
XXII.
Voy a atraparte, voy a atraparte...
Los brazos de Taron me llevaron de emergencia a recostarme.
Hay una vieja expresión que dice que dice, nunca confíes en tu amigo, confía en tu enemigo. Porque de él puedes esperar lo que sea y estar preparado para ello, peor de tu amigo jamás podrías esperar nada malo.
Y en cuanto entramos en la habitación calambres se apoderaron de mi cuerpo entero. Temblé y grité pidiendo a gritos por Sahir.
—Rápido, tráiganlo... —Pedí una y otra vez a mis guardias.
No importa lo que pasara, que movimiento hiciera, me sentía mal. Me colocaba en posición fetal y el dolor era mortal, me estiraba y magia se liberaba inconscientemente de todas partes.
Sentía como si alguien me estuviera quitando mi fuerza vital para sobrevivir.
Sahir entró a toda prisa y tocó mi frente sudada. Su mano no me había tocado en milenios ahí, se sintió cálido y al segundo me relaje un poco. El dolor disminuyó un poco.
Sin embargo reapareció segundos después.
—¡Ahhh... has que pare! —Le grité— has que pare... —Le supliqué.
—Ada no sé cómo decirte esto, pero... —Él guardó silencio absoluto. Alcancé la mano de Taron y la apreté tan fuerte como pude, y evitando romperle la mano a mi marido en el proceso.
Pero él no estaba. Ahí.
Como era posible, será que yo lo mandé lejos. Porque él era el que me había traído a esta habitación, recuerdo su toque cálido y sensible ante mi piel cuando me dejó encima de la cama después de casi desfallecer en la sala del trono.
—¿Qué? Hay algo malo con el bebé... —Ni siquiera podía enderezarme, así que no lo intenté, me quedé lo más quieta en la cama que pude, esperando a que Sahir terminará de hablarme.
Aunque no necesitaba que él me dijera que algo estaba mal conmigo, esta vez yo lo sabía, yo lo sentía.
—Dímelo, puedo aguantarlo...
—No, no puedes —dijo mirándome preocupado. Nunca lo había visto de esa manera, su magia estaba corriendo aun por mi cuerpo cuando dijo esto último, pero en cuanto terminó la magia ceso de inmediato—. Ese es el problema.
—¿A qué te refieres con eso?
—Creo que no podrás soportar más tiempo estar embarazada.
—¿De qué hablas?
—Te he estado observando y al parecer el bebé te está absorbiendo demasiada energía.
—¿De qué manera es eso posible?
—No lo he visto muchas veces, por lo que no hay muchos casos documentados en la historia, pero hay veces que la madre no está en óptimas condiciones para llevar a término normal el embarazo por lo que se recomienda interrumpirlo o acelerar el proceso.
—De ninguna manera me voy a deshacer de mi bebé.
—Yo no dije eso, puedes acelerarlo también, será incómodo y quizás hasta doloroso, pero es algo que estoy seguro puedes soportar.
—¿Esas son mis únicas opciones? ¿Dejar morirme o sacar a mi bebé antes?
—Me temo que sí.
Las olas de dolor seguían viniendo una y otra vez.
—¿Esto es un parto ya?
—No aún no, solo es tu cuerpo avisándote que algo no está bien.
—¿Puedes detenerlo?
Ni siquiera puedo pensar en otra cosa que no sea respirar con este dolor. Me duele hablar, respirar, moverme.
—Puedo intentarlo, pero debes prepararte para lo peor si esperas demasiado tiempo.
—¿Cuánto tiempo tengo?
—No mucho, este no es un embarazo normal, no es como el de las humanas y por lo mismo no va a avanzar tan lento como el de ellas.
Cuando estaba vagando por el mundo, me encontré con diversos relatos sobre la evolución de un ser con magia. En este caso, en las brujas, los embarazos eran de dos tipos.
En el primero de los casos, duran alrededor de trece meses.
Y en el segundo duran alrededor de trece semanas.
Parecía que mi caso, era el segundo, y si ya de por sí, tendría un embarazo bastante corto, ahora tendría que acórtalo más.
No estaba lista para ser madre ahora, ¿cómo iba a estarlo si tenía tan poco tiempo para prepararme ahora?
<<>>
Después de lo que me había dicho Sahir, pedí por Taron para darle las noticias. Lo encontré en nuestra habitación. Estaba solo ahí, mirando a la nada, por una ventana.
Parecía que algo le estaba preocupando mucho.
—¿Cariño? Estás molesto conmigo.
—No es la primera vez que me sacas de tu vida sin preguntarme primero lo que quiero. —Taron veía a la nada, su mirada estaba perdida contra una ventana de la habitación, pero no le estaba prestando atención a nada en especifico de afuera.
—Lo siento, no lo pude controlar —yo lo quería ahí pero lo saqué de la habitación. ¿Cómo puede ser eso posible?
Era como si mi magia no le quisiera en un momento en el que le necesitaba. No tiene sentido.
Nada tiene sentido ya.
—¿Qué pasa? —Se giró hacia mí y me dedico una media sonrisa, muy apenas.
—Algo pasa, ¿verdad? —Le contesté al ver su rostro.
—No te puedo mentir a ti.
—¿Qué pasa?
—Merlín ha vuelto a desaparecer y esta vez no estamos seguros de que haya sido su voluntad irse.
—Esto es perfecto, justo lo que me faltaba...
—Paso algo más que no me hayas contado.
—Si te digo que no, ¿me creerías?
—Probablemente no, ¿qué pasa?
—Es él bebé.
—Hay algo malo con ella.
—Sí y no, Sahir cree que él bebe es demasiado para mí, por eso siempre estoy agotada, por eso los cambios de humor, la locura, todo esto es por ella. No es más mi magia, es la nuestra y no está siendo compatible por el momento.
Quizás por eso mi madre se volvió loca también. Nuestra magia tampoco debió de haber sido compatible la una con la otra.
Ojala algún día pueda saber la respuesta a esa pregunta.
—¿De verdad es eso?
—¿No me crees?
—No es eso, pero me resulta algo difícil de creer que un bebé le pueda hacer algo así a su madre desde el vientre.
—Pues así es, Sahir cree que la magia del bebé y la mía no pueden existir juntas, que no son compatibles, la una con la otra.
—¿Estás diciendo qué hay que interrumpir el embarazo? —Dijo él con expresión de susto en su rostro.
—No, claro que no, jamás le haría eso a mí bebé, —y era verdad jamás lo haría, no importa cuántas dudas haya tenido antes o cuanto miedo haya sentido por su llegada. Era mi hija y jamás le haría daño—, pero Sahir ha propuesto otra idea, una un tanto descabellada, pero creo que puede llegar a funcionar.
—Conociendo a Sahir es obvio que tenía que salir con algo descabellado, ¿qué dijo?
—Quiere adelantar el embarazo.
Taron no dijo nada.
Estaba bien.
Lo comprendía, en mi vida había escuchado de algo así, sabía que era posible, pero jamás lo había visto con mis propios ojos. Por lo que comprendía su reacción, me aterraba la idea de ser madre de nuevo, pero pensaba que al menos tendría tiempo para hacerme a la idea.
No parecía ser este el caso.
No teníamos tiempo, ese era el problema.
—Cariño, Taron... —Fui a su lado y me acerqué a él.
Le toqué el rostro suavemente y él se rindió ante mi caricia, puso su cabeza entre mis manos y me dejó estar cerca de él. Esto es lo más cerca que habíamos estado en meses, desde que nos casamos.
Sentirlo cerca mío, era increíble. Solo eso puedo decir.
Era una sensación intoxicante y calmante a la vez en mí.
—No tenemos otra opción, ¿verdad?
—No, no la tenemos, pero todo saldrá bien, lo prometo.
—No puedes prometer algo así.
—No me importa, porque igual lo estoy prometiendo —hice que me mirará ahora, le jale de la nuca para asegurarme de así fuera— mi amor, escúchame, nada pasara, todo estará bien —tenía miedo, lo podía ver en sus ojos, sabía muy bien por qué.
Sabía que él ya había perdido a una mujer antes y con ella la posibilidad de formar una familia.
Y también sabía que yo era más que una segunda oportunidad para él, era también una segunda oportunidad para mí. Para nosotros, de estar juntos, de ser una pareja, de tener un futuro y una familia.
Teníamos miedo, lo sabía.
Pero no solo por nosotros, sino también por nuestra hija.
—Sahir ha dicho que no es nada que no pueda manejar y que él estará conmigo durante todo el proceso, no me dejará sola ni un minuto.
—Yo también estaré —dijo él sin más.
—Por supuesto, cariño –dije yo yéndome hacia él para darle un pequeño beso.
A veces me preguntaba si él me amaba más que yo a él, pero solo porque yo no lo dijera a cada minuto del día y lo gritará a los cuatro vientos no significaba que no lo amará.
Era una reina y tenía que comportarme, de cierta manera y esperaba que él lo entendiera.
Pronto, lo esperaba...
Tenía que ser responsable y verme como un gobernante capaz en estos tiempos de crisis. Pero también tenía que prepararme por un lado para ser una madre.
Estaba asustada hasta la médula por ese motivo.
—¿Y cuándo será?
—Sahir lo programo para mañana en la tarde.
—¿Tan pronto? —De nuevo reflejando miedo en su mirada.
—Sí, debe ser pronto por mi salud y la del bebé.
—Entonces es grave la situación.
—No, no lo es, solo es delicada.
—Las puedo perder a las dos.
—No nos vas a perder, lo pro... —Él me interrumpió.
—No puedes prometer eso Luna, no puedes —cuando dijo mi nombre antiguo, casi quise corregirlo, pero no lo hice, porque para el aún seguía siendo Luna.
Su Luna.
El problema era que con cada día que pasaba yo me sentía menos ella.
Esa noche Taron no durmió de nuevo conmigo.
<<>>
No era justo lo que me estaba pasando, no entendía porque a mí, porque a mí me tenían que pasar todas estas cosas.
He perdido demasiado a este momento como para no sentirme mal, y ahora podría perder a mi bebé sino me doy prisa.
El pensamiento casi me lleva a la locura.
Tenía que saber que todo estaría bien.
Por lo que, ya entrada la noche, llamé a mis amigas, para saber si ellas tenían algo en sus profecías.
—No he tenido ni una sola profecía desde aquel día que te dije sobre tu hija, lo siento —dijo Helena. Miré a mis amigas Inés y Ana para ver si ellas tenían algo.
No dijeron nada.
Sabía que no tenía salida, tenía que hacerlo, me gustará o no.
Pero no quería, quería más tiempo. Quería más.
—¿Al menos alguna puede decirme si todo estará bien?
—Si te dijéramos que sabemos eso, y creo que hablo por las tres al decir que estaríamos mintiendo —dijo Ana—, porque la verdad es que ninguna estamos segura de lo que pasará mañana.
—Pero ustedes mismas dijeron que ella iba a nacer, que iba a ser tan poderosa, incluso más que yo, lo dijeron —mi rostro se llenó de lágrimas.
No podía aguantar más, sentía que un nudo permanente se había instalado en mi garganta. Me dolía incluso respirar o hablar.
Todo esto era demasiado para mí.
Era demasiado para cualquier persona.
Llevé mi mano a mi vientre, como si intentará proteger a mi bebé. Todo me estaba dando vueltas, aun estando de pie. Apenas y podía escuchar las palabras de mis amigas, las veía moverse, pero no las entendía.
—Debemos llamar a Sahir —dijo una de ellas.
Creo, eso creo.
Se movían mucho, se iban y yo no las podía alcanzar.
Se iba, se iban y la oscuridad estaba muy cerca.
Quería dejarme ir a ella, por una vez en mi vida.
Debía ir a ella.
Oh oscuridad, vieja amiga...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro