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39. Lucifer

Alexander:

Hoy el día promete ser intenso.

Lo sé porque son solo las seis de la mañana y ya el rey solicita mi presencia en el Salón del Trono; además, el hecho de que sea mi madre en persona quien me da la noticia, me dice que es algo tan importante, que no le confían a cualquier Legna.

Suspiro agotado, la noche pasada fue una locura, aún no consigo entender todo lo que pasó y ahora debo enfrentarme a esto… lo que sea que signifique.

Sigo a mi madre por todo el castillo y a pesar de la hora, ya hay varios Legnas concentrados en sus quehaceres diarios. Mi teléfono suena avisando la entrada de una llamada. Lo saco de mi bolsillo, pero al no reconocer el número, cuelgo. No tengo tiempo para esto. Sin embargo, antes de guardarlo de nuevo, entra un mensaje: “Soy Adams. Contesta”.

Por algún motivo, ese mensaje me pone alerta, así que cuando vuelve a sonar, me excuso con mi madre. Sé que no le gusta la idea, pero esto es más importante.

Tengo un mal presentimiento.

—¿Qué sucede? —pregunto sin rodeos, definitivamente no me llama para saber cómo estoy.

—Jazlyn ha sido secuestrada.

—¿Qué?

Sus palabras hacen eco en mi cabeza mientras me apoyo contra la pared pues unas repentinas flojeras en las piernas amenazan con hacerme caer. El corazón se me sube a la garganta y late desesperado, las manos me tiemblan y un nudo en el estómago parece querer arrancarme la cordura.

No puede ser.

—Olivia me ha llamado hace un minuto. Alrededor de las cuatro y media de la mañana, dos hombres entraron a su habitación y se la llevaron sobre su hombro. Según ella tenían los ojos amarillos y las orejas largas con mucho bello en el rostro.

—Hombres lobos por mordedura.

—Sí, eso mismo pensamos nosotros. —Su voz denota preocupación, tanto como la mía.

—¿Nosotros? —Hace una pausa y luego de un suspiro, responde:

—Estoy con Sam.

¿Y no se están matando?

¿Qué tanto significa Jazlyn para el vampiro como para que deje a un lado su venganza?

Sacudo la cabeza; eso ahora no es importante.

—¿Cómo está Olivia?

—Traumada, pero bien. Su padre, sin embargo, no tanto. Intentó defender a Jazlyn, pero terminó con un golpe bastante feo en la cabeza, está en el hospital.

—¿Creen que fue Cristopher?

—¿Quién más? Necesitamos que vengan, tenemos que hacer un plan. Debemos rescatarla.

—Ahora no puedo. El rey ha pedido verme, creo que es algo importante. Desde que pueda te llamo.

—De acuerdo, mientras tanto veremos qué podemos hacer para averiguar dónde está.

—¿Adams?

—¿Sí?

—Llama a Sharon para que vaya al hospital a ver si puede hacer algo por el señor Lautner.

—Lo haré.

Cuelgo el teléfono y con el corazón latiendo a mil y la rabia corriendo por mis venas, ingreso al Salón del Trono. Mi padre y mi abuelo me están esperando; mi madre no está por todo esto.

—Disculpe la demora, alteza. —Hago una leve reverencia esperando el sermón por mi impuntualidad, por eso me sorprende tanto su respuesta:

—Da igual. —Entrecierro los ojos en su dirección—. ¿Te preguntarás por qué te he llamado a esta hora? —Asiento con la cabeza—. Hoy serás testigo de uno de los acontecimientos más gloriosos para nuestra raza, Alexander.

Llámenme paranoico, pero esa frase no me gusta. Mucho menos el tono.

—Eres nuestro Legna más poderoso, nuestro mejor guerrero y el príncipe de nuestra raza. Ya es momento de que comiences a familiarizarte con los asuntos más importantes del reino.

—Me parece bien, señor.

Y lo digo en serio. Me han tenido toda la vida prácticamente a la sombra de los asuntos más relevantes. Enviándome a misiones y misiones, pero nada que otro guerrero bien entrenado no pudiera hacer.

—Hay una profecía, una muy antigua que data del año 1816.

¿Profecía? No sé lo que me esperaba, pero definitivamente no era eso.

Espera, ¿1816? ¿Por qué no me sorprende que sea de esa época? Es uno de los últimos años del reinado de Hazir… Lirba Asim, destronó al rey en 1817.

—Deja que te haga una pequeña historia, Alex. Siéntate por favor.

Suspiro profundo preparándome para lo que sea que viene pues estoy seguro de que nada bueno es y solo espero que no demore tanto porque la preocupación por Jazlyn y este mal presentimiento, no me dejará concentrarme demasiado tiempo.

—Edward —llama a mi padre—. ¿Por qué no te aseguras de que todo esté en orden ahí abajo?

Las miradas que se dedican antes de que mi padre asienta con la cabeza en acuerdo, no me gustan nada. Una vez que estamos solos en el salón, mi abuelo me mira con una sonrisa.

—Esta profecía se divide en dos partes, por decirlo de alguna manera. Una inicial, donde habla sobre lo que tiene que suceder para que se cumpla lo que muestra la segunda.

Frunzo el ceño sin entender nada.

—¿Dónde está esa profecía?

—Bien guardada, te la mostraré en otro momento—. Asiento con la cabeza—. Lirba Asim… —Mi abuelo hace una pausa mientras me observa detenidamente.

No sé qué cara debo tener ahora, supongo que toda la sangre ha sido drenada de mi rostro pues la mención de ese nombre me ha tomado desprevenido. Mi corazón late acelerado contra mis costillas, la garganta se me cierra y siento el cuerpo tan tenso y a la vez tan débil que creo que en cualquier momento me dará algo. Aun así, me obligo a mantener la mirada en la de mi abuelo.

Tengo la sensación de que él tiene las respuestas a las preguntas que me atormentan desde hace tantos días.

—El Capitán del Ejército Rojo, uno de los mejores guerreros de esa época. Todo comienza con él y su novia, Maira Roirep

Trago saliva y me obligo a prestarle toda mi atención.

—¿Has escuchado hablar de la reencarnación? —Ay, jodida mierda. Asiento con la cabeza—. Perfecto. La profecía habla sobre cómo ese guerrero traiciona a su pueblo, se convierte en el monarca y gobierna no solo a New Mant, sino también al submundo durante aproximadamente dos semanas y casi a los Legnas.

—¿Qué?

—Sí, bueno, esa es una pequeña parte de la historia que por algún motivo nuestros antepasados decidieron dejar en el olvido. Su novia, esa que asesinó a la princesa días después de haber adquirido el trono, fue su aliada, la otra pieza en el rompecabezas. A diferencia de Lirba, ella era una criatura sobrenatural, única en su especie, la criatura más poderosa que ha caminado sobre la tierra. Descendiente de cuatro criaturas, un ángel, un Legna especial, un humano y un Nefilim.

—¿Legna especial? —No pienso quedarme con dudas.

—Uno con la marca incompleta.

—Como Isabel. —Él asiente con una sonrisa y si ya estaba preocupado, ahora lo estoy más.

Jazlyn es la nieta de Isabel.

Yo estoy relacionado de alguna forma con Lirba y aunque tenía la duda de qué relación tendrían Jazlyn y Maira, ahora estoy convencido de que toda esta historia va más allá de lo que mis sueños me mostraban.

—Juntos, lideraron un ataque para hacerse con el reino, por suerte, ambos murieron en el intento; sin embargo, la profecía muestra que eso debía pasar para lo que sucedería después. Lirba había aceptado un trato, uno que selló posteriormente desde el infierno y que le prometía regresar a la vida cuando todos los otros sucesos hubiesen ocurrido. Adquirió una marca, justo donde nosotros la tenemos. La marca de un guerrero, pero a diferencia de la mía, esta estaba invertida.

No se me escapa el detalle de se refiere a su marca, no a la nuestra; me está excluyendo, lo que me da a pensar que las acusaciones del Justiciero, son más reales de lo que me gustarían.

—Entonces sí sabías lo de la marca invertida. Le mentiste a la Logia.

—Esto va mucho más allá de la Logia, Alexander.

—¿Eso quiere decir que Lirba se convirtió en un Guerrero? Eso es imposible, solo los Arcángeles o la Fuente Sagrada pueden crear a un Legna.

—¿Y qué crees que es Lucifer?

¿Lucifer? Imagino que mi rostro muestra mi total desconcierto pues él sonríe.

—¿El Diablo?

—El Arcángel.

—Cayó, fue el primer y único arcángel en caer junto con el resto de los Grigori y en ese momento dejó de ser un arcángel. Fue el único sobreviviente de la lucha entre los Legnas contra los ángeles y los Nefilim porque es técnicamente imposible matar a un arcángel y por eso ahora vaga en el infierno. Es el diablo.

—Nosotros le pusimos ese nombre, Alex, pero nunca ha dejado de ser un Arcángel y sí, convirtió a Lirba en un Legna, uno muy poderoso.

—Solo los descendientes de San Miguel pueden ser Guerreros. Fuimos creados por él. Somos los hijos de tres arcángeles, Lucifer no entra en esta ecuación.

A estas alturas estoy gritando, de pie, caminando de un lado a otro como león enjaulado porque esto cada vez se pone peor. Ni siquiera sé si quiero seguir escuchando, toda mi realidad se está resquebrajando por segundos.

—Por eso no era un Legna común y corriente, era más poderoso. Era único dentro de su especie.

Como yo…

Siempre he sido diferente, asombrosamente más poderoso que mis semejantes.

—¿Por qué Lucifer haría eso? —pregunto intentando controlarme, necesito todas las respuestas posibles.

—Llegaremos a eso, debo seguir con la historia. —Hace una pausa como si estuviese ordenando sus ideas—. Ya estaba digamos que la primera fase del plan del Arcángel, pero aún había circunstancias que debían darse antes de que todo se desatara.

»Treinta y dos años después, otra criatura como Maira nació y en 1870, los vampiros, Cristopher Hostring para ser exactos, se hicieron con ella. Mis fuentes dicen que su nombre era Mía, su rostro era completamente idéntico al de Maira y tenían el mismo poder. Fue su primera reencarnación.

Mía…

Una criatura igual que Maira…

Otra mujer con el rostro de Jazlyn…

Y de repente, la imagen de Sam el día que conoció a Jazlyn, viene a mi mente. Él la confundió con otra persona… la llamó Mía.

Miro al techo como si de esa forma pudiera reunir la fuerza necesaria para continuar con esto.

—¿Qué más?

—Bueno, según la profecía, su misión era liberar a un vampiro de su maldición. Hacerlo inmune al sol.

—Sam Hostring. —Asiente con la cabeza—. ¿Para qué?

—Llegaremos a eso. —Esa puñetera frase está sacándome de mis casillas. Es como si me estuviese dando de largo.

—Espera un segundo, ¿1870? Un año después los vampiros comenzaron a caminar bajo el sol. No solo Sam. Por ese motivo se creó la Logia.

Asiente con la cabeza.

—¿Sabías el motivo por el que los vampiros salieron al solo y nunca dijiste nada? —pregunto alucinado—. ¡Llevamos ciento cuarenta y nueve años intentando averiguar qué sucedió en esa época para evitar otro suceso como ese, ¿y tú lo has sabido todo el tiempo?!

Camino hacia él, furioso como pocas veces. ¿Cómo se le ocurre esconder algo cómo eso? Apoyo mis manos en el reposabrazos del trono y acerco mi rostro al suyo sin importarme quién es.

—Tenías la respuesta, supongo que todos los reyes pasados también lo sabían y ¿has permitido que demos vueltas en círculos por años? ¿Cómo pudiste hacer eso?

Mi voz es ronca, amenazante, enojada y aun así él ni se inmuta.

—Ten cuidado cómo me hablas, Alexander. No tolero esa falta de respeto de nadie, ni siquiera de mi nieto.

Me alejo de él con los puños apretados a mis costados, con unas ganas irrefrenables de golpear algo y haciendo un esfuerzo sobrehumano para no hacerlo.

—¿Por qué los vampiros volvieron a la oscuridad y Sam Hostring aún se pasea a sus anchas?

—Eso no lo sabemos. Ni siquiera los vampiros lo saben, creemos que solo el menor de los Hostring tiene ese conocimiento, pero se niega a compartirlo.

—¿Cómo funciona? Es decir, ¿qué hizo esa criatura para darles inmunidad al sol?

—Su sangre era especial. Todo su poder provenía de ella, incluso, a pesar de que ella era un Legna pues era descendiente real de uno y poseía una bash, tenía algo así como una varita que se alimentaba de su sangre y le permitía usar ranas nunca antes vistas por los Legnas.

El pulso de Jazlyn viene a mi mente, cómo se transformó en una varita y lo usó para acabar con todos esos vampiros.

—¿Qué más?

—La chica se quitó la vida y los vampiros volvieron a la oscuridad —responde como si nada—. El segundo elemento esencial para el plan del diablo estaba listo. Solo quedaba el tercero. En 1999, un niño con el mismo rostro del guerrero nació. Su primera reencarnación y en el 2000, el híbrido reencarnó por segunda vez.

En 1999 nací yo.

En el 2000 nació Jazlyn.

—¿Ese niño se convirtió en un Legna? ¿Tenía la marca invertida?

—Sí y sí.

—¿Quién es? —Ya sé que soy yo. Aunque Adams no me lo hubiese confesado, hoy no me habría costado mucho trabajo darme cuenta; aun así quiero saber su respuesta.

—No lo sabemos.

Me río. Simplemente no lo puedo evitar y aunque comienza suave, se convierte en una carcajada contentiva de tantas emociones que me abruman.

—No sabes. ¿Y de verdad crees que me lo voy a creer? Sabes tantas cosas que ocurrieron hace cientos de años, cuando ni siquiera estabas vivo, ¿y me vas a decir que algo que sucedió en tu reinado no lo sabes? ¿De verdad crees que voy a creer que algo tan insólito como que un Legna con la marca invertida, pasó desapercibido ante tus ojos?

—¿Me estás llamando mentiroso?

Quiero decirle que sí, contarle todo lo que sé. Acusarlo de traición porque no tengo ninguna duda de que trabaja con Cristopher pues no creo que exista otra forma de conocer tantos detalles sobre la tal Mía, si no es de esa forma. Quiero asegurarme de que sepa que nada de esto se va a quedar así, pero me contengo. Mantengo el silencio pues necesito que confíe en mí, en mi lealtad si quiero saber el resto de esa profecía.

—Claro que no, alteza. Lo siento, solo estoy un poco conmocionado. Es demasiada información.

—Más te vale. —Hace una pausa y continúa—: La profecía no se puede cumplir, Alexander. Lo que pasará, no es nada bueno y no podemos permitirlo.

—Estoy de acuerdo con eso, ¿pero qué se supone que sucederá?

—Ya llegaremos a eso. —Claro, pero yo tengo la sensación de que no me dirá nada—. Será una batalla dura, como Legnas sabemos que todas las profecías hasta ahora se han cumplido. Es la palabra, la decisión de Dios y es imposible evitarla; pero debemos hacer hasta lo imposible, aunque debamos tomar medidas drásticas. Una de las tres criaturas debe morir.

—¿Qué?

—Por años he pensado que si nos deshacíamos del menor de los Hostring, estaríamos a salvo; pero es escurridizo, así que es tiempo de concentrarnos en las otras dos opciones. El guerrero y el híbrido.

»El guerrero es uno de los nuestros, a no ser que sea necesario, él estará a salvo, así que será el híbrido. Pero antes de matarla, hay una parte de la profecía que debe cumplirse.

Intento no reaccionar ante la idea de matar a Jazlyn y el hecho de que justo ahora ella esté desaparecida.

—¿A qué te refieres?

—¿Estás conmigo, Alexander? Esta sería la misión más importante de tu vida. Tú la matarás.

En sus sueños.

—Mi deber está con mi pueblo, alteza. Si esa criatura nos pone en peligro, yo me encargaré de matarla.

—Perfecto porque en estos momentos está en nuestros calabozos.

¿Qué?

¿En nuestros calabozos?

¿La secuestró él?

Mi corazón late con fuerza ante esa declaración, pero poco a poco una rabia que no he sentido nunca amenaza con hacerme perder el control. Intento tranquilizar mi respiración, abro y cierro mis puños mientras aprieto mis dientes. Su mirada analiza cada uno de mis movimientos y a pesar de que quiero mantenerme impasible, no lo consigo. No puedo dejar que le haga daño, ella no se lo merece. Solo es una víctima más en el juego del destino.

—Sígueme, Alex. Te llevaré a conocer a la criatura más poderosa que existe.

Sin esperar respuesta por mi parte, sale de la habitación y cuando me siento capaz de no lanzarme contra él, lo sigo. Necesito permanecer sereno, ver en qué condiciones está y qué tanta vigilancia tiene para poder rescatarla.

—¿Recuerdas a Nick Holt, el hijo de Isabel?

—Sí.

—Bueno, él es su padre biológico. Y Eliot, el esposo fallecido de Isabel, era un ángel, lo que convierte a Nick en un Nefilim. —Intento mostrarme sorprendido ante su declaración—. Asombroso, lo sé, ni siquiera sabemos cómo es que un ángel pudo tener un hijo cuando Dios les arrebató el don de la concepción. Solo sé que es así. Bueno, esta criatura es hija de él con una humana.

—Espera, si eso es así, es nieta de Isabel. ¿Estás dispuesto a matarla?

—Es por un bien mayor, Alex.

—¿Y no le dirás nada a Isabel?

—Ella piensa que está muerta; si no lo sabe, no le dolerá.

Oh, Dios. ¿Ha sido así toda la vida? ¿Cómo no me di cuenta de lo despreciable que es? Ha vivido toda la vida enamorado de ella, aun cuando Isa no le ha correspondido, ¿y es capaz de hacerle esto?

—Tienes un punto —respondo a pesar de que odio todo esto—. ¿Qué parte de la profecía quieres que se cumpla? —pregunto al recordar que no respondió hace un rato.

—Dice que le dará poder y fuerza a la raza pura. Necesitamos esa fuerza para seguir con nuestra misión. Una vez que todos nuestros guerreros hayan entrado en contacto con su sangre, la mataremos pues no podemos permitir que el resto se cumpla.

—¿Qué es el resto?

—Ya llegaremos a eso. —Resoplo. Ya sé que no tiene intenciones de decirme nada—. Llevo buscando al híbrido desde que Nick murió, pero se aseguró de esconderla bien. No fue hasta hace unos días que la encontré.

—¿Y cómo la capturaste?

—Detalles insignificantes, no te preocupes.

Claro, teniendo en cuenta que fueron lobos quienes la sacaron de su casa y que en la Sociedad Sobrenatural todos los lobos son puros, estoy convencido de que recibió ayuda del Submundo, más específicamente de Cristopher Hostring que es quien los lidera. Y por supuesto, eso no me lo puede decir.

Una vez nos adentramos a los calabozos, me sorprende ver la cantidad de guerreros estratégicamente dispuestos para evitar que pueda escapar.

—¿Es necesaria tanta seguridad?

—No lo sé, dímelo tú… después de todo la conoces y la has visto luchar.

Me detengo mientras mi corazón se dispara. Lo sabe, aunque si trabaja con Cristopher, es lógico que él se lo haya contado.

—¿De verdad creías que no lo sabría?

—¿Sabes que acabas de confirmarme que trabajas con Cristopher Hostring? —Se encoge de hombros.

—A veces, para lograr nuestros objetivos, hay tomar riesgos necesarios.

—¿Y esos riesgos también incluyen atacar a las criaturas que juraste defender para conseguir esa Piedra Sagrada?

—Eso no es cierto, son acusaciones del Justiciero para ponernos uno contra el otro. Nunca sería capaz de atacar a las hadas cuando puedo preguntar. Son nuestras aliadas.

Permíteme durar. Ya no le creo nada.

—¿De qué conoces a la chica?

—Jazlyn Lautner, nos pediste a mi hermana y a mí ir al interrogarlo de la Logia porque ella alegaba que el Justiciero la había salvado de un ataque de vampiros.

—¿Fue ella? Sabía que su nombre me sonaba de algo. ¿Y qué relación tienen como para protegerla?

—Ninguna —miento y sé que me creerá a pesar de que intenta comprobar si digo la verdad escuchando los latidos de mi corazón. He sido entrenado para mentir por si era capturado y torturado. Soy el mejor—. Salvo el día del interrogatorio, el Juramento de Sangre y cuando nos enteramos de que era un Legna pues ella tiene la marca de San Miguel y una bash, no la conozco de nada.
—¿Por qué la salvaron?

—Porque soy un Guerrero y mi trabajo es proteger a los míos. Sharon y yo salimos a cenar, cuando nos íbamos nos tropezamos con Cristopher y un mini ejército intentando capturarla. Solo hicimos lo correcto.

—¿Y Sam? Lucharon codo a codo, incluso Adams Hostring. Tengo entendido que fue una batalla entretenida.

—No tenía idea de por qué Sam quería protegerla hasta que me contaste de la chica, Mía. Adams es de la Logia, estaba haciendo su trabajo.

—Yo no he dicho que esa chica y Mía tenían el mismo rostro.

—Yo tampoco lo he dicho; pero no soy tonto abuelo, sé atar cabos. Mía y Maira comparten el mismo rostro y el mismo poder. Mía tiene una varita que se alimenta de su sangre, Jazlyn también. Has hablado de una segunda reencarnación. Es fácil sumar dos más dos.

—Entonces no tienes ningún problema en matarla.

Hago silencio por unos segundos hasta asegurarme de que mi voz saldrá normal.

—No soy un asesino, pero soy el futuro rey de los Legnas; he visto lo que esa chica puede hacer y estoy convencido de que del lado equivocado, podría ser un enemigo al que no me gustaría enfrentar. Mi deber es proteger a los míos, si para eso tengo que matarla, puedes apostar que lo haré.

Y a pesar de que estoy convencido de que nunca la mataría, tengo la sensación de que mis sentimientos deberían ir acorde a mis palabras, más si hay una profecía de por medio.

No sé si me cree y justo ahora, me importa menos de lo que debería, pero no puedo evitar el alivio al ver cómo me pide que le siga.

Nos adentramos a la parte más oscura y peligrosa de los calabozos, aquella en la que encerramos a las criaturas del Submundo que por sus delitos, son condenados a muerte y con cada paso, siento cómo la piel se me eriza. Soy consciente de cómo se tratan a los reclusos; no es algo que me guste ni de lo que me sienta orgulloso, pero hay cosas como príncipe que no puedo arreglar. Es por eso que tengo miedo de lo que voy a encontrar detrás de esa puerta custodiada por cuatro Legnas.

Mi abuelo entra a la habitación y luego de reunir el valor, atravieso la entrada sintiendo enseguida cómo el frío del lugar me envuelve.

La habitación es pequeña, alrededor de tres metros cuadrados, fría, con el suelo de barro y bastante oscura. Solo hay una bombilla en el techo y debajo de ella, Jazlyn. Entripada en agua, arrodillada en el suelo con las piernas sucias y envuelta únicamente en un fino juego de dormir que ahora está manchado de sangre y tierra.

Tiene las manos extendidas a cada lado y en las muñecas, unos grilletes atados a unas cadenas fuertemente incrustadas en la pared. Una manera perfecta de evitar que forme la vara y acabe con todos en este lugar.

La cabeza la tiene colgando hacia abajo, mechones de su cabello rosa caen impidiéndome ver su rostro, pero las heridas en sus brazos y piernas me dicen que está muy herida.

Un nudo se me forma en la garganta y por un momento creo que voy a vomitar. Las lágrimas se acumulan tras mis ojos y mi corazón late acelerado mientras mi mente solo reproduce una idea… voy a matar a todo el que se haya atrevido a tocarla.

Trago fuerte.

—¿Qué le han hecho? —Mi voz suena fría, amenazante, tanto que ni siquiera yo la reconozco.

—Digamos que dio buena resistencia. Es pequeña, pero buena peleando. Hemos intentado quitarle el pulso, pero no sale. Probamos alicates, corta hierro, fuego, pero nada. No hay forma de sacarlo.

En su muñeca izquierda veo las marcas de las heridas ocasionadas al intentar quitarle el pulso, tiene hasta quemaduras bastante graves.

—Como te decía ahí fuera, su sangre puede hacernos mucho más fuertes y no te imaginas lo increíble que se siente cuando corre por nuestras venas. Te diría que puedes probarla, pero lo siento, chico. Tu sangre y la de ella no pueden entrar en contacto pues estaríamos cumpliendo parte de la profecía.

—¿Mi sangre?

—Eso no es importante.

Un guerrero entra a la habitación, mi abuelo asiente con la cabeza y antes de que pueda hacer algo, le tira un cubo de agua encima. Por las gotas que me salpican, sé que se trata de agua fría, muy fría.

—¿Por qué la torturas?

—Ah, sencillo. Inyectarnos su sangre funciona solo por unas horas, minutos en dependencia del Legna, algo así como sucedió con los vampiros. Pero tal y como Sam es inmune al sol, tiene que haber una forma para que nuestra fuerza sea eterna, pero se niega a decírnoslo.

Jazlyn levanta la cabeza poco a poco y al ver su bonito rostro desfigurado y el dolor reflejado en sus ojos, no puedo evitar apartar la mirada. ¿Era necesario ser tan cruel?

—Buenos días, señorita Lautner. ¿Está dispuesta a conversar conmigo?

Me obligo a mirar a la chica que me ha robado el corazón y solo quiero correr a ella, sacarla de aquí y abrazarla hasta que los recuerdos de las últimas horas desaparezcan.

—No… sé… nada… —Su respiración está entrecortada y el ligero castañeo de sus dientes, más el color azulado de sus labios me dice que está entrando en hipotermia. La van a matar—. Y… y aunque… supiera… pri…mero muerta… antes de decirte… algo.

Su mirada llena de odio pasa a mí y puedo ver el segundo exacto en el que me reconoce. Incredulidad, dolor, rabia y decepción cruzan su mirada al intentar descubrir qué demonios hago aquí y por nuestra última conversación, estoy convencido de que ha llegado a la conclusión equivocada.

Una lágrima corre por su mejilla y yo siento cómo el corazón se me parte en mil trocitos. No puedo ver esto.

Mi abuelo le hace una seña al hombre y este llama a otro guerrero. El primero se acerca a Jazlyn y a pesar de que ella se retuerce intentando alejarse dañando aún más sus muñecas, el hombre consigue sujetarle una mano, mientras el otro, que reconozco como Jerard, se les acerca con una jeringuilla. Sin ningún tipo de cuidado, encaja la aguja en su maltratado brazo y le extrae sangre.

—¿Qué hacen? —pregunto dando un paso al frente, pero mi abuelo me sujeta por una mano.

Jerard le tiende la jeringa al rey quien, luego de agradecer, se la inyecta.

Pensaba que pocas cosas lograrían sorprenderme tras los sucesos de los últimos días, pero ver cómo la sangre de Jazlyn se hace visible a través de la piel arrugada de mi abuelo mientras recorre cada vena de su cuerpo, más el incremento desmedido de su poder, me dejan alucinando.

¿Qué demonios?

—¿Lo has sentido? Ahora imagínate esto todo el tiempo, en cada uno de nuestros guerreros. Seríamos invencibles, Alex, podríamos erradicar al Submundo, proteger a los humanos. Solo necesitamos que ella nos diga cómo hacer para que sea permanente y para eso te necesito aquí. Tú la conoces, tal vez ella te cuente a ti.

—¿Piensas que me dirá algo después de torturarla?

—Pues si no lo dice por las buenas, será por las malas, pero hablará. Tú decides cómo lo hacemos, o le sacas la verdad o se la sacamos nosotros. Aunque supongo que si ella no te interesa, no te importará qué vía usemos.

Lohan, con una sonrisa divertida que deja claro que no confía en mí y que me está probando, golpea mi espalda y se da la vuelta con intenciones de salir, pero antes de llegar a la puerta, la voz de Jazlyn lo detiene:

—Te voy a matar. —Es apenas un murmullo, pero la amenaza es clara—. Aunque sea lo último que… haga en esta tierra… te voy a… matar. A ti… y a tu familia y me voy a divertir… mucho.

—Me gustaría verte intentarlo, cariño.

Jazlyn, aun sabiendo que no puede soltarse, jala las cadenas con todas sus fuerzas sin importarle el daño que se hace y mi corazón sube a la garganta y sí, doy dos pasos hacia atrás, cuando sus ojos se ponen rojos.

Mi abuelo retrocede también y los dos guardias se ubican frente a él. Jazlyn vuelve a tirar de las cadenas y un poco de polvo sale de su sujeción en la pared. Vuelve a tirar una y otra vez y con cada segundo que pasa, la creo capaz de soltarse, sin embargo, la estupefacción de los cuatro, nos impide hacer algo para evitarlo.

Por suerte o por desgracia, los ojos de Jazlyn vuelven a la normalidad y ella cae al suelo desplomada.

Sin importarme una mierda el rey, corro hacia ella a tiempo de evitar el golpe. Con cuidado, la ayudo a sentarse, pero cuando se da cuenta de lo cerca que estoy, intenta alejarse. Se revuelve con tanto ímpetu que yo me pregunto de dónde puede sacar tanta fuerza.

—¡Suéltame! ¡No me toques!

—Jaz, tranquila, por favor. —Escucho la puerta cerrarse tras de mí mientras intento evitar que se siga moviendo y haciendo daño.

—Me traicionaste, lo sabía. Sabía que pondrías a tu gente sobre mí. Soy… soy una estúpida.

Con una de mis piernas inmovilizo las de ella y con mis manos acuno su rostro mientras sacude sus brazos. Con cada movimiento siento como su fuerza va mermando.

—Jaz, mírame… ¡Jazlyn! —Mi grito la sobresalta a tal punto que sus bonitos ojos buscan los míos—. No te traicioné, no les dije nada. Acabo de enterarme de que estabas aquí.

—Mentira. —Me duele que desconfíe de mí, pero sé que me lo merezco; nunca le he dado motivos para que lo haga.

—No, pequeña. Cristopher se lo contó a mi abuelo, él te secuestró. Yo no hice nada.

—Tú me dijiste que tu pueblo estaba primero que yo, tú me dijiste que si era un peligro me ibas a entregar. —Otra lágrima cruza su rostro y yo solo quiero llorar también.

Me duele tanto verla así.

—No lo hice, Jaz. No te he traicionado, ni lo haré. Nunca. Tienes que creerme. Sam y Adams me llamaron, ellos piensan que Cristopher te secuestró, ellos piensan que él te tiene.

—¿Juntos? Tengo que salir de aquí, Alex. Se van a matar, Sam va a matar a Adams y no se lo puedo permitir.

Intenta levantarse de nuevo, pero esta vez me resulta más fácil tranquilizarla.

—No lo harán. Por más raro que me parezca, mientras tú estés en peligro, Sam no hará nada. Así que tranquilízate.

—Mi padre… golpearon a mi padre. Necesito…

—Está vivo.

—¿Por qué eso no me consuela? ¿Cómo está?

—Está en el hospital, es lo único que sé, pero tú tranquila. He enviado a Sharon para que lo atienda.

Asiente con la cabeza y su cuerpo se relaja, pero en seguida empieza a temblar.

Sin pensarlo dos veces la atraigo a mi cuerpo y como puedo, cuidando de no hacerle más daño del que ya le han hecho, la abrazo intentando hacerla entrar en calor. Las convulsiones de su cuerpo y su temperatura tan fría, me asustan. Y cuando rompe a llorar, mis lágrimas salen también sin control.

—Lo siento, Jaz, lo siento. No deberías pasar por esto.

Beso su cabeza repetidas veces procurando calmarla, consolarla, quitarle de algún modo su dolor. Y a pesar de que no soy un Sanador, meto la mano en mi bash y rezo para que una de sus piedras venga a mí. Cuando siento el ligero roce, la saco. Por detrás de su delgado cuerpo, la golpeo contra el adaptador y cuando el halo de luz aparece, introduzco mi mano y saco dos hojas verdes.

No tengo idea de qué son o para qué sirven, pero supongo que peor es nada, además, confío en las runas totalmente. Ellas saben lo que hacen.

—Mastica esto, te sentirás mejor.

—¿Me vas a sacar de aquí? —pregunta luego de masticarlas.

Sus ojos me observan con un gesto de súplica que me llega al corazón.

—¿Sabes cómo lograr lo que quieren? —Intenta alejarse, pero no se lo permito—. Escúchame, me importa una mierda si lo sabes o no, no me malinterpretes, pero si lo sabes, no se lo digas. Bajo ningún concepto, ¿ok? Yo te sacaré de aquí, lo prometo.

—No sé nada.

—Él no te va a creer, te va a torturar; será feo, Jaz, pero tienes que resistir. Yo iré con los Hostring, planearemos algo y te sacaremos de aquí.

—¿No lo harás ahora?

—Cariño, no saldríamos vivos de aquí.

—Libérame los brazos, si uso la serta…

—Jaz, la última vez que usaste esa cosa, perdiste el control. No soy Sam, no sé lidiar contigo así, además, ahí fuera hay personas inocentes que no puedo permitir que les pase nada. Pero te lo juro, te sacaré de aquí.

—Es tu abuelo —murmura.

—Es un traidor y tiene que pagar.

Asiente en acuerdo.

—Jaz, tienes que resistir, tienes que esperar por mí. No tardaré mucho, te lo prometo.

Sus bonitos ojos me observan con tristeza y espero que en los míos pueda encontrar la convicción de que, así sea lo último que haga, la sacaré de aquí. Necesito que al menos una vez confíe en mí y resista hasta que regrese por ella, así que, no muy convencido de que mis ojos le den la seguridad que necesito, acuno sus mejillas y la beso.

Sabe a sangre y a lágrimas, aun así, saber que es ella, que son sus labios y que me devuelve el beso con el mismo sentimiento, provoca en mí cosas que nunca antes había sentido. Me deleito con el tímido movimiento de su lengua, en los suaves sonidos que salen de ella entremezclándose con nuestras respiraciones hasta que poco a poco se separa buscando aire. Creo que a partir de hoy solo podré soñar con el momento en que la pueda volver a besar.

—Regresaré por ti. Lo juro.

Deposito un casto beso sobre sus labios y salgo de la habitación con el corazón en un puño.

Dale fuerzas, Dios mío, permítele resistir hasta que regrese.

🌟🌹🌟

HOLA, HOLA!!!

¿Qué les pareció el capítulo?

Espero que les haya gustado.

Pobre Jaz, no es fácil todo lo que le sucede. Por suerte tiene a tres hombres que harían lo que sea por protegerla.

Besos gigantes ❤
 

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