El miedo es un agente poderoso del caos, un precursor de las grandes tragedias, un estimulante para la delantera en traiciones... Y esta vez el miedo detonó la guerra más fría en el universo de Irlendia.

Bajo los radiantes soles del universo paralelo, se elaboraba el plan más oscuro de los cinco mundos. No era secreto la profecía que se alzaba sobre todos los clanes:

"Un nacido de la prole de los reales ejercerá la supremacía absoluta sobre el reino de los tres soles. Gobernará los cinco mundos y su dominio no tendrá fin. Juzgará con mano de acero e impondrá con sangre su voluntad"

La profecía era conocida y recibida con temor para algunos, pero con terror para otros. Los irlendieses no sabían cómo interpretar las palabras que inevitablemente se iban a cumplir ¿O había manera de evitarlo? Fueron innumerables los que acudieron al Gran Gálora, un escriba daynoniano que resultaba el mejor matemático y astrónomo del universo, con la esperanza que les interpretara la profecía que él mismo les había anunciado gracias a los cálculos precisos para el próximo eclipse. Pero el viejo se rehusó todas las veces con la excusa que las cosas "ocurren de la forma que tienen que ocurrir" y él mismo no tenía conocimiento absoluto de cómo se desencadenarían los acontecimientos.

«Que ocurra lo que tenga que ocurrir» Era un dicho común en los cinco mundos de Irlendia pero a sus habitantes no les satisfacía, necesitaban respuestas, necesitaban calmar la desesperación que iba en aumento respecto al descendiente de los reales, es decir, del linaje Daynon. Así creció el deseo de impedir la profecía inicialmente por miedo al derramamiento de sangre que podría traer.

Los oscuros fueron los primeros en exponer su retorcido plan. Consistía en asesinar a cada uno de los bebés varones que nacieran del linaje Daynon. Desde su mundo Balgüim, comenzaron los ataques de sombras que cubrieron el sol que alumbraba el mundo de Jadre, donde estaba ubicado el palacio real. Y después que el país cayó en densa oscuridad, aprovecharon para arrebatar los hijos de sus madres.

Fue una matanza atroz.

Los daynonianos requirieron los servicios del clan Juno para que colocaran trampas contra los Oscuros, así que gran parte de ellos se mudó de Drianmhar a Jadre. El contraataque se hizo más notable con los guerreros reales, los del clan Fayrem. Así comenzó la Guerra Roja, la guerra más sangrienta de todos los tiempos. Con la justificación de eliminar la descendencia por donde vendría el supuesto martirio, los Oscuros consiguieron que murieran cientos de bebés y por ende, cientos de miles de irlendieses que se batieron en combate.

Hubo un impacto cuando el Gran Gálora anunció que según cálculos más precisos, el ser al que se refería la profecía no sería un varón, sino que se trataría de una niña con los genes perfectos para cumplir su propósito. Y reveló más, dicha niña nacería en el palacio. De todos los herederos del clan Daynon que habían ascendido al trono hasta el momento, esta sería la primera mujer.

El miedo se acrecentó por todo el universo, y ya los Oscuros no los dominaba el simple hecho de querer impedir la profecía, ahora querían ser los que gobernaran Irlendia definitivamente. Que una fémina los dominara... ¡Jamás!

Los Oscuros habitaban en el mundo de Balgüim, donde los rayos de los tres soles no llegaban así que la oscuridad permanecía todo al año. Desde antes de la guerra usaban portales para acudir al universo paralelo donde existía un solo mundo habitable: la Tierra. Cuando inició la guerra menguaron sus incursiones, pero algunos se mantuvieron cruzando. Sus territorios favoritos eran Dacia, actual Rumanía y Moldavia, Germania e Italia. El primero en explorar el mundo paralelo, lo había hecho hacía muchos siglos atrás, una noche de tinieblas por pura casualidad cuando la energía de la estrella Osérium había abierto una anomalía, más conocida como 'agujero negro'. Decidió quedarse en la Tierra, y al hombre y su prole se le denominaron Oscuros, justo como su clan por sus maneras reservadas y su personalidad siniestra, la piel pálida y los ojos negros como el más absoluto vacío.

Los nacidos del clan podían manejar el aire a conveniencia de un modo más aterrador que los nacidos del clan Fayrem: influían en fenómenos celestes. Y también fabricaban pócimas para hacerse más fuertes; a ellos y a sus fieles servidores los cóndores. Estos cóndores eran una especie de aves rapases negras y carnívoras singulares de Irlendia y su función era ayudar a que los Oscuros consiguieran eso que siempre habían anhelado: la estrella caída Saol.

Por esta razón prosiguieron la guerra sin esconder sus motivos egoístas, usando todo lo que habían aprendido a través de los años contra el ahora en ruinas, mundo de Jadre. Jadre como el hogar permanente de las Vilfas, poseía la virtud que cada cierto tiempo la tierra se renovaba, la naturaleza volvía a adquirir su fuerza vital y la energía permitía un proceso de regeneración. Pero durante "Los Días Tenebrosos" la regeneración de Jadre estuvo ausente. Los escenarios que dejaba la lucha cada vez eran peores, los cóndores estaban entrenados para despedazar carne daynoniana, pero eso no evitaba que de vez en cuando, los también carroñeros probaran la carne corrompida de otras especies, fuera del clan que fuera. Los mataban y se los iban comiendo al pasar de los días. Por dicho motivo, los clanes despreciaban a los animalejos y los cazaban sin piedad cuando se encontraban uno.

El día que se corrió la noticia que la futura emperatriz había nacido, los cóndores sobrevolaron el palacio de Jadre, tratando de encontrar el cuarto secreto donde la escondían, pero no obtuvieron resultados. Una vez a la semana, los soldados de los Oscuros volvían a Balgüim para recuperar fuerzas y recoger municiones, pero no llevaban a sus mascotas que se daban festines abundantes en los campos de batallas. Y así siguió el curso de las cosas, en una guerra despiadada que parecía no tener fin...