☆35☆ CLAN SUPERIOR DAYNON
Khristen.
Dan las seis cuando llegamos a Mansión Fortress. Como está finalizando octubre, los días son cortos y la penumbra de la noche se apresura a tragarse todo. Sin embargo, la Fortaleza es una construcción que a cada dos pasos te encuentras instalada iluminación artificial. Luce más bonita de noche a pesar que no me gusta cuando llega la hora. Nunca me gustó la oscuridad y desde que me planificaron el Acecho temible se ha intensificado mi rechazo.
Me bajo del Lamborghini y agradezco a Arthur por haberme traído.
—¿No vas a comer con nosotros? —pregunta al verme dispuesta a la zona de empleados.
—Comeré con mi madre, ella sigue siendo importante para mí ¿sabes?
—No te ofendas Khristen.
—No lo hago.
—Sí lo haces —repone—. ¿Crees que no te conozco ya lo suficiente? Tienes ese despecho típico de cuando te pones a la defensiva.
—Oh, ahora me conoces lo suficiente. —Abro más los ojos.
—¿Qué te pasa, por qué estás así? Te he traído como querías. ¿Puedes dejar de ser un dolor de cabeza todo el tiempo?
—¿Yo, un dolor de cabeza? —respondo con agallas—. Dijo el que le importó menos que mísero centavo el que su amigo se fuera a reventar.
Ni se crea por un momento que olvidaré como le resbaló que Hiro fuese a saltar.
—¿Eso? —Hace una mueca confundido, recapitulando—. Espera ¿de verdad estás así porque no impedí que Hiro saltara? —ríe de forma irónica—. En serio Khristen, será que todas las estupideces que la gente haga las atribuirás a mi culpa. Ya esto es otro nivel —bufa—. Arthur Kane, el dueño de la estupidez humana —Abre las manos como presentando un título invisible.
—Olvídalo —resoplo y le doy la espalda para marcharme.
—Espera —Me detiene por el brazo y me gira frente a él—. Quiero que comas con nosotros.
No ha sonado a orden, más bien, a una petición. Pero se trata de Arthur, no va a pedirlo humildemente de por favor.
—¿Por qué? —presiono—. ¿Por qué es tan importante que esté presente?
Él se queda desconcertado por la interrogante. Frunce el ceño, buscando una explicación lógica, pero termina sacudiendo con la cabeza.
—Pues no vengas si no quieres —espeta y escucharlo remueve algo ahí en mis tripas.
Aún con la cabeza gacha, logra alzar los ojos. Los miro bien, bajo la luz de la luna han adquirido una especie de brillo cautivante. ¿Por qué me late el corazón tan deprisa? He visto antes esos ojos bajo los efectos de la noche... Sin embargo ahora hay algo que los acompaña y eso es lo que ha logrado mi sobresalto. Es una transparencia atípica en Arthur. No encaja con la caracterización que mantengo de él, aunque desde la ocasión que me cargó a su cama y me tapó mi concepto se ha modificado un poco.
Y entonces también recuerdo cada segundo de esta tarde, en el momento que decidí descender por la escalera de la piscina.
—Hoy me observaste de una forma extraña —dejo escapar sin tiempo a organizar bien mis ideas.
Él libera mi brazo, apartándose como si lo que yo acabara de soltar por la boca fueran espinas.
—No sé de que hablas.
—Cuando entré al agua —continúo , envalentonada. Sé que no tiene sentido que esté sacando este tema, pero lo hago de todas formas.
—¿Te refieres después de coquetear descaradamente con Jason? —inquiere y la ironía es clara en su tono, filosa como el borde de una daga.
—¿Coquetear? Oh, ya... Quieres decir cuando me invitó a salir —revelo para molestarlo.
—¿Aceptaste? —La ironía ahora es reemplazada por una voz que roza la histeria.
—¿Y qué si lo hice? —Me cruzo de brazos.
—Solo juega contigo —advierte, severo, su frente tan contraída que puedo contar las líneas...
—No te creo, Jason parecía muy sincero —respondo consciente que en efecto, el inglés solo pretende jugar.
No obstante quiero presionar a Arthur de alguna forma. Es tan duro, tan inaccesible, tan impávido... Y ahora finalmente parece que he encontrado algo que puede afectarlo. ¿Sería muy arriesgado asegurarme que son celos? Mi corazón brinca con la idea. Arthur celoso conmigo... Se siente bien, muy bien.
—Me lo dijo, Khristen —expresa irritado—. ¿Sabes con cuántas chicas sale semanalmente? Quiere que seas una más en su lista. Él solo quiere..., solo...
—¿Qué?
Arthur aprieta los puños y traga grueso.
—Sus intenciones no son honesta —se limita a revelar.
—Vaaaya —alargo la vocal—, y eso te importa mucho porque... —Abro los ojos esperando su respuesta.
Respuesta que no llega.
—No me importa en absoluto, has lo que quieras.
Con esas simples palabras se desprende de la situación, pero no me basta.
—Y como no te importa, seguiste mirándome según avanzaba al agua, nadaba en la piscina y tus primos se presentaban.
—Eso no...
—Lo sentí Arthur Kane, hablo desde mi experiencia. Todos en realidad giraron sus cabezas, pero tú...
—Mira Khristen —interrumpe—, hay algo que no has entendido todavía.
Adiós la posibilidad de Arthur transparente. Hola al Arthur dominante.
—Eres Legendaria del Clan Daynon, ¿sabes todo lo que eso conlleva?. ¿Estás consciente acaso el poder tan fuerte que mantienes sobre los descendientes?
—Pero ellos no lo saben —acuño un poco nerviosa por la variación repentina de su tono alto.
Él cambia de actitud de manera tan drástica, agitada...
—¡Nadie necesita saberlo!
—Lo siento —me disculpo rapidamente intentando mejorar la actual situación.
—¿Lo sientes? Pues yo te voy a explicar lo que pasa, para que no estés inventando conjeturas absurdas.
—Arthur...
—No necesitas poderes para mandar vibraciones a todos nosotros. Hay una prodigiosa atracción hacia tu persona del que ningún heredero puede escapar. Por mucho que se burlen, te pisoteen o denigren, es algo más fuerte que todos nosotros, es algo que no podemos evitar. Está en la sangre Khristen —explica contrariado.
—Yo pensé que...
—¿Qué? ¿Qué podrías gustarme? —añade con una riza cruel.
Esto me sorprende, no estaba preparada. Me abrazo a mí misma pero no sirve de mucho como escudo a la mirada tan punzante y mordaz de mi interlocutor. Trato de sostenerla pero no puedo, de cierta forma... me hiere.
¿Por qué me hiere? ¿Por qué esas míseras palabras que no significan nada consiguen que me duela cada fragmento del alma?
—No te confundas —sigue—. Serás daynoniana y todo el rollo, pero jamás podría pensar en ti como tú quieres.
—¿Como yo quiero? —aprieto los dientes y alzo el mentón valerosa—. ¿Te crees que porque cada ser viviente suspira por ti yo soy una más? —atino a decir trepidante.
—Por favor —resopla divertido—, no me negarás que todas esas perretas y los ahíncos a fastidiarme son sin niguna razón. Es natural, yo te gusto —declara muy seguro de sí mismo, muy prepotente como es siempre, muy engreído.
No lo soporto, ¡no lo soporto! Incluso ahora, en un momento tan sensible y delicado no puede dejar su actitud arrogante de lado, su altanero complejo Kane. No, tiene que sentirse bien macho, bien crudo.
—Arthur Kane —relajo mi mandíbula y me concentro en respirar de forma tranquila—, te haces la estrella pero en mi cielo no brillas.
Él borra la sonrisa jactanciosa de la boca. No doy tiempo a que piense otra frase despectiva, simplemente vuelvo la espalda esta vez segura que no me detendrá por el brazo. Fijo mi curso directo al apartamento y he dado varios pasos cuando lo escucho hablar.
—Es tan placentero ver como te equivocas.
Inspiró hondo y giró ciento ochenta grados.
—¿Te crees muy inteligente, no? Lo que no conoces es que la inteligencia es un proceso clínico, cuando te pasas de listo vuelves a empezar a ser tonto.
—¿Ah sí?¿Entonces por qué lloras?
