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42. Rescate

Alexander:

Aliz nos permite el paso.

Los dos primeros grupos aparecerán a poco menos de un kilómetro de las murallas que protegen el palacio y el resto del recorrido deberán hacerlo a pie por dentro de los bosques pues al ser tantos, podrían llamar la atención de alguien en el castillo por el tiempo que el portal tendría que mantenerse abierto. Nosotros tres cruzaremos a través del portal más cercano a mi hogar, lejos de los bosques y, por tanto, a la vista de todo el que ande en las calles.

Tal y como mencionó Aliz, no hay ni una criatura por todos los alrededores, ni siquiera los Legnas cuyo trabajo es patrullar cada centímetro del reino en las noches para asegurarse de que no haya inconvenientes.

El castillo está cercado por extensos bosques, salvo el frente que da a la calle principal del reino y todo el perímetro que linda con la espesa naturaleza está rodeado por una muralla inmensa. Ahí aguardará nuestro ejército por nuestra señal: un hechizo que creó sacarías contenido en un recipiente de cristal que al estallarse contra el suelo, elevará humo lila hacia el cielo. Solo si lo hacemos, nuestro ejército atacará; mientras tanto, estarán en las sombras pues nuestro interés es entrar, rescatar a Jazlyn y salir, si para eso podemos evitar una guerra, mejor. Las armas son nuestro plan B.

Con sigilo y en absoluto silencio nos movemos por detrás de las casas y establecimientos comerciales camuflándonos en la oscuridad, pero poco antes de nuestro destino, Sam nos detiene y nos obliga a retroceder.

—Escuchen —susurra.

Agudizo mis oídos para ver a qué se refiere, pero no escucho nada; sin embargo, el ceño fruncido de Adams, me dice que él sí. A los lobos y a los vampiros esto se les da mejor.

—Son latidos de corazón —dice Adams sacándome de mi confusión—. Cuento alrededor de veinte.

—Exacto y no están dormidos. Tu gente no ha hecho su trabajo. —Observo a Sam sin podérmelo creer.

—Imposible, Sharon me escribió diciendo que todo estaba listo.

Mientras las hadas de los bosques se ocupaban de los Legnas fuera de la muralla, las de adentro debían encargarse de los guerreros tras el perímetro del palacio.

—Pues no lo está; nos están esperando, Alexander. —Los dos hermanos me observan como si de la nada yo pudiera darle una respuesta a esta adversidad y una solución—. Creo que tu plan de no matar acaba de irse al infierno. —Continúa el vampiro y creo que esta situación le divierte.

—Nos han traicionado —murmura Adams.

—¿Pero quién?

—No creo que eso importe ahora, debemos atacar.

—Es un suicidio —interviene Adams—, son demasiados.

—Sharon… —murmuro asustado—. Si nos traicionaron, ella podría estar en peligro.

Con el corazón en la garganta y las manos temblorosas, saco mi celular y marco su número… Apagado. Vuelvo a intentarlo obteniendo el mismo resultado. ¡Maldita sea!

Mi abuelo no sería capaz de hacerle nada, ¿verdad?

Decido probar con Maximiliano, pero también da apagado.

Un nudo en mi estómago se forma amenazando con sacar todo lo que ingerí hace unas horas. Decido probar con Isabel pues es el único aliado en el que confío. Un timbre, dos timbres, tres, cuatro y justo cuando pienso que me va a enviar a la contestadora, responde:

—¿Alex?

—¿Has visto a Sharon? —El silencio en la línea se prolonga, siendo solamente interrumpido por el sonido de una puerta al cerrarse.

—La tienen encerrada en su habitación. Hay seis guerreros custodiando esa puerta, no puede salir.

—¿Has visto a Maximiliano?

—No desde que esto se fue al demonio. Se rumorea que él intentó defenderla cuando se la llevaron a rastras de la Sala de Sanadores. Alex, estoy muy preocupada, hay muchas personas que no conozco y todo lo manejan con mucho misterio. Cuando sentí el celular, aproveché para escabullirme al baño, pero tengo que regresar…

—No, escúchame, Isa. Enciérrate en una de las habitaciones en la planta de mi hermana, iremos a buscarlas a las dos. Si regresas con el rey no podré sacarte de ahí.

—Alex, tienes que irte, esto es una trampa, cariño, estoy segura.

—Yo también. Haz lo que te pido y todo va a estar bien. Las voy a sacar de ahí.

Cuelgo el teléfono y lo guardo en mi bolsillo. Paso las manos por mi rostro desesperado, como si con ese gesto pudiese aclarar mi mente e idear un plan que nos permita salir a todos de aquí sin provocar un baño de sangre.

—Cambio de planes. Buscaremos a mi hermana, iremos al núcleo de nuestro reino a ver si las hadas están bien. Ellas deberían haber despejado el camino, necesito saber que todo está bien con ellas, además, necesitamos refuerzo para rescatar a Jazlyn. La prisión debe estar repleta.

—Yo buscaré a la princesa —dice Adams—. Las sacaré a las dos de ahí mientras ustedes van al núcleo, luego vuelvo con ustedes.

—Sacas a mi hermana e Isabel y se largan de aquí. No regreses por nosotros, eres el único en el que confío en estos momentos y no hay nada más importante que la seguridad de ellas. —Adams asiente.

—El problema es, ¿cómo vamos a entrar? —pregunta Sam, pero no me da tiempo contestar pues su mirada se fija en algo detrás de mí—. ¿Quién es esa?

Miro en la dirección que nos indica y veo a una persona acercase a paso lento. Lleva una capa negra, que le cubre todo el cuerpo y la cabeza; esa aura oscura y tenebrosa, me hace pensar que es una Banshee y mis sospechas se confirman, cuando voltea la cabeza hacia nosotros y veo los dos hoyos negros donde deberían estar sus ojos.

—¿Qué hace? —murmuro más para mí que para el resto.

Pasa de largo por la casa donde estamos ocultos y sin detener su marcha, atraviesa la línea de la muralla penetrando al perímetro del palacio y grita. El alarido irrumpe en mis oídos provocando que me los tenga que cubrir por el terrible dolor. Los Hostring tienen el mismo gesto compungido que debo tener yo y como puedo, busco los tampones que la reina de la muerte nos dio para sí debíamos luchar a su lado.

Nos los ponemos y aunque el grito se escucha, ya no es con la misma intensidad.

La Banshee se detiene y vuelve a gritar. Guerreros Legnas salen de sus posiciones intentando acercarse a ella para callarla de una vez, pero no consiguen prácticamente dar un paso.

—¡Está creando una distracción! —grita Sam como si no fuera obvio y los tres nos lanzamos a correr.

Pasamos por el lado del hada y debo cubrirme nuevamente los oídos porque aquí se siente más fuerte.

Un Legna, al verme, intenta incorporarse con su espada en la mano, pero con una patada en el rostro, lo lanzo al piso. Tiene la nariz, los ojos y los oídos sangrando por el incesante sonido, creo que en cualquier momento su cabeza explotará.

Continúo la carrera, pero otro guerrero me sujeta por un pie. Caigo al suelo y un alarido de dolor se me escapa por el impacto. Me volteo boca arriba y con el otro pie golpeo su cabeza liberándome de su agarre. Me incorporo y mis ojos se abren desorbitados cuando veo una flecha detenerse justo frente a mi rostro, dos centímetros más y me habría atravesado la frente.

Miro a Sam que sostiene la flecha sin el más mínimo esfuerzo y antes de que pueda decir nada, lanza el arma contra el guerreo que sostiene el arco atravesándole el pecho, justo en el corazón.

—Corre, luego agradeces.

Sin poder creer que me haya salvado, sacudo mi cabeza y corro detrás de él. Subimos las escalinatas, abrimos las puertas del palacio y justo antes de cerrarla, el grito se detiene. Un guerrero acaba de cortarle la cabeza a la Banshee.

Sam y Adams cierran el inmenso portón mientras yo intento salir de mi estupefacción. La han matado, un guerrero que juró protegerla, la ha matado.

Espabilo rápidamente y me aseguro de poner todos los seguros mágicos de la puerta que están diseñados para un ataque sorpresa al reino. De esta forma los retendremos fuera hasta que encuentren otra manera de entrar.

—Busca a mi hermana —le ordeno a Adams—. Tercer piso, cuarto pasillo, segunda habitación a la derecha.

Adams sale corriendo ante mis órdenes y justo cuando nos disponemos a continuar, cerca de diez Legnas entran a la estancia.

—¿Siegues con la idea de no querer matar? —pregunta Sam mientras damos dos pasos hacia atrás.

—Cinco para cada uno. Si los puedes dejar inconsciente, mejor, si no… Solo no te dejes matar.

Meto la mano en mi bash y cuando siento el calor de la runa, la saco, la golpeo contra el adaptador y cuando el halo de luz aparece, meto mi mano y saco una espada. El arma perfecta para combatir a los Legnas. La misma que blanden ellos junto a una estaca.

Sam saca dos cuchillos que escondía en sus botas y arremete contra dos Legnas que logran desestabilizarlo con par de estocadas.

—¡Jodida mierda! —exclama al levantarse del suelo.

—La sangre. —Es todo lo que puedo decir antes de que uno de los míos se lance hacia mí blandiendo su espada.

Acerco contra acero, estocada contra estocada, demasiados para nosotros dos, así que ignorando mi idea de no matar, lucho por mi vida y la de Jazlyn. Es ellos o nosotros y la decisión está más que clara.

La hoja de mi espada se hunde en el estómago de uno de los Legnas mientras golpeo a otro con una patada. Un fuerte golpe en mi cabeza me deja aturdido, pero antes de que pueda defenderme, Sam le rompe el cuello y el Legna cae desparramado a nuestros pies.

Un guerrero aparece por detrás del vampiro. Saco un cuchillo que tiene en su cintura, lo jalo por una mano para quitarlo del medio clavándole la hoja afilada en el corazón a uno de los míos y mientras sus ojos se van apagando, el estómago se me revuelve al recordar las tantas veces que ese hombre y yo luchamos codo con codo contra los del Submundo.

—Lo siento —murmuro antes de que caiga—. ¡Tenemos que correr, Sam!

El vampiro lanza una última patada y cómo podemos, salimos corriendo. Él es mucho más rápido que yo, así que meto mi mano en la bash y cuando saco la runa la incrusto contra mi mano. Una corriente de energía recorre mi cuerpo y en seguida mis pies comienzan a moverse con mayor velocidad. En unos segundos estoy corriendo a su lado, tan veloz como él.

Cruzamos la puerta de dos piezas que da a uno de los jardines interiores, saco otra runa que tiene la forma de un triángulo boca abajo, la golpeo contra el adaptador y luego pongo mi mano en la puerta. Es la runa de cierre, no los detendrá por mucho tiempo, pero algo es algo.

Sam me quita la espada, la introduce entre los dos picaportes y sin importarle herirse la mano, dobla la hoja haciendo que quede trabada. Pasa su mano por su pantalón limpiando la sangre y la herida poco a poco desaparece.

Sin decir nada más, lo guío a través del inmenso jardín hasta entrar por otra puerta. El castillo es inmenso y yo me lo conozco como la palma de mi mano. Sé los lugares menos transitados y la forma más rápida de llegar al Núcleo, por lo que par de minutos después, llegamos a la gran puerta que para mi sorpresa, está siendo custodiada por cuatro Legnas.

Al no percatarme de esa posibilidad, hemos perdido el factor sorpresa así que en su lugar, intercambiamos miradas entre nosotros, evaluando las opciones y aprovechando para respirar mejor. Antes de que el vampiro decida atacar, doy un paso al frente y los cuatro guerreros frente a mí, levantan sus espadas.

—No se acerque —dice uno.

—Lucas, baja el arma —pido con voz severa. Conozco a este chico, a su familia. Es un gran guerrero y no me gustaría que le pase nada.

Mira a Sam que se apoya en la pared con ese aire despreocupado que lo caracteriza como si esta situación le aburriera. Es desesperante y sé que eso es lo que quiere, poner de los nervios a nuestro enemigo.

—¿Por qué las puertas están selladas? —pregunto al ver todas las runas de seguridad que tiene.

—El rey nos ha ordenado proteger el Núcleo.

Doy otro paso al frente.

—No se acerque más, alteza o me veré obligado a atacar.

—No quieres hacerlo. Me conoces, todos lo hacen. Me han visto luchar y saben que podría acabar fácilmente con ustedes.

—Ahora somos más fuertes —comenta otro con una sonrisa de suficiencia.

—¿Están dispuestos a atacar a su futuro rey?

—El actual rey nos ha ordenado capturarlo o matarlo. Lo ha declarado como traidor a nuestra raza y por lo que veo, —Tifón, como solemos llamarlo, mira al vampiro—. Tenía razón.

—Tienen dos opciones —digo intentando ignorar el dolor que me produce saber que mi propio abuelo me ha declarado un traidor—, atacarme y morir en el intento o ayudarme. Están del lado equivocado. Lucas, me conoces, hemos compartido mucho más que batallas, he salvado tu vida en más de una ocasión y todos aquí sabemos que cuando hay un traidor, se captura y se enjuicia, no se manda a ejecutar sin más. El rey no quiere que hable porque el único traidor, es él.

En los ojos del trigueño veo la duda, sin embargo, el mayor de los cuatro se lanza hacia mí, pero sin tener tiempo a reaccionar, Sam lo intercepta encajando su mano en su pecho y sacando su corazón.

—Se acabó la charla. ¿A favor o en contra? Ustedes deciden.

Todos, menos Lucas, arremeten contra el vampiro quien en menos de un minuto, mata a uno y noquea al otro mientras yo lo observo incrédulo.

—Dejé a uno vivir. —Se encoge de hombros como si esa fuera una gran hazaña. Luego voltea a Lucas.

—Maximiliano está encerrado en los calabozos luego de intentar proteger a la princesa. Él me pidió que confiara en usted.

—¿Entonces? —pregunto y cómo única respuesta, desbloquea las puertas del Núcleo.

Me acerco con cuidado a la puerta y escucho el silbido de asombro del vampiro a mi lado. Atravieso el umbral, pero mi compañero se queda atrás ante la barrera que le impide la entrada. No importa si le doy permiso; si no eres un Legna o un hada, no hay forma de que entre a este lugar. Al menos no que nosotros sepamos.

Poco a poco, todas las hadas que habían prometido ayudarnos, aparecen.

—Lo siento, alteza. Nos encerraron antes de que pudiéramos hacer nada —dice una de las mellizas sirenas desde el fondo del lago.

—Nos han traicionado, pero debemos continuar. Podemos encontrarnos con vampiros, demonios, lobos, brujos y sabrá Dios que otras criaturas así que entenderé que no quieran unirse…

—Lo haremos —me interrumpe un hada del bosque con convicción.

En una ola gigante, un grupo de doce sirenas suben hasta llegar a la altura del puente colgante, cambian sus colas por piernas y caminan hacia mí.

Asiento con la cabeza y salgo del Núcleo, detrás de mí, un ejército de hadas. No sé cuántos somos, pero haremos hasta lo imposible por salir de aquí con vida.

Llegamos a las mazmorras sin muchos inconvenientes pues los Legnas con los que nos cruzamos quedaron inconscientes y fuertemente amarrados a las columnas por ramas de árboles que las hadas del bosque crearon.

En silencio, cruzamos los largos pasillos alumbrados por pequeñas luces rojas intermitentes en las paredes.

—¿Alteza? —murmura una voz ronca desde dentro de una de las celdas.

Con cuidado me acerco y una de las Salamandras, saca fuego de su mano para alumbrarme mejor.

Maximiliano, con graves heridas alrededor de su cuerpo, me observa y creo que luce aliviado.

—Nos… nos han traicionado —murmura y parece que le cuesta hablar. Uso una runa de apertura para abrir la celda y me acerco a él—. Lo saben todo, cada detalle de nuestro plan. En estos momentos, deben tener a nuestro ejército o muertos o sometidos.

El pánico corre por mis venas ante esa declaración, pero confío en que hayan podido defenderse. Son las criaturas más poderosas que hay en la Sociedad Sobrenatural, podrán defenderse… ¿Verdad?

—Venga, tenemos que sacarte de aquí.

—No, iré con vosotros.

—No seas tonto, estás muy herido y ni siquiera tienes tu bash. Carín —llamo al hada de los animales—, ¿crees que puedas llevarlo al Núcleo?

Con una sola mirada, uno de los suyos se convierte en unicornio, un poder que siempre me ha asombrado y otro joven, me ayuda a subirlo. Los tres se marchan a toda velocidad.

Sin perder más tiempo, continuamos la marcha y cuando llegamos a lo más profundo de los calabozos, nos detenemos.

Una de las Alseide, al ser la más pequeña, se acerca sin ser vista para evaluar la situación. Quince Legnas, doce demonios, siete vampiros y dos lobos custodiando una única puerta.

Aprovechando que las paredes gruesas del lugar, más la distancia entre nosotros dificultan que nos puedan escuchar, me dirijo hacia mi pequeño e improvisado ejército.

—Son muchos y será difícil. Olviden lo que hablamos antes sobre incapacitar a los Legnas; si es necesario matarlos, no lo duden porque ellos no dudarán en hacerlo con ustedes.

Una de las hadas se agacha y pone la palma de sus manos contra el piso. Confundido, la observo y doy un salto en el lugar cuando dos ratas pasan entre mis pies.

—Necesitamos una distracción para que nos sea más fácil atacar. Creo que esta será suficiente.

Mis ojos se abren estupefactos y una sonrisa agradecida se forma en mi rostro cuando veo ratas, muchas ratas, hormigas, cucarachas, arañas y escarabajos, acumularse a nuestro alrededor. El hada murmura algo y todos los animales salen despavoridos hacia donde se encuentra nuestro enemigo.

No se tardan en escuchar los gritos y los insultos procedentes del fondo de las mazmorras y aprovechando la distracción, atacamos con todo lo que tenemos.

La sorpresa inicial nos permite abrirnos paso aniquilando a varios adversarios, tanto vampiros como demonios. Los animales siguen atacando sin contemplaciones desconcentrando al enemigo mientras nosotros ganamos ventaja.

El olor a sangre y carne quemada producto a los ataques de las dos Salamandras, colma el aire haciendo casi imposible respirar. El choque de las armas, los alaridos de dolor y el peso de los cuerpos cayendo al piso, se reproducen en mis oídos sin cesar mientras mi mente solo consigue pensar que estoy a unos metros de ella, que pronto podré sacarla de este infierno.

Un golpe en mi cabeza me tira al piso. Abro y cierro los ojos repetidas veces para intentar enfocar mi mirada, pero es difícil. Alguien se sienta a horcajadas sobre mí y me golpea en el rostro; intento defenderme, pero estoy demasiado aturdido. Otro golpe y otro y… nada.

Abro los ojos y a pesar del mareo, veo a Sam beber la sangre de un guerrero para luego romperle el cuello.

—Es la segunda vez que te salvo el culo en el día. —Tiende su mano para ayudarme a levantar, pero no me da tiempo a sostenerla porque un demonio se lanza contra él.

Me incorporo un poco más despejado y luego de asegurarme de que el vampiro lo tiene todo controlado, meto la mano en mi bash y saco otra espada pues no sé dónde perdí la mía.

La batalla es dura, pero a diferencia de lo que pensaba, la fuerza de las hadas logra equilibrarla. Son unas fieras cuando se enojan, además que cuentan con poderes que pueden usarse a larga distancia.

—¡Saca a Jazlyn! —grita Sam y no tiene que decirlo dos veces.

Me abro camino entre los guardias que, a pesar de la fuerza extra que han obtenido de la sangre de Jaz, siguen siendo más débiles que yo. Mi espada se hunde en el estómago del último Legna antes de la puerta y la abro.

Los ojos verde azul más hermosos que he visto, pero sin su luz habitual, me observan asustados. Un suspiro de alivio se le escapa al reconocerme y yo corro hacia ella. La envuelvo en mis brazos, agradecido de que aun esté viva y ella llora sin consuelo.

Un nudo se me forma en la garganta y yo también quiero llorar, pero me contengo. Su estado es peor que la última vez que la vi y eso me duele porque no se lo merece. No merece nada de lo que le ha sucedido.

—Ya está, tranquila. Te sacaré de aquí —murmuro ante su llanto descontrolado.

Saco una runa de apertura de mi bash y la coloco sobre los grilletes, que se abren inmediatamente. Su brazo derecho cae al suelo prácticamente sin fuerzas y me concentro en el otro.

Su cuerpo tiembla sin control y yo temo que se desmaye; no puedo permitir que cierre los ojos pues, en su estado, hay altas posibilidades de que no los pueda volver abrir.

El estruendo de la batalla fuera de la habitación no se detiene en ningún momento. Algo es lanzado contra la puerta y por un segundo pienso que la han roto, pero sigue intacta.

—Lo… siento —murmura.

—¿Qué? —pregunto cuando consigo abrir el otro grillete.

—Lo… lo sien…to. Lo logró…

—¿Quién logró qué? —pregunto acomodando su cabello fuera de su rostro.

—La runa… su fuerza… es…permanen…te.

Mis ojos se abren sorprendidos ante la confesión. Mi abuelo consiguió su objetivo; su ejército de guerreros es más fuerte que antes y esta vez es permanente, no se desvanecerá en unas horas como la inmunidad al sol de los vampiros hace tantos años.

—Eso no importa ahora. Tenemos que sacarte de aquí.

Cruzo un brazo por debajo de sus piernas y otro por su espalda y sin mucho esfuerzo la levanto. No pesa absolutamente nada. Sus delgados y débiles brazos se envuelven alrededor de mi cuello y apoya su cabeza en mi pecho.

A duras penas abro la puerta y no tardo en tener a Sam a nuestro lado.

—¿Jaz? —pregunta preocupado, ella apenas puede abrir los ojos—. ¿Cómo está?

—Está… —Es lo único que consigo decir.

Lucas se acerca a nosotros y entre él y Sam, nos escoltan lejos de la batalla que poco a poco está llegando a su final.

—Sigan ustedes —pide Lucas—. Terminaremos aquí y nos uniremos luego a ustedes. Lo tenemos controlado.

Miro el escenario detrás del guerrero y aunque muchos han caído, nuestro grupo está en ventaja. Espero algún día poder honrar la valentía y la lealtad de aquellos que han caído luchando por mi causa.

Asiento con la cabeza y caminamos con la esperanza de salir de las mazmorras. Con Jazlyn en mis brazos me es imposible luchar, razón por la cual Sam mantiene todos sus sentidos alertas. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que entramos al castillo, pero ya siento el cansancio corriendo por mis venas.

El castillo está absolutamente desierto, no hay un alma por los alrededores y no hay que ser adivinos para saber qué significa.

—No soy el único que piensa que esto es raro, ¿no? —pregunta Sam, pero no me da tiempo contestar cuando a lo lejos vemos a Adams, con una sábana cubriendo sus partes íntimas, junto a Sharon y una Isabel cojeando.

Al vernos corren a nosotros y mis ojos recorren el cuerpo de mi hermana buscando alguna herida, pero gracias a Dios, luce bien. La sangre en su ropa no parece ser de ella.

—¿Cómo está? —pregunta Adams acercándose a mí.

Con delicadeza, aparta un mechón de pelo del rostro de la chica en mis brazos y al abrir los ojos, esboza una pequeña sonrisa.

—Vivirá. —Es mi única respuesta.

—¿Es ella? —pregunta Isabel detrás de mi hermana y yo asiento con la cabeza.

Luce nerviosa y por sus ojos, sé que está a punto de llorar, por el miedo, la preocupación, el dolor de la traición de mi abuelo y saber que su nieta, sangre de su sangre, está viva.

—Dejemos las reuniones familiares para luego —dice Sam con el poco tacto que lo caracteriza—. El palacio está desierto, lo más probable es que nos dirijamos a una trampa. La noche no ha terminado.

—¿Y saben qué es lo peor? —Todos me miran—. Esa puerta es nuestra única forma de salir de aquí. Al menos para ustedes dos. —Miro a los Hostring. La salida en caso de emergencia está dentro del Núcleo y ustedes no pueden entrar.
—Pues vayan ustedes —dice Adams.

—No los voy a dejar solos en esto. —Esta es mi guerra, Adams es uno de los míos y aunque no me guste la idea, le debo mi vida al vampiro idiota.

—Y están locos si piensan que yo me iré sin mi hermano. —Frunzo los labios, dispuesto a protestar—. Ni lo intentes, no tienes cómo obligarme.

—Yo voy a donde vayan ustedes —anuncia Isabel.

—Y en tus manos tienes nuestra mejor arma —aporta Sam.

—No puede ni con su vida, Hostring.

—Yo me puedo encargar de eso —dice mi hermana.

—¿De verdad crees que es una buena idea que ella…? Ya sabes. —Sam me mira con la duda marcando su rostro.

—No, lo más probable es que no, pero no tenemos de otra.

Asintiendo con la cabeza, deposito a Jazlyn en el suelo cerca de la puerta y mi hermana se arrodilla a su lado junto con Isabel para sanarla.

—No se muevan de aquí hasta que no esté bien. Nosotros saldremos a ver qué se puede hacer.

Mi hermana asiente en comprensión y concentro la mirada en la puerta. Al otro lado se escuchan demasiados latidos de corazones como para contarlos.

—¿Listos?

—No hay de otra —contesta Sam y Adams se transforma en lobo como única respuesta.

Respiro hondo y abro la puerta.

🌟🌹🌟

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Les gustó?

Espero que sí, por suerte ya Jazlyn salió de su encierro, pero la noche aún no ha terminado.

¿Lograrán salir?

El rey consiguió hacer más fuerte a sus guerreros, ¿qué sucederá ahora?

¿Me creen si les digo que estamos llegando a los capítulos finales?

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