2. ¿Quién demonios es esta chica?
Alexander:
—¡Sharon O’Sullivan, no puedo creer que me hayas traído aquí!
Esto es increíble, en serio. Hace poco más de un año que salí de casa en una misión para detener a los vampiros de Ciudad Celeste y a mi hermana no se le ocurre otra cosa que arrastrarme al mundo de los humanos para celebrar mi regreso. Solo ella es capaz de dejarme sin palabras. ¡Sabe que odio estas cosas!
La miro furioso, con esa mirada que todos dicen temer, pero ella solamente sonríe. A veces odio no ser capaz de intimidarla aunque sea un poco.
—¿Qué? —pregunta divertida guiñándome un ojo y a pesar de que lo intento, no consigo permanecer enojado. ¿Cómo puedo enfadarme con ella cuando se le ve tan feliz?
Aunque llevamos una vida bastante alejada de los humanos, Sharon siempre ha amado todo lo relacionado con ellos a tal punto que a veces ralla la obsesión. Desde sus costumbres hasta su forma de vivir y de vestir; todo para ella es un mundo nuevo por conocer e imitar, debo decir; razón por la cual a veces me desespera.
Sinceramente, no entiendo esa fascinación desmedida por ellos; son la raza más débil y despreciable. Son aburridos, predecibles, corruptos, traicioneros; son una escoria, lo peor del mundo y a veces me da asco saber que una vez fui uno de ellos y, peor aún, que actualmente mi deber es protegerlos de lo que los asecha en las sombras.
Pero volviendo a mi hermana y poniendo a un lado mi desagrado; creo que este es su lugar favorito en el mundo. Estamos de pie frente a una valla de hierro de color blanco que separa a Korok del Dream Park.
Según lo que Sharon me ha contado, este parque es uno de los lugares más increíble de New Mant. Tiene una extensión de seiscientos kilómetros cuadrados y se encuentra en el centro de las cuatro ciudades más importantes de este país, aunque legalmente pertenece al territorio de la Ciudad de Nordella. Limita al norte con la Ciudad de Alaks, al este con Suturb, al sur con Nordella y al oeste con Korok. Aquí tienen lugar todas las celebraciones de estas cuatro ciudades. ¡Fenomenal! Noten el sarcasmo, por favor.
—¿Entramos? —me pregunta.
La observo dubitativo pues no creo que esto sea buena idea, pero como me conoce demasiado, me dedica su mirada de niña pequeña. La odio, sabe que en este mundo no hay nada más valioso para mí que ella y se asegura de usarlo a su favor.
—¿Por favor? —suplica juntando las palmas de sus manos.
Suspiro profundo y asiento resignado. Emocionada, hace un gesto de victoria con una mano para luego arrastrarme, casi corriendo, detrás de ella. Una vez dentro, mientras ella mira alucinada a su alrededor como si fuera su primera vez aquí, algo que no es cierto pues me han informado que suele escaparse en sus días libres para pasear por este lugar, yo me dedico a esquivar humanos.
Sharon se detiene abruptamente provocando que casi choque contra ella. Su mirada, al igual que la de varias personas a su lado, está concentrada en el mapa tallado en piedra.
A pesar de mi odio a la especie humana, algo infundado según ella, me encanta observarla cuando está concentrada en esas cosas que tanto llaman su atención, a veces creo que podría caerse el mundo y ella ni se daría cuenta.
Hoy está hermosa como siempre: lleva un pantalón negro de cintura alta que marca sus generosas curvas y una blusa manga larga, blanca con un pequeño escote. Completa el conjunto con unas sandalias de tacón fino con quince centímetros de alto, como mínimo; su cabello es castaño oscuro a diferencia de la última vez que la vi, que era rubio y el viento del lugar está haciendo estragos con él.
Miro a mi alrededor mientras me alejo de ella y de sus palabras; está comenzando a planear lo que haremos durante el día y solo pensarlo me da escalofríos. Ojalá y estuviésemos en otro sitio; me siento incómodo, fuera de mi zona de confort y eso no me gusta.
—Alex, sé que no te gusta estar aquí, pero por favor préstame atención un momento —me dice al darse cuenta de que no le estoy haciendo mucho caso y yo la miro sin remedio—. No me mires así ¿vale? Yo no tengo la culpa de que seas un taciturno y no tengas amigos y que la única en este mundo que te soporte o que no te tenga miedo sea yo. Si al menos mostraras un poquito más de interés te darías cuenta de que el “mundo de los humanos”, —Levanta sus manos y hace unas comillas con sus dedos—, como tú le llamas, no es tan malo como crees.
Maldigo la hora en que le he dado tantas alas a esta mocosa. La amo, en serio lo hago, y sería capaz de dar mi vida por ella sin pensármelo; sin embargo, justo ahora, lo único que quiero es que entienda que no me puede hablar de esa forma, que soy su hermano, pero también su futuro rey y que, por tanto, me debe respeto. Pero la muy descarada me sale siempre con la excusa de que soy solamente el príncipe y ella ostenta la misma posición que yo, que, por tanto, somos iguales y me tratará como le dé la puta gana. Últimas dos palabras que le encanta usar, creo que las escuchó en una película española o algo así.
—Además, eres un puñetero Legna, tu deber es proteger a esos seres que tanto desprecias y por el amor de Dios, tú no eras así. Solías ser alguien un poco más… accesible…
—Es mejor que te calles ya, Sharon —le advierto. No me gusta hacia donde se dirige esta conversación y ella sabe de sobra que está pisando terreno peligroso.
—Lo siento —dice dando un paso hacia mí con las manos en alto en ofrenda de paz. Yo no quito mi cara de mala leche, me ha cabreado y tiene que saberlo—. Alex, llevo mucho tiempo lejos de ti, temiendo que un día llegara la terrible noticia de que un vampiro había acabado con tu vida o que te hubiera pasado cualquier otra cosa. Pero ahora estás aquí y no te puedes imaginar lo feliz que estoy. —Respira profundo. Sus ojos están brillantes, seguro que por las lágrimas que se niega a dejar salir—. Quiero darte la bienvenida como te lo mereces y sé que no te gustan los humanos, pero este lugar es increíble. Te lo juro. Olvida que estamos en su mundo y piensa solo en nosotros. Divirtámonos, por favor.
La observo dubitativo. Justo ahora tengo la excusa perfecta para desaparecer de aquí, pero ver sus ojos suplicantes me impide tomar esa decisión y aunque no se lo diga expresamente, yo también la he extrañado. Un montón.
—De acuerdo, aunque no sé de qué te preocupas; es imposible que muera en manos de un vampiro, soy más fuerte y más inteligente que ellos.
—Algún día, ese exceso de confianza te va a meter en problemas. —Me encojo de hombros y, sonriendo, coge mi mano y comenzamos a caminar.
Serpenteando entre los humanos llegamos hasta una especie de carnaval. Como aún no hemos desayunado me dirijo a uno de los puestos callejeros totalmente ridículo con globos en forma de gallinas por todos lados. La verdad es que no me sorprendería si en cualquier momento sale volando. Compro dos sándwiches de pollo, un jugo de naranja para Sharon y una cerveza para mí. Si quiero salir vivo de aquí, voy a necesitar alcohol… mucho alcohol.
Con el estómago lleno, nos adentramos en el carnaval y a pesar de la incomodidad y la tensión en mis hombros, no puedo evitar sonreír al verla tirar fotos con su celular a todo lo que ve. A veces me pregunto, cómo sería mirar el mundo con sus ojos.
—Sonríe —me pide mientras el flash se dispara. Genial… tampoco me gustan las fotos.
—Si quedó mal, tendrás que borrarla, Sharon. —En uno de sus muchos gestos infantiles, me saca la lengua.
—Quedaste perfecto. Tú siempre quedas perfecto. —Sonrío mientras me muestra la foto.
—Tienes razón, quedé perfecto.
—A veces te odio, Alex. —Rueda los ojos dramáticamente y yo me río. Adoro a esta chica.
Una incomodidad diferente a la que hasta ahora he sentido, hace que todos los vellos de mi cuerpo se ericen disparando mis alarmas. Nos están vigilando, lo sé, puedo sentirlo. Sin apartarme demasiado de mi hermana, miro a mi alrededor, pero no veo nada. Hay demasiadas personas.
—¿Está todo bien? —pregunta Sharon.
—Sí, lo está, no te preocupes.
Y es entonces cuando la veo. Unos metros más allá, mis ojos se encuentran con las esferas verde azul más raras y brillantes que he visto, a tal punto que parece sobrenatural. Para cualquier humano pasaría desapercibido, pero para nosotros no. Nuestra vista es capaz de percibir eso y mucho más, a distancias mayores.
Está confundida, contrariada; de hecho es el primer ser humano que me mira de esa forma y eso me da curiosidad. Ladeo la cabeza mientras me lleno de cada detalle. Pelo rosado claro, nariz pequeña, labios regordetes, un lunar en la esquina de su ojo derecho y pestañas largas. Un cuerpo bien proporcionado, no tan exagerado como el de algunas féminas, pero definitivamente está bien formado; tal vez demasiado pequeña. Y creo que puedo admitir que tiene una sonrisa bonita; sonrisa que va desapareciendo con cada segundo que pasa observándome.
De manera inexplicable, mi corazón comienza a acelerarse y eso me asusta. No estamos en peligro inminente así que no veo razón para ese comportamiento tan inusual. Los ojos de la humana frente a mí, me detallan del mismo modo que lo he hecho con ella y puedo sentir la lucha en sus pensamientos.
Frunce el ceño y se ve malditamente tierna, sin embargo, no es hasta que se muerde el labio, que algo hace clic en algún lugar de mi cabeza. La conozco, la he visto en alguna parte, pero, ¿dónde?
Vuelvo a reparar en ella centímetro a centímetro, buscando algo que me diga por qué luce tan familiar, pero no hay nada que esclarezca mis recuerdos. Lo peor de todo es que no se siente como si la hubiese conocido de manera casual, como si la hubiese visto en la calle un día cualquiera. No, se siente como si la conociera de verdad, a un nivel íntimo, como si nuestras almas fueran amigas de toda la vida y eso es aterrador, como mínimo. ¿Quién demonios es esta chica?
Sus ojos rompen el contacto cuando una morena de pelo rizado se le acerca y le dice algo. La chica que creo conocer, sacude su cabeza y le responde.
—¿Estás bien? —pregunta Sharon.
Ignorándola, detallo cada uno de sus movimientos; desde la sujeción de un paquete de dardos en sus manos y su lento caminar hacia la línea de tiro, hasta la tensión en sus hombros que no desaparece ni un segundo.
Solo con ver su posición al lanzar, sé que va a fallar el tiro, por lo que no me sorprendo cuando el dardo golpea muy lejos de los globos. Lanza el segundo y vuelve a errar mientras noto cómo mis labios se curvan en una sonrisa y, sin poder detenerme, cruzo el espacio que nos separa.
Mi hermana camina a mi lado preguntando todo tipo de cosas, pero no la escucho, en su lugar, me dejo llevar por el impulso. Uno, que en mis veintiún años de edad nunca he sentido.
Sin saber cómo, me encuentro detrás de ella, con mi pecho pegado a su espalda y el olor a frambuesas que desprende su cabello colmando mis sentidos. Sin pensarlo dos veces, asomo mi cabeza sobre su cuello sintiendo su respiración errática y los latidos acelerados de su corazón. Al parecer no soy el único afectado.
—No lo vas a dar si sigues en esa posición.
—¿Qué? —pregunta sobresaltada, mientras se voltea hacia mí. Sus ojos son aún más hermosos de cerca.
Sin responder su pregunta, vuelvo a darle la vuelta para que se coloque frente a los globos y hago todo lo posible por ignorar el ligero calambre que recorre mi cuerpo al poner mis manos sobre sus hombros.
—Coloca el pie derecho perpendicular a la raya —le susurro al oído y un escalofrío sacude su cuerpo. Sonrío.
Ok, sé que la estoy poniendo nerviosa, pero no puedo evitarlo. Ni yo mismo me reconozco. Es una humana… una maldita humana que se ha quedado paralizada, debo destacar.
—Hazlo —le ordeno y ella sale de su trance. Yo sonrío.
¿Es malo que me esté divirtiendo con esto?
—Correcto. Ahora recuerda… el otro pie es el que te dará equilibrio. Mantenlo apoyado al suelo únicamente con los dedos y trata que la fuerza de apoyo de ese pie recaiga sobre el dedo gordo e índice principalmente. Las piernas rectas y rígidas, no las flexiones en ningún momento, e inclina ligeramente tu cuerpo hacia la diana.
Estoy bastante seguro de que su cerebro no logra registrar todo lo que digo, pero de alguna forma, su cuerpo responde a cada una de mis palabras, lo sé, porque yo apenas consigo mantenerme cuerdo. Su olor está mareándome y la sangre late con fuerza en mi cabeza.
Con movimientos suaves coloco su brazo paralelo al suelo y lo flexiono por el codo.
—A la hora de lanzar, solo debes mover el antebrazo y la muñeca. Tu brazo debe terminar totalmente estirado en un ángulo de ciento ochenta grados… Ahora hazlo.
Doy un paso hacia atrás para darle un poco de espacio, pero no me aparto demasiado. La chica respira hondo y lanza… Sabía que iba a fallar.
Una exhalación a mi derecha llama mi atención. La chica de los rizos observa a su amiga con una mirada que, atreviéndome a interpretar, diría algo así como: “¿Y quién no iba a fallar con semejante hombre al lado?”. Por otra parte, mi hermana intercala la mirada entre la chica y yo con la boca desencajada, alucinando completamente y en parte, entiendo su reacción.
A pesar de todo, hasta yo estoy sorprendido. Después de que Amy se fue de mi vida, es la primera vez que me acerco a un humano por mi libre y espontánea voluntad.
—Fallaste —le digo captando nuevamente su atención.
—Tal vez no eres tan buen profesor como creías. —No puedo evitar sonreír ante sus palabras y más porque al segundo de haberlas soltado, parece arrepentirse.
Tomando sus palabras como un reto, saco unos billetes de mi cartera y compro un paquete de dardos. Me coloco frente a la diana y repitiendo cada uno de los pasos que le expliqué, comienzo a lanzarlos uno a uno, reventando cada globo. Antes de arrojar el último, la miro. Tiene la boca abierta de par en par y eso me hace gracia. Si ella supiera que tengo una puntería perfecta desde los siete años producto de un entrenamiento más que intensivo, tal vez no se sorprendería tanto.
Sin apartar la vista de ella, lanzo el último dardo y como era de esperarse, el globo explota.
—Tal vez no seas tan buena alumna —la reto con una sonrisa.
🌟🌹🌟
Aquí está nuestro Alexander... ¿Qué les ha parecido este chico?
¿
Qué tal el capítulo? ¿Les gustó?
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