♤5♤ ¿PUEDEN LOS DESTROYADORES AMAR?
Año 4.
10Ka, 50Ma.
Balgüim.
Nieve cubriendo cada rincón hasta donde alcanzaban nuestras vistas. Frío congelando cada centímetro de ambos cuerpos. Y una mancha espesa y negra amenazando desde el horizonte. No era que los souros me dieran tanto miedo, sino que más de cien ya constituían una situación insuperable.
—¿Alguna sugerencia? —le pregunté a Forian sin ánimos de debatir.
En esa ocasión estaba segura que cumpliría con todo lo que me pidiera. No obstante él se agachó lentamente a la nieve y apoyó el brazo en uno de sus muslos.
—Sube.
—Forian...
Para mí no era buena idea que él simplemente escogiera una carrera pues obviamente las criaturillas se nos lanzarían en manada.
—Sube —tosió sin dejar de mirar a los souros que seguían acumulándose dolina arriba.
No increpé más nada y me subí a su espalda. Me agarré fuertemente de su cuello pues tenía experiencia respecto a las velocidades tan desorbitantes a las que corría el Alfa. Y sucedió. En un abrir y cerrar de ojos estábamos con el viento glacial helándonos la cara y cientos de seres mortuorios siguiéndonos el paso.
Si Forian aumentaban la velocidad, los souros también; si cambiaba de dirección repentinamente, ellos lo imitaban con la misma rapidez. Aunque llevábamos ventaja, nos estábamos agotando por la interminable carrera. Debía pensar algo rápido, debía...
Una exclamación se escapó de mis labios cuando divisé al Suroeste una figura que creaba el viento. Estaba incompleta, pero asemejaba a un humano hecho con partículas de nieve. Un humano que se me hacía muy conocido...
Y justo cuando empezaba a hacerse más notable desapareció.
Lo vi solo por unos segundos, pero bastó para guiarme en la dirección correcta. Sin detener al destroyador empecé hablarle mentalmente.
"En el próximo desvío usaremos la curva para deshacernos de la mayoría."
Sus orejas se movieron y supe que nuestra conexión telepática estaba tan intacta como en la Tierra.
"Mis sentidos captan una fuente enorme de agua que lleva río abajo, ¿estás segura que es una buena idea?"
"Confía en mí" aseguré.
El agua después de todo sería gran aliada.
"¿Qué te propones hacer?" se oyó en mi cabeza aunque exteriormente él tosía.
"Voy a pulverizarlos" respondí esperando que por una vez me saliera el poder correcto.
Dando por terminada la comunicación, Forian tomó el desvío a la izquierda y aflojó la carrera para darme margen de enfocar a los souros. Precisé de los segundos exactos para lanzar bolas de fuego antes de perdernos detrás del despeñadero.
Como había previsto la mayoría estallaron en llamas manchando de un polvo negro la blanca nieve. Pero al menos quedaban cuarenta de ellos.
—Eso estuvo genial —encomió mi guardián deteniéndose ante el camino rocoso que guiaba a una cascada.
—Gracias —Me bajé de su espalda mirando la fuerza de agua que desembocaba en un ancho río.
En ese sitio la temperatura estaba más alta que donde estaba situada la cabaña porque el río no estaba congelado. No obstante, el agua debía ser extremadamente fría. Maquiné rápido otra idea. Si algo había aprendido de los Kane es que los mayores problemas no se resolvían con fuerza, sino con inteligencia. Y sin duda, lo que fuera que me estaba ayudando me había guiado hacia allí por algo...
—Forian, ¿sabes cuántos grados puede aguantar el sistema de los souros?
—Veamos —Él arrugó su frente en un gesto pensativo y se aclaró la garganta pues la tos no disminuía—. Calculo que estaremos a siete u ocho grados porque el clima es menos frío que dolina arriba y la casacada no se ha cristalizado, sigue en movimiento.
—Siete grados celsius son aproximadamente cuarenta y cuatro grados farenheit —razoné—. Si aguantan hasta ahí, estar expuestos a menos por mucho rato... ¿los mataría?
—¿Qué estás pensando? —Preguntó de forma retórica mi guardián.
Me conocía demasiado bien y era un destroyador experto para percatarse de lo que pasaba por mi cabeza sin necesidad que se lo dijera mentalmente. En mi rostro se levantó una sonrisa complacida.
—Voy a darle a esos bichos un chapuzón —revelé al momento que los sentimos agruparse detrás del despeñadero.
Entonces nos refugiamos entre las paredes rocosas que se escondían en la cascada y quedamos fuera de sus vistas. Me concentré con ahínco. Escuchar la caída del agua, oler sus partículas, sentir como mía su causa y consecuencia río abajo me infundió una emoción poderosa.
Es difícil explicar el despliegue de poder cuando algo sencillamente forma parte de ti.
Alcé las manos y el agua me obedeció. Clamé al viento y este entendió su trabajo. Usé la combinación de elementos para acabar con las caras pálidas y espantosas que se asomaban entre las rocas. Sucedió en un pestañear. Una ráfaga de viento impulsó dos tentáculos gruesos de agua, y estos se descargaron en el objetivo que había dispuesto, dejando empapados a los souros. Comenzaron a tiritar del frío, chillando como murciélagos y retorciéndose como ratas.
Repetí la acción.
Y luego una tercera.
Para la cuarta no pudieron resistir, y se desvanecieron en el lugar dejando una escarcha negra sobre la nieve.
—Bingo —Sonreí victoriosa usando jerga de casino en honor a alguien en particular. Si el tío Alker hubiera estado allí conmigo, de seguro se hubiese sentido muy orgulloso—. El guineo me dio fuerzas —reí pero Forian no me siguió el ritmo.
Cierto, su sentido del humor era nulo. Pero yo noté algo más serio en su expresión.
—Ey, ya no están. He terminado con ellos.
Forian se agachó e inspeccionó el terreno. Mientras lo hacía la tos insistente lo acompañaba.
—Khristenyara —habló grave—, repito que esto no se trata de un ataque casual —Se introdujo dos dedos en la boca y succionó lo que había recogido con ellos—. Lo que tanto temía ha sucedido.
Entonces sus ojos se ensombrecieron opacando el verde que los alumbraba. Todo lo que decía tenía el mayor sentido del mundo, pero de verdad me había aferrado a la esperanza que pasaríamos desapercibidos en Balgüim.
—Saben que estás aquí y nos están rodeando —sentenció y tragué saliva—. Ahora no pararán princesa. Debe haberse dado la orden a cada ser viviente del mundo para que te capture y te lleve al alcázar de Dlor.
—Lo de antes fue una emboscada dispuesta por el rey de los Oscuros.
—Así es.
Forian tenía esa mirada precavida con las cejas un poco unidas que en conjunto a su semblante pálido por las bajas temperaturas prolongadas y el hambre golpéandole los sentidos lo volvían un destroyador más peligroso que de costumbre.
No podía negar que a veces me daba miedo, aunque fuera un tin. Lo que instantáneamente se desvanecía por el respaldo de seguridad y amor que le tenía al Alfa; además de sus incontables muestras de lealtad hacia el clan Daynon. Bueno, específicamente hacia mí. Lo que hizo que me preguntara en caso de que llegara a pasarme algo si él seguiría apoyando la causa de los daynonianos o simplemente seguiría su propio rumbo.
Quién sabía...
No indagué a profundidad en la cuestión porque me asustaron mis pensamientos al respecto.
La verdad, Forian era tan desconfiado como introvertido. Si algo había aprendido bien de su manera de actuar, era que predominaba en sus acciones la justicia y el clan Daynon no había actuado muy justo precisamente.
Si era verdad lo que Japer me había mostrado cuando estaba amarrada a la máquina, los daynonianos habían ordenado a los guerreros fayremses masacrar a los oscuros. Tenía constancia que en una guerra todos los bandos sacaban su peor versión, pero el mero hecho que mi propia familia, mi sangre, había sido capaz de mandar a ejecutar semejantes acciones me creaba aversión. Cuánto más Forian que pertenecía a una raza feroz e independiente, no dispuesta a que nadie la gobernara.
Entendí que los destroyadores habían tolerado por kiloaños que los daynonianos estuvieran al mando solo porque no interferiría con su estilo de vida. Pero de seguro la profecía removió el miedo en todos los irlendieses y los más fuertes salieron a impedir que se cumpliera. Los comprendía en el fondo, porque muchos de ellos tenían hijos por los cuales velar. En ese momento le hallé el sentido a la Guerra Roja y por primera vez desde que había descubierto mi origen tomé la responsabilidad de pensar como emperatriz y no como la humana de dieciocho años que se quejaba de su suerte.
Yo tenía demasiadas vidas sobre mis hombros. En mis manos se encontraba su futuro y también su esperanza. Tanteé que tal vez fuera apresurado asegurar que había encontrado el fin de la guerra, pero mi cerebro conectó con la posibilidad de terminarla sin más muertes innecesarias. Aún era una chiquilla sin preparación monárquica o militar, pero encausé mi corazón hacia mi imperio, el imperio de Irlendia. Y como bien dijo Forian aquel día cuando me llevaba al Campo de entrenamiento, un corazón puro posee una fuerza indescifrable, infinitamente mayor que la de cualquier Legendario.
—No te preocupes en demasía —le aseguré en voz alta—. Concentrémonos en encontrar el agujero negro y salir de aquí.
—Eso haremos —apoyó, mas su voz sonaba temblorosa.
Antes de que pudiera decir otra cosa, cayó de rodillas tosiendo y apretando los puños impotente.
—¡Forian! —Me arrodillé a su lado presa del pánico.
El invierno permanente de Balgüim juntado con el hambre entorpecía sus facultades y a pesar que el destroyador estuvo haciendo esfuerzos por continuar, ya se habían propasado sus límites.
—Estoy... estoy bien —tosió débilmente.
—No, no lo estás —Apoyé mi mano en su hombro.
Estaba congelado.
Con la irrupción del souro y la persecución, yo había dejado parte de la manta en la cabaña. Por tanto me concentré un poco y traté de encender fuego.
Nada.
Estaba demasiado nerviosa temiendo no ser capaz de conseguirlo, y el miedo dominaba mi organismo impidiendo que realizara cualquier milagro como una vez dijera Adrián. Comencé a llorar y abrazar el cuello de Forian, reposando su cabeza en mi pecho.
—Tienes que levantarte y entrar en calor. Quizás otra carrera... —sollocé.
—Puedo... —tosió—, puedo intentarlo...
Me apartó con delicadeza e irguió su cuerpo endeble producto a todas las molestias que lo azotaban. Pero cuando pidió que me subiera a su espalda fui yo la que me negué, apenas podía con él mismo. Inspiré frustrada y volví hacer uso de mis poderes.
¿Es muy estúpido hablar con tu fuego interno?
Yo lo hice en ese momento. Me grité, me injurié por ser tan inconstante. Si hacía unos minutos había pulverizado a más de cincuenta espectros bien podía ahora abogar por Forian y darle un poco de calor. Entonces, tanta furia comenzó a dar resultados, porque la sentí desatarse y abarcar mis miembros.
Ardieron mis venas, ardió mi cabello, ardí entera.
Abracé a Forian sin peligro de quemarlo porque estaba consciente que el fuego lo renovaría tal como las llamas del Sol renuevan la vida en las mañanas. Pero el abrazo fue más allá que un simple gesto de altruismo, porque ambos corazones, destroyador y daynoniano, empezaron a estremecerse dentro de nuestros pechos y a medida que pasaban los segundos una sed ansiosa superó nuestra conexión habitual. Mi próximo movimiento hubiese sido alejarme confundida, pero como él necesitaba de mí, de mi calor, me negué apartarme y me mantuve bien cerca, sintiéndolo... Sintiéndolo de una manera diferente a la acostumbrada.
—Gracias Khris —susurró en mi oído consiguiendo que se me erizara la piel.
—Haría todo por ti, ¿me escuchas Forian? Todo. Todo... —afirmé cerrando los ojos consciente de las lágrimas que corrían despacio por mis mejillas.
Yo había estado dispuesta a hacer todo por una persona, una que era dueña de los ojos grises más turbulentos de los mundos. Pero eran tantas las razones que nos obligaron a alejarnos que terminé reducida a un manojo de nervios suspirando entre pasillos mientras él se angustiaba en su silla de ruedas. Lo cierto era que mis sentimientos por Arthur Kane seguían vigentes porque lo llevaba conmigo incluso en otro universo.
Además la cuestión del viento y la figura difusa...
Las dos veces que había necesitado ayuda y no era capaz de ver la salida, ese misterioso viento formaba partículas de nieves creando un recuerdo familiar pero incompleto.
O tal vez estaba enloqueciendo.
Recordé mi razonamiento al respecto en la cabaña. Podía ser un mecanismo que mi cerebro generaba cuando no veía alternativas. O podía ser que estaba extrañando demasiado a Arthur, que respiraba cada segundo arrepentida porque merecíamos despedirnos; merecíamos confesarnos tantas cosas y al final no nos dijimos ninguna...
Lo cierto era que ya él no estaba, solo sus recuerdos y una renegada Khristen que seguía suspirando por lo que se había perdido.
Pero ¿y Forian? ¿Qué sentía yo por él? Y lo más importante: ¿qué sentía él por mí?
¿Podían los destroyadores amar?
No tenía las respuestas, pero no quise seguir aferrada a las preguntas. Otra vez: miedo. Tuve miedo de responderme teniendo en cuenta la lealtad que me juró y sus intenciones de protección únicamente. Por tanto apagué mi cerebro y me dediqué a sentir. Él también estaba sintiendo. Lo que fuera aquello fulgurando hasta lo intrincado de nuestras almas al Alfa también le estaba abarcando.
En medio de la nieve, con mi fuego brillando sobre su piel y un sentimiento potente inundando las células, me despojé de esa cadena pesada por el hombre de acero y decidí darle rienda sueltas a mi poder sobre Forian.
—♤—
Probablemente fue el frío lo que me hizo despertar, pues el calor que había generado ya no era suficiente para seguir descansando y el crudo invierno de Balgüim no perdonaba un minuto.
Forian estaba rendido en el suelo con la cabeza en mi abdomen. Su pecho subía con lentitud y bajaba de igual forma. Poseía una belleza tan sublime e inalcanzable...
Me dio pesar despertalo, porque cierto era que no habíamos tenido ocho horas completas para dormir debido a las interrupciones constantes ya fuera por las circunstancias naturales o por los ataques que habíamos recibido. Además él estaba débil y un sueño reparador le vendría estupendo. No obstante, ahora que los Oscuros estaban al tanto de nuestra presencia nos era indispensable y urgente llegar a la ubicación propicia donde se formaría el agujero negro.
—Forian —Me incliné para hablarle de cerca—. Es hora de seguir...
Palmeé suave el costado de su rostro y su frente se arrugó automáticamente. Abrió los ojos, esos ojos típicos y especiales, y se quedó mirándome por un tiempo que me pareció extrañamente largo. Su aroma a eucalipto me llegaba fuerte por la posición en que estábamos pero yo no lo aparté de mi regazo.
—¿Cuánto tiempo hemos dormido? —preguntó más bien para él mismo.
—No lo sé...
El destroyador se incorporó para corroborar el cielo y sentí un vacío alrededor.
—Oh no, por Destroyers —Se enojó—. Ha pasado todo un día Khristenyara.
—¿Todo un día? —Me levanté también sobresaltada.
—¿Sabes lo que significa? Deben haber soldados oscuros, souros y toda clase de criaturas buscándonos —Apretó sus puños y los músculos se le marcaron más—. Les he dado una ventaja imperdonable —Cerró los ojos y la nuez de su cuello bajó y subió en acto de frustración.
—No seas tan duro contigo mismo —Me acerqué reposando mis manos en su brazo—. No ha sido tu culpa, necesitábamos descansar y yo fui la que creó el calor necesario para hacerlo.
—Era mi responsabilidad estar en vigilancia y he perdido tiempo valioso —Caminó hasta el borde del despeñadero que quedaba detrás de la gran cascada y miró abajo molesto.
—Forian eres un ser viviente, no una máquina. También tienes necesidades —puntualicé—. No te agobies, encontraremos una manera de llegar a nuestro objetivo sin contratiempos.
Suspiró en un gesto de inconformidad. Era evidente que nada de lo que le dijera iba a quitarle eso que lo atormentaba. Así que mis pies se movieron hacia él e inconscientemente mis manos atraparon su rostro contrariado. Acaricié con ambos índices su piel y la frente arrugada comenzó a estirársele.
—No me gusta cuando te enojas —confesé casi en susurro—. Mírame, estoy bien, no has incumplido con tu responsabilidad.
La expresión enojada de Forian se despejó y sus ojos pardos empezaron a volverse claros. Respirábamos el mismo aire y el humo blanco que salía de nuestras bocas producto al frío se mezclaba en uno solo. Aunque no pronunció palabras supe que agradecía el gesto porque su mano subió hasta las mías que se mantenían sujetando su rostro y cerró los dedos sobre ellas.
Era raro, porque un destroyador y el contacto físico cariñoso simplemente no cabían en el mismo cuerpo.
Pero Forian hasta la fecha seguía realizando muchos actos impropios de su especie y yo seguía preguntándome el porqué. Y entonces hizo otro, completamente inesperado que incluso ahora el recordarlo sacude un poco mi corazón con nostalgia:
Tomó una de mis manos y la giró para besar la palma. Me estremecí con asombro y ahogué una exclamación de sorpresa.
Sentir los labios en mi palma le provocó un vuelco a mi corazón, y uno poderoso. Era algo tan inaudito que parecía imposible, y aun así se estaba dando, un momento de cristal que no quería romper por accidente.
—Si algo te llegara a pasar no me lo perdonaría en toda una vida. De hecho, no podría seguir viviendo —declaró y yo sonreí complacida aún con el temblor poderoso en el pecho.
—No me pasará nada, tengo un trono que asumir para luego patear muchos traseros.
—Lo harás.
Se separó de mí y recordé el violento invierno porque un frío mayor me abarcó de repente. Era como si su solo tacto fuera un escudo contra la intemperie.
—Ahora debemos escoger un atajo —anunció mirando cascada abajo—. Los Oscuros no son estúpidos, deben saber que vamos en dirección a un agujero negro y deben estar esperándonos con emboscadas en todos los caminos oficialmente establecidos.
—¿Estás pensando saltar ahí? —Señalé el río incrédula.
Forian odiaba el agua. Forian odiaba el frío. Ahora, las dos cosas a la vez sería una combinación insoportable para él.
—Hay que hacerlo, es la única oportunidad de pasar desapercibidos y río abajo se encuentra el Estanque Negro. Si mis cálculos no me fallan, un portal se abrirá dentro de unas horas. Puedes usar tu poder para encausar las aguas y que nos lleven allí.
—De acuerdo —acepté porque no tenía ningún problema—. Pero tú...
—Estaré bien. Cuando me transmitiste fuego recuperé fuerzas. Incluso desapareció la tos.
—Bueno...
No había ya nada que objetar respecto a su estado físico, así que planteé la siguiente cuestión.
—¿Bajaremos por la pendiente rocosa?
—Controlo el elemento tierra pero los dos sabemos que las bajas temperaturas no son mis aliadas y me entorpecen muchas habilidades. Tú puedes intentar, pero tardaríamos demasiado tiempo.
—¿Entonces?
Los ojos se oscurecieron cuando él volvió a mirar donde desembocaba la cascada.
—Saltaremos.
♤Nota♤
Oooooookay..... están confundidos *Se hala los pelos*. Estamos descubriendo cosas de Forian que parecían imposibles para los destroyadores. Y bueno, nosotros sabemos que se debe a que su madre fue una humana, pero Khristen no. (Lo saben los que leyeron los extras del 1er Libro MTO)
¿Qué fue eso de besar la palma de Khris?
Aammm... no tengo idea me dejó con los ojos abiertos.
La verdad, para los que vieron mi entrevista en YouTube, saben que gran parte de esta saga me ha venido en sueños y otra como si fuese una película. Hay escenas que sí las tengo que pensar pero otras ocurren tan naturales, tan vívidas delante de mí que simplemente las plasmo sin omitir detalles. Así que les juro que en este capítulo todo fue escrito según iba viendo dentro de mi cabeza y debo decir que estos dos me están confundiendo mucho.
:(
Por otro lado, ¿se dieron cuenta de esa figura que el "viento" crea justo en los momentos más necesitados de Khris?
Ahora sí, me voy. Hasta la semana que viene. ¡¡¡Besos con capas de nutella!!!
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