33. No noté tu ausencia
Alexander:
—Y eso es todo.
Sharon me observa anonadada, intentando digerir mis palabras; desde la extraña interpretación de las runas, hasta el extraordinario parecido de Jazlyn con la esposa de Nick Holt y mi hipótesis de que la criatura que nuestro abuelo está buscando, es la chica que me trae de cabezas los últimos días.
—No tengo idea de qué decirte, Alex. Entre más respuestas buscamos, más interrogantes encontramos. Y sé que no te gusta que lo diga, pero debes hablar con Jazlyn y cuando digo hablar, me refiero a que ella responda tus preguntas, que utilices el método que sea necesario.
A pesar de que sé que tiene razón, no puedo evitar mirarla con mala cara, a fin de cuentas, me está proponiendo torturarla si es necesario.
—No me mires así, te gusta y lo entiendo. De hecho, por una parte, me siento feliz de que haya aparecido en tu vida para que ese frío corazón que tienes se ablande un poco, pero no podemos ignorar los hechos. Jazlyn no es tan inocente como dice ser, no puede ser que todo esto sea coincidencia.
Estoy de acuerdo en lo que dice, Jazlyn no es tan inocente, pero me molesta pensar que he tropezado dos veces con la misma piedra.
Cuando era apenas un niño, conocí a una humana, Amy. Fue mi primer amor, vivía loco por ella, hacía todo lo que me pedía y fuimos una especie de novios durante tres años.
Cuando cumplí los quince intenté que nuestra relación avanzara, de hecho, lo hice porque ella no paraba de pedírmelo. Lo preparé todo para que la noche fuera perfecta para ella, yo era virgen, ella no, aun así quería que ella lo sintiera especial.
Tarde me di cuenta de que solo quería hacerme un hechizo de atadura como una forma de controlarme y hacer caer al rey a través de mí. Fue criada por hechiceros y por supuesto, ellos eran los cabecillas en ese plan y si no fuera por Max que lo descubrió todo y llegó a tiempo para evitar el coito, las cosas se habrían puesto realmente feas.
El punto es que mi corazón se hizo añicos esa noche y juré no acercarme a ningún espécimen femenino, total, ni siquiera podía tener hijos así que no necesitaba consumar el matrimonio cuando llegara el momento.
Y si se preguntan cómo un adolescente en su etapa más hormonal aguantó sin tener sexo, la respuesta no la encontrarán en mis manos. Hay una runa y que conste, me avergüenza muchísimo decirlo, que usan principalmente las personas cuando ya no están funcionales. Su poder consiste en saciar el lívido; una vez que la usas, te queda la sensación de haber tenido un orgasmo.
Pero volviendo al tema principal. Después de jurarme que nunca más le abriría mi corazón a nadie, viene a gustarme otra humana y que para mayor inri, no parece quien dice ser.
—¿Sabes? Acabas de arruinar la hipótesis de Adams.
—¿Qué hipótesis? —Curioseo.
—Él pensaba en el veneno de un demonio, pero esto de la resurrección, por loco que suene, tiene más sentido.
¿Veneno de demonio? Antes de todo esto podría haber sido una opción viable.
Sharon se levanta de mi cama y camina nerviosa alrededor de la habitación. Intenta decir algo, pero se contiene y eso llama mi atención.
—¿Qué sucede?
—Adams... —Me río interrumpiéndola—. ¿Qué es lo gracioso? —Luce ofendida y yo me reprendo mentalmente por ser tan idiota.
—Lo siento, es que se siente raro escucharte llamarlo Adams. Hasta ahora siempre ha sido Adams Hostring, Hostring o simplemente lobo.
—¡Por el amor de Dios, Alex! Déjate de idioteces.
—Tienes razón, lo siento. —Resopla.
—Hostring —dice levantando las cejas retándome a decir algo, yo me mantengo serio—, encontró un remedio para el supuesto veneno de demonio, se le conoce como la Piedra Sagrada, es tan antigua como el mundo y nunca nadie la ha visto, al menos que sepamos. Es sumamente poderosa, se cree que es capaz de rejuvenecer, incluso de lograr la inmortalidad.
Mis ojos se abren sorprendidos.
—Se me ocurrió la loca idea de que eso podría ser lo que tanto buscan los demonios con las hadas. —La miro confundido. ¿Por qué piensa que están relacionados?—. Fue una idea tonta, impulsada por mi desesperación y la descarté tan rápido como se me ocurrió, pero... pero...
Traga duro y con cada segundo mi nerviosismo se va igualando al de ella.
—¿Pero qué?
—Anoche tuve un sueño raro... —Frunzo el ceño mientras ella vuelve a sentarse a mi lado en la cama—. Es todo muy confuso y no lo recuerdo en su totalidad. Solo sé que estaba caminando descalza, con un vestido blanco arrastrando al suelo, pero no había nada bajo mis pies, solo una niebla, lo mismo a mi alrededor.
»Yo... yo seguía una luz roja que aparecía y desaparecía por todos lados. Estaba a punto de volverme loca, aun así no me detenía porque había una voz en mi cabeza que no dejaba de repetir: “Ven a mí, continúa. Estoy aquí, no te detengas”. No sabría si la voz era de hombre o mujer porque sonaba como las dos al mismo tiempo, pero... yo... no sé...
Al ver que sus manos comienzan a temblar, las acuno entre las mías y a pesar de que mi corazón martillea con fuerza contra mis costillas porque no me gusta para nada eso, intento tranquilizarla.
—Tranquila, Sharon, respira con calma. Inhala, exhala. —Hace lo que le pido y segundos después concentra su mirada en la mía.
—Cuando llegué al final del camino nebuloso o lo que sea, había una piedra de una belleza increíble, agrietada, con partes de cristal y una luz incandescente brotaba de ella. Ya no había ninguna voz, solo un pensamiento: “Soy tu guardiana”. Creo que era esa piedra... la Piedra Sagrada.
Sin saber qué decir abro y cierro la boca par de veces hasta que me desinflo.
—¿Te sentirías mejor si te dijera que ese sueño se debe a que has pensado mucho en esa piedra?
—¿Te sentiste mejor cando te dije que soñabas con Jazlyn porque ella había dejado una fuerte impresión en ti?
—No.
—Pues ahí tienes tu respuesta porque, Alex... se sintió muy real.
—¿Y qué significa eso ahora? ¿Qué significa: soy tu guardiana?
—Agrégalo a la larga lista de preguntas sin resolver.
Seguimos charlando un rato más y le prometo que hablaré con Jazlyn, de hecho, le digo que la invitaré a la fiesta por el cumpleaños de mamá y que ahí me aseguraré de que me cuente todo.
Me mira desconfiada pues sabe que en el fondo quiero pasar un rato con ella, pero no dice nada y cuando el sueño le puede, regresa a su habitación.
Gracias a Dios, esta noche duermo como un bebé, nada de Lirba Asim por primera vez en mucho tiempo.
Cuando le dije a Sharon que Jazlyn había aceptado venir a la fiesta, intenté ocultar todos mis nervios; al igual que hace un rato cuando comenzaron a llegar los primeros invitados, incluso ahora, dos horas de haber iniciado la maldita celebración y cada ser de la Sociedad Sobrenatural está en el Reino... todos menos ella, mantengo la compostura, una sonrisa en el rostro y un gesto apacible aunque por dentro bullo de rabia.
—Creo que te han dejado plantado —murmura mi hermana con una sonrisa divertida y yo solo quiero que la parta un rayo.
—No me toques las narices, Sharon.
—Relájate, aparecerá.
—¿Qué te hace estar tan segura?
—Que creo que tú le gustas. —Su declaración me coge desprevenido.
—¿Eso crees?
—Te mira con la misma cara de idiota que tú la miras a ella. Así que sí, creo que le gustas, pero, Alex... tienes que mantener tu promesa. Tienes que hacer que hable. De la única forma que puedes tener una relación con ella, es asegurándote de que no te esconde nada. Lo sabes.
Sí, lo sé.
—No te preocupes, hermanita. Lo sé.
Pues bien, mi hermana estaba equivocada, Jazlyn nunca apareció y para mi mayor consternación, no pude dormir porque mi cerebro no dejaba de darle vueltas a que me había dejado plantado.
—¿Quieres otro pedazo? —pregunta Isabel sentada frente a mí en la isla de la cocina.
Observo la mitad del pastel de manzana, luego al plato vacío frente a mí y sin poder resistirme, asiento con la cabeza.
—¿Alguna novedad? —pregunta luego de servirme otra cuña y yo niego con la cabeza.
Lo único que vale la pena contarle es mi hipótesis sobre que Jazlyn es su nieta, pero eso no se lo diré hasta que lo confirme.
—Nada que valga la pena destacar, solo un callejón sin salida.
Va a decir algo cuando el sonido de mi teléfono la interrumpe. Lo saco de mi bolsillo y lo aprieto en mi mano al ver el nombre del contacto. Enojado, lo tiro sobre la isla.
—Creo que sí hay algo que contar. ¿Quién es Jaz? —Mantengo el silencio. ¿Qué demonios hace llamándome?—. ¿La chica de la que me hablaste? ¿Con la que sueñas?
Resoplo y ella sonríe.
—¿Por qué no le contestas? —La llamada se detiene y segundos después regresa—. Parece que está interesada en hablar contigo.
—Anoche me dejó plantado... ahora no tengo nada que hablar con ella. —No puedo evitar que el rencor termine mancillando mi voz.
—Contéstale, a lo mejor pasó algo y no pudo venir.
—¿Y se le perdió mi número y ahora por arte de magia lo recuperó? No lo creo, nana.
—Nunca sabrás lo que sucedió si no le contestas y creo que no volverá a llamar una cuarta vez; yo no lo haría —dice cuando el teléfono suena por tercera vez.
Me debato entre si cogerlo o no y justo antes de que la llamada vuelva a perderse, contesto.
—¿Qué quieres?
—Oh... contestaste... yo... mmm...
—No tengo todo el día, Jazlyn.
—Sí, claro… Quería pedirte disculpas.
—¿Por qué? ¿Por dejarme plantado? ¿Por tenerme por más de cuatro horas mirando cada rostro a ver si por debajo de las máscaras veía tus ojos? ¿Por haberme tenido de los nervios y haberme dejado con deseos de verte? —La nana arquea las cejas sorprendida ante mi diatriba—. Pues no te creas tanto, no hice nada de eso, me divertí muchísimo. Había muchas chicas y no noté tu ausencia. Para nada.
Isabel contiene la risa que estoy seguro pugna por estallar y yo solo quiero golpearme la cabeza contra la isla de la cocina por ser tan idiota.
—Ok... —Alarga la palabra dejando clara su confusión ante mi mini discurso fuera de lugar—. Solo quería que supieras que no lo hice a propósito, de verdad me hacía mucha ilusión ir, pero Olivia le dio un dolor y terminamos todos en el hospital, la operaron de apendicitis.
Oh, eso no me lo esperaba.
—¿Y no podías avisarme? —pregunto al percatarme de que en esta era, comunicar los problemas es lo más sencillo del mundo.
—Me dejé el móvil en casa y no me sé tu número, Alex. —Mi corazón late emocionado al escucharla llamarme así—. Además, me asusté tanto que olvidé la fiesta, para cuando me acordé ya era pasada la media noche. Lo siento.
Ok, no me ha dejado plantado como yo pensaba. Tenía una razón de peso para hacerlo y se ha disculpado conmigo. Sus palabras suenan sinceras, tal vez no todo está perdido, tal vez...
—Bueno... eso era todo lo que iba a decir, yo... mmm... disculpa de nuevo. —Suena nerviosa y caigo en cuenta de que no le he respondido nada.
—¡Espera! —grito rezando para que me escuche antes de colgar. Sería vergonzoso tener que llamarla yo.
—¿Sí? —Sonrío con un enjambre de mariposas en el estómago.
—¿Estás libre ahora?
—Sí, mi madre está con Olivia ahora.
—¿Te gustaría hacer algo?
—Bueno, yo... estaba pensando en pedirte que me enseñes a usar las runas... No las entiendo.
—Perfecto. Estoy disponible.
Luego de decirle que la estaré esperando en el SENCO para traerla al reino, nos despedimos e ignorando la sonrisa en el rostro de Isabel, subo corriendo las escaleras para arreglarme.
🌟🌹🌟
Creo que mi Alex es tierno después de todo...
¿Y una runa para saciar los deseos?
Creo que sería bueno probarla jaja.
Espero que les haya gustado❤
HAY MÁS
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