sabes cómo matar a un arcángel, Sacarías? —pregunta mi novio.
—Estás preguntándolo en serio, ¿verdad?
—Por supuesto. —El brujo pasa sus manos por su rostro y cuando sus ojos se encuentra con los nuestros, creo ver un atisbo de temor.
—Que yo sepa, no hay forma de matarlos.
—Habíamos escuchado algo al respecto —comenta—. ¿No se te ocurre nada, nada?
—Lo siento. No tengo ni idea, pero podría investigar.
—Yo también puedo ayudar. —Interviene Ezra.
—No, tú te marchas de mi casa.
—Oh, vamos Sairus, tú sabes que también me extrañabas. Además, no pienso irme de aquí sin mis dos amigos así que no te queda de otra que aguantarme. Tienes una casa inmensa y si no me quieres en tu cuarto, estoy dispuesto a dormir en una habitación de invitados.
Sacarías rueda los ojos y yo me muerdo el labio para no reír. Es que se ven cómicos discutiendo. ¿Qué rayos habrá pasado entre ellos?
—¿Qué hay sobre el mensaje? ¿Crees que podrías enviarlo?
—Ya lo hemos hecho.
Observo al brujo sin saber a qué se refiere.
—Están hablando conmigo. Yo soy Sacarías y él, en el futuro, va a recordar esta conversación. Tal vez el recuerdo le llegue en forma de sueño, no lo sé; pero sin dudas, el Sacarías del 2020 en estos momentos sabe que ustedes están vivos.
Sonrío.
Oh, joder, eso me ha devuelto el alma al cuerpo.
Por fin algo nos sale bien.
Alex toma mi mano y deposita un dulce beso.
—Otra cosa. —Ambos miramos al brujo—. Si me conozco tanto como estoy seguro de que lo hago, él buscará la forma de ponerse en contacto con ustedes, así que por lo pronto, pueden quedarse aquí.
🌟🌹🌟
¡Por fin algo bueno! Jaja, pobres chicos, siempre la están pasando mal.
¿Qué les pareció el pequeño momento de Alex y Jaz. La verdad es que en una novela de fantasía es complicado darles un momento romántico.
Un beso, en el próximo capítulo volvemos a la actualidad de la mano de nuestra querida Vitae.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro