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☆18☆ EL MISTERIO DESVELADO

Khristen

Abro poco a poco los ojos encontrándome en una habitación tan lujosa que de momento pienso que estoy en Mansión Fortress. Debajo de mi cuerpo siento un colchón suave envuelto en textiles egipcios de gran calidad. Los almohadones están recubiertos de plumas de aves, las alfombras del suelo parecen pieles reales de animales disecados y las cortinas de todas las ventanas abiertas ondean por el aire fresco. Todavía es de noche, pero no sé cuánto tiempo he estado desmayada. La brisa proveniente de afuera trae consigo un olor a agua salada, la playa. Descarto la idea de estar a los pies de las montañas en Westlake Village. Estoy en Malibú.

Camino descalza por la pulcra habitación y me asomo para tener una mejor perspectiva del panorama. Pero es inútil, solo veo agua a lo lejos, palmeras y arena. Cada zona de Malibú es idéntica. Lo único que tengo en claro es que estoy en el último piso de un pent-house. Escucho el sonido de un retrete descargándose proveniente de una puerta de adentro y todo acude a mi memoria como el tráiler de una película en cámara rápida.

Los gemelos tramando su terrible venganza junto con los australianos, los griegos y los italianos a los cuales no les hice nada pero se dejaron convencer. Jasper, el espeluznante líder de los Dónovan, los rusos y alemanes con capas oscuras como toda una organizada secta, la oscuridad abarcando el medio, el cielo rajándose en líneas luminosas y el tornado que se formó en segundos. Mi pánico, desesperación, mi grito interior de auxilio y... él.

La puerta de lo que debe ser el cuarto de baño se abre y la mezcla de sensaciones reaparece. Al fin lo tengo frente a mí, después de haberlo evitado por una semana, después de convencerme que había sido mi imaginación. Estoy sosteniendo la mirada del ser salido literalmente del Libro Legendario, el que me ha salvado la vida.

—Eres... —Trago saliva, estoy nerviosa. Pero no podemos mirarnos eternamente en silencio— ¿Eres real?

El muchacho atraviesa la estancia quedándose a escasos centímetros de mi cuerpo. Mi sudoración aumenta cuando me toma la mano y se la coloca en el pecho, permitiéndome sentir su mismísimo corazón que le late a mil por hora.

—Siénteme, soy real.

Su corazón sigue palpitando con violencia, igual que un tren a toda marcha. Sin embargo se muestra sereno, templado. Una corriente familiar recorre mi mano hasta mi brazo y ahora que escucho nuevamente su voz cálida, todo nerviosismo se evapora. Confío en él, no sé bien el porqué pero lo hago. Es contradictorio y loco, pero confío.

—Gracias. —Retiro la mano como si su tacto me quemara—. Gracias por... por haberme sacado de las horribles circunstancias de antes.

—De nada.

Él no deja de mirarme con sus ojos penetrantes. Es difícil apartar la mirada porque el verde pardo, salvaje y dominante, te atrapa de una manera hipnótica.

—¿Cómo sabías que estaba allí? —Desvío la vista abajo.

—Te escuché —contesta al momento.

—¿Me escuchaste? —No contengo la risita nerviosa que me acontece—. Eso no puede ser posible, no puede...

—Kristen —Levanta mi barbilla con su mano derecha de modo que vuelvo a encontrarme con los pozos verdes que carga—. Escuché los latidos de tu corazón.

Mi órgano palpitante vuelve a estremecerse con la declaración y un sudor frío moja mis manos.

—¿Por qué estás tan tensa? —continúa— Relájate por favor, no voy hacerte daño, lo prometo.

—No sé quién eres. No lo entiendo, ¿por qué me persigues?

—Yo no te persigo —alega despejado y me percato del lunar que tiene arriba del labio—. Solo te vigilo.

—¡Me vigilas! Y lo aceptas así tan... ¡Tan tranquilo!

—¿Para que negarlo? —Se encoje de hombros—. Sabía desde que pusiste un pie en Howlland que tarde o temprano te pasaría algo como lo de hace unas horas. Necesitaba impedirlo.

—¡Pero por qué! —Me impaciento. Estoy cansada de todo el misterio que envuelve a este muchacho—. Nunca te había visto en mi vida ¿por qué me vigilas, porqué me salvas, por qué consigues poner todas mis emociones en completo caos cada vez que apareces?

Me arrepiento en el acto que se me haya escapado lo último pero él no parece aludido o avergonzado.

—¿De verdad Daysera no te contó nada?

—¿Daysera? De quién... ¿Hablas de Daysi?

—Tiene lógica que te lo ocultara —dice más bien para sí mismo.

—Oye, oye, escucha ¿conoces a Daysi?

—Por supuesto —asegura como la cosa más obvia del mundo—. Como mismo te conozco a ti.

—¿Y por qué ella nunca me habló de tu existencia? Sabía que vendría a Howlland y...

Entonces sus palabras desquiciadas resuenan en mis oídos:

"Cuídate de los destroyadores, aléjate de ellos ¡No confíes en ellos!"

He temblado tantas veces esta noche que mi persona debe estar al límite de sufrir un colapso. Los nervios vuelven a dispararse y me alejo temerosa de el ser con simetría perfecta. Él estaba en libro pintado con la manada, él es un destroyador, es un cazador nato, es... es un Legendario.

No puede ser posible.

—Tranquila —Calma con las manos—. Sé lo que estás pensando y te prometo que todo tiene una explicación.

—¡Cómo sabes lo que estoy pensando! —le grito asustada reviviendo la emboscada que sus descendientes me tendieron.

"Y sus descendientes son tan peligrosos como ellos. Pero los destroyadores son peor, mucho peor."

—Te dije que puedo escuchar los latidos de tu corazón y sus cambios bruscos de ritmo, así como tus temblores internos. Puedo oler tu miedo y...

—¡¿Como a una presa?!

—Yo jamás te cazaría como a una presa —expresa con tranquilidad.

—No lo hagas. No me huelas, ni sientas, ni lo que sea que hagan los fenómenos como tú. Solo quiero que me dejes salir de aquí.

—Khristen necesito que te enfoques en esa confianza que me tienes.

—No, no... estoy confundida —Unas lágrimas amenazan con salir de mis ojos; la habitación me da vueltas.

—Lo entiendo, pero esa confianza es real y tienes que aferrarte a ella, yo no soy una amenaza.

—¡Ni siquiera te conozco! —Sigo gritando con la advertencia de Daysi clavada en la cabeza.

—Sí me conoces solo que no lo recuerdas —Se acerca.

—Aléjate de mí. —Retrocedo al punto de que mi espalda se encuentre con el barandal protector del balcón y percibo que está flojo.

Estoy a unos veinte o treinta metros de la calle pero no me importaría saltar, si lo hago de la forma correcta puedo caer encima de unos contenedores de basura abiertos y escapar lejos. Ahora mismo todo es muy confuso y ni siquiera sé lo que siento, pero los poros del extraño desprenden peligro a plenitud y estaría completamente loca si cedo a mis absurdos pensamientos de confianza o cercanía.

—Ten cuidado —alerta al ver mis intenciones de saltar—, está roto y...

—¡Aléjate o me lanzo!

—De acuerdo haré lo que tú quieras pero sepárate de ahí por favor.

—Haremos esto —digo con toda la autoridad que puedo reunir—. Te haré unas preguntas y contest... ¡Aaaaaah!

El barandal se ha desprendido, yo he tropezado y ahora estoy cayendo al otro lado, cayendo al vacío.

El soporte estaba defectuoso y mi peso ha logrado el desprendimiento de una viga, mandándome directo abajo. Abro las manos pero obviamente no me elevo como un pájaro. Sigo cayendo desechando la idea de los contendores, preparándome en cambio para reventarme. En medio de la desesperación miro arriba, y entonces veo cómo el destroyador se lanza en picado en mi dirección.

Me atrapa en el aire al momento exacto, permitiendo que lo rodee por el cuello con mis brazos. La imagen de la playa y los edificios se vuelve corrida por la velocidad, el corazón pretende escapar de mi pecho, pero él no me suelta... Antes de que impactemos en el suelo, montículos gruesos de tierra llegan de alguna parte y el destroyador saca garras inhumanas de sus nudillos para enterrarlas en estos, amortigüando así nuestra caída.

Cuando el impacto final acontece apenas lo siento, pues su cuerpo vigoroso me envuelve, protegiéndome,  impidiendo que experimente dolor.  Él en cambio sufre unos rasponazos en los codos y su divino rostro.

Ha sido una de las cosas más espectaculares que he vivido.

—¿Estás bien? —pregunta sofocado y su aliento a eucalipto me alerta que estamos demasiado cerca.

Me levanto de encima organizando mi bata sin dejar de detallar sus garras. Son cinco en cada mano.

—Sí... estoy bien —respondo y él se las guarda, pareciendo sus nudillos normales otra vez.

Lo ha vuelto hacer, me ha salvado la vida. Han sido dos veces en una noche y aunque me fío de Daysi ahora sí no tengo dudas sobre mi seguridad en manos del perfecto extraño.

Es un destroyador, tiene garras para despedazar mi garganta y puede escucharme y olerme. Aún así, confío en él y no volveré a negar esto.

—Dime tu nombre —suelto sin más reparos. Siento que es algo que necesito.

Él asiente con la cabeza mostrándose complacido, como si fuera una pregunta que llevara mucho esperando.

—Forian —extiende la mano—. Mi nombre es Forian.

Decido si estrecharla o no, cada vez que me toca vuelven las extrañas conexiones. Finalmente lo hago y el tacto ahora me infunde paz.

—Tranquila no voy a dejar que te suceda nada malo —Coloca un mechón de mi cabello detrás de la oreja—. Nunca...

Vuelvo a observarlo y me siento tan confundida... ¿Cómo puede una belleza salvaje tan proporcionada acaparar al mismo tiempo sincera transparencia?

—¿Tú creaste esto? —Señalo los montículos que nos rodean.

—Yo los provoqué —confiesa—. Usé el poder de la tierra.

—Eres del elemento tierra...

—Khristen, me encantaría contarte todo sobre mí, pero desgraciadamente no puedo, hay mucho en juego y si Daysi decidió no contarte entonces respetaré su decisión.

—Espera ¿lo que sabes tiene que ver con lo que dijo Jasper Dónovan?

Todavía tengo tatuado en la mente su revelación del asunto del sacrificio de los clanes y todo ese embrollo. Forian desvía la vista moviendo la mano, logrando que los montículos de tierra vuelvan a su lugar.

—Te llevaré con Vanessa, ya es tarde.

—Contéstame por favor —insisto ignorando el hecho que conoce también a mi madre.

—Los descendientes de los Oscuros están chiflados no puedes hacer caso a todos sus rituales —evade.

—¿Crees que su plan de asesinarme es algo que deba obviar? —Enarco las cejas.

Forian suspira y se acerca, agarrando mis hombros.

—Eso no pasará, no voy a permitirlo. Ahora sígueme para llevarte a la Fortaleza.

Lo sigo en silencio con un millar de preguntas taladrándome el cerebro ¿Por qué él no estaba con los demás australianos cuando los Donovan planearon el ataque? ¿Por qué un destroyador iba a rebelarse contra sus consanguíneos para defenderme? ¿Qué edad tiene realmente? No aparenta ser un estudiante de Howlland y sin embargo allí está ¿Por qué es tan escurridizo? ¿Por qué está pintando en un libro que representa una historia antigua de miles de años? ¿Será un descendiente exacto a su antepasado? ¿Cuándo saltó por el agujero negro?

Decido pausar mi cerebro para que no fabrique más preguntas. Forian es bastante reservado y como ha dicho, no conseguiré más respuestas esta noche.

Doblamos la esquina, dejando del otro lado el penthouse y nos detenemos frente a una puerta de garage. Sin esfuerzo mi acompañante la abre desde abajo y veo un auto verde alucinante con la monumento de un jaguar en el capó.

—Entra —pide y le obedezco.

Adentro se mantiene ese olor a eucalipto, pino y madreselva que sentí el primer día en la Academia cuando Forian se me acercó.

—Yo también lo recuerdo —me sorprende, abrochándose el cinturón.

—¡No entres más en mi cabeza! —regaño llevándome las manos a la misma.

—No puedo entrar a tu cabeza, eso es cosa de los xarianos.

—¿Entonces cómo sabías lo que estaba pensando?

—Es muy fácil —Tuerce los labios—. Apenas te has montado tu cuerpo ha entrado en un estado de calma y recesión. El ritmo cardíaco ha bajado considerablemente al percibir un olor que el cerebro guardaba. La viscosidad de la sangre se ha modificado un treinta por ciento al disminuirse el flujo por las venas y por ende, toda tu persona ha revivido el día que los elementos expuestos en este auto estaban presente. Y ese día fue el Lunes pasado en Howlland, cuando nos encontramos en el pasillo del Sur.

Gira las llaves y el motor se enciende. Está como si nada, mientras yo salgo del shock que me ha producido su explicación. ¿De verdad ha dicho todo lo que he escuchado? La viscosidad de mi sangre, su flujo, el ritmo cardíaco, ¿esto es lo que pueden hacer los destroyadores? ¿Analizarte como si poseyeran rayos x o algo por el estilo?

Me abrocho el cinturón y acomodo en el asiento pues como sé, es inútil preguntar. Nunca he sido muy asidua a la lectura, pero en cuanto llegue a la Fortaleza tomaré el Libro Legendario y me lo beberé de principo a fin. Es extenuante estar en ascuas todo el tiempo mientras esta gente sigue exponiendo sus poderes a mi alrededor. El coche avanza rápido, y cuando han pasado algunos minutos Forian enciende el reproductor que brinda una canción country.

Me gusta.

Sin darme cuenta estoy tarareando la melodía y mi mente viaja a las áridas tierras de Carolina. Forian me mira con intensidad y los ojos le brillan. Ya sé que adivina lo que estoy sintiendo; esto podría volverse realmente molesto.

—Ya basta, necesito un poco de privacidad.

—Disculpa, no es intencional —dice sin apartar la mirada.

—¿Puedes observar la carretera? —Señalo nerviosa—. No quiero también tener un accidente automovilístico esta noche.

—Yo no tengo que ver la carretera para conducir por ella Khristen —confiesa serio.

—No... no me importa. —Soy yo quién cambia la vista—. Solo atiende a la calle por favor, para mi tranquilidad.

Lo hace y vuelve a conducir como una persona normal. Pronto distingo el portón de acero de Mansión Fortress. Los guardias dejan pasar el vehículo y Forian estaciona en el driveway a metros de la puerta principal. Estoy cansada y mi deseo es darme un baño caliente para quitarme toda la suciedad, pero me es imposible no reparar en el desorden que hay aquí adentro. Todo el lugar está virado al revés: macetas rotas, plantas chamuscadas por rayos, los sillones en la terraza volcados y los cristales de las ventanas de la planta baja hechos pedazos a los pies de las mismas.

En vez de dirigirme a mi apartamento en la zona de empleados, voy de curiosa directo a la puerta principal y entro por ella. La sala central está igual de desordenada y ocho o nueve empleados la están limpiando. Es mi madre quien me recibe con un abrazo en cuanto me ve.

—Oh mi niña estás bien —exclama con alivio. Luego se separa analizándome—. ¿Por qué estás manchada de tierra?

—Me caí —digo sin más explicaciones.

—¿Y ese rasguño? —Se horroriza tocándome la cara.

Había olvidado ese detalle causado por un Súllivan.

—Em...

—Khris —Alioth se levanta angustiado de uno de los muebles y se acerca a nosotras—. Lo siento muchísimo, me quedé encerrado en el despacho de la Academia y era demasiado tarde cuando supe que se trataba de una trampa.

Me fijo en el rostro demacrado que refleja. Normalmente el señor Kane siempre luce atractivo, limpio y joven. Pero es evidente que ha pasado por acontecimientos que lo han envejecido bastante, incluso juraría que le veo arrugas.

—Estoy bien —tranquilizo a ambos—. Forian me ha salvado.

—¿Forian? —pregunta mi madre.

—Es quién me ha traído. —Vuelvo a la puerta para buscarlo afuera.

Pero no hay rastros, el Jaguar verde también ha desaparecido. Tal vez ayer me hubiera asorado pero he pasado por tanto que suspiro lamentando que mi madre no lo haya conocido. Ya estoy acostumbrada a las desapariciones repentinas del destroyador, es sumamente escurridizo.

—No hay nadie querida.

—Se ha marchado rápido —puntualizo.

—¿He escuchado bien? —replantea Alioth— ¿Has dicho 'Forian'?

—Sí. —Lo miro y arrugo el entrecejo—. Pensé que pudieras aclararme algunas dudas sobre él.

—¿Entonces han hablado? —se alarma— ¡Qué te ha dicho! —Me sujeta por los hombros.

—Pues nada... —Soy sincera—. Nada realmente. Solo que se iba a encargar de protegerme.

—Por los clanes Khris. —Alioth se limpia el sudor de la frente—. Hoy me he dado un susto de muerte. Te prometo que no dejaré  que algo así ocurra de nuevo.

—Tampoco es para tanto señor Kane —minimiza mi madre—. Es natural que los chicos le hayan hecho jugarretas a Khris. Una bolsa de residuos podridos no es suficiente para doblegar a mi hija.

Miro a Alioth que entrecierra los ojos quizás dándome un perdón silencioso. Por lo que me doy cuenta, mi madre no sabe ni la mitad de las cosas que me han pasado y por supuesto, no está al tanto de la amenaza de muerte.

—¿Eso te ha contado el director? —le digo.

—Me enseñó la cinta de las cámaras seguridad de la Academia —contesta ella sin perturbarse.

—Ya...

Que ingenioso mi director de cortar la cinta en el momento que la oscuridad de los Dónovan cubrió cada rincón de Howlland.

—Bueno Vanessa, ya puedes estar tranquila como ves Khristen está bien —agrega nervioso—. Y hemos descubierto que la demora se debe a que estaba con Forian, un profesor joven de nuestra Academia que estaba asistiéndola.

—Me gustaría agradecerle al muchacho.

—Tal vez otro día madre —concluyo dándome cuenta que Alioth está impaciente por hablar a solas conmigo—. Enseguida voy a nuestro apartamento debo precisar unas cosas de la Academia con el señor Kane.

—Claro Khris.

Mi madre me besa la frente y se marcha por la cocina. Por mi parte me siento en uno de los muebles del salón de estar sin importarme lo sucia que está la bata que visto.

—Has hecho bien en no decirle nada —suelto sin mirar a Alioth.

—No la preocupemos innecesariamente. —Se sienta a mi lado—. Ya estoy pensando qué medidas tomar, pero debes entender que no puedo expulsar a todos esos chicos.

—No quiero hablar de eso ahora —corto.

No me apetece revivir ni un segundo lo que sucedió. En cambio echo en falta a Aaron y de algunas forma deduzco que ha pasado algo con Arthur. El nerviosismo de Alioth no se debe por completo a mi causa.

—¿Qué ha pasado? —Señalo afuera.

—Larga historia. —Alioth suelta un suspiro demasiado hondo y entiendo que nada bueno.

—¿Dónde están tus hijos?

—Arthur ha ido a buscarte, estoy preocupado por él, se fue molesto hace horas.

—¿Arhtur? ¿A buscarme a mí?

—Todos nos preocupamos al ver la cinta. Las imágenes son confusas y la tormenta dañó la resolución, pero Jasper se ve claramente y Arthur no ha perdido tiempo en salir a buscarlo.

Recuerdo que mi madre me contó la pelea que tuvo el mayor de los Kane con Jason O'Brien donde la nariz de Aaron resultó lastimada. He probado en carne propia de lo que es capaz Arthur, pero también Jasper. Puede pasar cualquier cosa.

—¿Y por qué la Fortaleza ha quedado en estas condiciones?

—Digamos que Aaron se hizo oír —Alioth se aprieta el puente de la nariz cerrando los ojos. — Khristen estoy agotado, hoy he tenido un tarde dura con mis hijos, agradezco sino tocas el tema y en cambio nos enfocamos en tu problema.

Así que Aaron y Arthur han tenido un altercado y fuerte. Pero ¿por qué?

—De acuerdo señor Kane, por mi parte solo quiero darme un baño y dormir. Tengo muchísimas dudas, pero le pido aplazar nuestra conversación hasta mañana.

—Por favor. —Él señala la puerta trasera sin dejar de masajearse la sien.

—Gracias.

Empiezo el trayecto a mi apartamento y cruzando la terraza veo una muchacha morena recogiendo las cosas tiradas. Es una empleada nueva, nunca la había visto. En fin, no me detengo a saludarla, estoy tan cansada que sigo directo a mi puerta y en la seguridad de sus paredes me doy el grandioso lujo de relajarme.

Notas

Pueden encontrar un edit de este capítulo en mi Instagram @Jupiter_Crown.

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