Y así se desarma a una chica. Levanto los dedos hasta mis mejillas y efectivamente, noto como saladas gotas las están mojando. Ni siquiera me he dado cuenta, ni siquiera he podido evitarlo. Dicen que el corazón sangra transparente y esas son las lágrimas que se desahogan por los ojos. Limpio con rabia mi rostro y la garganta se me ha cerrado a tal punto queriendo contenerlas, que decido no responder.
—¿Ves como callas? Me das la razón Khristen —anuncia orgulloso.
—No callo porque no tenga nada que decir. Sino porque nunca, nunca Arthur, entenderías mis palabras.
Y sin más me apresuro hacia mi destino. Literalmente echo a correr y cuando consigo abrir la puerta la cierro de nuevo con desespero y reposo la espalda en la misma. Me dejo caer lentamente, deslizándome con la agitación propia de la carrera y la presión que me aprieta la garganta. No puedo creer lo que ha pasado en este corto espacio de tiempo. Nos hemos dicho todas estas cosas, nos hemos dañado y yo he mentido.
Le he mentido...
Vuelvo a frotar con furia toda mi cara porque las malditas lágrimas no cesan.
Quiero ser fuerte, ¡ya basta!. No puede tener un efecto tan demoledor en mí. Soy capaz de asimilarlo, soy capaz de reponerme...
《Al menos no te mientas a ti misma》
¡Consciencia inútil! ¿Para qué la tengo? Todo lo que hace es taladrarme el cerebro con verdades que no sirven para nada. Está bien, puedo con eso, puedo decirlo en voz alta. Abro la boca ahogando mis sollozos:
—Me gusta Arthur Kane —profiero lentamente, como si fuera prohibido...
Listo. Lo he dicho, he dejado que mis labios pequen con la confesión. ¿Y a funcionado para algo? Pues no, no... Golpeo el piso con puños cerrados y me repito lo indigna que soy, no merezco ser Legendaria. ¿En qué momento dejé que esto me pasara? ¿Cómo pude pensar que debajo de esa coraza de acero que lo resguarda habían buenos sentimientos?
Es una criatura vil creada para someter.
Jamás doblegará su voluntad a la de nadie. No importa sino compagina con sus instintos que supuestamente son protegerme. No importa si tiene que aplastarme y dejarme en evidencia para luego humillarme. No importa porque es Arthur Kane, máximo heredero de todos los linajes, el primer empresario en Howlland y tiene razón:
Me gusta, me gusta y soy una ridícula por pensar que quizás yo... que él...
Es tan irracional. Todo lo que ha hecho: el sistema de defensa alrededor del apartamento, darme apoyo cuando me enteré de mi origen, y tratarme menos mal en algunas circunstancias, es por la sangre tal y como explicó, por esos genes fayremses, porque soy del Clan Daynon y ejerzo un poder tan fuerte en él y los demás que no pueden evitar.
Antes había pensado que ser quién soy sería mi condena, y no me equivocaba. Por eso, esta vez no dejo que nada me frene y me dirijo sin demora al lugar donde reposa el 'Libro Legendario' que he tomado de la biblioteca de Alioth. Lo abro, decidida y dispuesta.
Que ocurra lo que tenga que ocurrir, de lo contrario sería invitar al universo.
Voy al final del libro, tiene que haber algo concluyente. Y lo encuentro. Hay una sección que se titula "La devastadora Guerra Roja". Empiezo a leer una historia que encaja como pieza de puzzle con las pinturas de la casa de Daysi. El clan Oscuro empezó el levantamiento por la profecía, incrementando el pavor por toda Irlendia, obligando al clan Daynon a responder. Desde el mundo de Jadre se preparó la defensa y los guerreros reales del clan Fayrem enfrentaron con suma fuerza a los rebeldes. El clan Idryo se mantuvo presente, velando las declaraciones, prestando sabio consejo para el mejor proceder.
La ofensa hacia el clan real cobró fuerza cuando los destroyadores empezaron la caza con objetivo de llegar al palacio en Jadre. No se aliaron con los oscuros, aunque ellos mismos ya se constituían sediciosos. El clan Xarians se mantuvo neutral aparentemente, aunque el libro plasma que todos sabían que fabricaban armas y artilugios al mejor postor, fuera del bando que fuera. Pero también explica que los daynonianos no podían hacer nada al respecto; sus energías estaban concentradas en la lucha contra los dos poderosos y organizados enemigos que guerreaban con empeño para impedir la profecía.
Pero ¿por qué?, ¿qué decía esta profecía que ocasionó algo tan feroz? ¿Para salvarme de ese conflicto mis padres me enviaron con Daysi aquí a la tierra?
Paso las páginas llegando a las últimas hasta que doy con lo que busco. Trago saliva, estoy a punto de descubrir algo importante, esta es la causa de todo. Puedo leer en mi interior pero una coacción que desprende el libro me obliga a leer en voz alta:
"Un nacido de la prole de los reales ejercerá la supremacía absoluta sobre el reino de los tres soles. Gobernará los cinco mundos y su dominio no tendrá fin. Juzgará con mano de acero e impondrá con sangre su voluntad".
Así que esta es la gran verdad detrás de la Guerra Roja. Un príncipe daynoniano crecería para convertirse en emperador como era su derecho pero a concecuencia traería un gobierno sangriento. Y esto es lo que querían impedir los oscuros. Bueno, desde cierta perspectiva entiendo sus razones pero la cruda batalla que liberaron, según el libro, ocasionó la muerte de niños y ancianos por igual, de sus hermanos de otros clanes inocentes que nada habían tenido que ver. Tiñó a los cinco mundos con la mancha del oprobio, la deshonra y la avaricia, pues en la página siguiente cuenta como no se conformaban ya con matar al mayorazgo daynoniano, sino que también aprovecharon la cobertura para tener el control máximo, para apoderarse de la energía Oserium y gobernar ellos Irlendia.
Vaya... si que es una historia, mmm... conmocionante. No podría calificarla de otra manera. Además me asaltan dudas nuevas. Mis padres, ¿habrán sobrevivido a la Guerra Roja?, ¿cuándo terminó?. Según lo que me contó Aaron la noche que me enseñaba sobre los clanes y linajes, Irlendia es un universo paralelo donde siguen aconteciendo sucesos simultáneamente que en nuestro planeta, pero que allá el pasar del tiempo es muchísimo más rápido. ¿Contendrá el libro el final de la guerra?
Sé que no tiene mucho sentido, porque hace años no se crea una anomalía y nadie cruza por agujeros negros. Excepto Daysi. Cada vez me convenzo más que ella tiene todas las respuestas que necesito. No obstante me atrevo a revisar la última página del libro y veo una cita con una referencia alguna página anterior que debo haberme volado:
"Hubo un gran impacto cuando el Gran Gálora, el viejo profeta, anunció que había visualizado que el ser al que se refería la profecía no era un varón, sino que se trataba de una niña con los genes perfectos para cumplir su propósito. De todos los príncipes herederos del clan Daynon que habían ascendido al trono, esta sería la primera mujer".
De repente mi respiración se corta de forma abrupta, haciendo que abra la boca buscando con desesperación más oxígeno. Las letras que siguen se traslapan unas con otras y flotan en el aire pero aún así logro entender:
Una daynoniana creó un agujero negro, cruzó, se llevó a la princesa a un lugar llamado Tierra para protejerla hasta el momento adecuado. Volver, acabar la Guerra Roja, luchar, ascender al trono, gobernar Irlendia...
La sudoración que ha abarcado desde mis piernas hasta el cuello es tan intensa que provoca que mi cuerpo completo también tirite en terror. Una ansiedad combinada a suplicio aprisiona mis extremidades, me desolla la piel, me desgarra el raciocinio. El pánico no se detiene y me nubla ahora la vista, se cuela por los poros erizados, revuelca mis emociones más intrincadas y me deja débil, a expensas de un frío sobrehumano y una fiebre acentuada. Todo un engendro verminoso se reproduce a velocidades alarmantes y sintiéndome incapaz de batallar caigo al suelo cerrando los ojos.
Soy yo... soy yo...
No solo provengo del clan superior Daynon, no solo soy Legendaria.
Yo soy la princesa, soy la de la profecía. La que un día se debe sentar en el trono legítimo para gobernar Irlendia.
La que debe acabar la Guerra Roja.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro