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37. Alianza

Alexander:

Unas horas antes:

—Necesito un favor tuyo —le digo a mi hermana una vez salimos del Salón del Trono donde acabamos de darle un informe a nuestro abuelo de los últimos sucesos.

—Tú dirás.

—Aquí no. —La tomo de la mano e ignorando sus protestas, la llevo hasta uno de los jardines interiores del palacio—. Hoy es el cumpleaños de Jazlyn.

—¿Tanto misterio para eso? Pensé que me ibas a hablar de Lirba.

—Olvida a Lirba, desde que mataron al rey no he vuelto a soñar con él. 

—¿Y eso no te preocupa? 

—Sí, pero no quiero hablar de eso. Necesito que hagas las paces con Jazlyn; ven a cenar con nosotros esta noche.

—Estás loco, Alex. No confío en ella, menos después de lo que me has contado... Jazlyn admitió que nos oculta algo y hay grandes posibilidades de que sepa quién es el Justiciero.

—¿Confías en mí?

—Claro que sí.

—Yo confío en ella. —Mi hermana levanta una ceja—. De acuerdo, no al cien por cien, pero sí estoy seguro de que decía la verdad sobre que solo buscaba respuestas.

—No importa, Alex.

—¿Por favor? —Pongo mis manos unidas bajo mi barbilla en un gesto de súplica.

—¿Y para qué quieres que yo vaya?

—Dos motivos... uno, si la invito a cenar solo porque yo quiero, se va a negar para no tener que responder mis preguntas; dos, si queremos respuestas, si queremos que confíe en nosotros, tienes que dejar esa actitud con ella y...

—O puedo patearle el trasero y hacerla hablar; algo que por lo que veo, tú no eres capaz de hacer.

Sonrío al recordar lo bien que pelea la condenada y lo divertido que sería verlas a las dos intentando darse una paliza la una a la otra.

—Con todo respeto, Sharon, estoy convencido de que ella te patearía el trasero a ti.

La cara de mala leche que me dedica mi hermana, me dice que ese comentario no era necesario y antes de que se enoje conmigo y se marche a hacer sus labores, algo que debería hacer yo también en vez de estar pensando en un encuentro con Jaz, sujeto sus manos.

—Por favor, Sharon. Ayúdame.

—Eres insoportable. —Respira profundo—. Diez minutos en esa cena y me largo, ¿entendido?

—Eres la mejor.

Emocionado, le doy un beso en la mejilla y entro al palacio dejándola sola. 

Luego de escribir y reescribir el mensaje unas diez veces, se lo envío y con impaciencia espero su respuesta mientras pienso en el enorme oso panda que tengo en mi habitación; ese peluche que gané para ella en el juego de dardos y que por la aparición de Katrina, se quedó conmigo. A partir de esta noche, dejará de hacerme compañía al lado de mi cama, para hacérsela a ella.

Decido ir a entrenar para liberar mis nervios y poco más de una hora después, Robert, uno de los guerreros de la corte, me interrumpe avisando que el rey requiere mi presencia. Al parecer ha surgido algo importante en la Logia porque Lucio, Hostring, Marcus Calim, el otro lobo fundador de la Logia y Sacarías, se dirigen hacia aquí.

Eso me alarma. Son contadas las ocasiones en las que los miembros más relevantes de la Logia acuden juntos al Reino a no ser en una fiesta.

Seco el sudor de mi rostro, tomo agua y si perder más tiempo, me dirijo al Salón del Trono llegando justo a tiempo para ver a los lobos y el mago entrar.

—¡Hostring! —le llamo y él se detiene—. ¿Qué sucede? —pregunto cuando lo alcanzo.

—Nada bueno —responde—. Thomas Haron… El Justiciero acaba de dejarlo en la puerta de la Logia... muerto.

Adams entra al Salón del Trono dejándome totalmente fuera de juego. ¿Muerto?

Frunzo el ceño. Aquí hay algo raro. El Justiciero es un hijo de puta sin escrúpulos, ha matado a muchos Legnas intentando huir de nosotros y estoy convencido de que no son las únicas criaturas que han sido sus víctimas, pero hasta ahora, todos a los que ha dejado en la Logia para que nosotros apliquemos nuestra Justicia, han estado vivos... torturados y casi en las últimas, pero vivos al fin.

Lo que me lleva a pensar, ¿por qué lo mató? A lo mejor descubrió su identidad. Oh, joder, que mala suerte.

Estoy a punto de entrar cuando otra idea cruza mi cabeza. La Logia no viene cuando el Justiciero deja a alguien en sus puertas, simplemente redacta un informe y nos lo envía, lo que significa que aquí está pasando algo más.

—Ya estamos todos —murmura mi padre cuando me ve entrar. Hago una breve reverencia y me ubico en la única silla vacía de la sala—. ¿Qué sucede, señor Corad? —le pregunta a Lucio.

—El Justiciero ha dejado a Thomas Haron, la mano derecha del rey, muerto ante nuestras puertas.

Los ojos de mi padre se abren sorprendidos, pero lo alarmante es ver cómo mi abuelo se ha puesto blanco.

—¿Muerto? —pregunta, supongo que extrañándose tanto como yo.

—Sí, pero eso no es lo peor. Los delitos de los que lo acusa son bastante graves.

—¿Qué delitos?

—Lo acusa de colaborar con el vampiro Cristopher Hostring, señor.

Inevitablemente, mis ojos se centran en Adams, quien tiene la cabeza gacha, concentrado en lo que sea que esté pasando por su mente. A veces me siento un poco mal por él; no debe ser fácil ser el hijo de uno de los vampiros más peligrosos de todos los tiempos y tener una posición tan privilegiada en la Logia, pero soy consciente de que se lo ha ganado a pulso. Es uno de los lobos más admirables, supongo que se lo debe a Lucio.

—¿Hay pruebas?

—No, señor, pero las buscaremos. El Justiciero puede ser un asesino y estar en nuestra lista de los más buscados, pero hasta ahora nunca se ha equivocado y esto es un asunto que no podemos dejar pasar, fundamentalmente porque lo acusa de trabajar bajo sus órdenes.

¿Qué?

—No creerá eso, señor Corad, ¿no? —pregunta mi padre y yo ni siquiera puedo salir de mi aturdimiento.

¿Mi abuelo trabajando con Cristopher? Eso es absurdo.

Un pensamiento fugaz cruza por mi mente: Jazlyn preguntando cuánto confío en él. Sacudo la cabeza, no quiero pensar en eso.

—No lo sé, pero como entenderán, debemos investigar. Es una acusación grave.

—¿Y qué se supone que estoy haciendo con Hostring? —pregunta mi abuelo sin siquiera inmutarse, aunque su voz tiene el matiz duro que lo caracteriza cuando está enojado.

Lucio hace silencio por unos segundos, supongo que cavilando qué dirá a continuación y entre más corre el tiempo, más nervioso estoy.

—Según el Justiciero, ustedes están buscando una Piedra Sagrada que, al parecer, están custodiando las hadas. Lo acusa de los ataques al Reino de las Hadas, señor.

—¡Eso es absurdo! —grita mi padre y el rey le hace un gesto con la mano para que se calme.

—¿Piedra Sagrada?

Adams me mira y yo no puedo moverme. No puede estar hablando de la misma piedra con la que mi hermana ha soñado, esa que puede curar todo mal, ¿verdad?

—Adams... —lo llama Lucio.

—Según los libros de vida de Carlos Rito, la Piedra Sagrada se remonta a los tiempos de Adán; nadie la ha visto, pero se dice que es capaz de curar cualquier enfermedad e incluso, lograr la inmortalidad.

—¿Me está diciendo que quiero ser inmortal?

—No —contesta Hostring—. Lo acusa de estar muriendo, señoría. Según el Justiciero, usted está muy enfermo y no quiere abandonar el trono. Como comprenderá, debemos investigar todo esto.

—¿Enfermo? ¿Parezco enfermo, señor Hostring?

—No, alteza. Solo digo que debemos investigar, tal y como lo hemos hecho en los casos anteriores.

—Esto es el colmo —murmura mi abuelo—. Una cosa es que ese vampiro me acuse de traición, otra muy distinta es que ustedes, personas en las que confío ciegamente por todos los años que han luchado junto a los Legnas, desconfíen también.

—Solo estamos aquí para avisar, alteza —anuncia Marcus que hasta ahora había permanecido en silencio—. Creímos que era nuestro deber informarle antes de proceder, a fin de cuentas, es nuestro rey.

—Un rey al que están acusando de traición... Perfecto, investiguen todo lo que quieran, no tengo nada que ocultar. He dedicado toda mi vida a proteger a la Sociedad Sobrenatural y a los humanos, tengo la conciencia tranquila. Así que tienen vía libre, señores.

—Gracias, alteza —dice Lucio poniéndose de pie.

—Quiero el cuerpo de Thomas.

—Lo tendrá. Y no se preocupe, todo se hará bajo el más absoluto de los silencios. Otra cosa, ¿sabe qué significa la marca invertida?

Mi abuelo se queda en silencio mientras sostiene un duelo de miradas con el lobo, sin embargo, no puedo evitar notar que mi padre se pone demasiado nervioso y observa significativamente al brujo quien lo ignora sin problemas.

¿Qué demonios está pasando aquí?

—No sé de qué habla.

—De acuerdo, nos iremos ahora.

Los tres lobos y el brujo salen de la habitación, sin embargo, me quedo sentado con un recuerdo que no me gusta para nada. 

El año pasado, justo el día en que me marchaba a la Ciudad Celeste a una misión, vine a despedirme de mi abuelo. Cuando entré estaba tosiendo demasiado, sin embargo, luego de unos sorbos de agua se tranquilizó. Le pregunté si estaba bien, pero luego de decir que sí, cambió la conversación y justo cuando salíamos, vi la servilleta manchada de sangre en el cesto de basura al lado de su escritorio.

Le pedí a Sharon que lo observara, pero días después me dijo que no notaba nada fuera de lo normal.

—Ya puedes marcharte, Alex.

—¿En serio estás bien, abuelo?

—¿Tú también crees esas sandeces? —grita.

—No, pero antes de marcharme a la Ciudad Celeste no parecías muy bien.

—De eso hace un año. ¿Crees que si me estuviera muriendo estaría en estas condiciones, Alexander? —Tiene razón.

—No, señor.

—Puedes marcharte ya.

Decido no mencionar la marca invertida pues sé que no me responderán nada, así que salgo de la habitación e intento alcanzar a Adams; por suerte, está conversando con Isabel y una vez que terminan, me le acerco.

—¿Puedo hablar contigo? —Asiente con la cabeza y queriendo un poco de intimidad, camino hacia unos de los jardines. Luego de asegurarme de que no haya nadie a nuestro alrededor, le pregunto—: ¿Realmente cree lo que dice el Justiciero?

—No sé qué decirle, alteza —contesta apoyando su espalda contra la pared—. Debemos investigarlo, es una acusación demasiado grave y en honor a la verdad, el Justiciero lleva casi cien años haciendo esto y nunca se ha equivocado.

Paso mis manos por mi rostro frustrado y sintiendo cómo el dolor de cabeza comienza a ser molesto.

—Esa piedra, ¿cree que exista? —Se encoge de hombros.

—No lo sé... en este punto ya no sé nada, alteza.

—Sharon ha soñado con ella.

Los ojos color miel del lobo me miran sorprendidos.

—Dice que estaba buscándola, que estaba como en una especie de neblina y una luz roja aparecía por todos lados. Dice que la llamaba, que le pedía que fuera a ella y que cuando la encontró, solo tenía un pensamiento en su cabeza: que ella era su guardiana.

—Y supongo que ninguno de los dos piensa que es un sueño normal. —Niego con la cabeza—. Sharon me contó lo de la reencarnación, ¿has vuelto a soñar con Lirba?

—No después de la muerte del rey. —Hago una pausa pensando qué decir a continuación—. Adams, le voy a ser honesto. —El lobo me mira con curiosidad—. No confío en usted. —Una ceja se levanta inquisidora—. No en su totalidad, creo que usted y Jazlyn se conocen más allá del interrogatorio.

—Escuche...

—No lo diga... no es necesario que lo afirme, pero tampoco me mienta. Estoy convencido de que es así y tarde o temprano descubriré qué pasa. Sé que Jazlyn me miente acerca de casi todo desde que la conocí. Justo ahora, ni yo ni mi hermana sabemos en quién confiar, pero por algún motivo ella cree en usted y yo... bueno, yo creo que es el más confiable entre todos.

—¿No confía en su familia?

—No lo sé. No les he contado nada, por algo debe ser, ¿no cree? Hay una voz en mi cabeza que me dice que no debería, pero no es eso de lo que quiero hablar. Me gusta Jazlyn.

Sus ojos se abren sorprendidos, supongo que no se esperaba ni la confesión ni mi honestidad.

—No confío en ella, pero no me puedo apartar. No pregunte por qué, ni yo mismo sé la respuesta; pero sé que usted la conoce, así que le diré esto: Jazlyn conoce al Justiciero.

—¿Qué? —pregunta y en su rostro se muestra una mezcla de preocupación con sorpresa, mientras su corazón late acelerado.

—O lo conoce o sabe quién es, o se lo imagina... no sé, pero algo sabe. Si usted la conoce como imagino, necesito que hable con ella. Si descubrimos quién es, podríamos averiguar si las acusaciones son ciertas.

—¿Cree que haya una posibilidad de que sea así?

—No lo sé, pero como ustedes dicen, debemos descubrir la verdad. Si eso es cierto, es mi deber como príncipe y futuro rey de los Legnas, descubrirlo y ponerle fin. Tengo toda mi confianza puesta en usted, si necesita cualquier cosa, no dude en pedirla. Tengo hombres de confianza que puedo poner a disposición de la Logia.

Adams me observa detenidamente supongo que intentando averiguar si estoy siendo honesto, pero lo que no se imagina es que le hablo con el corazón en la mano. Puede que no confíe en él con respecto a Jazlyn, pero en el resto, estoy seguro de que es un hombre leal, así que me debato entre si contarle lo que sé de ella o no.

—La marca invertida —comenta de repente sacándome de mi ensoñación—. Es usted.

—¿Qué? —Eso sí que no lo esperaba.

—Sacarías, a petición del rey, hizo un hechizo para arreglarla, por eso el hecho de que el rey lo haya negado, no lo deja en una buena posición.

—¿Qué significa eso?

—No lo sabemos. Un desperfecto, no lo sé. Pocos lo sabemos, solo tus padres, el rey y Sacarías, ahora usted.

—¿Podemos confiar en Sacarías? ¿Por qué me lo cuentas?

—Sacarías es un buen hombre. Hizo el hechizo a petición del rey, pero piensa que no es solo un desperfecto como sucede con Isabel. No es un secreto para nadie que usted es el Legna más poderoso que ha conocido la historia.

»Yo me enteré hace unos años de casualidad y esta mañana hablé con él. Sacarías quiere descubrir qué sucede porque hemos luchado mucho para mantener el orden en la Sociedad Sobrenatural; no podemos dejar qué se desmorone ahora.

»Y se lo cuento a usted porque creo que debería saberlo. Si su abuelo es un traidor, usted será nuestro rey.

—Primero está mi padre.

—No confío en su padre.

—¿Qué? ¿Por qué? —Esto cada vez está peor.

—No tengo nada en contra de él, simplemente hace muchos años sucedió algo y no me gustó cómo actuó al respecto.

—¿A qué se refiere?

—Nick Holt y América Harper. 

Mi corazón sube a la garganta ante la mención de esos dos.

—Tu abuelo los acusó de traición y él, a pesar de ser el mejor amigo de Nick, no hizo nada para impedirlo.

—¿Los acusó de traición porque Nick era un Nefilim y dejó embarazada a su esposa?

—No se supone que usted sepa eso —comenta asustado.
 
—Ya... últimamente me he enterado de muchas cosas que se supone que no debería saber; por ejemplo, que mi abuelo está buscando a esa criatura.

—Se supone que está muerta.

—¿Y reamente cree eso? —Me cruzo de brazos mientras observo cada una de sus reacciones. Él rehúye mi mirada—. Es Jazlyn, ¿verdad?

Adams cierra los ojos confirmando mi teoría. Sonrío desconcertado, abrumado.

—Lo sabía. Es que es el vivo retrato de su madre.

—Alexander...

—¿Ya no es alteza? —pregunto con las cejas arqueadas. Justo ahora me importa una mierda cómo me diga, pero mi nombre salió de sus labios como una advertencia.

—No, no lo es, porque justo ahora no le voy a hablar como Adams Hostring uno de los fundadores de la Logia; sino como el amigo de América Harper, el que le prometió a Nick Holt que protegería a su hija con mi vida. Si le dice a alguien quién es Jazlyn Lautner, puede estar seguro de que esta será la última conversación amistosa que tendremos.

—Le he dicho que me gusta Jazlyn, Adams. No haré nada a no ser que represente un peligro para mi gente, para los humanos y hasta que no sepamos si las acusaciones contra mi abuelo son reales, puedes contar conmigo para mantenerla alejada de él, pero creo que Isabel debería saber que su nieta está viva.

—No creo que sea el momento correcto para eso.

—De acuerdo. ¿Tiene algo más que crea necesario que yo sepa?

—Nada que me venga a la mente. ¿Usted?

—No.

—De acuerdo. Debo marcharme ya, si descubre algo, avíseme; yo haré lo mismo.

Hostring da la vuelta y cuando está a punto de marcharse, lo llamo:

—Adams... —Voltea la cabeza hacia mí—. Gracias por confiar en mí.

—No me decepcione, alteza; tengo grandes expectativas con usted. Creo que será un honor servirle.

Asiento con la cabeza conforme. Me alegra saber que lo tengo de mi lado, es una persona muy influyente.

Regreso a mi habitación con la intención de dormir hasta que mi cabeza deje de doler, pero no llevo dos minutos acostado, cuando llega mi hermana haciendo preguntas sobre la reunión de la que al parecer, ya todo el reino sabe.

Le pido un remedio para mi cabeza y luego de masticar la hierba que me ofrece, le cuento todo; desde la reunión, hasta mi conversación con Hostring y ella está de acuerdo en que hice bien con contarle a Adams, aunque la noto asustada ante la idea de que el rey pueda ser un traidor y de que la piedra con la que ya ha soñado tres veces, esté involucrada. 

Ahora parece un poquito más entusiasmada con la idea de la cena con Jazlyn; dice que quiere conocer su versión y fundamentalmente, qué sabe del Justiciero.

El resto de la tarde me lo paso con los nervios a flor de piel por la medio cita con Jazlyn y no lo voy a negar, me asustan los deseos que tengo de verla, de hablar con ella y no precisamente de las cosas que están sucediendo.

Exactamente a las ocho y veinte de la noche, llegamos al restaurante "Bola Ocho" en el que acordamos vernos con Jazlyn; hemos llegado diez minutos antes porque estaba demasiado impaciente.

Los minutos pasan y cada vez que la puerta se abre mis ojos vuelan al lugar para que luego, la decepción al no verla, me invada.

Son las ocho y treinta y un minutos cuando recibo un mensaje de su parte. Dice que está llegando, que en dos minutos estará aquí; pero siete minutos después sin recibir noticias, estoy que me subo por las paredes. Tengo un mal presentimiento que no logro explicar, así que decido llamarla bajo la atenta mirada de mi hermana.
 
Un timbre, dos, tres, cuatro... estoy a punto de colgar cuando contesta el teléfono, pero lejos de aliviarme, el grito de ayuda que sale por la bocina, me eriza la piel.
 
Ni Sharon ni yo lo pensamos, salimos corriendo del restaurante y agudizando mis oídos, intento escuchar algo raro. Su voz se oye lejana y no logro identificar qué dice, pero al menos sé la dirección.

Corremos calle arriba y a media cuadra nos encontramos con un teléfono en el piso con la pantalla rota. Es el de ella, lo reconozco por el cobertor de corazones. Asustado como pocas veces en mi vida, intento escuchar algo más; esta vez es más nítido y no me gusta para nada.

—Cristopher —murmuro y salimos corriendo hacia el callejón.
 
Me detengo ante la imagen ante mí.

Alrededor de quince criaturas, entre ellas vampiros, lobos y demonios, de frente a una muy asustada Jazlyn que permanece detrás de Sam y a pesar de que él parece ser el obstáculo entre Cristopher y ella, me lanzo contra él.
 
Las cosas suceden demasiado rápido; nos enzarzamos en una pelea en la que recibo golpes bastante feos, pero para mi sorpresa, Jazlyn se interpone entre nosotros.
 
—Jazlyn...

—Escúchame bien, Alexander. Los problemas entre tú y Sam, lo resuelven después, justo ahora, mientras yo estaba sola, él me estaba protegiendo de su padre y los demás y tú estás estorbando.

Su declaración me sorprende. ¿Por qué él la protegería?
 
—Es peligroso, Jazlyn.

—Lo sé, pero justo ahora, me siento más a salvo con él que contigo pues desde que lo conozco, ha estado ayudándome, a diferencia de ti, que siempre estoy esperando a que descubras algo que no debes y termines matándome.

Auch, eso ha dolido. Saber que se siente más a salvo con él que conmigo es un duro golpe no solo a mi orgullo, sino también a mis sentimientos.

—¿Qué...?

—O te vas, o nos ayudas.

Observo al vampiro que permanece con su sonrisa burlona y solo quiero partirle la cara, pero me contengo. Miro a mi hermana que se encoge de hombros. ¡Demonios!

Cojo a Jazlyn del brazo y la jalo hacia mí.

—No te acerques a ella —le advierto al vampiro y la mirada que me dedica me deja claro las ganas que tiene de matarme, pero el sentimiento es mutuo y yo no le tengo miedo.

Intercambio varias palabras con Hostring con la esperanza de que esto no llegue a mayores porque no soy tonto, soy bueno peleando y Sam es sanguinario, pero estamos claramente en desventaja. Mi hermana y Jazlyn aunque sepan pelear, no creo que ayuden mucho.

Sin embargo, pronto me queda claro que Hostring quiere a Jazlyn y que no tiene pensado marcharse sin ella. Cuando pienso que estamos a punto de pelear aparece Adams. Maldita sea, esto parece una reunión familiar y no tiene pintas de terminar bien.

—Oh, pero si la fiesta mejora —exclama Cristopher al verlo—. Mi hijo mayor... ha pasado un tiempo de la última vez que te vi.

—¿Estás bien? —pregunta Adams mirando a Jazlyn e ignorando a su padre, pero Sam se lanza sobre él sin que ella pueda contestar.

Según tengo entendido, aunque no sé exactamente el motivo, hace siglos Sam juró que mataría a su hermano y tengo la sensación de que tiene intención de cumplir hoy esa promesa.

Jazlyn, asustada, intenta correr hacia ellos, pero la sujeto de la cintura. ¿Está loca?

—¿Qué crees que haces?

—Evitar que se maten, ¿qué crees?

—Es guerra no es tuya.

Pero no conforme, golpea mi estómago con su codo y me doblo del dolor mientras la maldigo hasta en idiomas que hace siglos quedaron en desuso.

Jazlyn se lanza contra la espalda de Sam, él intenta soltarse de su agarre y en el proceso le entierra sus garras en sus brazos. Adams corre hacia ellos, pero ella lo detiene.

El vampiro se las arregla para deshacerse de ella estampándola contra el piso; el golpe es tan fuerte que por un momento temo que le haya fracturado la columna.
 
Adams se convierte en lobo dispuesto a atacar para protegerla, algo que me causa. Él dijo que había prometido mantenerla a salvo y ver que está dispuesto a matar a su hermano si es necesario a pesar de que hasta ahora había estado esquivando sus golpes y no atacándolo, demuestra qué tan importante es esa promesa para él.

Corro hacia ellos también, pero el grito desgarrador de la chica que me tiene suspirando, nos detiene. Me sorprendo cuando se gira hacia Sam golpeando su pecho y exigiéndole que había prometido protegerla dejando a un lado sus problemas con Adams, pero me sorprende aún más, al referirse al lobo como su mejor amigo. O sea, ya sabía que se conocían, pero ignoraba hasta qué punto. Y por si fuera poco, alucino cuando Sam le hace caso lanzándose contra su padre.

Todo se descontrola. Doce vampiros, dos lobos y cuatro demonios contra un Legna, un lobo y un vampiro. No es una batalla muy equilibrada, mucho menos si estamos constantemente pendientes de que no le suceda nada a las dos mujeres tras nosotros.

Cada vez lo veo todo más perdido, debí haber pedido refuerzos cuando vi lo que pasaba en vez de lanzarme contra Sam quien ahora intenta rebasar a todo su enemigo para llegar a Cristopher que observa la escena desde la distancia como si fuera lo más divertido del mundo. Me sorprende ver que el menor de los Hostring, tiene tantos deseos de matarlo como su hermano mayor.
 
Jazlyn y Sharon se lanzan a la batalla crispándome aún más los nervios.

—¿Qué coño creen que hacen? —pregunto enojado y con el corazón a mil por el miedo y la preocupación, pero me ignoran y luchan como dos guerreras, incluso mi hermana que solo es una Sanadora.

Decido que su ayuda no nos vendrá mal después de todo, solo debo asegurarme de que no les pase nada, pero todo se vuelve tan intenso que llega un momento que no logro ni siquiera mirar hacia ellas si no quiero morir en el intento.

De pronto, una energía que nunca antes había sentido, corre por todo mi cuerpo y como si de un imán se tratara, miro hacia la fuente que la irradia. Jazlyn, con una varita en la mano que se parece a... ¿Su pulso? Observo su mano y efectivamente no está y teniendo en cuenta que la vara está sujeta al anillo, no me quedan dudas. ¡Sabía que había algo raro con esas joyas! 

Al parecer no soy el único que siente la corriente pues la batalla se ha detenido y todos la miramos entre incrédulos, sorprendidos y asustados.

Jazlyn corre hacia nosotros, empuja a Sam por el pecho sacándolo del medio y, presionando la vara contra el piso, corre en formando un círculo gigante dejando dentro a los vampiros que al darse cuenta de que algo raro ocurre, intentan huir, pero para mi sorpresa, golpean contra una barrera invisible. 

Cuando Jaz llega al punto de partida, hace una especie de remolino y se lanza contra el chupasangre más cercano. Y si todo esto no era lo suficientemente raro, ver cómo siete Jazlyn, más transparentes que la original, aparecen enterrando la vara contra el pecho de todos los vampiros, me deja sin palabras.

¿Qué mierda ha sido eso?

Mi corazón sube a mi garganta cuando Jazlyn mira a su alrededor. Sus ojos están completamente rojos y cuando su mirada se encuentra con Sam, arremete contra él con claras intenciones de matarlo.

Cristopher y el resto de los sobrevivientes, comienzan a alejarse, pero estoy tan sorprendido que ni siquiera me molesto en detenerlos.

Jazlyn pelea con una maestría exquisita contra uno de mis mayores enemigos y él, lejos de atacarla como lo hace conmigo, solo se defiende procurando no hacerle daño. Jaz parece determinada a acabar con su vida y honestamente, me haría un gran favor si lo logra, así que me quedo observando cómo todo transcurre, pero bien atento de que el vampiro no se canse e intente atacarla.

—¡Joder, Jazlyn, reacciona! —grita haciendo una llave e inmovilizándola—. No quiero hacerte daño —murmura cerca de su oído y escuchar la desesperación y el dolor en su voz, remueve algo en mi interior.

El recuerdo de Sam confundiendo a Jazlyn con otra mujer llega a mí. ¿Por qué todo tiene que ser tan confuso?

El lobo intenta acercarse, no sé para ayudar a cuál de los dos.

—¡No te acerques! —grita Sam—. Está fuera de sí y podría matarte... ese privilegio es solo mío.

Auch. Eso tuvo que doler.

Jazlyn lanza su cabeza hacia atrás tomando desprevenido a Sam que la suelta en el acto. La chica lanza su varita hacia atrás hiriendo al vampiro en un brazo. No sé qué clase de arma es esa, pero tiene el mismo efecto en los chupasangres que el de una estaca.
 
Él se sujeta el brazo con un gesto de dolor.

—Lo siento, Jaz.

No me da tiempo a nada; Sam empuja a Jazlyn con demasiada fuerza y su pequeño cuerpo sale volando hasta colisionar contra una pared. Para mi sorpresa, Jazlyn se incorpora demasiado rápido; nadie, ni un ser inmortal como un lobo o un vampiro, se recuperaría de ese golpe con tal velocidad y eso empieza a asustarme. 
 
Jazlyn está descontrolada y yo no sé qué hacer para ayudarla.

Sam corre hacia ella, pienso que va a atacarla de nuevo así que voy tras él, sin embargo, me detengo al ver cómo, con una velocidad digna de los de su especie, sujeta sus manos, se ubica detrás de ella y golpea la vara contra su muñeca izquierda.

Observo alucinado cómo el arma se vuelve flácida envolviéndose nuevamente en su mano y desprendiéndose del anillo. Unas agujas tan pequeñas, que si no fuera porque soy un Legna, no podría verlas, salen de su dedo y su anillo vuelve a la posición normal.
 
Los pies de Jazlyn pierden la fuerza, pero gracias a los brazos de Sam, no logra llegar al suelo. Me acerco a ellos, sus ojos siguen rojos y a pesar de que quiero sacar al vampiro del medio y ser yo quien esté a su lado, me contengo, desgraciadamente él parece saber lo que hace.
 
—Jaz —la llama—. Jaz, responde. —Golpea su rostro suavemente intentando hacerla reaccionar. Sus ojos están abiertos, pero no tienen ese color que tanto me gusta, están como inyectados en sangre y su consciencia no parece estar con nosotros—. ¡Maldita sea, Jazlyn, responde, joder!

—¿Qué le pasa? —pregunto con el corazón a mil.

—Jaz, hermosa, reacciona.

¿Hermosa? Ignoro el mal sabor en la boca y el nudo en el estómago que me provoca esa frase.

Gracias a Dios, sus ojos regresan poco a poco a la normalidad. Pestañea par de veces y concentra su mirada en el vampiro.

—¿Sam? —pregunta en un susurro y para mi sorpresa y la de todos, él la atrae hasta su cuerpo envolviéndola en un abrazo como si realmente estuviera preocupado por ella, como si sintiera algo por ella.

Aprieto las manos a mis costados intentando controlar el sentimiento desagradable en mi interior. ¿Estoy celoso? ¿De Sam Hostring?

Dios.

—Oh, maldita sea, gracias —murmura él.

Por el rabillo del ojo, veo cómo el lobo se aleja de nosotros.

—Lo siento —susurra Jaz y por su voz, sé que está llorando—. Lo siento, lo siento. Yo no quería, lo juro Sam. Yo no quería.

—Lo sé, lo sé. Tranquila.

Adams llega a nosotros vistiendo un pantalón y veo que está indeciso entre si agacharse para ver cómo está o quedarse en su lugar. Supongo que no quiere que su hermano se salga nuevamente de control.

El teléfono de Adams suena, frunce el ceño al ver el nombre del contacto y descuelga, pero antes de que pueda decir algo, escucho una voz que reconozco como la de Sacarías.

—¿Pero qué coño ha pasado? —grita.

—¿A qué te refieres? —pregunta Adams confundido, con un rictus de dolor en el rostro. Lo entiendo, a mí no hay una parte del cuerpo que no me duela.

—No sé qué ha hecho esa chica, pero tienes que sacarla lo más rápido que puedas del país. No creo que haya un ser sobrenatural en todo New Mant que no haya sentido su poder; Jazlyn Lautner está en peligro. Cada criatura irá a buscarla, no me preguntes por qué, solo sé que es así porque justo ahora, es lo que quiero hacer yo. Pero antes de eso, tráela para hacerle otro hechizo.

El brujo cuelga el teléfono y Adams sacude su cabello frustrado mientras todos lo observamos detenidamente, incluso Sam.

—Esto no puede empeorar.

Adams me mira como si buscara saber si mantengo mi posición de esta tarde o al menos así lo interpreto yo, así que asiento con la cabeza.

—Estoy dentro, pero necesito saber qué carajos ha pasado aquí.

—Yo también lo necesito, créeme.

Se agacha junto a su hermano y su mejor amiga, pero antes de que logre decir algo, Sam saca sus garras, al mismo tiempo que sus ojos se ponen rojos y los colmillos salen listos para enterrarse en el cuello del otro.

—Sam, no, por favor. —El vampiro la mira y luego a su hermano y yo solo espero que no se vuelva loco de nuevo porque yo no tengo fuerzas para mucho más.

—Escúchame bien, idiota —dice Adams con una voz imponente que pocas veces le he visto, mientras lo sujeta por el cuello de su chaqueta—. Me quieres muerto, lo sé y has hecho el suficiente daño en este mundo para yo querer matarte también; pero, según tengo entendido, la quieres viva tanto como yo, así que tú decides: nos enfrentamos ahora hasta que uno de los dos muera o hacemos algo para protegerla.

—Sam —suplica Jazlyn y luego de unos segundos en suspenso, el vampiro vuelve a la normalidad.

Se pone de pie y Adams le sigue. Sharon se arrodilla junto a Jazlyn para asegurarse de que está bien y yo no pierdo de vista a los hermanos.

—Te quiero muerto, Adams. Voy a conseguir mi venganza aunque sea lo último que haga en este mundo y no me importa que seas su mejor amigo, pero por ahora, estás a salvo. La quiero viva así tenga que trabajar con ustedes. Lo mismo va para ti, Alexander.

—¿Pueden llevarme a mi casa? No creo que aguante un segundo más —murmura Jazlyn.

—Yo te llevo —decimos los tres hombres a la misma vez.

¿En serio?
 
 
 
 

🌟🌹🌟

Hola, ¿qué les pareció el capítulo?

Espero que les haya gustado.

Menuda alianza entre esos chicos jaja.

¿Qué pasará ahora?
 


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