ulven og hans første skritt
ulven og hans første skritt
(El Lobo y sus primeros pasos):
En un mundo donde los ecos del pasado resuenan en cada sombra, Kjartan Hrafnsson, conocido como el Susurro de los Lobos, ha forjado una conexión mística con estas majestuosas criaturas. Criado entre los bosques imponentes de Norheim, Kjartan no es solo un guerrero temido por sus enemigos, sino también un guardián de los secretos de la naturaleza. Su habilidad para comunicarse con los lobos le ha otorgado aliados leales y un profundo entendimiento de las fuerzas que gobiernan la vida y la muerte.
Sin embargo, la paz es frágil. Una antigua deidad, celosa de su vínculo con el reino animal, amenaza con desatar su ira sobre el mundo. Enfrentándose a un destino que cambiará el curso de la historia, Kjartan se embarca en una épica aventura para desafiar a este dios y proteger lo que ama. ¿Podrá el Susurro de los Lobos dominar no solo su propio poder, sino también el furor divino que se cierne sobre él?
Únete a Kjartan en su viaje de autodescubrimiento, donde la lealtad, el sacrificio y la conexión con la naturaleza son las claves para enfrentarse a un enemigo que podría consumirlo todo.
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La noche se había instalado sobre la aldea de Hrafn, y el viento silbaba entre los árboles como un canto ancestral. Kjartan Hrafnsson, aún sin saberlo, estaba a punto de venir al mundo. Su padre, Hrafn, regresaba de un largo día de caza, su figura robusta envuelta en pieles, su rostro marcado por la fatiga y la satisfacción del deber cumplido. Con cada paso que daba hacia su hogar, el sonido de su corazón se entrelazaba con los ecos de la naturaleza que lo rodeaba.
La luna llena iluminaba el camino, y en el cielo, una magnífica aurora boreal comenzaba a desplegarse, envolviendo la noche en tonos de verde y púrpura. Hrafn se detuvo un instante, maravillado por la belleza del espectáculo celestial, sintiendo en su pecho la expectación de un evento aún más grandioso. Sabía que, mientras él había estado cazando, su esposa, Freya, luchaba por dar a luz a su hijo, un momento que cambiaría sus vidas para siempre.
Al llegar a su hogar, Hrafn se encontró con un grupo de mujeres reunidas, sus rostros iluminados por la luz titilante del fuego. El murmullo en el aire estaba impregnado de nerviosismo y esperanza. Sin perder un segundo, empujó la puerta y entró, encontrando a Freya rodeada de sus amigas, su expresión de dolor y determinación haciéndose más intensa.
Hrafn:—¡Freya! —llamó, su voz resonando con la urgencia del momento.
Ella levantó la vista, sus ojos llenos de amor y fatiga. En ese instante, Hrafn se arrodilló a su lado, tomando su mano con fuerza. Cada contracción que atravesaba el cuerpo de Freya parecía conectarse con los susurros de la noche exterior, como si el mundo entero estuviera en sintonía con el milagro que estaba por suceder.
Freya:—Kjartan... —murmuró Freya entre respiraciones, su voz un hilo de aliento. —Está cerca.
Fuera, la manada de lobos que siempre había sido parte de su vida se hizo oír, sus aullidos resonando en la oscuridad como una canción de bienvenida. Era como si la naturaleza misma reconociera la llegada de un nuevo espíritu al mundo. La combinación del llanto del recién nacido con los aullidos de los lobos creó una melodía única, un vínculo entre lo humano y lo salvaje.
Con un último grito de esfuerzo, Freya dio a luz a Kjartan, y el llanto del bebé llenó la habitación, un sonido puro que resonó con fuerza en el corazón de su padre. Hrafn tomó al pequeño en sus brazos, sus ojos brillando con lágrimas de alegría. En ese momento, mientras la aurora boreal danzaba en el cielo y los ecos de los lobos llenaban la noche, comprendió que su vida había cambiado para siempre.
Su hijo, Kjartan, no solo era un nuevo ser en el mundo; era el legado de una conexión profunda con la naturaleza, un lazo que los uniría a él, a su madre y a los lobos que siempre habían custodiado su hogar. La noche se convirtió en testigo de un nuevo comienzo, y Hrafn supo que, en el susurro de los lobos, había un futuro que esperaría ser reclamado.
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Que hermoso momento no lo creen?
Pero como funcionan las cosas en este mundo inhóspito?
Porque los lobos son tan cercanos a ellos bueno?
aquí la explicación:
El Mundo de la Era Vendel
En la era Vendel, las tierras escandinavas son un vasto paisaje de montañas majestuosas, bosques densos y fiordos profundos, un entorno donde la naturaleza y la humanidad coexisten en un delicado equilibrio. La región está dividida en cuatro tribus, cada una con sus propias habilidades, tradiciones y rivalidades, que dan forma a la vida de sus habitantes.
La Tribu Ciervo: Expertos en agricultura y pastoreo, la tribu Ciervo se caracteriza por su gran y poderosa caballería. Sus vastos campos fértiles les permiten cultivar abundantes cosechas, y su destreza en la cría de animales les proporciona recursos valiosos. Los guerreros ciervo son conocidos por su destreza en la guerra a caballo, utilizando tácticas de movilidad y velocidad para dominar el campo de batalla. Sin embargo, su enfoque en la paz y la prosperidad agrícola a menudo los pone en conflicto con las tribus más bélicas.
La Tribu Cuervo: Maestros del reconocimiento, la tribu Cuervo se especializa en la exploración y la vigilancia de nuevos territorios. Su astucia y agilidad les permiten moverse con sigilo por la naturaleza, convirtiéndolos en los ojos y oídos de la región. Los guerreros cuervo son conocidos por su habilidad con el arco y la flecha, capaces de atacar desde las sombras. Su papel como exploradores los coloca en una posición estratégica, aunque su falta de poder militar a gran escala les obliga a forjar alianzas con las otras tribus.
La Tribu Lobo: La tribu a la que pertenece Kjartan, los lobos son expertos cazadores, cuyas habilidades en la caza y el rastreo son legendarias. Con una conexión profunda con la naturaleza, los guerreros lobo son astutos y valientes, utilizando su conocimiento del terreno y su capacidad para trabajar en manada. Son los guardianes de los bosques y las montañas, pero su feroz independencia y sus métodos de caza los ponen en conflicto con otras tribus, especialmente con la tribu Oso.
La Tribu Oso: La tribu más fuerte de todas, la tribu Oso, domina la mayor parte de los territorios. Sus guerreros son considerados prodigios entre prodigios, con fuerza y habilidad que los hace temidos en el campo de batalla. Su cultura se centra en la guerra y la conquista, y no dudan en expandir sus fronteras a expensas de las otras tribus. A menudo en conflicto con la tribu Lobo, los osos ven a sus rivales como amenazas a su dominio, y las tensiones entre ambas tribus son palpables, alimentando un ciclo interminable de rivalidades y luchas por el poder.
En este mundo lleno de conflictos y alianzas, Kjartan Hrafnsson se encuentra en el centro de una historia que trasciende las rivalidades tribales, donde la conexión con la naturaleza y el legado de su tribu definirán su destino y el de su pueblo.
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La claridad del día se desvanecía lentamente, y el crepúsculo envolvía la aldea de la tribu Lobo en un manto de sombras doradas. El aire vibraba con la emoción de la celebración; los miembros de la tribu se habían reunido alrededor de la fogata central, sus rostros iluminados por las llamas danzantes. Hoy era un día especial, un momento que resonaría en la historia de los lobos.
Hrafn, el jefe de la tribu, se erguía con orgullo ante su gente, sosteniendo en sus brazos a su recién nacido hijo, Kjartan. Sus ojos centelleaban con la luz del fuego y una alegría palpable, mientras la multitud murmuraba en anticipación. La llegada de un heredero era un acontecimiento sagrado, un símbolo de esperanza y continuidad para la tribu.
Hrafn:—¡Hermanos y hermanas de la manada! —vociferó Hrafn, su voz resonando con la autoridad de un líder. —Hoy celebramos el nacimiento de Kjartan Hrafnsson, el futuro guardián de nuestra tribu y nuestro legado.
Un grito de júbilo surgió entre la multitud, un eco de celebraciones pasadas. Los guerreros levantaron sus armas en señal de honor, mientras las mujeres danzaban en círculos, sus risas y cánticos entrelazándose con los sonidos de la noche. Era un momento de unidad y alegría, un recordatorio de la fortaleza de la tribu Lobo.
Al escuchar el bullicio de la celebración, una manada de lobos apareció en la frontera del campamento, sus ojos brillando como dos faros en la oscuridad. Los animales se acercaron con un aire majestuoso, como si fueran los guardianes de Kjartan, listos para aceptar al niño en su mundo. La multitud contuvo la respiración al ver la escena, y una profunda conexión se sintió entre los humanos y los lobos.
Hrafn:—¡Miren! —exclamó Hrafn, levantando a su hijo hacia el cielo estrellado—. Estos son nuestros hermanos, los verdaderos guardianes de las tierras que habitamos. Que su presencia sea un signo de bendición y protección para nuestro pequeño.
Los lobos comenzaron a aullar, su canto resonando en la noche, un eco de la historia de la tribu y un saludo al nuevo miembro de la manada. El sonido se elevó, envolviendo la aldea como una ola de poder ancestral. A medida que sus aullidos se unían al bullicio de la celebración, la tribu Lobo respondió con vítores y danzas, creando una sinfonía de vida y conexión.
Hrafn, sintiendo la energía que lo rodeaba, acarició la cabeza de su hijo con ternura, mientras Kjartan, ajeno a la grandeza del momento, dormía pacíficamente en sus brazos. El líder sintió que, en ese instante, el futuro de su tribu estaba asegurado. La unión de los humanos y los lobos se sellaba, y el legado de la tribu Lobo estaba más vivo que nunca.
Con el fuego crepitando y el aullido de los lobos resonando en la distancia, la celebración continuó, un baile de esperanza, fuerza y comunidad, donde la llegada de Kjartan no solo marcaba el inicio de su vida, sino también el renacer de un espíritu que siempre había estado entrelazado con la naturaleza.
La celebración continuaba a su alrededor, pero Freya sintió la necesidad de llevar a su hijo a un lugar más tranquilo, donde la esencia de la naturaleza pudiera envolverlos. Con Kjartan acurrucado en sus brazos, se alejó suavemente de la multitud, buscando un rincón sereno donde los sonidos de la fiesta se desvanecieran en un murmullo distante.
Tras un breve paseo por el borde del campamento, Freya llegó a un claro iluminado por la luz de la luna, donde un grupo de lobos se había reunido. En el centro, una madre loba estaba acurrucada junto a sus cachorros, que se movían torpemente mientras trataban de encontrar su lugar en el mundo. La madre los lamía con ternura, y sus ojos reflejaban una sabiduría profunda, un entendimiento que trascendía las palabras.
Freya se agachó, llevando a Kjartan cerca de la madre loba. Con un susurro lleno de respeto, habló en voz baja, como si compartiera un secreto con la naturaleza.
Freya:—Mira, pequeño. Estos son nuestros hermanos. En ellos, hay una fuerza que perdura a través del tiempo. La madre loba, al sentir la presencia humana, levantó la vista. Sus ojos dorados brillaron con una inteligencia serena, y en un instante, un vínculo inexplicable se formó en el aire.
Freya, consciente de la conexión profunda que unía a su tribu con los lobos, sintió que era el momento adecuado para que Kjartan conociera su legado.
Freya:—Tu destino será grandioso, mi hijo —dijo Freya, acariciando la cabeza de Kjartan con ternura—. La madre loba te recibe en su mundo. Serás un protector, un guerrero que llevará la esencia de los lobos en su corazón.
Mientras hablaba, la madre loba se acercó, permitiendo que los cachorros se acercaran a Kjartan, que, aunque dormido, parecía estar en paz, como si sintiera la calidez de la manada.
Los pequeños, curiosos, se acurrucaron a su lado, buscando el calor de su pequeño cuerpo, y Freya sonrió al ver la escena.
Freya:—Desde el primer día, has estado destinado a grandes cosas. Esta conexión que ves aquí, entre tu sangre y los guardianes de nuestro hogar, te acompañará siempre —murmuró Freya, dejando que el silencio de la noche llenara el claro.
De repente, la madre loba aulló suavemente, un canto que resonó en el aire, como si le estuviera prometiendo a Kjartan un lugar entre su manada. Freya sintió una oleada de emoción; la promesa de una vida llena de aventuras y desafíos estaba tejida en esa unión.
Freya:—Recuerda siempre, hijo mío —continuó Freya—, que la fuerza de los lobos reside no solo en su ferocidad, sino también en su lealtad y su capacidad para vivir en armonía con la naturaleza. Tú serás un puente entre dos mundos.
Mientras la luna brillaba sobre ellos, la madre loba acercó su hocico a Kjartan, como si lo estuviera bendiciendo. Freya sintió una conexión profunda y mágica, un reconocimiento de que su hijo estaba destinado a ser alguien excepcional, un guerrero que llevaría consigo la esencia de la manada.
Después de un momento que pareció eterno, Freya supo que era hora de regresar a la celebración. Con cuidado, levantó a Kjartan en sus brazos y se dirigió de vuelta, sintiendo que el lazo que se había formado en aquel claro perduraría a lo largo de los años, un recuerdo eterno de la unión entre su hijo y los lobos que siempre serían sus guardianes.
Desde una elevación cercana, Eldrin, el líder de la tribu Cuervo, observaba con atención la celebración de la tribu Lobo. Con su capa oscura ondeando al viento, se mezclaba con la noche, mientras sus cuervos, entrenados y leales, se posaban en las ramas de un árbol cercano, listos para servir como sus ojos en el cielo.
Los cuervos, con su plumaje negro brillante, escudriñaban cada movimiento. Eldrin sintió un cosquilleo en su mente; sabían que el nacimiento de un nuevo miembro en la tribu Lobo podía significar mucho para el equilibrio de poder en la región. Con un gesto de su mano, llamó a uno de los cuervos más audaces, un ave que siempre había sido su compañera fiel.
Eldrin:—Ve, Raven —le dijo—. Ve y observa de cerca. Necesitamos saber qué se siente en el aire. El cuervo desplegó sus alas y voló hacia el campamento de la tribu Lobo, aterrizando en una rama baja para observar de cerca el evento.
Eldrin se concentró en el bullicio de la celebración mientras su mente comenzaba a formular estrategias. Sabía que Kjartan Hrafnsson, el recién nacido, podría ser tanto una oportunidad como una amenaza.
A medida que el cuervo regresaba, Eldrin notó su excitación y le pidió que se posara en su hombro. Con un ligero movimiento, el ave le transmitió imágenes y sonidos de la ceremonia, el llanto del bebé y los aullidos de los lobos que llenaban el aire.
Eldrin:—El hijo de Hrafn ha llegado —murmuró Eldrin, comprendiendo la magnitud del momento. —Kjartan. Un niño que puede un día unir a las tribus o convertirse en un adversario formidable.
Mirando hacia el horizonte, vio la luz de la aurora boreal iluminando el cielo. La llegada de Kjartan no era solo un acontecimiento, sino un llamado a la acción. Eldrin sintió que su deber era informar a su tribu.
Eldrin:—Debemos prepararnos —dijo, su voz firme—. Este niño podría ser un aliado poderoso, o una amenaza que no podemos permitir que se fortalezca.
Con un gesto decidido, Eldrin reunió a los miembros de la tribu Cuervo, su mente ya elaborando planes. La estrategia era vital, y su conexión con los cuervos sería su mayor ventaja.
Eldrin:—Hermanos y hermanas, el nacimiento de Kjartan es un signo de tiempos venideros. Debemos actuar con sabiduría y previsión. Este niño, con el tiempo, podría ser un puente entre nuestras tribus o el inicio de un conflicto.
Mientras el murmullo de la celebración de los lobos resonaba en la distancia, Eldrin sabía que la vigilancia sería clave. La llegada de Kjartan significaba que el juego de alianzas y rivalidades estaba apenas comenzando.
-En otro lado-
Desde una colina cercana, Therin, el líder de la tribu Ciervo, contemplaba la celebración de la tribu Lobo. Montado en su imponente ciervo, un animal musculoso que relinchaba suavemente, miraba con atención mientras el bullicio de la fiesta resonaba en el aire. Los miembros de su tribu, montados en sus propios ciervos, se mantenían en un silencio reverente, conscientes de que cada evento en la región podía afectar su futuro.
Therin sintió una mezcla de curiosidad y precaución al observar la escena. Su mirada se centró en Hrafn, sosteniendo a su hijo, Kjartan. La figura del bebé, acurrucada en los brazos de su padre, evocaba un sentimiento de ambivalencia en él. No sabía si ese niño sería un futuro aliado o una amenaza.
Therin:—¿Qué opinas de esto, Dama Verde? —preguntó, dirigiéndose a su ciervo, quien lo miraba con sabiduría en sus ojos. La conexión entre los ciervos y su tribu siempre había sido fuerte, y Therin creía en la intuición de su montura.
Los cuernos de los ciervos brillaban bajo la luz de la luna, y mientras la celebración se intensificaba, Therin sintió que el destino de Kjartan podría tener un impacto significativo en la estabilidad de las tribus. Un guerrero nacido de la tribu Lobo, con la fuerza y la ferocidad de su herencia, podría cambiar el equilibrio de poder en su favor o en su contra.
Therin:—Este niño es un signo de cambio —murmuró para sí mismo, observando cómo los lobos aullaban en un canto de bienvenida—. Si crece fuerte y decidido, podría unirse a la lucha contra la tribu Oso, o, por el contrario, convertirse en un obstáculo en nuestro camino.
La incertidumbre pesaba en su mente mientras contemplaba la conexión entre Kjartan y la naturaleza. Era evidente que el niño ya estaba destinado a ser algo grande, pero ¿sería un aliado que uniera a las tribus o un rival que amenazara su forma de vida?
Con un gesto, Therin reunió a su tribu, sus ojos aún fijos en la celebración.
Therin:—Debemos estar atentos, hermanos —declaró, su voz firme—. El hijo de Hrafn podría ser un jugador crucial en el tablero de este conflicto. Es vital que observemos y evaluemos lo que esto significa para nosotros.
Mientras los ciervos se movían con gracia a su alrededor, Therin sintió que la elección que hicieran podría definir su legado. La llegada de Kjartan representaba una encrucijada en el destino de las cuatro tribus, y él estaba decidido a estar preparado para lo que el futuro pudiera deparar.
-En otro lado-
Desde la distancia, ocultos entre los árboles robustos, un grupo de espías de la tribu Oso observaba con atención la celebración de la tribu Lobo. Eran figuras imponentes, vestidas con pieles de animales y con una presencia que infundía respeto. Sus ojos, afilados como garras, no perdían detalle de lo que sucedía en el campamento.
Al frente del grupo se encontraba Torvald, un guerrero veterano con cicatrices que contaban historias de batallas pasadas. Mientras la luz de la luna iluminaba la escena, su mirada se centró en Hrafn, quien sostenía a su hijo, Kjartan. Torvald sintió que ese momento era crucial, un evento que podría alterar el equilibrio de poder en la región.
Torvald:—Así que el hijo de Hrafn ha llegado al mundo —murmuró Torvald, su voz grave resonando en el silencio del bosque—. Un nuevo lobo para la manada. Esto podría ser interesante.
Guerrero:—¿Cree que este niño será una amenaza, Torvald? —preguntó, con inquietud en su voz uno de los jóvenes espías, aún lleno de adrenalina, se inclinó hacia él.
Torvald, observando cómo los lobos aullaban en celebración y los cuervos vigilaban desde arriba, reflexionó. Sabía que el nacimiento de Kjartan podía ser visto de muchas maneras, y las implicaciones eran complejas.
Torvald:—Es difícil decirlo. Puede convertirse en un aliado formidable para la tribu Lobo, o en un rival que amenace nuestro dominio —respondió, manteniendo la mirada fija en el campamento—. En cualquier caso, debemos informar a nuestro jefe. Este niño podría marcar el comienzo de un nuevo conflicto.
Con un gesto decidido, Torvald llevó a su grupo hacia la seguridad del bosque, moviéndose con la agilidad y el sigilo que les caracterizaba. Cada paso era calculado, y la naturaleza misma parecía facilitar su paso, como si los árboles los ocultaran de la vista.
Al llegar a su campamento, la atmósfera era tensa. El fuego chisporroteaba y los guerreros osos se movían con la fuerza de la vida que brotaba en su interior. Torvald se acercó al círculo donde se reunía el jefe, un hombre robusto de barba espesa y mirada decidida.
Torvald:—Jefe —anunció Torvald, sus ojos brillando con la información que llevaba—, hemos observado el nacimiento del hijo de Hrafn, Kjartan Hrafnsson. Su llegada podría cambiar el destino de la tribu Lobo y, potencialmente, el nuestro.
Los murmullos se intensificaron, y el jefe alzó una mano para silenciar a su gente.
Jefe oso:—¿Qué has visto? —preguntó, su voz firme. Torvald se erguía, lleno de determinación.
Torvald:—El niño es un símbolo de esperanza para su tribu, y si se cría con la fuerza de su padre, podría convertirse en un guerrero formidable. Necesitamos estar preparados para cualquier eventualidad.
El jefe asintió, entendiendo la gravedad de la situación.
Jefe Oso:—Así que Kjartan Hrafnsson ha llegado —repitió, reflexionando sobre el futuro. —Debemos estar atentos y listos para actuar. No permitiremos que la tribu Lobo, con su nuevo líder, se convierta en una amenaza para nosotros.
Mientras la noche avanzaba, el grupo de osos comenzó a trazar planes, conscientes de que el destino de su tribu estaba entrelazado con el futuro de Kjartan. La guerra por la supremacía en las tierras escandinavas estaba lejos de terminar, y un nuevo capítulo estaba a punto de escribirse.
En el silencio de su tienda, el líder de la tribu Oso, Bjorn, se sentó en la penumbra, su mente viajando hacia un recuerdo que lo había marcado para siempre. Con una mano, se tocó el pecho, donde una cicatriz ancha y profunda se extendía, un recordatorio de la feroz batalla que había librado años atrás contra Hrafn, el líder de los lobos.
La imagen del enfrentamiento le vino a la mente: el sonido de las espadas chocando, el aullido de los lobos en la distancia, y la mirada desafiante de Hrafn mientras la lucha se intensificaba. Bjorn había sido un guerrero temible, pero la habilidad y la astucia de Hrafn lo habían dejado con esta cicatriz, un símbolo de su derrota.
Una sonrisa siniestra se dibujó en su rostro mientras recordaba la emoción de ese momento. El dolor de la herida se había transformado en un fuego que lo impulsaba a seguir luchando. La cicatriz era un recordatorio no solo de su fracaso, sino de la oportunidad de venganza.
Bjorn:—Pronto —murmuró para sí mismo, su voz resonando en la oscuridad—. Pronto Kjartan Hrafnsson será un guerrero, y yo tendré la oportunidad de enfrentar a su padre una vez más. La historia se repetirá, pero esta vez, seré yo quien emerja victorioso.
Bjorn se levantó, sintiendo el ardor en su pecho. La llegada de Kjartan no solo era una amenaza; era el comienzo de una nueva fase en su vida. La sangre que había derramado en el pasado lo había dejado sediento de revancha, y ahora, el hijo de su enemigo podría ser la clave para lograrlo.
Con una determinación renovada, salió de la tienda, su cicatriz ardiendo como un recordatorio constante de su misión. Estaba listo para enfrentarse a los lobos una vez más, decidido a demostrar que la tribu Oso prevalecería. La risa y el bullicio de su gente lo rodearon, y en su interior, la emoción crecía. La guerra era inminente, y él estaba preparado para reclamar su lugar en la historia.
-De regreso con la tribu Lobo-
En la cálida penumbra de su hogar, Freya acurrucó a Kjartan en sus brazos, sintiendo su pequeño cuerpo relajarse mientras el sueño comenzaba a envolverlo. La luz de la luna se filtraba a través de las rendijas de la cabaña, creando un ambiente mágico y sereno. Freya, con una sonrisa suave, comenzó a cantar una canción que resonaba con la historia de su tribu, un canto lleno de leyendas y promesas.
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Freya:—Las mentiras del oso, —susurró con dulzura—, las lágrimas del lobo,
Su voz era suave como una brisa nocturna, y cada palabra parecía danzar en el aire. Kjartan, envuelto en la calidez de su madre, escuchaba, sintiendo la conexión profunda entre ellos.
Freya:—Las plumas caídas de los cuervos, el correr de los ciervos,
A medida que cantaba, las imágenes de los animales y las tribus que habitaban sus tierras llenaban la habitación. Freya sabía que estas historias formarían la base del futuro de su hijo, un legado que llevaba consigo.
Freya:—Los lobos ascenderán, y seremos guerreros en el Ragnarök.
La canción se deslizaba entre las sombras, llenando el espacio con un aura de esperanza y fuerza. Freya imaginaba un futuro brillante para Kjartan, uno en el que los lobos se unirían y lucharían con valentía. Con cada nota, el ritmo del canto se sincronizaba con el latido de su corazón, y pronto el pequeño Kjartan cerró los ojos, abrazado por la paz que traía su madre.
Al terminar la canción, Freya lo miró, su corazón rebosante de amor y determinación. Sabía que su hijo estaba destinado a grandes cosas, y con su canto, había tejido un vínculo inquebrantable entre ellos y la historia de su tribu.
Con una última mirada llena de ternura, Freya se inclinó sobre Kjartan, dándole un beso suave en la frente. En su interior, sabía que la lucha y la gloria estaban por venir, pero por ahora, en ese momento tranquilo, solo existían el amor y la promesa de un futuro lleno de esperanza.
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Mientras tanto:
Bajo el cielo estrellado, Hrafn se adentró en el bosque, su corazón palpitando con emoción y anticipación. Caminaba hacia la cabaña de su viejo amigo Eirik, un hábil herrero conocido por su destreza en la forja de armas. La madera crujía bajo sus pies mientras los ecos de la celebración aún resonaban en su mente, pero había algo más importante que el festejo en su corazón.
Al llegar, la luz del fuego danzaba en el interior, iluminando las herramientas colgadas en las paredes y el calor que emanaba del hogar. Eirik, con su barba poblada y manos callosas, levantó la vista y sonrió al ver a Hrafn.
Eirik:—¡Hrafn! —exclamó, acercándose—. ¿Qué te trae por aquí en esta noche tan especial?
Hrafn sonrió, sintiendo la camaradería entre ellos.
Hrafn:—He venido a hablarte sobre Kjartan. Quiero que le forjes una espada, una que simbolice su legado y que esté lista para su primera cacería.
Eirik:—¿Una espada para un niño tan pequeño? Eirik frunció el ceño, intrigado. —¿No deberías esperar un poco más?
Hrafn:—No —respondió Hrafn, su voz firme—. Esta espada será su primer regalo, un símbolo de lo que está por venir. Quiero que crezca sintiendo el peso de su herencia, y sé que un arma forjada por ti será perfecta.
Eirik asintió, comprendiendo la importancia de la petición.
Eirik:—Entiendo. Esta espada llevará consigo la esencia de los lobos. La forjaré con la mejor metalurgia que poseo. ¿Tienes en mente algún diseño especial?
Hrafn pensó un momento, visualizando la espada en las manos de su hijo.
Hrafn:—Quiero que sea ligera, pero fuerte, como los vientos del norte. Y que tenga grabados en la hoja símbolos de la manada, para que siempre sepa que no está solo en sus cacerías.
Eirik sonrió, entusiasmado por el desafío.
Eirik:—Me encargaré de ello. Haré que la hoja brille como la luna, y que el mango esté hecho de la madera más resistente que encuentre. Así, cuando Kjartan la use, sentirá la conexión con su linaje.
Hrafn:—Gracias, amigo. Estoy seguro de que le dará valor en sus futuras batallas. Hrafn sintió una oleada de gratitud.
Mientras conversaban sobre los detalles, Hrafn supo que estaba sentando las bases para el futuro de su hijo. La espada no solo sería un arma, sino un recordatorio de la herencia que Kjartan llevaría consigo en cada paso de su camino.
Hrafn:—Voy a prepararme para la cacería de mañana —dijo Hrafn, levantándose—. Necesito asegurarme de que Kjartan esté listo para su primer encuentro con el mundo.
Eirik asintió, el brillo de la anticipación en sus ojos.
Eirik:—No te preocupes, amigo. La espada estará lista cuando llegue el momento.
Hrafn se despidió, sintiendo que todo comenzaba a encajar. El futuro de Kjartan estaba forjado en cada acción, y pronto, el niño estaría listo para enfrentarse a su destino.
-Cuarto de Kjartan-
La cabaña estaba en calma, iluminada por la suave luz de la luna que se filtraba a través de las rendijas. Hrafn empujó la puerta con delicadeza, encontrando a Kjartan dormido, su pequeño rostro sereno y angelical. Con una sonrisa, se acercó a la cuna, sintiendo una oleada de amor y orgullo.
Hrafn:—Kjartan —murmuró, inclinándose para acariciar la cabeza del niño—. Aunque aún eres pequeño, quiero que sepas algo muy importante. Se sentó a su lado, la madera crujía levemente bajo su peso. —Eres el hijo de los lobos, y llevas en tu sangre la fuerza de nuestra manada. En el futuro, enfrentarás desafíos y cacerías, y quiero que te recuerdes siempre de esto: la verdadera fuerza no solo proviene de la espada, sino de tu corazón.
Observando el pequeño rostro de su hijo, Hrafn sintió una mezcla de esperanza y determinación.
Hrafn:—Recuerda, siempre estarás rodeado de los tuyos. La manada estará contigo, y juntos ascenderán en cada batalla. Cuando tomes la espada que forjaremos para ti, que sea un símbolo de tu herencia y de todo lo que representas. Hrafn inhaló profundamente, sintiendo el peso de la responsabilidad que venía con ser padre. —Te prometo que estaré a tu lado en cada paso de tu camino. Te enseñaré a cazar, a luchar, y a vivir con honor. Pero también aprenderás a escuchar a los vientos y a sentir el latido de la tierra. Serás un gran guerrero, Kjartan. Estoy seguro de ello.
Con esas palabras resonando en la habitación, Hrafn se inclinó y dio un suave beso en la frente de su hijo. Se levantó, dejando la cabaña en silencio, sintiendo que había plantado la semilla de un futuro brillante en el corazón de Kjartan.
Al cerrar la puerta, Hrafn miró hacia las estrellas, su espíritu elevado por la esperanza. El camino por delante sería difícil, pero sabía que juntos, los lobos siempre encontrarían la manera de superar cualquier obstáculo.
-En otro lado-
En lo alto de Asgard, donde los cielos se encontraban con la eternidad, Odín se sentó en su trono, contemplando el vasto universo. Su mirada se detuvo en un punto específico en las tierras de los hombres, donde una celebración se llevaba a cabo en la aldea Lobo. Fue entonces cuando un escalofrío recorrió su espalda, una sensación inquietante que le hizo fruncir el ceño.
A través de su visión, vio a un niño pequeño: Kjartan Hrafnsson, acurrucado entre su madre y su padre, la luz de la luna reflejándose en su cabello dorado. Pero lo que realmente capturó su atención fue el aura que rodeaba al niño, un brillo intenso y poderoso que evocaba recuerdos de tiempos oscuros.
Odin:—¿Qué es esto? —murmuró para sí mismo, su voz grave resonando en la sala—. Este niño... su energía es inconfundible.
A medida que Odín se concentraba, una imagen de Fenrir, el lobo de sus pesadillas, emergió en su mente. Recordaba las antiguas profecías y el temor que sentía por la llegada de aquel ser que podría desatar el caos en los Nueve Reinos. La conexión entre Kjartan y la bestia que tanto temía no podía ser ignorada.
Odin:—No puede ser... —se dijo, frunciendo el ceño—. Un lobo, un niño, con el potencial de convertirse en algo más grande de lo que imagino.
Sin embargo, en lugar de solo temor, también sintió una chispa de esperanza. Si Kjartan podía ser guiado por el amor y la sabiduría de su tribu, tal vez podría convertirse en un aliado, un guerrero que luchara por la justicia en lugar de caer en la oscuridad.
Odín se enderezó, una nueva resolución brillando en su mirada.
Odin:—Debo observarlo. Este niño puede ser el cambio que el mundo necesita. Tendré que prepararme para lo que vendrá.
Mientras se retiraba en sus pensamientos, un aura de determinación envolvió a Odín. Sabía que el futuro estaba tejido con hilos de destino inciertos, y Kjartan Hrafnsson podría ser la clave para evitar que las sombras de Fenrir se extendieran sobre Asgard y más allá.
Mientras Odín se sumía en sus pensamientos sobre Kjartan, una figura oscura se ocultaba en las sombras de la sala del trono. Loki, el astuto dios de las travesuras, observaba con atención cada movimiento de su padre. Sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y desconfianza, capturando cada palabra y emoción que emanaba de Odín.
Loki:—Así que el niño es un interés para ti —murmuró Loki para sí mismo, con una sonrisa torcida—. ¿Qué es lo que realmente planeas, viejo? Siempre has tenido un ojo para los que pueden ser útiles.
Mientras Odín contemplaba el potencial de Kjartan, Loki se sintió inquieto. Sabía que las intenciones de su tío rara vez eran tan puras como parecían.
Loki:—A menudo, el poder trae consigo consecuencias inesperadas —continuó Loki, su voz apenas un susurro—. Ese niño podría ser una herramienta en tus manos o un obstáculo en tu camino.
Con un gesto rápido, Loki se deslizó más hacia la sombra, su mente maquinando. Su interés por el pequeño no provenía de un deseo de protegerlo, sino de la curiosidad por cómo Odín planeaba manipular el destino de Kjartan.
Loki:—¿Y si no es solo un guerrero? ¿Y si resulta ser la chispa que encienda la llama del conflicto? —reflexionó, una sonrisa traviesa cruzando su rostro.
Mientras Odín se preparaba para dejar la sala, Loki decidió que debía seguirlo. Las intenciones de su padre podían tener un giro oscuro, y él no podía permitir que las cosas se desarrollaran sin su influencia.
Loki:—Ah, Kjartan Hrafnsson —murmuró Loki, su voz un eco en el silencio—. El destino está tejido de hilos complejos, y quizás sea hora de que los enredemos un poco más.
Con un movimiento ágil, Loki desapareció en la penumbra, dispuesto a observar cada paso que Odín diera en su camino hacia el niño, sabiendo que a veces, las mejores intenciones pueden llevar a los caminos más oscuros.
Desde las alturas de Asgard, Brunhilde, la valquiria líder, observaba con seriedad desde un rincón oculto. Sus ojos, agudos como los de un halcón, se posaron en Odín y Loki, captando cada gesto y palabra que intercambiaban. La atmósfera estaba cargada de tensión, y algo en el aire le decía que algo más oscuro se cernía sobre la llegada de Kjartan.
Brunhilde:—Siempre enredados en sus maquinaciones —murmuró Brunhilde para sí misma, frunciendo el ceño—. Odín y Loki nunca son tan transparentes como pretenden.
Sabía que la influencia de Odín podía ser tanto una bendición como una maldición. Su interés por el niño no era del todo altruista, y Loki, con su ingenio y ambición, podía llevar la situación a un lugar peligroso. Brunhilde sintió un escalofrío al pensar en las posibles manipulaciones que el dios de las travesuras podría tener en mente.
Brunhilde:—Kjartan podría ser un peón en su juego —pensó, la determinación surgiendo en su interior—. Debo protegerlo de su ambición.
Brunhilde sabía que su papel como valquiria no solo era guiar a los guerreros caídos, sino también salvaguardar el equilibrio en el mundo. La llegada de Kjartan podría ser crucial, y si Odín decidía usarlo para sus propios fines, debía estar lista para intervenir.
Brunhilde:—No permitiré que este niño se convierta en un instrumento de sus juegos —declaró en voz baja, sus ojos centelleando con decisión—. Haré lo que sea necesario para asegurarme de que crezca libre de sus sombras.
Con esa resolución, Brunhilde se alejó sigilosamente, dispuesta a investigar más sobre Kjartan. Sabía que, aunque el destino del niño estaba marcado por fuerzas poderosas, ella también tenía un papel que jugar en su historia.
Brunhilde:—Debo encontrarlo antes de que sea demasiado tarde —pensó, su corazón firme—. No permitiré que caiga en las garras de la oscuridad.
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El destino del pequeño Kjartan Hrafnsson estaba tejido en un tapiz de posibilidades y sombras, un futuro que solo el tiempo se atrevería a revelar. Con cada paso que daba en su vida, la influencia de los dioses, las ambiciones de su padre, y la vigilancia de figuras como Brunhilde, lo seguirían de cerca.
El eco de los lobos resonaba en su interior, una llamada a la grandeza y al coraje. Pero también había presencias más oscuras, deseosas de moldear su camino a su antojo. Mientras el niño crecía, aprendería a enfrentarse a las pruebas del mundo, descubriendo no solo su herencia, sino también su propia fuerza.
Las decisiones que tomara, las amistades que forjara y los enemigos que encontrara determinarían el curso de su vida. Un guerrero en formación, un niño atrapado entre el legado de los lobos y las miradas calculadoras de los dioses.
Solo el tiempo lo decidirá, y en el vasto horizonte de su futuro, cada elección lo acercará más a su destino, sea este la gloria en el campo de batalla o la salvación de su pueblo. Kjartan, con el poder de su linaje y el amor de su familia, estaba destinado a ser un faro de esperanza o un arma en manos de aquellos que lo observaran desde las sombras.
El viaje apenas comenzaba.
Fin que les parecio el primer capitulo de esta nueva teoría?
Me base en la historia de los chicos del: BOVerso y gracias a vortexnemesis6969 me entere que ellos no tienen a un Nordico por lo que decidí hacer el mío pero en si que les parece la idea?
déjenme sus opiniones aquí!
Pero en si espero que les agrade lo que tengo planeado para el
Dejen su estrellita si les gusto!
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