Personas corriendo por un bosque, gritos y una luz enceguecedora que bañaba todo. Las imágenes eran flashes sin sentido, hasta que parpadeó en sus sueños, y vio a una chica frente a ella. Su pelo largo castaño claro estaba trenzado, y sus gélidos ojos que tenían una mezcla de diferentes tonalidades de celeste, azul y verde, la miraron fijamente.

— Sy, ¿Estás bien? Debemos irnos, el resto nos espera —la voz de ella resonó como un melódico eco. Quiso responder pero despertó en ese instante con una fría sensación de vacío. Como cada vez que soñaba con fragmentos de una vida que no vivió, personas que no conoció y sentimientos que no disfrutó, ella se levantó de su cama rápidamente para deshacerse del frío sudor que cubría su piel.

Caminó hacia el escritorio de su casa, buscando el diario donde volcaba todas las imágenes que su mente le contaba pero que no siempre podía decodificar. Cuando terminó de escribir todo, miró el calendario colgado en la pared, notando los círculos sobre las fechas que se aproximaban.

Parque Pereyra Iraola, 16:15 hs. Uma y Nina; decía el primer círculo, y repasó las demás fechas que aún no tenían significado pero que sabía que eran importantes. Respiró hondo, meditabunda, y miró la hora, sabiendo que el tiempo corría más rápido de lo que podía predecir el futuro.

Tuvo un extraño presentimiento recorriendola, pero decidió callarlo antes de que la asustara más de lo que ya estaba.