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21. Una clase de historia

Alexander:

Anoche no tuve ninguna pesadilla, lo cual es bueno, ¿no? Eso significa que van a desaparecer, o al menos eso quiero creer; aunque también está el pequeño detalle de que solo dormí dos horas, lo que podría significar que no tuve tiempo suficiente para soñar. Odio esto… odio no saber qué está mal conmigo.

Mi insomnio tiene varios motivos, en primer lugar: el señor Holt y esa criatura que mi abuelo busca. Aún me cuesta creer que Nick haya sido un Nefilim y que se haya criado entre nosotros sin que nadie lo supiera. 

En segundo lugar: Jazlyn. No logro sacarla de mi cabeza, se ha convertido en mi tormento. Paso demasiado tiempo intentando responder preguntas que giran a su alrededor y que cada vez se vuelven más confusas.

Y en tercer lugar y la que más tiempo me ha llevado: los malditos ataques a los reinos de las hadas. Anoche hubo otro, esta vez a las Ninfas y fue tan sangriento como el resto. Luego de regresar a nuestro reino con una herida en mi brazo, ayudé a mi hermana a curar al resto de los heridos por lo que me acosté bien avanzada la noche.

Dado que no puedo resolver mis dudas con respecto a Nick, a Sharon se le ha ocurrido una idea brillante, nótese mi sarcasmo por favor, para resolver las concernientes a Jazlyn y es por eso que estamos en la Universidad Jack Alvar decididos a no irnos sin respuestas.

Soy consciente de las miradas curiosas a nuestro alrededor y lo entiendo. El estudiantado de esta universidad tiene un gran porcentaje de seres sobrenaturales e integrantes de la Logia por lo que ver a la realeza Legna aquí, es raro. A no ser que haya algún acontecimiento de suma importancia, no solemos venir y son contadas las veces en las que lo hemos hecho.

Subimos las escaleras hasta el segundo piso guiados por Robert, un hombre lobo de alrededor de un siglo de vida pues al parecer, Jazlyn Lautner está en una clase de historia. Puaff.

Luego de que el director nos deje en la puerta del salón, intercambio una mirada nerviosa con mi hermana y mi corazón comienza a latir con fuerza. Con un asentimiento de cabeza, Sharon abre la puerta y entramos.

Estamos en el fondo de un enorme salón donde, como mínimo, hay cincuenta estudiantes y no todos humanos, incluyendo el profesor que, al percatarse de nuestra presencia, sufre un ataque de tos. Uno de los chicos de la primera fila le acerca un pomo de agua.

Muchos nos observan asustados y en sus ojos se manifiesta la pregunta del millón: ¿Qué hace la realeza Legna aquí? ¿Estamos en problemas?

Ignorando a todos busco a Jazlyn hasta que la encuentro intentando esconderse tras su compañero. Sonrío, su pelo rosa es inconfundible.

—Jóvenes, si desean pueden tomar asiento; mi clase está abierta para todo público —anuncia el profesor cuando se recupera, aunque su cara denota las pocas ganas que tiene de que nos quedemos. 

Caminamos entre la multitud hasta tomar asiento en una fila donde Jazlyn queda completamente descubierta. Sus ojos se encuentran resignados con los míos y unos deseos irrefrenables de sacarla de aquí, resolver mis interrogantes para luego quedarme a su lado, se apoderan de mí. 

Presiono mis manos con fuerza para no sucumbir a mis deseos y ella se voltea dándome la espalda. ¿Cómo es posible que a pesar de toda mi desconfianza me sienta tan atraído por ella?

—De acuerdo, en la conferencia anterior nos quedamos hablando del reinado de Hazir. Como todos sabemos, Hazir Can no fue un rey modelo, en realidad dudo mucho que haya existido un rey así, pero hizo grandes cosas por su pueblo como por ejemplo, abolir la esclavitud y eliminar el analfabetismo, o al menos intentarlo. Para él todos los hombres eran iguales, exceptuando la familia real pues eran los que tenían sangre pura.

»Hazir era un hombre prepotente, creído, pero muy sabio. Le gustaba hacer lo que quería y no tenía en cuenta siempre la opinión de su corte; sin embargo, fue uno de los mejores líderes que ha tenido nuestro país. Paradójico, lo sé...

—¿De verdad tenemos que escuchar todo esto? —le pregunto a mi hermana—. ¿No podemos sacarla de aquí y ya?

—¿De verdad quieres que nos odie más de lo que ya lo hace? Ten paciencia, Alex.

Respiro profundo intentando infundirme de la paciencia, de la que por lo general no gozo. Una clase de historia y exactamente sobre esta época, es lo que menos me hace falta, aun así, intento prestarle atención, pues, como dice mi padre, el conocimiento es poder.

—Torton continuaba asechando a Morf batalla tras batalla. Creía que si se hacían con la Capital, el resto del país iba a ser pan comido. En la noche del decimonoveno cumpleaños del Príncipe Heredero, el Ejército Verde liderado por el Capitán Rasiver, atacaron la ciudad durante los festejos...

¿Rasiver? Miro a mi hermana quien me devuelve el gesto con el mismo rictus de asombro y preocupación que debo tener yo. ¿De verdad existió alguien con ese nombre?

—Esa noche no solo murió el rey y la reina, sino también el Príncipe de la Corona. Las tropas que protegían a la familia real no eran tan grandes dado que los ataques constantes de la ciudad de Torton mantenían ocupado al Ejército Rojo, pero hubo una persona que se dio cuenta de todo unas horas antes y logró urgir un plan de modo que la frontera no quedara desprotegida y a la vez, pudiera proteger a la familia real. Desgraciadamente, no llegó a tiempo para salvar al rey, pero sí a la princesa Anisar. Supongo que todos saben de quién les hablo.

No, no puede ser. Es solo una coincidencia, todo es una maldita coincidencia. Él no pudo existir, no pudo. Son pesadillas, nada más.

Cierro los ojos mientras rezo para que el profesor no lo diga… que no diga su nombre porque si lo hace todo será real, porque puede que Asim aún no haya matado al rey, pero todo coincide con sus planes.

Sharon aprieta mi mano en un gesto que se supone es reconfortante, pero el remolino que está tomando fuerza en mi interior, no me permite calmarme. Señala mi otra mano y tal como sucede cada vez que estoy nervioso o impaciente, la GESH da vuelta entre mis dedos.

—¿Estás bien? Estás muy pálido. —No respondo… No puedo hablar… Todo es muy confuso.

Vuelvo a mirar al profesor que, con gran admiración, continúa su historia:

—Nuestro héroe; aquel que nos salvó de caer en las manos de un de los imperios más desastrosos de la historia de la humanidad: el Capitán Lirba Asim.

Siento que voy a vomitar, mientras mi estómago se revuelve y la garganta se aprieta. De repente, el enorme salón se me ha quedado pequeño amenazando con asfixiarme. Intento respirar profundo para que el oxígeno necesario entre a mis pulmones, pero no lo consigo. Necesito salir de aquí.

Sin importarme las miradas indiscretas, salgo del salón con mi hermana pisando mis talones. Voy corriendo o al menos eso creo. Me sujeto a las paredes intentando mantener el equilibrio y la vista se me nubla. Creo que me voy a desmayar.

¿Lirba Asim?

Siento cómo mi hermana me toma por los hombros, pero la aparto con brusquedad. Ella se resiste hasta que logra tomar mi rostro con sus manos.

—Eh, tranquilo. Respira, Alex, respira. Inhala, exhala. ¡Dale, Alex, hazlo conmigo! —Intento concentrarme en su voz, mientras hago lo que me pide. Repito el gesto varias veces, pero no consigo calmarme.

Con cuidado me sienta en el suelo, apoyo la cabeza en la pared e intentando no perder la conciencia, la veo meter su mano en la bash para sacar una piedra rúnica. Golpea la piedra contra su mano derecha donde está incrustada la runa del Adaptador y una esfera de luz azul brillante aparece suspendida en el aire sobre mis pies. 

Atraviesa la luz con una mano hasta sacar dos hojas pequeñas y, con cuidado, las mete en mi boca.

—Son un regalo de las Oréades por protegerlas del ataque. Mastícalas; son buenas para la ansiedad, te ayudarán a calmarte.

Mastico el remedio mientras un sabor a menta suave inunda mi boca y minutos después ya me encuentro mucho mejor.

—¿Te sientes mejor?

—Eso creo. —Una carcajada histérica sale de lo más profundo de mi interior—. Existieron, Sharon; no son solo pesadillas. Hubo un hombre llamado Lirba Asim y otro Rasiver. ¿Cómo es que no lo sabías?

—¿Yo? ¿Por qué tendría que saberlo? —pregunta a la defensiva.

—¡Porque lo sabes todo de los malditos humanos, demonios! ¡Porque no hay nada que no sepas de ellos! —le digo descontrolado y la sensación de ahogo vuelve. Intento repetir los mismos ejercicios.

—Espera un momento, Alexander. No me puedes culpar por eso. Soy fanática de los humanos, pero su historia me importa tanto como a ti. Ya bastante tengo con la nuestra que es suficientemente larga y si no me equivoco, he estado quemándome las pestañas estas últimas semanas intentando averiguar qué es lo que te pasa y cómo lo podemos arreglar. Así que a mí no me tires los trastos. —Me mira enojada. Me estoy comportando como un idiota.

—Lo siento, Sharon, lo siento. Solo estoy sobrepasado. —Ella asiente.

—¿Estás bien? —Una voz nos sobresalta por no haberla escuchado llegar. Miro hacia arriba y veo el rostro afligido de Jazlyn. Luce preocupada… ¿Por mí?

—Estoy bien —respondo obligándome a incorporarme. No puedo dejar que me vea así.

—Saliste muy alterado del salón. Pensé que te había pasado algo.

—He dicho que estoy bien. —Demonios, ¿por qué estoy siendo tan imbécil?

—De acuerdo, sé que no nos llevamos muy bien, pero por lo menos yo sé separar las cosas. Perdón por molestar. —Da la media vuelta y se aleja de nosotros enojada.

Estoy a punto de pedirle que no se vaya, que me disculpe, que no es un buen momento, pero me detengo. Jazlyn es un elemento en mi vida que me enrolla la cabeza y ahora necesito pensar, aclarar mi mente y descubrir por qué demonios estoy teniendo estos sueños y por qué Lirba Asim luce exactamente igual que yo. Lo que me lleva a preguntarme, si él existió, ¿Maira también? 

¿Por qué últimamente cada vez que busco responder mis preguntas termino con más dudas aún?

Con la ayuda de mi hermana consigo salir de la Universidad y llegar a mi auto. Sharon tendrá que conducir, yo no estoy en condiciones.

—¡Ey, ustedes dos! —gritan cuando estoy a punto de montarme en el coche y no necesito voltearme para saber de quién se trata.

Jazlyn baja las escalinatas con paso decidido bajo la atenta mirada de los presentes. Esta chica tiene que corregir esa forma de hablar con nosotros o va a terminar metiéndose en un lío. 

Cierro la puerta mientras espero a que llegue.

—Ustedes dos han venido a hablar conmigo. ¿Se van a ir sin más? Llevan días buscándome. ¿Creen que pueden ir y venir a su antojo poniéndome de los nervios?

Sharon se le acerca y con voz amenazadora le susurra:

—Yo tú, cuidaría ese lenguaje. Puede que seas nueva en nuestro mundo, pero ya debes saber quiénes somos y nos debes respeto.

Jazlyn sonríe y se cruza de brazos. No creo que estas dos puedan llevarse bien.

—¿A sí? Déjame decirte algo, alteza... —Suelta esa palabra con desdén, algo que de seguro, a mi hermana no le gusta—. Puede que tenga que acatar las leyes de la Logia, y aunque las de ustedes vienen incluidas en el paquete, no me interesan. Hablas de respeto, pero déjame aclararte algo: para exigir respeto, primero tienes que ganártelo y por el momento ustedes no se lo han ganado, aunque tengan un letrero bien grande en su frente que diga REALEZA. Ahora, si vinieron a verme, me gustaría que me digan cuál es la razón. No voy a vivir el resto de mi vida escondiéndome de vosotros.

Jazlyn es una chica curiosa. Sé que nos tiene miedo, tal vez no pueda olerlo como otros, pero el sudor de su frente y el latido acelerado de su corazón la delatan, aun así, saca coraje de dónde no lo tiene para enfrentarnos.

Y yo, que conozco a mi hermana y que sé que está a punto de soltar una de las suyas, me acerco. Con la poca fuerza que tengo, agarro a Jazlyn del brazo y la volteo, le aparto el pelo y veo la marca de San Miguel. Esperaba algo como eso, aun así, verlo con mis propios ojos no consigue eliminar el asombro.

—Eres un Legna, así que sí tienes que acatar mis leyes. Déjame recordarte que estamos rodeados de personas, la mayoría de la Sociedad Sobrenatural, así que como dice la princesa, cuida tu lenguaje —susurro cerca de su oído—. Esto es lo que hemos venido a comprobar hoy, la conversación la tendremos otro día, porque te aseguro, Jazlyn Lautner, que tienes muchas cosas que explicar y si no nos convences, te llevaré a Juicio y no será como el de la última vez, sino uno de verdad, en la Corte Legna y no te va a gustar.

—Me gustaría verte intentarlo —susurra entre dientes para luego sonreír. Se suelta de mi agarre y me mira directamente a los ojos—. Cuando quieras hablar, ya sabes dónde encontrarme, pero que te quede claro una cosa: tú no eres mi príncipe.

—Ya lo veremos, muñeca.

Veo como Adams Hostring se abre paso entre la multitud reunida a nuestro alrededor. Mira a Jazlyn, luego a mí y por último a Sharon, repite el gesto par de veces hasta que centra su atención en la chica.  Esa extraña sensación de que se conocen desde antes del día del interrogatorio, aumenta cada vez más. Necesito descubrir qué pasa aquí… pero no será hoy.

Le hago una seña a mi hermana y nos montamos en el auto para luego desaparecer a toda velocidad.
 
 

🌟🌹🌟

Hola, ¿qué les ha parecido el capítulo?

Espero que les haya gustado...

Besos gigantes

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