♤26♤LOS HECHOS DE UN ERRANTE
Año 5
10Ka, 50Ma.
Bajo Mundo.
Quería gritarle al universo sin contenciones; quería abrir miles de agujeros negros y desaparecer los cinco mundos de Irlendia.
Quería muerte, la necesitaba, la aclamaba...
Juré que iba a vengar a Forian.
Perdí la cuenta que cuántas veces Eskandar me consoló inútilmente con la farsa que Forian lograría salir de esa. Perdí la cuenta de cuántas lágrimas derramé y sobretodo, perdí la cuenta del poder que derroché a medida que caminaba. Carbonicé piedras, incendié hojas, sequé árboles altos y frondosos que hubieran llegardo a vivir muchos kiloaños.
Llegó un momento que mi sistema advirtió que estaba al borde del desmayo; llegó un momento que el árabe tuvo que cargarme a su espalda porque tropezaba con mis pies; me resultaban torpes y mis pisadas eran inútiles. No podía caminar, no podía respirar. Estaba colérica y angustiada. Pero aún así empecé a golpear la espalda de Eskandar con mis puños.
—¡Bájame!
—Estás fuera de ti.
—Lo necesito, tú no puedes entenderlo.
—Lo entiendo más de lo que crees.
—¡Dejaste que Bastian muriera! —grité con fuerza y esa acusación consiguió que me soltara con brusquedad.
Me tambaleé pero logré recuperar la estabilidad. Los ojos centelleantes del árabe estaban muy abiertos y gotas de sudor le caían por la frente.
—¡¿Crees que no me importó que lo obligaran a saltar?! —inquirió con un carácter que nunca le había visto desde que le conocía—. ¡No pude hacer nada! —Apretó los puños a cada lado de su cuerpo—. Al fin estabas allí, al fin te había encontrado y no podía fallar en ninguna de mis acciones o sino todo se iría al garete.
Me quedé muda ante tales declaraciones. Me descubrí acongojada con la escena. Todavía no sabía nada de cómo había terminado el hijo del Sultán en Irlendia y peor aun, encarnando el papel de contramaestre de un barco pirata. Todavía sentía rabia por lo de Bastian y pasmo por lo de Forian. Pero Eskandar me había salvado de ser vendida por Maltazar al mejor postor.
Me limité a observarlo por unos instantes. Era un heredero indiscutiblemente hermoso. Su piel canela oscura relucía más producto a las esmeraldas que portaba de ojos. La liga que sostenía el cabello en una coleta se había desprendido en algún punto de la trayectoria, permitiéndole a este caer libre hasta el cuello de su dueño, abrazándolo. Algunos mechones cafés ondeaban con las delicadas brisas que irrumpían la densa atmósfera de Bajo Mundo. Sus músculos parecían tallados por un buen artista y la barba que empezaba a crecerle le favorecía en sobremanera. Aunque, ¿qué no le favorecía al distinguido Eskandar Ahmed Kumar?
—Necesito que seas totalmente sincero conmigo —exigí todavía con la debilidad de mi cuerpo amenazando con provocarme un desmayo—. Cuéntame todo, desde el principio. Estoy cansada de trampas, sorpresas desagradables y de perder a los que quiero. Necesito respuestas Eskandar, necesito soluciones.
—Lo haré —expresó—. Pero quiero que sepas que mi lealtad es incondicional y mi misión es llevarte viva a Jadre.
Al escucharlo una emoción perteneciente a victoria segregó adrenalina en mi sistema nervioso. Lo supe, supe que seguía siendo mi aliado, siempre lo fue.
Pero necesitaba escuchar todos los hechos.
—La Tierra no se quedó igual a como la dejaste —inició—. En Estados Unidos se formaron protestas contra los linajes, incluso manifestaciones violentas en las calles. Los negocios de nuestras familias comenzaron a verse dañados; la apertura de la Academia tuvo que aplazarse. Sin embargo, los cabecillas se enfocaron en lo más urgente y eso era preparar un heredero, entrenarlo bajo duras pruebas, infundirle las aptitudes correctas para saltar a Irlendia, encontrarte y darte todo el apoyo necesario.
—Fuiste el ganador —solté en voz alta; él asintió.
—Me ofrecí, siendo uno de los primeros voluntarios. Pasé satisfactoriamente las pruebas, adquirí más destreza, valentía, pericia y proactividad —hizo referencia a las categorías de la tablas de posiciones del campo de entrenamiento—. Los brasileños y nigerianos me enseñaron a sobrevivir en la interperie; los franceses me indicaron las frutas y raíces comestibles y venenosas del universo paralelo. Estudié como un poseso y me gané el puesto, Khristen.
Pausó por un momento para sentarse en una de las raíces prominentes de un árbol de tronco grueso. El musgo le recorría hasta el empezar de los tallos.
—Ya que Arthur no podría, entonces me decidí a ser yo el que viniera por ti, el que luchara por ti. Cuando me tocó cruzar por el agujero negro lo hice a ciegas, sin la menor idea que iba a terminar en Bajo Mundo. Pasé días terribles, aspirando este tóxico oxígeno y sintiendo el envenenamiento en todas mis células. Incluso tuve una pelea de la que pensé no saldría victorioso. —Se tocó el abdomen y recordé las cicatrices.
—La criatura que te atacó tenía garras, ¿cierto?
Eskandar tragó grueso; en sus ojos verdes se distinguió el miedo.
—Fui atacado por un destroyador —confesó haciendo que mi respiración se acelerara—. Ellos... ellos están entrenando un nuevo Alfa.
—Lo sé —dije y él me miró confundido—. Lo descubrimos Forian y yo cuando estábamos en Balgüim gracias a una cueva que todavía tenía municiones en buen estado.
—Pues estoy convencido que el que me atacó era el nuevo candidato al puesto. Dijo que estaba en una especie de prueba y debía pasarla...
—Forian me contó que en el clan Destroyers, después que el sujeto elegido pasa las pruebas mortales, se le envia a un mundo al azar para sobrevivir por unos días. Es como la prueba final. Forian siempre... —Me falló la voz y tuve que hacer otro esfuerzo—. Él siempre estuvo convencido que tarde o temprano debería luchar contra ese nuevo Alfa.
—No hables de él en pasado —regañó el árabe.
—¡¿Cómo puedes estar tan seguro que logró escapar de esa batalla en el mar?! —volví alterarme.
—Estoy seguro de que todavía vive.
—¡No lo siento Eskandar! —confesé con pánico sin reconocer mi propia voz—. No lo escucho, no está dentro de mí, no forma parte de mí. Forian ha roto la conexión porque sabía que no iba a resistirlo, no iba a resistir su muer... —Apreté los labios enojada; en mi cara se sintió otra vez ese líquido espeso y caliente, el líquido del dolor.
Mis ojos habían dejado de enfocar al muchacho para quedarse fijos en la llanura que se extendía buscando el canal de río que provenía del mar, donde las Syrizas nos habían dejado.
Se apropió de mí la frustración y la amargura, que pesaron más de lo legal por la opresión que suponía un vínculo roto; un vínculo que llevaba años creado y que simplemente ya no estaba.
—Por favor. —La voz grave de Eskandar pareció azotada por el viento—. Debes recomponerte Khristen, debes poner de tu parte.
—Esa parte ya no está Eskandar, se esfumó con Forian —susurré abrazando mis rodillas, reviviendo el suceso—. Ya no importa que trescientos destroyadores de su manada lo busquen para matarlo: él ya no está. Forian ya no está conmigo.
Me sentí vacía y desamparada. No poseía ningún tipo de voluntad para recomponerme ni poner de mi parte. Como no pude fortalecerme me eché a llorar aún sin escuchar el resto del relato de Eskandar. Cubrí mi cara con las manos para ahogar los sollozos delante de él.
Entonces se levantó y me asoré con su altura. En la Tierra siempre me pareció alto, pero teniéndolo delante con los músculos y el cabello crecido la impresión se triplicó.
—Dinamita escúchame.
La mera mención de ese apodo hizo que pudiera controlar los sollozos. Cómo había extrañado ese apodo dicho por su boca.
—Escúchame —repitió y con suavidad retiró mis manos de la cara—: Él es más fuerte de lo que todos creen, tú mejor que nadie deberías saberlo. Eh, mírame. —Eskandar levantó mi mentón, agarrando más duro de lo que hubiese preferido—. Forian está vivo, y si rompió vuestra conexión fue solo para asegurarse que no sufrieras.
—Si Forian terminó vivo después del combate, no me quiero ni imaginar lo que pueden hacerle... —Mi cara se contrajo de espanto—. Por Daynon, mi guardián... —Sorbí la nariz en vano.
—Es el legítimo Alfa Dinamita, un poco más de fe —exigió.
Tal vez Eskandar tuviera razón, tal vez el Alfa había encontrado una manera. Después de todo era Forian, y Forian no se dejaba vencer fácilmente.
Me aferré a esa idea como mi único salvavidas.
Eskandar me había estado mirando todo el tiempo apesadumbrado.
—Lo siento —dijo de repente consiguiendo mi asombro. Por una línea corta de tiempo no presté caso a mi dolor y lo escuché con el ceño fruncido—. Ha sido culpa mía. Pensé que tenía calculado todo y resulta que... —Tensó la mandíbula, le costaba reconocerlo—. Fracasé. —Dobló las rodillas a tierra bajando la cabeza y los mechones largos de cabello le cubrieron el rostro.
—Eskandar...
—Tenía una misión y debía cumplirla correctamente. He fracasado... —La voz volvió a fallarle y temí que se mezclara con llanto—. Soy un fracaso...
—No eres ningún fracaso. Lograste engañar a Maltazar durante mucho tiempo, incendiaste el barco pirata más temido de lo ocho mares y huiste conmigo —recapitulé para asegurarme que en efecto, estaba de mi lado.
—Bastian Dubois murió —recordó produciéndome una punzada en el pecho—. Eso no tenía que haber pasado pero no pude evitarlo. Si intervenía Maltazar comenzaría a sospechar y de seguro, para descartar hipótesis, me habría encerrado con ustedes en la celda.
—Sigo sin saber como terminaste siendo Contramaestre del Atroxdiom.
Eskandar se rascó la cabeza.
—Cuando llegué a Irlendia, no sabía dónde buscar, pero estaba consciente que debía dar con tu paradero rápido. Por desgracia, conseguí la información nada más y nada menos que en la aldea de los gigantes.
—¿Los verdugos?
—Hubo una discusión por quién se quedaría conmigo. Al final usaron unas ramas y piedras para decidirlo y me ganaron cuatro hermanos. Coincidieron esa misma noche asarme en la fogata para desmebrame y repartirme como cena.
Tragué saliva al imaginar al orgulloso Eskandar amarrado dando vueltas en una vara sobre una fogata y cuatro gigantes relamiéndose.
—Me fue imposible escapar de momento, pero al menos pude escuchar toda su conversación mientras hacían los preparativos. Resulta que aquella noche el tema central de su plática eran los rumores sobre el capitán más temido de los ocho mares, y un nuevo misterio que lo envolvía. Ninguno dijo el nombre por miedo, porque de hacerlo muchas cosas malas acontecerían. Sin embargo sí escuché todo tipo de suposiciones; que si había acogido a un humano en su tribulación, que ya no aparecía en aldeas cercanas para robar; que se mantenía retirado entre su niebla la mayor parte del tiempo...
»Entonces se me prendió el bombillo al recordar que Aaron había saltado antes que cualquiera de nosotros a Irlendia. Era muy probable que estuviera en el Atroxdiom y sino, igual tenía oportunidad con el humano que fuera porque no podía ser otro que un descendiente. Comencé a hablar, a prometerle a los gigantes muchas cosas. Me aproveché de los rumores para hacerme partícipe de ellos afirmando que yo era el humano acogido por el Capitán.
—¿Te creyeron? —pregunté llegando a la conclusión que en efecto, los gigantes no debían ser muy inteligentes.
—Se murieron del miedo —se jactó mi amigo—. Sobretodo cuando me atreví a mencionar con todas las siglas y en voz alta el nombre de Maltazar. Una vez le escuché decir a Ryan ese nombre relacionado con piratas y navíos fantasmas y aposté porque me sirviera de algo. Y no solo consiguió que me desataran, sino que me llevaran al río y me dejaran a mi suerte. Tenían tanto miedo que hasta pensé que se habían defecado en sus harapos.
—¿Y luego? —insistí ansiosa. Tuve que reconocer que Eskandar tenía un don natural para los relatos.
—Luego me pasó la cosa más extraña de los muchos, porque emergió un bote con remos en la orilla y no hallando una mejor solución, me subí a este y comencé a remar. No me había adentrado mucho cuando apareció la niebla, y justo después la eslora del Atroxdiom. Me quedé pasmado al ver que los cuentos eran ciertos y el barco flotaba en la nada a una distancia irreal del agua. Me lanzaron la escalera y lo que pasó a continuación me dejó con el estupor más que elevado.
»¿A quién crees que me encontré sobre la red que antecedía a la vela de mesana? No olvidaré la figura de un cambiado Aaron, con el cabello revuelto por el aire y las orejas agujereadas. Saltó a la popa cayendo firme y me fijé que sus ojos grises ya no se mostraban tímidos; más bien intimidantes, llenos de audacia.
Esa noche cené con él en su camarote privado. Me enteré de cómo lo habían estado torturando los piratas y cómo lo humillaba Maltazar. Escuché la manera que fue haciéndose fuerte por día producto a que sus habilidades en Irlendia se habían potenciado. También de su minucioso estudio al capitán. Literalmente el heredero Kane se llegó a obsesionar con el verdadero Maltazar. Reconozco que me asombré al comprobar que Aaron solo de mencionarlo, le temblaba el labio inferior. Le tenía un pánico mezclado con odio tan inherente que las evidencias en su cuerpo eran imborrables. Estaba flagelado por varias partes de la espalda y tenía cicatrices horribles en la zona del pecho y estómago. Pero lo disimulaba, enfocándose todas las veces en el glorioso descubrimiento de los puntos débiles del capitán.
»Cierto día, después de varias humillaciones y latigazos, cuando el pánico y odio se habían acumulado a grado máximo, Aaron se armó de valor y lo atacó por fin.
—¡¿Lo atacó?!
—Lo atacó y lo mató —reveló Eskandar—. Yo estaba de misión por un puerto cercano con algunos piratas, buscando municiones. Pero recuerdo perfectamente la perplejidad de nuestro grupo cuando volvió al barco. Atacar a Maltazar era impensable y sin embargo, un descendiente cegado por la venganza lo había conseguido. Aaron me contó cómo lo hizo y cómo lo disfrutó. Por alguna clase de requisito, todo el poder del derrotado pasó a ser de él, convirtiéndose en el nuevo capitán del Atroxdiom, en el nuevo Maltazar.
—Lo mató y lo disfrutó... —Me había quedado en shock con esa revelación.
—No quisieras escuchar lo que hizo, yo tuve pesadillas por las noches —reconoció Eskandar—. Pero Aaron no dejaba de mencionar lo gratificante que se sintió poner fin a su sufrimiento, no sentirse débil nunca más. Se juró a sí mismo que nadie nunca volvería a pisotearlo, que nunca nadie volvería a engañarlo.
—Por Fayrem —evoqué a su clan, porque después de todo Aaron había resultado ser un guerrero sediento de sangre y victoria, solo que las obtenía por las causas equivocadas.
—Él ya no era el mismo Khris, así que no pude confiar en él, no podía contarle el verdadero motivo por el que acudí a Irlendia. Solo me quedó pactar lealtad a cambio de un lugar entre sus tripulantes para acompañarlo por los mundos. Así tendría más oportunidades de encontrarte; de hecho lo vi como la única manera porque no contaba ni con energía Oserium ni con una nave espacial.
—¿Cómo te convertiste en Contramaestre? —interrogué temerosa, temiéndome que hubiese cometido una locura con tal de granjearse más el favor de Maltazar y hacerse sobre todos los piratas.
—Fueron varios trabajos —declaró un poco avergonzado—. Inicié con los verdugos.
—¿Convenciste a los gigantes de subir al Atroxdiom? —Abrí grande la boca.
—Más bien los rapté —Sonrió suficiente y antes de que yo pudiera alegar algo continuó—. Pero esa es una historia que te contaré otro día.
Parpadeé y luego de unos segundos me eché a reír, reír alto como hacía mucho no reía sin detenerme a pensar las cosas malas que este hubiera hecho después. Agradecí tener a Eskandar a mi lado, agradecí que fuera el escogido y sobretodo, agradecí que con su manera particular de narrar hubiera alejado mis cargas emocionales y aligerara la pérdida que me suponía no tener a Forian.
—Estoy feliz Eskandar —le dije—, muy feliz que hayas sido tú el que hayas venido por mí.
El muchacho torció los labios en un gesto arrogante.
—¿Qué te creías Dinamita? No me perdería esta aventura por nada del mundo. Y si encima me quitaba de los hombros el cargo de emir pues no había nada más que pensar.
—Imagino que el Sultán se quedó furioso.
—No tanto como me hubiese gustado —lamentó Eskandar—. Que su heredero principal se alzara sobre los demás descendientes demostrando ser el mejor lo dejó muy bien parado. Además que ya tiene al dispuesto de Ryan para ocupar mi lugar.
—Sin duda conseguir ser el seleccionado de toda la Academia es algo de lo cual sentirse orgulloso —enfaticé pensando en otra persona.
—Sobre eso... —Eskandar pareció entender el trasfondo de mis palabras—. Sabes que Arthur lo hubiera conseguido, ¿verdad? Sino fuera por sus piernas él hubiese sido el ganador y no yo.
Decidí no responder a eso. Solo de imaginar tener a Arthur conmigo para enfrentar todas las cosas me daba fuerzas; como si su temple de acero y su carácter prepotente agregaran solidez a mi determinación de ser capaz para lo que tocara, ser mejor.
"No me perdonaré si algo te pasa, no de nuevo".
Recordé sus palabras y me estremecí.
—Va a terminar doliéndote el labio —me sorprendió Eskandar, trayéndome de nuevo a la realidad.
Me di cuenta que en efecto, me había estado mordiendo el labio inferior con mucho ahínco.
—Debemos encontrar el Y90s Pro —dije para cambiar de tema a otro más urgente. Miré el cielo— ¿Tienes idea de cuánto falta para el año sexto?
—Me temo... —Él se arrascó la parte trasera del cuello—. Creo que algunos días, aunque no puedo asegurarlo. Este universo me ha trastornado el horario.
—Ya somos dos —resoplé—. Necesitamos encontrar la nave porque puede activarse de un momento a otro.
Comencé a caminar hacia donde creía que se había quedado la nave y Eskandar emprendió la marcha conmigo.
—Muy de acuerdo —apoyó—. Si todavía queda otro destroyador por ahí no me interesa encontrármelo, aunque pida disculpas.
Me paré en seco.
—¿Te atacó y pidió disculpa? No entiendo.
—Sí lo sé, ¿raro verdad? Ese era un fiero de cuidado, aunque se veía muy joven. Después de decir que yo formaba parte de su prueba y debía atacarme, se disculpó.
—¿Cómo escapaste?
—Luchar con él resultaba estúpido pues estaba bien alimentado y preparado. Yo en cambio llevaba días sin comer nada sustancioso y me sentía perdido. Así que hice lo más lógico y eché a correr.
—Quién lo diría, el mismísimo jeque de Dubai huyendo —reí.
—Ey, fui inteligente. De estar fuerte como ahora me hubiera enfrentado a ese niño destroyador —se defendió y yo le guiñé un ojo risueña.
Pero Eskandar dejó de sonreír y se quedó como una piedra en su lugar.
—¿Qué sucede? —Detuve el paso ante su shock.
Entonces él señaló el terreno que se extendía al oeste y desaparecía entre los gruesos troncos de secuoyas. Me acerqué a su lado y miré en dirección: eran huellas de destroyadores. Entre pisadas y marcas de garras en el nacimiento de los árboles no nos quedaron dudas.
—Debemos salir urgente de este maldito mundo. —Eskandar tragó saliva.
—No... no lo entiendo. Si ya ese destroyador había pasado por Balgüim y estuvo hace un tiempo atrás en Bajo Mundo, ¿qué objetivo tenía enviarlo de nuevo aquí y con una manada?
—Lo enviaron a capturarte —dedujo Eskandar y asentí.
—Y no solo a mí. —Se me aceleró el corazón y en los ojos se me prendieron llamas.
—Quieren liquidar al Alfa actual —expuso ante mi eufórica actitud—. Eso quiere decir que...
—Forian está vivo —dije convencida—. Es su manada Eskandar, lo están buscando. —El rojo de mi piel se acentuó—. Saben que ha vuelto a este universo y el nuevo candidato lo está siguiendo desde Balgüim porque pretende matarlo y someterme para presentarme a los suyos.
Mi amigo pareció unir los puntos.
—La cuestión es que no hay viejo o nuevo Alfa —razoné—. Los destroyadores compiten por el puesto porque solo puede pertenecerle a uno. Y si ese uno todavía vive, al otro nunca le saldrá la tercera marca en el brazo, nunca podrá ocupar el puesto.
—Por eso debe matarlo.
—Y por eso estoy convencida que Forian sigue vivo.
Cuando expresé aquello me sentí renovada automáticamente. Ya no era un 'quizás'. La esperanza incierta se convirtió en una roca de verdad sólida.
Mi guardián seguía vivo. Al legítimo Alfa del clan Destroyers seguía latiéndole el corazón, evidenciando que el puesto se mantenía ocupado.
♠️Nota♠️
¡¡¡Forian está vivoooooooooo!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro