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40. Discusión

Sam:

—Estará bien, Emily. —Ruedo los ojos por no sé qué vez.

Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que Adams le ha repetido a la mamá de Jazlyn que tanto su hija como su esposo, estarán bien.

Estamos en el hospital desde hace dos horas y la impaciencia está haciendo estragos conmigo. Quiero salir, arrancarle la cabeza a alguien solo para encontrar a Jaz, pero, aunque odio admitirlo y nunca lo diré en voz alta, Adams tiene razón.

Enfrentarme a mi padre, aunque él me acompañe, es un suicidio. Cristopher sabe que estoy dispuesto a protegerla aunque lo tenga que matar y me estará esperando con todo su ejército que no incluye solo a vampiros, sino también a lobos, demonios, brujos y muchas otras criaturas que forman parte del Submundo, aquellos que no se acogen a las leyes de la Logia, mucho menos a la de los Legnas.

Por eso, en su lugar, estamos en este insípido y repugnante lugar dándole apoyo moral a la familia Lautner, esperando a que Sharon pueda hacer algo por el padre de Jazlyn y a que Alexander se le ocurra aparecer. Mientras yo, aparte de la impotencia por no poder hacer nada, lucho contra las ganas de morder a alguien porque este lugar, aparte de a desinfectante, huele a sangre, caliente y deliciosa sangre. Otra cosa, la hermana de Jazlyn no deja de mirarme como si pensara que en cualquier momento saltaré a ella, no sé si a matarla o a qué.

—Adams, ¿ese chico es amigo de mi hija? —murmura la señora que horas antes me presentaron como Emily. Está a unos cuantos metros de mí y a pesar de que su voz es apenas un susurro, no tengo problemas para escucharla.

—Algo así.

—Luce peligroso, ¿por qué sería amigo de Jazlyn? Nunca antes lo he visto.

A pesar de que quiero verles la cara, mantengo la cabeza gacha concentrando la mirada en la punta de mis zapatos, la espalda apoyada en la pared y las manos en mis bolsillos.

—No te preocupes, Emily. Él… él es mi hermano.

Esa respuesta no me la esperaba así que levanto la cabeza con el ceño fruncido mientras ese sentimiento tan arraigado en mi interior, pugna por salir. Joder, odio a este hombre, ¿cómo es capaz de llamarme así después de lo que me hizo?

—¿Tu hermano? No sabía que tenías un hermano.

—Sí, bueno, es complicado —murmura sin apartar los ojos de los míos—. No tenemos muy buena relación.

¿No muy buena? Eso es un eufemismo.

—Pero no te preocupes, no es un mal chico. —Sus palabras provocan en mí unas ganas de reírme a carcajada casi imposible de resistir, pero la llegada de Sharon impide que me vea como un lunático.

Hace una hora más o menos, Adams la llamó a petición de Alexander para que atendiera al señor Lautner y desde que llegó haciéndose pasar por una doctora, ha estado con él.

—Doctora, ¿cómo está mi esposo? —pregunta la mujer afligida y su otra hija, Olivia creo que se llama, se le acerca.

Fue divertido ver a la princesa intentando explicarle a la chica cuando llegó, que era doctora en este hospital, al parecer se conocen de antes. Olivia no parecía muy convencida, pero no dijo nada.

—El señor Lautner ya está bien, no se preocupe. —Emily suspira aliviada—. El golpe no fue tan grave como pensábamos en un inicio. Hace unos minutos despertó y lo están trasladando a otra habitación, podrán verlo en un rato. Deberá quedarse unas horas más para asegurarnos de que no haya complicaciones, pero si todo sigue como imagino, en la tarde estarán en casa.

—Oh, Dios, muchas gracias, doctora.

—No hay de qué. No se preocupe. —Sharon le muestra una sonrisa tranquilizadora.

—Muchas gracias, Sharon.

—De nada, Olivia y no se preocupen, estoy segura de que Jazlyn aparecerá. La policía la encontrará.

Ambas asienten con la cabeza.

—Bueno, Emily, nosotros debemos marcharnos, cualquier cosa que necesiten, no dudes en llamarme.

—Gracias, Adams —dice y luego lo abraza de una forma tan maternal que me da envidia.

El hijo de puta mata a mi madre, una mujer que lo trató como si fuera su propio hijo, quitándome la posibilidad de tener algo así y viene él y lo encuentra en otro lugar. La vida es injusta.

Salimos caminando pues los tres sabemos que tenemos que planear algo para rescatar a Jazlyn, pero Emily se acerca a nosotros.

—Adams. Tú encontrarás a mi hija, ¿verdad? —El mencionado abre los ojos ligeramente sorprendido ante tal petición—. No soy tonta, algo está pasando aquí. Desde que Jazlyn descubrió sobre sus padres biológicos, ha estado actuando un poco extraña y sé que Nick y América estaban metidos en algo raro. Tengo la sensación de que tú sabes de qué se trata, a fin de cuentas, tu nombre estaba en esa carta.

—Emily…

—No necesito que me digas nada. Solo… encuentra a mi hija, tráela a casa a salvo, por favor.

Adams le sostiene la mirada por unos segundos.

—Lo haremos, no importa lo que tengamos que hacer, traeremos a Jazlyn de regreso sana y salva. Te lo prometo.

—Gracias, me quedo más tranquila ahora.

Y sin decir más, se marcha.

—No deberías hacer promesas que no sabes si podrás cumplir —le reprende Sharon.

—La encontraremos —respondo por él—. No sé ustedes, pero así sea lo último que haga en esta vida, traeré a esa chica sana y salva con su familia.

—¿A dónde vamos? —pregunta Sharon—. Creo que necesitaremos un centro de operaciones.

—Diría que a mi casa, pero tengo varios integrantes de la Logia como vecinos y si ven a Sam… digamos que no será agradable.

—Pues mi casa ni siquiera es una opción —comenta la princesa encogiéndose de hombros.

Suspiro profundo. Sé que me arrepentiré de esto.

—Entonces vamos a la mía. —Ambos me miran sorprendidos.

—¿En serio nos vas a mostrar tu casa? —pregunta la princesa con una ceja alzada y las manos en la cintura—. Esto es solo una tregua, Hostring, una vez que todo acabe, seguirás siendo el malo de la historia e intentaremos matarte.

Camino hacia ella intimidante y acerco mi rostro al suyo, pero o es valiente o se hace porque ni siquiera se mueve.

—Tú lo has dicho… intentarán, además, siempre puedo mudarme. Eso sí, no podemos seguir perdiendo tiempo.

—Esto le va a gustar a mi hermano.

Una vez en mi casa, Adams observa su alrededor detallándolo todo mientras la princesa, ni corta ni perezosa, recorre toda la casa, habitación por habitación. No sé exactamente qué busca, ¿un humano desangrándose tal vez? Ni idea.

Mi casa es enorme a pesar de que solo soy yo y que nunca nadie ha entrado; me gusta tener mi propio espacio y, por tanto, es sagrado. Cuando estoy aquí, me alimento de la sangre que se consigue en el mercado negro, cuando estoy fuera, es otra cosa.

—¡Si buscas mi comida, está en la nevera! —le grito a la princesa quien no tarda en asomar su cabeza por las escaleras e ir corriendo a la cocina. Sabía que era eso lo que buscaba.

La cocina está separada de la sala por una pared de cristal por lo que es posible ver cada uno de sus movimientos, fundamentalmente el rostro de desagrado al abrir el refrigerador y solo ver sangre.

—Ugh, qué asco.

—Pues no mires. —Resoplo.

—Bonita casa —comenta Adams—. La verdad es que no te imaginaba viviendo aquí.

—Tú mejor te callas; tal vez así olvide que estás aquí y mis ganas de matarte se mantengan a raya.

Rueda los ojos y se sienta en el cómodo sofá blanco de tres plazas frente a la gigante pantalla de setenta y cinco pulgadas.

Su teléfono suena retumbando por todo el lugar.

—Es Alexander. —descuelga el teléfono y lo pone en altavoz.

—Jazlyn está en el reino; el rey la tiene prisionera en el calabozo, su estado es bastante deplorable. La han torturado todo lo que les ha dado la puta gana y estoy convencido de que lo peor está por venir. Necesitamos sacarla de ahí.

El silencio y el desconcierto ante sus palabras inundan la habitación, al tiempo que siento la rabia recorrer todo mi cuerpo.

—¿El abuelo? —pregunta Sharon de primera—. Pensé que había sido Cristopher.

—El rey está trabajando con él, Sharon, fue el vampiro quién la secuestró.

—¿Y por qué se la daría a tu abuelo? —pregunta el lobo.

—No lo sé.

Pero yo sí creo saberlo. La profecía. Si ambos están trabajando en esto, lo primero que debe suceder para que se cumpla, es que los Legnas se hagan más fuertes, luego que los lobos pierdan su maldición y por último, que nosotros caminemos bajo el sol.

—¿Dónde están? Necesitamos sacarla cuanto antes.

—Estamos en casa de Sam…

—¿Qué? —pregunta y en su voz puedo notar un matiz de incredulidad—. No importa, yo estoy saliendo del reino. Mándame la dirección.

Sin esperar respuesta, cuelga el teléfono dejándonos a los tres sumidos en nuestros pensamientos.

—Será difícil rescatarla —comenta la princesa—. Una cosa era idear un plan para sacarla del Submundo, ¿pero del reino? Solos somos cuatro contra todo un ejército de guerreros Legnas preparados para matar, estarían en su territorio lo que les da ventaja, hay cientos de seres sobrenaturales ahí dispuestos a dar su vida por proteger su hogar y a los suyos, sumado al apoyo de la Logia y cada ser sobrenatural que esté dispuesto. En otras palabras, es una misión suicida.

—Somos tres, princesa. —Adams se pone de pie, sosteniéndole la mirada—. Eres una Sanadora, no una Guerrera. Tú no irás.

—Estás loco si piensas que dejaré a mi hermano solo en esa misión. Si vamos a morir, lo haremos los dos juntos y si ganamos también y ni tú ni nadie, ni siquiera él, me lo va a impedir.

Adams escruta su rostro con detenimiento y me sorprende que ella le sostenga la mirada con aplomo. Debo admitirlo, la chica es valiente al mismo tiempo que temeraria; su amor por su hermano es incondicional y eso la va a llevar a la muerte. Estoy seguro.

—Además, necesitarán una Sanadora con ustedes, las heridas estarán a la orden del día.

Vuelve a hacerse el silencio por los próximos diez minutos hasta que el timbre de la reja suena. Me fijo en la pantalla cerca de la puerta y veo a Alexander mirando el lugar con el ceño fruncido. Le permito la entrada y abro la puerta de la casa.

Cuando entra, suelta un silbido asombrado.

—Debo decir que me has sorprendido, Hostring. No te imaginaba viviendo en un lugar así.

Resoplo.

—¿Y qué pensaban? ¿Qué vivía en una mazmorra? ¿Una cueva?

—Sí —responden los tres al mismo tiempo y yo vuelvo a resoplar.

—Idiotas. Síganme.

Sin esperar respuesta, subo las escaleras hasta el tercer piso. Siento sus pasos detrás de mí cuando llego a la cima y camino a través de un largo pasillo hasta la puerta del fondo. Justo donde está mi sala de operaciones.

La habitación es gigante y bastante sencilla en cuanto a decoración se refiere. En una esquina hay un escritorio, en el centro una mesa gigante y en una de las paredes muchas pantallas de televisor que muestran la ciudad entera. Tengo control de todo lo que sucede en Nordella a través de las cámaras de seguridad lo que me facilita mi trabajo como el Justiciero.

—¿Qué coño es esto? —pregunta Alexander mirando las pantallas con detenimiento.

—Mi hobby. Ahora concéntrense, tenemos cosas importantes de las que hablar.

—Maldita sea; si no fueras un hijo de puta asesino y no te odiara, me vendría a vivir contigo. Es hermoso —murmura la princesa acercándose al gigante ventanal de cristal con vista a la ciudad. Al estar la casa en una colina, tal parece que tienes el mundo a tus pies y si de día es una vista espectacular, de noche parece de ensueño. Es lo que más me gusta de la casa.

—¿Pueden dejar de curiosear?

—¿Por qué vigilas la ciudad? —pregunta Adams. En serio, me están sacando de mis casillas—. Tienes control de cada cámara de tránsito y…

—¿Todavía no entienden que entre más tiempo perdemos con tonterías es Jazlyn la que sufre las consecuencias? Está siendo torturada y mientras ustedes se la pasan de curiosos, es tiempo que perdemos en encontrarla. La próxima vez que la veamos podría estar muerta y pensaba que todos la queríamos con vida. Y lo que haga con esas cámaras, es mi puto problema, Adams. Así que no te metas.

Aprieto las manos a mis costados con fuerza.

—Ok, el vampiro tiene razón. Concentrémonos —interviene Sharon no sé si porque siente que estoy perdiendo la paciencia o porque entiende que tengo razón.

—¿Cómo la sacamos de su reino? —pregunto.

—Creo que antes de llegar a eso deberíamos pensar que no hay forma de que solo nosotros lo logremos. —Ya veo que eso es lo que más le preocupa a la princesa—. Tenemos que ser realistas. Yo solo soy una Sanadora.

—Sharon… —Comienza a decir su hermano supongo que para alegar lo mismo que Adams hace un rato.

—Ni lo intentes. Voy a participar en esto te guste o no, así que no malgastes ni saliva ni tiempo. —Alexander alza las cejas sorprendido, pero no dice nada—. Como decía, sé luchar, pero no como ustedes. Adams, puedes ser uno de los lobos más poderosos que tiene la Sociedad Sobrenatural, pero sigues siendo uno solo. Lo mismo sucede contigo, Sam, no importa lo sanguinario que seas, no harías la diferencia en esta guerra. Y tú, Alex, Legna o no, más poderoso que todos nosotros o no, necesitamos ayuda.

—Bueno, hay Legnas que me son fieles, estoy seguro de que podré reunir algunos. Son alrededor de diez, sé que no es la gran cosa, pero son de los mejores guerreros que tenemos, con suerte su suma algún otro.

—¿Cuándo dijiste que el abuelo está trabajando con Cristopher, significa también que el ataque al reino de las hadas como dijo el Justiciero, es cosa de él?

—Él lo negó, pero estoy convencido de que sí.

—Entonces podemos contar con las hadas guerreras. Alis nos permitiría entrar al reino sin complicaciones y si hablamos con las guerreras de cada reino mágico, estoy seguro de que se nos unirán. Querrán venganza.

Resoplo. ¿Hadas? ¿Trabajaré con Hadas? Esto es ridículo.

—¿Tienes algún problema, Hostring? —pregunta el príncipe con su habitual tono de imbécil creyéndose intimidante.

Bueno, tal vez a veces intimide un poco, pero sigue siendo un imbécil.

—Muchísimos, pero continúen.

—Yo puedo hablar con los de la Logia.

—¿En serio crees que esa partida de idiotas nos van a ayudar? Esos besan el culo del rey.

—¿Quieres callarte? —pregunta y hago una mueca de disgusto—. Lucio, Marcus, Sacarías y yo, estamos investigando las acusaciones del Justiciero contra el rey. Estoy convencido de que cuando sepan que Lohan sí está trabajando con Cristopher, nos ayudarán. No podemos contar con todos los de la Logia, pero sé que algunos más se nos unirán; Sacarías incluso podría buscar algunos brujos de su aquelarre.

—¿El tipo de los pelos de punta? —pregunto—. Creo que dejó bien calo que no nos ayudaría.

—¿Por qué eres tan negativo? Estamos proponiendo ideas y no veo que tú estés ayudando en nada. Si no tienes nada que aportar, métete la lengua en el culo.

Sus palabras me enojan y mis ojos se vuelven rojos, pero antes de que logre dar un paso hacia él, Alexander me enfrenta.

—Escucha bien, Hostring. Tú mismo lo dijiste, hay que rescatar a Jazlyn y necesitamos estar juntos en esto; deja tu problema con Adams a un lado y como dice él, o ayudas o te callas. Y tú, Adams, —Se voltea hacia él—, no lo provoques más, por favor.

—Yo no he hecho nada —farfulla por lo bajo mientras mis ojos vuelven a la normalidad—. Sacarías dijo que no se uniría a la batalla, aunque estoy seguro de que hablaba de dientes para afuera pues no es ningún cobarde. Estoy convencido de que nos proporcionará algunos hombres.

—Aun así, seguiríamos en desventaja; con muchas más posibilidades, pero en desventaja al fin —nota la princesa.

Ruedo los ojos.

—Yo puedo conseguir algunos vampiros.

—Dijiste que no podías —me recuerda el príncipe y yo cruzo los brazos frente a mí, preparándome para mis siguientes palabras y la reacción de estos tres—. Dijiste que le temían a tu padre más que a ti.

—Es cierto, pero le temen más aún al Justiciero.

Muevo mi cabeza a los lados para estirar el cuello y me deleito con el rostro confundido de los tres mientras interiorizan mis palabras. Esto va a ser divertido.
—¿Conoces al Justiciero? —pregunta la princesa y vuelvo a rodar los ojos. Qué lentos.

Voy al escritorio de la esquina, abro la última gaveta; saco el pasamontañas y la gorra que siempre uso, luego los lanzo sobre la mesa.

Los tres pares de ojos observan las prendas confundidos hasta que algo en sus cerebros hace clic. Yo sonrío.

La princesa abre los ojos desorbitados, Adams me observa entre confundido, incrédulo y enojado, una mezcla muy curiosa y Alexander se lanza hacia mí.

—Hijo de puta. —Es sencillo evitarlo, pero no tarda en regresar al ataque.

Lanza un golpe con intenciones de estamparlo en mi rostro, pero lo evito y aprovecho el momento para estamparle el mío en el estómago. Se dobla del dolor, pero se recompone rápido golpeando mi pierna que me hace perder el equilibrio y acto seguido, su puño se estrella contra mi boca.

El sabor de la sangre se extiende por mi paladar al mismo tiempo que en mi rostro aparece una sonrisa.

Sé que decirles esto me pondrá en serio peligro cuando todo termine, pero justo ahora, Jazlyn es más importante que ese secreto. Además, han intentado matarme como Sam y como el Justiciero, ¿qué más da si lo saben?

Alexander vuelve al ataque, pero Adams se interpone entre los dos.

—¡Ya basta! —grita para nuestro asombro—. No tenemos tiempo para esto, Jazlyn nos necesita en perfectas condiciones para rescatarla; si nos matamos entre nosotros, ella puede darse por muerta.

Alexander patea una de las sillas alrededor de la mesa mientras se jala el cabello intentando controlarse, yo solo me apoyo en el borde del escritorio. Adams camina hacia el ventanal y respira hondo varias veces.

—Lo siento, pero no puedo esperar —murmura para sí mismo y luego me enfrenta—. ¿El Justiciero? ¿En serio?

Me encojo de hombros sin dejar de sonreír. Definitivamente no se lo esperaban.
—¿Por qué?

—¿Porque es divertido? —pregunto como respuesta.

—Tú, Sam Hostring, uno de los vampiros más temerosos y sanguinarios de la historia; un asesino que odia a la Logia, a los Legnas, ¿qué digo? Tú odias a todo el mundo. ¿Qué mierda haces ayudándonos?

—Bueno, teniendo en cuenta que son pésimos haciendo su trabajo, alguien debe de hacerlo, ¿no? Ustedes tienen la nariz metida en sus ombligos por no decir algo peor, no ven las cosas que pasan frente a ustedes, yo solo me divierto.

—Joder, es que no entiendo. Matas sin escrúpulos y al mismo tiempo proteges a los humanos. Ayúdame a entenderlo.

—No me interesa si lo entiendes o no, Adams, no es mi problema. Lo hago porque me da la gana y punto, no necesito más razones ni el consentimiento de nadie.

Los O´Sullivan observan nuestro intercambio en silencio y con mucha curiosidad. Sé que tenemos cosas más importantes en las que concentrarnos, pero no puedo evitar disfrutar del desconcierto del lobo ante mí. Hacía mucho que no me divertía tanto.

—¿Intentas redimir tu comportamiento? —pregunta y la sonrisa de mi rostro desaparece.

—Para eso tendría que arrepentirme de algo o pensar que he actuado mal y para tu desgracia, no lo hago.

—No lo creo. Te conozco, Sam, mejor de lo que piensas. No eres tan insensible como te crees; sé que en algún lugar de tu retorcido corazón aún hay algo bueno, sino, no estarías haciendo esto.

En menos de un segundo estoy frente a él, lo cojo por el cuello de su camisa y acerco mi rostro al suyo. Él ni se inmuta.

—Hago esto por Jazlyn, única y exclusivamente por ella. Soy el Justiciero porque me da la puta gana. Es divertido ver como ustedes se rompen la cabeza intentando descubrir mi identidad, es jodidamente divertido verlos dar vueltas en círculo cuando tiene las respuestas más cerca de lo que creen.

»No soy bueno, Adams, no hay nada de bondad, mucho menos humanidad en mi interior; solo me dedico a hacer de mi larga vida algo mucho más entretenido. Además, es perfectamente satisfactorio y liberador torturar a todos esos que pasan por mis manos, verlos suplicar por sus vidas, admirar sus lágrimas de dolor y desesperación, escuchar sus lamentos, sus gritos; es simplemente embriagador.

»No hay mejor satisfacción que esa y cuando ya están a punto de morir, estregárselos a ustedes que sé que lo harán sufrir aún más, sigue siendo encantador. Y no te preocupes, tú conocerás de primera mano cómo se siente y lo bien que se me da, porque cuando todo esto termine, ese que va a suplicar por su vida, ese que me pedirá una oportunidad y que me suplicará perdón, serás tú.

»Voy a amar torturarte y, ¿sabes? He tenido trescientos años para planear las mil y una formas en las que te haré sufrir, así que puedes apostar que seré creativo, muy… creativo.

Su rostro no demuestra ningún temor ante mis palabras; sus ojos color miel mantienen mi mirada con aplomo para luego envolver sus manos sobre mis muñecas.

—No lo harás, no me matarás, ¿y sabes por qué lo sé? Porque tú lo has dicho: has tenido trescientos años para cumplir tu amenaza y no me he escondido, Sam. Siempre has sabido donde estoy, donde trabajo; no me sorprendería, teniendo en cuenta lo obsesivo que eres, que sepas donde vivo. Y aún sigo aquí, con vida, respirando la libertad.

»Si no lo has hecho en todo este tiempo, no lo harás; ni ahora, ni cuando esto acabe, ni en cien años más. No me matarás.

—Pareces muy seguro.

—Oh, sí, lo estoy —murmura con una sonrisa, pero no creo que lo piense de verdad—. Porque en el fondo, sigo siendo tu hermano mayor, porque a pesar de todo y de los años que han pasado, la conexión entre nosotros sigue ahí y sé que tú lo sientes. Estoy convencido de que sabes que en esa historia que te contó papá, hay algo que no encaja; solo tienes demasiado miedo para enfrentarte a la verdad.

Doy dos pasos hacia atrás. No quiero tocar ese tema ahora, aun así, me obligo a contestar.

—Claro, porque el querido y respetado Adams Hostring, nunca hace nada malo, porque eres un ejemplo a seguir lleno de bondad, honor y justicia, ¿no? ¿Me vas a decir ahora que tuviste una razón muy, muy importante para haber matado a mi madre? ¿Para haberla desmembrado pieza a pieza delante de mis ojos?

Un jadeo de asombro se escucha desde mi derecha. Creo que ha sido de la princesa, pero lo ignoro.

—Sí.

Lo próximo que sé es que mi puño se ha estampado contra su boca lanzándolo al suelo y esta vez es Sharon quien se interpone entre nosotros poniendo sus manos en mi pecho.

—Ya basta, Sam. Dejen eso para después.

—Vuelves a insinuar que tenías un motivo, no me importa cuál, que excuse el hecho de que hayas asesinado a mi madre y te juro que ni Jazlyn ni nadie, podrá impedir que te mate.

Alexander se acerca a Adams y le tiende la mano para ayudarlo a levantarse. Una vez de pie, el príncipe pregunta:

—¿Podemos dejar los asuntos personales para luego y concentrarnos en lo que importa?

Asiento con la cabeza a pesar de que solo quiero molerlo a golpes. Él no tiene razón; si no lo he matado aún es porque no he encontrado todavía la forma más dolorosa de ejecutarlo, pero lo haré. Juro por la memoria de mi madre, que le pondré fin a su vida porque no hay excusa que justifique semejante actuar.

—Entonces, ¿cuántos vampiros crees que puedas conseguir?

—¿Quince? —Pienso en los idiotas que han intentado capturarme por órdenes de mi padre, que por cierto, tampoco sabe que soy yo, y que por tener un día bueno los he dejado vivos, pero suficientemente aterrados como para que cada vez que necesito información, me la den sin muchos problemas.

—Quince, más diez Legnas, ¿Adams?

—No lo sé. Estoy seguro de que Lucio, Sacarías y Marcus aceptarán, el resto tendría que ver.

—Bueno, contándonos a nosotros, seríamos treinta y dos, si las hadas se nos suman, podríamos llegar a cincuenta.

—¿Contra un ejército de más de ochocientos guerreros? Algo sencillo —comenta la princesa.

—Hay muchos guerreros dispersos por el mundo en misiones lo que reduce el número, aun así, sigue siendo una cifra demasiado elevada —comenta el príncipe—. Además, la mayoría de ellos son inocentes, solo acatan las órdenes de su rey.

—Si me dices que tenemos que atacar sin matarlos, tendremos problemas, Alexander —advierto. En serio, no dudo que salga con esa idiotez.

—Si podemos evitar asesinarlos, sí, Hostring. Es mi pueblo y si puedo protegerlos, lo haré.

—Estás loco, si esto ya es una misión suicida, tratarlos como damiselas, es ponernos en un riesgo innecesario.

—Podemos usar el factor sorpresa —propone Adams y yo resoplo. No puedo creer que de verdad lo estén considerando.

—Por eso nunca han podido matarme. Son demasiado blandos —comento y los tres ruedan los ojos.

—Olvida el factor sorpresa —comenta Alexander ignorando mis palabras—. Mi abuelo sabe que defendimos juntos a Jazlyn, no confía en mí. Sabe que no la voy a dejar morir. Nos estarán esperando.

—Genial —murmuro.

Esto no puede ser peor.

 
 
 

🌟🌹🌟

Hola, ¿qué les pareció el capítulo?

Espero que les haya gustado...

Un beso bien grande 

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