Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

44. Retirada

Alexander:

Ser testigo de cómo Jazlyn pierde el control de esa forma es algo aterrador. Ver sus bonitos ojos verde azul que siempre lucen un brillo especial, transformados en dos esferas rojas es desconcertante y lo peor es que no me reconozca, que por más que la llame, que le pida que se detenga, continúe como si no fuera con ella.
Mientras yo intento detenerla sin hacerle más daño del que ya le han hecho, ella me ataca sin miedo a lastimarme, sin importarle si muero en el intento. Me da una paliza del demonio sin vacilar, que más que dolerme físicamente, me llega al alma porque la miro y no la reconozco, porque sus ojos me muestran que en este momento no hay nada de la chica que amo dentro de ella

Incrédulo, pasmado y con el temor de que cómo no hagamos algo, moriremos todos, veo cómo Jazlyn comienza la runa con la que se deshizo de tantos vampiros la última vez, pero lo peor, es darme cuenta de que Sam ha quedado atrapado en ella.

En cualquier otro momento me importaría una mierda, lo vería morir encantado, pero ese idiota me ha salvado la vida en varias ocasiones hoy y se lo debo; sin embargo, no me da tiempo a hacer nada pues la runa se cierra y justo cuando Jazlyn va a encajar su serta en el pecho del vampiro, Adams irrumpe en el círculo interponiéndose ante el ataque.

Los vampiros encerrados caen muertos al piso, todos, menos Sam, que observa incrédulo el cuerpo malherido de su hermano.

Reacciono. Antes de que Jazlyn intente acabar con su amigo nuevamente, corro hacia ella, la jalo por una mano y la volteo hacia mí.

No sé cuál era mi intención exactamente, pero ahora que me enfrento a sus ojos, ya no rojos, sino negros, estoy en blanco. Si pensaba que hace un segundo tenía miedo, ahora estoy aterrado; no sé cómo enfrentarme a ella, no tengo idea de cómo hacer que vuelva a la normalidad. Sin embargo, al ver la ligera confusión en sus bonitas facciones mancilladas por la sangre, me dejo llevar por el impulso.

Acuno su rostro y llevo mi boca a la suya. El impacto es fuerte, intenso, desconcertante incluso para mí pues una corriente, para nada igual a la que sentí la primera vez que la besé, recorre mi cuerpo entero.

Cuando la sorpresa inicial pasa, intenta resistirse, pero me aferro a ella para impedirlo llevando una de mis manos a su cintura y la otra tras su cabeza.

Muerdo su labio inferior para que los abra e introduzco mi lengua acariciando, tentando la suya. Algo filoso comienza a pincharme en mi costado. El dolor se extiende casi irresistible como un veneno a través de todo mi cuerpo. Intento relajarme, apartar el malestar para no sucumbir a la agonía hasta que poco a poco empieza a devolverme el beso; pero no es como el que tuvimos en el calabozo, no… este es salvaje, incluso doloroso, aun así, no me resisto.

Sus manos vuelan a mis hombros y la presión en mi costado desaparece haciéndome temblar por el alivio. La dejo hacer lo que quiera, me muerde, me aprieta y me lastima con la serta.

Imagino que estamos dando todo un espectáculo al público. Intento agarrar sus manos, pero es demasiado fuerte. La sujeto por la cintura y comienzo a trazar círculos en la piel de su espalda en un desesperado intento por relajarla y, para mi sorpresa, lentamente el beso toma un ritmo más calmado, menos salvaje… más como ella.

Sin perder mucho tiempo, agarro sus brazos, los llevo tras su espalda y golpeo la serta contra la muñeca contraria.

Sé el momento justo en el que las agujas salen de su dedo pues ese poder, esa oscuridad que la rodeaba, desaparece. Lentamente, me separo de ella. Luce perdida, asustada… no tan peligrosa; sin embargo, sus ojos siguen totalmente negros y eso no me gusta.

—Tranquila... —murmuro—. Todo estará bien, Jaz.

No se mueve, no dice nada, solo mantiene su mirada perdida en algún punto en mi pecho.

Miro hacia mi derecha, Sharon intenta desesperadamente salvar a Adams mientras su hermano lo sostiene haciendo presión en su herida. Parece desconcertado y cuando levanta la cabeza luce preocupado, aterrado y aliviado supongo que al ver a Jazlyn quieta, sin querer matar a nadie.

—Tenemos que salir de aquí —murmura pero consigo escucharlo.

No me lo pienso dos veces. Agarro a Jazlyn de una mano y doy el grito de retirada. Entre Sam y Sacarías levantan a Adams, quien grita de dolor erizando mi piel.

Atravesamos la muralla bajo el incesante a taque de nuestro enemigo. Jazlyn sigue sin reaccionar y eso me tiene demasiado preocupado, aun así, no la suelto mientras con mi mano libre, blando mi espada a diestra y siniestra.

Entre los brujos y las hadas que quedan en pie, nos abren camino hasta el bosque donde Aliz nos espera con varios portales abiertos.

Lucio, dos brujos, la reina de las Salamandras, una Banshee y yo, nos mantenemos alertas, luchando contra los que nos han seguido mientras el resto de nuestro ejército atraviesa las puertas mágicas. Una vez que todos han salido, corremos con fuerza, cruzamos y Aliz cierra los portales asegurándose de sellarlos al menos por unas horas.

Mi respiración es errática, mi corazón late desbocado y mis manos tiemblan sin control mientras mi mente procesa que hemos salido, que rescatamos a Jazlyn y que no hemos sido capturados. Miro a mi alrededor, pero el alivio que ese pensamiento había generado, se evapora al ver lo que quedó de nuestro ejército.

Debe haber alrededor de setenta, ochenta con mucha suerte y creo que la cifra es bastante elevada pues se nos unieron muchos Legnas, sino, no creo que sobrepasáramos los cincuenta.

Sus rostros lucen preocupados por lo que viene ahora, temerosos porque no saben cómo terminará esto, horrorizados por lo que acabamos de vivir. Las heridas están a la orden del día y gracias a Sharon y otras tres Sanadoras que no tengo ni idea en qué momento se nos unieron, intentan curarlos a todos; sin embargo, por la condición de algunos, sé que no lo conseguirán.

Golpeo el árbol tras de mí en un arranque de ira, impotencia, odio, pesar. Lo golpeo una y otra vez, puños, patadas que repercuten en mi cuerpo con un dolor abrazador, pero estoy tan sobrepasado que no me interesa. No veo nada, todo es rojo mientras en mi cabeza se reproducen las imágenes de la noche: sangre, gritos, terror, muerte…

Dos manos fuertes me someten interrumpiendo mi ataque y me estampa contra el tronco del árbol que a pesar de todo, luce como si nada. Un brazo presiona contra mi garganta y poco a poco mi visión comienza aclararse permitiéndome ver el rostro serio de Sam.

Respiro pesado mientras intento calmarme y concentrarme para salir de aquí. No puedo permitirme derrumbarme, no ahora.

—¿Mejor? —pregunta el vampiro y yo intento retirar su brazo.

—Sí. —Sam se aleja de mí y miro a mi alrededor para encontrarme con las miradas asustadas, preocupadas, incluso de lástima que me dedican algunos.

Veo a Isabel y suspiro aliviado al saberla a salvo junto a Maximiliano que por lo que veo, lo más grave que tiene es la herida en el brazo. No sé cómo pude olvidarme de ella.

—Debemos salir de aquí antes de que encuentren una forma de llegar a nosotros —dice Lucio que está sosteniendo a Adams junto a otro lobo.

Sam se acerca a ellos como si quisiera asegurarse de que su hermano sigue en este mundo, pero no hace nada, solo mantiene los labios apretados como si intentara entender por qué demonios el lobo le salvó la vida.

Un portal se abre ante nosotros; este no sale de un árbol así que sé que se debe a un hechizo.

—Vayamos a mi casa —ofrece Sacarías—. La mansión está protegida por magia, no encontrarán un lugar más seguro que ese.

Sin esperar respuesta, atraviesa el portal y cuatro brujos de su aquelarre le siguen, poco a poco, el resto lo atraviesa. Solo quedo yo...

Observo la puerta por la que salimos de mi reino y me pregunto cuándo podré volver; si los que quedaron estarán a salvo con ese rey al que ya se le calló el circo; qué tan implicados están mis padres en todo esto, algo que me preocupa averiguar, porque no consigo olvidar el rostro imperturbable de ellos mientras mi abuelo me declaraba la guerra. Parecía como si no les importara.

Levanto la cabeza hacia el cielo, pero solo puedo ver pequeños rayos de luz que comienzan a colarse entre el espeso follaje de los árboles.

El portal se cierra tras de mí y avanzo con calma por el inmenso jardín hasta la mansión del brujo. Solo he estado una vez aquí, pero era de noche; sin embargo, ahora estoy tan cansado y adolorido, que tampoco tengo ni fuerzas ni ánimos para maravillarme con la arquitectura del lugar y el egocentrismo del hombre.

Busco a Jazlyn entre el tumulto de cuerpos y la encuentro en una esquina junto a Sam. Me acerco a ellos con la esperanza de que haya vuelto a la normalidad, pero me encuentro con sus ojos, que si ya no son negros, siguen completamente rojos.

—¿Estará bien? —le pregunto al vampiro que solo se encoge de hombros.

—Ni idea —responde después de unos segundos.

—¿Y Adams? —Vuelve a encogerse de hombros.

—Sharon, Sacarías y Lucio entraron con él para detener la hemorragia. No saben si sobrevivirá.

Cierro los ojos con pesar al imaginar que algo le pueda pasar. Es un buen hombre, leal y creo que Jazlyn no se perdonaría nunca si no sale de esta.

—¿Y tú, cómo estás?

—Sobreviviré —responde con el ceño fruncido—. Tenemos que hablar, Alexander.

Pienso en la profecía, en cómo me gritó que se estaba cumpliendo y que debíamos detener a Jazlyn. No tenía ni idea de que él supiera algo al respecto y si no fuera porque mi abuelo me habló de ella, no habría entendido nada. ¿Qué digo? No entiendo nada, ni siquiera sé que era lo que se estaba cumpliendo.

—Lo sé, pero creo que puede esperar unas horas. Necesito recuperar fuerzas, me siento como si me fuera a desmayar en cualquier momento.

Sam asiente con la cabeza y poco a poco, bajo las indicaciones del mayordomo del brujo, cada ser sobrenatural es alojado en una de las habitaciones y bueno, para poner las cosas más interesantes, Sam, Maximiliano y yo, tenemos que compartir. Este lugar es inmenso y algo que me sorprende mucho es que cuando entramos a nuestra habitación hay solo una cama matrimonial, pero en menos de un segundo se transforma en dos literas.

Ser un brujo debe molar un montón.

Nos turnamos para bañarnos y caigo en la cama, molido, no sin antes ir a ver a Jazlyn; sin embargo, Isabel no me permite verla alegando que debo descansar y que ella aún no ha regresado a la normalidad.

Cuando vuelvo a abrir los ojos, me percato de que es medio día. Mi estómago ruge con fuerza y si pensaba que estaba agotado hace unas horas, ahora siento como si un camión me hubiese pasado por encima diez veces. Necesito encontrar a mi hermana para que me dé una de sus hierbas sino, no seré persona.

—Dime que estás tan adolorido como yo para ver si no me siento tan mierda —le pido a Max que está sentado en la cama.

—Bueno, llevo diez minutos reuniendo fuerzas para levantarme de aquí; con eso te lo digo todo.

Sonrío.

—¿Y Sam? —pregunto al ver la cama sobre la suya vacía.

—Ni idea, cuando desperté ya no estaba.

Luego de asearnos, bajamos las grandes escaleras y aunque el lugar es inmenso no tenemos problemas para encontrar el comedor pues el olor a comida nos atrae como abejas a la miel.

Cuando las puertas se abren, el ajetreo en la estancia es insoportable; sin embargo, me obligo a apartar todo mientras busco a la chica que me roba el sueño y no tardo en encontrar su cabellera rosa. Está sentada en uno de los extremos de la mesa gigante, conversando con Isabel quien parce estar muy emocionada con la historia que le cuenta.

Cuando todos se percatan de mi presencia, se hace silencio en la habitación. Jazlyn levanta la cabeza confundida y cuando esas dos perlas verde azul se encuentran con las mías, mi corazón late apresurado. Ha vuelto a la normalidad, es ella… está bien...

Una bonita sonrisa se extiende por su rostro mientras se pone de pie. Luce limpia, sana, hermosa, mientras se acerca a paso suave. Todos tienen su atención puesta en nosotros, pero no me importa... Solo soy consciente de que esa chica de la que me he enamorado irremediablemente está bien, libre, caminando sonriente y no atada en una habitación oscura, herida, torturada, sufriendo.

Se detiene frente a mí, amplía su sonrisa y sin darme tiempo a nada, cruza sus brazos sobre mis hombros atrayéndome a su cuerpo. Hundo mi rostro en su cuello y abrazo su cintura. Es tan pequeña y liviana que no me pesa levantarla, aunque cada músculo de mi cuerpo se resiente por el dolor. Sin embargo, vale la pena mientras me deleito en la calidez de sus brazos, en lo jodidamente bien que se siente tenerla tan cerca de mí y en lo relajante que es sentir su mano acariciar mi cabello. Respiro su aroma y una sensación de alivio invade mi cuerpo.

—Gracias, Alex. Gracias por salvarme. —Su voz se quiebra en la última palabra y yo la aprieto más contra mí sin importarme quién nos observa.

—No hay nada que agradecer, Jaz. Estoy tan feliz de que estés bien, sana, a salvo y lo siento tanto... No debiste pasar por eso.

Con cuidado, rompe nuestro abrazo y cuando nuestras miradas se encuentran, una lágrima corre por su mejilla. Mis manos se mantienen en su cintura.

—No ha sido tu culpa. Tú me has salvado, Alex, bueno, tú y todos los demás. Ahora hay que recuperarnos y hacer algo para que nuestro rey, asuma el lugar que le corresponde.

Abro los ojos sorprendido ante sus palabras. Ella que decía que no quería tener nada que ver con nuestro mundo, ¿acaba de aceptarme como su rey?

Pero si pensaba que esa declaración me sorprendió, cuando une sus labios con los míos en un casto beso, el corazón casi se me sale por la garganta y aunque quiero acercarla y besarla de nuevo, no puedo pues Sharon llega a nosotros y se cuelga de mi cuello dándome besos por todos lados.

El almuerzo transcurre bastante ameno, algo que necesitaba como no tenía idea después de las últimas horas; incluso Adams, que ya está mucho mejor, comparte con nosotros mientras todos bebemos el raro whisky del brujo que, para mi sorpresa, sabe bastante bien.

A medida que avanza el tiempo, la habitación se va vaciando hasta quedar solo Jazlyn, los Hostring, Sharon, Lucio, Sacarías, Isabel y yo. Se acabó el descanso.

El brujo nos pide que lo sigamos a su despacho para tener mayor privacidad; nadie ha dicho que necesitamos conversar, pero supongo que el silencio y las miradas incómodas, hablan por sí solas.

🌟🌹🌟

HAY OTRO

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro