♤17♤EL MISTERIO DETRÁS DE LOS DÍGITOS
Año 5.
10Ka, 50Ma.
Korbe.
—¡¿Qué les has dicho?! —inquirió mi guardián mientras yo trataba de procesar que mi origen real había sido desvelado.
—Impresionante. —Uno detalló a Forian con sumo interés—. El destroyador la protege, nadie se lo hubiera esperado.
Me molestaba su calma, y también la del resto. Ellos estaban ahí sentados, planeando quién sabía qué mientras nosotros estábamos contra la pared. Bueno, excluyendo a Bastian, que de seguro había hecho un trato para salir ileso.
—¿Qué crees Dos? —preguntó Uno a su compañero de cara ancha poseyente de los ojos más rasgados de todos.
—Confirmado. Fue el que la sacó de palacio —respondió este analizando a Forian.
El análisis era mutuo, porque el Alfa llevaba rato tratando de descifrar algo respecto a ellos, lo conocía. Solo que no supe qué esperaba descubrir. Tal vez ni él mismo lo sabía pero con seguridad no era bueno.
—¿De qué están hablando? ¡Cómo pueden saber tanto! —Me puse de pie.
—Nosotros sabemos todo —intervino el más alto de ellos. Tenía el cabello castaño, labios de corazón y unos ojos profundos. De su cuello colgaba un símbolo que representaba el número 4 en Káliz—. Ahora les pido que no formen un alboroto y tomen asiento para que podamos negociar.
—Bastian —presioné sin hacerle caso al que debía ser Cuatro.
—Lo siento princesa, era la única manera de salvarte —declaró por fin el francés y noté sinceridad—. Sabía que Siete sería el único capaz de extraer el veneno sin delatarnos a la policía por un trato mejor. Sabía también, que él y el resto de sus socios se enterarían de quién eras por las muestras de sangre y tejido, y que resultaría más valioso pactar con nosotros que una simple recompensa.
—Prácticamente la has vendido. —Forian contrajo sus músculos, enojado.
—La he salvado. —Bastian se puso de pie—. Haría cualquier cosa por Khristen y no dejaría que le pasara nada malo si está en mi mano evitarlo. Jamás los hubiera traído aquí si existiera mejor opción.
—Pero no existe —habló Uno—, porque somos la mejor opción que tienen ahora mismo. Siéntesen, me gusta el orden. —Señaló el mueble y lo obedecimos.
Forian se resistió un poco pero lo halé por el brazo para que cooperara, no era momento de evidenciar su irritación.
—No me hacían falta las muestras de tejido o sangre —continuó Uno—. Cuando vi al descendiente llegar con ustedes dos mi alerta se disparó al instante. ¿Una daynoniana y un destroyador juntos? Eso sí que era novedad. Para toda Irlendia es bien sabido que sus clanes se odian a muerte y se andan pidiendo las cabezas como si resultase su único objetivo de vida. Así que antes que el descendiente humano abriera la boca, empecé a maquinar mi trato.
—Y es el mejor trato de los cinco mundos —añadió el único que no había escuchado hasta entonces.
Tenía piernas delgadas, pómulos pronunciados y una sonrisa que no pegaba con las circunstancias. Vestía de amarillo y su derroche de positividad no lograba contagiarme ya que yo estaba muy preocupada del ventajoso trato que se les había ocurrido. Supuse que ese sería Tres.
—Dos. —El líder le mostró la palma de su mano al mencionado esperando que este le suministrara algo. Un periódico del día fue colocado—. Estos son ustedes. —Nos alzó el papel para que lo observáramos—. Los desastrosos extranjeros que ocasionaron el accidente del callejón de la calle 0015 cerca del centro en Imaoro. ¿Tienen idea de a cuánto asciende su recompensa?
—Quinientas libras por cada uno —recordé la noticia del televisor en la habitación de la posada.
—Dos mil libras por cada uno —corrigió Uno tirando el periódico a nuestros pies.
Lo recogí para leer, era cierto. Y también venía impreso una tabla con la taza de cambio para que los que nos atraparan exigieran el dinero según la moneda que se manejara en su mundo; le estaban dando la oportunidad a viajeros que estaban de paso a capturarnos. Y el enunciado incluía que el precio desorbitante era por lo peligrosos que resultábamos, pues según la prensa, el clan Oscuro había facilitado la información que éramos criminales destinados al Séptimo Abismo.
Rodé los ojos.
Ahora no solo éramos los prófugos de la justicia xariana por el accidente en el callejón, también éramos abiertamente los prisioneros que se habían escapado del Clan Oscuro y eso cuadruplicaba la recompensa.
—Cuando el descendiente humano compareció ante mí —dijo y señaló a Bastian—, le pedí una sola razón para no entregarlos, cobrar la recompensa y granjearme el favor de los oficiales. Aunque esto último llevo haciéndolo hace kiloaños.
El grupo de dígitos sonrió ante las palabras de su líder y fue cuando uní los puntos que me dieron el cuadro completo.
Bastian había dicho que sobrevivió sus días en Korbe haciendo trabajos para ellos, trabajos que se mostró reacio a revelar. Eran conocidos y respetados hasta por seres de inferior categoría, como fue el caso del robot recepcionista de la posada. Tenían en el bolsillo a las Sombras Olvidadas; muchísimas postas de guardias para protección contra invasores extraños; vivían recluidos en lo alto de las montañas y contaban con un nivel tecnológico como el que debía tener el gobernador oficial de Korbe. Andaban en asuntos turbios pues habían logrado enviar drones a la tierra, pero ellos seguían en el universo paralelo. Y por último, tenían un trato que ofrecer a cambio de nuestra libertad.
No solo eran xarianos poderosos, ellos eran los mismísimos poderosos.
Los que movían todos los hilos.
Los que actuaban desde las sombras.
Los que tenían la facultad de tener a la policía donde se les antojara.
Y entonces lo pronuncié, terminando en voz alta la línea de mi razonamiento:
—Ustedes son la mafia de Korbe.
Fueron Siete Y Tres los que sonrieron.
—No 'la mafia de Korbe', sino la mafia xariana —rectificó Uno—. Actuamos en los mundos que nos apetezcan, y podemos manejar a quienes querramos desde nuestra Cyberzone.
Por supuesto que podían. Tenían la inteligencia, el dinero y los medios. Y si sabían muchas cosas podían saber lo que llevaba tiempo preocupándome.
—Si es cierto que nada sale y entra de su mundo sin que se enteren, deseo saber si cierto humano descendiente del clan Xariens cruzó a Korbe —pregunté esperando que supieran de Hiro Nakamura.
El líder Uno arqueó la ceja.
—Estoy seguro que desea algo más necesario que esa simple información alteza.
—Con el debido respeto Khristen —dijo Bastian nervioso sujetando el periódico en la página de la recompensa —, no creo que eso sea muy relevante ahora.
Suspiré porque ciertamente ese japonés listo se me estaba escabullendo como agua entre los dedos. Y Bastian tenía razón, habían asuntos más urgentes.
—Ustedes pueden facilitarnos la nave para llegar a Jadre. —Me contuve de reflejar emoción.
—Podemos —afirmó Uno.
—Y esa posibilidad viene con un 'pero'.
—Pero —sonrió el líder ampliamente agradeciendo mi perspicacia—, queremos algo a cambio.
—Cuando esté en el palacio sana y salva estoy más que segura que mi familia les dará por encima de la cantidad expuesta como recompensa.
Tres río susurrando "qué tierna"; Siete se apretó el puente de la nariz preso de la diversión y Cuatro no evitó las sonoras carcajadas que resonaron por la casa-habitación, carcajeaba aplaudiendo a la vez. Cinco estaba viendo una basurita del mueble y Seis solo levantó ligeramente las comisuras de sus labios arrastrando esa delicadeza y mesura que acompañaban todos sus actos. Uno sacudió con la cabeza y Dos se mantuvo serio, era el más serio de los siete.
—¿Crees que necesitamos dinero? —reprochó Dos con cara ofendida.
—Nos gusta el dinero alteza, pero por usted no nos volveríamos tan necios de conformarnos con cualquier cantidad de momedas de oro —sentenció Cuatro.
—¿En Jadre usan oro?
Ellos asintieron.
—No es como aquí, que comercializamos con todo tipo de monedas. En Jadre solo se usa el oro y en algunos casos se acepta el Dracma —explicó Siete.
—¿Y qué quieren entonces? Poder y alcancen ya tienen.
No se me ocurría que más podían querer. A través de la historia lo que había movido a los hombres era el poder y dinero, con Legendarios no debía ser diferente.
—Inmunidad —comunicó Uno y automáticamente en mi mente apareció un NO rotundo.
Ellos eran la mafia, y aunque se tratase de otro universo la mafia seguía siendo repulsiva fuera donde fuera. Jamás pactaría algo así.
—¿Están locos? Me están pidiendo vía libre para hacer y deshacer sin temor a las consecuencias —espeté.
—Uno, no puedes pedir algo así —intevino Bastian que no se lo esperaba.
—Puedo pedir lo que desee, ustedes necesitan mi ayuda y no están en condiciones de reprochar nada.
—Pero...
—Calla humano —ordenó Dos—. Una sola llamada nuestra y los Oscuros estarían aquí en menos de lo que sale el sol.
No, no podía regresar a Balgüim. Solo de pensarlo se me congeló la piel.
—Debe haber otra manera, por favor.
Uno resopló.
—Estoy cansado de tus guerreros siempre metidos en donde no les importa. No me explico el porqué pierden energías andando de cotillas en nuestros asuntos teniendo una guerra pendiente.
—Espera, ¿estás diciendo que los fayremses han venido a Korbe a intervenir en sus negocios?
—Exactamente. —Uno se acomodó en la silla—. Antes de llegar a la Cyberzone ustedes pasaron por la ciudad donde residen las Sombras Olvidadas, ¿quiénes crees que las alimentan cada día? No son tus guerreros reales, pues no les importa.
—Y las posadas a las afueras de Imaoro —añadió Tres con su tono positivo—. Nosotros nos encargamos que los viajeros tengan un lugar donde descansar puesto que en la capital suben los precios por día.
—Y en los restaurantes de lujos se ofrece la mejor calidad de menú gracias a nuestra generosidad importando víveres exóticos —aportó Cuatro chequeando su imagen en un espejo—. Porque también tenemos buen gusto, no piense alteza que solo hacemos obras de caridad.
Me quedé meditando en cada detalle que contaron. Determiné que cuando fuera emperatriz muchas cosas debían cambiar. No demoré mucho en idear una oferta.
—De acuerdo, tienen mi inmunidad..
—¡Princesa! —Bastian me miró impactado.
—Khristen no te apresures, sino es por este medio buscaremos otro —saltó Forian, no de acuerdo con mi decisión.
—Por ese motivo es que les estoy dando oportunidad —tomé la palabra nuevamente con mucha seguridad—. Les ofrezco indemnizaciones solo en Korbe, después de todo, ellos —dije señalando a los siete—, llevan siglos con este estilo de vida, tienen un imperio imposible de disolver a la corta. Y Uno tiene razón, el ejercito real debería enfocarse en cosas más urgentes.
—Admiro su sabiduria y buen juicio alteza, pero sino escuché mal, usted acaba de limitar la inmunidad a Korbe —resaltó el líder.
—No escuchaste mal, ese será mi trato con ustedes. No quiero ahondar en sus negocios turbios, porque sé que deben existir muchos. Por el contrario he decidido quedarme con la parte "positiva" de lo que hacen. —Abrí comilla con mis dedos—. Y determino que no entorpece en mi futuro reinado. Eso sí, cualquier movimiento en falso fuera de su mundo será tomado como lo que es y mis guerreros saldarán cuentas.
Tres, Cuatro y Cinco rieron con fuerza. Eran los más escandalosos del grupo.
—Sí que es graciosa, alteza Daynon. —Uno arqueó las cejas—. Me siento un poco presionado a aplaudirle, sino fuera por el insignificante detalle que ustedes son prófugos de la justicia y lo más codiciado para los Oscuros. Un pacto a medias no nos sirve.
—Y también energía Oserium, como una indemnización —seguí mi oferta como inicialmente estaba pensada.
Todos abrieron los ojos ante lo último, y el resplandor codicioso se alojó en las cuencas de cada uno de los xarianos.
—Khristen —susurró nervioso Forian a mi lado—, ¿qué estás haciendo?
—Sé lo que hago, confía en mí —respondí igual de bajo.
—¿De cuánta energía estamos hablando? —quiso saber Siete.
—No una gran cantidad —me sinceré—. Como deben imaginarse, no dispongo siempre de toda la energía Oserium que necesito pues de ser el caso no estuviera aquí sentada requiriendo su ayuda para que faciliten una nave interespacial. Pero según tengo entendido, con una pequeña porción pueden hacer muchas cosas. —Miré directamente a Siete entrecerrando los ojos.
Había estado pensando también en la misteriosa vía por la que ellos enviaban sus drones a la tierra. Para ese momento yo solo contaba con la escasa información que se le escapó a Siete cuando le pregunté si era por agujeros negros, pero esa sola palabra que dijo: "similar" me había dado lo suficiente para formar una hipótesis sostenible. Y si lo que intuía era cierto, con un poco de energía Oserium les bastaría.
Siete como todo químico aficionado a su profesión estiró la mano para aceptar el trato, pero Dos la intercedió negando con la cabeza.
—Lo pensaremos —anunció Uno y se puso de pie—. Quedan en su casa.
Se arregló la camisa de terciopelo que vestía y se dirigió a la puerta para salir del lugar junto con todo su grupo. Demoraron al menos una hora. O podían ser tres, tenía que recordarme constantemente que el tiempo en Irlendia corría veloz.
—Espero que sepas lo que haces —dijo Forian después de haber dado su trigésima vuelta al mueble.
Me extrañaba que no le hubiese creado una zanja al suelo de tanto caminar inquieto alrededor.
—Con tan poca energía Oserium no podrán realizar ninguna acción hostil —alegué para confirmármelo a mí misma.
—Estas cosas son inteligentes Khristen, no considero que sea muy juicioso. Solo ellos saben lo que hacen donde nadie los ve.
'Cosas'. Forian los había llamado 'cosas'...
—¿Y qué quieres que haga? Es lo mejor que se me ha ocurrido.
—Sin duda sí, no cuestiono tus decisiones princesa. El trato es por mucho mejor que el que ellos han ofrecido inicialmente. Solo recalco que no debes olvidar lo que hoy estuviste dispuesta a entregar en caso de que surjan problemas futuros.
—¿Cómo podrían surgir problemas en el futuro?
—No tengo forma de saberlo, pero mi alarma de destroyador me palpita fuerte. Tengo un mal presentimiento.
—¿Bastian? —Me giré a confrontarlo por si tenía alguna idea propia que añadir.
—Yo... —Jugueteó con sus manos con la mirada baja.
—Oye, ¿estás bien?
—Lo siento mucho. —Su voz carecía de resistencia, como si fuera a desplomarse allí mismo—. Estás en esta situación por mi culpa, yo solo quería ayudar.
—No has hecho nada malo —tranquilicé apoyando mi mano en su hombro—. Hace un rato deseé incinerarte porque pensé que de verdad nos habías vendido, pero resulté estar equivocada. Todas tus acciones han sido llevadas por altruismo y sé que deseas que llegue sana a Jadre.
—Y después solo deseo encontrar a Adrián y volver a casa, a mi casa en Francia. —Sorbió mocos y sentí vergüenza ajena.
Bastian era un chico maduro, pero las circunstancias le habían podido.
—Te prometo que encontraremos a Adrián así tenga que revisar debajo de cada piedra de Irlendia —consolé desde el corazón.
Siendo totalmente sincera, todavía recordaba los momentos que Adrián y yo compartimos en Westlake Village, y mi última noche en California, en la azotea del edificio de habitaciones de Howlland. Pero de alguna manera, quizás por el transcurso del tiempo y distancia, el debate sobre mis sentimientos confusos hacia él se había zanjado. Lo que no impedía que como amigo, deseara tenerlo a mi lado, seguro y a salvo.
El grupo de dígitos volvió a irrumpir en la casa-habitación y tanto Forian, Bastian y yo nos pusimos de pie esperando su respuesta. Siete fue el que dio un paso al frente.
—Aceptamos. —Estiró la mano y yo me adelanté a estrecharla—. Tenemos un trato, su alteza.
—Sí. —Sonreí satisfecha—. Tenemos un trato.
El corazón se me avivó en un calor de felicidad. Finalmente llegaría a Jadre, con mi familia.
—Para mañana, a primera hora, tendrán una Y90s Pro —anunció Uno.
—¿Y90s Pro? —pregunté extrañada pues según Bastian el último modelo de maquinas exclusivas a viajes era el Y90 y solo se la podían permitir los de la clase alta de Irlendia.
—Le hemos agregado unas pequeñas modificaciones —explicó Cinco guiñando un ojo—. Viajarán seguros y con más confort.
—Veo que son excelentes ingenieros. Conocí a una persona que también le fascina la ingeniería —elogié, recordando a Arthur.
A él le hubiese gustado muchísimo formar parte de esos proyectos y perfeccionar máquinas intergalácticas.
—Tal vez si en la Tierra contaran con los avances de Korbe, se pudiera pensar a lo grande —apuntó Dos, indiferente—. Pero dudo que eso ocurra pronto, pierden muchos años con sus guerras estúpidas.
—En Irlendia existe una guerra desde hace años —recordó Bastian.
—Es diferente, nosotros somos capaces de adelantar tecnológicamente a pesar de la Guerra Roja —dijo Cuatro en voz alta.
No solo era el más alto del grupo en estatura, sino en tono vocal.
—Claro. —Rodé los ojos—. Por ser Legendarios —solté, cansada del mismo razonamiento que usaban en la Academia para justificar sus destrezas.
Si resultaban muy hermosos, el mérito era de los Legendarios. Si su capacidad intelectual superaba al promedio de los humanos, era gracias a los Legendarios. Si todo salía bien a la primera pues se debía a su ascendencia legendaria entrando en acción.
Por supuesto que los herederos en su mayoría se comportaban como unos malditos arrogantes, si sus antepasados eran la viva imagen del orgullo a la sangre extraterrestre.
—No por ser Legendarios —negó Cuatro—, sino por ser mejor, algo mucho mejor —reveló y le brillaron los ojos.
Noté que los demás levantaban la cabeza y mostraban expresión digna ante la afirmación. Pero yo me quedé en blanco, literal. ¿Qué podía existir mejor que los Legendarios de Irlendia? Eso no era mentalmente posible.
—¿Por ser mafiosos? —Fue la única opción que me vino a la cabeza.
Pero los dígitos se quedaron serios, inmobles. Sus ojos tenían ese brillo peculiar que ya había visto, pero que en esa precisa ocasión reflejó mi propia imagen y en el cual me podía perder si así lo decidía; era insondable, infinito...
—Ellos no son Legendarios —excudriñó Forian entrecerrando sus ojos, como definiendo al fin eso que tan tenso lo tenía respecto al grupo.
—Veo que ya has dado con la verdad destroyador. —Sonrió brevemente Uno.
—¿Qué? —Miré a Forian buscando respuestas, luego a Bastian que estaba tan confundido como yo.
—Mírenos bien princesa. —Siete dio pasos hasta mí.
Era de cierta manera el que más cercano sentía. Su fuerte aroma varonil me inundó la nariz nuevamente y su piel de porcelana parpadeó por segundo. Enarqué las cejas y todo en mi cerebro pareció alborotarse.
Ellos eran...
—Androides —afirmé sin temor a equivocarme.
Hicieron una leve reverencia, como si se estuviesen presentando por primera vez y nos indicaron que saliéramos con ellos. Fue cuando pude admirar desde lo alto de la montaña el paraíso tecnológico del que disponían. Me agarré de la columna que sostenía el portal de la casa-habitación de Siete y por alguna razón la sonrisa no se apartó de mi boca: estábamos flotando en la nada.
El viento me despeinó el cabello, el clima se sintió glorioso. Cada detalle que se extendía frente a mi vista lucía excelso y rebosante de poder: más casas flotantes recubiertas de acero, oro y piedras preciosas. Vi palmeras artificiales altas, tan altas que las nubes envolvían la punta de sus tallos; las luces que desprendían eran verde y gris según se tratase de tronco y hojas. El cielo negro y estrellado poseía también estelas violetas y rosa, el suelo firme tenía señales en neón. Había una construcción abajo sin techo que dejaba identificar un bar, piscina y billar.
Un sinnúmero de robots se movían de un lado a otro cargando herramientas y manejando los autos más locos que alguien soñó, que se perdían montaña abajo en dirección a donde estaba la frontera de ese fascinante sitio y las postas de guardias.
Me llevé la mano a la boca, conmocionada y sin palabras.
—Ahora sí princesa —habló Siete—: bienvenida oficialmente a la Cyberzone, nuestro imperio androide.
—♤NOTA♤—
Aaaaah! Moría por revelar que mis preciosos mafiosos eran en realidad androides 😭❤. Siempre los querré chicos!!! Aquí les dejo un edit que me encantó:
Y aquí les dejo una vista desde lo alto del fascinante imperio androide, con sus construcciones en plataformas flotantes, sus palmeras y su lujo:
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