Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

38. Secuestro

Jazlyn:

Saber que los tres, bueno, cuatro, porque Sharon hace lo que su hermano hace, han decidido trabajar juntos para protegerme, es un gran alivio. Por lo menos ahora no tengo que estar pendiente de si se quieren matar el uno al otro y podré preocuparme por lo que la maldita serta ha hecho conmigo. 

¡Casi mato a Sam!

Puede que yo lo quiera vivo, pero en ese momento solo tenía una cosa clara, Sam Hostring debía morir y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para conseguir mi objetivo. Estaba fuera de mí, la rabia bullía en mis venas; sentía la sangre literalmente recorrer todo mi cuerpo y cómo, con cada gota que salía de mí, me sentía más fuerte… menos yo. Y eso me asusta como el demonio, dudo mucho que vuelva a ser capaz de usar esa cosa de nuevo.

Lo único que no me agrada de esta alianza es ver cómo ninguno de los tres me quiere dejar sola. Deberían ver la cara de estupefacción de Sacarías cuando nos ve llegar a los cinco. Incluso Sam, que se supone que no se debe acercar a nadie de la Logia porque lo quieren muerto, se niega a marcharse y eso que le insisto bastante. Pero bueno, parece que en cuanto a mi seguridad se refiere, no tengo voz ni voto; eso sí, decido no acercarme a ninguno y en su lugar me pego a Sharon como si fuera mi amiga de toda la vida.

Tienen que entenderme, si me acerco a Adams, capaz que Sam se vuelva loco; si me acerco al rubio, bueno, ni Alexander ni mi amigo confían en él, así que lo más probable es que se repita el desmadre y estar cerca de Alex… no lo sé, no quiero responder ni una pregunta más, así que decido mantener distancia. 

En un momento pienso que Sacarías hará sonar todas las alarmas sobrenaturales para que vengan a arrestar a Sam, pero cuando Adams le dice que es una larga historia, se calma un poco, eso sí, las miradas de desconfianza al vampiro, no cesan.

Alexander y su hermana se han mantenido en silencio, ni una sola pregunta a pesar de que Sacarías fortalece el hechizo de ocultamiento que desgraciadamente no servirá de mucho. Al parecer en este punto, es imposible ocultar mi poder.

—Tienen que sacarla del país, llevársela hacia el fin del mundo si es necesario —ordena Sacarías—. Jazlyn está en peligro y con ella el resto del mundo. Si su poder cae en las manos equivocadas, estaremos bien jodidos.

¿Irme del país? Están locos si piensan que lo haré; sin embargo, no me da tiempo a negarme porque Sam interviene.

—De acuerdo, yo me la llevaré de aquí y…

—Estás loco si piensas que dejaré que te la lleves a cualquier lugar —le interrumpe Alexander poniéndose de pie. Ay, madre.

—¿Y te la vas a llevar tú? No me hagas reír, Alexander —comenta burlón—. Eres el principito de tu raza, no los puedes abandonar. No, es más… no los puedes traicionar huyendo al fin del mundo con la criatura más buscada por querer protegerla. ¿O me equivoco?

Ver cómo Alexander aprieta los labios y no niega las palabras del vampiro, duele… duele mucho porque sí, no lo voy a negar, siento algo por él y hasta ahora es el único que no parece completamente a bordo. Y a pesar de todo, lo entiendo; tiene responsabilidades, obligaciones que no puede ignorar.

—Yo no podré, pero antes de permitir que se vaya contigo, lo hará con Adams.

Los ojos repentinamente rojos del vampiro hacen que me ponga de pie y me pegue a su brazo. No se me escapa la mirada de desaprobación de Alexander, pero por lo que veo, soy la única aquí capaz de anclar la humanidad de Sam en su cuerpo, así que se joda si no le gusta.

—Él tampoco puede. Está ligado a un Juramento de Sangre y desde que se enteren de que ha huido, al de los pelos locos le ordenarán encontrarlo y le será absurdamente rápido hacerlo.

—¡Tú, muchacho, trátame con más respeto! —exclama el brujo.

—Jazlyn también hizo el juramento. —Nos recuerda Sharon.

—Exacto, he hecho el juramento, así que me encontrarán; no pienso irme de aquí.

—Sí lo harás. —Esta vez es Adams el que habla.

—¿Y quién me va a obligar? ¿Ustedes?

—Sí —dicen los tres a la misma vez aumentando mi cabreo, pero consiguiendo una risita de parte de Sharon.
 
Respiro profundo intentando calmarme y aclarar mis ideas.

—Adams, tú dijiste que soy como un faro, que cada ser sobrenatural se siente atraído por mi poder, que vendrán a mí atraídos por su intensidad. —Mi amigo asiente con la cabeza—. Sacarías, has dicho que soy demasiado poderosa, que a cada segundo lo soy más y que este hechizo no durará mucho, horas tal vez. —El brujo asiente también—. Pues no le veo sentido a huir. Me van a encontrar vaya a donde vaya y lo siento, pero no tengo intenciones de marcharme de aquí. He vivido toda mi vida en Nordella, mis amigos están aquí, mi familia también y…
—Están en peligro si te quedas aquí. —Termina Sam.

—¡Si me voy también! No, si me voy estarán peor porque no tendrán quién los proteja. No me voy de aquí y punto. —Me cruzo de brazos para dar mayor énfasis a mis palabras, pero me siento como una niña chiquita haciendo una pataleta—. Si quieren tirar la toalla, están en todo su derecho; pero si quieren ayudarme, será aquí.

—¿Estás consiente de que somos cinco contra todo el Submundo, los Legnas y cada criatura de la Sociedad Sobrenatural que decida sumarse? —pregunta Sam—. Es un suicidio, Jaz.

—Eres un vampiro de más de trescientos años, Sam, tienes que tener amigos de confianza o que te tengan suficiente miedo como para seguir tus órdenes.

—Le temen más a mi padre.

—Estoy segura de que sabrás encontrar aliados. Adams, eres un lobo de más de trescientos años también, fundador de la Logia, un ser querido y respetado por la Sociedad Sobrenatural; estoy segura de que si lo necesitas, muchos te seguirán. Lucio puede ayudarte.

Sí, Lucio es una buena idea, ese lobo parece poderoso y el hecho de que haya ayudado a Adams a superar los cambios luego de asesinar a su madrastra, me dice que entre ellos hay un lazo bastante fuerte.

—Luego estás tú, Sacarías.

—Ah, no, cariño, a mí no me mires. Yo les ayudo en esto, pero al campo de batalla no voy. El vampiro tiene razón, es un suicidio.

—Pues nos buscas unos brujos y ya. Tú, Alexander, eres el príncipe de los Legnas, estoy convencida de que puedes reclutar a muchos para que nos ayuden.

—No soy el rey, Jazlyn, hay cosas que no puedo hacer sin que mi abuelo se entere, tal vez si él…

—A ese hombre no lo metas en esto —advierto. Mi voz suena repentinamente tan dura, que todos los presentes me miran—. A ese hombre, no lo menciones frente a mí.
 
—Jazlyn…

—¡Él mató a mis padres, Alexander!

—Jaz…

—Si me dices que no lo hizo, juro por Dios que te pateo el culo sin importarme quién seas. Lohan O´Sullivan dio la orden que llevó a mis padres a la muerte, tus padres le dieron de lado y reza para que nunca me los encuentre de frente, porque puede que le tenga miedo a la serta, —Levanto mi mano para que sepa de qué hablo—, pero estoy dispuesta a usarla si con ello los borro de la tierra.
 
Alexander me observa intentando evaluar la veracidad de mis palabras y espero que le quede alto y claro lo sincera que estoy siendo.

—La única razón por la que ustedes dos no están en mi lista de venganza, es porque los he ido conociendo y por muy mal que me caiga tu hermana, no creo que sea una mala chica. —La aludida luce un poco ofendida, pero no interviene.

—Dijiste que solo querías respuestas, pero estás hablando de venganza —murmura entre dientes, con los puños cerrados a sus costados y yo recuerdo la última conversación que tuvimos, justo antes de nuestro casi beso.

—¿Y me puedes culpar?

El silencio se hace en la sala y yo decido que es hora de ponerle fin a este sinsentido. 

—Escucha, Alexander, tú dejaste bien claro que tu pueblo está por encima de cualquier cosa; creo que después de esta noche ha quedado claro que sí puedo representar un peligro para los tuyos. No creo que esta alianza o lo que sea, vaya a funcionar, no confío en ti; no confío en que no me vayas a traicionar cuando tu abuelo te lo ordene.

Sus ojos se abren sorprendidos y creo que está dolido por mis palabras; sin embargo, hago lo posible para que no me afecte pues sé que tengo razón y aunque me joda, lo entiendo. Es el príncipe, tiene responsabilidades, una mala decisión de su parte podría significar la pérdida de miles de vidas, entre ellos, inocentes. Sé que tiene que actuar con cautela, pero eso no hace que sea menos doloroso saber que sería capaz de ir en mi contra.

—¿No confías en mí, pero sí en Sam?

—Sí.

Asiente con la cabeza y estoy convencida de que intenta no explotar.

—Larguémonos de aquí, Sharon.

Cuando los O´Sullivan se marchan, caigo desplomada en la silla con los sentimientos divididos. Por una parte, creo que hice bien, por la otra, esa que está enamorada de Alexander, me odia por haberlo tratado así.

Espera, ¿me he enamorado de Alexander?

—Creo que te pasaste —comenta Adams.

—Yo no —murmura Sam y todos lo miramos con mala cara. Él solo se encoge de hombros.

—Alexander no es un mal chico, Jaz. Está pasando por una situación difícil en su reino, hay muchas responsabilidades sobre él. Se ha enterado de demasiadas cosas juntas y aun así, estaba dispuesto a ayudarte. Independientemente de las obligaciones que tiene para con su gente, estaba siguiendo su corazón, lo que pensaba que era correcto.

»Quería protegerte a pesar de que cada fibra de su ser le dice que el camino que debe seguir es hablarlo con su abuelo. Lo has acusado de ser capaz de traicionarte, pero por si no te has dado cuenta, ayudándote, escondiendo todo lo que sabe sobre ti, que créeme, es casi todo, a quién está traicionando es a su reino.

Sus palabras calan hondo en mi mente. Tiene razón… tiene toda la maldita razón. A pesar de todo, Alex siempre ha intentado entender la situación en vez de ir con el rey.
 
—¡Oh, mierda! —Hundo la cabeza en mis manos—. ¿Por qué no me detuviste entonces?

—Porque creo que también necesitabas desahogarte.

—¿Crees que le cuente a su familia ahora?

—No, Alexander tiene principios. Está enojado, pero su corazón sabe lo que es correcto y definitivamente su familia está lejos de serlo.

¿Acaso puedo sentirme peor?

¿Saben? Nunca se hagan ese tipo de preguntas; siempre, siempre, puede ser peor. Lo digo porque si hasta este momento me sentía mal por lo que pasó con Alexander, ser escoltada por dos hermanos, uno lobo y el otro vampiro, que se odian a muerte, hace las cosas incómodas lo que si le sumas mi agotamiento y los dolores en mi cuerpo, hace que me sienta MUCHO peor.
 
La tensión puede cortarse con un cuchillo, pero por suerte, logramos llegar a mi casa sin mayores problemas y consigo que se marchen, cada uno por su lado, con la excusa de que el hechizo de Sacarías me mantendrá oculta durante unas horas y que yo necesito descansar.
 
Pues bien, esa fue una pésima, pésima idea. Y me doy cuenta de eso dos horas después cuando las ventanas de cristal de mi habitación explotan lanzando trozos de vidrios por todos lados. El estruendo me despierta alarmada, pero todo sucede tan de prisa que no me da tiempo a defenderme.

Dos manos me sacan de la cama con una fuerza descomunal. Grito todo lo que puedo mientras intento defenderme, pero el cansancio de la noche más el sueño, hacen que mis movimientos sean débiles y torpes. Las luces de mi habitación se encienden, mi padre entra con un bate en la mano dispuesto a defenderme y eso solo me asusta más. Lo van a matar.

No, no, no, no lo puedo permitir.

—¡Suéltenla!

—¡No! —grito cuando veo a uno de mis atacantes acercarse a él y por sus ojos amarillos, garras y orejas grandes, creo que es un hombre lobo.

Me revuelvo; golpeo al idiota que me tiene sujeta, pero su fuerza es demasiada para mi cansado cuerpo, la bash está escondida bajo mi almohada y la serta no la puedo formar. No porque me dé miedo, sino porque este idiota, luego de intentar arrancarme el pulso y no conseguirlo, no pregunten cómo porque su fuerza debió haber sido suficiente para hacerlo trizas, me ha lanzado sobre su hombro y se ha encargado de mantener mis pies bien sujetos y mis manos completamente alejadas la una de la otra. Creo que alguien le advirtió de lo que podía hacer.
 
Miro hacia mi padre que levanta el bate contra su atacante, pero se rompe al colisionar contra el brazo de este. Una rabia desmedida se apodera de mí cuando veo cómo el lobo lo golpea lanzando su cuerpo contra la pared dejándolo inconsciente… o muerto.

Las lágrimas bañan mi rostro al no saber cómo está y de alguna forma consigo liberarme de mi atacante, pero no por mucho, pues su compañero llega a nosotros y golpea mi cabeza. A pesar de que no quiero, poco a poco la conciencia me abandona.

🌟🌹🌟

Ok, ahora yo me voy lentamente por dejarlos así... pobre Jaz.

Sé que el capítulo no es tan largo, pero el próximo debe narrarlo Alex.

Los quiero

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro