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PRIMER ESPECIAL ((Añadido 10 de abril))


Ubicación cronológica: Capítulo 66 "Estabilidad bajo cero".

Contexto: Khris había entrado coaccionada a la habitación maltratada por el incendio de Arthur Kane. Sabía a lo que se enfrentaba, lo que nunca calculó el daño tan brutal que le sobrevendría a sus sentimientos cuando de forma firme el muchacho expresó "me das asco" y la echó intransigente de su habitación

Dedicado a todas las personas hombres y mujeres que han sentido en algún momento que el mundo se les cae a pedazos; que el corazón se les ha quebrado a fracciones minúsculas y que las lágrimas a golpe de fuerza han creado baches en sus rostros.

A ti, que estás luchando la pérdida de un amor roto y agudamente punzante.

Es una tormenta que se desata. Comienza por el rinconcito más profundo de mi pecho y va comiéndose toda mi estabilidad. Cada célula, cada vena... todo parece reventar en la desesperación de la tormenta gris que arrasa destrozando lo que encuentre al paso.

No importa lo duro que corra, lo mucho que me aleje de él, no puedo calmarla porque está dentro de mí.

Mi cara está empapada de ese líquido que tantas veces he derramado. Pero esta vez quema más que nunca. Y es que aunque mi cabeza me pide que lo olvide, que se acabó, que es un punto final, mi estúpido corazón se aferra a esa guión que puede venir después del punto. A un quizás hay esperanza, quizás no es el final...

Y entonces suena de la nada esa vieja canción de Sanna que solía escuchar en el 2014 cuando no alcanzaba a comprender a totalidad la letra:

"Silencio, no puedo estar aquí en silencio,
trabajando en una tormenta dentro de mi
cabeza.
Nada, me quedé para nada...
Así caí en todo lo que dijiste.

Escucha el estruendo.
Escucha mi voz..."

Dejo escapar un gemido de aflicción cuando recuerdo parte de nuestra conversación a media noche en París, bajo la luz plateada de las estrellas y la hermosa Torre Eiffel estallando en mil fuegos artificiales:

—Khris hay algo que nunca he podido decirle a nadie —confesó de la nada Arthur mirando como la brisa movía con suavidad el crecido pasto alrededor de donde estábamos sentados.

—¿Algo malo?

—Sí para mí —sonrió un poco sin mirarme a la cara—. Es... se trata de ese sentimiento por el que ustedes las mujeres hacen un drama.

—¿Hambre?

—No ridícula —Me codeó y reí con él—. Me refiero al...

Me quedé apretando los labios esperando que fuera capaz de decirlo.

—... al amor —completó la frase aclarándose la garganta como si hubiese soltado espinas por ella.

—¿Y qué es eso relacionado con el amor que nunca has sido capaz de decirle a nadie? —presioné con delicadeza, en tono bajo. Igual que le hablas a una fiera escurridiza cuando está agazapada contra la pared.

—Pues... esa palabra... a otra persona... Yo nunca le he dicho a ninguna persona que la amo.

Contuve la respiración unos instantes. De verdad se estaba abriendo conmigo.

—Pero eso no quiere decir que no lo sientas. Por ejemplo, amas a tu padre, amas a tu hermano y amas a tus primos. No se los dices pero ellos lo saben, como mismo yo lo sé —Me atreví a descansar una mano en su hombro— ¿Y sabes por qué Arthur? Por todo lo que haces. A pesar de tu mal carácter y tu predilección por las órdenes específicas —Arthur río por lo bajo y yo también—, aunque no lo digas, tus acciones gritan que los amas.

—Eso se oyó con lógica —reconoció pensativo.

—También tengo mis momentos —Me vanaglorié guiñándole un ojo—. No solo digo ridiculeces —añadí jocosa pero Arthur se quedó serio, excudriñándome con esa mirada profunda que solo sabía mantener él.

—Y a ti, ¿qué te gritan mis acciones?

Sentí que el propio universo de Irlendia se detenía. Y sé de lo que hablo, una princesa daynoniana sabe de esas cosas. Mi corazón que había acotejado un ritmo razonable volvió a dislocarse, y a pesar que tenía bajo control el volcán interno no pude evitar que unas chispas violetas recorrieran mis brazos y vientre.

Me despegué de Arthur y miré el río.

—A veces tus señales son confusas, pero estoy aprendiendo a descifrarte, ¿sabes?

—Y qué has descifrado hasta el momento —insistió recortando la distancia que yo había creado.

—Dime tú Arthur Kane —Giré mi cabeza para enfrentar sus ojos. Algo muy valiente de mi parte teniendo en cuenta que parecían el mismísimo acero ardiendo por una reacción más poderosa de la que los elementos terrestres pudieran averiguar—. Dime qué has estado tratando de decir con tus acciones.

—¿Es tan difícil saber? —sonrió cerca de mi oído. Su respiración consiguió erizarme la piel—. Yo creo que el mensaje es bastante claro... —susurró y perdí la conciencia.

Pero la recuperé rápido porque tonta yo sino aprovechaba ese momento, je je.

Fue cuando se detuvieron los fuegos artificiales y hubo un silencio ensordecedor. Paradoja propicia teniendo en cuenta que mis sentidos estaban alterados en su punto máximo y el corazón seguía retumbando, dando avisos continuos de su próxima colisión. Entonces lanzaron el último fuego artificial, uno color dorado que iluminó todo el cielo francés, cayendo en forma de escarcha sobre el monumento más alto del parque.

Fue extraordinario, sencillamente...

Nunca olvidaré esa noche. Por eso no quiero escuchar ahora las señales que manda mi cerebro: entierra lo que sientes por Arthur.

《No puedo hacerlo. No quiero》

Aprieto la carrera consciente que estoy fuera de los patios principales de la mansión, llegando a un terreno lleno de arbustos donde pudiera perderme para que nadie me encontrara jamás. Y entonces la canción UNDO vuelve a escucharse. Quizás se reproduce en mi mente, quizás es el firmamento desesperado pidiéndomelo a través de las nubes:

"Deshacer mi tristeza.
Deshacer lo que duele tanto.
Deshacer mi dolor...

Voy a salir, a través de la lluvia.
Sé que estoy por encima de ti.
Por fin sé lo que debo hacer,
deshacer mi triste amor..."

Una Khris más fortalecida empieza a entonar la siguiente estrofa. Corriendo, envuelta en lágrimas y sudor:

"Problemas, cariño, estoy en problemas
cada vez que te miro a los ojos.
Sálvame...
Oh, yo me voy a salvar,
lejos de todas las locas mentiras.

Escucha el estruendo, escucha mi voz.

Deshacer mi tristeza.
Deshacer lo que duele tanto.
Deshacer mi dolor"

《Saldrás de esta Khris. Quizás no hoy, quizás no mañana. Pero tú puedes salvarte de la tormenta gris porque más que una princesa eres una guerrera》

Fin.

—☆—

Hasta aquí el especial mis amores🙏🏻. Sé que hay muchas ansiedades por el Khristhur. Sé que otros aman a nuestro fiel y entregado Adrián. Y otros se aferran a Forian como la única solución saludable.

Pero yo no puedo decir nada al respecto solo que "UNDO" de Sanna Nielsen es la canción más perfecta creada para el capítulo 66 y esta extensión especial. No sé en qué estaba pensando la artista cuando la cantó que casualmente fue en el año que yo empecé a escribir esta saga en privado, en las notas de mi tablet. Lo único que puedo asegurar es que llevaré siempre la canción como la que más identifica a Khris. Tienen que escucharla porque de otra manera, ¿cómo seguirán viviendo?

Por eso aquí se las dejo, un himno que desnuda nuestras tristezas amorosas:

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

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