♤15♤ LAS SOMBRAS OLVIDADAS
Año 5.
10Ka, 50Ma.
Korbe.
La agitación de nuestros pechos acompasaba con la carrera apresurada, crucial. El fuego que dejábamos atrás, el cual seguía consumiendo lo que encontrara, había alcanzado más metros de lo que imaginamos en un principio.
Rojo y naranja ahogando el entorno puro.
Fui una tonta al creer que podríamos tener una noche de paz y reponernos de las situaciones estresantes que nos tenían al borde del colapso. Mientras huía maldije una y otra vez el haber confiado ciegamente y que nadie se hubiera quedado hacer guardia.
¿Qué había ocurrido para empujarnos a tales circunstancias?
Primero fueron los ruidos externos a la posada. Me despertaron tan pronto empezaron a llegar y me duplicaron los latidos por minuto cuando me asomé a la ventana. Xariautos policiales pasaron de largo para estacionarse del otro lado del establecimiento. Y cuando lo hicieron no solo distinguí xarianos uniformados, sino Ocuros, verdaderos Oscuros con sus yelmos y corazas. Me espanté al darme cuenta que nos habían encontrado. Primero pensé que el delator era el robot recepcionista pero al sentir disparos abajo descarté la teoría. A quien desperté fue a Bastian y dejé que él llamara a Forian.
Ahora parece infantil reconocerlo, pero en esos momentos me sentía diferente para con el destroyador y lo cierto era que las palabras del francés juntadas a la pesadilla y conversación nocturna que había escuchado por accidente me tenían coaccionada.
Mis dos acompañantes se deshicieron rápido del estado somnoliento y se pusieron a idear un plan de escape. El heredero sugirió escapar por el tubo conductor que conectaba con la cocina pero se nos volvió imposible cuando sentimos estruendos en la puerta.
Se me paralizó hasta la respiración.
—En nombre de Dlor el temible, rey del alto y bajo Balgüim e indiscutible soberano de Irlendia, abran la puerta.
¿Indiscutible soberano de Irlendia? ¡Sobre mi cadáver! Literalmente...
El padre de Jasper sí que estaba chiflado. Comprendí un poco mejor de dónde venía el trastorno mental de su hijo. ¿Quién puede nacer sano cuando su progenitor es un insensible que tortura y asesina sin piedad y se anda autoproclamando el soberano de todo un universo?
—No nos dará tiempo bajar uno a uno por el tubo —dijo lo obvio Bastian con un nerviosismo terrible en la voz.
—¿Y ahora qué haremos? —evité que mi propia voz sonará a pánico.
—Saldremos por ahí. —Forian señaló la ventana.
—No se abre por dentro y además el cristal polarizado tiene un grosor de hasta cin...
La exposición de Bastian quedó a medias cuando Forian lanzó con fuerza su puño contra el cristal reventándolo en mil pedazos.
—¿Decías? —Arqueó una ceja.
—Que saltaremos por la ventana —concluyó Bastian alzando las manos sin nada más que objetar.
Noté la sangre que empezaba a brotar de los nudillos del destroyador pero debido a la frivolidad de su actitud intuí que poco le importaba en ese instante su mano. Lo primordial era salir con urgencia de la habitación.
Los enemigos se ahorraron la vana palabrería y comenzaron a forzar la puerta. Disponíamos de pocos segundos.
—Baja tú primero Khristen —ordenó Forian pero no me pareció buena idea.
—Aún no domino el elemento aire sobre mi cuerpo y no soy de goma, si me equivoco me partiré al menos diez huesos y tres costilla.
—Puedes hacerlo, confía en ti —presionó estirando sus brazos a la puerta. Él era fuerte, pero no resistiría mucho contra los golpetazos de varios seres del otro lado— ¡Vamos Khristen no demores!
—¡Que no puedo! —Se me rajó la voz de impotencia.
Yo quería, de verdad quería. Pero la tensión del momento, el miedo a hacerlo mal y la preocupación por Forian no me daban margen a concentrarme. Lo conocía, sabía que iba ser el último en saltar y de ser necesario se quedaría luchando. Y esa vez eran demasiados para él solo y no podría ganarles.
—Saltaré yo primero —anunció Bastian—. Se me dan muy bien las atrapadas así que cuando esté abajo podré esperarte por si algo sale mal.
Asentí agradecida y vi cómo se lanzaba por la ventana haciendo uso de su habilidad sobre el aire. Llegó mi turno pero estaba reacia a dejar a Forian.
—Saltemos juntos —le pedí percibiendo que los Oscuros tenían la puerta casi derribada—. Como aquella ocasión en tu Penthouse de Malibú.
Pero Forian negó con la cabeza.
—Yo los distraeré, les daré tiempo para que ustedes corran.
—No me iré sin ti —prácticamente le supliqué con el llanto amenazando mis ojos.
—Salta Khristen —ordenó severo.
—Forian por favor...
—¡SALTA KRHISTENYARA!
El grito resonó en todo mi sistema y ahogué un suspiro de resignación. Tragué saliva y cambié la vista de sus músculos contraídos por el esfuerzo, de las venas que se le marcaban y el rojo de su cara. Era su decisión y no podía cambiarla. Me giré al espacio donde antes estaba la ventana y salté.
Salté sin coordinar nada preciso, tan solo quería sentirme libre por una fracción de minuto. Libre de los que anhelaban mi sangre, libre de la presión, libre del miedo.
Entonces apelé al aire abriendo los ojos pero no me escuchó en absoluto. Volví hacerlo con más intensidad y con un recuerdo que inconscientemente traje unido a la apelación. Y fue lo que activó esa conexión legendaria. Ráfagas de viento erizaron mis vellos y luego se agruparon entre sí para formar una figura, una familiar figura... Estiré la mano para tocarla y al tacto se desintegró abarcando las ondas de aire mi brazo para extenderse por todo mi cuerpo. Mi caída en picado se detuvo y experimenté por primera vez en la vida lo que era flotar rompiendo las leyes de la física, lo que era estar suspendida sobre la nada.
Estaba volando y me gustaba a grado superlativo.
Decidí descender poco a poco para no tener un aterrizaje brusco. No obstante cometí el error de mirar arriba para descubrir que no había rastros de Forian. Y ahí me desestabilicé y retorné a la caída descontrolada. Para mi beneficio ya había recortado la distancia y Bastian sí que tenía razón con las atrapadas maestras.
Evitó que mi cuerpo impactara de una fea manera, aunque por el ángulo y la velocidad ambos terminamos sentados en la tierra.
—Buen salto —felicitó.
—Forian sigue allá arriba Bastian —me escandalicé.
—Sabe lo que hace.
—No, no lo sabe. Se ha enfrentado otras veces solo a varios contrincantes y ha terminado muy lastimado. Esta vez puede ser peor si lo atrapan, porque ya nos escapamos de los Oscuros tres veces; no lo enviarán al Séptimo Abismo sino que le darán muerte instantánea.
No había terminado de hablar cuando el fuego se hizo presente metros arriba y se escucharon ruidos de objetos rotos y gran pelea.
—Por Daynon —caí presa de la conmoción con los ojos cristalizados.
—Khristen, quisiera ayudar a Forian pero... em... —Bastian señaló los policías que se acercaban desde el otro lado de la posada.
Iban a rodearnos y terminaríamos cayendo en sus manos sin escape posible. Era correr y dejar a Forian o dejar que nos atraparan a los tres.
《Piensa Khris, piensa. Debe haber otra opción》
Me repetí, sintiendo como mi cerebro se exprimía por la desesperación de una alternativa. Y la había, sí que la había. Y se me ocurrió al ver el caos que se estaba formando arriba.
Algo debía haberse roto y al entrar en contacto con las alfombras el fuego empezó a expandirse. Los Oscuros no eran inmunes al fuego, los Xarianos me valían un rábano, y yo, yo era muy hábil con ese elemento en particular.
Así que no pensé mucho, encendí llamas con mis manos dejando que las mismas me subieran por los brazos. Mi cuerpo respondió rápido a la orden, mi volcán interno ovacionó al poder a desatarse sin restricciones. En milisegundos me convertí en un vultuoso fuego que se comía el pasto a su alrededor, que soltaba brazas quemando lo que se atreviera a acercarse. La policía del clan Xariens se detuvo incrédula a lo que prescenciaba, Bastian se quedó inmóvil un instante hasta que reaccionó para confrontarme cuando vio las llamaradas que empecé a lanzar a la habitación donde nos habíamos hospedado.
—¿Qué estás haciendo? —se alarmó sin acercarse demasiado—. Si incineras a los Oscuros corres el riesgo que a Forian le pase lo mismo.
—No le pasará lo mismo —afirmé satisfecha—. Es el Alfa Bastian, es el mismísimo Alfa de los destroyadores.
La revelación lo dejó boquiabierto e intuí que la perplejidad lo abarcó por completo cuando el panorama de arriba se volvió más ardiente, derritiéndose la pared que estaba a nuestro lado. Un Forian también prendido en fuego contribuía a esparcir el incendio. Era la cosa más extraordinaria de los mundos.
Pensé pedirle a Bastian colaboración con el elemento aire, pero no hizo falta pues me sentía confiada y fuerte. Le ordené al viento que se llevara las llamas de la edificación impidiendo que la misma se redujera a cenizas pues desconocía si los demás inquilinos habían logrado escapar. Y Forian clamó a la tierra, sacando dos tentáculos del fondo que le sirvieron para descender por una canal de forma segura.
Ambos nos apagamos a la par.
—Princesa testaruda —regañó, mas había felicidad en aquellas palabras.
—Nunca hago lo que se me dice —recordé guiñando un ojo.
Y entonces corrimos.
Los tres corrimos como almas llevadas por el viento, Forian a su ultra velocidad estremeciendo ondas de aire que a la vez Bastian y yo usábamos para impulsarnos. Se sentía asombroso, estupendo. De esas pocas veces que disfrutas de verdad cuando una adrenalina loca se apodera de tus miembros, y sabes que te juegas la vida si fallas. No volteamos atrás para comprobar si nos seguían o no, tan solo corrimos, corrimos rumbo al horizonte riendo como tres retrasados por estar juntos y libres.
Solo cuando ya estuvimos lo suficientemente lejos y no existía rastro de los enemigos en ninguna dirección nos detuvimos a recargar energías.
El entorno había cambiado de rural a inhóspito. El pasto desaparecía poco a poco para dar ocupación a un pavimento gris agrietado; los árboles artificiales eran remplazados por edificios en abandono que se alzaban tocando el cielo, opacando la luz natural y ensombreciendo el ambiente. La zona parecía deshabitada, los autos aparcados contenían una capa espesa de polvo; algunos carecían de ventanas, otros del capó. Si se alargaba la vista más allá de donde se cruzaban las calles se distinguían montañas que parecían tiznadas de hollín, que también estaban en total quietud. Lo único en movimiento constituían periódicos arrugados que saltaban cuando soplaba una leve brisa. Uno de ellos llegó a mis pies y me agaché desenvolviéndolo.
—Año 878, kiloaño 9, Mega anum 50 —leí la fecha en voz alta—. Esto es de hace 127 años atrás —aventé el papel— ¿Hace cuánto tiempo estos parajes están recluidos al olvido?
—Hace más tiempo del que nos cuesta asimilar —suspiró Bastian mirando con fijación una avenida.
—¿Conocías este sitio?
—Sí. —Apretó un momento sus labios—. Por suerte y por desgracia...
—¿Eso es un tipo de acertijo que debo averiguar?
—Aún no —respondió confundiéndome más.
Inició el camino rumbo a la calle donde tenía fijada la mirada y nosotros nos unimos. Forian era adepto al silencio, se lo atribuía como una cualidad. Pero yo era un caso totalmente distinto y ser curiosa constituía una parte muy grande de mi carácter.
—¿A dónde nos guías?
—Al último lugar que conozco de Korbe y el único donde estaremos a salvo.
—¿No crees que sea demasiado obvio andar por aquí? Es el primer sitio donde nos buscarán.
—No lo harán y más tarde sabrán el porqué —aseguró—. Ahora síganme por favor, y no se acerquen a nadie, no hablen con nadie y no confíen en nadie.
—Pensé que habíamos concordado que estos parajes estaban deshabitados por siglos.
—Olvidados sí, deshabitados no —informó el francés y siguió caminando.
A medida que avanzábamos el cielo se iba oscureciendo, el oxígeno se condensaba y una niebla gris se iba colando entre nuestras piernas. También se formaron nubarrones que pronosticaban aguacero y la sensación general me desagradaba. Olía a misterio y maldad. Me vineron a la cabeza esos videojuegos en los que solía adentrarse Aaron por horas; con escenas distópicas, ruinas en los rincones y ratas saliendo de las alcantarillas.
Pues bien, aquel lugar no era diferente, lo que en vez de ratas se escurrían arañas mecánicas; eran como mini robots a control remoto aunque Bastian comunicó que nadie las manejaba y actuaban por instintos electrónicos. Tuve sensación de estar en una New York futuristas que había caído en desgraciada. Entendí las palabras de Bastian cuando al cabo de un rato caminando detallé ojos coloridos a través de las ventanas de los edificios que aún no se habían desplomado. Me intrigaron grandemente y seguí notándolos en contraste con lo desgastado del área. Los mismos aumentaron la cantidad con cada metro que caminábamos, haciéndose visibles también siluetas de brazos y cabezas. Pero mantenían oculto el resto tras cortinas o impidiendo que a su cuerpo le alcanzara vestigio de la claridad que todavía existía afuera.
Me dieron repelús e inconscientemente me aferré al brazo de Forian descubriendo más criaturas en todas las direcciones. Él me miró extrañado y lo solté.
—No los mires —aconsejó Bastian con su propia mirada fija al frente—. Nunca han visto a seres como ustedes y es normal que les causen curiosidad.
—¿Qué son?
—Los llaman "Las sombras olvidadas", son experimentos fallidos de los xarianos.
—Pero los experimentos fallidos habitan en el Bajo Mundo, lo aprendí en la Academia.
—Las monstruosidades y criaturas perversas sí, cohabitan con las peores pesadillas humanas. Pero estos entes son más astutos, oportunistas y tramposos.
—¿Su inteligencia no es artificial?
—Tienen vida propia —explicó—, en sentido literal. Los xarianos... —titubeó si contarme o no—, usan cerebros reales para insertárselos. También se reproducen de forma libre.
Contuve una arcada.
—Hace kiloaños escuché hablar de ellos —comentó Forian—. Embaucan a los que consideran que sean potenciales para su supervivencia. Aunque siempre pensé que eran rumores alterados de los que habían interactuado con ellos, pues ni en Drianmhar ni en el resto de los mundos se ha encontrado a ninguno.
—No salen de aquí, pero eso no significa que algún día puedan hacerlo —mencionó pensativo el heredero.
Hubiera estado bien si tan solo las Sombras olvidadas hubiesen permanecido así, en las sombras. Pero a medida que mis amigos y yo llegábamos al final de la calle algunas comenzaron a salir de su escondite. Al verlas por completo quedé coaccionada y el shock me duró algunos minutos. Los ojos era el único detalle colorido de esas cosas, variando en tonos azules, cobalto, oliva y verde pino. Otros los tenían rojos y en muy pocos casos, amarillos.
Para explicar lo que representaba ver aquello usaré el ejemplo del terremoto de Haití y las espantosas tomas sobre los damnificados. O las fotos pos guerra de la Segunda Guerra Mundial donde las personas se veían desamparadas en estado deplorable. Las sombras olvidadas padecían desnutrición y tenían los cabellos enmarañados, probablemente lleno de piojos. Estaban formados en una mezcla de piel y retazos de metal corroído que funcionaban de parche para estructurar una figura más o menos aceptable. Se fueron agrupando al frente cerrándonos el paso hasta que Bastian se detuvo y nosotros tras él.
—Déjennos continuar, no queremos problema —pidió en Káliz educado el francés al que parecía el líder del grupo.
—Se dirigen a la Cyberzone —expuso—, y conoces las reglas, ningún extraño puede pasar a la Cyberzone.
—Debo hablar con Uno —dijo Bastian
—Ya le daré yo el mensaje.
—Necesito hablar personalmente —insistió mi amigo—. Además a él le interesa, tengo una oferta que no podrá rechazar.
El sujeto pareció pensárselo un poco.
—Llámalo, dile que el descendiente exige verlo.
—¿Y ellos? —Nos señaló.
—No causarán problemas.
—Es del clan Daynon, puedo verlo —reprochó el líder haciendo referencia a mis características físicas.
—No es nadie —Bastian se interpuso entre yo y el acusador—. Cayó por error en Irlendia a través de un agujero negro.
—No se forman hace kiloaños y ahora resulta que no solo tú pudiste saltar, sino que también más humanos asquerosos.
—Se siguen formando, pero duran apenas unos segundos porque su frecuencia es baja, por eso los radares no los captan —alegó Bastian.
El experimento arqueó la única ceja que tenía, ya que portaba un casco que le abarcaba el lado izquierdo de la cara. Me miró suspicaz por unos segundos, luego a Forian, hasta que decidió dar media vuelta.
—Ven conmigo —le pidió a Bastian y se perdió entre el grupo.
—Esperen aquí y recuerden mi advertencia —nos dijo el muchacho y también se adentró al grupo.
El mismo se dispersó, escurriéndose sus integrantes a sus respectivas madrigueras. No obstante seguían observándonos desde la distancia. Forian divisó una ilera de sillas tiradas por ahí que debieron pertenecer a un ómnibus y se acercó para sentarse. Lo imité ocupando la última.
—Tienes hambre —percibí extrañándome en el acto.
Nuestra conexión funcionaba en que él me decifrara a mí y no al revés.
—No hay que estar conectado conmigo para saber eso —dijo Forian deduciendo mis inquietudes.
—No lo he deducido, lo he sentido y por cierto tus tripas son muy exigentes.
—No tienes idea.
—Pero Forian, nunca antes había podido hacerlo. Tus pensamientos, necesidades... eran un completo lienzo en blanco para mí ¿Qué ha cambiado?
—No lo sé Khristen —declaró sincero—. Puede que estés obteniendo un mayor control de tus poderes.
—Puede... —expresé no muy convencida.
Forian evitaba el contacto visual y me daba respuestas mediocres. Entonces decidí ahondar más con esa nueva habilidad de saber qué pasaba con su cuerpo; tal vez me salía bien poniéndole empeño ya que anteriormente había sucedido de casualidad.
Primero escuché los rugidos de su estómago, luego percibí su incomodidad por las circunstancias en general en medio de las Sombras Olvidadas y finalmente, con un poco de ahínco sondeando sensaciones que no venían al caso, descubrí algo que lo tenía preocupado. No supe especificar el qué porque lo guardaba en lo más intrincado de su ser.
—Deja de hacer eso —me sorprendió en tono brusco, clavándome los ojos por primera vez desde que nos habíamos sentado.
—El qué —dije con clara culpabilidad en mi rostro.
—Sabes qué.
—Pues tú lo haces todo el tiempo —repuse molesta por quedar al descubierto—. Y en la Tierra te la pasabas metido en mi cabeza sin autorización.
—No es lo mismo. Tus fluidos y sistema actuaban solos, dándome las pistas necesarias para deducir lo que sentías o pensabas. Soy un destroyador Khristen, así somos. Sin embargo lo que tú estás haciendo ahora es esforzándote al máximo para indagar a propósito en cosas que no te he dado permiso de conocer.
Me quedé muda ante la defensa porque él tenía razón. Pero eso no evitó que me levantara para alejarme y dar una vuelta. Recogí un periódico de la calle y empecé a rasgarlo con braveza. No era justo. Por destroyador él sí podía dejarme al descubierto sobre cada sensación que me recorriera las venas, pero yo no podía acertar qué lo tenía nervioso y al mismo tiempo le preocupaba en gran medida.
¿Vino a mi mente la conversación que escuché la noche anterior?
¡Por supuesto!
Por eso quería confirmar de una vez lo que le pasaba a Forian. Más que eso, lo necesitaba, porque sin duda la desesperación se estaba apoderando de mí. Apostaba que era menester en el universo descubrir qué sentía realmente el Alfa de los destroyadores por la futura emperatriz de Irlendia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro