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♤50♤EL ECLIPSE

Mis legendarylovers amanecí muy enferma (ya conocen mi delicada salud) Así que les traigo esta actualización porque necesito recibir cosas buenas de parte de ustedes, los lectores que más valoro y respeto. Necesito sentir el cariño que transmiten con sus votos y comentarios. Si se portan bien y llegamos aunquesea a 100 votos en el caso anterior y en este, subí el siguiente al instante!!!. Los quiero mucho, y todo lo que hago es por mi también genuino amor a la literatura (No lo olviden)

Año 9
10Ka, 50Ma.
Jadre.

La tropa de élite acompañó a Akenatem en silencio, Markus se llevó a sus hombres. Mi madre, mi tía, mi hermana, y el resto de los presentes incluyendo el duque observaron en silencio la retirada. Un grupo de guerreros —manteniendo toda la distancia posible— marcharon con el general a La Sombra. Entonces todas las miradas cayeron en mí, y fui consciente que ese era el momento para anunciar lo que había estado repasando mentalmente.

—Han ocurrido... sucesos inesperados —elegí—, y en vista de la magnitud de ellos me veo en la obligación de cancelar la boda. —Se escuchó un murmullo pero ni siquiera me molesté por ello. Es más, me sentía liberada de una pesada carga—. El prisionero es un aliado de Irlendia y ha venido a detener la Guerra Roja. —En esa ocasión los murmullos fueron más altos y agitados—. Pero está fuera de control —reconocerlo fue doloroso—, y se ha decidido que sea llevado a La Sombra hasta que podamos ayudarlo.

Se hizo un silencio que entró en discordia con nuevos murmullos.

—¿Qué pasa con las muertes de los guerreros? ¿No serán cobradas? —lanzó un idryo.

—¡La ley daynoniana no perdona a asesinos! —soltó un segundo.

Más comentarios vengativos se unieron al levantamiento verbal, y tuve que morder mis labios para no prenderle candela a toda la colina.

«Sangre fría. Sangre fría. Sangre fría»

—¡Pero es el Elegido! —replicó un partidiario de la paz.

—Tornado le ha cedido el colmillo —recordó otro.

Las quejas y diferentes opiniones se hicieron un eco que consiguió atormentarme.

—El Consejo Real se reunirá esta misma tarde —ofrecí alzando la voz—. Estoy segura que llegaremos a la decisión más razonable.

Pero los nobles no se callaron.

—¡Ya escucharon a su soberana! —dijo rotundo Kilian—. La situación será debidamente atendida. Como saben el eclipse ocurrirá en unas horas y eso cambiará muchas cosas —recordó lo que al parecer, el espectáculo de Arthur les había hecho olvidar—. Tendremos una manifestación estelar esperada por años y debemos estar preparados. —La multitud se mostró preocupada—. Ahora, retírense.

El príncipe contaba con un vigor loable y una autoridad que agradecí. Profecía por delante y todo, yo seguía siendo una extraña, al príncipe Kilian lo conocían de toda la vida. No obstante ese cansino murmullo continuó con los que se retiraban; probablemente planteándose dudas sobre el eclipse, nerviosos por todo lo que significaban los últimos acontecimientos. El pueblo de Jadre resultó ser más inmanejable de lo que suponía.

—No se preocupe, acatarán cualquier cosa que se decida —alentó Kilian con formalidad y volvió a subirse a lomos de su caballo—. Debo ir a La Sombra y  velar cada paso que se dé. Confío en el general Hakwind pero estoy especialmente interesado en este caso. —Asentí a modo de comprensión—. Lord Dominic —llamó—, asegúrese de calmar a los nobles inconformes. Y sir Adrián Kane, vaya a que le revisen la herida.

—Estoy bien príncipe —aseguró Adrián aunque la sangre seguía saliendo con propulsión.

El duque de Haffgar sin embargo, no le dedicó ninguna palabra a mi hermano. Desde el día que anuncié la ruptura del compromiso de su hijo, el duque se había encasillado en una actitud bastante áspera. Y como era evidente, se había negado a oficiar mi boda. Ante el mandato de su príncipe estiró el labio y resopló sin molestarse en ocultar el desprecio que le representaba tener que calmar a los que exigían la muerte de Arthur, muy al seguro porque él mismo era partidario de esta idea.

No obstante Kilian, digno príncipe del clan Daynon, era ese ejemplo de toma rápida de decisiones. Sabía discernir quién era mejor en cuál tarea y organizaba con un chasquido de dedos. Y lo mejor: su voluntad resultaba irreprochable. Deseé tener esas mismas capacidades.

—Necesito un baño —dije para los que estaban a mi alrededor.

—Te acompaño —sugirió Adrián sangrando a mares por la nariz.

Si hubiese tenido tiempo y energías hubiera pensado en lo que le representaba a él que los fantasmas del pasado, esos que lo habían torturado por semanas y le imposibilitaban un acercamiento conmigo, hubieran regresado. Nuevamente tener a su primo como obstáculo, la verdad innegable de que yo lo amaba, el sacrificio de apartarse para que su «obsesión» fuera feliz en brazos de otro hombre... Todo esto regresaba con la aparición de Arthur, sumándose la cruel desesperanza y un puñetazo en la nariz.

—Quiero estar sola —me limité a decir.

—Khris recuerda que hoy en la tarde...

—Lo sé. Con más razón quiero estar sola. Ve a que te curen eso —aconsejé y le di la espalda.

Una parte de mi quiso preguntarle si le dolía, otra parte estaba segura que más que dolor físico, le dolía de sobremanera el corazón. Decidí guardar silencio y preocuparme por mí misma.

—Yo quiero que sepas que ahora que Arthur está aquí...

—Adrián por favor. —Mi labio inferior comenzó a temblar. Tenía que asimilar demasiadas cosas y no tenía fuerzas de escuchar los debates emocionales de alguien más—. Hablaremos de esto luego.

Él asintió y se apartó de mí.

Sin decir más emprendí el regreso al palacio. Me fui haciendo lugar entre los que quedaban para despejar el camino. Sin aviso, mi madre se interpuso y me tomó las manos.

—Estaré cerca por si me necesitas —informó con suma delicadeza apretándolas.

—Gracias mamá.

Seguí caminando, atisbando la mirada curiosa de mi hermana y la sagacidad en la de mi tía. Esta última de primera palabra conocía mis sentimientos por Arthur, sentimientos que yo me estaba esmerando en borrar. Ahora que él había aparecido, Kerisha quería ver cuánto estaba dispuesta a luchar por eso.

Y lo haría. Lucharía por Arthur sin importarme los que se opusieran. Pero en ese preciso instante sentía que me iba desplomar, necesitaba calma.

Cuando hube pisado la primera loza del castillo tras la puerta abierta que daba al salón del trono, escuché que mi nombre era repetido por alguien que se acercaba corriendo. Giré la espalda.

—Eskandar.

—Khris —exhaló mientras aspiraba aire—. Quiero decirte que estoy de tu lado, y aunque no forme parte del Consejo si hay algo que necesitas que haga, lo que sea, no dudes en decírmelo.

Lo observé por un momento. Se había engalanado con prendas muy vistosas para la ceremonia. Una chaqueta con hilos brillantes y un decorado violeta recorrían los espacios en un complejo diseño. Un jubón color crema se encajaba sobre su torneado pecho y exhibía su estrecha cintura ajustando lo necesario. Sumándole su tez canela, por esos días más curtida por el sol, y sus ojos color esmeralda que contrastaban de una manera insuperable, Eskandar parecía un rajá influyente de las provincias más ricas. No me sorprendía que en poco tiempo se hubiese ganado a los terratenientes de Atamar, ni que negociara en All-Todare con eficacia.

Él había nacido para la realeza, para elevarse por encima de los demás.

—Te agradezco Eskandar. —Contuve un nudo en la garganta que suponía, me podría hacer llorar.

—Oye ven aquí —dijo de repente y tiró de mis hombros para estrecharme contra él—. Te quiero como nadie se imagina, y soberana con toda la etiqueta, seguirás siendo mi Dinamita, no permitiré que pierdas tu chispa.

Lo abracé y me permití hallar la calma por unos segundos en sus brazos. Se sentía reconfortante abrazarlo y olía a salitre de mar. Me invadió el pensamiento de si se había encontrado brevemente con su amada syrisa antes de la ceremonia pero no me atreví a preguntárselo.

—Descansa —pidió separándose de mí y apoyando sus amplias manos sobre mis hombros—. Vas a necesitarlo para esta tarde.

Asentí bajando la cabeza pero Eskandar levantó mi mentón.

—¿Tienes miedo?

—No sé qué pueda pasar.

—Mejor.

—¿Mejor? —increpé.

—Si supieras lo que fuera a pasar sería más aterrador. Pero estando en desconocimiento nada puede ser lo suficientemente fuerte para impactarte o lo insuficiente para decepcionarte. No sabes qué esperar, así que no te sentirás incompleta cuando termine.

Medité en sus palabras y les hallé con alivio el sentido.

—¿Cuándo te has vuelto tan sabio?

Él sonrió con superioridad.

—Yo siempre he sido muy sabio, Dinamita. —Guiñó un ojo ante mi sonrisa y emprendió el rumbo al horizonte.

—•—

Esa tarde en que ocurrió el eclipse fue una de las más memorables que he vivido.

¿Por ser impactante, extraordinaria, de magnitud universal?

Pues no. No pasó ninguna de las cosas de lo que figuraba. Y eso precisamente la hacía memorable. Para el final de la hora decimotercera, no me había acontecido absolutamente nada.

Recuerdo mi impaciencia cuando el cielo mostró la caída de los tres soles. En Jadre solo alumbraba de lleno uno de los soles, pero el eclipse estaba alineando los elementos naturales de mi universo de una manera vertiginosa y radical. El firmamento fue perdiendo claridad, y un color rojizo con vetas doradas tomó lugar. Lo más desconcertante fue cuando cuatro círculos se divisaron desde el sur, por donde yo había venido en el Y90s Pro.

Eran los mundos restantes de Irlendia.

Imaginé que el apocalipsis sobre mi cuerpo llegaría de un momento a otro. Sin embargo no llegó.

Kilian había apostado una docena de guardias fuera de mi habitación; Adrián se había quedado con ellos a toda hora. Mi madre se mantenía cerca con la inseguridad de lo que podía pasarle a su hija. Pero todo fue en vano. Lo único sorprendente fue que iniciando la hora séptima, las venas de mi cuerpo alumbraron por debajo de la dermis con un brillo ámbar, justo del color de mis ojos. ¿Sería el famoso «poder daynoniano» fortaleciéndose? Ocurrió tan solo durante unos segundos.

«¿Esto es todo?» pensé «¿Tantas hipótesis y lágrimas para nada?»

Entonces recordé las palabras de Eskandar Kumar: «Si supieras lo que fuera a pasar sería más aterrador. Pero estando en desconocimiento nada puede ser lo suficientemente fuerte para impactarte o lo demasiado insuficiente para decepcionarte. No sabes qué esperar, así que no te sentirás incompleta cuando termine».

Me di cuenta que aunque realmente no sabía qué iba a acontecer, me había hecho toda una película en la cabeza. Guiada por las ideas de Adrián, y las mías propias, el espectáculo para el eclipse sería épico. Entonces me sentí decepcionada, porque había esperado grandes cosas. Para el próximo evento intergalactico le pediría consejo a Eskandar. Es más, para cualquier trivialidad, contaría con Eskandar. Me planteé seriamente darle un puesto en el Consejo, ya que el del duque pendaba de un hilo.

Salí de mi habitación y los guardias me hicieron los honores.

—¡¿Estás bien?! —preguntó algo eufórico Adrián, revisándome por todas partes.

—Estoy bien —corroboré con palabras su propio examen visual.

—No... no lo entiendo.

—Pues yo tampoco, a saber qué querrían decir los escritos. —Suspiré, repasando vez tras vez en mi mente lo leído, aceptando que ni los mismos escribas podían adivinar lo que iba a suceder.

—He estado al tanto de lo que ocurría en palacio —informó.

—¿Y?

—Todos los daynonianos han experimentado una especie de trance en las venas.

—Han resplandecido por debajo de la dermis —aporté.

—¿Cómo lo sabes?

—También me ha pasado.

Adrián se quedó reflexionando para él mismo. Seguimos caminando en silencio y antes de llegar al final del pasillo mi madre apareció con un vestido marfil de corte recto y unas mangas sueltas que transparentaban su finísima piel. Llegó hasta mí y me acunó la cara.

—Estás bien cariño.

—Sí madre, tan solo he pasado por lo mismo que todos ustedes.

—No pretendo contrariar ningún deseo, pero no sabes cuánto me alegro que no te haya sucedido nada.

Sonreí para tranquilizarla y le dejé un beso en la mejilla. A lo mejor tenía razón. Tal vez lo más histórico que podía pasarme relacionado con el eclipse era haber nacido.

La aparté con delicadeza para acudir a la reunión del Consejo. Todavía no debía haber nadie reunido pues no era la hora, pero quería adelantarme. Probablemente ningún miembro contaba con que yo asistiera, pero aun si hubiese agonizado por el exceso de energía en mi organismo, no me hubiera perdido esa reunión. Tratarían el caso de Arthur. Todavía me parecía irreal lo último que habíamos vivido. Me costaba creer que estuviera en Irlendia, que fuera de acero, que nos pudiéramos tocar...

—¿Qué piensas que pueda pasarle? —Adrián interrumpió mi oasis mental.

—No lo sé, pero no van a matarlo. Es el elegido por Tornado, todo el mundo lo vio. Los fayremses llevan esperando al «Elegido» que los lidere junto a la emperatriz para acabar con la guerra. No se les ocurriría deshacerse de él.

—Pero esos guerreros que mató...

—Estaba fuera de control, Adrián.

—Lo sé, pero conoces las leyes daynonianas y no son para nada indulgentes.

—Odio las leyes daynonianas —resoplé.

—Temo por Arthur, Khris.

—No deberías —dije fingiendo serenidad—. Es Arthur Kane, no va a pasarle nada.

Me sorprendió lo segura que me escuché al decirlo, sobretodo teniendo en cuenta que no lo creía, que estaba tan nerviosa como Adrián o quizás más.

De pronto él rió por lo bajo.

—¿Qué es tan gracioso? —le pregunté.

—Ese hombre... —declaró y al fijarme en sus ojos grises noté lo tristes que estaban, también en la nariz hinchada producto al golpe de su primo—. Tiene una habilidad innata para ganarte todas las veces.

—¿De qué estás hablando? —inquirí deteniéndome a un metro de la puerta que daba a nuestro salón de destino.

—¿No te das cuenta, Muñeca? En California me vi en la obligación de apartarme por respeto. Luego me vine tras de ti porque Arthur quedó en una silla de ruedas, imposibilitado. Ahora sus caminos, en contra de todas las posibilidades, vuelven a cruzarse por cuestiones que todavía no conocemos. —Hizo una pausa y tragó saliva. Tenía los ojos húmedos y un semblante amargo—. Él y tú siempre se encuentran. En este universo, o en el anterior, son como imanes. No importa lo que se conspire para separarlos, su derrotero es estar juntos.

Suspiró hondo y se me adelantó en abrir la puerta para incorporarse en una de las gradas del vacío salón. Percibí el dolor que marcaba sus afirmaciones, y padecí un manojo de sentimientos encontrados. Por un lado sentía auténtica pena por él, por la situación que de cierta forma yo le había forzado a vivir. Pero por otro, mi corazón revoloteaba como hacía mucho tiempo no lo hacía: con esperanza y pasión, con una expectativa maravillosa para un futuro cercano.

El hombre que amaba había venido por mí y ahora nada nos impediría estar juntos.

—Disculpe, Alteza. —La voz de un guardia hizo que me girara—. Ret Lee la espera en el extremo sur de palacio.

—¿Ret Lee?

—Insistió en que era importante, Alteza.

Arrugué la frente. ¿Qué querría tratar conmigo el hijo del inventor de palacio? A lo mejor había cambiado de idea y quería aceptar mi propuesta de patrocinio. En un cuarto de hora comenzaría la reunión del Consejo. Calculando mi ida y regreso al local secreto debajo de las calderas, di por sentado que llegaría tarde para incorporarme a la reunión, pero decidí acudir a donde Ret Lee de todas maneras.

—Puedes retirarte —le dije al guardia y él me dedicó un asentimiento de cabeza antes de irse.

Emprendí la marcha hacia el extremo sur tejiendo otras teorías sobre el llamado del xariano, tal vez sí había hallado una cura para lo de Adrián. Ahora más que nunca la necesitábamos; él, yo, Arthur..., aunque según el puñetazo a su primo, este último haría lo que deseaba sin importar que su propia sangre estuviese metida en medio.

Para esa hora, la zona de calderas estaba bastante vacía, así que no fue difícil escurrirme hasta el baño para acceder a la puerta secreta del compartimento inferior. Ah, allí sí había un completo desorden.

Los compañeros de Ret Lee estaban congregados alrededor de una mesa sin permitirme ver qué era el objeto de su atención. Los líquidos y vapores inundaban el salón de todos los colores y aromas. Una sensación placentera de novedad y creación se expandía en el ambiente hasta las paredes.

—Tengan paz —alcé la voz para ser escuchada.

Al instante todos rompieron el círculo y se formaron en una fila más rectos que una columna.

—Tenga paz, Alteza —contestaron a coro.

Sonreí.

—¿Cómo están los científicos más avanzados del reino? —pregunté jocosa y vi aparecer el sonrojo en sus mejillas.

—Alteza. —Ret Lee apareció detrás de ellos y se acercó a besarme la mano—. Agradezco que haya venido.

—¿Tienes respuestas para mí?

—Me temo que aún no, Alteza. Pero esto puede que sea de mayor interés. —Me hizo ademán en dirección a la mesa y me acerqué curiosa para observar.

Los chicos rompieron fila y dejaron expuesto el aparato calcinado que tanta atención había robado. Abrí los ojos incrédula. Había perdido su forma original, el color ocre predominaba en parte de su estructura, pero el símbolo de manzana seguía intacto.

—Por Daynon, es el iPhone de Arthur.

—Estaba seguro que usted descifraría lo que era, Alteza —habló Ret Lee—. Uno de mis compañeros junos lo encontró cerca de donde tuvo lugar la tragedia matutina de Villa Imperial.

Tragué saliva. Con «tragedia matutina de Villa Imperial» Ret Lee se había referido a los fayremses que Arthur había matado como ratones.

—Es increíble que haya superado el salto entre universos. —Me acerqué un poco más para detallar mejor.

—No solo superado. Escuche. —Ret Lee tomó unas pinzas y le transmitió pequeña dosis de electricidad al celular.

La pantalla se alumbró en la mitad que no estaba derretida y se vio el título de la play list nombrada: "Por Khris". Otro electroshock, este provocado por mi sistema, sacudió mi pecho. Ret usó un palito metálico con la punta de goma para darle play a la última canción reproducida y cuando la música comenzó a sonar se me hizo un nudo en la garganta.

—Pueden... ¿pueden darme un momento? —supliqué conteniendo un sollozo.

Todos obedecieron y se apartaron. No obstante, tomé el maltratado celular y me fui prácticamente corriendo a la oficina privada de Ret Lee. Cerré la puerta e inicié de nuevo la canción que según la información, era de Zayn, aunque el mal estado del iPhone no me permitía ver el título. La voz del ex vocalista de One Direction se escuchó triste y un poco ronca:

"Not trying to be indie
Not trying to be cool
(No estoy tratando de ser independiente.
No estoy tratando de ser genial)

Just trying to be in this
Tell me are you too?
(Solo estoy esforzándome en esto.
Dime si tú también)

Can you feel where the wind is?
Can you feel it through
All of the windows
Inside this room?
(Puedes sentir dónde está el viento?
¿Puedes sentirlo a través de todas
las ventanas dentro de esta habitación?)"

Una lágrima rebelde escapó de mi ojo mientras mi voz interior contestaba:

«Sí, Fenómeno mío, cada vez que soplaba el viento te sentía cerca de mí. La presencia del elemento representaba tu presencia. Cuando me acariciaba la piel, me gustaba pensar que eras tú ejerciendo control en las ondas»

"Because I want to touch you baby
And I want to feel you too.
(Porque yo quiero tocarte cariño,
y yo también quiero sentirte)

I want to see the sun rise
On your sins just me and you.
(Quiero ver el sol alzarse sobre
tus pecados, solo tú y yo.

Light it up, on the run
Let's make love tonight
(Enciéndelo, a la carrera.
Hagamos amor esta noche)

Make it up, fall in love
Try
-Baby, I'm right here-
(Reconciliémonos, enamórate.
Inténtalo.
Nena, estoy justo aquí)

Más lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, y fueron un cauce similar al río Estigio que surcó mi cara y mojó mi vestido. No me molesté en limpiarlas, solo ocupé mis sentidos en visualizar a un marchito Arthur sobre una silla de ruedas cantando a pulso esta canción, dedicándome el mensaje.

"But you'll never be alone
I'll be with you from dusk till dawn
I'll be with you from dusk till dawn
Baby, I'm right here
(Pero tú nunca estarás sola.
Yo siempre estaré contigo desde
el anochecer hasta el alba.
Yo siempre estaré contigo desde
el anochecer hasta el alba.
Nena, estoy justo aquí)"

Ya no contenía los sollozos, escapaban de mi boca como mismo las lágrimas. Tantos años de entrenamiento como una guerrera dura y una canción de la lista favorita de Arthur logró derrumbarme. Tantos años odiándolo, intentando olvidarme de su recuerdo, de su voz, de sus desestabilizadores ojos grises y él del otro lado del universo asegurando que estaría conmigo en cada paso de mi camino.

Gemí fuerte, tanto que me mordí el dorso de la mano para bajar el tono mientras la culpa y remordimiento acribillaron mi alma.

"I'll hold you when things go wrong
I'll be with you from dusk till dawn
I'll be with you from dusk till dawn
Baby, I'm right here.
(Te abrazaré cuando las cosas vayan mal.
Estaré contigo desde el anochecer hasta el alba.
Estaré contigo desde el anochecer hasta el alba.
Nena, estoy justo aquí)"

No sé cuántas veces reproduje la canción. O el tiempo que dediqué a secarme la cara intentando controlar mis sentimientos. Solo sé que cuando salí de aquella oficina apenas podía hablar y las piernas me temblaban. Mi conciencia y corazón solo gritaban que corriera hacia Arthur, mi alma completa reclamaba la suya.

Quería... amarlo. Lo amaba. ¡Oh cuánto lo amaba y no se lo había dicho!

—Apple sí que sabe cómo hacer productos duraderos —dije a los presentes entregándole el aparato a Ret.

Ellos se miraron entre sí, mi cara enrojecida y ojos hinchados delataban lo que había estado haciendo en la oficina.

—¿Apple? —preguntó el xariano para desviar la atención.

—Es una marca de la Tierra. —Señalé el logo de manzana mordida y me sorbí la nariz, me sentía demasiado congestionada—. Arthur es aficionado a la marca. Estoy segura que no tiene ni idea que su iPhone rebasó el agujero negro y también la conversión a acero.

—Por mi análisis Alteza, he llegado a la conclusión que el extraño aparato cayó del cuerpo del portador en el proceso de conversión, por eso no se derritió al completo.

—¿Puedes salvarlo?

—Creo poder. Necesitaré estudiar su sistema de recarga y los materiales exactos de fabricación, pero es muy probable que sí pueda salvarlo.

—Estaré eternamente en deuda.

—Oh no, para nada Alteza. —Ret Lee sacudió las manos en gesto de negación—. Yo estoy en de duda con usted por permitirme explotar mi cerebro más allá de lo permitido. Le confieso que jamás esperé que aquí en Jadre se cumplieran mis expectativas de un futuro dedicado a la innovación e investigación. Y ya ve..., he recibido el apoyo de dos grandes pilares de este mundo.

Lo miré complacida meditando en sus palabras. «El apoyo de dos grandes pilares de este mundo», una pista de su patrocinador, ¿quizás?

—Lo dejo para que trabaje Ret Lee.

—Alteza. —Él bajó la cabeza como despido.

Por mi parte tomé rumbo a los pasillos superiores para acudir a la reunión del Consejo que ya debía haber comenzado. Todavía tenía una mezcla de tristeza y alivio alojada dentro, pero sonreí durante todo el camino al imaginar la cara de Arthur cuando se enterara que uno de sus mejores amigos (del que nunca se separaba) había venido con él a Irlendia.

De repente se me ocurrió, ¿qué otra cosa podía haber saltado de Westlake Village por el agujero negro?

•Notas•
AAAAAAAAAAAAAH (Desde que apareció Arthur no dejo de gritar) Esa canción, esa canción me mataaaa🤌🏻 Les pondré abajo un link de YouTube con la música y traducción completa. Tienen que escucharla para que lloren como yo, como Arthur cuando la cantó, como Khris.

Les dejo también este Edit aquí abajo porque si lo cuelgo en mi Instagram le adelanto el spoiler a los lectores rezagados 🤭 Las palabras verídicas que pronunció Adrián:

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

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