Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20. La serta

Jazlyn:

—¿Y qué le has contestado?

—Que sí es un delito. Así que le he sugerido que lo haga cuando nadie mire.

Vuelvo a cerrar el libro. Por mucho que me guste la trilogía “Almas Oscuras”, de María Martínez, últimamente no logro avanzar en el segundo libro: “Profecía”. Es difícil leer una novela de vampiros cuando sabes que esos seres existen en realidad.

Dejo mi lectura para otro momento y me acomodo en la cama mirando al techo, mientras ni mente vuela a los acontecimientos de los últimos días. Todo esto es tan loco; no solo existen los seres sobrenaturales, sino que yo soy uno de ellos. Dicen que soy poderosa, pero aún no entiendo en qué sentido.

Miro mi brazalete, he estado comparando los dibujos de las piedras rúnicas con los dijes, pero solo tres de ellos coinciden. 

Adams me ha contado que las piedras rúnicas son muy poderosas y que son las armas con que los Legnas enfrentan al mal. Me ha dicho el nombre que tiene cada una, aunque solo se me han pegado los tres que están en el pulso: el Adaptador, una especie de garabatos a los que no les hallo forma; la Runa del Destino, una palomita como esas que pones cuando quieres marcar algo con otra encima virada al revés, o al menos eso es lo que me parece a mí. Y por último: la Runa de la Vida, una especie de asterisco con un círculo en cada una de sus puntas. Las otras son más raras aún, pero no entiendo cómo se usan.

Me siento en la cama y coloco mis manos frente a mis ojos para detallar mejor el pulso y el anillo y es entonces que me doy cuenta de algo. La piedra de la sortija: una especie de hexágono verde azul, coincide con uno de los dijes de la pulsera: la misma figura solo que el centro está vacío. Parecen encajar a la perfección, como si fuera una llave.

Inconscientemente, acerco mi mano izquierda a la derecha, dejando caer el dije sobre el anillo y como si de un imán se tratara, la medalla y la piedra se unen. El pulso se abre, se estira y se alarga, endureciéndose mientras el anillo da una vuelta alrededor de mi dedo dejando la piedra en la parte de abajo. 

Un grito se escapa de mi interior cuando pequeñas agujas salen de la sortija y se insertan en mi piel. La vista se me nubla y la habitación parece moverse a mi alrededor. La sensación de vértigo se agudiza cuando mi sangre comienza a salir recorriendo todo el aro del anillo para luego delinear los dibujos raros de la vara que, hasta hace unos segundos, era solo un pulso.

¿Qué es todo esto?

Una corriente recorre todo mi cuerpo, desde la punta de mis pies hasta mi cabeza. Fluctúa en mi interior y una sensación de ahogo se apodera de mí. No puedo respirar.

Inhalo hondo intentando que entre el oxígeno que necesito a mis pulmones, pero no es suficiente. Mi corazón se acelera, me duele el dedo y el malestar se va extendiendo a cada rincón de mi cuerpo. Intento gritar, pero no puedo, en su lugar, un ataque de tos amenaza con sacarme la bilis.

Dios, ¿qué es esto? 

Sacudo mi mano intentando quitarme esa cosa del demonio, pero no sale. Intento separar la vara del anillo y solo consigo que el dolor aumente. Grito, grito con todas mis fuerzas, pero apenas sale un chillido. Lágrimas recorren mi rostro con desesperación.

Creo que voy a morir.

Necesito... necesito... hacer algo.

Adams. Tengo que llamar a Adams.

Recordando que dejé el celular sobre la cómoda, intento salir de la cama, pero caigo sobre el piso golpeándome en la mano que no tengo nada. Ruidos horrorosos salen de mí mientras intento respirar y cómo puedo, me arrastro hasta el tocador. 

Estiro mi cuerpo todo lo que puedo hasta que logro coger el teléfono y con manos temblorosas, le marco a mi amigo. Apagado. ¡Demonios!

¿Y ahora qué? 

Tirada en el suelo y resignada a que no saldré viva de esta, dejo que la inconsciencia me alcance, pero la voz del rubio mientras me pide que lo llame si necesito ayuda, hace eco en mi mente. El número... tengo su número.

Hago memoria sobre qué pantalón usaba el día del Juramento y rezo para que mi madre no haya lavado aun. Sujetándome de la cómoda y la pared intento ponerme de pie, pero al primer paso vuelvo a caer al piso expulsando de golpe el poco aire que llega a mis pulmones. Toso, lloro y grito de frustración mientras gateo hacia el baño hasta el cesto de la ropa sucia.

¿Por qué de todos los días tenía que estar sola en casa?

Cuando llego al baño pongo el teléfono en el piso, tiro el cesto derramando toda la ropa y, con la mano buena, busco el dichoso pantalón. Rebusco en sus bolsillos y gracias a Dios, encuentro el papel en el segundo.

Casi no puedo ver cuando marco su número, por suerte, contesta al segundo toque.

—¿Quién habla? —Intento hablar pero de mi boca solo sale un quejido—. ¿Quién habla?... Si no dice nada, colgaré.

—A...a...yu...da —susurro.

Silencio... Ha colgado.

Dejo caer el teléfono al suelo junto con mi cabeza. Inhalo hondo pero es como si mis pulmones estuviesen cerrados, oprimidos. Necesito aire... necesito respirar.

Con las pocas fuerzas que me quedan e ignorando el terrible dolor que sacude a mi cuerpo, me desplazo los escasos metros que me separan de la puerta que da al balcón. Con mucho trabajo, la abro esperando que la frescura de la noche alivie mi malestar. 

Caigo desplomada al piso, sin esperanzas, sin ánimos de seguir luchando y poco a poco la inconsciencia se apodera nuevamente de mí.

Escucho algo... es lejano y no consigo identificar de qué se trata, pero definitivamente está ahí. Intento abrir los ojos, pero me pesan demasiado. El pecho me aprieta y yo solo quisiera abrirlo para que deje de sentirse así.

—¡Jazlyn! Jazlyn, reacciona, ¡maldita sea! ¡Jazlyn! —gritan una y otra vez sacándome de las garras de la inconsciencia. 

Adolorida y con mucho esfuerzo abro mis ojos lo más que puedo; intento enfocar la imagen ante mí, pero es difícil. Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo y el oxígeno sigue sin ser suficiente.

La imagen borrosa de Sam golpeando sus puños contra el cristal de la puerta del balcón aparece ante mí, pero hay algo raro... esa puerta está abierta. Sus manos golpean una especie de barrera invisible que lo mantiene fuera... Creo que estoy alucinando.

—¡Jazlyn, reacciona! ¡Déjame pasar! ¡JAZLYN! —Su voz suena desesperada, pero no consigo entender por qué me pide que lo deje pasar. La puerta está abierta—. ¡Jazlyn! ¡Jazlyn! Déjame pasar, dilo... solo dilo. ¡Di que puedo pasar, maldita sea!

—Pa... pas...a. —Logro murmurar y con esa velocidad que lo caracteriza, llega a mí.

Se lanza al suelo y con cuidado apoya mi espalda sobre sus piernas mientras yo lucho cada vez más desesperada por respirar.

—Tranquila... todo estará bien, confía en mí.

Ahora que está más cerca puedo ver su rostro con un poco más de nitidez. Luce preocupado, temeroso... creo que sí estoy delirando después de todo.

Coge mi mano derecha y sujetando la izquierda, golpea la varita contra mi muñeca. Las agujas se separan de mi dedo aliviando, no solo el dolor, sino también el mareo que me atosigaba; la varita se pone suave y se enrosca en mi muñeca volviendo a ser lo que en un inicio era: un pulso.

Poco a poco, la sensación de ahogo se va desvaneciendo, empiezo a respirar con normalidad y la apretazón en el pecho disminuye hasta desaparecer completamente. Creí que iba a morir.

Observo al rubio que, con el ceño fruncido, me examina detenidamente. Puede ser todo lo malo que quiera, pero acaba de salvarme la vida y no sé si es esa revelación luego de tantas veces que me han advertido mantenerme alejada de él, el susto por lo que ha pasado hace unos minutos, el miedo que he sentido desde que me enteré de que existe un mundo diferente al mío o todo eso junto, pero rompo a llorar como una niña y él, asustado ante mi reacción, me consuela como puede.

Siento sus brazos elevarme en el aire y luego depositarme en la cama. Sin decir ni una palabra, sale de mi habitación y segundos después regresa con un vaso de agua.

—Aquí, bebe un poco. —Hago lo que me pide y vuelvo a recostarme en la cama.

Nos mantenemos en silencio por varios minutos mientras intento recuperar todas mis fuerzas. Él observa curioso todo a su alrededor.

—Tienes una habitación muy bonita y acogedora. ¿La has decorado tú? —Asiento con la cabeza sin entender el porqué de su pregunta. 

—Me gusta... es agradable. —Si él lo dice, ¿quién soy yo para negarlo?—. ¿Cómo te sientes?

—Mejor... un poco mareada, tal vez, pero ya no creo que vaya a morir. ¿Qué me sucedió? ¿Qué pasó con mi pulso?

Sam camina hacia la ventana y se sienta en el alfeizar. El aire de la noche revuelve su cabello. Viéndolo así, no parece peligroso.

—Acabas de despertar tu poder, Jazlyn y eso es una serta —dice de repente y yo lo miro confusa. No tengo idea de a qué se refiere—. A la combinación del pulso y el anillo se le llama serta.

—¿Qué es eso?

—No sé mucho al respecto... —Resoplo y él me mira con mala cara. No sé de qué me sorprendo, última mente nadie sabe mucho de nada—. Es tu arma en la batalla, más allá de las piedras rúnicas, la serta es lo que te permite usar tu poder. Se alimenta de tu sangre. 

—¿Se alimenta de qué? —pregunto horrorizada. Eso no suena bien.

—Todo tu poder reside en tu sangre y la serta es el medio para poder utilizarla. No tengo muchos conocimientos al respecto, solo he conocido una criatura como tú y...

—Mía —lo interrumpo. Sus ojos se encuentran con los míos y el dolor en ellos casi se puede tocar.

—Sí y murió hace más de un siglo.

—¿Sabes qué soy? Cuándo dicen criatura, me siento como un bicho raro y no me gusta esa sensación.

—No sé si lo que eres tiene un nombre. Yo siempre he pensado en híbrido. —Se levanta del alféizar y comienza a caminar por todo el cuarto—. Escucha... te confundí con Mía porque son exactamente iguales, son como dos gotas de agua, salvo el pelo, ella era rubia.

—Yo soy rubia natural.

—Lo sé y yo no creo en las coincidencias, Jazlyn, mucho menos en las últimas horas, por eso te pido que lo que te voy a decir no se lo cuentes a nadie, ni siquiera a...

—Mi amigo el lobo y los O'Sullivan... Algo así me dijiste la última vez. —Vuelvo a interrumpirlo y eso no parece gustarle mucho—. Respecto a los O'Sullivan, no te preocupes, no son mis amigos, tampoco me caen bien. Además, serían las últimas personas a quiénes les contara algo de mi vida. —Va a hablar, pero levanto la mano deteniéndolo—. Y entiendo tu problema con ellos pues no pareces el tipo de vampiro bueno de las pelis, pero no entiendo qué te traes con Adams. Por cierto, ¿por qué los dos tienen el mismo apellido?

—Si tantas ganas tienes de saber, ve y pregúntale a él. Y te agradecería que no lo mencionaras, nuestra relación... —Se pasa una mano por la cabeza, ofuscado—. Digamos que no es la mejor. 

Asiento. Necesito saber quién soy, ahora esa es mi prioridad. Ya me encargaré luego de descubrir la relación entre esos dos.

—De acuerdo, pues soy toda oídos.

—Mía, era hija de un hombre con una Nefilim...

—¿Nefilim? ¿Cómo Nefilim de verdad? ¿Los hijos de los ángeles caídos con los humanos? ¿Esos Nefilim?

—¡Podrías no interrumpirme más! —Sus ojos se ponen rojos y sin poderlo evitar, retrocedo en la cama hasta que mi espalda choca con el cabecero.

Asustada es poco para cómo me siento justo ahora. Cuando se percata de lo que ha hecho, sacude su cabeza y cuando sus ojos se vuelven a encontrar con los míos, ya han vuelto a la normalidad.

—Lo siento, no tengo muy buen temperamento.

—No es que quiera interrumpirte, ¿ok? Pero soy completamente nueva en todo esto y no entiendo absolutamente nada. ¡Estoy asustada, Sam!

Lentamente, camina hacia la cama y se sienta a mi lado. Me alejo unos centímetros desconfiada, pero él solo sonríe.

—Lamento haberte asustado. Yo... no tienes idea de los años que han pasado desde la última vez que tuve una conversación decente con un humano que no sea el mayordomo de la mansión.

—¿Por qué? ¿Porque por lo general en vez de conversar les drenas la sangre del cuerpo? —pregunto temerosa de la respuesta, pero necesito saber con quién estoy tratando exactamente, aunque en el fondo, ya sé que él no es bueno.

—No soy un santo, Jazlyn y no me arrepiento de nada de lo que he hecho, pero puedes estar tranquila, a ti no te haré daño.

—Uff, ¿debería sentirme honrada? —Está de más decir que estoy aterrada.

—Bueno, no todo el mundo tiene la suerte de que uno de los vampiros más fuertes y peligrosos que existen, esté dispuesto a dar su vida por ellos.

Mis ojos se abren desorbitados ante esa declaración ¿Dar su vida por mí? ¿Está loco?

—¿Por qué mejor no seguimos con la explicación?

—Creo que es lo mejor —comenta con una sonrisa—. Sí, los Nefilim son los hijos de los ángeles caídos y los humanos. Según la Biblia, una raza de gigantes que arrasó con el mundo, pero no te haré esa historia porque, por lo que veo, pronto entrarás al Reino de los Legnas y ellos se encargarán. Tienes la marca. —Hace una pausa mientras sus ojos buscan en los míos algo que no estoy segura de que encuentre—. ¿Hay alguna forma de convencerte de huir conmigo y dejar todo atrás?

¿Qué? Definitivamente está loco.

—Te recuerdo que no soy Mía.

—Lo sé y no te lo pregunto en el sentido que crees. Las cosas se van a poner feas, Jazlyn... muy feas y, desgraciadamente, tú estarás en el centro de todo eso si no hacemos algo para evitarlo.

—¿A qué te refieres? —Vuelve a levantarse de la cama y a recorrer el cuarto una y otra vez poniéndome nerviosa—. Sam, ¿a qué te refieres? —Lo sigo.

—No puedo decirte, no ahora.

—¿Por qué?

—Porque intentaré salvarte y si puedo evitarte la preocupación que supone todo lo que sé, lo haré. Pero en serio, Jazlyn, estás en peligro y contigo, el resto del mundo.

Doy dos pasos atrás sin entender completamente sus palabras. ¿Por qué estoy en peligro? Por el amor de Dios, si hasta hace una semana no sabía nada de nada.

—No puedo, Sam. No puedo irme de aquí y dejarlo todo sin más. Necesito... necesito saber qué sucedió con mis padres, por qué soy quién soy... necesito vengar sus muertes.

—Sabes que eso no los traerá de vuelta, ¿verdad? ¿Qué no te hará sentir mejor y solo te consumirá?

—Estoy dispuesta a asumir el riesgo.

—Estás loca, eso es lo que estás; pero te ayudaré.

—Mm, te lo agradezco, pero no creo que sea buena idea. Ese que no quieres que mencione me ayudará y por lo que veo, ustedes dos juntos estorbarán más de lo que podrán ayudar.

—No deberías confiar en él, Jazlyn. Adams es un traidor, un asesino...

—¿Cómo tú? —pregunto sin poder detenerme. Adams es mi amigo, no permitiré que hable mal de él.

—Sí, como yo, ¿y sabes qué es peor? La facilidad que tiene para envolverte con su mirada dulce y palabras bonitas, con sus lágrimas de cocodrilo pues cuando menos te lo imaginas, golpea por donde más te duele.

—Hasta donde yo sé, tú podrías ser igual. No te conozco, Sam, a él sí. Ha sido mi mejor amigo por tres largos años y...

—Y yo lo conozco hace trescientos once años. Creo que sé mejor que tú qué clase de persona es.

—¿Sabes qué? No quiero tener esta conversación. —Pongo mis manos en mi cintura enojada. Ya es suficiente para mí desconfiar de Adams por todo lo que me ha ocultado como para que venga él a llenarme la cabeza de más basura—. Si no vas a contarme nada más, me gustaría que te fueras. Agradezco muchísimo que hayas venido a ayudarme, pero estoy cansada.

Me analiza detenidamente y si bien no le tengo tanto miedo como las últimas veces que lo vi, no voy a decir que me siento a salvo con él. Sigue siendo un vampiro y como dijo, uno de los más peligrosos y temidos.

—Ok, dejemos ese tema, tengo algunas cosas que explicarte antes de marcharme.

—Genial.

—Ok. Mía era descendiente de un Nefilim y un humano, su abuela por parte de madre era un ángel y su abuelo era un profeta, o medio profeta, yo qué sé; eso sí, era un Legna. En otras palabras, Mía era descendiente de cuatro criaturas: Nefilim, Ángel, Legna y Humano. No sé cómo se le puede llamar a eso.

»El punto es que su sangre era muy poderosa; podía usar las piedras rúnicas, pero la serta tenía sus propias runas y ella le tenía miedo por eso no la usaba, al menos no para luchar. 

—Entonces, eso significa que si Mía y yo somos idénticas entonces también soy descendiente de esas cuatro criaturas. —Levanta los hombros y coloca las manos en sus bolsillos.

Madre de Dios.

—Otra cosa, Jazlyn. Tu poder ha despertado. Debido a que la serta se alimenta de tu sangre, tu cuerpo la recupera a una velocidad asombrosa. Generas tanta sangre como agua un poso y esa sensación de mareo y ahogo que hizo que te desmayaras, se debe al exceso de sangre en tu cuerpo. Sangre que necesita salir, rápido.

Mi cara debe ser un poema porque se acerca a mí sonriendo dulcemente.

—Respira y suelta ese labio. —Hago lo que me pide mientras intento calmarme.

—Estoy bien, continúa.

—No estás bien, puedo escuchar tu corazón desesperado por salirse de tu pecho.

—¿Puedes escuchar...? Olvídalo. Continúa.

—En solo segundos tu sangre ha aumentado lo que no te puedes imaginar. Dentro de poco, ni ese hechizo de Sacarías va a poder ocultar tu poder. —Estoy a punto de preguntar cómo sabe lo del hechizo cuando vuelve a sonreír—. Digamos que llevo unos días observándote.

»Va a ser difícil, pero yo te voy a proteger, lo prometo. No voy a permitir que lo que le sucedió a Mía te ocurra a ti también y otra cosa... si escuchas su nombre de otros labios que no sean los míos, huye. Eso solo puede significar que te han confundido con ella al igual que yo, y si eso ocurre, esa persona será un vampiro. No lo dudes.

—¿Y qué hago con el exceso de sangre?

—Por lo que he visto, eres una chica muy valiente. En eso son diferentes. Espero que tú si seas capaz de usar esa serta, aunque no sé si ese sea el mejor consejo.

—¿A qué te refieres?

—A nada. No te preocupes. 

Camina hacia la ventana y cuando creo que se va a marchar, se voltea.

—Otra cosa. Lo único que mantiene a los humanos a salvo de nosotros, es su casa. No podemos entrar sin tener el permiso de alguno de sus habitantes, pero una vez que nos lo dan, podemos entrar y salir a nuestro antojo. No deberías permitir que nadie más entre a la casa y menos si esa persona toca a tu puerta en la noche. Nos vemos por ahí.

Y sin más se marcha dejándome muy, muy confundida.

Esto no puede empeorar.
 
 
 

🌟🌹🌟
E

sto no puede empeorar, dice...

Se ve que no sabe lo que yo jaja. Esto acaba de empezar.

¿Qué les pareció el capítulo?

Espero que les haya gustado.

Nos vemos mañana, que tengan una linda tarde
 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro