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Cap 1 Sam

—Saldré a dar una vuelta —le digo a Adams desde la puerta de la habitación y él levanta la cabeza.

Luce demacrado, hecho un asco y no es que me importe, pero en serio estoy harto de verlo así.

—No deberías salir.

—No te estoy pidiendo permiso, Adams. —Cruzo los brazos sobre mi pecho.

Es curioso cómo las cosas cambian. Desde esa conversación que tuvimos hace apenas unos días, pero que a mí me parece una eternidad, cierta parte de ese odio y rencor que le tenía ha ido desapareciendo. No me malinterpreten, no somos mejores amigos, mucho menos hermanos y dudo que alguna vez lo seamos porque es imposible olvidar cómo la mató, sean los motivos que sean. Además, tres siglos de odio y rencor son difíciles de erradicar; pero al menos ahora podemos estar en la misma habitación sin que me apremien las ganas de lanzarme a su cuello y desangrarlo.

Aunque justamente ahora eso es lo que quiero hacer y no tiene nada que ver con mi madre.

—Aun así no deberías salir.

—¿Y qué quieres? ¿Qué me quede aquí llorando sus muertes? —Una punzada de dolor se instala en mi pecho recordándome que me duele su pérdida más de lo que me gusta admitir—. Me voy a volver loco si sigo un minuto más aquí dentro y créeme, ninguno de ustedes me quiere ver loco.

—Sam, escucha…

—No, escúchame tú a mí. Llevamos una semana trancados en esta mansión sin hacer absolutamente nada y es desquiciante. Ahí fuera hay una guerra que en cualquier otro momento me importaría una mierda, pero a Jazlyn no le gustaría que dejáramos que Maira, Lirba y Cristopher se salieran con la suya y yo estoy dispuesto a honrar su memoria pateándoles el culo.

—Y lo haremos.

—¿Cuándo? ¿Cuándo el resto de la profecía se cumpla? No me jodas.

—Cuando ella despierte.

Observo la cama frente a él, al cuerpo pálido, casi sin vida de Sharon en espera de un milagro: que acabe de morir o regrese con nosotros. Algo que nadie sabe si pasará, ni siquiera Sacarías ha conseguido despertarla con su magia.

—Ha pasado una semana, Adams. Jazlyn se fue, Alexander se fue y la princesa…

—Ten cuidado con lo que dices —me advierte poniéndose de pie.

—Escucha, me importa una mierda qué hagas con tu vida —digo dando un paso dentro de la habitación de la que este idiota no ha salido en los últimos días—. Si quieres dejarte morir junto con ella es tu puto problema, pero desde mi punto de vista, en vez de estar aquí lamentándote, podrías estar buscando una solución para salvarla.

—Lo hemos intentado todo.

Bueno, eso es verdad. Incluso la llevamos al hospital para ver si de causalidad los humanos daban con lo que tenía, pero nada. Científicamente está bien, la herida ha desaparecido gracias al brujo quien piensa que es ella la que no quiere despertar.

—Como sea, me largo.

—Sam, no sabemos lo que hay ahí afuera. Nos pueden estar buscando, quedamos…

—Adams, no voy a buscar pelea, ¿de acuerdo? Solo saldré a caminar, a despejar mi cabeza. La última vez que pusimos un pie fuera de este lugar fue para contarle a los Lautner que Jazlyn había muerto y fue un desastre.

>>Estoy harto de ver al Nefilim mirándome como si me quisiera matar, a la profeta llorando en cada esquina la muerte de su nieta, de Alexander y la situación de Sharon; a Lucio y a Alysson a los que casi no se les ve el pelo y la verdad es que ni sé ni me importa a qué se dedican. Estoy hasta aquí, —Hago un gesto por encima de mi cabeza indicando que estoy sobrepasado—, de los pelos locos del brujo que por más que se lo digo, no quiere peinar. En serio, se parecen a las serpientes de medusa preparándose para atacar y estoy agotado de verte encerrado aquí como si estuvieses muerto.

>>Nunca pensé que lo diría, pero prefiero al otro Adams, eras un jodido grano en el culo, pero al menos se te podía tratar y aunque no lo creas, es más, ni yo mismo lo creo, no me gusta ver a la princesita así, ¿de acuerdo? Pero lo peor, no resisto más mis pensamientos, me voy a volver loco si no hago algo, no puedo seguir pensando en lo que pude haber hecho y no hice para salvar a Jazlyn, así que me largo.

Sin esperar respuesta de su parte, doy media vuelta y salgo de la habitación de la princesa cerrando de un portazo. Ni siquiera sé para qué le digo lo que haré, bueno, si sé. Hace cuatro días me quedé durante horas en uno de los muchos jardines del brujo y Adams pensó que me había marchado, montó todo un escándalo y empezó a armar un grupo de búsqueda porque no podía permitirse perderme.

Aun no sé cómo me hace sentir esa situación.

El punto es que no quiero otro espectáculo de esa magnitud, por eso he ido a decirle.

Corro a toda velocidad hacia la barrera mágica y hago una cruz en ella con un polvo que hace un rato me dio Sacarías, dice que con él puedo entrar y salir a mi antojo.

Como verán, a pesar de que la profecía se ha cumplido, aún sigo del lado de los buenos, incluso comparto casa con ellos, porque todos sabemos que todo esto apenas comienza, que esa profecía es más larga y algo me dice que es mucho peor.

Así que Lucio, Adams, Nick, Alysson, Isabel, Sharon y yo, convivimos junto al brujo en su mansión, mientras el resto de nuestro ejército se queda en otra casa refugio de Sacarías porque según él, eran demasiados para vivir bajo su mismo techo y debo decir que la tranquilidad que hay ahora se agradece.

Corro a toda velocidad atravesando el bosque hasta salir a la carretera. El aire frío de la noche golpea contra mi rostro y de verdad me siento liberado, han sido días horribles sumido en mis pensamientos que nunca han sido muy agradables, pero que últimamente están peor.

Meto las manos en los bolsillos de mi chaqueta y me dedico a vagar por todos lados sin rumbo fijo, solo para relajarme, para sacar de mi cabeza todo pensamiento desagradable, pero no es sencillo.

Aun no puedo creer que haya perdido a Jazlyn.

Luego de lo que le sucedió a Mía, me sentí más muerto que nunca y no fue hasta que conocí a esa chica de pelo rosa, que empecé a sentirme un poco más humano. Era agradable tenerla cerca y no solo por tener el rostro de mi primer amor, de hecho, eso era un poco doloroso porque me recordaba mi mayor fracaso, no haber podido salvarle la vida. Pero Jaz era la clase de chica que irradiaba una energía envidiable, era divertida, leal, buena amiga y extremadamente valiente, porque sí, hay que tener los pantalones bien puestos para tratarme como si nada luego de saber quién soy.

Y el hecho de que ella no me tuviera miedo, era malditamente bueno. Era un soplo de aire fresco en mi amargada y miserable vida. Con ella podía ser yo mismo, bueno, malo o un punto medio, no lo sé, pero no sentía que vivía una vida vacía.

Me alegro de haberla conocido.

Pero al mismo tiempo la odio porque ha dejado un vacío en mi pecho imposible de llenar. La extraño, quiero verla, hablar con ella. Aún recuerdo lo dulce que fue cuando intentó consolarme luego de mi discusión con Adams. Cómo intentó que lo entendiera sin imponerme su punto de vista. Quiso que yo razonara, que me diera cuenta por mí mismo que las cosas con el lobo habían sido un muy desafortunado malentendido y que ella me ayudaría a superarlo.

Maldita mierda, porque ahora estoy solo enfrentándome a unos sentimientos demasiado confusos que no sé cómo gestionar. Por un lado comprendo la historia de Adams y me he dado cuenta de que en el fondo, sabía que algo había ocurrido para que él hiciera algo como eso, pero aún está esa parte de mí que se ha aferrado durante siglos al odio y los deseos de venganza, que se niega a dar el brazo a torcer, a admitir que ya no hay motivo para odiarlo y abrirse ante la posibilidad de arreglar las cosas con él.

Si Jazlyn estuviese aquí, me ayudaría a aclarar mi cabeza y calmar mi corazón.
Una corriente demasiado familiar para mi gusto, recorre todo mi cuerpo y detengo la marcha. La he sentido lo suficiente como para saber de qué se trata, así que sin pensármelo dos veces, me adentro corriendo en el bosque mientras busco la fuente de poder.

La serta está siendo usada y dado que Jaz ya no está, solo puede significar una cosa: Maira.

Trepo a uno de los árboles y salto de rama en rama hasta que los veo. Intento camuflarme entre el follaje, evaluando la situación.

Maira, con la serta en su mano y Lirba, demasiado sonriente para mi gusto, frente a dos lobos gigantes que custodian a un tercero, pero lo asombroso es que sobre este último, hay una chica de pelo completamente blanco, un poco sucia, descalza y con el vestido roto, observando a sus atacantes con unos bonitos ojos, ¿lilas?, aterrados. Pero lo absolutamente increíble, es que justo en el centro de su frente, hay incrustado una piedra roja brillante.

¿Qué tipo de criatura es?

Lirba ataca con una espada y uno de ellos, intercepta el ataque. Las garras vuelan, el lobo intenta morder a su atacante, pero Lirba es demasiado rápido, astuto y con una técnica exquisita, que le permite evitar toda embestida.

El otro lobo intercala la mirada entre la pelea y Maira que observa a la chica con emoción y el que lleva a la joven sale corriendo.

Maira intenta seguirlo, pero el otro lobo se interpone.

Si Lirba y Maira quieren a esa chica, eso significa que no podemos permitir que eso suceda, así que sin importarme cómo termina esta batalla, sigo al lobo. Sin embargo, no tardo en sentir la presencia de la que debía ser Jazlyn, corriendo a gran velocidad hacia ellos. Malditas runas.

Y para rematar, el lobo se dirige a un camino sin salida porque unos metros más adelante hay un enorme peñasco de piedra que no le permitirá continuar la huida.

El lobo frena de repente al ver la muralla frente a él y se voltea hacia Maira que sonríe victoriosa. Sin pensarlo más, bajo del árbol interponiéndome entre la desconocida y el híbrido con el rostro de mi primer amor y mi única amiga.

Qué vida de mierda llevo.

—Sam —dice divertida—. Ha pasado un tiempo. ¿Cómo está la princesita?

—Muerta, gracias a tu novio —respondo mientras mis garras salen listas para la batalla.

—¿En serio? Qué pena. —Lleva la mano que no tiene la serta a su pecho fingiendo pesar y Lirba hace acto de presencia.

Genial.

No soy tonto, sé que yo solo no podré ganar un enfrentamiento con estos dos juntos, así que desde que tenga oportunidad, cogeré a esa chica en brazos y saltaré hasta la cima del peñasco. A no ser que tengan alas, no podrán alcanzarme, ni siquiera la runa de salto, podría conseguir dicha altura.

—Miren lo que ha traído el viento —comenta Lirba despreocupado—. Dios, qué tonto soy, no nos hemos presentado. Soy Lirba Asim y ella es Maira Roirep, sé que has escuchado de nosotros por mi amigo Alexander, al igual que yo sé todo sobre ustedes al vivir por un tiempo dentro de su cabeza. ¿Cómo está tu hermano? Tu padre les manda saludo.

—Genial, dile que yo también y de paso dale un mensaje de mi parte: sus días están contados.

—Se lo diremos encantados. Ahora, ¿podrías marcharte para nosotros hablar con la chica?

—¿Por qué mejor no se marchan ustedes y yo me la llevo?

—No seas tonto, Hostring, sabes que no tienes oportunidad contra nosotros.
Muevo mi cuello estirándolo, mis ojos se ponen rojos, y mis colmillos salen.

—No les tengo miedo, Lirba.

—Jazlyn era tu amiga y casi te mata, ¿qué crees que podría hacerte yo? —pregunta Maira.

—A Jazlyn que era mi amiga, no quería hacerle daño, ¿qué crees que puedo hacerte yo a ti?

Maira se lanza hacia mí y yo recibo el ataque con la suficiente fuerza como para hacerla retroceder, sin embargo, eso no la detiene. Regresa al ataque y luego de varios golpes lanzados al aire por parte de los dos, consigue estamparme uno en el rostro, pero no lo suficientemente fuerte y yo se lo devuelvo en el estómago lanzándola varios metros. Su espalda golpea contra el tronco de un árbol y enojada se pone de pie.

Miro a Lirba que intenta acercarse a la chica que se ha bajado del lomo del lobo para que este pueda defenderla y arremeto contra él.

Saco uno de mis cuchillos de mi bota y sin tener contemplaciones por ver el rostro de alguien que hasta hace unos días fue mi compañero en la batalla, blando el arma a diestra y siniestra consiguiendo herirlo en el brazo. Lirba saca la runa de la estaca y se lanza contra mí. Por el rabillo del ojo veo a Maira enredada con el lobo que defiende con todas sus fuerzas a la chica que, apoyada en la piedra gigante a su espalda, observa con puro terror la batalla frente a ella.

Maira consigue herir al lobo, este pretende levantarse, pero le cuesta. Hace varios intentos, pero no lo consigue y yo quiero detenerla antes de que llegue a la desconocida, pero Lirba se interpone.

Por más que lo intento, no consigo deshacerme del maldito guerrero, ni siquiera usando mi súper velocidad pues el maldito es bueno y evita todos mis ataques con una certeza desquiciante. Después de luchar junto a Alexander y no en su contra, había olvidado lo difícil que siempre me resultó enfrentarme a él.

La estaca de Lirba hace un corte en mi rostro que quema y yo me cago en toda su ascendencia porque demorará un poco más de lo necesario en sanar. Mis garras colisionan contra su estómago ganándome un gemido de dolor de su parte que me provoca una satisfacción increíble.

Desvío la mirada a la desconocida y veo como Maira hace una herida en su mano con la serta y luego la pega en la frente de la chica, justo donde está la extraña piedra. La joven abre los ojos desorbitados mientas su cuerpo se sacude y para mi sorpresa, Maira se aleja de ella acercándose a nosotros y más confundido me quedo cuando el híbrido toma el lugar del guerrero contra mí, mientras Lirba se acerca a la joven y hace el mismo procedimiento que segundos antes hizo su novia.

—¡¿Pero qué mierda…?! —murmuro sin entender nada y para más consternación aún, una tercera persona cae frente a la desconocida.

Mi estupefacción al ver a mi padre es tanta que detengo la pelea contra Maira quien logra enterrar la serta en mi estómago.

Mis manos sujetan la vara y mis ojos desorbitados ante la sorpresa se encuentran con los de ella. Un dolor insoportable se extiende por todo mi cuerpo y caigo de rodillas al piso. Maira retira la serta y un buche de sangre sale de mi boca.

Hago presión en la herida y aunque sé que no voy a morir porque ya siento mis órganos internos recuperándose, me ha debilitado lo suficiente como para no poder hacer nada mientras mi padre, con la mano ensangrentada, toca la frente de la chica.

Una repentina onda de poder nos golpea a los cuatro lanzándonos varios metros lejos de nuestras posiciones. El cuerpo de mi padre golpea contra un árbol encajándose una rama en un hombro y aunque sé que eso solo le ha provocado cosquillas, algo en mi interior se siente agradecido.

Lirba se levanta primero y va a ayudar a Maira, quien luego de ponerse de pie, observa a Cristopher.

—Eso ha dolido.

—Un poco —responde mi padre con una sonrisa satisfecha y yo, haciendo uso de todas mis fuerzas, me pongo de pie. Joder, duele cantidad.

Cristopher se acerca a mí.

—¿Estás bien, hijo?

—Vete a la mierda.

—Lo siento, pero me gusta este lugar —responde sarcástico—. ¿Cómo está Adams?

—Púdrete.

—Ok, como quieras. Ha sido un gusto volver a verte.

Y con solo esas palabras, da la media vuelta y junto al híbrido y al guerrero, se marcha, dejando al lobo herido, a la chica inconsciente y a mí adolorido y absolutamente confundido.

¿Qué mierda ha sido todo esto?

Con cuidado, me acerco a la chica y con cada paso siento como si estuviesen tirando de algo en mi interior. El lobo intenta ponerse de pie y luego de varios intentos, lo consigue hasta ubicarse frente a la desconocida y gruñir hacia mí.

—No jodas, tío, acabo de enfrentarme a esos tres para ayudarlos. No le voy a hacer daño —le digo al lobo porque me molesta que a pesar de la paliza que me han dado, ahora desconfíe de mí.

Cuidando de no hacer un movimiento demasiado brusco que lo haga ponerse a la defensiva, me acerco a la chica y me arrodillo a su lado. Mi herida termina de sanar, pero sigue doliendo cantidad, tal vez se deba a que fue la maldita serta lo que terminó atravesando mi piel.

Con delicadeza, pongo a la chica boca arriba, cierro los ojos para escuchar los latidos de su corazón y me sorprende escuchar tres latidos distintos. Uno frenético que es el del lobo y otros dos a un ritmo más suave, acompasado, como si estuviesen dormidos.

Confundido, acerco mi oído a su pecho y abro la boca sorprendido al darme cuenta de que los dos le pertenecen a ella.

—¿Pero qué mierda? —Miro al lobo—. ¿Quién carajos es esta chica? —Pero no responde, eso, o yo no entiendo el idioma del animal—. Necesita ayuda, la cargaré y la llevaré conmigo. Puedes venir tú también.

El lobo me mira raro pero no gruñe ni nada, así que lo tomo como que está de acuerdo. Paso una mano por debajo de su cabeza, la otra por sus piernas y la levanto.

El movimiento y el peso adicional me hacen ver la luna y las estrellas, aun así, me obligo a caminar. El lobo, unos pasos más atrás, cojea sin perdernos de vista y en silencio, sin poder entender aun qué ha sucedido, nos dirijo a la mansión del brujo.

🌟🌹🌟

HOLA, HOLA...

¿Qué les pareció el primer capítulo?

¿Les gustó?

Espero que sí...

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